Datos personales

domingo, 7 de agosto de 2016

La Presidencia del Dr. Julio Herrera y Obes. 1890-1894.


Julio Herrera y Obes nació el 9 de enero de 1841 hijo de Manuel Herrera y Obes y Bernabela Martínez. Nieto a su vez del Dr. Nicolás Herrera. Por parte materna era nieto del rico hacendado y comerciante Juan Francisco Martínez. Por lo tanto era uno de los hijos del patriciado nacional. Estudió la carrera de Derecho, aunque nunca se presentó a retirar su título. En 1865 fue nombrado secretario del General Flores y con él combatió en la Guerra del Paraguay. Al retornar se dedicó al periodismo, fue desterrado junto a José Pedro y Carlos María Ramírez por el presidente Lorenzo Batlle. Integró la generación principista de 1870, fue ministro de Relaciones Exteriores y en noviembre de 1872 integra las cámaras. Durante el gobierno del general Máximo Tajes integró la transición al civilismo. Como Presidente de la República fue el hombre de la “influencia directriz” y del “colectivismo”, también fue el “dandy”, el espiritualista, el último romántico, el crítico al espiritualismo y el Primer Jefe Civil del Partido Colorado. En forma paralela  la sociedad si integraba a la vida política. Los hijos de inmigrantes y los apellidos italianos entraban en escena sustituyendo lentamente al viejo patriciado. Comienza  la tensión entre los distintos grupos sociales ahora con los obreros y artesanos, la naciente clase media tomaba forma. Acá comienza el debate  entre los modernos partidos populares, el proletariado rural siguiendo a Aparicio Saravia y el urbano conducido por José Batlle y Ordóñez. La rivalidad entre Batlle y Herrera y Obes por el liderazgo comienza bajo estas circunstancias. Herrera y Obes representaba a los “galerudos” del colectivismo, Batlle a los integrantes del sector popular. El enfrentamiento con Batlle se desarrolla en etapas que culmina con el ocaso de Julio Herrera y Obes: el asesinato de Juan Idiarte Borda y su oposición al Pacto de la Cruz en 1897, el golpe de estado de 1898 que le hace perder la mayoría parlamentaria y su propia banca de senador, el posterior exilio y su propia muerte. Viejo, pobre de solemnidad, soltero pero enamorado de Elvira Reyes, se alojaba en un humilde piso alto de la vivienda del que fuera su mayordomo en tiempos mejores. El 16 de agosto de 1912 falleció. El Poder Ejecutivo, presidio por su enemigo político Batlle y Ordóñez le niega el decreto de honores oficiales votado por el Parlamento. El cadáver esperaba en el Cabildo, sede del Poder Legislativo, velado por voluntarios. Al día siguiente, la Asamblea General, debate en medio de un tumulto estimado en 50 mil personas, y levanta las objeciones y la multitud lo traslada la Panteón Nacional sobre sus hombros.
El Presidencialismo y la influencia directriz.
La presidencia de Julio Herrera y Obes tuvo un significado doble, en primer lugar fue vista como un triunfo del principismo y del patriciado, al que no pertenecían  ni Latorre ni Santos. Por otro lado el Partido Colorado se convierte en un instrumento de poder y será el “ verdadero soporte del Presidente, en una tendencia a concentración del poder” ( Reyes Abadie). En realidad aparece el presidencialismo legalista con formal observancia de la Constitución y conviene recordar la descripción de Alberto Zum Felde: “ En el centro, el Presidente, rodeado de un núcleo de doctores y personajes solemnes, gozando de altas prebendas(…) el ejército será un órgano presidencialista” El centralismo se hizo favoreciendo a Montevideo, en tanto que la campaña estaba sometida a la ley, a una administración a un Presidente que se manifestaba abiertamente hacia una concepción unitaria del Estado.  La presidencia de Julio Herrera se sostenía en el concepto de la influencia directriz que fue enunciada por él mismo en el Mensaje enviado a la Asamblea General el 15 de febrero de 1893: “ Es indudable que el gobierno tiene y tendría siempre, y es necesario y conveniente que la tenga, una poderosa y legítima influencia en la designación de los candidatos del partido gobernante y entonces del que puede acusársele es del buen o mal uso que haga de esa influencia directriz; pero mucho menos podrá decirse racionalmente que el ejercicio de esa facultad importa el despojo del derecho electoral de los ciudadanos”. Herrera tenía una concepción aristocrática del poder, este debía ser ejercido por los más cultos. El resultado de esta política fue la formación del colectivismo, un grupo cerrado y exclusivo dentro del Partido.
Batlle y Ordóñez lucha contra el fraude electoral
En noviembre de 1890, en plena crisis económica, debían realizarse elecciones legislativas. El Partido Nacional se abstiene de participar declarando grandes irregularidades en el registro cívico, en tanto era el propio Batlle el que denunciaba con más vehemencia aun  el manejo fraudulento de las elecciones. Se acusaba, por parte de Batlle, directamente a Herrera y Obes de la comisión de fraudes y en acto político realizado en 1920 recordaba: “ Herrera y Obes ordenó que se llevara a su casa el registro cívico del departamento y lo hizo reformar desde la cruz hasta la fecha agregándole inscripciones fraudulentas(…)no resultó electo un solo diputado cuya candidatura no hubiera sido del beneplácito del doctor Herrera” en tanto que ante el hecho real en Minas El Día denunciaba: “ Esta elección de Minas, en la que se ha pasado por encima de todo para llevar al senador Prudencio Ellauri, cuya significación política no va más allá de las que le dan sus vinculaciones con el presidente de la República, es un colmo de vergüenza. Manejos en intrigas electorales que han rebajado al Poder Ejecutivo hasta el nivel en que actúa un núcleo de traficantes en política” Batlle estaba en este momento  en la tarea de organizar el Partido Colorado sobre las bases de la participación popular a través de los Clubes Seccionales como expresión de las clases medias.
Obra de la administración Herrera y Obes.

