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jueves, 30 de diciembre de 2010

Aproximación al terrismo. Fragmentos tomados de la WEB:http://www.cx4radiorural.com/wr/tomo_5_parte_2.pdf

Estos fragmentos forman parte del excelente trabajo de
Walter Rela. La totalidad del mismo la encuentran en

http://www.cx4radiorural.com/wr/tomo_5_parte_2



WALTER RELA
5
Parte II
1931-1967



Gabriel Terra, nació en Montevideo el 1º de Agosto de 1873, siendo sus padres
el Dr. José Ladislao, prestigioso economista y Da. María Joaquina Leivas. El origen
es lusitano y obtiene su título de abogado a los 22 años. Comenzó siendo Juez de
Paz, Diputado, Constituyente miembro de comisiones y delegado uruguayo a reuniones internacionales siendo Ministro en la época del Presidente Williman, en la
de Brum e integrante del Colegiado del 25 al 30. En los comicios del 30 de noviembre del Año del Centenario, su Partido obtiene 165.827 votos, frente a los nacionalistas que teniendo 150.642, daba al Partido Colorado 15.185 sufragios de mayoría.
El Dr. Gabriel Terra fue entonces el 23º Presidente que pasaba a ocupar la 26ª
Presidencia de nuestra historia.
En un conflicto de poderes Colegiado-Presidencia, en la noche del 31 de Marzo
de 1933 el Dr. Terra, al serle rechazadas medidas extraordinarias, disolvió las Cá-
maras, pasando, desde ese momento, a ejercer un gobierno “de facto”. Convocada
una Convención Nacional Constituyente se reforma la Carta Magna y, por vía de
excepción, el próximo Presidente lo elegía ese organismo. El 21 de Marzo de 1934,
el Dr. Terra fue designado para la 27ª Presidencia hasta 1938 y Vice-presidente el
Dr. Alfredo Navarro.
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Presidiendo el Dr. Juan B. Morelli, se inviste a los Dres. Terra y Navarro el 18 de
Mayo. Se registra entonces aquel violento episodio, cuando el Dr. Frugoni interrumpió con la frase “¡ese juramento no tiene valor, porque el Dr. Terra no cumple lo que
jura!” siguiendo un tumulto, siendo sacado violentamente de sala el legislador.
Terminado su período de gobierno, el Dr. Terra vivió hasta el 15 de Setiembre de
1942, en que falleció en Montevideo a los 69 años de edad.
REGIMEN TERRISTA
La personalidad del Dr. Gabriel Terra
“Al asumir la Presidencia Gabriel Terra tenía cincuenta y ocho años de edad.
Abogado de profesión, era el hijo mayor del Dr. José Ladislao Terra -graduado en
Brasil, hombre de confianza del Barón de Mauá y Ministro de Gobierno del Gral.
Santos-.
Su personalidad era contradictoria y controvertida: en 1910 negó su voto a la
segunda candidatura presidencial de Batlle, en 1923 había cuestionado al Colegiado. Batlle le había increpado públicamente su asistencia a la ceremonia religiosa de
la boda de su hija; Terra nunca le perdonó su intransigencia.
Había presidido la Unión Industrial Uruguaya y tenía intereses en empresas industriales (bebidas y oxígeno). Familiarmente estaba vinculado al sector rural y
exportador: era nieto de un propietario rural; su esposa María Ilarraz era hija de un
hacendado; una hija suya se había casado con el barraquero Alberto Puig.
Dos de sus primeros actos -como presidente- fueron polémicos y de signo
modernizador: prohibir el uso de grillos pesados para asegurar a los presos; recomendar a los jefes de Policía tomar indistintamente a ciudadanos blancos o de color.
Sin embargo, adoptaría otras actitudes aun mucho más polémicas: no asistir a
las sesiones de la Agrupación Colorada de Gobierno; desechar la candidatura del
General Julio César Martínez a la Jefatura de Policía de Montevideo -desoyendo el
parecer de la Agrupación- y darle el cargo a su hermano político, el coronel Baldomir;
nombrar en su primer ministerio al vierista Espalter, el terrista Mañé y el neutral
Juan C. Blanco”. [Tomado de Raúl Jacob, El Uruguay de Terra, 1931-1938, Montevideo, EBO, 1983, pp. 19/20].
El autoritarismo presidencial
Informe confidencial del ministro inglés, Mitchel, en el Uruguay al Foreign Office
en 1931:
“El futuro se relaciona con el presidente, quien ha plenamente justificado la impresión de que de ninguna manera se resigna a ser una mera figura decorativa. Para
un hombre de la dinámica personalidad del Dr. Terra las limitaciones que la Constitución procura imponer sobre la principal magistratura no se adaptan a su temperatomo5-12.pm6 419 14/08/00, 12:16 p.m.420
mento y resiste someterse a ellas. Como él clamorosamente lo admite en conversaciones privadas, sus acciones son frecuentemente inconstitucionales; él avanza donde el Consejo Nacional de Administración y sus ministros temen o no se atreven a
actuar. […]
A despecho de las reprimendas de la otra rama del Poder Ejecutivo, él continúa
invadiendo el territorio del Consejo, con el resultado de que el presidente de la
República después de un lapso de varios años, ha asumido una vez más una preponderancia fundamental en los asuntos públicos, mucho mayor que la que quienes
reformaron la Constitución le atribuían. Tal conducta de parte del hombre que aceptó la presidencia en el entendimiento de que él debía cooperar con los batllistas para
abolir la presidencia e implantar un definitivo colegiado, no es un pequeño detalle”.
[Tomando de Juan Oddone, Uruguay en los años 30, Montevideo, Fundación de
Cultura Universitaria, 1989, p. 49].
En: Trochón-Vidal, El Régimen Terrista

LA PRIMERA PRESIDENCIA DEL DR. GABRIEL TERRA (1931-1933).
Con el marco de esta preocupante situación económica, social y política, llegamos a las elecciones de 1930.
El Partido Colorado estaba profundamente dividido y luego de trabajosas negociaciones resolvió presentar tres candidaturas. La del Dr. Gabriel Terra por el sector
batllista, a pesar de su personalidad contradictoria y su identificación moderada, tantas veces cuestionada dentro de filas, incluso por los hijos de Batlle; la del Dr. Federico Fleurquin, considerado “neutral”, aunque cercano al batllismo y muy vinculado a
los círculos empresariales, apoyado por “El Día”; y la del Dr. Pedro Manini Ríos,
representante del “riverismo” conservador. Además, y esto fue piedra de escándalo, se
estipuló el compromiso, refrendado por la Convención Colorada Batllista, de que si el
sector riverista aportaba al lema partido el 17.5% o más de los sufragios, el candidato
electo renunciaría a favor de Manini Ríos, entregándole la presidencia de la República. Este mecanismo fue denominado en la época “handicap” (o ventaja).
El acuerdo colorado fue considerado anticonstitucional e incluso inmoral por los
dirigentes del Partido Nacional, como lo hicieron saber a la opinión pública el Directorio, los senadores y la prensa partidaria. Aun en una “cultura de negociadores
y votantes”, como algún observador caracterizó a nuestra sociedad, el asunto del
“handicap” resultó algo muy difícil de aceptar.
También los nacionalistas estuvieron divididos. El Dr. Luis Alberto de Herrera
perdió su carácter de candidato único y enfrentó ya no sólo la disidencia del radicalismo blanco, sino también la del sector “doctoral” que postuló al Dr. Eduardo
Lamas.

Por su parte, el Comité de Vigilancia Económica, promovió en vísperas de los
comicios un “paro patronal” de 48 horas contra la iniciativa batllista de salario
mínimo, repudió las candidaturas de ese sector e hizo saber de sus simpatías hacia
las candidaturas de Herrera y Manini Ríos. Por su parte, los grupos medios y populares de la sociedad volcaron su apoyo al batllismo, rechazando las propuestas conservadoras y exigiendo enfrentar a la crisis con medidas más radicales.
El escrutinio arrojó una victoria colorada de 165.827 votos contra 150.642 nacionalistas. Como el riverismo obtuvo 28.882 y sólo logró un 17.3% de los sufragios, no fue necesario hacer uso del “handicap”.
El resultado electoral arrojó una insólita -por lo amplia- diferencia de 15.000
votos (en las elecciones presidenciales de 1926, la diferencia había sido de 1.524
votos del Partido Colorado sobre el Partido Nacional) entre ambos partidos, lo que
hizo decir al Dr. Gustavo Gallinal que después de más de una década de tensión
electoral, se “había roto el equilibrio de fuerzas entre los dos grandes partidos”.
Esta realidad fue muy difícil de aceptar dentro del Partido Nacional, Herrera criticó
muchas actitudes internas, se opuso a la permanencia de nacionalistas en los Entes
Autónomos, denunció duramente “la intransigencia” posible de Terra y previno contra
la idea de que se volviera a querer implantar el colegiado integral, al cual había
dado su aprobación Ismael Cortinas, del ala “doctoral”.
Cuando en enero de 1931 se reunió el Congreso Nacionalista para elegir el nuevo Directorio, el sector doctoral quiso imponerle determinadas condiciones para
elegirlo Presidente del mismo, que Herrera rechazó. Pero quedó en minoría y renunció a su puesto. La escisión estuvo planteada y cuando se consumó, el herrerismo
tomó un camino, y el denominado “nacionalismo independiente” otro diferente.
Recién en 1958 esos caminos se volverían a encontrar.
