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jueves, 7 de julio de 2011

El Primer Batllismo y las Obras Públicas. Apuntes del Prof. Miguel Lagrotta

Historia del Partido Colorado. Enfoques polémicos.
El Primer batllismo y las obras públicas.












“Treinta años de la historia del país, 1899-1929, pasaje de la anarquía orgánica a la ordenación nacional, treinta años de intenso y generoso proceso evolutivo en los aspectos políticos, económicos y sociales, estructurando la conciencia ciudadana fundamentada en la libertad, y aportando magníficamente los elementos morales y materiales en todos los órdenes, para moldear la felicidad de la ciudadanía y las potencialidad del país”[1]

En 1912 se formuló el plan regulador de Montevideo desde la calle Ciudadela hasta Bulevar Artigas, sobre la base del proyecto del Arq. Guidini que había resultado triunfante en el concurso sobre proyectos de urbanización y ubicación de edificios públicos celebrados el año anterior.
Fructuoso Rivera en una de sus primeras medidas al iniciar su presidencia fue destruir los muros de Montevideo como expresión de la unidad nacional, buscando la identificación entre la campaña y la ciudad.
José Batlle y Ordóñez estructura en su segunda presidencia el plan de urbanización estimando el crecimiento futuro de la ciudad y con la reserva de espacios públicos para la formación de parques y trazado de avenidas.
El proyecto fue seguido con el envío al parlamento mensajes para el ensanche del Prado, del Parque Urbano, para la construcción del Parque Central, en el sentido planificado por el paisajista Thays, y finalmente el proyecto de un gran parque de 280 hectáreas en el Cerro.
El proyecto incluye los conceptos urbanísticos que regirán en el futuro los espacios libres. En el mismo sentido promueve la desecación de los bañados de Carrasco y la creación de un gran parque que se llamaría Parque Nacional de Carrasco. Además se promueve una nueva forma de parcelamiento con retiros de líneas de edificación para formar los espacios libres interpuestos entre construcciones como una complementación de la política de espacios que se desarrollaban en Montevideo. El mensaje enviado a la Asamblea General en 1914 expresaba:
“El Poder Ejecutivo considera que, por razones a la vez de ornato y de higiene, es necesario prever la situación de las propiedades que en lo sucesivo han de edificarse en algunas vías de la ciudad especialmente aptas para las construcciones en forma de hoteles, chalets o villas, a fin de impedir la repetición de errores deplorables que han desnaturalizado amplias finalidades de orden edilicio.(…) En todos los municipios adelantados, de organización moderna, se distinguen y se separan, por su aspecto y naturales, el núcleo urbano, consagrado habitualmente a las actividades profesionales, comerciales o industriales, con edificación concentrada y maciza, de los barrios que se destina casi exclusivamente a habitación y que deben caracterizarse por la mayor aereación, iluminación y ambiente panorámico. Mientras en el centro de las ciudades la tendencia se acentúa en el sentido de intensificar la construcción, concretando y aproximando de ese modo todas las funciones y todos los recursos inherentes a las actividades ordinarias de la vida de trabajo y de negocios, obteniendo, a la vez por la mayor valorización de la propiedad, gracias a la superposición de pisos y coordinación de sistemas constructivos, el interés proporcional al capital creciente que representa la tierra” A tal efecto el Poder Ejecutivo proponía que todos los edificios que se construyan o refaccionen en lo sucesivo frente a Bulevar Artigas, Avenida Brasil, Bulevar España, La Rambla de los Pocitos y la calle Agraciada, de Suárez para afuera, deberán ser emplazados de manera que sus fachadas laterales disten de la línea divisoria de la propiedad vecina por lo menos tres metros, debiéndose conservar dicho espacio libre de toda edificación en una extensión de treinta metros contados desde la calle hacia el interior.







