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sábado, 15 de enero de 2011

Breve análisis de las Crisis Bancarias de 1868, 1890 y 1965.

Emilo Reus

Fachada del Banco de Londres

















 


Historia Económica del Uruguay


Breve análisis de las Crisis de 1868, 1890 y 1965
(apuntes de clase Prof. Miguel Lagrotta)


Evolución de los Bancos y la Moneda



La disolución del Virreinato del Río de la Plata originó el surgimiento de regímenes monetarios muy diferentes en Buenos Aires, las demás provincias y el Uruguay.
Dominada por el capital mercantil, la Banda Oriental se orientó hacia un régimen metalista que se convertiría en orista, muy afín a los comerciantes españoles durante la colonia e incluso a los comerciantes europeos que se movilizan en el área desde 1810.
El interés era mantener una débil circulación monetaria interna, que restringía el consumo, evitaba el déficit de la balanza de pagos y les permitía adueñarse del metal.
El oro estaba destinado al comercio de larga distancia que les permitía grandes ganancias al sector mercantil, el cual había sustituido al Imperio Español en el control de la economía.

Para evitar la fuga de capitales(metales), desde 1865 con la caída de Paysandú y Montevideo en peligro de ser saqueada, y ante la necesidad de proteger al Banco Mauá que tenía sumas muy grandes inmovilizadas en colocaciones a largo plazo o prestamos al Estado, se debió declarar repetidamente la inconversión, sin llegar al curso forzoso hasta 1875.

Esta situación tenía causas económicas profundas:
1-     El atraso en la  expansión de las exportaciones que desequilibra el balance de pagos.
2-     Surgimiento de un mercado interno de cierta importancia que requería una mayor circulación monetaria interna.

Al contrario que en el periodo anterior, entre 1876  y 1886 el balance comercial indica una tendencia positiva que resultaba de la expansión de la producción ganadera y las dificultades del orismo.

El régimen monetario del Uruguay a comienzos de la década de 1860 estaba definido por la ley del 23 de junio de  1854 que ratifica el sistema metalista oro-plata y estableció la relación entre el oro, la plata y las distintas monedas extranjeras, con una unidad de cuenta, el peso plata oriental de ocho reales de 100 centésimos cada uno.

Entre 1857 y 1858 se había autorizado el funcionamiento de los primeros bancos: Banco Mauá y Banco Comercial que tenían derechos de emisión mayor convertible, sin exigencias de encaje metálico; sus leyes de creación le concedían la función de emitir moneda menor mientras existiera escasez de ella.

El estado no acuñaba ni emitía; los bancos podían dar crédito en billetes, que no tenían ningún costo. Eso era más extremo en el caso de la emisión menor, que por el mínimo que se exigía para su conversión era prácticamente inconvertible.

En Diciembre de 1860 la emisión del Banco Comercial y del Mauá, era solo de 1.350.000 pesos. No se conoce el monto de metal que pudo haber circulado. En la memoria de Hacienda de 1861 se anotaba la insuficiencia del cambio menor “que afecta a las clases pobres, sintiéndose con más fuerza en la campaña”(...) “en la que la moneda feble boliviana iba reemplazando fácilmente a la amonedada  plata de otros cuños.”

Los comerciantes daban crédito, lo que les permitía el control de las transacciones, incluso en hipoteca a altos intereses(18% por adelantado más comisión), a particulares y al Estado. El crédito al Estado había sido desde la década de 1830 un mecanismo importante de acumulación especulativa. Pulperos y comerciantes de pueblos prestaban a peones, estancieros y que los grandes estancieros acudían a los barraqueros y los bancos de forma que éstos y los importadores y mayoristas controlaban el abastecimiento de la campaña y la comercialización de su producción con escaso movimientos de fondos.
El sistema monetarios y bancario  funcionó normalmente hasta 1867, cuando s establecen los bancos: Montevideano, Italiano, Oriental y Navia y el Banco de Londres y América del Sur de capital inglés que comienza a emitir en 1865. El sistema bancario se transformó en la principal fuente de crédito a corto plazo.

La invasión de Flores en 1863 vuelve a poner en el centro de la problemática económica las finazas estatales. El gobierno de Berro había establecido estrechos lazos con el Banco Mauá que le proporcionaba fondos. El 7 de enero de enero de 1865 se decretó la inconversión para proteger al Banco Mauá, no tanto porque tuviera exceso de emisión, sino por lo pesado de sus colocaciones en especial en crédito al Estado y deuda pública. Había caído Paysandú. Según los informes diplomáticos los Bancos habían sido protegidos por la marinería extranjera. El Banco Comercial mantuvo la convertibilidad. Los Bancos Comercial y de Londres acumulaban fuertes cantidades de billetes del Banco Mauá para convertirlos y provocar su caída. El metal era depositado en los barcos extranjeros; incluso los bancos trasladaron el metal a Buenos Aires, tanto por razones de seguridad como por la alta tasa de interés de esa plaza.

Los billetes inconvertibles del Banco Mauá sólo sufrieron una depreciación del 6% y el nivel de precios se mantuvo. Los billetes no se depreciaron porque eran necesarios a la circulación y los bancos oristas los aceptaban. En Un informe del año 1865 se aconseja dejar la inconversión a partir del 16 de junio. El 30 de abril de  1868 se establece una verdadera Ley General de Bancos. Los estatutos y reglamentos de los bancos serían aprobados por el Poder Ejecutivo. Establecía la libre convertibilidad a oro y con ello el patrón oro. Los bancos tenían libre emisión de billetes de 10 pesos como mínimo, hasta el triple del capital. Se les concedía la emisión menos en forma transitoria, hasta el 20% de la emisión mayor en épocas de escasez de circulante.

Es necesario tener en cuenta que los bancos recibían depósitos en metal que según el contrato que los regulaba podían constituir dinero. Los bancos daban crédito que podía reflejarse no en aumento de circulante sino en aumento de depósitos, es decir aumento de dinero bancario. Los bancos prestaban al gobierno, utilizando los fondos de los depositantes o lo creaban emitiendo billetes o crédito.

Los comerciantes y los bancos hasta 1863 mantenían un restringido monto de dinero en poder del público, lo cual les aseguraba el equilibrio del balance de pagos y un cierto control de la economía.

Este equilibrio fue roto por el auge en los años sesenta, la entrada del oro y el mayor desarrollo de relaciones de producción capitalista y de la relación social dinero. El aumento del ingreso y la modernización de las costumbres determino un incremento del consumo suntuario que así como las inversiones en infraestructura urbana hicieron más vulnerables las cuentas con el exterior.

Los comerciantes tuvieron que enfrentar a Mauá y a lo que significaba: un hombre vinculado al gobierno de Brasil, capaz de mover oro en forma autónoma respecto de las operaciones comerciales de Uruguay, con amplias vinculaciones con el exterior, capaz de negociar un empréstito en Londres, con una concepción del negocio bancario muy distinta a la del Banco Comercial y además muy vinculada a las finanzas del Estado.

En junio de 1866 estalló una crisis en Londres produciendo una corrida en Montevideo. El Banco de Inglaterra había elevado la tasa de redescuentos y atraía capitales de la periferia. La corrida fue una movida de los bancos oristas contra el banco Mauá. El 20 de junio el Poder Ejecutivo decretó la segunda inconversión por un lapso de tres seis meses, en Razón de la crisis europea y las fuertes exportaciones de oro que realizaban los bancos. Según el decreto, tenían la obligación de retener el oro que tuviera en caja. La emisión se limitó al triple del encaje.
La inconversión fue otra vez decretada para proteger al Banco Mauá. Seguía teniendo una emisión y un volumen de negocios superior al de todos los otros bancos juntos. Prestaba a artesanos, ganaderos, agricultores y comerciantes y recibía depósitos de los mismos. Tendía  a desterrar las practicas usureras. Había organizado la deuda pública y se había hecho cargo del manejo de los fondos públicos. En 1865 había importado 5.000.000 de pesos en metal.
Un decreto del 16 de diciembre de 1867 suspendió la tramitación de peticiones de nuevos bancos. El 21 de enero de 1869 otro decreto suspendió el trámite de aumento de capitales. A esa fecha los bancos había proliferado, 8 en Montevideo, con 9.1000.000 pesos de capital.  La importancia relativa del Banco Mauá había disminuido.

En la época se generalizó la opinión de que el aumento de la emisión era una de las causas del aumento del precio del oro. Pero la causa era que escaseaba debido a los déficit del balance de pagos. José Pedro Ramírez afirma que la crisis del 68 no se debió a la excesiva emisión sino al mal uso del crédito.

