sábado, 6 de junio de 2015
Baltasar Brum: Fragmento realizado por Eduardo Irigoyen García
“¡Adiós latifundistas!” (Baltasar Brum a la Federación Rural en formación)
Fragmento del libro ANOCHE ME LLAMÓ BATLLE de Carlos Manini Ríos (1973, segunda edición)
Hubo otra fuerza importante que, como tribuna de propaganda,se sumó al anticolegialismo: la Federación Rural, que nació a fines de 1915,con un episodio tempestuoso. Desde hacía varios años, se manejaba la idea de agremiara los hacendados en células locales, por todo el país, organizadas en una federación nacional. Esta idea fue lanzada por la Liga del Trabajo de Molles, en 1908, y había tenido acogida entre personalidades descollantes vinculadas a la ganadería nacional, siendo su motor el cabañero de "El Paraíso", Carlos Reyles, que en su "Ideal Nuevo", publicado en 1903, había adelantado fundamento programático al propósito, renegando de los partidos existentes y procurando una fundación política de fuerza económica rural. Desvanecidos o postergados estos intentos, es recién en 1915 que el doctor Manuel Quintela, eminente cirujano y estanciero treintaytresino, desde la presidencia de la Asociación Rural, renueva el planteo y lo confía a la eficiencia prestigiosa del doctor José Irureta Goyena.
Era Irureta Goyena, vasco de sangre por los cuatro costados, ortegaygasseano en su estilo, hombre de cátedra y biblioteca, jurista y maestro de juristas, patrón del bufete más próspero de su época; pero, por fuerza telúrica, estimaba el medio rural por encima de la ciudad, encontrando que"todo en la campaña me parece acendrado, genuino, transparente y bien timbrado: el trabajo más noble, la riqueza más limpia, el taller más hogareño,la familia más consolidada, el hombre más caballeresco y la mujer más recatada".
Irureta Goyena se enamora del plan, lo hace suyo y promueve,se cartea con Reyles que se encuentra en su haras argentino de Lobería, proyecta los estatutos y concita adhesiones entre los hombres de acción destacada, políticos y ganaderos, en uno y en otro partido. Finalmente, luego de una primera reunión preparatoria, a mitad de año, se convoca el congreso constitutivo, en Montevideo, para el 27 de diciembre de 1915. Carlos Reyles asistirá a las reuniones, como presidente honorario. Escritor autodidacta de talento, había adquirido instantánea fama,en 1897, con la publicación de "Beba". Alternó luego su vida entre la espaciada producción de sus "Academias", "La raza de Caín", "La muerte del Cisne"; las prolongadas temporadas europeas,donjuanescas, brillantes y decadentistas de joven conquistador sudamericano y millonario; y la atención personal y progresista de la cabaña heredada de su padre, identificado con el medio rural de su país. Estaba por entonces escribiendo "El Terruño", que publicará al año siguiente, y en el cual, curiosamente, el doctor Temistocles Pérez y González, el Tocles en cierto modo autobiográfico de la novela, lucha con empeño y fracasa sin gloria en su afán de crear una Liga Rural según las mismas guías de "El Ideal Nuevo",cayendo en la órbita de la suegra Mamagela, sin ideales pero con sabrosos estofados.Es decir, la antítesis de la acción en que se hallaba empeñado; pero estas desconexiones entre su mundo real y la vida de sus ficciones en aquél nutridas,serán frecuentes en el escritor.
En un tiempo de colegialistas y de anticolegialistas, con su traducción paralela de oficialistas y de opositores, son estos últimos quienes se reúnen en torno a la nueva formación. Advertida la importancia potencial dela misma por el gobierno, busca un camino para intervenir, y lo encuentra en una serie de sociedades de fomento que organiza en Canelones un inspector agrícola, Machiavelo de nombre, entre pequeños agricultores. En representación de las mismas, en la reunión del 29 de diciembre se presenta en sala un grupo de legisladores oficialistas -Narancio, Barbato, Román Freire, Miranda-,encabezados por el ministro del Interior, doctor Baltasar Brum.
De inmediato Irureta Goyena plantea si corresponde que se acepten representaciones de esas sociedades de fomento y para discutir el punto deja la presidencia de la asamblea al presidente honorario Carlos Reiles.