Si las dificultades de la oposición no permitieron esperar de ella una acción
política coherente, las primeras medidas del presidente Terra mostraron la independencia con que se manejaría respecto a los apoyos políticos que lo llevaron a la
primera magistratura. Se negó a asistir a las sesiones de la Agrupación Colorada de
Gobierno, organismo donde las diferentes fracciones del partido concertaban la
acción gubernativa, estableciendo acuerdos, etc. , y no dio mayor importancia a sus
decisiones. Los nombramientos en las diferentes Secretarías de Estado, (Espalter,
vierista; Mañe, terrista; Juan Carlos Blanco, neutral; y la de su propio hermano
político, el Cnel. Alfredo Baldomir, como Jefe de Policía de Montevideo), entre otras
medidas, determinaron que “el gran desencantado” de la situación, como consignó
la prensa del sector, fuera el batllismo. Este, por su parte, tenía una clara mayoría
en el Consejo Nacional de Administración y no era difícil presagiar el enfrentamiento entre las dos ramas del Poder Ejecutivo.
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Por su parte, la crisis económica y sus secuelas de polarización social se agravaron: desocupación, carestía, depreciación de la moneda, constantes incidentes polí-
ticos, incluso con muertos y heridos. Los índices con que cerró 1930 no pudieron ser
más preocupantes; por ejemplo, había 30.000 desocupados, lo que equivalía aun
tercio de los asalariados en la industria manufacturera. Tampoco 1931 mostró mejores auspicios: entre abril y octubre, el valor del peso cayó en un 60% y el volumen
anual de las exportaciones fue 18% más bajo que en 1930.
En este contexto, el Consejo Nacional de Administración quiso aplicar su plan
para enfrentar la crisis, lo que es desarrollado en otra parte de este volumen. Interesa destacar aquí en esta política fue implementada, especialmente por el batllismo y
el nacionalismo independiente, procurando el contralor de la banca, el cambio de
moneda y el comercio exterior, suspensión de la amortización de la deuda externa,
protección a la industria y la actividad productiva nacional, reducción del déficit
fiscal, ampliación del dominio industrial y comercial del Estado, etc.
Esta política quiso hacer pagar el costo de las soluciones a todos los sectores
sociales, no viendo que, en realidad, cada uno buscó que fueran los otros los que
asumieran las cargas mayores. Como consigna Raúl Jacob, cada sector socio-económico tuvo algún motivo para estar en contra del Consejo Nacional de Administración. El capital extranjero y el comercio importador reclamaron por los controles
financieros y comerciales del Estado. El sector agropecuario y exportador protestó
porque recibió por sus productos cotizaciones en una moneda devaluada. Los industriales se quejaron de los avances del estatismo y de la legislación social. Los propietarios de bienes raíces, por las rebajas de los arrendamientos y el aumento de los
impuestos. Los empleados públicos, por la disminución o congelamiento de sus sueldos. Los pasivos, por las dificultades para percibir sus ya menguados haberes. Los
obreros y asalariados, por la escasez de trabajo, la pérdida del poder adquisitivo de
su salario y la suba de precios.
Esta situación explicaría la relativa orfandad en que se encontraron las instituciones el día en que fueron derribadas, poniéndose de relieve que todos los sectores,
incluso los populares que más habían sufrido la crisis, carecieron de la voluntad de
salir a defenderlas. La obra de los poderes constitucionales, más allá de sus relativos éxitos económicos, fue un fracaso socio-político y careció de apoyos firmes y
decisivos.
Pero, además, el Gobierno dio otro motivo para el descontento generalizado y la
crítica política. El batllismo (con cuatro votos en el Consejo Nacional de Administración” y el nacionalismo independiente (con importante representación en el Senado) hicieron un pacto en octubre de 1931 que abarcó diversas medidas para enfrentar la crisis económica. Algunas (aumento de la Contribución Inmobiliaria) acentomo5-12.pm6 422 14/08/00, 12:16 p.m.423
tuaron el descontento de las clases altas y la prédica golpista del Comité Nacional
de Vigilancia Económica; otra (impuestos a los sueldos de los funcionarios públicos) crearon el disgusto de vastos sectores populares, ya sacudidos en su capacidad
adquisitiva, enajenándole así al Gobierno importantes apoyos sociales.
Como si fuera poco, el pacto entre el batllismo y el nacionalismo independiente
reorganizó los Directorios de los Entes Autónomos mediante una cuotificación polí-
tica (dos tercios a la mayoría colorada y un tercio a la minoría nacionalista) y el
reparto de los puestos administrativos y de servicio, lo que llevó a Herrera a tildarlo
de “pacto del chinchulín” y abrir una violenta campaña antigubernamental con la
consigna de “repudio a la política de empleo”. Para completar el amplio espectro
de enemigos creados por el Pacto, las empresas multinacionales del petróleo demostraron profunda inquietud -que debió traducirse en apoyo al golpe de Terra- ante la
creación de un ente estatal que monopolizaría los combustibles, la Administración
Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP), también prevista en el acuerdo.
Todas estas medidas, que provocaron otras tantas discrepancias en el seno de la
sociedad uruguaya, escindieron a la opinión pública, y la virulencia con que se
atacó o defendió el Pacto fue, sin duda, otra de las razones de la creciente desestabilización institucional. A ello se agregó el permanente tema de la reforma de la
Constitución, especialmente el mantenimiento o no del Consejo Nacional de Administración.
Una profunda línea de desacuerdo dividió al país: de un lado, herreristas y sectores no batllistas del Partido Colorado, enemigos de la creciente intervención estatal
en la economía y partidarios de una rápida reforma constitucional; del otro, batllistas,
nacionalistas independientes, radicales blancos y socialista, buscando soluciones a
la crisis a través del aumento del estatismo, el enfrentamiento a las propuestas conservadoras, y contrarios, los primeros, a un cambio de la Constitución que podría
alejarlos del Poder. Faltaba saber para qué lado se volcaría el Presidente, pues su
peso resultaría decisivo para inclinar la balanza en este “empate” de intereses socio-económicos y perspectivas políticas.
En: Nahum, o.c.

 La polarización política

A fines de 1931 las amenazas más directas a la estabilidad institucional llegaron
por tres vías diferentes: a) los movimientos revolucionarios de Nepomuceno y
Villanueva Saravia, caudillos nacionalistas de la frontera noreste del país, que fueron magnificados por la prensa; b) la denuncia de un presunto golpe comunista en
Montevideo, lo que motivó el cierre del diario “Justicia” y de varios locales partidatomo5-12.pm6 423 14/08/00, 12:16 p.m.424
rios y la prisión de dirigentes. Sirvió además para reclamar una reforma dura del
Código Penal, promulgar la ley de restricción a la inmigración, etc.; y finalmente, c)
el rumor constante de una “marcha sobre Montevideo”, especialmente de las fuerzas “vivas” del agro, promovida oficiosamente por el herrerismo, que hacía recordar a la famosa de Mussolini sobre Roma.
El Presidente Terra, ya convencido de que no tenía espacio político para actuar,
había comenzado sus giras por el interior promoviendo una reforma constitucional
que consideró indispensable por la “deficiente” gestión del Consejo Nacional de
Administración ante la gravedad de la crisis económica nacional. Por ejemplo, en
setiembre de 1931 afirmó: “…Hemos dejado llegar a los últimos extremos la crisis
actual sin que un plan de defensa concertado en el seno del Poder Ejecutivo y prestigiado en el Parlamento nos librara de la desvalorización de nuestra moneda, de la
desocupación de nuestros trabajadores y del empobrecimiento del comercio y de las
industrias nacionales”.
Durante 1932, los discursos del Presidente en el interior pasaron de la crítica
política a la prédica de una reforma de la Constitución mediante plebiscito directo,
propuesta no prevista en ella, e incluso cuestionó la propia labor parlamentaria. Su
Ministro de Gobierno, Dr. Alberto Demichelli, fue mucho más allá: “en la presidencia de la República el Dr. Terra y sus ministros; en el Consejo Nacional una mayoría
colorada que discrepa, a menudo, con el Dr. Terra; en el Senado una fuerte mayoría
nacionalista; en la Cámara Baja una ínfima minoría del Partido Nacionalista decidiendo con su voto los pleitos de los grandes partidos. Por tal motivo bien se puede
decir que nadie gobierna, ni nadie orienta, que nadie dirige nada en este país. El
Estado carece de timón y marcha a la deriva, porque tiene cuatro voluntades distintas, tirando cada una por distinto lado”.
De esta forma, para la prédica presidencial la necesidad de reforma constitucional no fue un mero problema de cambio institucional, sino de salvación nacional. El
principal vocero terrista, “El Pueblo” y “El Debate”, portavoz herrerista, agregaron nuevas críticas hacia los batllistas y nacionalistas independientes y hacia el
Gobierno: ineficiencia, despilfarro, primacía de una minoría irresponsable y corrupta
que aprovecha de una constitución totalmente inadecuada para satisfacer mezquinos intereses personales y de grupo, etc.
En noviembre de 1932 se efectuaron las elecciones nacionales para renovación
parcial de miembros del Consejo Nacional de Administración. Los herreristas y
riveristas proclamaron la abstención y el total de votantes descendió en un 50%
(317.980 en 1930, 160.625 en 1932).
Para el presidente estos comicios fueron “algo así como la muerte democrática
del régimen constitucional en vigencia”. Pero ni Herrera, ni Manini ni el propio
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Terra estaban en condiciones de hacer efectiva una reforma constitucional por vía
legal, pues carecían de mayoría en las cámaras. Tampoco estuvieron dispuestos a
esperar la resolución del tema a través de los caminos previstos en la carta vigente
para su reforma. Teniendo el Presidente de la República a su disposición la fuerza
coactiva del Estado (ejército y policía), el respaldo de los poderosos intereses económico-sociales conservadores y el apoyo de un sector considerable de la opinión
pública, las discrepancias entre las dos ramas del Ejecutivo y con las Cámaras, bien
podían zanjarse a través de una quiebra institucional.