Se inicia a partir de 1868 un periodo confuso en materia monetaria y bancaria. Los Bancos oristas y el periódico “ El Siglo” incrementaron su propaganda contra la inconversión. El Ministro de Hacienda, Bustamante, rígido liberal, restableció la conversión. Con una década de expansión y de desarrollo de relaciones capitalistas, no se podía prescindir del dinero. Con la conversión cerraron los bancos Mauá, Montevideano, Italiano y Comercial de Salto. Una ley del 13 de julio de 1868 crea una Comisión fiscal de Bancos y dieron a los billetes además de la garantía de valores suficientes, la garantía de la Nación hasta 90 días de reiniciada la conversión. La emisión de los bancos se limitó al doble del capital. Desde el 1 de agosto de 1868 los Bancos debían retirar mensualmente  de la circulación un 3% del capital emitido hasta llegar a ese limite. El alto comercio aceptó los billetes, ya que eran necesarios para la circulación interna. Los bancos Comercial y de Londres no se acogieron al decreto.
Circulaban entonces tres monedas: metal, billetes bancarios convertibles( del Banco Comercial  y de Londres) y billetes inconvertibles.
Finalmente el 7 de julio de 1869 se promulgó la ley de liquidación de los bancos. La parte relativa a la emisión debía realizarse de inmediato con los fondos públicos. Según la liquidación, el Banco Mauá tenía emitidos al 12 de febrero de 1869, 6.100.000 pesos. Tenía en su poder 3.670.700 pesos del  Empréstito Montevideano Europeo, 1.888.500 de deuda fundad 2da. Serie y créditos contra el gobierno por 821.200 pesos. Su activo total era de 14.700.000. Con el acuerdo de Mauá la Comisión Fiscal declaró qu se encargaría de convertir a oro los billetes. El 24 de octubre el Banco Mauá fue autorizado a reiniciar operaciones.
El 8 de enero de 1870 el Poder Ejecutivo creó la Junta de Crédito Público, cuyas atribuciones consistían en recibir el producto de las rentas afectadas a la deuda pública y cumplir su servicio.

El 4 de mayo de 1870 se promulga una ley en la cual se tiende a que el estado influya en la emisión. Los bancos de emisión existentes o que se crearan podríann emitir hasta el duplo de su capital en billetes convertibles contra los billetes de la Junta de Crédito Publico o contra el oro sellado.


  • Las relaciones del Río de la Plata con Gran Bretaña
La deuda con la casa Baring
Como se ha visto, otro objetivo de la diplomacia británica luego de la caída de Rosas era el pago del empréstito contraído con la casa Baring Brothers. Pero esta cuestión no era tan prioritaria para el gobierno inglés como el caso de la libre navegación. Malmesbury, al igual que Palmerston, no tenía inconveniente en que se utilizara el poder de Gran Bretaña para imponer el libre comercio, pero no mostraba la misma disposición para asegurar las inversiones británicas en el exterior. No obstante, el Committee of Bondholders indujo a Thomas Baring a enviar un representante ante Urquiza para concluir este tema, para lo cual fue designado el mayor Ferdinand White, quien zarpó en mayo de 1852. Sir Thomas era escéptico de los resultados que pudiese obtener White en su misión, pero no podía dar marcha atrás sin que bajasen los títulos del empréstito, que se cotizaban en bolsa (1).
    Al hacer escala en Río de Janeiro, White tuvo oportunidad de conversar con Henry Southern, ahora ministro británico ante la Corte brasileña. Este quedó extrañado al conocer la suba de los bonos de Buenos Aires en Londres, por considerar que no había razón para ello. Afirmó además que la caída de Rosas había aventado toda posibilidad de cobrar dicha deuda. Southern admitía que Urquiza podía llegar a concluir un arreglo para conseguir el apoyo foráneo para su régimen, pero no consideraba factible que el nuevo hombre fuerte durara mucho, y tampoco confiaba en su plataforma liberal y progresista. No obstante Southern entregó a White cartas de recomendación para amigos en Buenos Aires (2).
    White se encontró a su llegada a Buenos Aires con Robert Gore, quien le explicó que su misión era inoportuna y que pasaría mucho tiempo antes de que pudiera llegarse a un arreglo satisfactorio. El pesimismo del representante británico estaba basado en un dato de la realidad: la autoridad de Urquiza, aunque vencedor en la batalla de Caseros, no estaba para nada afirmada y no podía generar confianza en los agentes diplomáticos.
    White comenzó por contactarse con las personas conocidas del representante británico en Río de Janeiro, pero no tuvo con ellas ningún resultado satisfactorio. La revolución de septiembre de 1852, que separó a Buenos Aires del resto de la Confederación, y la convicción de White de que el gobierno secesionista contaba con los medios para llegar a un arreglo hicieron que el agente se dirigiera al gobernador Valentín Alsina. Pero en ese momento el gobierno porteño tenía todos sus recursos destinados al conflicto con la Confederación y no estaba dispuesto a considerar la deuda extranjera. White llegó a la conclusión de que no obtendría el efecto deseado y se preparó para partir (3).
    Sin embargo, antes de retirarse, White recibió la visita de un grupo de hombres de negocios británicos de Buenos Aires que se acercó con varias propuestas para un arreglo. Entre ellos White nombra en su Diario a Samuel Lafone -un personaje anatemizado por la dictadura rosista-, Edward Lumb y Daniel Gowland. Aparentemente todas las propuestas, menos la de Gowland, tenían algo en común: exigían nuevas inversiones británicas. Pero tanto White como los directores de la Baring Brothers tenían perfectamente en claro que la inversión de más dinero en Buenos Aires dependía del hecho de que las autoridades se hicieran cargo del total de lo adeudado. H.S. Ferns describe la situación en estos términos:

Baring Brothers no quería convertirse en el medio de inducir a un grupo de capitalistas británicos a compensar a otro grupo de colegas compatriotas (éste era el punto esencial de la proposición tendiente a obtener un nuevo empréstito para pagar el viejo), ni tampoco estaba dispuesto a inducir a inversores connacionales a crear empresas en una comunidad cuyas autoridades no consideraban el proceso acumulativo como algo sagrado y por encima de toda violación. White y sus principales no concebían el problema como un proceso social, según tendemos a verlo ahora, sino como una cuestión moral (4).
No obstante, antes de dejar el Río de la Plata en 1853, White ya tenía sus dudas sobre el carácter moral del empréstito mismo. Estas provenían de haberse enterado de las comisiones cobradas por lo promotores originales, Robertson y Castro.
    White y los comerciantes de Liverpool pensaban que, siendo Buenos Aires la provincia más importante en términos económicos del país, Gran Bretaña debía llevar adelante una política de apoyo a aquélla. Pero el Foreign Office no estaba de acuerdo con esto. Si bien decidió enviar a un vicecónsul -Frank Parish, el hijo de sir Woodbine-, no aceptó reconocer la independencia de Buenos Aires. Por el momento el objetivo británico continuó siendo tratar de que Buenos Aires se reincorporara a la Confederación (5).
    En enero de 1854 arribaba a Buenos Aires un nuevo comisionado de la casa Baring, James Giro, con una carta de introducción de lord Clarendon, que había reemplazado a Malmesbury en el Foreign Office y estaba interesado en cerrar el pago del empréstito Baring. Después de un año de tratativas de Giro y Parish, el último informó que el dinero no se cobraría mientras el gobierno de Buenos Aires creyera que "el Gobierno de Su Majestad consideraba la demanda como una operación comercial" (6).
    Con la llegada al ministerio de hacienda del gobierno de Buenos Aires de Norberto de la Riestra -antiguo empleado de la firma Nicholson, Green y Cía., de Liverpool- a comienzos de 1855, Giro esperaba un cambio de la situación a favor de Londres. De la Riestra comenzó a doblar la entrega mensual a los tenedores de bonos, pero en octubre Giro le hizo saber que "el aumento de los pagos mensuales no era un arreglo", y además protestó por la venta de tierra pública hipotecada en garantía del empréstito. Atendiendo a los reclamos del enviado británico, en marzo de 1856 de la Riestra prometió a Giro el pago total del crédito Baring "en forma progresiva", alternativa que Giro rechazó (7). Evidentemente, prometiendo cargar con el empréstito Baring, Buenos Aires buscaba el apoyo de Inglaterra en su lucha contra Urquiza, consciente de la falta de recursos por parte del gobierno de la Confederación.



La época de Emilio Reus y la Crisis de 1890.

Este ciclo económico corresponde a los años 1887-1892. El año 1887 ve los inicios de un brillante pero efímero auge económico que coincide con una etapa de tranquilidad en la República. La población de la República ascendía a unos 650.000 habitantes, de los cuales 2.000.000 vivían en Montevideo. Nuestras fuentes de riquezas seguían siendo esencialmente agrícolas y ganaderas con siete millones de cabezas vacunas y dieciocho de ovinos según el anuario estadístico de 1890. La exportación de carnes, en pie o conservadas, y de lanas y derivados como el cuero  manufacturado, grasas, etc. Eran nuestras principales fuentes de recursos económicos. Inglaterra por si sola absorbía el 27% de nuestra producción de carnes, seguida de Francia que nos compraba el 17%. “ Cada año los 25 saladeros y fábricas de conservas matan de 600 a 650 mil cabezas de ganado, destinados a la consumición de la población y al aprovisionamiento de naves, y dieron más de 19 millones de kilos de carnes en el año 1887”
En el año 1883 se fundaba en Buenos aires la Compañía Inglesa de Carnes Congeladas del Río de la Plata, que un año después se establecía en Colonia, comenzando a exportar este tipo de carne a Inglaterra.
Según un informe de la embajada italiana del año 1887, la exportación de nuestros productos a Italia, había consistido, en carnes elaboradas en diversas formas(seca, salada, conservada), aguardiente, astas, cerdas, cueros, harina, grasa, sebo, trigo, cebada, tabaco, pezuñas, lanas, maíz y hierros viejos.
Durante el año 1887, el comercio exterior de la República tuvo 18 millones de pesos de exportación contra 29 de importación.
 