Pero si el aspecto estético de la ciudad mereció a Batlle gran preocupación, no dejo de lado la movilidad urbana. En su primera presidencia se  autoriza la instalación tranvías eléctricos expresando que “ el Poder Ejecutivo actual no insiste en ese veto y juzga al contrario que el camino de tracción eléctrica es un progreso que Montevideo reclama y que repercutirá eficazmente el  régimen de las clases trabajadoras por al facilidad con que diariamente podrá trasponer las distancias que separan el centro habitual de ocupación de las localidades donde aun puede obtenerse la propiedad de la tierra con relativa baratura”
De este modo se establecen las líneas del Este, Reducto, Pocitos, Unión y Buceo; y en el año 1906, se inaugura el servicio eléctrico señalando de inmediato su influencia fundamental en el transporte de pasajeros.
En el segundo período presidencial en el año 1914, a propuesta de Batlle, el Parlamento autorizó la adquisición del ferrocarril y tranvía del norte, desapareciendo así la tracción a sangre y modernizando la ciudad en sus medios de transporte-
El 1911 el Estado compra seis autobuses disponiendo la inversión de 26.000 pesos que significaron la aplicación por primera vez en América este tipo de servicio público.
En 1903 la Asamblea General estudió el problema de la Construcción del futuro Palacio Legislativo. Hasta ese entonces las Cámaras tenían su asiento en el Cabildo. Sobre la base de una inversión de 700.000 pesos se llamó a concurso internacional de proyectos para la construcción del Palacio Legislativo que se ubicaría en las zonas de intersección de las avenidas General Flores y Agraciada.









El Presidente, en medio de grandes problemas políticos, quería traducir más que un palacio, un monumento donde el cuerpo legislativo, representación del pueblo, pudiera desarrollar su trabajo, Sugería que se utilizaran mármoles nacionales, y resistió con firmeza las argumentaciones de que eran necesarias otras obras productivas antes que la obra del Palacio Legislativo. Sostenía que paralelamente se realizarían caminos, vías férreas, sanatorios, hospitales y escuelas. El concurso de planos fue ganado por el Arquitecto italiano Meano, y la piedra fundamental fue colocada en el año 1906. Posteriormente, en una de sus visitas a la obra, Batlle sugiere remodelar el proyecto del Arq. Meano, siendo llamado otro arquitecto italiano C. Moretti que en pocos años realizó un completo proyecto que involucraba nuevas formas dándole a la obra el aspecto monumental que todos admiramos hoy día.
En 1925 se realiza un homenaje popular al arquitecto Moretti que fue presidido por el propio Batlle que sostenía: “Otra vez transcurridos casi 20 años de marcha azarosa hacia el ideal, se congregan los hombres de mi partido, agitado el espíritu por la emoción de la belleza y del bien, para celebrar la obra del Palacio Legislativo, ayer inspiración ardiente, pero informe, hoy radiante realidad, plasmada en pórfidos, granitos y mármoles nativos(…)Y si como dijo Arena con su grandilocuencia natural, la belleza y la grandiosidad de la obra han de inspirar a nuestros legisladores, también han de inspirarlos con su presencia esos mudos testigos del pasado, arrancados a las entrañas de nuestra tierra(…) Gracias insigne artista, por su elevado proceder… y si alguno de vuestros compatriotas os reprochan en no haber puesto en nuestro palacio los mármoles itálicos, decidles que habéis puesto en cambio el genio y la lealtad de vuestra patria, que ha resplandecido en grandes hombres en todas las edades, entre ellos Garibaldi a quién amamos y reverenciamos como también nuestro(…)Señor Moretti, genial artista, hombre honrado y justo, en nombre del Partido Colorado, gracias. Recibid la medalla con que la Convención ha querido perpetuar la memoria en este instante”
Conclusión
Tal podría ser la Organización del Ministerio de Obras Públicas en 1912 con las direcciones de Vialidad, Hidrografía, Arquitectura, Ferrocarriles que tenía como  objetivo el desarrollo de cada una de ellas formando especialistas.
Desde la creación de la Comisión Topográfica por Fructuoso Rivera hasta la creación de la dirección de Ingenieros en el Ministerio de Obras públicas se puede resumir el único modelo de país proyectado en el Uruguay contemporáneo.


Ver:   Giudice y Gonzalez Conzi. Batlle y el batllismo, Editorial Medina 
          Rodriguez Fabregat. Batlle y Ordóñez el reformador. Ed. Claridad
         Biblioteca Batlle. Aríiculos y discursos del Dr. Arena sobre Batlle y Ordóñez



[1] Buzzeti, Ing. José L. La Magnifica gestión de Batlle en Obras Públicas.Montevideo 1942.

