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domingo, 7 de octubre de 2012


La tensión entre la Libertad como poder de participación y la Libertad como protección de los derechos individuales.


Esta tensión floreció en el ambiente académico angloamericano. Si hablamos de lenguajes políticos distintos que se refieren a la misma problemática, uno de ellos es el que los académicos definieron como republicanismo y elogiaba la participacioón activa en la vida pública, elevando ese accionar a la esencia de la libertad. El republicanismo tiene raíces muy antiguas pero tomaremos los escritos y pensadores de la Antiguedad clásica y de la ciudad de Florencia durante el period renacentista. Para esto pensadores el republicanismo sostenía que, por su naturaleza como ser social el hombre lograba su realización cuando deja de lado su interés particualr para procuarar el bien común. La libertad republicana era democrática cuando se refería a los derechos compartidos por el conjunto de la comunidad. Pero tenía un aspecto excluyente, basada en la clase social, cuando daba por cierto que sólo los ciudadanos que eran dueños de propiedades poseían aquella cualidad definida como virtud cuando su moral permitía trasladar lo privado al bién común. Bejamin Franklin escribió en relación a esta interpretación " solo un pueblo virtuoso es capaz de ser libre"
Si la libertad republicana era una cualidad cívica y social, solo los ciudadanos de un Estado Libre con el consentimiento de sus sobordinados, la libertad en el Siglo XVIII era considerada esencialmente individual y privada. Si seguimos a John Locke, el gobierno se establece para asegurar la vida, las libertades y las propiedades que son en defintiva los derechos naturales de todos los hombres. Por lo tanto libertad no significaba participación cívica, sino autonomía personal sin estar sometido a la voluntad, incierta, desconocida y arbitraria de otro hombre. Para que esto sucediera debía darse protección a los espacios de vida privada e intereses de las personas, entre los cuales estaban los familiares, religiosos y los económicos, de los intereses del Estado.
Según Edmund Burke: "La libertad que me fascina no es la libertad solitaria, desconectada, individual y egoísta, como si todo hombre tuviera que regular el conjunto de su conducta en función de su propia voluntrad. La libertad a la que me refiero es la libertad social" Queda bastante claro que el liberalismo abría l apuerta a quienes no tenían derechos. Por esto mismo el liberalismo y el republicanismo acabarían siendo vistos como concepciones alternativas y contradictorias de la libertad. En el siglo XVIII el liberalismo y el republicanismo muestra a muchos héroes de la Independencia simultáneamente republicanos con un gran interés por el bien público y por las obligaciones de los ciudadanos con el sistema de gobierno y liberales por su preocupación por los derechos individuales. Ambas ifeologías inspiraban un compromiso con el gobierno constitucional, con la libertad de expresión y religiosa y con limitar el poder arbitrario. Ponían, además énfasis en la seguridad de la propiedad privada como fudamento de la libertad. A ambvos lados del Atlántico era una verdad absoluta pensar que las personas dependientes no tenían volutad propia y por lo tanto no podían participar de los asuntos públicos. Quienes no controlaban su propia vida no podían ni debían contar con voz  ni voto en el Gobierno del Estado. La libertad política exigía independencia económica. Thomas Jefferson sostenía que la dependencia "engendra sumisión y venalidad, ahoga el germen de la virtud y prepara instrumentos adecuados a los designios de la ambición"
Defender la libertad, entonces, en términos de independencia económica significaba establecer una marcada línea de separación etre las clases capaces de gozar plenamente de sus beneficios y las que no.