 
 
La Influencia Europea

El siglo XIX vivió bajo el signo de la Revolución Industrial, una de las causas que la impulsó fue la necesidad de abastece los nuevos mercados que se habían abrieron al comercio y a la industria. América Latina, especialmente a partir de la independencia necesitaba para su desarrollo de capitales y de los productos de fabricación europea.
La industrialización a la que se lanza el país era fruto del esfuerzo la inmigración europea. Algunos proyectos como el del francés Dupuy, para la instalación de una fábrica de papel: “...Tenemos materia prima abundante y barata, fuerza motriz adecuada y gratuita, en nuestros abundantes cursos de agua...No se requiere para ello grandes capitales...creemos que corresponde a nuestros poderes públicos el despertar el espíritu de empresa..”.
Entre los millares de inmigrantes llega Emilio Reus al Uruguay. Fue un verdadero pionero del progreso. Reus como antes Mauá, significó un momento extraordinario y de auge en nuestra evolución económica. No hubo proyecto de magnitud en el Uruguay del cual él no participara directa o indirectamente. Participa en el proyecto de construir el Hotel en la  Playa Ramírez. Accionista del Banco Español; y cuando en medio del auge del juego de Bolsa, su prestigio lo convierte en director del Club Español y de la Cámara de Comercio Española. Un cronista argentino relata la participación de Reus en la concreción de un Banco Nacional en Uruguay: “Al formalizarse el pensamiento de crear el banco, los miembros del sindicato, señores Casey, Bunge, Arreyagaray y Duggan, pensaron que el Dr. Reus era el hombre indicado para llevarla a cabo. Reus entonces convencido de la solidez de bases en que descansaba el proyecto lo acogió con entusiasmo.(...) La discusión del proyecto y su ejecución lo ha realizado el Dr. Reus en un plazo que no excede los dos meses; hasta lograr que el 24 del corriente se publicase la ley en cuya virtud se crea el Banco Nacional”

El Banco Nacional era uno de los tantos bancos nacionales que se fundaron en nuestro país. Nació con la necesidad de que existiera un instrumento de crédito, que actuando bajo el control del gobierno, permitiera a este encauzar, centralizar y facilitar los capitales necesarios para sus finanzas.
Una vez aprobado el proyecto del Banco Nacional, se lanza la primera suscripción de sus acciones por dos millones de pesos, la cual fue cubierta ocho veces.  El banco se fue organizando en sus diferentes secciones: Caja de Ahorros, luego sección de pequeños Prestamos y Descuentos, organizó sucursales en los departamentos de Paysandú, Florida, San José, Colonia. Abrió una cuenta especial a nombre del gobierno, se encargó de recaudar los fondos de la Dirección General de Impuestos y de Aduana. Luego se encargaría de recibir y controlar todo lo referente al empréstito de 20 millones que el Gobierno gestionaba en Londres.
El Banco estaba autorizado a emitir billetes de 10$, mayores hasta el duplo de su capital realizado, y tenía el monopolio de la emisión menor, de billetes y monedas de 5$, 2$, 1$, 0,50$ hasta el cuarenta de su capital.
El Banco se dedicó a la especulación, convirtiéndose en el barómetro de la economía.
La crisis que surge en julio de 1890 se debió a la fiebre especulativa: El diarios El Siglo editorializaba “ Estamos en las preliminares de una crisis que es posible conjurar, pero que también se puede hacer temible, según sea la actitud que a su respecto asuman los capitalistas y el gobierno. El dinero se retira o se va a afuera para el pago de deudas y consumos, la plaza esta abarrotada de papeles y acciones de todo género, la desconfianza cunde por todas partes. Es un hecho que las acciones del Crédito Real Uruguayo y de cinco o seis sociedades no tienen más compradores sino por la mitad de su valor nominal”
En tanto la crisis se producía el Banco Nacional resolvía la inconversión de sus billetes y 48 horas después la Asamblea General aprobaba una Ley de Curso Forzoso por seis meses “durante la cual se procederá a la revisión de la carta fundacional del Banco Nacional y a su reorganización por los poderes públicos”

La declaración de inconversión había obligado al directorio del Banco Nacional a presentar su renuncia, nombrándose en su lugar uno nuevo que quedó integrado por José María Muñoz, Duncan Stewart, Federico Vidiella, Manuel Artagaveytia, Alfredo Harley, Etc. Este directorio fue nombrado en parte por el Poder Ejecutivo y en parte por la asamblea de accionistas. Al mismo tiempo se encargaba una comisión fiscal con la función de controlar sus balances.. Se separa la sección hipotecaria creándose el Banco Hipotecario del Uruguay, se prohíbe al Banco Nacional especular en la Bolsa.  Sin embargo quedaba sin resolver el problema de la cuenta especial del gobierno y la cuenta del Ferrocarril del Norte. El Banco había especulado con la administración del empréstito de 20 millones y con los dineros del Ferrocarril del Norte que era una línea ficticia que a pretexto de unir el norte con la capital, había conseguido que se entregara a sus concesionarios, la suma de un millón y medio de pesos, que en vez de iniciar las obras se utilizó en especulaciones de Bolsa. Esto estaba en el terreno de la moralidad y la revelación pública de estos negociados genera la desconfianza en el público.








La  crisis de Baring, 1890- 1891

La crisis de Baring se originó en Argentina, pero se sintió en el resto del mundo, comenzando por Londres. El crédito desde Gran Bretaña había dominado el boom de ingreso de capitales en la década de 1880. Entonces, cuando la contracción comenzó, su impacto fue sentido por los principales acreedores. La Baring Brothers & Co. conocida como la casa Baring era el  Banco Mercantil más grande del mundo, había intervenido profundamente en la emisión de títulos de Argentina. Al iniciarse allí una crisis macroeconómica se afectó su operativa. Un aspecto impactante es la diferencia entre la base monetaria(efectivo de los bancos y del público) y la cantidad de dinero(en sentido amplio, incluyendo depósitos). En 1890, la base monetaria se incrementó el 40%, pero el dinero en sentido amplio creció un 10%. La primera corrida en el sistema financiero argentino ocurrió en el primer trimestre de 1890 y se centró en los bancos lideres: El Banco Nacional y el Banco de la Provincia de Buenos Aires. Se produce como consecuencia de un año de continua caída en las reservas de metálico en todos los bancos de emisión, lo que se agravó por las noticias de que Baring había fracasado en la colocación de un bono de 25 millones de pesos oro. Los depósitos en el Banco de la Provincia de Buenos Aires caen en 11,7 millones de pesos, un monto que no pudo ser atendido con las disponibilidades de dinero de dicho banco.
La crisis de Baring tenía todos los rasgos distintivos de una crisis de mercados emergentes. Comenzó con un aparente compromiso con un esquema de tipo de cambio fijo. Los mercados estaban muy integrados en 1890 y el Río de la Plata abierto a ellos. A nivel macro, como fuente de ingreso masivo de capitales. En el nivel micro, el interés de los bancos de tomar créditos externos en oro(moneda fuerte) y prestar a corto plazo domésticamente(en pesos papel)

Por otro lado, como consecuencia de la crisis argentina, quiebra el  Banco Inglés del Río de la Plata que tenía una serie de letras emitidas por el Banco Nacional para el pago del servicio de la deuda externa.
Definitivamente el Banco Nacional cierra sus puerta , dando origen al Banco República, y culminando la Crisis de 1890.

Liquidación del Banco Nacional

Los esfuerzos gubernativos para rehacer el Banco Nacional fueron intensas. A fines de Octubre del 90, el Poder Ejecutivo remitió a la Asamblea tres proyectos que tenían como objetivo capitalizar y reorganizar la institución. Aprobada por la legislatura del 19 de septiembre estas iniciativas fracasan:
La reconstrucción del Banco Nacional tenía como base:
1-     La emisión de una nueva serie de cien mil acciones que podrían enajenarse o entregarse al gobierno en garantía de un empréstito de $ 10.000.000.
2-     La autorización al Gobierno para contratar un empréstito de $10.000.000 oro –efectivos-, mediante la emisión de títulos por un valor nominal de $ 14.500.000 en caso de venta y $ 16.000.000 en caso de garantía.