viernes, 1 de julio de 2011

En Perspectiva 25 años

Batlle y Ordóñez y Saravia: Tertulia

Apuntes sobre Romanticismo

Romanticismo

(del inglés romantic, interpretado en el s. XVII como característico de la novela o romance: propiamente, el libro que narraba aventuras caballerescas en lengua romance) Movimiento literario y artístico, que se difunde por toda Europa a finales del s. XVIII y comienzos del XIX, cuya característica fundamental es la oposición a los criterios estéticos del clasicismo. Surge en Alemania, por obra de literatos (August Wilhelm y Friedrich Schlegel, Novalis [seudónimo de Friedrich von Hardenberg], C. Brentano, A. Müller, Jacob y Wilhelm Grimm, etc., y su revista «Athaeneum» [1798-1800]), que se reúnen en «círculos», se oponen a las ideas y criterios estéticos del clasicismo, racionalismo e Ilustración y tienen conciencia de iniciar una nueva época; su precedente inmediato es el Sturm und Drang. Valoran menos la razón que el sentimiento, ponen énfasis en lo irracional, lo vital, lo particular e individual, por encima de lo abstracto y general, en el arte, la literatura, la historia y la filosofía, y buscan sus modelos de vida y pensamiento en la Edad Media y la cultura popular.
Del grupo inicial de románticos, destacan en filosofía Friedrich Schlegel, Friedrich D.E. Schleiermacher, Friedrich Schiller y Johann Wolfgang Goethe, hasta su época de Weimar (1775). A ellos se unieron parcialmente, en su oposición a la filosofía de la Ilustración, otros como Heinrich Jacobi, iniciador de la Pantheismusstreit, y Johann Gottfried Herder.
Del romanticismo surge una nueva concepción de la naturaleza, concebida como un organismo en devenir, y un renovado interés por la religión y por formas de misticismo naturalista, donde se mezcla Dios y naturaleza, muy en consonancia con una de las características románticas más propias, el Sehnsucht, o «anhelo» de lo indefinido, lo infinito, o lo absoluto. Esto supone un acercamiento o vuelta hacia la religión en general. La obra de F. René de Chateaubriand, El genio del cristianismo (1802), en el campo católico, y la «teología del sentimiento» de Schleiermacher, en el pietismo protestante, son ejemplos significativos. El idealismo alemán -de un modo progresivo de Fichte, a Schelling y a Hegel- es el término final a donde van a parar estas identidades y mezclas entre naturaleza, divinidad y absoluto, y donde la naturaleza es creadora y el absoluto se halla en devenir.
El interés por la historia, el valor de la tradición y la idea de conciencia colectiva, o «espíritu del pueblo» (Volksgeist), una teoría romántica de la sociedad y del Estado, desarrollada sobre todo por Rousseau, son también rasgos de esta época y de los autores influidos por el romanticismo.


Sturm und Drang

«Tempestad y empuje». Movimiento romántico alemán, que surge en la década de los años setenta del s. XVIII, considerado como uno de los antecedentes del romanticismo alemán propiamente dicho. El nombre procede del título de una obra escrita en 1776 por Friedrich Maximilian Klinger (1752-1831), uno de sus primeros representantes, que el romántico August Wilhelm Schlegel (1767-1845), utilizó para dar nombre al movimiento. Entre los principales miembros de este movimiento destacan Goethe y Schiller y los filósofos Jacobi y Herder.




Pantheismusstreit

En alemán, «disputa del panteísmo», o controversia sobre el panteísmo, que surgió en el s. XVIII a propósito del ateísmo de Spinoza. Se inició con la publicación, en 1785, de la correspondencia (Sobre la doctrina de Spinoza) que H. Jacobi había mantenido con M. Mendelssohn sobre la filosofía spinozista de G.E. Lessing, fallecido en 1781, donde revelaba que Lessing, antes de morir, le había expresado que no podía admitir racionalmente más que la filosofía de Spinoza. Al estar considerado Spinoza en Alemania un redomado ateo panteísta, negador además de la libertad humana, Mendelssohn quiso salvar la memoria de su amigo.
La discusión fue primero una controversia entre la filosofía del sentimiento de Jacobi y el racionalismo de Mendelssohn y, a la postre, un intento de reinterpretación de la filosofía de Spinoza, y en ella se vieron envueltos muchos otros personajes famosos, entre ellos el mismo Kant, que atacó la filosofía de Jacobi, y Herder y Goethe, que aceptaban de buen grado la idea de Dios de Spinoza. La controversia tuvo, entre otros, el efecto histórico de hacer llegar al idealismo alemán la noción spinozista de la identidad entre Dios y la naturaleza.