Toma la palabra el doctor Brum y afirma que duda de la sinceridad del doctor Irureta Goyena, quien contra derecho no les ha convocado,para poder despacharse a gusto sobre el actual gobierno, al cual el día anterior calificó de funesto círculo imperante; la presencia de ellos, le hubiera molestado, pero si se les quiere excluir, levanta su más formal protesta, en nombre de los pequeños agricultores, que se ven actualmente excluidos por los latifundistas, a pesar de que contribuyen con su esfuerzo colectivo al perfeccionamiento de los métodos agrícolas y al aumento de la riqueza nacional.
Discútese cada vez con más calor, insistiendo Brum en que duda de la sinceridad de Irureta Goyena.
"Estoy dispuesto a hacerme oír", grita.
"Sr. Reyles. — La mesa ruega al doctor Brum que guarde las formas.
"Sr. Brum. — Voy a alzar mi voz, porque tengo derecho.
"Sr. Reyles. — Menos cuando ofende a los miembros de la asamblea.
"Sr. Brum. — El doctor Irureta Goyena no es responsable...
"Sr. Irureta Goyena. — (Poniéndose de pie). En todos los terrenos, señor. En todos los terrenos.
Continúa el debate. Luis Alberto de Herrera busca conciliar, proponiendo que a estos delegados se les atribuya voz pero no voto.
César Miranda rechaza tales "galanterías" y Brum les grita que no admite que les quiten facultades que ya tienen.
"Sr. Juan José de Arteaga. - Creo que la asamblea no tiene por qué tolerar más las impertinencias de estos cuatro señores que vienen aquí trayendo una representación que no les pertenece".
Por gran mayoría se vota, rechazando la representación.
"Sr. Brum. - Bien señores, nos retiramos. Ya sabrán los trabajadores rurales cómo se les trata en esta asamblea.
"El doctor Brum camina algunos pasos, y volviéndose rápidamente, grita desde la puerta principal.
“- ¡Latifundistas!
"La asamblea, entonces se pone de pie y el señor Reyles clama: ¿Qué dice?
“-¡Adiós, latifundistas!, vuelve a gritar el doctor Brum.
"-¡Adiós, imbécil!, responde el señor Reyles.
"En ese instante, el doctor Brum intenta dirigirse a él en actitud hostil. Lo detienen varias personas, en tanto que el desorden se hace indescriptible.
"- ¿Quién ha dicho eso?, vociferaba el doctor Brum.
"-¡Yo lo he dicho!, gritaba el señor Reyles.
"La Asamblea ha abandonado sus asientos, y entonces, como impelida por igual idea, exclama en coro. ¡Fuera! ¡Fuera!
"En vista de la actitud resuelta de los miembros del congreso, el doctor Brum se decide a abandonar el local. En las escaleras se le une el ministro de la Guerra, señor Sánchez y el diputado Narancio, que le aguardaban. Los señores delegados acompañan al doctor Brum hasta el primer descanso, repitiendo: ¡Fuera! ¡Fuera!
"—¡Ya verán! ¡Ya verán... !, murmuraba el Dr. Brum a tiempo de salvar la puerta".
El doctor Brum envió luego sus padrinos —el doctor Juan Antonio Buero y el general Dufrechou— al señor Reyles, quien designó para representarle al doctor Luis Alberto de Herrera y a José Enrique Rodó pero finalmente, por desacuerdo entre padrinos sobre condiciones del duelo, éste no se realizó.
Con este pórtico inusual, nació la Federación Rural, de opositora fibra y malquerida permanente del oficialismo por aquellos y los siguientes arios, pero que adquirió fuerza y prestigios crecientes, bajo las presidencias sucesivas de Irureta Goyena, Carlos A. Arocena, Alejandro Victorica, Juan Andrés Cachón, Juan José de Arteaga, Eugenio J. Lagarmilla, Carlos M. Urioste, Luis C. Caviglia, Juan Vicente Algorta, Pedro Manini Ríos, José M. Elorza, por contar sólo quienes lo fueron hasta 1930.
