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miércoles, 18 de septiembre de 2013

martes, 17 de septiembre de 2013

Orígenes intelectuales del Batllismo: Del liberalismo al estatismo en el 900, la visión de la academia. Por Barrán y Nahum


"El reflotamiento del poder etático y la ampliación de su espacio se cumplió en res etapas de nítida caracterización en nuestra historia: el militarismo (1876-1886), el civilismo (1886-1903) y el primer batllismo(1886-1916), precedida o dominada cada una de ellas por una grave crisis política o económica que ambientó el crecimiento constante de su rol, promovido tanto por gobiernos "conservadores" como "progresistas"
Los logros del régimen militarista fueron decisivos en el plano de la construcción de un poder coactivo incontratable. El fusil Remington primero, la ametralladora y el cañón Krupp después, el telégrafo y los ferrocarriles, al tecnificar la guerra y elevar el costo de las campañas militares, operaron siempre a favor del Estado. El poder regional de los caudillos recibió un golpe casi mortal.
También fue modernizado el aparato administrativo y jurídico, reorganizado el servicio de correos, sustituídos los  alcaldes por Jueces Letrados departamentales (con lo que la justicia ganó en tecnicismo y eficiencia), promulgados los Códigos de procedimiento Civil, Instrucción Criminal y el Código Rural. Este último y el Registro de Embargos tendieron a asegurar la propiedad en su concepción burguesa.
Ahora sí podía desarrollarse en relativa paz la tecnificación agropecuaria y la racionalización de la explotación ganadera que permitía pasar de la estancia cimarrona a la empresarial basada en criterios capitalistas.
La coincidencia de tres tipos de influencias permitió otra intervención estatal que habría de tener singular trascendencia en el desarrollo de la nación uruguaya: la universalización de la enseñanza primaria gratuita y obligatoria. El realismo del régimen militar latorrista, el deseo del "ala progresista" de la clase alta rural de tener un personal capacitado, y el positivismo filosófico que empezaban a penetrar en la elite intelectual, hicieron posible la aprobación del Decreto-Ley de Educación Común de 1877, obra de José Pedro Varela. El apoyo sostenido que los gobiernos sucesivos le brindaron de allí en adelante, hizo mucho por elevar el nivel cultural y la conciencia cívica de la población, rasgos que acentuaron en el siglo XX conformando una característica específica de la nación uruguaya en Latinoamérica.
La burguesía mercantil de origen extranjero y la clase alta rural, que no sentían los principios liberales con la misma fuerza que el antiguo grupo dirigente patricio, apoyaron y se sirvieron del régimen militar. El restablecimiento del Patrón Oro, la reaunudación del servicio de la deuda pública, las garantías al inversor británico y la propiedad rural, la constitución del Estado por fin moderno y poderoso que pudiera imponerse a la "anarquía" caudillista, todo ellos fue una obra que, al mismo tiempo que las benefició, dio al Estado una fuerza y un espacio propios cada vez más amplios.
Los gobiernos civilista de 1886 y 1903, aunque politicamente se colocaron en las antípodas de los militares, continuaron y acrecentaron esa tendencia. Durante su dominio, las clases altas impulsaron al Estado a ocupar los campos que ellas no podían o no querían cubrir por vivir en un país dependiente, donde los recursos económicos privados eran escasos, donde la mentalidad no ambientaba el uso racional de los capitales y la capacidad técnico-administrativa de los sectores dominantes era insuficiente.
La ley ferroviaria de 1888 marcó la intervención directa del Estado en el terreno económico pues el Poder Ejecutivo quedó autorizado a construir ferrocarriles emitiendo empréstitos especiales, a intervenir en la fijación de las tarifas en ciertas circunstancias y a recuperar las concesiones a particulares sin compensación a los noventa años de usufructuadas.
El equipo político civilista abandonó la postura de extremo liberalismo económico típica de sus antecesores, defendió el estatismo y con tal conducta tendió un cabo hacia el batllismo del Novecientos."

Ver:
Barrán, J.P y Nahum, B. "El problema nacional y el Estado: un marco histórico" en CINVE: "La crisis uruguaya y el problema nacional" Montevideo, 1984. Páginas 18, 19 y 20.

Biografía del dinero: abajo la escuela neoclásica! | APHU

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lunes, 16 de septiembre de 2013

Nazis : Los archivos perdidos 2ª GM - Documental con imágenes inéditas d...

Orígenes intelectuales del batllismo: Clases medias e ideología por Germán Rama.


