jueves, 5 de mayo de 2016
domingo, 1 de mayo de 2016
Batllismo y frentismo, una aproximación.
La rotación de los Partidos Tradicionales se muestra atacada
cuando en la década de 1950 surge la Liga Federal de Acción Ruralista,
comunmente definida como La Liga Federal.
Fue un movimiento masivo y popular que creció al margen de los Partidos
Tradicionales. Es el primer síntoma de ruptura del bipartidismo histórico en
nuestra vida política. Poco después, a comienzos de 1962 surge la Unión Popular
y el FIDEL. Es este el hito más importante de la izquierda uruguaya que decidió
captar votantes tradicionales reinterpretando sus tradiciones, con diferencias
pero con cierta similitud con el ruralismo. Los intelectuales y el giro un
tanto gramsciano de la estrategia de la izquierda comienzan a socavar la
historia partidaria tradicional desarrollada desde comienzos del siglo XX. El
revisionismo histórico, y la cultura
popular enfocada a viejos modelos de bienestar logró que la izquierda nacional
en los 60 tomara fuertemente la conciencia histórica nacional, los valores y
simbología partidaria tradicional. Posteriormente se enfoca en un discurso en el cual mediante la
articulación de la gran crisis de valores políticos y la economía que apretaba
los cinturones, logra el advenimiento de una opción nueva. Curiosamente la
izquierda se nacionalizó y construyó simultaneamente un discurso que mostró a
los Partidos Tradicionales como representantes de intereses extranjeros.
Posteriormente en la conformación del Frente Amplio, los sectores populares
encontrarán un espacio que le de respuestas a su visión de futuro. Sonia Scaffo
cita a Hugo Batalla durante el episodio en el cual Michelini comienza su
alejamiento de la lista 15, sostenía Batalla “ Es posible que fuera un camino
irreversible, yo hablaba muchas veces con Zelmar y le decía- Mirá Zelmar ni tu
ni yo queremos pelearnos con Batlle (Luis) pero la propia dinámica de los
hechos nos va a llevar a que nos peleemos con Batlle”. Mientras esto ocurría el
desarrollo inflacionario especulativo deteriora los recursos estatales y estaba
muy comprometida la gestión del gobierno tanto en el presupuesto, en el sistema
bancario y en el manejo del tipo de cambio. Esto se manejó mediante el
endeudamiento externo que trajo como consecuencia la eliminación de subsidios y
la rebaja de los salarios reales de los funcionarios públicos. Continuadas
devaluaciones no lograron detener la emigración de capitales. Dentro del batllismo la situación no era
sencilla, un artículo en Marcha analizaba la situación de la 15 y lo tituló: La
15 por dentro y marca claramente la convivencia muy dura entre tres grupos
enfrentados. Un joven Jorge Batlle oscilaba entre los tres grupos con una
tendencia haca Amilcar Vasconcellos y a Flores Mora. Lo curioso era que todos
conocían su profunda amistad con Alberto Abdala. En las elecciones internas se
presentan: Unidad y Reforma liderada por Jorge Batlle y Alberto Abdala, Por la
ruta de Luis Batlle integrada por Vasconcellos y Flores Mora y con la
legitimación de Enrique Rodriguez Fabregat. El tercer grupo, llamado el de los
senadores que la integraban entre otros Alba Roballo y Glauco Segovia. Todos
estos problemas internos fueron disociando el batllismo principista y sus diferentes interpretaciones liberales y
anticolegialistas. Más allá de la retirada de la lista 99, y de Alba Roballo con su grupo Pregón, el golpe
más duro fue cuando un viejo batllista, biógrafo de Don Pepe y ardorosos
defensor de la justicia social se retira también para integrar el nuevo
proyecto político denominado Frente Amplio
Enrique Rodriguez Fabregat recibió invitaciones de todos los
sectores que van a conformar el Frente Amplio. Era uno de los grandes
legitimantes ideológicos del futuro Frente Amplio como batllista radical y
principista. Su ideal de justicia social lo lleva a fundar el Comité de
Doctrina Batllista y sostenía: “ Los batllistas que estamos en el Frente Amplio
continuamos luchando empeñosamente por el triunfo de los principios y el
progreso de los principios que colocaron a nuestro país en el camino de la
democracia económica y social. Si blancos progresistas y batllistas
doctrinarios pueden estar en el Frente Amplio es, principalmente, porque el
Programa de Acción del Frente Amplio les da la oportunidad de continuar su
lucha frente a ambos sectores tradicionales que, pese a mantener divisa
distinta tienen un mismo objetivo oligárquico”
A partir de su fundación el Frente Amplio comenzó un
crecimiento electoral permanente, incluso con el impasse de la dictadura, hasta
llegar a la presidencia de la República en el 2005. El batllismo paso de ser mayoría
dentro del Partido Colorado a ser casi nominal en un partido que no deja de
perder su caudal electoral y que como sostuviera Rodriguez Fabregat , hace
varias décadas, tiene en su mayoría actual componentes conservadores que lo
diferencian muy poco del Herrerismo.