Hubo otra fuerza importante que, como tribuna de propaganda,se sumó al anticolegialismo: la Federación Rural, que nació a fines de 1915,con un episodio tempestuoso. Desde hacía varios años, se manejaba la idea de agremiara los hacendados en células locales, por todo el país, organizadas en una federación nacional. Esta idea fue lanzada por la Liga del Trabajo de Molles, en 1908, y había tenido acogida entre personalidades descollantes vinculadas a la ganadería nacional, siendo su motor el cabañero de "El Paraíso", Carlos Reyles, que en su "Ideal Nuevo", publicado en 1903, había adelantado fundamento programático al propósito, renegando de los partidos existentes y procurando una fundación política de fuerza económica rural. Desvanecidos o postergados estos intentos, es recién en 1915 que el doctor Manuel Quintela, eminente cirujano y estanciero treintaytresino, desde la presidencia de la Asociación Rural, renueva el planteo y lo confía a la eficiencia prestigiosa del doctor José Irureta Goyena.
Era Irureta Goyena, vasco de sangre por los cuatro costados, ortegaygasseano en su estilo, hombre de cátedra y biblioteca, jurista y maestro de juristas, patrón del bufete más próspero de su época; pero, por fuerza telúrica, estimaba el medio rural por encima de la ciudad, encontrando que"todo en la campaña me parece acendrado, genuino, transparente y bien timbrado: el trabajo más noble, la riqueza más limpia, el taller más hogareño,la familia más consolidada, el hombre más caballeresco y la mujer más recatada".
Irureta Goyena se enamora del plan, lo hace suyo y promueve,se cartea con Reyles que se encuentra en su haras argentino de Lobería, proyecta los estatutos y concita adhesiones entre los hombres de acción destacada, políticos y ganaderos, en uno y en otro partido. Finalmente, luego de una primera reunión preparatoria, a mitad de año, se convoca el congreso constitutivo, en Montevideo, para el 27 de diciembre de 1915. Carlos Reyles asistirá a las reuniones, como presidente honorario. Escritor autodidacta de talento, había adquirido instantánea fama,en 1897, con la publicación de "Beba". Alternó luego su vida entre la espaciada producción de sus "Academias", "La raza de Caín", "La muerte del Cisne"; las prolongadas temporadas europeas,donjuanescas, brillantes y decadentistas de joven conquistador sudamericano y millonario; y la atención personal y progresista de la cabaña heredada de su padre, identificado con el medio rural de su país. Estaba por entonces escribiendo "El Terruño", que publicará al año siguiente, y en el cual, curiosamente, el doctor Temistocles Pérez y González, el Tocles en cierto modo autobiográfico de la novela, lucha con empeño y fracasa sin gloria en su afán de crear una Liga Rural según las mismas guías de "El Ideal Nuevo",cayendo en la órbita de la suegra Mamagela, sin ideales pero con sabrosos estofados.Es decir, la antítesis de la acción en que se hallaba empeñado; pero estas desconexiones entre su mundo real y la vida de sus ficciones en aquél nutridas,serán frecuentes en el escritor.
En un tiempo de colegialistas y de anticolegialistas, con su traducción paralela de oficialistas y de opositores, son estos últimos quienes se reúnen en torno a la nueva formación. Advertida la importancia potencial dela misma por el gobierno, busca un camino para intervenir, y lo encuentra en una serie de sociedades de fomento que organiza en Canelones un inspector agrícola, Machiavelo de nombre, entre pequeños agricultores. En representación de las mismas, en la reunión del 29 de diciembre se presenta en sala un grupo de legisladores oficialistas -Narancio, Barbato, Román Freire, Miranda-,encabezados por el ministro del Interior, doctor Baltasar Brum.
De inmediato Irureta Goyena plantea si corresponde que se acepten representaciones de esas sociedades de fomento y para discutir el punto deja la presidencia de la asamblea al presidente honorario Carlos Reiles.
Toma la palabra el doctor Brum y afirma que duda de la sinceridad del doctor Irureta Goyena, quien contra derecho no les ha convocado,para poder despacharse a gusto sobre el actual gobierno, al cual el día anterior calificó de funesto círculo imperante; la presencia de ellos, le hubiera molestado, pero si se les quiere excluir, levanta su más formal protesta, en nombre de los pequeños agricultores, que se ven actualmente excluidos por los latifundistas, a pesar de que contribuyen con su esfuerzo colectivo al perfeccionamiento de los métodos agrícolas y al aumento de la riqueza nacional.