El empréstito no pudo realizarse: “ la situación financiera del país era mala y lo que es en Londres estaba lejos de se tranquilizadora”

El presidente Herrera y Obes escribe en el Mensaje del Poder Ejecutivo:

“ Entre otras causas- de la gran crisis comercial- la primera y principal fue la considerable extracción de oro amonedado que desde 1881 viene sufriendo el país y que en los últimos tres años de 1887 a 1890 fue de $8.300.000(...) suma enorme para un país cuyo stock metálico es de 13 o 14 millones de pesos y cuya circulación se hace casi toda en especies por efecto de la repulsión a la moneda fiduciaria(papel).(...)Estas extracciones de oro reflejadas en la disminución del encaje metálico de los Bancos de Emisión, produjo la primera manifestación sintomática de la crisis, representada en la disminución de los descuentos y del crédito personal, y sintetizada en la paralización comercial.(...)Al mismo tiempo los capitales venidos de Buenos Aires, llevándose el oro que representaban sus papeles y dejándonos en cambio una cantidad proporcional de valores de todas clases que desbordaron la plaza produciendo su depreciación consiguiente”
La base de esta combinación era que la casa Baring, interesada directamente en sostener al Banco Nacional – del que era fuerte accionista y acreedora- renovase los créditos y cauciones que tenía a su favor por valor de 7 millones de pesos; pero aquella casa bancaria inglesa ya tenía problemas y llegado el momento lejos de otorgar prestamos exigió perentoriamente el pago de cuanto el Banco le adeudaba. La crisis se hizo desde entonces agudas y violento...”
Como dijimos en otoño de 1890, la Baring Brothers & Co., entró en cesación de pagos; parea salvarla el Banco de Inglaterra, el Banco de Francia y el Banco Nacional de Rusia, acuden en su ayuda.
A partir de 1891 el Banco Nacional reabrió la conversión, pero resultó insuficiente, si le sumamos la caída del Banco de Londres y el Río de la Plata, la decisión del gobierno fue realizar un feriado bancario de cuatro días. Esto fue postergado varias veces y da como resultado mejores controles del Estado y la creación del Banco Hipotecario y del Banco República.


La crisis del 90' en las páginas
de la prensa inglesa

Cecilia Klein Leal (Tomado del Simposio sobre las Invasiones Inglesas, FHCE-UDELAR)


Al finalizar la década del 1880, varios periódicos de Montevideo enaltecían la situación favorable por la que atravesaba el Uruguay. Era posible distinguir los grandes cambios y el progreso -como lo señalaba el “South American Journal”, órgano oficial de los intereses británicos en América Latina- que había vivido tanto el país como la administración política durante ese período.

Para la década de 1880 el valor de la tierra podía ser considerado otro índice del progreso experimentado por el país, y a partir de 1886 se duplicaron y triplicaron los valores inmobiliarios tanto en Montevideo como en el interior.  El “South American Journal” mencionaba: “Hasta hace poco, el dueño de una gran propiedad era mirado como el más infortunado ciudadano. No podía venderla ni obtener el suficiente beneficio como para disfrutar una existencia decorosa. (...) ¡Cómo ha cambiado todo ahora! Ser dueño de tierras o propietario de alguna casa en Montevideo significa ser un hombre rico y próspero.” (“South  American Journal”, 1889: 1)[1]

Vale analizar los factores que produjeron este cambio según lo señalado por dicho periódico. En primer punto, resaltaba la importancia del alambrado, como freno para las revoluciones y los robos de ganado. En segundo lugar, concedía gran mérito a las vías férreas, con las cuales se había logrado penetrar en el interior, y a la electricidad, que había hecho posible que por medio del telégrafo se uniera toda la República, permitiendo la comunicación de los pequeños pueblos con las grandes ciudades y de éstas con la capital.

En tercer término, se destaca que la introducción de modernos instrumentos de guerra -como por ejemplo las armas “Remingtone”- habían provocado importantes beneficios en el país en cuanto a la autoridad y el orden. Por último, señalaba como principal factor del progreso en el Uruguay, el cambio en el sistema de gobierno. “Nuevos hombres, con nuevas ideas, han tomado posesión del poder. La Cámara de Representantes no está integrada por un partido, sino que todos están representados. (...) aprecian la ventaja de los negocios legítimos y se preocupan por el avance del país.” (“South  American Journal”, 1889: 1)[2]

Todo el progreso que había experimentado Uruguay en general y Montevideo en particular trajo aparejado lo que se llamó crisis de prosperidad. Debido al crecimiento demasiado rápido de Montevideo en relación con sus posibilidades, carecía de suficientes casas, carruajes, sirvientes, mano de obra industrial, comida, materiales de construcción, etc.  Al mismo tiempo, la falta de oferta provocaba inflación en los productos alimenticios, convirtiéndose las papas, la leche, la manteca y las aves en artículos de lujo.

El elevado costo de los alimentos ya era señalado por otro diario de habla inglesa, “The Express”,[3] más de un año antes. En un artículo titulado “Precios altos” resaltaba como sorprendía a los viajeros, ya fueran de Europa o de Estados Unidos, los altos precios fijados a casi todos los géneros y el alto costo de vida, tanto en la Argentina como en Uruguay, y principalmente en las capitales de estas dos naciones. La disconformidad del periódico aumentaba al observar que los altos precios no sólo eran aplicados a las mercaderías importados sino que “se extienden de igual manera, y con menor muestra de razón, a los productos del hogar, como carne, frutas, etc., que teniendo en cuenta su abundancia deberían ser mucho más baratos de lo que son.” (“The Express”, 1888: 1)[4]

Sin duda la inflación vivida en los últimos años de la década de 1880 era producto de la especulación reinante. En julio de 1888, “The Express” criticaba la exagerada atención que se otorgaba en las dos capitales del Río de la Plata a sus respectivas Bolsas o Stock Exchanges. En dicho mes, tanto en Buenos Aires como en Montevideo, la liquidación constituyó una de las más desastrosas conocidas por largo tiempo.

Como consecuencia de la caída de los valores del Banco Nacional en Montevideo y del Banco Constructor en Buenos Aires tuvo lugar un colapso general en el mercado, provocando inmensas perdidas y haciendo que gran número de especuladores no pudieran enfrentar sus compromisos. “The Express” hacía una clara diferenciación de los afectados por el colapso: “De estos desafortunados, algunos han tenido que sacrificar todas sus pertenencias en el honorable empeño para pagar sus deudas; otros, habiendo especulado más allá de sus recursos, tuvieron que declararse en bancarrota; (...) y otros, careciendo del coraje o los medios para afrontar las consecuencias de su malversada especulación han cortado el nudo gordiano a través del ignominio y deshonroso vuelo.” (“The Express”, 1888: 1)[5]

“The Express” consideraba que las fallas de la Bolsa radicaban en el natural pero deshonesto deseo de obtener dinero sin esfuerzo alguno, y describía a los especuladores diciendo que “producen nada, hacen nada, sirven ningún propósito útil... ellos responden exactamente a la descripción de “parásito”, y viven de las pérdidas o ganancias de otros; en una palabra son los vampiros de nuestro sistema social.” (“The Express”, 1888: 1)[6]

Para 1889 la especulación constituía un problema mayor, que permitía anunciar un final terrible para las finanzas del Uruguay y también de Argentina. Según “The Express”, para marzo de 1889 la quiebra era eminente, cuya devastación iba ser nacional;  y agregaba que: “…Negocios -el antiguo monótono método de hacer dinero como ha sido llamado- es una cosa del pasado. Nosotros jugamos con exceso, con trampas. /.../ Millones de pesetas vuelan al regazo de un promotor desconocido quien dice que va hacer fortuna por nosotros en Timbuctoo o en el Polo Norte.”(“The Express”, 1889: 1)[7]

Pocos números después, el mismo periódico hacía un claro llamado de atención a los residentes de habla inglesa en el Uruguay, teniendo en cuenta la riesgosa situación que se estaba viviendo y los efectos catastróficos que se profetizaban. “The Express” los incentivaba a “usar su influencia, que es mayor de lo que ellos piensan, para impedir cualquier catástrofe política, que pueda o no ser eminente, pero que si ocurre seguramente dañará las perspectivas presentes y futuras de sus inversiones o negocios...” (“The Express, 1889: 1)[8]

Una cuestión económica, que incluso dividía a la sociedad, era el enfrentamiento entre el oro y el papel moneda. Para fines de la década de 80’ se estaba produciendo en la Argentina un continuo crecimiento de la remuneración del oro y, simultáneamente la caída del valor del papel moneda, lo cual en términos económicos se conoce como devaluación. Al respecto, “The River Plate Times”,[9] un tercer periódico de habla inglesa, señalaba que, “En la República Argentina el oro parece destinado a llevar al papel al suelo y, esto ciertamente lo hará a menos que algunas medidas efectivas sean rápidamente tomadas para prevenir esto, a través del incremento del valor del papel...” (“The River Plate Times”, 1889: 1)[10]