En: Ibídem
 En 1931 se sanciona por parte de la mayoría formada por el batllismo y el
nacionalismo independiente la ley llamada “Pacto del Chinchulín”, que establecía
el reparto proporcional de los cargos públicos entre las fracciones que integraban el
Consejo de Administración. La iniciativa primaria había sido del Diputado Bernardo Rospide, fiel amigo de Herrera, y representaba, con otro alcance y contenido un
intento de equilibrar las posibilidades de acceso a la administración, pretendiendo
hacer efectiva la igualdad de los ciudadanos. Lo del “chinchulín”, descarnado reparto, mucho influyó en la lucha interna que se planteaba en ese momento en el
Partido Nacional. Si el proyecto herrerista era un intento de detener el exclusivismo,
el de la fracción anti herrerista fue usado como arma proselitista en la lucha interna.
La elección de 1930 marcó una nueva instancia de la lucha pero mostró al Partido Colorado alargando la ventaja sobre el Partido Nacional.
Dentro del Partido vencedor funcionó el increíble pacto electoral que se denominó del “handicap”. Consistía este en un arreglo entre el batllismo y el riverismo
mediante el cual aquel se comprometía a entregar a éste la Presidencia de la Repú-
blica si aportaba al lema común una cifra de votos que representara al 171/2 por
ciento del total. Tal acuerdo, violatorio de la Constitución, del principio de igualdad
del voto y del sufragio universal y directo, fue sin lugar a dudas un tremendo
dinamizador del fervor electoral del coloradismo, exigiendo al máximo a ambas
agrupaciones pactistas.
Con la elección del año 30 se cierra una etapa de la vida del país. Al renovarse el
tercio del Consejo de Administración en 1932, se proclama la abstención por parte
de Herrera y del sector riverista que venía coincidiendo con el líder nacionalista y
su grupo en la crítica al sistema de organización del Ejecutivo. Para Herrera, campeón del sufragio, cuya personalidad de conductor se había formado en la permanente incitación a participar en el comicio, fue una decisión difícil. Advertía que el
régimen, tal como se había ido deformando en la práctica, empantanaba al Partido
Nacional material y espiritualmente, en la inoperancia de la deliberación, alejándotomo5-12.pm6 425 14/08/00, 12:16 p.m.426
lo de la lucha frontal. Más de la mitad del electorado total que concurrió a votar en
las elecciones de diputados en 1931, se abstuvo en el 32. El nacionalismo independiente, que concurre a las urnas, obtiene los cargos de la minoría del Consejo de
Administración y cree llegado el momento de enfrentar y vencer a Herrera. Pero por
encima de la crisis, dos hombres comienzan a coincidir en las grandes líneas. Herrera
y Terra serán los actores principales del tiempo difícil que se avecina.
En: Lacalle, o.c.
LA CAMPAÑA REFORMISTA DE 1931
Consecuentemente con mis viejas ideas y fiel al deber que me imponían las circunstancias del momento, elegí así el tema de la reforma constitucional en las diversas conferencias que pronuncié durante el año 1931 en Flores, Tacuarembó, Salto,
Paysandú, Fray Bentos, Florida, etc. Eran los míos discursos de crítica y de análisis, encaminados a penetrar en el pensamiento colectivo, buscando su ordenada
orientación.
La viva repercusión y el eco tumultuario que provocaron mis palabras me convencieron plenamente de que el problema planteado tenía la entidad de un verdadero problema social. Lo que fue evidencia para mi espíritu, lo era también para el
espíritu sagaz de la muchedumbre. La cuestión de la reforma constitucional estaba
ya profundamente enraizada en el alma misma de la Nación, que la comprendía y la
sentía en carne propia de igual manera que el gobernante que avizorando el porvenir, planteaba el problema con indiscutido acierto.
Los defectos del régimen constitucional habían llegado a todos los espíritus.
Frente al espectáculo desolador de la economía nacional, pude afirmar en la
ciudad del Salto, como la crítica más certera dirigida al régimen imperante, que
“carecía el Gobierno de un plan integral para combatir la crisis”.
Y esta grave acusación formulada en Setiembre de 1931, era abonada todavía
por los siguientes hechos incontrovertibles:
“Las medidas tomadas hasta ahora son insuficientes para resolver la situación
financiera, porque los recursos votados no alcanzan a hacer el equilibrio del presupuesto y fatalmente tendremos que pasar por la penitencia de nuevos gravámenes,
según la expresión de un estadista francés en los momentos en que su país atravesaba una crisis monetaria.
En: 31 de Marzo, o.c.

GABRIEL TERRA

“Terminar de cualquier modo este estado de cosas”.
El proyecto batllista remontaba a diez años atrás. Lo fundamentó Batlle y Ordóñez
con estas palabras: “La República envía al exterior en pago del alcohol, kerosene y
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bencina que consume, más de seis millones de pesos por año. Una buena parte, pues,
del oro que entra en ella a cambio de sus productos, vuelve a salir inmediatamente a
cambio de esos artículos. Y esa masa de oro que se va, al par que aminora nuestra
riqueza, contribuye poderosamente en estos momentos a inclinar en contra de nosotros la balanza del comercio internacional y a forzarnos, por tanto, a pagar diferencias de cambio como las bases que agobian a nuestra importación. La República
puede, no obstante, empezar casi de inmediato a librarse de ese enorme tributo,
produciendo ella misma el combustible que necesita… y puede ahorrar anualmente,
mediante su propia industria, lo que ahora paga a la industria extranjera sin necesidad”(552) (1921).
Tuvo que transcurrir una década entera culminada dramáticamente con la crisis
del capitalismo para que lo aprobaran, en el marco de medidas defensivas que vimos
adoptar. La creación de ANCAP, en octubre del año 31, otorga el cometido de “explotar y administrar el monopolio de alcohol y carburante nacional, importar, rectificar y vender petróleo y derivados y establecer fábricas de portland” (553) al ente
del Estado. Le reserva al Estado el derecho exclusivo de importar y exportar carburantes líquidos, semilíquidos y gaseosos… cuando las refinerías del ente produzcan,
por lo menos, el 50% de la nafta que aquí se consuma. Agrega que el Estado se
guarda el derecho de controlar o adquirir los transportes que juzgue necesarios
para los fines de la industria de la refinería (“en caso de adquirir barcos, sólo se
utilizarán, en su tripulación, marinos uruguayos”) (554). Luis Batlle Berres y González
Vidart, los miembros informantes, aconsejaron (en acuerdo con Eduardo Acevedo,
que será presidente del ente) desarrollar la flota petrolera y asegurar los abastecimientos mediante la compra de “crudo” en la URSS.
ANCAP afectaba intereses: los de Pedro Meillet y Compañía (que monopolizaban la destilación), los de las petroleras (Atlantic, ESSO y Shell; las dos últimas
representadas en el Uruguay por la “West India” y la “Anglo Mexican Petroleum”
respectivamente) y los de la Compañía Uruguaya de Cemento Portland (filial de
“Lone Star Cement”). Paralelamente se deben anotar:
- el descubrimiento de pozos petrolíferos en Baba Curgur (en el Irak), cuyas inagotables reservas de crudo amenazaban hacer descender los precios internacionales, en perjuicio de las petroleras; Deterding, Cadman y Teagle (el último por
Rockefeller), celebran un acuerdo, a nombre de Shell y la ESSO: un “cartel” trustifica
las operaciones y termina con la competencia entre los dos gigantes;
- la aparición en los mercados internacionales de un nuevo vendedor, la Unión
Soviética, una vez superadas sus dificultades mayores con la ejecución de su Plan
Quinquenal y abiertas las barreras del cerco imperialista; ANCAP encargó combustibles a la URSS (demoró en arribar y pudo prosperar una maniobra de las petroletomo5-12.pm6 427 14/08/00, 12:16 p.m.428
ras: adujeron que no les convenía seguir importando por las restricciones del cambio recién aprobadas y que no les alcanzaban sus reservas, conteniendo la entrega y
aumentando los precios al consumidor, el gobierno argentino ofreció abastecernos
transitoriamente, pero Terra silenció la oferta, permitiendo extender concesiones
especiales a las compañías, gravosas para el Uruguay);
El ente del Estado, al año de existir, dejaba utilidades cercanas al millón, habiendo ya instalado sus plantas de Capurro y de La Teja. Proyectaba -en un plan que
abarcaba los seis años siguientes- instalar una refinería sobre el Pantanoso, instalar otras seis afuera de Montevideo (para facilitarse la distribución) y comprar tres
barcos petroleros(*).
¿Y el Poder Ejecutivo? Maduraba otros planes y caminaba en otra dirección.
La Federación Rural, la Federación de Industrias, la Cámara de Comercio y el
“Comité de Vigilancia Económica”, que las representaba (“Comité de Vintén”, como
se le llamó con ironía), defendían de modo celoso privilegios de clases. Por eso
aconsejaban: “suspender el estudio de nuevas leyes sociales y aplazar los efectos de
algunas de las existentes”. (228) El modelo fascista, que los inspiraba, les daba la
receta: el autoritarismo.