Discútese cada vez con más calor, insistiendo Brum en que duda de la sinceridad de Irureta Goyena.
"Estoy dispuesto a hacerme oír", grita.
"Sr. Reyles. — La mesa ruega al doctor Brum que guarde las formas.
"Sr. Brum. — Voy a alzar mi voz, porque tengo derecho.
"Sr. Reyles. — Menos cuando ofende a los miembros de la asamblea.
"Sr. Brum. — El doctor Irureta Goyena no es responsable...
"Sr. Irureta Goyena. — (Poniéndose de pie). En todos los terrenos, señor. En todos los terrenos.
Continúa el debate. Luis Alberto de Herrera busca conciliar, proponiendo que a estos delegados se les atribuya voz pero no voto.
César Miranda rechaza tales "galanterías" y Brum les grita que no admite que les quiten facultades que ya tienen.
"Sr. Juan José de Arteaga. - Creo que la asamblea no tiene por qué tolerar más las impertinencias de estos cuatro señores que vienen aquí trayendo una representación que no les pertenece".
Por gran mayoría se vota, rechazando la representación.
"Sr. Brum. - Bien señores, nos retiramos. Ya sabrán los trabajadores rurales cómo se les trata en esta asamblea.
"El doctor Brum camina algunos pasos, y volviéndose rápidamente, grita desde la puerta principal.
“- ¡Latifundistas!
"La asamblea, entonces se pone de pie y el señor Reyles clama: ¿Qué dice?
“-¡Adiós, latifundistas!, vuelve a gritar el doctor Brum.
"-¡Adiós, imbécil!, responde el señor Reyles.
"En ese instante, el doctor Brum intenta dirigirse a él en actitud hostil. Lo detienen varias personas, en tanto que el desorden se hace indescriptible.
"- ¿Quién ha dicho eso?, vociferaba el doctor Brum.
"-¡Yo lo he dicho!, gritaba el señor Reyles.
"La Asamblea ha abandonado sus asientos, y entonces, como impelida por igual idea, exclama en coro. ¡Fuera! ¡Fuera!
"En vista de la actitud resuelta de los miembros del congreso, el doctor Brum se decide a abandonar el local. En las escaleras se le une el ministro de la Guerra, señor Sánchez y el diputado Narancio, que le aguardaban. Los señores delegados acompañan al doctor Brum hasta el primer descanso, repitiendo: ¡Fuera! ¡Fuera!
"—¡Ya verán! ¡Ya verán... !, murmuraba el Dr. Brum a tiempo de salvar la puerta".
El doctor Brum envió luego sus padrinos —el doctor Juan Antonio Buero y el general Dufrechou— al señor Reyles, quien designó para representarle al doctor Luis Alberto de Herrera y a José Enrique Rodó pero finalmente, por desacuerdo entre padrinos sobre condiciones del duelo, éste no se realizó.
Con este pórtico inusual, nació la Federación Rural, de opositora fibra y malquerida permanente del oficialismo por aquellos y los siguientes arios, pero que adquirió fuerza y prestigios crecientes, bajo las presidencias sucesivas de Irureta Goyena, Carlos A. Arocena, Alejandro Victorica, Juan Andrés Cachón, Juan José de Arteaga, Eugenio J. Lagarmilla, Carlos M. Urioste, Luis C. Caviglia, Juan Vicente Algorta, Pedro Manini Ríos, José M. Elorza, por contar sólo quienes lo fueron hasta 1930.
martes, 2 de junio de 2015
domingo, 31 de mayo de 2015
sábado, 30 de mayo de 2015
Buscando el batllismo: Valoremos a la Convención como usina de ideas.
El peso que la Convención tuvo, y debe volver a tener, en la evolución de la praxis batllista y del Partido Colorado la encontramos en muchas de sus sesiones y debates. Hoy no tienen lugar y mucho menos cumplen el rol fermental de lucha ideológica con eje en el rol anticipatorio social y mucho menos en ser la caja de resonancia de la usina de ideas que supimos ser.