El análisis en términos de estratificación que realiza el observador o el científico, no implica que los individuos y los grupos sociales de aquél periodo, se sintieran identificados en términos de clase social. Por un lado la movilidad social fue tan intensa que no permitió la consolidación de grupos en ciertos niveles sociales. Cada nueva olead de inmigración pasaba a ocupar las posiciones más bajas que detentaba la anterior y ésta suficientemente socializada en la vida urbana, estaba en condiciones de aspirar a otras posiciones. Las clases medias tenían un orígen proletario o campesino tan reciente que no rechazaron la vinculación con los estratos inferiores sino que se identificaron con ellos en términos de una ideología igualitaria para la cual las posiciones se conquistan por ascenso individual y el sistema de estratificación es admitido como un modelo de recompensas y sanciones a la incapacidad o capacidad de ascender.
De la ideología surge una concepción del Estado de contenido socialista pequeño-burgués, como anotaba Carlos Marx en las clases medias francesas a mediados del Siglo XIX, consistente en reclamar de él la protección social, la apertura de oportunidades, la limitación al capital monopolista extranjero, ya que no había una burguesía como grupo social urbano con control de los medios de producción en el sector secundario, la protección a la pequeña empresa, la acción económica directa del Estado a cargo de servicios públicos que ofrecieran productos o servicios que facilitaran o consolidaran la pequeña empresa, a la vez que defendiera al consumidor.
La noción de consumo estaba en la base de la mayor parte de las reclamaciones de participación: educación acceso a la vivienda, distribución más igualitaria del ingreso, recreación, protección a los débiles, Etc. Son muy significativos a este respecto os artículos publicados por el diario "El Día" sobre temas laborales escritos por Domingo Arena en 1905 en los que se apoyaban las reclamaciones de mayores salarios obreros, no de acuerdo a una teoría de la participación en el control de los medios de producción o de socialización de los mismos, sino fundamentándolas en el derecho al consumo y al bienestar y en la conveniencia de salarios altos como forma de obtener un alto consumo social, sustento de un sistema productivo concebido como funcionado exclusivamente para el mercado interno y de carácter autosuficiente.
La aspiración de participación es simultánea, en la etapa de ascenso de las clases medias, es decir hasta los años 30, con una fuerte vocación por el desarrollo, entendido como incremento de producción ajo control nacional. La presión de las clases medias proviene de una sociedad urbana de pleno empleo, pletórica de innovaciones y compuesta por individuos y grupos sociales de predominio extranjero que no tuvieron dificultades de incorporación a la sociedad receptora. Entre los inmigrantes europeos predominaba un proyecto de partida en el que la movilidad individual se representaba como acceso a los bienes. La mayor parte de ellos provenía de los sectores rurales de países en los que no existían canales de participación política para las masas. Al trasladarse a un país extranjero aceptaban el presupuesto tácito de que la participación política les iba a ser negada en principio. El status individual en los países de orígen era bajo, más bajo de lo que lograron en la participación del consumo y aun en la propiedad en la sociedad receptora. Al reconocimiento de su identidad como grupo correspondián una definición del rol de los inmigrantes en la sociedad. La línea de separación de roles fue fácilmente establecida porque los notables se autodefinieron esencialmente como estamento político y cultural, delegando en los extranjeros los roles económicos de la sociedad.
La definición estamental facilitó en un primer momento la incorporación de los extranjeros a la propiedad de la tierra y a la constitución de una importante nueva clase alta agro-exportadora con considerables contingentes extranjeros. La pérdida del poder económico exacerbó entre los notables la concepción elitista-manifestada en el plano político por Julio Herrera y Obes y en el plano cultural por  Rodó- con las connotaciones de restriccionismo en el acceso al poder para las clases medias emergentes y el refinamiento social como forma de trazar la "barrera" entre los individuos.
La reivindicación por la participación política no provenía de grupos marginales a la producción, sino de grupos sociales con conciencia de su papel estratégico en la economía, con conciencia orgullosa de su condición artesanal o productora, que en virtud de ello reclaman la intervención en el sistema de decisiones políticas y el acceso a un tipo de bienes hasta ahora negado y que confería el prestigio social más aparente: la educación formal.
El carácter común de los grupos ascendentes es la definición como trabajadores, como pueblo creador de una nación concebida como organización social racional. El proceso se desarrolla en una sociedad en que, si bien depende de las sociedades de economía imperialista, las trabas al cambio social y al descubrimiento de una identidad nacional no provienen del exterior, sino que son internas al sistema político. La integración social se realiza en el sistema de poder concebido como expresión de la nación tanto en su faz de desarrollo como creación de riquezas colectivas, las expresiones del batllismo de nacionalización y creación de empresas del Estado como defensoras del país tenían sentido en ese periodo, como en la faz de modificación de los mecanismos de distribución de ingresos provenientes del sector exportador. La participación política de las clases medias crea un equilibrio de poder entre los poseedores de los medios crea un equilibrio de poder entre los poseedores de los medios de producción agropecuarios y los sectores urbanos. Mientras el Estado fue el agente eficaz del desarrollo económico dentro de la situación de equilibrio, las relaciones fueron favorables a la clase media dirigida por una burocracia política. En ningún momento las clases medias detentaron el poder de por sí, sino que el batllismo de la etapa inicial que las representaba sólo lograba  retener el poder por un complejo sistema de alianzas con los sectores políticos que representaban los intereses agro-exportadores tanto en el Partido Colorado, los riveristas, como en el Partido Blanco que en esa etapa aparecía vinculado a la organización representativa del latifundio: La Federación Rural.
Ver:
Rama, Germán W, . El Ascenso de las Clases Medias. En Enciclopedia Uruguaya, número 36, Páginas 117 y 118. ARCA, junio de 1969

Piotr Kropotkin « Factoria Historica

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