Dirigió su ofensiva el gobierno (entendámonos bien: la presidencia) contra el
sistema constitucional porque le cercenaba poderes y mando, y encontró argumentos valederos en esos ataques al denunciar el pacto de batllistas y “posibilistas”
(blancos “independientes” de la jefatura herrerista) que se repartían las designaciones en los colegiados administrativos; “pacto del chinchulín” (525) lo bautizó
“El Debate”. (**)
(*) En la dramática sesión parlamentaria del 30 de marzo, algunas horas antes
de la dictadura, Batlle Berres reseñó esos logros: “las utilidades de la ANCAP, desde que la ANCAP está ahí (totalizan) 1:400.000 pesos; 1:400.000 pesos, habiendo
rebajado la nafta en dos centésimos, habiendo rebajado en otros tantos centésimos
el querosene y habiendo rebajado en ocho centésimos la tonelada de fuel oil”. Al
cabo de catorce meses de gestión. En cuanto a previsiones, apuntó: “Lo que se va a
gastar con las utilidades solas en el primer quinquenio, son 10:000.000 de pesos en
obras a realizar, sin pedirle un centésimo al Estado, sin crearle un solo impuesto,
solo con una parte de las ganancias que hasta ahora las compañías particulares han
venido ganando”. (557) En la misma intervención, de paso, anotó los aciertos y los
beneficios de diversas empresas estatales: “necesario es, señor presidente, que se
diga que las Usinas Eléctricas del Estado, en el año 1912, fueron compradas por dos
millones y medio de pesos… y en la actualidad, su valor, por el monopolio y otras
cuantas cosas más, puede ser de unos 115 millones de pesos […]; el Banco de Segutomo5-12.pm6 428 14/08/00, 12:16 p.m.429
ros se inicia en el año 13 con 50.000 pesos; se le da un capital de 3 millones de pesos
que nunca llega a usar, y en la actualidad sus carteras tienen 380 millones de pesos
y ha realizado más de 17 millones de pesos de ganancia”. (557).
(**) Fusco pudo acusar: “Fue el doctor Ghigliani junto con el doctor Terra y
junto con otros elementos del partido, pero primordialmente el doctor Ghigiani el
que gestó el pacto de 1931. El fue el autor de la fórmula del reparto de los puestos,
que es lo que merece por parte de los denigrantes de ese pacto, el calificativo del
“chinchulín”. Fue el doctor Ghigliani, quien lo propuso, fue el doctor Ghigliani el
autor; fue el doctor Ghigliani quien lo defendió; fue el doctor Ghigliani quien lo
llevó a la Agrupación de Gobierno, y fue el doctor Demicheli el que a nombre de la
bancada batllista defendió esa obra, no solo en el Senado sino –oiga la Asambleaen la convención del partido, porque en la convención del partido hubo algunos
miembros que pidieron explicaciones y otros miembros atacaron esa labor realizada
por la Agrupación Colorada de Gobierno”. (557) Nadie lo refutó.
En: Machado, o.c.

Apuntes sobre el primer batllismo desde la perspectiva de la figura de Domingo Arena.

Domingo Arena: Realidades y Utopías
Miguel J. Lagrotta
Indice.
Pág. 1 Indice.
Pág. 2 Introducción.
Capitulo 1
Pág. 4 Domingo Arena: Realidades y Utopías
Pág 7 El inmigrante
Pág 14 Anarquismo: Arena y los trabajadores.
Pág.16 Modelo y proyecto social.
Pág.19 Domingo Arena y Don Pepe.
Pág 32 El Estado y los Servicios en 1905
Pág 34 La Cuestión Social Obrera.
Capitulo 2
Pág 60 El proceso hacia el reformismo.
Capitulo 3
Pág. 72 Reformas reacciones y frenos
Capitulo 4
Pág.91 Batlle en Francia, el gobierno del Dr. Williman y la
construcción del país Modelo
Capitulo 5
Pág.95 El camino a la Segunda Presidencia de Batlle y la
construcción ideológica del Modelo.
Capitulo 6
Pág.102 La actuación del Dr. Arena en la Segunda Presidencia de
Batlle.
Capitulo 7
Pág. 117 El Compromiso de Arena.
Pág. 125 El Alto de Viera
Capitulo 8
Pág. 141 Los recuerdos de Arena: el último reportaje.
Pág 145 El final de las Utopías
Pág 147 Muere el equipo, mueren las utopías.
Pág 149 Bibliografía
Domingo Arena: Realidades y Utopías
3
Introducción
Este trabajo tiene su origen en una serie de conferencias organizadas por
el Centro Brum de Investigaciones, institución de investigación partidaria
de la Corriente Batllista Independiente. La figura de Arena me cautivó
hace ya más de veinte años y recién podemos darle una humilde forma de
libro a una serie de ponencias, artículos, conferencias y debates
realizados durante el gobierno del Dr. Julio María Sanguinetti, entre 1985
y 1990. No escapará a ningún lector atento que este estudio es producto
de los trabajos que “aggiornaron” o intentaron hacerlo, la praxis batllista
post dictadura. Tampoco escapará que el equipo de trabajo de primer
nivel de jóvenes batllistas que integraban la CBI quedó, salvo
excepciones, disimulado y en la mayoría de los casos postergados, por
los esfuerzos de gobierno.
Por otro lado, hoy más que nunca, es importante rescatar la mitología
partidaria a través de figuras que tanto hicieron por el Partido Colorado y
por la República en forma totalmente desinteresada.
La metodología de investigación fue recorrer todas fuentes éditas,
algunas de tercera mano, que nos permitieron rescatar desde
innumerables artículos y citas la figura de Domingo Arena.
El resultado es una suerte de alquimia realizada con mucho respeto por la
figura estudiada, el partido que contribuyó a fortalecer y por el lector sin
el cual todo este emprendimiento no tendría ningún sentido.
Montevideo, mayo de 2006.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
4
Domingo Arena: Realidades y Utopías
El surgimiento de Partidos Políticos europeos que buscaban como
objetivos principales la libertad y la justicia social, dentro de la
concepción naciente de la democracia política, fue consecuencia de los
profundos cambios ideológicos del Siglo XIX, en particular en su
segunda mitad. Sin entrar en un análisis de todos esos movimientos
fermentales, corresponde aclarar que el nacionalismo político va a
transformar las concepciones contemporáneas a fines del Siglo XIX
sobre los contenidos ideológicos y políticos imperantes. Se hablaba de
nacionalismo cuando se definía a grupos que enfrentaban a los
extranjeros, a los socialistas e incluso a los liberales que se oponían
según ellos, a la expansión del Estado.
El “Risorgimiento”, proceso que lleva en 1861 a un Reino italiano
unificado, se inicia con el Congreso de Viena que deja a Italia totalmente
dividida. Existían tres obstáculos claramente diferenciados: la ocupación
por parte de Austria de Venecia y Lombardía en el Norte, los Estados
Pontificios, bajo soberanía papal en la Italia Central y una serie de
estados independientes en el Sur. En el Noroeste se encontraba Piamonte-
Cerdeña y el Reino de las Dos Sicilias al Sur, además existían Ducados
con concepción política absolutista en esa zona y gobernados por
dinastías Habsburgo.
El Risorgimiento tiene sus antecedentes en movimientos anteriores a las
Revoluciones liberales de 1848, y se limitaba a las acciones individuales
e inconexas de pequeños grupos intelectuales y de sectores populares,
estos integrados entre otros por mandos medios de los ejércitos que
llevaron la lucha contra el bonapartismo. Sin entrar en el análisis de las
Revoluciones Liberales de 1820 que nos alejaría del objetivo de este
trabajo, es importante destacar que dan origen a Sociedades Secretas,
como los Carbonarios que se interesaban en sus comienzos en soluciones
para sus reinos que por un ideal nacionalista. Incluso en la Revolución de
1830, todavía no se vislumbra un espíritu nacional entre los italianos. En
1831 se funda la Joven Italia y en 1847, el orden internacional
establecido en Viena en 1815 determina la intervención austríaca en
Ferrara.
El movimiento revolucionario toma un fundamento nacionalista cuando
logra conseguir el sentimiento de que Italia debía conseguir al mismo
tiempo la Independencia y la Unidad como República integrada. El Papa
Domingo Arena: Realidades y Utopías
5
Pío IX apoya los sentimientos nacionalistas que van a tener su punto
culminante en 1848.
Como consecuencia se obliga a Fernando de Borbón, Rey de Las Dos
Sicilias a otorgar una constitución. Pío IX realiza reformas radicales y en
Milán y en Venecia se producen levantamientos en contra de los
austríacos. Garibaldi, seguidor de Mazzini y partidario de la unificación
bajo una concepción republicana embarca en Génova con mil soldados,
llamados camisas rojas, rumbo a Sicilia a la cual ocupa y marcha sobre
Nápoles poniendo fin al Reino de las Dos Sicilias. Por otro lado Cavour
ocupa los territorios pontificios y traslada un ejército piamontés a
Nápoles. Se reconoce a Víctor Manuel II Rey de Italia el 17 de marzo de
1861. Luego Italia se ve obligada a intervenir en la Guerra Franco
Prusiana, con lo cual consigue el control de los Estados Pontificios.
Como lógica consecuencia de todos estos movimientos ocurridos en
Europa, donde la paz y la estabilidad no era moneda corriente, se
produjeran corrientes emigrantes que van a contribuir a tejer el
entramado social del Uruguay finisecular.
Los inmigrantes trajeron consigo su forma de pensar, ideología
revolucionaria, contraria a la explotación del trabajador y a favor de
orden social en el cual el anarquismo era sentido como el sentimiento
mayúsculo de la libertad. El rígido aprendizaje de los estados absolutistas
europeos, les hacían amar estos sentimientos y aportar con entusiasmo su
pasión por el trabajo y la necesidad de un mundo nuevo, justo y solidario
a cuya construcción se abocaron con fervor.