En 1890 fue sancionada la ley 2096 que se convirtió en el estatuto inmigratorio del Uruguay. La gran crisis económica de 1890 opacó la aplicación de esta ley. Esta ley tendía a favorecer el desarrollo agrícola. En 1891, la Asamblea autorizó el cambio del nombre del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública por el de Ministerio de Fomento. Se cumple un auge ferroviario alcanzando la red a 1572 km. Por lo tanto en su período se avanzó en la modernización pero fue marcado por la crisis económica.  Se firmaron tratados de navegación con Francia y Alemania. Se unificó la deuda pública transformada en deuda consolidada del Uruguay mérito de la gestión del doctor José Ellauri y Obes en Londres en 1891. Se iniciaron las obras de la construcción de la Universidad de la República y la Estación Central de los Ferrocarriles.

sábado, 30 de julio de 2016

Anclado en el Pasado, 100 años después. José Batlle y Ordóñez y la derrota de 1916.



Feliciano Viera iba a resolver todos los problemas políticos en forma simultánea mediante una negociación entre los nacionalistas, colorados y anticolegialistas colorados sobre la reforma constitucional. El objetivo de Feliciano Viera era superar tácticamente en votos a Batlle.
El 30 de setiembre de 1916 los nacionalistas comienzan su acción publicando su Proyecto de Reforma Constitucional. Se parecía más al trabajo de un Corte de Apelaciones que el formular una nueva Constitución. El proyecto tenía como fundamento la pureza electoral. El Presidente de la República y el Vicepresidente serían electos por un Colegio Electoral con voto secreto. Los miembros del Colegio Electoral serían elegidos por votación proporcional por los votantes con voto secreto. El registro de votantes y el voto serían obligatorios. Los departamentos tendrían gobiernos departamentales en sus capitales y principales ciudades. El Presidente continuaría nombrando al Jefe Político de cada departamento: “El Estado no sostiene religión alguna. Reconoce a la Iglesia Católica el dominio de todos los templos que hayan sido construidos, total o parcialmente con fondos del Erario Nacional. Declara también exentos de toda clase de impuestos a los bienes destinados o consagrados al culto de las diversas religiones”
Este proyecto facilitaba  a los nacionalistas elegir a un Anticolegialista como Presidente de la República. En el Colegio Electoral nacionalistas y anticolegialistas podían acordar el voto para un candidato anticolegialista.  Batlle fue el único crítico con fundamentos del proyecto nacionalista. Don Pepe prefería una elección directa del Presidente de la República, podría aceptar un Colegio Electoral pero no uno elegido por representación proporcional sosteniendo “ un deplorable error que no puede producir otra cosa que un calamitoso engendro de camaraderías logradas al bajo precio de la renuncia a las ideas y de las concesiones acomodaticias de los peores intereses” El fundamento era que el parlamentarismo funcionaba bien en el exterior pero no en el Uruguay y que dejar a las iglesias construidas con fondos públicos en manos de la Iglesia Católica y eximirla de impuestos “ es una manera de sostener constitucionalmente el culto aparentando que no se sostiene”.