Esta situación en la vecina orilla llamó la atención de todos aquellos ciudadanos involucrados en la economía uruguaya, aunque -según “The River Plate Times- esto no afectó en ningún momento el espíritu de empresa de Uruguay, producto -para este periódico- de la buena opinión pública de la que gozaba el nuevo gobierno. “El inmenso número de nuevos proyectos, nuevas compañías, nuevas asociaciones que han sido formadas, los estatutos que son publicados día tras día, claramente muestran, cualquiera sea el estado de entorpecimiento de la crisis monetaria que ha reducido a nuestro vecino de la República Argentina, que aquí en Uruguay, aquí en Montevideo, el gran espíritu de empresa que ha despertado con la entrada del presente gobierno en el poder, no está muerto, pero, por el contrario, está más activo que nunca..” (“The River Plate Times”, 1889: 1)[11]

Teniendo en cuenta la situación económica del Uruguay, “The River Plate Times” atacaba muy fuertemente a los llamados “alarmistas”, de gran número en Montevideo con la crisis que estaba viviendo Argentina, de la siguiente manera: “Estos terribles alarmistas han llevado sus advertencias a una tan absurda longitud, que bueno y malo se mezclan en una desesperanzadora confusión y el peligro cercano es visto en todo.” (“The River Plate Times”, 1889: 1)[12]

Dicho diario no consideraba válida la advertencia de los alarmistas, que basaban sus pronósticos en la crisis que estaba viviendo nuestro adelantado vecino -como irónicamente dice este periódico que los alarmistas llamaban a la Argentina-, olvidándose de las diferencias materiales que existían en el sistema político, económico, monetario, comercial e industrial de las dos naciones.

A pesar del optimismo descrito anteriormente por “The River Plate Times”, no podía negar la existencia de “oscuras manchas” en la economía. Estas oscuras manchas consistían en la especulación, señalada por “The Express” varios meses antes, y en la creencia excesiva en la suerte -y no en el trabajo- a la hora de querer triunfar, “dos enfermedades que desafortunadamente afectan a una gran proporción de la comunidad, cuyo patio de recreo es el clásico cercamiento de la Bolsa.” (“The River Plate Times”, 1889: 1)[13]

La Bolsa era considerado el lugar donde el esfuerzo y el trabajo de tantos años anteriores eran lanzados por la borda. En enero de 1890 se produjo una baja de los precios de las acciones de la Bolsa, consecuencia -para “The River Plate Times”-  de la crisis argentina, la cercanía de las elecciones presidenciales en Uruguay y la demora en el permiso del Estado de las garantías a las cédulas hipotecarias. Aunque, según dicho periódico, “la importancia de todas estas causas ha sido exagerada en la más inimaginable extensión” (“The River Plate Times”, 1890: 1),[14] lanzando nuevamente una acusación a los alarmistas que sólo intentaban inspirar miedo a través de la exageración.

Debe aclararse que a pesar de la insistencia de este periódico inglés de que la situación era favorable, para 1890 la mayoría de los entendidos de la economía no podían negar -como señalaba “The Express”- que “el mal estado de circulación de moneda en la República Argentina afecta mucho los intereses en la República del Uruguay.” (“The Express”, 1890: 1)[15]

El 5 de julio de 1890 se producía la suspensión de la conversión de los billetes a oro por el Banco Nacional, lo cual provocó gran alarma en el mercado, y la crisis económica se convirtió en una realidad latente. Sin embargo, “The River Plate Times” mantiene la calma, estado que modifica paulatinamente con el transcurrir de los hechos. En su opinión, “la situación es seria, lo cual sería en vano negarlo; por el momento ha despertado graves inconvenientes. Pero por otro lado no hay dificultad que no pueda ser solucionada con un poco de paciente buen sentido y fe en la decisión de los poderes.” (“The River Plate Times”, 1890: 1)[16] Como el editor aclaraba, ellos prefirieron tomar una esperanzadora visión en ese primer instante de la crisis, cuya base estaba en la confianza, en la sabiduría y la moderación del Presidente y sus Ministros. Esta opinión también cambió con el paso de los meses.

La inconvertibilidad de las notas del Banco Nacional afectó gravemente a gran parte de la población, como señalaba “The River Plate Times”: “el destino financiero, no vamos a decir de la República, pero ciertamente del público en general, está en gran medida dependiendo de este Banco.” (“The River Plate Times”, 1890: 1)[17] Esta situación afectó, sobre todo, a los círculos menores, como los pequeños comerciantes al por menor, pequeños propietarios de negocios en general, los trabajadores, etc. 

En noviembre de 1890, “The River Plate Times” daba la noticia de la suspensión de pago hecha por los agentes financieros Baring Brothers. Dicho periódico establecía como causa del hecho, el amplio vínculo existente entre Baring Brothers y las finanzas del Río de la Plata, cuyo estado de crisis y depresión general de sus valores, sin lugar a dudas, repercutió hondamente en los mencionados agentes financieros.

Desde hacía tiempo atrás, habían existido rumores acerca de la estabilidad de la Casa Baring, los cuales habían ganado gran fuerza en los primeros días de noviembre. Era claro que la suspensión de pagos por Baring Brothers iba a producir serias alteraciones en el estado de los negocios del Río de la Plata pero -según “The River Plate Times”- era “imposible profetizar cuán lejos esto afectará exactamente al Uruguay en el presente.” (“The River Plate Times”, 1890: 1)[18]

Hacia fines de noviembre de 1890, momento en que se produce el cambio de nombre del periódico inglés “The River Plate Times” a “The Montevideo Times”,[19] el optimismo, que hasta entonces había caracterizado a dicho diario, se estaba desmoronando. En el primer número con el nuevo nombre, se señalaba la dificultad para rescatar algún aspecto positivo de la situación por la que atravesaba la República, y agregaba: “La presencia de la crisis y la terrible condición depresiva de todas las finanzas y negocios son demasiado notorias como para requerir más ilustración y uno se cansa de enjaular eternamente observaciones pesimistas en su cabeza...”(“The Montevideo Times”, 1890: 1)[20]

“The Montevideo Times” consideró como factores de la crisis: la especulación, la inflación, el sistema de tasaciones e impuestos uruguayos, el cual era muy pesado, el alto costo del Estado, lo que provocaba déficit fiscal (para este punto, señalaba como solución la adquisición de un préstamo), y en último lugar, los efectos de la crisis argentina. Este medio de prensa se opuso a la opinión realizada por "varios órganos partidarios de influencia" de que esa crisis era principalmente debido al gobierno de turno. Indicaban que “aunque serios pueden ser los pecados de omisión y comisión cometidos por el Gobierno, nosotros haremos justicia absolviéndolo de tal cargo.” (“The Montevideo Times”, 1890: 1)[21] Agregaba que el origen de esta crisis era bastante anterior al ascenso de este gobierno, y ya era visible en 1889 cuando el llamado "boom" económico estaba en el punto más alto.

La crisis de 1890 puede ser dividida -según “The Montevideo Times”- en dos ramas: económica, aplicada al Gobierno, y financiera, aplicada al comercio y a los negocios en general. Así este periódico resolvía la interrogante de sí esta crisis fue económica o sólo financiera.

Desde enero de 1891, “The Montevideo Times” redactaba varios artículos donde defendía la posición del Banco Nacional, en contraste con la oposición que consideraba a este Banco como la causa de la crisis. Si bien la suspensión de pagos en el Banco Nacional fue el hecho que hizo a la crisis visible, para este diario ese suceso fue más un incidente que un factor, y agregaba que, “el Banco Nacional sólo no pudo haber producido esta crisis, e incluso si el Banco no hubiera existido (...), la crisis hubiera venido de igual manera.” (“The River Plate Times”, 1891: 1)[22]

Existía una clara oposición -en dicho periódico- a la liquidación del Banco Nacional que determinados políticos querían llevar a cabo. Pero, al mismo tiempo, recalcaba la absoluta necesidad de que se produjera una reorganización del banco sobre la base de la separación de la interferencia estatal. “Estamos comenzando a reconocer que queremos (...) un Banco Nacional, que sea meramente una institución bancaria genuinamente representativa, y no un arma política, o una tesorería general para llenar los bolsillos oficiales y asistir a aventureros políticos y financieros. Igualmente, estamos comenzando a reconocer que NO queremos un Banco estatal, continuamente sujeto a la interferencia gubernamental...” “The Montevideo Times, 1891; 1)[23]

El 1º de julio se recibió una noticia que despertó las esperanzas de la población uruguaya. El Banco Nacional reanudaba la conversión de sus notas, lo cual estaba suspendido desde julio de 1890. “Es un triunfo, podríamos decir casi el primer triunfo para el presente Gobierno...” (“The Montevideo Times”, 1891: 1),[24] señalaba “The Montevideo Times”. Este retorno a la conversión pudo lograrse enteramente por la adquisición de un préstamo brasileño.