El anarquismo tuvo un éxito importante en los últimos treinta años del
Siglo XIX, sobre todo en los sectores populares y en minoritarios
sectores intelectuales de Francia, España, Italia y Rusia. El anarquismo
timoneado por Bakunin, Kropotkin y Grave se consideraba una filosofía
de la naturaleza y del hombre. Kropotnik tiene influencias de Spencer,
Darwin y Augusto Compte las cuales lo llevan a sostener, a diferencia de
los conceptos contemporáneos, que el Universo es materia en permanente
evolución: existe una anarquía de los mundos. Esa anarquía de la
evolución es la Ley de las Cosas, por lo tanto se manifiesta un antiteísmo
absoluto, Dios no existe, es solo un reflejo, al cual el hombre no puede
reconocer ninguna autoridad. Otra característica es el rechazo a toda
legislación, aún surgida del sufragio universal. En esa Italia
convulsionada y orgullosa de su unidad nacional van a nacer muchos de
los personajes que trascendiendo o simplemente viviendo van a nutrir la
Domingo Arena: Realidades y Utopías
6
estructura social de nuestra joven república, que aún luchaba por
consolidar el Estado.
En los tiempos de la velocidad de Internet y la globalización económica y
mediática, se mantienen vigentes confusiones conceptuales que
caracterizan a las definiciones políticas sobre temas trascendentes como
el nacionalismo. En el comienzo del Siglo XXI tenemos sobre nuestras
miradas la fuerza, la subsistencia y el crecimiento de los nacionalismos y
demostrando que todos los esfuerzos para la convivencia deben asentarse
en la voluntad de los pueblos. Este concepto nacido de la confraternidad,
de los episodios de búsqueda de la independencia, que en nuestro caso
surgió de la disolución del Imperio Español y de la lucha por la búsqueda
de nuestro sentimiento como nación frente a porteños, portugueses,
brasileños y nosotros mismos en la trabajosa construcción del Estado
Oriental en el Siglo XIX. Los conceptos de nacionalismo, pueblo, nación
y Estado requieren una atención en este momento de análisis del
escenario en el cual Domingo Arena se convertirá en actor principal, si
uno lo descubre actuando dentro de un elenco de primeras figuras en la
Historia Nacional. (1)
Pueblo y Nación son en esencia congruentes, el pueblo es una agrupación
humana que mantiene tradiciones, ideas, aspiraciones y sueños comunes,
la Nación tiene los mismos elementos constitutivos del pueblo, pero una
nación puede estar integrada por varios pueblos. El Pueblo y la nación
son realidades históricas y sociológicas, mientras que el Estado es una
estructura jurídica que implica un gobierno, una población y el territorio
en el que se desarrolla. El desarrollo constitucional liberal, marca como
mojón ineludible la creación del Estado para lograr la identidad como
nación. Es clásica la división del proceso de Consolidación del Estado en
el Siglo XIX, en los períodos 1830-1876 y 1876-1904. En este segundo
período, llamado de modernización, va a actuar iniciando su carrera
política Domingo Arena.
_____________
(1) Ver Héctor Gros Espiell, Temas Internacionales, 3 El Sentido Actual del Nacionalismo,
Pueblo, Nación y Estado. Pp 35-50.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
7
El inmigrante
“Domingo Arena nació en Italia el 7 de abril de 1870, siendo sus padres
Don Francisco Arena y Doña Ana di Lorenzo. En 1877 llegó con su
familia a Montevideo, donde se radicó, luego de un pasaje por el interior
del país, y donde un día la ley le otorgará derechos de ciudadanía
uruguaya.
Cursó estudios universitarios, graduándose en la Facultad de Medicina
con el título de farmacéutico, pasando luego a la Facultad de Derecho,
donde obtuvo con brillantes calificaciones su título de Abogado. Durante
sus años de estudiante ocupó un puesto en la Fiscalía de lo Civil de
Montevideo, donde alcanzó el cargo de adjunto.
Con una profunda vocación por las letras y dotado de un singular
talento, pronto demostró notables condiciones intelectuales, revelándose
un gran escritor con la publicación de trabajos literarios que pronto le
dieron renombre.
Desde joven, su inquietud de luchador, lo inclinó a la militancia política
desde las filas del Partido Colorado, del que llegó a ser uno de sus
grandes prohombres. Fue en varias legislaturas diputado por
Tacuarembó, Soriano y Montevideo; como asimismo Senador por
Montevideo en 1903 en reemplazo del Señor Batlle y Ordóñez, que
renunció para ocupar la Presidencia de la República.
Fue Presidente de la Cámara de Diputados en varios períodos, miembro
de la Asamblea de Constituyentes de 1917 y gobernante, formando parte
del Primer Consejo Nacional de Administración de 1919 a 1925.
Como periodista tuvo destacada actuación, considerándosele uno de los
más calificados en la prensa rioplatense y consagrando las condiciones
de su personalidad desde la dirección de “El Día” donde militó desde
joven ocupando distintos cargos de redacción.
Como legislador deja una importante obra, al ser el animador eficaz de
las más importantes leyes sociales del último cuarto de siglo. Fue el líder
máximo de la política renovadora del Señor Batlle y Ordóñez, y uno de
más destacados reformadores de la Constitución de 1830.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
8
Su acción social, política y parlamentaria fue fecunda, mereciendo
respetuoso juicio sobre unánime de sus amigos y adversarios, que lo
admiraron como luchador e idealista. Pocas personalidades han existido
en nuestro ambiente tan sugestivas y encantadoras como la de Domingo
Arena. Decirse que fue director de Diario, diputado, senador, miembro
del Consejo Nacional de Administración...sin haberse hecho un solo
enemigo, sin crearse un solo rencor u odio, da muestras de su carisma.
Firme en sus convicciones, luchando sin tregua en todos los terrenos por
sus ideales, por la jornada máxima de ocho horas, por el salario mínimo,
por el pan de los viejos, por el divorcio, por la separación de la iglesia y
el estado, por el ejecutivo pluripersonal, supo siempre hacerse oír,
respetar y admirar, pero más que eso supo hacerse querer; ¿quién no
quería a Domingo Arena?. Su sola presencia calmaba situaciones tensas.
Era agradable, cordial, optimista, no se mareó con las alturas, tanto en
la banca legislativa, como en la tribuna partidaria, como en rueda de
amigos presidía siempre con magia dialéctica, picardía y sana burla.
Domingo Arena murió en Montevideo el 7 de junio de 1939, dando lugar
a una gran demostración de duelo popular.”(2)
La época: Uruguay a fines del Siglo XIX.
A partir de 1860 comienza a perfilarse un lento pero sostenido y
avasallante período de laicización de la sociedad y el Estado. El gran
impulso hacia las preocupaciones terrenales se debió a las corrientes
inmigratorias arribadas a nuestro país luego de la Guerra Grande. Estos
se sitúan en agrupaciones, sociedades y colectividades con fines diversos,
de asistencia, sociales , gremiales y en órdenes masónicas. Entre los años
1860-1870, e incluso antes, tenemos las primeras asociaciones: “La
Sociedad Española de Socorros Mutuos”, su similar francesa , la
“Comisión de Caridad y Beneficencia”, “La Sociedad de Amigos de la
Educación Popular”. Es época de retorno de las clases patricias a la
escena política del país. No volvían tal cual se habían ido, por cierto, los
acontecimientos anteriores como la Guerra Grande y el lento retorno a la
vida política habían modificado en varios aspectos la integración del
grupo en cuestión. En Montevideo existían varios grupos de presión
social:
- los empresarios, en su mayoría extranjeros, con características
económicas capitalistas y decididamente comerciantes.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
9
- Los conservadores, en oposición directa, debido más que nada a
su miedo ancestral a los cambios más que a los problemas de
clases.
- La aristocracia montevideana, integrada por el sector político que
ejercía el poder y era la receptora de las presiones de los grupos
anteriores.
- El sector social resultante de la inmigración con una gran
heterogeneidad, pero que apuntaba a configurar nuestro
proletariado emergente de las escasas e incipientes industrias.
Resulta evidente la problemática social en un país en vías de
modernización y que se caracterizaba por un caudillismo que impedía
una normal evolución política. No es de extrañar que a partir de 1870 las
organizaciones particulares destinadas a cumplir los más variados fines
vieran la luz, en 1871 en el periódico dirigido por José Pedro Varela , se
transcriben pasajes del manifiesto de la Asociación Internacional de
Trabajadores sobre la “Guerra Civil en Francia” con reflexiones al pie del
texto con este tenor: “..que los hombres de Estado no pierdan de vista la
declaración que los agitadores internacionalistas lanzan a la cara de la
civilización”.
Hasta la década de 1870, la prensa estuvo vinculada con el quehacer
público y político, en nuestro país esta en germen el militarismo, en
Europa la Guerra Franco – Prusiana, en tanto la Comuna de Paris da
lugar a la III Republica Francesa.
Al avanzar la década de 1860 irrumpe en nuestra sociedad la concepción
racionalista pura y absoluta, como deísmo filosófico de la religión
natural. Esto quiere decir que a partir de este momento la evolución
racionalista se operará dentro de coordenadas filosóficas, separadas por
la religiosidad positiva. En el mes de febrero de 1865, la triunfante
revolución de Flores, va a dividir en dos períodos la historia religiosa del
país. El decreto del Gral. Venancio Flores, que derogaba el que
anteriormente establecía la expulsión de los jesuitas, les otorgaba ahora
total libertad para su retorno a nuestro territorio, marcando al mismo
tiempo la derrota total del catolicismo masón que había tenido su auge
bajo los Gobiernos de Pereira y Berro.