sábado, 30 de abril de 2016
La descomposición del batllismo. La crisis de los 60.
Una columna en el diario Acción el último día de febrero de
1961 titulada “ Hablemos de Política” (Chagas y Trullen, 2005) se refería a la
propuesta de reforma de la Constitución Colegiada. Evidentemente más allá que
la firma fuese de Amilcar Vasconcellos se ve la línea clara de Don Luis Batlle
Berres. Era un periodo complejo en lo referente a la interna del Partido
Colorado y en especial del batllismo. En esa nota se sostenía: “ Los planteos
de Reforma Constitucional o de ley de lemas buscan distraer fuerzas en la lucha
por tal o cual Reforma Constitucional, cuando de lo que se trata es de rescatar
el poder desplazando al Partido Blanco, para retornar el camino de una acción
constructiva; es introducir un elemento
confusionista en un problema que debe ser muy claro. Los problemas que vive el
país no se arreglan con modificaciones en sus disposiciones organizativas” En
este marco surgen discusiones muy fuertes que derivan en escisiones y
reagrupamientos que todavía no llegan al extremo, que va a ocurrir posteriormente,
de abandono del lema. La propuesta de reforma constitucional era un intento de
superar la crisis económica. El proyecto de reforma originó un sentimiento de
esperanza en la sociedad uruguaya que quería cambios ya que le asignaba al “
Colegiado Integral” la culpa absoluta de todos los problemas que el país vivía.
Se lo observaba como una institución hiperdeliberante, inoperante. Los nuevos
alineamientos en el sistema de partidos por un lado, avance de la visión
corporativa, los primeros síntomas de violencia y sobretodo deslealtades
políticas visibles a todos, más el ascenso del protagonismo militar, por otro,
determinó que ni siquiera hubiese un solo proyecto de reforma, fueron tres. La
izquierda tuvo grandes avances en la unidad de su propuesta, la Unión Cívica se
divide dando origen a dos visiones dentro de la la propuesta demócristiana. El
Partido Socialista abandona su lema para formar la Unión Popular con aportes
socialistas cristianos y nacionalistas liderados, estos últimos, por Enrique Erro,
separado del Herrerismo. Por otro lado el Partido Comunista realiza una alianza
denominada FIDEL, Frente Izquierda de Liberación con integrantes del sector
batllista Agrupación Avanzar. Este proceso de unidad de la izquierda viene
desde el lejano 1933 cuando realiza un llamamiento a la Unidad el joven Carlos
Quijano. También el diario El Día comienza a opinar sobre el proceso de reforma
iniciando una serie de notas preguntando a influyentes políticos sobre la
reforma. Es llamativa la expresión del secretario de la lista 15, Alberto
Abdala que exigía que “ debe darse un
acercamiento espiritual e ideológico de los integrantes de los diversos
sectores” De estos análisis va a surgir la figura de Jorge Pacheco Areco para
la dirección del diario “El Día” que el 26 de marzo de 1961 informa en el
cuerpo del diario que “ ha sido confirmado en la investidura de director de
este diario nuestro dilecto compañero de labor, Sr. Jorge Pacheco Areco, que
venía desempeñando interinamente este alto cargo, ante el lamentado deceso del
titular de la función don Rafael Batlle Pacheco” En forma paralela en la
interna colorada se produce el advenimiento del sublema “Por el Gobierno del
Pueblo”, lista 99 liderada por Zelmar Michelini que en su radicalismo sostenía
representar “las mejores tradiciones del batllismo”. La lista 15 en un giro
conservador se vincula a varios rivales en la visión batllista: sus viejos enemigos que eran riveristas,
baldomiristas y blancoacevedistas. La lista 14, por su parte se vinculó a
Colorados independientes y funda la Unión Colorada y Batllista. La
mulitiplicidad de agrupaciones que integraban la UCB llevan adelante la
candidatura del General Oscar Diego Gestido que en una nota el diario El Día
resaltaba que Gestido había mostrado en “los cometidos propios de su profesión y en
actividades civiles relacionadas con
demandas populares o reclamos del país una idea superior del cumplimiento del
deber”
El desarrollo de la reforma constitucional se llevó adelante
dentro de una multiplicidad de problemas políticos, sociales y económicos. El
proyecto que resultó aprobado finalmente, la reforma naranja, determinó el retorno al presidencialismo con
un Poder Ejecutivo fuerte y unipersonal y con ciertas restricciones al Poder
Legislativo. En este marco la ciudadanía buscó un presidente fuerte, honesto,
austero y descontaminado de la visible caída de los valores políticos
tradicionales. Gestido no triunfará en los 9 meses de su mandato contra la
crisis económica, la crisis política, la guerrilla y con su salud. Pacheco
Areco será el hombre fuerte que quería la ciudadanía. Queda bastante lejos el
batllismo, incluso con la pérdida de su proyecto mayor, el Colegiado y conviene
recordar un famoso discurso de Luis Batlle Berres en 1947, a mi entender
premonitorio: “ La paz puede ser alterada por la injusticia y por la opresión.