Pero las buenas noticias no duraron mucho, ya que veinte días después, el mismo diario publicaba la noticia acerca de la suspensión de pagos por el Banco Inglés del Río de la Plata, lo cual llegó “como un fresco y formidable desastre para intensificar y prolongar la crisis que el Río de la Plata ha estado sufriendo por algún tiempo.” (“The Montevideo Times”, 1891: 1)[25] Lo más preocupante, de esta suspensión, era el golpe que provocaría sobre el crédito general de los bancos ingleses en el Río de la Plata.

Si bien para agosto de 1891 no desapareció el apoyo del periódico inglés al gobierno, cuya oposición era cada vez más fuerte beneficiada por la crisis, le hacía un importante reclamo. “A nosotros nos parece que uno de sus peores defectos, y uno que de ningún modo es difícil de remediar, es la absoluta carencia de un programa definitivo.” (“The Montevideo Times”, 1891: 1)[26]

“The Montevideo Times” proponía como medidas para superar la crisis de manera definitiva: recortar todo lo que fuera ornamental e innecesario en el presupuesto; insistir en la moralidad y honestidad en todos los departamentos; apelar al patriotismo de los senadores y diputados y reducir sus salarios en un 30 o 40% (para este periódico “todavía estarían bien pagos”);  mantener el crédito exterior, cubriendo las obligaciones como los servicios de deudas y las garantías de los ferrocarriles; tan pronto como fuera posible abolir los impuestos a las exportaciones; y reducir las tarifas más opresivas sobre la industria; otorgar a los residentes extranjeros en el país derecho político; colocar en las Cámaras hombres de negocios aptos para discutir cuestiones económicas, entre otras medidas.

Este diario realizaba una importante y fuerte crítica contra parte de los políticos uruguayos en cuanto a su posición frente a las obligaciones extranjeras como los servicios de deuda y las garantías de ferrocarriles. Mientras que en todo el mundo las obligaciones extranjeras eran consideradas sagradas, las cuales era deshonroso violar, “The Montevideo Times” daba cuenta de que existían en Uruguay no pocas personas, incluso de alta posición, que consideraban dichas obligaciones como algo tedioso que se podían cumplir o no, de acuerdo con la sinceridad y posición del deudor.  En este sentido, resaltaba como en las Cámaras se sostenía que “el interés de la Deuda debería ser reducido del monto originalmente prometido a otro monto menor, o incluso que los acreedores deberían ser hechos esperar o deberían renunciar enteramente a sus reclamos.” (“The Montevideo Times”, 1891: 1)[27]

Según “The Montevideo Times”, estas irresponsables opiniones podían afectar gravemente futuras negociaciones financieras. Indicaba que “si el partido en  poder desea colocar a la República fuera de la esfera de las naciones honestas, pagando lo que ellos desean y cuando ellos desean, de acuerdo a su conveniencia, pero no de acuerdo a los derechos de sus acreedores, permitámosles decirlo abiertamente. Los acreedores por lo menos tendrán la ventaja de saber que esperar y con qué clase de persona deben lidiar.” (“The Montevideo Times”, 1891: 1)[28] Se puede observar que la buena opinión de la que gozaba el gobierno por parte de este periódico ya había desaparecido.

En un artículo llamado “Una pertinente interrogante”, se puede observar como realmente se consideraba a las naciones del Río de la Plata parte del imperio informal británico. Este periódico mencionaba que si bien no querían que Inglaterra asumiera el control del país, pretendían que “algún poder superior interfiera para poner la dirección de estos países, que debería ser tan próspera, en manos más competentes y merecedoras, como aquellas de los residentes extranjeros.” (“The Montevideo Times”, 1891: 1)[29]

“The Montevideo Times” consideraba que el gobierno de un país puede ser respetado siempre y cuando los intereses ajenos no fueran ofendidos. Señalaba que estos jóvenes países habían demostrado, debido a la corrupción, el desorden y la incompetencia, ser incapaces de autogobernarse. Entonces, este periódico se cuestionaba: “¿Qué tan lejos una nación puede abusar de la confianza de sus acreedores antes que la intervención extranjera pueda ser considerada como justificable?” (“The Montevideo Times”, 1891: 1)[30]

Al mismo tiempo que se producía el debate parlamentario acerca del plan de Conversión, con el cual se pretendía paliar la crisis, “The Montevideo Times”, encabezado por su fundador W. H. Denstone, comenzaba una intensa campaña de investigación y difusión sobre la misión Ellauri. Este periodista desconfiaba del Gobierno y de la escasa información que éste brindaba sobre las negociaciones de suma importancia que se desarrollaban en Londres. Sus contactos en la City así como el acceso a una amplia gama de periódicos de Inglaterra, incluyendo los especializados en el área rioplatense y en temas económicos-financieros, le proporcionaron una visión menos favorable pero más acertada de lo que estaba ocurriendo.

Este diario resaltaba que fue el único periódico local que había discutido el asunto desde el punto de vista de los tenedores de títulos y que había mantenido informada a la población, por lo menos a aquellos capaces de leer en inglés, del verdadero estado de las negociaciones en la capital inglesa, mientras el resto de los medios de prensa se habían dedicado a repetir las falsedades semi-oficialistas sobre el tema en cuestión. “Poco a poco, la historia secreta del actual plan de conversión se ha ido descubriendo, hasta aparecer ahora relativamente clara y abierta”, mencionaba “The Montevideo Times”. (“The Montevideo Times”, 1891: 1)[31]

Para diciembre de 1891 se tenía conocimiento de que el plan de conversión no había sido propuesto por el Gobierno uruguayo -como oficialmente se había declarado en las Cámaras- ni tampoco por los tenedores de títulos en Europa, como aseguraba la oposición al mismo. Este plan de conversión fue -según decía “The Montevideo Times”- “pergeñado, apadrinado y empujado por algunos pocos financistas o especuladores principalmente interesados en el blanqueo del sospechoso asunto del Ferrocarril Oeste, y quizás también deseosos de ayudar a Baring a descargarse de sus últimos empréstitos especulativos que el público británico no fue tan tonto como para tragarse.” (“The Montevideo Times”, 1891: 1)[32]

Más allá de las críticas al plan de conversión en general, era claro que los arreglos financieros estaban permitiendo -aunque levemente- una mejora en todo el mercado, tanto en los valores de la Bolsa como en los negocios, y proporcionó esperanzas serias de una reactivación general desde la terrible crisis. “La liquidación del Banco Nacional, el establecimiento de un Banco Hipotecario independiente y la fundación de un nuevo Banco Nacional con capital fresco y libre de la perniciosa influencia de la interferencia estatal son todas necesidades manifestadas y han sido reclamadas por tanto tiempo que su anuncio es seguro de ser bien recibido.” (“The Montevideo Times”, 1891: 1)[33]

Mientras que antes consideraba la situación del Banco Nacional más un incidente de la crisis que una causa, el 19 de diciembre de 1891 indicaba que ese Banco había sido uno de los factores principales de la crisis, “el elemento disturbador en las circulaciones, uno de las principales causas de la carencia prevaleciente de confianza y el principal obstáculo para cualquier proyecto de regeneración. (...) su liquidación tendría que haber sido el primer paso en todos los casos.” (“The Montevideo Times”, 1891: 1)[34]

Para mayo de 1892, la gran resistencia que había existido hacia el Plan de Conversión había culminado. La confiscación había terminado, y “The Montevideo Times” señalaba que “el rencor que acompaño la pelea se ha convertido en doloroso pero duradero resentimiento.” (“The Montevideo Times”, 1892: 1)[35]

Las principales objeciones de “The Montevideo Times” hacia el arreglo financiero eran las siguientes: redujo los intereses permanentemente, siendo que debería solamente ser temporal; ignoró reclamos prioritarios y confiscó garantías solemnes sin ofrecer nada a cambio; y aumentó la ya muy pesada deuda por una "monstruosa" suma de medio millón en bonos como comisión para algún misterioso y desconocido partido en Londres. Resumiendo, agregaba, “ encontramos que el plan de Confiscación fue un negocio infeliz (...) que ha dañado materialmente el crédito de la República...” (“The Montevideo Times”, 1892: 1)[36]

En cuanto a los verdaderos objetivos perseguidos por el Plan de Confiscación, para “The Montevideo Times” fueron dos, expuestos a continuación: asegurar algún tipo de arreglo al "turbio" negocio del Ferrocarril Oeste, en el que ciertos prominentes miembros del Gobierno estaban amplia y personalmente interesados, y asegurar la fundación de un Banco en el que el Gobierno pudiera preservar “esa influencia impropia que benefició a sus amigos pero arruinó a los accionistas en el caso del antiguo Banco Nacional.” (“The Montevideo Times”,1892: 1)[37]

De todos modos, tras la aprobación del proyecto, la situación no había mejorado. En junio de 1892,  “The Montevideo Times” describía la situación del momento como anárquica, llena de contradicciones. “Todo es niebla y arena movediza, nada definitivo, nada confiable, nada sólido.” (“The Montevideo Times”, 1892: 1)[38] Esto se agravaba con un gobierno que continuamente aclamaba por confianza “sin incluso intentar (...) aclarar los escándalos en que fue asociado.” (“The Montevideo Times”, 1892: 1)[39]

La mejora parcial de la situación llegó tres años después con el aumento de los precios internacionales, permitiendo al Uruguay obtener condiciones más favorables en el mercado mundial. Sin embargo, los problemas estructurales no fueron atacados, viviendo el Uruguay diversas crisis a lo largo del siglo XX En cuanto a los intereses británicos, se inicia una nueva etapa del ciclo inversor en 1890, caracterizada por la retracción en un principio y de cautelosas inversiones en un segundo momento. Pero en el siglo XX los capitales ingleses debieron enfrentar algo más que una crisis, debilitándose su supremacía frente a la competencia estadounidense.