En forma paralela a este período triunfalista de la Iglesia Católica, se
contrapuso el inicio de una campaña anticatólica. Los encargados de
llevarla a cabo fueron los primeros militantes racionalistas que se
expresaban con un lenguaje contrario al dogma religioso. Su órgano de
Domingo Arena: Realidades y Utopías
10
expresión fundado el 7 de mayo de 1865 se denominaba “La Revista
Literaria” y salía en forma semanal. La redacción la integran, entre otros,
Julio Herrera y Obes, José Pedro Varela y José María Castellanos.
En 1871, en los salones del Club Universitario, se inicia otra etapa de
nuestra vida cultural, se replantea allí nuevamente la cuestión religiosa.
Este club fue el preludio del “Ateneo”, y en su momento llenó un vacío
cultural importante que dio un lugar a la adormecida intelectualidad
universitaria. En 1872, en el mes de junio, se crea el Club Racionalista,
para luego en 1878, establecerse el Ateneo. Como ubicación histórica
política, nos encontramos en pleno gobierno del Coronel. Lorenzo
Latorre y que José Pedro Varela desarrolla la Reforma Escolar,
entorpecido por la Iglesia Católica. Los racionalistas de la Generación del
78 van a llevar adelante una etapa de agitación profunda en diversos
campos. Surgen con el fin de lleva a la realidad las nuevas posiciones
filosóficas y se sostienen en una importante variedad de publicaciones
anticatólicas entre las que cabe destacar: “La Razón”, “El Correo
Uruguayo”, y “El Espíritu Nuevo”. Todo giraba en la impugnación
filosófica del cristianismo. Tenemos entonces tres grandes problemas en
el Uruguay de fines del Siglo XIX:
- Problemas sociales entre empresarios extranjeros, aristocracia
criolla conservadora y un proletariado emergente.
- Una dictadura militar que impedía un normal desarrollo de la
libertad de expresión.
- La captación de nuevas corrientes filosóficas y políticas y su
aplicación a nuestra problemática, dificultada por el tipo de
gobierno de transición hacia el civilismo.
Cada generación está integrada por la circunstancia que la rodea y por su
propia potencialidad. Surge la figura de Prudencio Vázquez y Vega(*)
desde su cátedra de profesor de filosofía en el Ateneo, redactor de “La
Razón” y del “Espíritu Nuevo”. Fue el principal doctrinario de la
promoción racionalista de 1878. Sostenía que era imposible para una
persona con convicciones liberales y democráticas, colaborar con el
régimen de ipso establecido en el país. Comienza así a configurarse una
generación que verá la importancia de las ideas como sostén filosófico e
ideológico de las acciones concretas. En general los integrantes del
Ateneo rechazaron el positivismo y el realismo creyendo en la verdad
absoluta de los principios racionales, sobre los cuales fundaban el orden
y la conducta. Fuera del Ateneo, ciudad ofrecía un triste espectáculo, al
Domingo Arena: Realidades y Utopías
11
decir de Zum Felde, dominaba el cuartel y la oposición del Club
Católico. El Ateneo, aun cuando no fuera un centro de finalidad
anticatólica profesaba, oficialmente, el libre examen racional como
norma de todos los problemas, desarrollando una ardorosa campaña en
pro de la libertad de pensamiento contra el dogmatismo de la Iglesia
Católica.
En 1878 se produce una verdadera revolución en las ideas marcada por el
acoso a la dictadura de Latorre por la prédica liberal punzante. Tomemos
el caso del “Espíritu Nuevo” fundado el 17 de noviembre de 1878 que
reunía como colaboradores entre otros a Eduardo Acevedo, Francisco
Soca, P. Vázquez y Vega y José Batlle y Ordóñez. En la página editorial
del primer número del “Espíritu Nuevo” se establecen las dificultades del
momento:
“La idea de dar a luz un periódico científico-literario ha sido puesta en marcha entre
nosotros con más o menos éxito. Estas tentativas han nacido de la necesidad de estimular la
inteligencia de la juventud(...)es entonces que nace, como consecuencia lógica del periódico o
del diario que ha de servir de órgano a las ideas(...) Es una verdad para todo el que conozca
la historia, que la revolución americana sólo se ha realizado hasta aquí en la esfera de la
política. Los problemas sociales, que como consecuencia lógica nacieron con ella, están aún
por resolverse(...) La Revolución asume pues un nuevo aspecto y penetra en el terreno de las
ideas(...)(y) se extenderá a todas las manifestaciones de la actividad intelectual(...) Entonces
habrá llegado la hora de la transformación. Un nuevo espíritu descenderá sobre la tierra...”
En este primer número encontramos un artículo firmado por José T.
Piaggio titulado: “El espiritualismo y el materialismo ante el tribunal de
la conciencia” que se leyó en la Sociedad Universitaria. En la
introducción sostiene: “ Necesitamos fortalecer nuestras ideas, el medio
más favorable a tal objeto es la discusión libre y razonada(...)bien
sabemos que con la discusión se aclaran y se retemplan las ideas; se hace
la luz, se progresa”. Se aprecia en el artículo de Piaggio el manejo de
textos de Krause y de Ahrens. Para Krause, discípulo de Kant, el derecho
es el conjunto de condiciones necesarias para que el hombre alcance el
fin común. La influencia de Krause y de Ahrens en la generación de
jóvenes liberales del Ateneo, se basó en que exponían en una forma
sencilla las ideas de libertad, tanto en relación al estado como en relación
a la Iglesia Católica. La obra de Krause la ubicamos en las primeras
décadas del Siglo XIX, en una Alemania que buscaba su unidad y su
identidad nacional. En la misma línea ideológica encontramos a Fichte,
con sus “Discursos a la nación alemana” y al idealismo de Hegel. Los
tres convergen en el estado y en su papel frente a la sociedad.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
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El liberalismo de Krause y de Ahrens se identifica con un humanismo
tolerante y con un distanciamiento cierto de la Iglesia Católica. Es
importante tomar contacto con la concepción de Ahrens sobre el Estado:
“La política es, pues, la ciencia que sobre bases históricas y en proporción a las fuerzas
existentes, expone el conjunto de condiciones y de los medios propios para asegurar el
progreso continuo y para realizar las reformas más próximas al estado social(...) la política
puede, por lo tanto, definirse como la doctrina de los principios y los medios de la reforma
del Estado y de todas las relaciones de Derecho(...) es necesario que el estado se desprenda al
cabo de las reformas de centralización mecánica y burocrática y se convierta en un
verdadero organismo en el cual todos los órganos tengan una esfera de acción propia, gocen
de una autonomía relativa...”
A partir del Gobierno de Julio Herrera y Obes el pensamiento liberal se
encarna en programas concretos de gobierno y prepara el reformismo
batllista del Siglo XX. La modernización del país resultó de aplicar las
ideas políticas elaboradas en el Ateneo. Muchos de los integrantes de esta
corriente serán colaboradores de José Batlle y Ordóñez, quién va a
aplicar al pie de la letra los principios liberales y humanistas que
emanaron del Ateneo y de las páginas de las publicaciones liberales.
En nuestro país, contemporáneamente al nacimiento de Domingo Arena,
había en 1873 una población estimada en los 450.000 habitantes. Durante
la administración del Gral. Máximo Santos, la Dirección de Estadística
estimó la población en 520.536 personas. El fuerte crecimiento de la
población, se debió al excedente de inmigrantes y al crecimiento
vegetativo de los nacimientos. La segunda oleada inmigratoria, iniciada a
fines de la década de 1860, trajo a nuestras tierras mayoritariamente
italianos desocupados, marginales sin trabajo ni oficio, en tanto que la
tercera oleada que se extiende hasta 1890 también incluyó mayoría de
inmigrantes italianos. Entre 1884 y 1889, la población extranjera, en
números redondos, pasó de 70.000 habitantes a 100.000. Domingo Arena
es hijo de una realidad política difícil y convulsionada.
También es producto de un tiempo con profundos cambios sociales,
quedando él y su familia marcados por el difícil camino de la emigración,
irreversible dentro de la sociedad de la época. Nace en Italia en 1870, va
a trasladarse a nuestro pequeño mundo, no exento de los mismos
problemas y radicándose en el interior del país.
En el aspecto ideológico general del período europeo de Domingo Arena,
se esta dando el pasaje de la “modernidad occidental” a las nuevas
concepciones sociales y políticas que van a marcar la transición al Siglo
Domingo Arena: Realidades y Utopías
13
XX. El problema concreto era, a fines del Siglo XIX, el de los
nacionalismos europeos. Se sumaba a este fenómeno la búsqueda del
voto universal y la solución a los problemas obreros. Si nos ubicamos en
la Italia que ve nacer a Domingo Arena, todas estas pautas se dirigen a la
creación de un marco político que favorezca la unidad nacional,
superando diferencias regionales, de idiomas y dialectos, de religión y
culturales. Todo en un entorno económico, complicado por las unidades
y luchas civiles, que obligaba a emigrar al norte o más allá de los mares.
También en nuestro país se vivían épocas difíciles. Una época de
transición, en la cual se luchaba por poblar el territorio y configurar un
Estado, lamentablemente, de acuerdo a las necesidades de un patriciado
montevideano conservador. Época del Coronel Lorenzo Latorre, del
General Santos y del General Tajes, por lo tanto de transición de
dictaduras militares a un civilismo que dará campo político a la acción
batllista.
En 1880 se crearon los departamentos de Río Negro y Rocha; en 1884
Treinta y Tres, Rivera y Artigas y en 1885 el departamento de Flores. En
el campo filosófico se dieron apasionadas polémicas entre espiritualistas
y positivistas, siendo los actores principales los universitarios, aunque
por las características de los gobiernos militares las polémicas se
desarrollaron fuera de su ambiente natural.