El que padece es un resignado o un revolucionario y el progreso constructivo no
se hace con ninguno de estos dos hombres. Los pueblos deben palpar los
beneficios de la existencia de la Democracia; los poderosos gozando de la
libertad y de la justicia, y los necesitados, de la libertad, igualmente, pero
también de la justicia que ha de llegar hasta ellos sin demora, dando alimento
al necesitado y trabajo al obrero y tierras al hombre de campo y bienestar a
todos”.
sábado, 23 de abril de 2016
El batllismo en la decada de 1960: entre la autoridad y las demandas sociales.
En 1960 Benedetti publicó con gran suceso “ El país de la
cola de paja”. Era una interpretación similar a la que desarrollaron los
integrantes de la generación del 45: atacaba al Uruguay de las clases medias y
de la burocracia, o sea al batllismo. El libro, además, mostraba grandes
críticas a la democracia uruguaya y lo que era peor al respeto que los
uruguayos teníamos por la democracia. Era el intelectual el que formulaba las
críticas, una persona que se consideraba superior al resto de los mortales. Las
cosas empiezan a cambiar en 1962. A esa elección la izquierda llegó con grandes
expectativas pero que en votos obtenidos fue un fracaso absoluto. En las
elecciones de 1962 continuó con su programa político: el proteccionismo, la
reorganización financiera, fomento de la industria, el agro y el comercio. Lo
novedoso es la figura de un técnico en la lista al Consejo Nacional de Gobierno
en la figura de Julio Lacarte Muró especializado en comercio internacional.
Dentro de la 15, Zelmar Michelini y Hugo Batalla, y de la 14, Renán Rodriguez y
Enrique Martínez Moreno, fundan la lista
99 buscando una revisión crítica del
sistema colegiado. La Unión Civica, el Partido Comunista y el Partido
Socialista no se presentaron en sus lemas habituales, que serán en esa elección:
Partido Demócrata Cristiano, Frene Izquierda de Liberación y la Unión Popular
que estaban integrados, además, con miembros de los Partidos Tradicionales.
En 1962 y como consecuencia de la segunda derrota electoral
del Partido Colorado se producen varios desplazamientos. En ese marco fallece
don Luis Batlle en 1964 dando inicio a una feroz lucha por el liderazgo de la
lista 15 con las inmediatas renovaciones ideológicas y programáticas. En el
debate estaba presente el problema de la reforma constitucional y el debate del
retorno al Poder Ejecutivo unipersonal y las nuevas visiones sobre el dogma
estatista e industrialista del primer batllismo y seguido por el denominado neo
batllismo. Acá surge la figura de Jorge Batlle Ibáñez que fue tomando posición
mediante los medios de comunicación muy poderosos de la época y del sector, el
diario Acción y la Radio Ariel. La otra figura ascendente era el diputado por
Montevideo Julio María Sanguinetti que fue nombrado subdirector del diario
Acción y su redactor responsable.
En las internas del sector que se realizaron el 29 de
noviembre de 1965 quedaron definidas tres corrientes:
1) El quincismo con Jorge Batlle y Alberto Abdala
conformando Unidad y Reforma cuyo eje era la Reforma Constitucional eliminado
el Colegiado.
