Durante el periodo de gobierno de Venancio Flores entre 1865 y 1868 se fundaron nuevos establecimientos industriales: en 1865 una fábrica de fósforos de cera; al siguiente año, el lavadero de lanas que los señores Irigaray habían fundado en el Paso Molino muestra un importatne desarrollo. En ese mismo año José Buschental instaló un molino a vapr en su quinta a orillas del Miguelete. Comienzan a fabricarse ladrillos y baldosas y se instala la muebleria de Angel Giorello. La fabricación de pan volvió a reglamentarse bajo el gobierno de Flores. Una ordenanza de la Policía de Montevideo dicatada en 1867, restableció de régimen de 1847 estableciéndose que solo podría elaborarse pan de 4, 8 y 16 onzas de peso cada uno, debiendo ademas los panes llevar estampado el peso y la marca de su fábrica bajo el apercibimiento de abultadas multas. En esta época, los productores uruguayos concurrieron a la Feria Mundial de 1867 obteniendo grandes premios en relación a nuestros productos agropecuarios, medalla de oro la fabrica Liebigs y el saladero de Cibils y Jackson.
Para 1868 el primer año de la administración de Lorenzo Batlle (1868-1872) y pese a la crisis financiera y política que vivió el país el número de establecimientos había aumentado nuevamente. Según los cuadros de administración de Patentes de Giro existían 7625 establecimientos, de los cuales 6.099 pertenecían a extranjeros un 80% y 1526 un 20% a nacionales- El gobierno de Lorenzo Batlle se vio dificultado por la crisis económica de 1868, cuyo antecedente se encuentra en la llamada "crisis del viernes negro", originada en Londres en mayo de 1866. El viernes negro según relata Otero Menendez
El tropezón bancario, en la ocasión, se origina en la declaración de quiebra de la principal entidad de descuentos londinenses, la Overend, Gourney y Cía realizada el 11 de mayo de 1866 y concretada al medio día y medio de ese viernes, que pasa por ello a ser conocido como “el viernes negro. El primero en su género, al menos con repercusiones en nuestra plaza financiera.
Cuando la noticia llega a Montevideo, lo que ocurre pasado que fue un mes, sufre una corrida el Banco Mauá dados los lazos de esta institución con el mundo inglés de los negocios – -
Aquí, en Montevideo, tal vez lo más importante respecto a este decreto de inconversión fue una carta remitida desde el campo de batalla de Paraguay, en la que el secretario del general Venancio Flores hace llegar en nombre de éste una fuerte crítica al gobernador delegado uruguayo y a su ministro de Hacienda en particular. Era Julio Herrera y Obes que, ya por entonces, buscaba con éxito acrecentar su capacidad de deslealtad hacia el servicio público con encomiable esfuerzo: las balas enemigas le pasaban cerca mientras redactaba la posición, según se ha consignado. Con el pasaje del tiempo Julio Herrera logrará culminar su dócil acatamiento al mero dictado de su interés personal y material – algunos todavía hablan de su espiritualismo[1] – y será quien administre como jefe de Estado la otra gran crisis que sufrió la República, la de 1890, también en beneficio propio y de algunos amigos. Varios de ellos grandes apostadores bursátiles, provenientes de Buenos Aires.
En 1866, como en la anterior ocasión, se suspende por seis meses la posibilidad de hacer efectiva la realización de los billetes por su valor nominal en oro. Al fin del plazo se retoma una cierta normalidad del mercado financiero.
Es exacto afirmar que la medida fue adoptada en pos de la sobrevivencia del Banco Mauá, al que para resolver favorablemente la corrida que sufría por culpa del circunstancial desprestigio de la plaza de Londres – la quiebra del Overend cuando el recordado primer “viernes negro” - sólo le quedaba el camino de obligar al gobierno a pagar sus adeudos con la institución y estar esta en condiciones de continuar con el capital líquido que le exigían sus compromisos inmediatos o ver declarada la inconversión en oro de sus billetes - el curso forzoso de la emisión monetaria como también se le llamaba. Los hechos ocurridos en el Banco do Brasil cuando su apresurada adolescencia deben haber recorrido los sueños del banquero, en esos momentos.
Demás está decir – como se sabe - que quien más incentivaba localmente la importada crisis era el Banco Comercial, entre cuyos integrantes se encontraban, como dijimos, especuladores perjudicados con la creación de entidades financieras.