Ya hemos mencionado sesiones de la Convención del Partido Colorado relacionadas con las luchas para enfrentar al Terrismo. Ahora manejaremos un debate, polémico y fermental en su época, pero que nos permite ver hoy como funcionó el reformismo batllista y su proyección económica y social con los impuestos como imposiciones positivas para que el Estado batllista fuese el "escudo de los débiles"
En 1911 Batlle y Ordóñez y su Ministro José Serrato presentaron un nuevo proyecto para adecuar la Contribución rural. La mano derecha, o izquierda, de Don Pepe, Domingo Arena promueve en 1912 propuestas radicales en materia fiscal, llegando a sugerir la aplicación de lagunas propuestas goergistas, pero llegando a la confiscación directa. " Basta que los propietarios tomen en serio la idea de la que la expropiación les puede venir como un rayo en cualquier momento" la idea de Don Domingo no era otra que poner en jaque las resistencias conservadoras y "hacerles poner las barbas en remojo". El debate en la interna batllista se libro, como no podía ser de otro modo, en la Convención Nacional del Partido Colorado de 1925. Es en ella que se produce un interesante intercambio entre el Convencional Carlos Bellini Hernández con Batlle Pacheco y le dice: " la doctrina de George fue expuesta en 1871, en un diario titulado El Correo de San Francisco y no ha llegado tal vez a aplicarse en ninguna sociedad. El sostenía un principio de justicia que todos conocemos: el derecho de habitación. Todos, por el hecho de nacer en este mundo, tendríamos el derecho legitimo de poseer parte de él, por lo menos a vivir igual que todos los demás(...) " Y argumenta luego que un impuesto sobre la renta de la tierra sería una expropiación forzosa e injusta, que además atentaría contara el derecho al trabajo( Rilla, J. La mala cara del reformismo, Pag.104). Ante esta postura le responde Batlle Pacheco:"(...)precisamente lo que sostiene es que los hombres no han intrevenido en nada en la creación de la tierra. La tierra existe a pesar del hombre; y. en cambio las cosas que el hombre hace sobre la tierra, existen, porque el hombre las hace. Las cosas que existen, naturalmente, esas son propiedad del Estado y el Estado cobra el valor del arrendamiento, la renta; las cosas que hace cada individuo serían propiedad de ese individuo, con las mejoras de la tierra; y el proietario hace lo que mejor le parece; la arrienda o la vende" Bellini reclama con firmeza que también contribuyan todas las clases de riquezas, sin ser las tierras, como los valores inmobiliarios, las propiedades, el oro. Defiende además el impuesto a la herencia, " cuando el trabajador cesa en su existencia, esa riqueza debe pasar al Estado. Ese es el verdadero principio de justicia(...) propone suprimkir los arrendamientos y limitar la extensiones de tierra en propiedad"
Un sereno, análítico, reflexivo y calmo José Batlle y Ordóñez pide la palabra y sostiene : "Para George una de las ventajas, la gran ventaja de la expropiación de la tierra debía consistir en que todo el mayor valor de la tierra pertenecería en lo sucesivo a la sociedad o al Estado y no a los particulares. En su concepto lo que hace la enorme división que existe en el seno de las sociedades entre la riqueza y la miseria, es la propiedad. Los que la tienen van enriqueciéndose constantemente, porque a medida que la tierra se puebla o que se puebla un país, la propiedad es más necesaria. De esto resulta que valga más; y ese valor de la propiedad, en lugar de pertenecer a la Comunidad, a la Sociedad, pertenece a un pequeño grupo de propietarios que se enriquecen cosntantemente, mientras que los que los que no tiene propiedad tienen que pagar cada vez más para servirse de ella" (García Bouzas, R. Justicia y Derecho, 2007,Pág.256) La conclusión del debate en la Convención fue que el batllismo era georgista, que era gradual no violento y progresivo. El batllismo reconocía la propiedad resultante del trabajo, proponiendo la exoneración del impuesto al trabajo( diferencia sustancial con el frentismo) tampoco admitía el ahorro agregado a la tierra sea legitimante del título de propiedad.
Debates en la Convención, ideología debatida en libertad. Se debe volver a valorar a la Convención y sus debates en libertad. "La Historia de las Asambleas es la Historia de la libertad"
Ver:
García Bouzas, R. Justicia y Derecho. Orígenes intelectuales del progresismo uruguayo. Byblos, Montevideo, 2007. Pág 251 y Siguientes.