2) El Consejero Amilcar Vasconcellos y el diputado Manuel Flores Mora encabezaron el movimiento “Por
la ruta de Luis Batlle” con un discurso netamente neo batllista y en la defensa
del sistema Colegiado.
3) El Grupo de los Senadores se presentó con el lema “unidad
quincista”
El triunfo de “Unidad y Reforma” determinó que el sector de
Jorge Batlle y el diario Acción se convirtieran en la punta de lanza en el proceso de elaboración de la nueva
constitución en tanto que en el debate parlamentario fue el Dr. Sanguinetti
quien llevó adelante la responsabilidad de ser el miembro informante.
En tanto, fuera del debate interno que estaba destruyendo la
ortodoxia batllista, los opositores históricos del batllismo, los partidos de
ideas, los intelectuales y la nueva generación de historiadores comienzan a
realizar una mirada crítica del batllismo. Hasta derivar en una predica de
legitimación de valores tradicionales del batllismo dentro de los partidos
denominados de izquierda. Es acá, que luego de la restirada del lema de la
lista 99 y de otros grupos liderados por Alba Roballo y Enrique Rodríguez Fabregat
comienza la dispersión ideológica del batllismo volviéndose más conservador y
ligeramente oscilando hacia posiciones de derecha en el marco de la Guerra Fría
y el ataque de la guerrilla interna. Transcribo una breve interpretación del
historiador Jaime Yaffé :
“La incorporación de lo colorado fue mucho más fuerte en la
configuración frenteamplista originaria. El batllismo tenía atributos muy
funcionales al proyecto frenteamplista y a sus fundamentos históricos: se
trataba, lo mismo que el artiguismo, de un proyecto de transformación frustrado.
Estaba por tanto, en tanto recurso histórico, disponible para ser reinvindicado
desde un posicionamiento político que buscaba relevar a los partidos tradicionales
desde sus propias tradiciones.
Como había sucedido en la década anterior con el artiguismo,
se produjo en los setenta con el batllismo otra confluencia entre
reconstrucción y uso político del pasado por un lado producción historiográfica
por otro. Para la izquierda política este proceso quedó clausurado por la dictadura.
Sin embargo, durante su transcurso la producción historiográfica uruguaya dio
un salto notable en el conocimiento de las primeras décadas del siglo veinte
desarrollándose una aguda interpretación del batllismo potencialmente funcional
al tipo de lectura y ubicación histórica que la izquierda venía cultivando con
particular énfasis desde 1971. Se produjo entonces en esa década, un desfasaje,
en tanto la historiografía dio un gran salto adelante en el estudio del
batllismo en un tiempo en que la izquierda política estuvo diezmada por la más
salvaje represión que ha conocido la historia política del Uruguay
contemporáneo. La izquierda restaurada en 1984 retomó la innovación bloqueada
en 1973 contando para ello con una base historiógráfica ampliada, renovada,
pero ampliamente confirmatoria de la línea ya trazada antes del Golpe de Estado
de 1973. A lo largo de diez años (entre 1979 y 1987) los historiadores José
Pedro Barrán y Benjamín Nahum fueron dando a conocer los resultados de su
investigación sobre el primer batllismo a través de la serie titulada Batlle,
los estancieros y el Imperio británico. Abordaron el estudio e interpretación
del batllismo basándose en los mismos cuatro pilares mencionados anteriormente para
el caso de los estudios sobre el artiguismo: el carácter transformador
(revolucionario en un caso, reformista en otro); el fundamento económico y
social del proceso; el papel de los sujetos colectivos (clases sociales, masas
populares) y la inclinación “popular” del movimiento; la detención del programa
de cambios anunciado, de donde se deriva el carácter inconcluso del fenómeno
histórico y su potencialidad como recurso político. Con este avance
historiográfico se consolidó una visión del batllismo como movimiento político reformista
que había desplegado un segundo proyecto de profunda transformación económica y
social del Uruguay. El reformismo batllista se había propuesto la
transformación económica y social del Uruguay. Su discurso político revelaba una
sensibilidad especial por los sectores populares. Si bien había contado para
aplicar parte de sus planes con el control del Estado, se había visto
bloqueado, una vez más, frustrado por la acción del imperialismo de afuera y
los conservadores de adentro.”
El batllismo se volvió más volcado desde entonces a buscar
un equilibrio entre el orden y los equlibrios entre autoridad y libertad,
olvidando su razón de ser: satisfacer las necesidades y las demandas de la
sociedad.
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