Feliciano Viera acelera el proceso y el 2 de octubre de 1916 en su periódico publicó la noticia de que el voto nacionalista para elegir a un anticolegialista como Presidente de la Asamblea Constituyente era “ un acto de evidente hostilidad al Presidente de la República que no podía de ningún modo mirar con buenos ojos una resolución que tiende, evidentemente a contrariar sus tendencias de armonizar y suavizar las aspiraciones políticas del momento” (La Razón,4 de octubre de 1916). Para explicar el alcance de esta nota se reúne con su ministro anticolegialista Amézaga y que la intención era calmar las relaciones y aspiraciones entre los nacionalistas y anticolegialistas. Gallinal, que fue al autor de la idea de nombra un presidente anticolegialista visitó a Amézaga para informarle que la idea no era contra el Presidente de la República. Nuevamente el periódico de Feliciano Viera incide  sosteniendo: “ el Presidente de la República mediará de un momento a otro ante la Convención de Constituyentes Colorados para que estudie la mejor manera de cambiar ideas con los constituyentes nacionalistas sobre los puntos más fundamentales de la reforma”(La Razón, 7 de octubre de 1916)
Batlle criticó el accionar del Feliciano Viera: “ Aclárese todo esto. Digase al fin a donde va y lo que se quiere. El País tiene derecho a saberlo. Y termínese con este atropellamiento de sucesos y cosas que dan la sensación de lo incierto e inestable. Y el Partido Colorado sobre todo, en estas elecciones, ha de saber qué rol desempeñar por él mismo” (El Dia, Acciones y hechos, 9 de octubre de 1916). Días después Batlle agregaba: “seguiremos fieles a nuestras ideas porque si la derrota del 30 de julio demostró una falta de organización en nuestras fuerzas partidarias, no demostró de ningún modo que estuviéramos equivocados en nuestro programa de adelanto moral y material”(El Día, 12 de octubre de 1916).  Al día siguiente a las 3 de la tarde el mediador anticolegialista para la unidad colorada, Blas Vidal se reúne con Feliciano Viera y este le informa:” que no tendría ningún inconveniente en propiciar una solución rápida ante las autoridades de su Partido pero consideraba como condición indispensable que los anticolegialistas redujeran sus pretensiones deducidas en la gestión anterior”. Paralelamente Rodolfo Mezzera el delegado colorado y hombre de confianza de Viera invitó a los delegados Nacionalistas y Anticolegialistas a un encuentro para “estudiar la posibilidad de un acuerdo sobre los puntos más fundamentales de la reforma” (La Razón, 14 de octubre de 1916).
Era el tiempo del contubernio entre nacionalistas y anticolegialistas y un discurso de Emilio Frugoni citado por el Dr. Caetano en la República Conservadora  que resume lo ocurrido hace 100 años y la efervescencia hoy entre antibatllistas y oportunistas:

“ El Partido del Poder ha renegado por completo de aquel hermoso y avanzado programa de reformas que Batlle quisiera hacer verdad y que fue sustentado por todos los colorados, cuando creían que Batlle había descubierto el secreto de conservar al Partido en una situación inconmovible, pero que aquellos y el Presidente de la República en su célebre manifiesto repudiaron al sentir que algunas de esas reformas haría peligrar las posiciones del Partido(…) no es lógico entonces que la clase trabajadora vote por el Partido del Poder que hoy no tiene programa porque repudió el de Batlle, que hasta ayer era el mejor”