La tercera declaración de inconversión fue la de diciembre de 1867, la cual es antecedente de la crisis que se disparará a mediados del año siguiente, a poco del inicio del gobierno del general Lorenzo Batlle. Coincidirá ésta con las diversas desgracias que se presentarán durante su gestión, de la que su mejor resultado – el del general Batlle - fue el haber podido cumplir el período presidencial indicado por la Constitución de la República. Que era lo mínimo que pretendía lograr y fue lo máximo que alcanzó. Circunstancia que no se repetirá hasta la administración encabezada por Julio Herrera y Obes (1890-1894). Los jefes de Estado que asumieron entre ambos no pudieron finalizar su mandato o fueron elegidos para completar el de otro.
En la primera gran crisis bancaria nacional, la de 1868, problemas financieros que se manifiestan en Londres con la Casa Baring Brothers – entidad financiera con una alta exposición en Argentina, que sufría las consecuencias de ello -, comenzaban a repercutir fuertemente en nuestra plaza.
Dicha institución británica estaba ligada a los orígenes de la Argentina independiente y a gobernantes de esos tiempos, en particular con Bernardino Rivadavia. Desde la época de Flores los bancos estaban autorizados a emitir papel moneda; la reglamentación establecía que la emisión no podía exceder el triple del capital del banco y que la conversión a moneda oro se podría exigir en cualquier momento. Este reglamento aumentó la emisión de papel moneda y agilizó la vida económica pero creaba la posibilidad de que un banco no pudiera convertir en oro su emisión, ya que este triplicaba su capital.
Para defender a los bancos de esta contingencia se habían dictado en 1866 y 1867 varios decretos de inconversión que impedían transitoriamente cambiar el papel moneda en oro.
La Crisis de 1868
En 1868, poco después de asumir Lorenzo Batlle, se planteó en el país la crisis económica. El gobierno, para proteger la situación de los bancos, aprobó una ley de inconversión en julio de 1868 que estableció en curso forzoso del papel moneda por 20 meses más. El Parlamento se dividió en cursistas y oristas, según fueran partidarios o no de la inconversión. A pesar de la Ley de Inconversión, los Bancos de Montevideo y Mauá suspendieron los pagos a principios de 1869 y cerraron sus puertas por no estar en condiciones de hacer frente a sus obligaciones. El gobierno nombró una Comisión fiscal para verificar las operaciones de los bancos y defender los derechos de los depositantes. Paralelamente se produce el levantamiento de Timoteo Aparicio y el gobierno se vio obligado a concertar empréstitos por dos y por cuatro millones de pesos con la garantía de las rentas aduanera de importación.
Ver:
http://www.eumed.net/libros-gratis/2006a/jo/2j.htm
Para 1868 el primer año de la administración de Lorenzo Batlle (1868-1872) y pese a la crisis financiera y política que vivió el país el número de establecimientos había aumentado nuevamente. Según los cuadros de administración de Patentes de Giro existían 7625 establecimientos, de los cuales 6.099 pertenecían a extranjeros un 80% y 1526 un 20% a nacionales- El gobierno de Lorenzo Batlle se vio dificultado por la crisis económica de 1868, cuyo antecedente se encuentra en la llamada "crisis del viernes negro", originada en Londres en mayo de 1866. El viernes negro según relata Otero Menendez
El tropezón bancario, en la ocasión, se origina en la declaración de quiebra de la principal entidad de descuentos londinenses, la Overend, Gourney y Cía realizada el 11 de mayo de 1866 y concretada al medio día y medio de ese viernes, que pasa por ello a ser conocido como “el viernes negro. El primero en su género, al menos con repercusiones en nuestra plaza financiera.
Cuando la noticia llega a Montevideo, lo que ocurre pasado que fue un mes, sufre una corrida el Banco Mauá dados los lazos de esta institución con el mundo inglés de los negocios – -
Aquí, en Montevideo, tal vez lo más importante respecto a este decreto de inconversión fue una carta remitida desde el campo de batalla de Paraguay, en la que el secretario del general Venancio Flores hace llegar en nombre de éste una fuerte crítica al gobernador delegado uruguayo y a su ministro de Hacienda en particular. Era Julio Herrera y Obes que, ya por entonces, buscaba con éxito acrecentar su capacidad de deslealtad hacia el servicio público con encomiable esfuerzo: las balas enemigas le pasaban cerca mientras redactaba la posición, según se ha consignado. Con el pasaje del tiempo Julio Herrera logrará culminar su dócil acatamiento al mero dictado de su interés personal y material – algunos todavía hablan de su espiritualismo[1] – y será quien administre como jefe de Estado la otra gran crisis que sufrió la República, la de 1890, también en beneficio propio y de algunos amigos. Varios de ellos grandes apostadores bursátiles, provenientes de Buenos Aires.