En el campo laboral también existían problemas, acentuados en el
período militarista, pero sin embargo se producen significativos avances
en la organización obrera. En 1877, por ejemplo, se reforman los
estatutos de la Sociedad Tipográfica Montevideana, que ve ampliado el
número de oficios comprendidos en la misma a otras especialidades de la
Industria Gráfica. En este mismo año se acepta en la AIT en Suiza, la
adhesión de la Federación Regional de la República Oriental del
Uruguay.
En 1883 comienza a publicarse el cotidiano “ El Tipógrafo”, órgano de
la “Sociedad Tipográfica Montevideana”, primer ejemplo de prensa
estrictamente sindical editado en nuestro país.
Dos realidades, dos influencias: la natal europea y la americana de
adopción, y una respuesta clara de Domingo Arena que se traduciría en
una acción marcada por la generosidad social.
____________
(2) Domingo Arena. Batlle y los problemas sociales en el Uruguay. Biblioteca Rodó.Pp.-13-14-
Domingo Arena: Realidades y Utopías
14
Anarquismo: Arena y los trabajadores
La concepción de Arena de la sociedad, y del movimiento batllista en
particular, tiene fundamentos anarquistas y socialistas muy fuertes. El
italiano Errico Malatesta que enlaza el pensamiento europeo entre los
siglos XIX y XX sostuvo:
“...nuestra creencia es que la única vía de emancipación y de progreso
consiste en que todos tengan la libertad y los medios para defender y poner en practica sus
ideas, es decir, la anarquía. De este modo las minorías más avanzadas persuadirán y
arrastrarán por la fuerza de la razón y del ejemplo.”
Esta clara definición anarquista la veremos reflejada en determinadas
concepciones de Domingo Arena. Es inevitable que surjan sentimientos
encontrados en el espíritu del hombre con referencia a la autoridad:
lógicamente el deseo de ejercerla para disfrutar de los privilegios que se
derivan o la resistencia más o menos consciente cuando la ejercen los
demás. En las sociedades superiores, el gobierno se ejerce con objetivos
de interés común, entonces el individuo renuncia con agrado a sus
prerrogativas, a cambio de los beneficios que recibe como efecto de las
limitaciones impuestas a los demás.
Arena va a reclamar la integración de los trabajadores a la nación,
propiciando que los mismos tengan las armas, legales, ideológicas y
culturales para enfrentarse con las clases conservadoras terratenientes y
comerciantes de la sociedad montevideana. Esto no se plantea en una
concepción de lucha de clases, por el contrario en la búsqueda de una
igualdad social.
El desarrollo posterior de la personalidad de Arena la iremos estudiando
a lo largo de los siguientes capítulos. Pero, es conveniente aclarar que
lentamente se va a convertir en un referente importante en la política del
Partido Colorado y por lo tanto del país del cambio de Siglo. Ingenuo y
sensible en sus comienzos, escritor, periodista punzante y de opinión en
momentos muy duros en materia social, legislador en ambas Cámaras,
hombre de confianza y muy cercano a Batlle y Ordóñez. Quizás, lo más
importante para los tiempos que corren en el inicio del Siglo XXI, su
ejemplo de hombre profundamente bueno, generoso y que, a pesar de
estar siempre vinculado al poder, murió pobre.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
15
Nunca fue rico, siempre fue generoso, utilizando sus propias palabras en
una anécdota de redacción en diálogo con un compañero de trabajo con
problemas económicos:
“estás apretado, che. No importa te firmo una recomendación para un Gerente del
Banco que nunca me las rechaza”
Cuando vencían algunos de los miles de vales que su generosidad
firmaba y se encontraba con alguno que no había sido levantado, su ira
peninsular explotaba en un par de gritos. Al otro día nuevamente prestaba
su colaboración. Este perfil humano de integrar profundamente a la gente
y a las cosas va a marcar la vida de Arena y va a influir claramente en el
primer batllismo. Con el cambio del Siglo se fue dando el cambio del
pequeño taller a la fábrica, de los vehículos de tracción a sangre a los de
combustión interna, de la máquina con energía a vapor a las de
combustible o electricidad, en resumen se debía importar más para
producir más, y en esa variable económica simple y vigente
permanentemente, exportar más para poder pagar las importaciones.
Se va conformando la ideología predominante en el cambio de Siglo, que
se basaba en la fe en el progreso, en la racionalidad, en la libertad del
hombre para modificar la historia de acuerdo con sus ideas.
José Batlle y Ordóñez, conocedor de la realidad europea, de los violentos
enfrentamientos producidos por problemas económicos y sociales, va a
incidir en su posición política y en la elección del equipo, su elenco
político. Era el sentimiento de este grupo que era posible eliminar los
enfrentamientos con la participación muy activa del Estado para realizar
obras de justicia social, objetivando la protección y la defensa de los
débiles y los excluidos: obreros, ancianos, jóvenes, promoción de la
mujer.
Resulta claro que uno de los interlocutores más cercanos, por experiencia
personal, por vida anterior y por la congruencia en la forma de pensar
con Batlle y Ordóñez era Domingo Arena.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
16
Montevideo: Modelo y proyecto social
Con el fin de la Guerra Civil de 1904, concluyen las disputas entre
orientales por la vía armada y también el país telúrico, criollo,
iniciándose la sociedad del Siglo XX. En este m omento dejamos atrás la
pradera, que pierde definitivamente frente a la ciudad-puerto, en tanto
que se va consolidando la frontera con perfiles más claros y definidos
que van a permitir consolidar el sentimiento nacional. La configuración
de este sentimiento, la definición social del Uruguay, presenta algunos
ritmos comunes con el resto de América y otros propios, partiendo del
fortalecimiento del Estado, la modernización lleva implícita una
laicización del poder, instituciones diferenciadas y una incipiente
participación política que tratan de dar respuesta a reclamos de sectores
oligárquicos, barraqueros, comerciantes, terratenientes para finalmente
atender al proletariado incipiente en un Estado naciente con los atributos
modernos.(3)
En función del nuevo modelo el empresariado rural dejó atrás a los
productores que no se actualizaron, que como único desarrollo
tecnológico habían alambrado para proteger sus tierras y ganados, sin
idea de nuevas técnicas administrativas ni de producción.
El interprete, el maestro de ceremonias, el hacedor del modelo urbano del
Uruguay fue José Batlle y Ordóñez, aunque varias coyunturas inciden en
el éxito de su obra. Entre las controlables se encontraba su gran
capacidad de elegir sus colaboradores. Esta es la característica que
mantendrá el Partido Colorado durante todo el Siglo XX. A comienzos
de noviembre de 1904, Batlle comenzó a reorganizar el Partido Colorado.
El problema tenía larga data, en 1903 la renuncia de Juan Pedro Castro, a
la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional colorado, determina el
regreso de Julio Herrera. Comienza una serie de desavenencias entre
Battle y Herrera y Obes. Pedro Manini Riós seguidor de Batlle se
enfrenta a Herrera, no accediendo a sus pretensiones de nombrar más
partidarios suyos para el Comité Colorado de Montevideo. Fueron
reconstituidos los clubes seccionales, en tanto que en el interior se
establecen Comités Ejecutivos Departamentales , y como partido de
Gobierno se consolidó su organización a través de los jerarcas de la
Administración. La propuesta era un modelo moderno de país, el interés
de renovar fue tan fuerte que Batlle aglutina gente con forma de pensar el
Domingo Arena: Realidades y Utopías
17
porvenir que cerrara los problemas de las patriadas blancas y las
divisiones coloradas. Era, en definitiva, desprenderse del Siglo XIX y
entrar en el XX triunfalmente.(4)
En los comienzos de los últimos veinticinco años del Siglo XIX, se había
agotado el modelo de país decimonónico, tanto en lo político como en lo
económico y social, el Uruguay caudillesco y de montonera no se podía
sostener con los avances educativos y tecnológicos que presentó el
período militar, sobretodo el Coronel. Lorenzo Latorre y el reformador
José Pedro Varela. La modernización de la campaña, el surgimiento de la
estancia-empresa va a llevar irremediablemente a la búsqueda paz social,
orden político y estabilidad económica. Sin saberlo los actores del
momento llevaron al país en un rumbo modernizador, claramente
redistributivo y de avanzada en lo social en América Latina a comienzos
del Siglo XX.(5)
Batlle tenía un olfato excepcional para percibir las necesidades de los
ciudadanos, no era un revolucionario, era un reformista que se va
sostener en lo que el Estado le brindaba, un partido fuerte, una
Constitución con limitantes e injusticias y la posibilidad de reformar las
injusticias sociales. En definitiva, se unifica la autoridad en el Gobierno
del Estado. Todo el poder lo tiene ahora el gobierno vencedor, además
tiene el apoyo popular, se suman las clases conservadoras y el
sentimiento de paz, como la refundación del Estado moderno, ahora
insertándose en los mercados mundiales a través de la industrialización
de la producción ganadera.(6)
La tarea principal fue hacer, en un sentido amplio, el orden constitucional
que permitiera tener un fundamento de los derechos y las garantías
individuales. No se habían terminado las pasiones políticas, sin embargo
se da la transición de caudillo a empresario rural, de gaucho a peón, y los
hijos pudientes en estudiantes universitarios.
La suma a todo lo expuesto son los inmigrantes, cuyas ideas de trabajo en
tierras lejanas no incluían la explotación laboral y que el sentimiento de
libertad era absoluto. Sus ideas de justicia eran la ideas anarquistas, cuyas
luchas, emociones y fracasos traían consigo desde Europa. José Batlle y
Ordóñez, interpreta estos deseos, entre otros contemporáneos y permitirá
a todos sus allegados influir en sus reformas.