Ya hemos mencionado sesiones de la Convención del Partido Colorado relacionadas con las luchas para enfrentar al Terrismo. Ahora manejaremos un debate, polémico y fermental en su época, pero que nos permite ver hoy como funcionó el reformismo batllista y su proyección económica y social con los impuestos como imposiciones positivas para que el Estado batllista fuese el "escudo de los débiles"
En 1911 Batlle y Ordóñez y su Ministro José Serrato presentaron un nuevo proyecto para adecuar la Contribución rural. La mano derecha, o izquierda, de Don Pepe, Domingo Arena promueve en 1912 propuestas radicales en materia fiscal, llegando a sugerir la aplicación de lagunas propuestas goergistas, pero llegando a la confiscación directa. " Basta que los propietarios tomen en serio la idea de la que la expropiación les puede venir como un rayo en cualquier momento" la idea de Don Domingo no era otra que poner en jaque las resistencias conservadoras y "hacerles poner las barbas en remojo". El debate en la interna batllista se libro, como no podía ser de otro modo, en la Convención Nacional del Partido Colorado de 1925. Es en ella que se produce un interesante intercambio entre el Convencional Carlos Bellini Hernández con Batlle Pacheco y le dice: " la doctrina de George fue expuesta en 1871, en un diario titulado El Correo de San Francisco y no ha llegado tal vez a aplicarse en ninguna sociedad. El sostenía un principio de justicia que todos conocemos: el derecho de habitación. Todos, por el hecho de nacer en este mundo, tendríamos el derecho legitimo de poseer parte de él, por lo menos a vivir igual que todos los demás(...) " Y argumenta luego que un impuesto sobre la renta de la tierra sería una expropiación forzosa e injusta, que además atentaría contara el derecho al trabajo( Rilla, J. La mala cara del reformismo, Pag.104). Ante esta postura le responde Batlle Pacheco:"(...)precisamente lo que sostiene es que los hombres no han intrevenido en nada en la creación de la tierra. La tierra existe a pesar del hombre; y. en cambio las cosas que el hombre hace sobre la tierra, existen, porque el hombre las hace. Las cosas que existen, naturalmente, esas son propiedad del Estado y el Estado cobra el valor del arrendamiento, la renta; las cosas que hace cada individuo serían propiedad de ese individuo, con las mejoras de la tierra; y el proietario hace lo que mejor le parece; la arrienda o la vende" Bellini reclama con firmeza que también contribuyan todas las clases de riquezas, sin ser las tierras, como los valores inmobiliarios, las propiedades, el oro. Defiende además el impuesto a la herencia, " cuando el trabajador cesa en su existencia, esa riqueza debe pasar al Estado. Ese es el verdadero principio de justicia(...) propone suprimkir los arrendamientos y limitar la extensiones de tierra en propiedad"
Un sereno, análítico, reflexivo y calmo José Batlle y Ordóñez pide la palabra y sostiene : "Para George una de las ventajas, la gran ventaja de la expropiación de la tierra debía consistir en que todo el mayor valor de la tierra pertenecería en lo sucesivo a la sociedad o al Estado y no a los particulares. En su concepto lo que hace la enorme división que existe en el seno de las sociedades entre la riqueza y la miseria, es la propiedad. Los que la tienen van enriqueciéndose constantemente, porque a medida que la tierra se puebla o que se puebla un país, la propiedad es más necesaria. De esto resulta que valga más; y ese valor de la propiedad, en lugar de pertenecer a la Comunidad, a la Sociedad, pertenece a un pequeño grupo de propietarios que se enriquecen cosntantemente, mientras que los que los que no tiene propiedad tienen que pagar cada vez más para servirse de ella" (García Bouzas, R. Justicia y Derecho, 2007,Pág.256) La conclusión del debate en la Convención fue que el batllismo era georgista, que era gradual no violento y progresivo. El batllismo reconocía la propiedad resultante del trabajo, proponiendo la exoneración del impuesto al trabajo( diferencia sustancial con el frentismo) tampoco admitía el ahorro agregado a la tierra sea legitimante del título de propiedad.
Debates en la Convención, ideología debatida en libertad. Se debe volver a valorar a la Convención y sus debates en libertad. "La Historia de las Asambleas es la Historia de la libertad"
Ver:
García Bouzas, R. Justicia y Derecho. Orígenes intelectuales del progresismo uruguayo. Byblos, Montevideo, 2007. Pág 251 y Siguientes.
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