En 1866, como en la anterior ocasión, se suspende por seis meses la posibilidad de hacer efectiva la realización de los billetes por su valor nominal en oro. Al fin del plazo se retoma una cierta normalidad del mercado financiero.
Es exacto afirmar que la medida fue adoptada en pos de la sobrevivencia del Banco Mauá, al que para resolver favorablemente la corrida que sufría por culpa del circunstancial desprestigio de la plaza de Londres – la quiebra del Overend cuando el recordado primer “viernes negro” - sólo le quedaba el camino de obligar al gobierno a pagar sus adeudos con la institución y estar esta en condiciones de continuar con el capital líquido que le exigían sus compromisos inmediatos o ver declarada la inconversión en oro de sus billetes - el curso forzoso de la emisión monetaria como también se le llamaba. Los hechos ocurridos en el Banco do Brasil cuando su apresurada adolescencia deben haber recorrido los sueños del banquero, en esos momentos.
Demás está decir – como se sabe - que quien más incentivaba localmente la importada crisis era el Banco Comercial, entre cuyos integrantes se encontraban, como dijimos, especuladores perjudicados con la creación de entidades financieras.
La tercera declaración de inconversión fue la de diciembre de 1867, la cual es antecedente de la crisis que se disparará a mediados del año siguiente, a poco del inicio del gobierno del general Lorenzo Batlle. Coincidirá ésta con las diversas desgracias que se presentarán durante su gestión, de la que su mejor resultado – el del general Batlle - fue el haber podido cumplir el período presidencial indicado por la Constitución de la República. Que era lo mínimo que pretendía lograr y fue lo máximo que alcanzó. Circunstancia que no se repetirá hasta la administración encabezada por Julio Herrera y Obes (1890-1894). Los jefes de Estado que asumieron entre ambos no pudieron finalizar su mandato o fueron elegidos para completar el de otro.
En la primera gran crisis bancaria nacional, la de 1868, problemas financieros que se manifiestan en Londres con la Casa Baring Brothers – entidad financiera con una alta exposición en Argentina, que sufría las consecuencias de ello -, comenzaban a repercutir fuertemente en nuestra plaza.
Dicha institución británica estaba ligada a los orígenes de la Argentina independiente y a gobernantes de esos tiempos, en particular con Bernardino Rivadavia. Desde la época de Flores los bancos estaban autorizados a emitir papel moneda; la reglamentación establecía que la emisión no podía exceder el triple del capital del banco y que la conversión a moneda oro se podría exigir en cualquier momento. Este reglamento aumentó la emisión de papel moneda y agilizó la vida económica pero creaba la posibilidad de que un banco no pudiera convertir en oro su emisión, ya que este triplicaba su capital.
Para defender a los bancos de esta contingencia se habían dictado en 1866 y 1867 varios decretos de inconversión que impedían transitoriamente cambiar el papel moneda en oro.
La Crisis de 1868
En 1868, poco después de asumir Lorenzo Batlle, se planteó en el país la crisis económica. El gobierno, para proteger la situación de los bancos, aprobó una ley de inconversión en julio de 1868 que estableció en curso forzoso del papel moneda por 20 meses más. El Parlamento se dividió en cursistas y oristas, según fueran partidarios o no de la inconversión. A pesar de la Ley de Inconversión, los Bancos de Montevideo y Mauá suspendieron los pagos a principios de 1869 y cerraron sus puertas por no estar en condiciones de hacer frente a sus obligaciones. El gobierno nombró una Comisión fiscal para verificar las operaciones de los bancos y defender los derechos de los depositantes. Paralelamente se produce el levantamiento de Timoteo Aparicio y el gobierno se vio obligado a concertar empréstitos por dos y por cuatro millones de pesos con la garantía de las rentas aduanera de importación.
Ver:
http://www.eumed.net/libros-gratis/2006a/jo/2j.htm
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