James Harrington, un autor inglés interesado en la idea del estado libre en su obraCommonwealth of Oceana, de 1656, señaló la existencia de dos períodos en lahistoria del pensamiento y la práctica de los gobiernos; el primero, iniciado por Dios mismo con la creación del Commonwealth de Israel, dio lugar a la era “en la que el concepto de autoridad política fue analizada en términos de libertad cívica e igualdad ”.Luego, siguió un período largo y una declinación melancólica en la era de la prudencia moderna, que, finalmente, llevó a una era inaugurada por Julio César cuando dejó del ado “la libertad de Roma” abriendo el camino a los bárbaros, que deformaron la faz del mundo con sus formas de gobierno. Comenzó entonces el esfuerzo por erradicar los restos de la antigua prudencia, sustituyéndolos por el pensamiento político moderno. El líder de este movimiento destructivo fue T.Hobbes.   Skinner se remite entonces a la obra de J.Rawls “A Theory of Justice”, en la que este autor asume la tesis de Hobbes referente al carácter egoísta de nuestros impulsos,que nos llevan al interés propio y al aumento de nuestra libertad personal -lo más posible- incluso en perjuicio de la de los demás. Esta teoría de la justicia está basadaen la idea de la limitación del altruismo.Para un teórico neo-romano, como Maquiavelo, el problema es más complicado. Para este autor, la mayoría del pueblo sólo quiere no ser dominado, por lo que su deseo principal es vivir libremente, persiguiendo sus propios fines lo más lejos posible, sin inseguridad o innecesaria interferencia. Quieren, en particular, ser capaces de disfrutar el beneficio común de una forma libre de vivir. Skinner cita   El Príncipe, para sostener cómo se vive como hombres libres y no como esclavos, según Maquiavelo. Aquellos quieren vivir sin temor, conduciendo a su familia sin ansiedadpor su honor o bienestar, estando en una posición libre de poseer su propiedad sin desconfianza. Estos son los beneficios que nos permiten reconocer y gozar el hecho de que hemos nacido en la libertad y no como esclavos. Sólo se puede ser libre,siguiendo este razonamiento, en una comunidad basada en instituciones libres, en las que todos, como ciudadanos, participen. Nadie, en esas circunstancias, estará sometido a la voluntad de ningún particular o grupo. “La exigencia básica de Maquiavelo es que si queremos prevenir que nuestro gobierno caiga en manos de individuos o grupos tiránicos,debemos organizarnos de modo que éste permanezca en manos de los ciudadanos como un todo.” En el pensamiento de Maquiavelo, la libertad es una forma de servicio,siendo la devoción al servicio público la condición necesaria para mantener la libertad personal. La libertad, tanto pública como privada, sólo puede ser mantenida si la ciudadanía en su conjunto dispone de la cualidad de la virtúd. Por el contrario, sucede que muchos de los ciudadanos son corruptos, colocando sus intereses privados por delante del bienestar público. El ocio y la ambición pueden pervertir las instituciones libres. El pueblo, confundido por una falsa imagen del bien, a menudo busca su propia ruina.
En la concepción republicana de la política resulta crucial el concepto de la virtud cívica. Esta noción, elaborada desde Tucídides, Aristóteles y Cicerón hasta Maquiavelo, persiste en el republicanismo moderno, desde Milton, Rousseau y los padres de la Constitución norteamericana hasta hoy. Sin hacerse ilusiones sobre la virtud del hombre, comprenden, aristotélicamente, que es menester confiar en el ciudadano medio, trabajador y honrado, que hace posible la ciudad y la práctica política.
La tradición republicana no es contradictoria con los principios liberales, sino que los complementa y potencia mediante una participación ciudadana efectiva. Para ello, es preciso reforzar ciertos elementos, todavía muy débiles, de las democracias representativas que predominan en la actualidad: fomentar una cultura cívica más robusta, alcanzar una mayor igualdad social y organizar unas instituciones políticas que aumenten la calidad de la participación, en especial mejorando los mecanismos de deliberación a efectos de adoptar las decisiones políticas más adecuadas a los intereses de todos

Ver: Foner, Eric. La Historia de la libertad. Península. Barcelona 2010. Capítulos I y II.                  http://www.fder.edu.uy/contenido/ideas/documentos_2011/garcia-bouzas/maquiavelo

martes, 2 de octubre de 2012

Batlle y el problema obrero según Efrain González Conzi y Roberto Giudici.


Batlle es el primero en el país que pide justicia para las clases obreras y es el primero también en comenzar a realizarla. No hay solución de continuidad entre la acción del recio periodista, erguido siempre contra toda clase de tiranías, y la del Presidente de la República que, desde los balcones de la casa de gobierno proclamaba su imparcialidad en las luchas entre el trabajo y el capital, exhorta a los obreros a mantener la solidaridad en la lucha. A pesar de su encumbramiento repite aquí palabras más pañabras menos, sus brillantes alocuciones de la Plaza Independencia en las que, con todo el calor de su juventud batalladora, alienta a los obreros en su protesta contra horarios monstruosos.
El proletariado comenzaba a organizarse en centros de resistencia a fin de luchar con mayor eficacia contra la opresión que los capitalistas ejercían y que la ley amparaba. En aquellos oscuros tiempos, la acción gremial del proletariado corría pareja con la acción pública  del ciudadano. Este no hacía política. Y en el gobierno era función trascendental a cargo de un círculos priviligiados blancos, colorados y constitucionalistas; y el obrero trabajaba mucho, dormía poco... y a veces comía.
La seguridad de que la democracia social-ideal último del batllismo- puede realizarse, surge de la comparación entre aquellos tiempos. Una huelga en 1895 era un acto contra la ley "era mirada como una sublevación por las autoridades policiales, y, en general por el poder público, enemigo por naturaleza de la sublevaciones" Sostenía Batlle:
Los hombres que viven del trabajo material, ejercitan un derecho y cumplen un deber al congregarse en asociaciones gremiales para prestarse recíprocos auxilios y mejorar las condiciones del trabajo: ejercitan un derecho decimos, porque la asociación con fines lícitos está permitida por la razón y por la ley a todos los habitantes de la República; cumplen un deber, porque es un deber ponerse en condiciones de prestar auxilios a sus semejantes en situaciones difíciles y de mejorar la propia situación, sin desconocer la equidad ni el derecho de los demás. Establecido esto, es evidente que la primera agresión en la lucha entre los empleados y a las empresas de tranvías, partió de estas últimas. Ellos agredieron en efecto injustamente, a sus empleados, cuando despidieron a tres de ellos por la única falta de haber iniciado la formación de la sociedad de socorros mutuos, en el  ejercicio de un derecho, en el cumplimiento de un deber los empleados no hicieron más que asumir una actitud digna y provocada por el desmán de las empresas, cuando exigieron que la injusticia fuera reparada...La bondad de la causa está, pues, de parte de los vencidos. Y ¿ no es entonces más irritante aun el abuso que se ha hecho de la victoria? El Día, 11 de Diciembre de 1895. Y agregaba Batlle: "Entre nosotros el movimiento obrero debe ser considerado como el advenimiento del pueblo trabajador a la vida pública, y asi visto ese movimiento adquiere una importancia nacional"