Fuentes

“The Express”, Montevideo, de marzo de 1888 a marzo de 1890.

“The River Plate Times”, Montevideo, de enero de 1889 a noviembre de 1890.

“The Montevideo Times”, Montevideo, de noviembre de 1890 a julio de 1892.

“South American Journal”, Londres, julio de 1889.


Notas

1. Progreso en el Uruguay en: “South American Journal”, Londres, 13 de julio de 1889, p. 1.

2. Progreso en el Uruguay en: “South American Journal”, Londres, 13 de julio de 1889, p. 1.

3. Aparecía el 7 de marzo de 1888, fundado por Melville Hora. Su director era Charles Gurney. Fue el primer periódico en lengua inglesa que se publicó diariamente en el Uruguay. Tuvo una vida de tres años, desapareciendo el 31 de marzo de 1890.

4. Precios altos en: “The Express”, Montevideo, 4 de abril de 1888, p. 1.

5. La Bolsa apostando en: “The Express”, Montevideo, 3 de julio de 1888, p. 1.

6. La Bolsa apostando en: “The Express”, Montevideo, 3 de julio de 1888, p. 1.

7. Especulación en: “The Express”, Montevideo, vol. III, Nº307, 23 de marzo de 1889, p. 1.

8. Crédito uruguayo en Londres en: “The Express”, Montevideo, vol. III, Nº327,17 de abril de 1889, p. 1.

9. El 1º de Marzo de 1886 empezó a publicarse “The River Plate Times”, fundado por Henry Castle Ayre. Se publicaba una vez por semana, ocupándose fundamentalmente de problemas comerciales y financieros. Su título se justificaba pues prestaba atención no sólo a los asuntos uruguayos sino también a los sucesos que ocurrían en la otra orilla del Río. El periódico apuntaba más a informar a los lectores europeos que a los locales. En 1889 comenzó a aparecer bisemanal. El 12 de julio de 1889 Eduardo Casey compró “The River Plate Times” fusionándolo con el “Montevideo Independent” en un gran diario que conservó el nombre del primero. Su director era Henry Castle Ayre y el subdirector Denstone. Además de su número diario,  “The River Plate Times” publicaba un suplemento semanal. Al desaparecer “The Express”, “The River Plate Times” pasó a ser el único periódico inglés de Uruguay.

10. Oro y papel en: “The River Plate Times”, Montevideo, vol. II, Nº23, 8 de agosto de 1889, p. 1.

11. El espíritu de empresa en: “The River Plate Times”, Montevideo, vol. II, Nº60, 21 de septiembre de 1889, p. 1.

12. Alarmistas en: “The River Plate Times”, Montevideo, vol. II, Nº71, 5 de octubre de 1889, p. 1.

13. Industria versus especulación en: “The River Plate Times”, Montevideo, vol. II, Nº97, 6 de noviembre de 1889, p. 1.

14. La pizarra de la Bolsa en: “The River Plate Times”, Montevideo, vol. III, Nº153, 15 de enero de 1890, p. 1.

15. Finanzas en: “The Express”, Montevideo, vol. V, Nº591, 23 de marzo de 1890, p. 1.

16. La situación en: “The River Plate Times”, Montevideo, vol. III, Nº293, 8 de julio de 1890, p. 1.

17. Un día crítico en: “The River Plate Times”, Montevideo, vol. III, Nº317, 6 de agosto de 1890, p. 1.

18. Las fallas de la Baring Brothers en: “The River Plate Times”, Montevideo, vol. III, Nº402, 18 de noviembre de 1890, p. 1.

19. Tras el abandono por parte de Eduardo Casey de “The River Plate Times”, Denstone adquirió todos los derechos el 1º de octubre de 1890. Poco después, al plantearse un pleito por el nombre del diario, Denstone le cambió el título. Desde el 25 de noviembre de 1890 comenzó a llamarse “The Montevideo Times”. Poco después dejó de publicarse su suplemento semanal.

20. Pasando notas en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. III, Nº412, 29 de noviembre de 1890, p. 1.

21. Factores de la crisis en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. IV, Nº450, 17 de enero de 1891, p. 1.

22. El Banco Nacional y la crisis en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. IV, Nº453, 21 de enero de 1891, p. 1.

23. El Banco Nacional en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. IV, Nº549, 23 de mayo de 1891, p. 1.

24. Conversión en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V, Nº580, 2 de julio de 1891, p. 1.

25. Más desastre en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V, Nº595, 22 de julio de 1891, p. 1.

26. Buscado! –Un programa en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V, Nº611, 19 de septiembre de 1891, p. 1.

27. Extrañas ideas en “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V, Nº647, 23 de septiembre de 1891, p. 1.

28. Más ideas extrañas en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V. Nº648, 25 de septiembre de 1891, p. 1.

29. Una pertinente interrogante en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V, Nº682, 4 de noviembre de 1891, p. 1.

30. Una pertinente interrogante en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V, Nº682, 4 de noviembre de 1891, p. 1.

31. El plan de conversión en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V, Nº715, 13 de diciembre de 1891, p. 1.

32. El plan de conversión en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V, Nº715, 13 de diciembre de 1891, p. 1.

33. Los arreglos financieros en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V, Nº718, 17 de diciembre de 1891, p. 1.

34. Los arreglos financieros en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. V, Nº720, 19 de diciembre de 1891, p. 1.

35. Después de la batalla: La última palabra sobre el plan de Confiscación en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. VI, Nº834, 10 de mayo de 1892, p. 1.

36. Después de la batalla: La última palabra sobre el plan de Confiscación en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. VI, Nº834, 10 de mayo de 1892, p. 1.

37. El embrollo en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. VI, Nº870, 23 de junio de 1892, p. 1.

38. Caos financiero en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. VI, Nº858, 9 de junio de 1892, p. 1.

39. Caos financiero en: “The Montevideo Times”, Montevideo, vol. VI, Nº858, 9 de junio de 1892, p. 1.





Legislación bancaria. Liquidación del Banco Nacional.

La moratoria de tres años acordada a la liquidación del Banco Nacional durante la administración de Julio Herrera y Obes, vencía en marzo de 1895. En la víspera del vencimiento del plazo el Poder Ejecutivo presentó un proyecto de Ley, por el cual se acordaba una nueva moratoria de dos años. La liquidación se realizaría administrativamente, por intermedio de una comisión compuesta por el contador general de la Nación, el jefe de la oficina de Crédito Público y un gerente contador. El pago de los depósitos judiciales se atenderían integralmente, cuando los giros no excedieran de $15.000 y hasta el 50% de los demás casos, mientras la Oficina de Crédito Público no tuviera recursos para ello. Los nuevos depósitos judiciales se harían en la misma oficina.
Entre los documentos que acompañaba el Poder Ejecutivo figuraba un informe de la Comisión liquidadora , que abarcaba el periodo transcurrido desde julio de 1892 hasta febrero de 1895. La comisión aforaba los fondos públicos y acciones de la cartera del Banco, en $ 1.147.030. Sobresalían en ese  rubro, 11.250 acciones de la cartera del Banco, aforadas en $ 844.500, 3.746 acciones de la Sociedad de Colonización y Fomento, aforadas en $ 131.110; 800 acciones del Ferrocarril y Tranvía del Norte, aforadas en $ 160. Y tasaba 60 propiedades inmuebles, entre fincas terrenos y campos en $ 756.000.
La Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados resolvió dar al proyecto una orientación más practica y rápida: Los depósitos de la Junta conómico-administrativa, que ascendían a $ 1.986.892, se cubrirían  de inmediato mediante la entrega de acciones y terrenos; los depósitos judiciales y la emisión circulante, que ascendían a $ 1.864.912 y los créditos simples, que subían a $ 1.023.996, se cubrirían también de inmediato con títulos de la deuda pública.
La Ley de Liquidación de 1896, surgida de ese plan, creó una comisión liquidadora de tres miembros nombrados por el Gobierno de acuerdo con el Senado; prorrogó las moratorias por dos años más, y creo la Deuda de Liquidación  con un servicio de 6% de interés y 4% de amortización acumulativa y a la puja.. La nueva deuda se aplicaría con una bonificación del 20% al pago de los depósitos judiciales de 1891($922.438); de los depósitos judiciales de 1870 y 1875($44.897); de la emisión circulante($533.977); de los depósitos administrativos del Ferrocarril Midland($47.000).
A la Junta económico administrativa de Montevideo se le entregaban, además 14.260 acciones de la empresa de la Luz Eléctrica y 35 hectáreas de terrenos en las proximidades de la Playa Ramírez. La explotación de la Luz Eléctrica se haría por medio de una empresa arrendataria y los terrenos de la Playa Ramírez se destinaría a la formación de un parque urbano.
A la Comisión Nacional de Caridad le adjudicaba la misma ley 50 hectáreas de un campo en Melilla, con destinado un sanatorio para la tuberculosis.
El Poder Ejecutivo quedaba autorizado para reservar otras propiedades con destino a oficinas públicas, escuelas y comisarías.