Volksgeist (espíritu del pueblo)

Término alemán que significa espíritu del pueblo. En la tradición del movimiento del Sturm und Drang  y del romanticismo, y más concretamente en el seno de la filosofía del lenguaje de Herder y de Wilhelm von Humboldt, se afirmaba que, en la medida en que el lenguaje es expresión del alma, la lengua de un pueblo (Volk) expresa las características propias de su espíritu (Geist) o su Volksgeist. Hegel, inspirándose posiblemente en Montesquieu, aplica este término a la conciencia que un pueblo, como manifestación colectiva e histórica del espíritu, tiene de sí mismo, de su historia, costumbres, derecho, religión, instituciones, etc. Esta conciencia de sí mismo es, a su entender, una manifestación particular y concreta del espíritu universal. Montesquieu utilizó la expresión «espíritu general de las naciones», y los movimientos nacionalistas han recurrido con frecuencia a este concepto.


Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.

:: AFE ::

Historia Oficial de los Ferrocarriles Uruguayos

El Historiador :: Artículos :: Tratado de Versalles - Fin de la Primera Guerra Mundial

El Historiador :: Artículos :

1º de julio de 1974 - Muere Juan Domingo Perón de Felipe Pigna (Página Oficial), el Viernes, 01 de julio de 2011 a las 8:43 Fuente: Felipe Pigna, en “Mitos argentinos”, diario Clarín, miércoles de junio de 2007.

1º de julio de 1974 - Muere Juan Domingo Perón

Fuente: Felipe Pigna, en “Mitos argentinos”, diario Clarín, miércoles de junio de 2007.

En sus probables últimos días de lucidez, Perón se sintió en la necesidad de alertar a sus seguidores sobre la pesada herencia que les dejaban. En la tarde del 12 de junio de 1974, antes de despedirse de su pueblo, advirtió sobre las consecuencias del incumplimiento del Pacto Social y el desabastecimiento, y aconsejó a la militancia que se mantuviera vigilante de “las circunstancias que puedan producirse”. Dijo: “Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una o en otra dirección, pero nosotros conocemos perfectamente nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin influenciarnos ni por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda. El gobierno del pueblo es manso y es tolerante, pero nuestros enemigos deben saber que tampoco somos tontos”. Y terminó con un tono inconfundible de despedida: “Les agradezco profundamente el que se hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”.

El 1º de julio de 1974 amaneció nublado, no era un día peronista. Los partes médicos alertaban sobre el inminente final de la vida del hombre que había manejado la política argentina a su antojo desde 1945. Para muchos era quien había transformado la Argentina de país agrario en industrial, y en paraíso de la justicia social. Para otros, menos, pero no pocos, era un dictador y demagogo que terminó con la disciplina social y les dio poder a los “cabecitas negras”. Lo cierto era que la política nacional llevaba su sello y como decía él mismo, en la Argentina todos eran peronistas, pro o anti, todos tenían ese componente.

A las 13.15 de ese primer día de julio, Isabel, custodiada por el superministro López Rega, dio la infausta noticia: “Con gran dolor debo transmitir al pueblo de la Nación Argentina el fallecimiento de este verdadero apóstol de la paz y la no violencia”. La palabra del pueblo argentina, la maravillosa música, enmudeció.

La Argentina fue un país de colas. Los ricos las hacían para comprar dólares; los pobres, para comprar fideos y para darle el último saludo a su líder. Había algo distinto al entierro de Evita. No era tan evidente la división entre las dos Argentinas, la que brindaba con champán porque se había muerto la “yegua” y la que lloraba a su abanderada. El peronismo había ampliado su base electoral por izquierda y por derecha. No eran pocos los conservadores que le habían confiado la misión de pacificar la Argentina, última carta para frenar al “comunismo”.

Entre lágrimas, flores y caras preocupadas, la frase más escuchada era “qué va a ser de nosotros”. La sensación de vacío político era proporcional al tamaño de la figura desaparecida. Isabel, la heredera efectiva del legado dejado simbólicamente al pueblo, no estaba a la altura de las circunstancias y sólo tenía de Perón su apellido. Nadie ignoraba que López Rega ocuparía el lugar central en la política, por el que había venido luchando desde su puesto de mucamo en Puerta de Hierro, que ofrendaría a lo peor del poder político militar. Flotaba una pregunta: ¿Por qué el último Perón nos dejó aquella terrible herencia, antesala del infierno tan temido?

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