Ver: Batlle y el batllismo, Guidici y González Conzi, Ed.Medina 2da edición, abril de 1959. Página 305 y siguientes.

creartehistoria: El historiador Eric Hobsbawm muere a los 95 años

creartehistoria: El historiador Eric Hobsbawm muere a los 95 años: El historiador británico Eric Hobsbawm, uno de los más importantes del siglo XX, murió a los 95 años por causa de una neumonía. Hob...

sábado, 29 de septiembre de 2012

El Uruguay del 900. Reformismo Batllista www.santillana.com.uy/pdfs/libroPDF1371.pdf

www.santillana.com.uy/pdfs/libroPDF1371.pdf

Domingo Arena

de Miguel Lagrotta, el El Viernes, 28 de Septiembre de 2012 a la(s) 18:21 ·
Muere el equipo, muere el proyecto.
El batllismo fue producto de una época en crisis social, fue expresión decapas sociales desesperadas, ubicadas ya en un tiempo y espacio pasado de la economía y de la política; de la filosofía y de la teología;debatiéndose entre la antigua pugna de la razón utópica versus la razón instrumental. El equipo batllista con Domingo Arena a la cabeza concibieron la utopía como fuerza de la transformación de la realidad, aparece como auténtica voluntad innovadora y base de toda renovación social, representaron una corrección de una situación político-socialexistente con miras a un cambio estructural. Proyecto o ideal de unmundo justo a partir de la construcción de la realidad presente, con elestado redistributivo, y la justicia social, para alcanzar estos objetivos la utopía representa un modo específico de conocer la realidad mediante un modelo ideal de futuro, constituyéndose en el sueño de la verdadera justicia social.Siempre la humanidad se ha sentido impulsada por anhelos de progreso,mejoramiento y perfección, alcanzando tan ilimitado punto sus aspiraciones, que se han confundido con lo imposible, desconocido einsospechable.
La utopía: para el batllismo significó la construcción deun país modelo, con la justicia y la soberanía legitimada por el Estado,con la perspectiva de un proceso histórico renovador, dentro de una humanización capaz de darle cauce a un desarrollo sostenido a medida del hombre en cuanto proyecto factible de utopía concreta, donde teoría y praxis se apuntalen, unifiquen o confundan a partir del principio de esperanza. Con la muerte del equipo por causas naturales de tiempo ybiología, su memoria se mantuvo por años y se mantuvo viva también la utopía de un país mejor. Sin embargo, la muerte de la esperanza derroto la utopía.La patria distinta, soñada y articulada en el Uruguay batllista hizo menos increíble toda utopía, se convirtió en una realidad.
Don Domingo Arena, es recordado por una Escuela Técnica del CETPdonde fuera su casa-quinta, un camino que lleva su nombre, hoy dominado por malvivientes, y por la enseñanza que ha dejado a lasnuevas generaciones de un Partido Colorado deprimido. La cúpula debería recordar que sin la gente un Partido no tiene sentido. El sistema político uruguayo se sostuvo en el contacto directo entre los lideres y su pueblo. En el Siglo XXI se mantienen esas características que dieron al Uruguay las más altas calificaciones de civismo y democracia.
Ver: Lagrotta, MIguel J.Domingo Arena: realidades y utopías.Arca ensayos. Montevideo.2010. Página 147.