Fundación del Banco de la Republica.

 Tal era el desastroso estado de la liquidación del Banco Nacional cuando el presidente Idiarte Borda, reanudando las persistentes gestiones de su antecesor, presentó a la Asamblea, en diciembre de 1895, su proyecto de fundación del Banco de la República, sobre la base de un empréstito de 5% de interés y 1% de amortización, hasta el monto necesario para obtener $5.000.000 efectivos. Juntamente con ese proyecto presentaba otro el Gobierno por el cual se entregaba a la compañía concesionaria del ferrocarril a la Colonia 3000.000 libras esterlinas, equivalentes a $ 1.410.000 oro, que se tomarían del depósito de 1.200.000 libras de deuda consolidada constituido en Londres para asegurar la construcción del ferrocarril a Colonia.
Expresaba el Poder Ejecutivo en su Mensaje que aun cuando la concesión había sido anulada, era necesario pagar los gastos hechos, que podían estimarse en 500.000 libras y que además facilitaba con ello el lanzamiento del empréstito destinado a la Fundación del Banco de la República.
Mediante esta operación, decía el Poder Ejecutivo, se propiciará el a “ la buena voluntad de elementos financieros importantes de la plaza de Londres, que habrían alegado cualquier dificultad, tanto por lo que respecta a la disponibilidad de 1.200.000 de libras esterlinas en deuda, cuanto por las facilidades de otro orden para operaciones de crédito externo, que, como la realización de un empréstito para fundar una institución bancaria, estarían dispuestos a patrocinar, siempre que se concertase con ellos un arreglo equitativo por el cual les fuera posible resarcirse en algo de los caudales comprometidos en la operación de construcción de los ferrocarriles del Oeste”
Debe recordarse que el Estado era la única víctima, como que tuvo que cargar con la compra simulada del tranvía del Norte por un millón y medio de pesos; y en cuanto a materiales y gastos, la declaración del abogado de la empresa constructora Dr. José Pedro Ramírez, según la cual los materiales de obras aforados en 500.000 libras eran valores que habían desaparecido en sus 4/5 partes.
La oposición de la prensa independiente fue muy fuerte contra la creación del nuevo establecimiento de crédito. Los mismo hombres que habían permitido el derrumbe del Banco Nacional estaban en el Gobierno y era de temerse que bajo su influencia tuviera igual destino el Banco de la República que se trataba de fundar. En el Parlamento también hubo oposición: “Existe un decreto del Poder Ejecutivo, dijo el Dr. Campisteguy, que declara caducado el contrato de construcción de los ferrocarriles del oeste y ha expresado el Ministro de Hacienda que en el seno de la Comisión de Fomento que el costo de los materiales que se van a entregar al Estado sube a 150.000 libras esterlinas. Pues bien, esas 150.000 libras esterlinas constituyen una prima del empréstito que se va a realizar. Si la operación de los ferrocarriles no se realiza, tampoco se realiza el empréstito” El Diputado Picardo afirmó:”el grupo de banqueros que se hace cargo del empréstito exige como condición ineludible para la realización del empréstito el arreglo de los ferrocarriles del oeste.” El Senador Bachini sostuvo: “Los materiales de los ferrocarriles no valen 80.000 libras y el Estado va a pagar 300.000 libras!!!!”

La carta orgánica del Banco de la República.

La Ley de 1896 autorizó la fundación del Banco de la República, con un capital de $10.000.000 efectivos representados por 12.000.000 nominales en acciones. De acuerdo con sus disposiciones, la primera mitad del capital sería entregada por el Estado  y la segunda por particulares. La concesión sería por 30 años. Se establecerían sucursales o agencias en el interior con ayuda del 40% del capital inicial.



 Los problemas económicos y la Crisis de 1965


Eran notorias las dificultades de los importadores durante la década de 1960 para conseguir la moneda extranjera para renovar los stocks, e igualmente la inflación interna tornaba complejo el cálculo de ganancias; por lo tanto, la especulación con moneda extranjera fue una de las estrategias más usadas en la época. Desde el punto de vista de los exportadores de lanas, en una época de caída de los pecios internacionales resultaba ventajoso retener la zafra hasta que la devaluación del peso cubriera las expectativas de ganancias en  moneda nacional. Para los importadores, la compre de volúmenes demasiado grandes de materias primas los ponía a cubierto de cualquier escasez futura y les permitía especular con los precios.

En este proceso los bancos cumplían una función muy importante como habilitadores de créditos y captadores de ganancias a la vez que orientaban hacia el exterior buena parte de las divisas obtenidas, lo que acentuaba el déficit de la balanza de pagos: se calcula que alrededor de 200 millones  de dólares salieron del país en el período 1962-1965, es decir el equivalente de más de un año de las exportaciones totales.

Todo este manejo especulativo escapaba al Banco de la República, organismo encargado del control de la Banca Privada. El BROU reunía a la vez las funciones de banco de créditos y de banco central y que además de la emisión monetaria también controlaba el comercio exterior y el sistema bancario en su conjunto.


La Crisis financiera de 1965

Desde que la inversión industrial dejó de ser redituable, la inversión en el campo hacía muchos años que había dejado de serlo, el capital daba vueltas por el mercado financiero sin terminar de encontrar una colocación productiva. Las cartas de intención firmadas con el FMI comprometen al gobierno a restringir el crédito que se canalizaba por medio de las instituciones oficiales, lo que reducía la oferta de dinero. La aplicación de esta política combinada con la apertura comercial estimulaba la demanda de créditos y esto presiona las tasas de interés al alza; naturalmente entonces, el capital que no encontraba inversión productiva comenzó a dirigirse al circuito financiero. Aquí se abrían dos caminos posibles de inversión:
Podían trasladarse los capitales al exterior, o colocarlos en el mercado interno.
A mediados de 1964 existían decenas de casas bancarias que sumaban centenares de dependencias, el 10% de ellas controlaban entre el 50 y el 60% del total de operaciones financieras. Esto hacía posible que pocos operadores tuvieran mucha incidencia.
El estado recurrió a dos mecanismos para controlar las ganancias y eludir la depreciación provocada por la inflación, comercialización de moneda extranjera y aumento de tasas de interés.
El dinero resultaba tan caro que solo volcándolo a la intermediación o a la especulación podía mejorar su costo. Esta situación dejaba a los bancos con margen de seguridad muy reducido, esto ya había llevado a la quiebra a algunas instituciones.(Banco Italiano, Banco Industrial; Banco Regional)
En abril de 1965 trascienden noticias de la situación inestable del Banco Transatlántico, uno de los grandes bancos de la plaza.
A pesar de las reservas, se inicia una corrida contra el Transatlántico, y se traslada a los otros bancos sin que la autoridad monetaria realizara ninguna medida. La Asociación de Bancarios cortó la corrida, al decretar paro por tiempo indeterminado en los bancos privados en todo el país y condicionar el retorno al trabajo contra medidas legislativas que incluyeran:
a-     mantenimiento de las fuentes de trabajo.
b-     Control de la actividad bancaria.
c-      Protección de los ahorristas.
d-     Nacionalización de la banca.
e-     Ley de regulación de todos los puntos mencionados anteriormente.

El Parlamento aprobó un conjunto de leyes que regulaban la actividad bancaria prohibiendo la apertura de nuevos bancos y estimulando las fusiones entre los existentes, garantizando los depósitos de los ahorristas y redistribuyendo a los empleados bancarios de los bancos cerrados. En 1965 el Banco Transatlantico es intervenido. En 1967 se crea el Banco Central del Uruguay. En 1969 el número de bancos descendió a 43 y las sucursales a 359.


Bibliografía

La época de Reus. Visca.
Historia Económica del Uruguay. Díaz.
El Uruguay de la Dictadura. Varios.
Tensando el Ancla.1880-1935. della Paolera y Taylor
Crónica General del Uruguay. Reyes Abadie- Vazquez Romero.
La Crisis del 90 en las páginas de la Prensa Inglesa. C. Klein Leal