__________________
(3) Carolina González Laurino.La Construcción de la identidad uruguaya. Taurus.UCUDAL Pp-
28-36.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
18
Batlle se inclinó a prestar apoyo a los obreros que eran los más
perjudicados en la nueva relación económica que integraba el Uruguay
de comienzos de siglo. Arena se va preocupar profundamente como
legislador de estos problemas. Con un respeto profundo por el hombre
común, que tenía que tener las mismas posibilidades de crearse a sí
mismo, a tener una vida libre y a alcanzar de ese modo la felicidad. La
búsqueda de ella va a ser la constante de Domingo Arena desde la tribuna
que ocupara.
________________
(4) Washington Reyes Abadie-Andrés Vázquez Romero. Crónica General del Uruguay Tomo VI
.Cap. 66 Pp.183-227.
(5) Delia Etchegoinberry. Fabregat: una de las Caras del Siglo XX..Pp.19-25. Ediciones dela
Plaza.1997.
(6) J..P. Barrán -B..Nahum .Historia Rural del Uruguay Moderno-La Prosperidad frágil(1905-
1914) Tomo V..Parte I. Pp. 9-11.Ediciones de la Banda Oriental.1977.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
19
Domingo Arena y Don Pepe.
Como hemos señalado, Domingo Arena nace en Italia, en un hogar muy
pobre, el 7 de abril de 1870. Nace en el sur, territorio que arrastró por
siglos un atraso tecnológico, con difíciles condiciones de vida, y por
extensión con serias dificultades laborales. El regionalismo salvaje en
que se encuentra divida la Península, a pesar de la Unidad recientemente
alcanzada, trajo aparejado como inmediata solución, la emigración. En
Calabria, región natal de Arena, la vida era dura. El entorno familiar era
el siguiente: su padre era zapatero remendón, su madre no tenía mejor
destino, su tarea era la común a la mujer en un medio rural: cuidar a los
hijos y entenderse de las tareas domésticas. Como muchos otros, que
luego conformarían una gran cantidad de apellidos italianos ilustres de
nuestra sociedad actual, la familia Arena emigró hacia el río de la Plata,
instalándose en nuestro país en 1877.1
Proviene Domingo Arena de una sociedad que buscaba la unidad política
dentro de una pluralidad ideológica. En Italia las ideas socialistas no
siempre conjugaban con las ideas nacionalistas, pero todo ese fermento
ideológico lo traía consigo la familia Arena desde su país natal. Llegados
a nuestro territorio, se trasladan al interior del país. Se encontró Arena
con un campo laboral reducido, simple y rural: fue jornalero, peón de
pulpería, changador. Todas estas actividades las compartía, alternándolas,
con un maestro rural que le proporcionaría enseñanza hasta el séptimo
año de escuela, hecho decisivo porque le permitiría entrar en la
Universidad Mayor de la República en la capital del país.
No se quedó conforme con su destino de peón y jornalero. Se traslada a
Montevideo para cursar estudios superiores: Debe trabajar para continuar
sus estudios: su primer trabajo fue en la Fiscalía de lo Civil de
Montevideo. Luego se desempeña como cronista en el diario “El Día”. A
partir de este momento su estrella comienza a brillar: se recibe de Doctor
en Derecho, en el campo periodístico asciende lentamente pero sin pausa:
gacetillero, cronista, reportero, editorialista y por último la dirección del
1 Lagrotta, Miguel J. Domingo Arena. Un colorado recalcitrante. Jaque. Pp.8-10.1989.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
20
diario en forma conjunta con otro joven pujante como él: Pedro Manini
Ríos.
Se vincula a la política, ascendiendo también en forma rápida, diputado
en 1904, luego Senador, Consejero Nacional, amigo personal y
confidente de José Batlle y Ordóñez.
Nadie ignora las fecundas campañas cívicas del diario de Batlle, contra el
crimen y las situaciones calamitosas que deshumanizaban al país. En la
redacción de “El Día” se respiraba una atmósfera idealmente guerrera
templada al calor de importantes reivindicaciones sociales. En ese
ambiente Arena empezó a sentir el noble apremio de contribuir a
modificar las estructuras más profundas de nuestro país.
La política de Batlle, nutrida de ideas avanzadas, era perfectamente
compatible con sus anhelos sociológicos. Lo trascendente de la evolución
de Arena reside en sus características de ideólogo que le llevó a admitir
públicamente:
“Yo, señores, no soy político. Si he de hablarles con total franqueza tendré que decir
que la política no me hace feliz. A mi idiosincrasia, un poco sentimental, repugna ese
perpetuo sacrificio de hombres que impone el buen servicio de las ideas”
Sin embargo, él nunca dejó de sacrificarse.
Había muchas caras nuevas y jóvenes en la Cámara de Diputados en
1904. El líder de los jóvenes colorados era Manini. También estaba allí
Arena, que presentaba un extraño aspecto con una gran melena flotante,
grandes corbatas, lenguaje mechado de lunfardo, con el habla de la calle.
Conjugaba Arena a los 34 años el conocimiento académico, la vivencia
del arrabal y el sufrimiento. Y si hacemos un paralelo con la prédica de
Batlle, conjuntaba la visión batllista reformista de integrar al obrero y al
inmigrante en el plano social con la realidad nacional, dándole
participación política y mejorando su situación económica.
Arena tenía todo lo que un político desearía tener, bondad y comprensión
hacia sus semejantes, gran inteligencia y una simpatía que lo hacía no
tener enemigos. Tampoco era secreto para nadie que podía hablar con
Don Pepe y en nombre de éste.
Su origen humilde, -hijo de inmigrantes italianos- con un apego cierto a
las ideas anarquistas debidas a su origen y a su ideal de justicia e
Domingo Arena: Realidades y Utopías
21
igualdad, van a hacer jugar a Domingo Arena un importante rol en la
implementación del reformismo batllista.
Se ha querido sostener que el episodio nacional de la lucha armada de
clases se realizó durante la guerra civil de 1904, enfrentando por un lado
al proletariado urbano encarnado en el equipo y los seguidores de Batlle
y por otro los terratenientes, la gente de buen pasar del campo que
comandaba a huestes casi feudales del pobrerío rural. En definitiva el
ejército del Gobierno y las fuerzas revolucionarias de Aparicio. Nada
más lejano de la realidad, en ambos bandos existían, pobres, doctores y
terratenientes. Ni siquiera fue una lucha regional, al punto tal que los
líderes sindicales marxistas y anarquistas montevideanos no se
preocupaban por que el proletariado se inclinara por algunos de los
bandos en pugna, pero si que se enrolaran en la Guardia Nacional. La
posición de los sindicatos fue la paz negociada.(7)
En forma paralela los partidos políticos comienzan a consolidar su
organización interna, tuvieron órganos de prensa, clubes políticos y
convencionales.
No había sido fácil llegar hasta el año 1905 en los aspectos políticos,
jurídicos y filosóficos, que en su conjunto sostienen la ideología del
período. Los antecedentes los podemos rastrear siguiendo a Prudencio
Vázquez y Vega, a Krause y a Sanz del Río, en medio de grandes
debates, de sentimientos clericales y anticlericales. La generación del
900, hijos de su tiempo, hijos de la cultural occidental que encarnan la
cultura griega, con el elitismo francés, el pragmatismo inglés y el
apasionado pensamiento mediterráneo socialista y anarquista que
confluyen en Carlos Vaz Ferreira, José Enrique Rodó, Pedro Figari,
Emilio Frugoni, Batlle y sus seguidores revolucionarios, entre ellos
Arena. En la filosofía de Hegel y la ideología materialista que se
desarrollo a partir de su método en la cual la historia se convierte en
centro de todas las cosas, surge la idea de Krause, tomada por el primer
batllismo, de captar al individuo, al sujeto, valorándolo como tal, de
acuerdo a la tradición ibérica, o mediterránea, de cuyo torrente
ideológico se nutrió el Uruguay de comienzos del Siglo XX.
____________
(7) Miltón I. VangerJosé Batlle y Ordóñez El creador de su época 1902-1907.Pp. 214-
222.Ediciones Banda Oriental 1992.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
22
Es de destacar que en forma contemporánea, en los últimos 25 años del
Siglo XIX, tanto en Uruguay como en España se desarrollaban episodios
ideológicos congruentes en relación a la valoración del individuo a través
de la educación: “ La Educación del Pueblo” de José Pedro Varela y “La
Institución de Libre Enseñanza” fundada por los seguidores krausistas
Sanz del Río y Giner de los Ríos. El Uruguay que se irá conformando a
comienzos del Siglo XX le debe mucho a Kant y a Krause en la
valoración del sujeto y en su extensión, la actuación social.
El ideal de Arena era alcanzar la igualdad y la libertad. Conjunta Arena
en las primeras décadas del siglo diversos aspectos históricos con otros
revolucionarios para la sociedad política en la que se encontraba inserto.
Desde el punto de vista ético, manejaba el principio de igualdad entre los
hombres. Conocedor de las nuevas variables políticas y sociales
comprendió que había que aglutinarlas y canalizarlas hacia el
mejoramiento social, hacia una mejor distribución de la riqueza
apoyándose en el derecho de todo ser humano de mejorar en la vida.
Podemos atisbar en este punto su veta anarquista, que la manifestará en
sus editoriales y artículos periodísticos desde “El Día” en forma más
clara desde 1905.
Domingo Arena estará inserto dentro de las concepciones del anarquismo
pacifista. Tanto para Tolstoi como para Gandhi, la violencia genera
violencia. Del callejón sin salida de la violencia solo se puede escapar
con el triunfo de la conciencia, con la liberación de la propensión natural
de la gente a la cooperación y el amor mutuo. En “ La Ciencia Moderna y
la Anarquía” el príncipe Kropotkin define al universo como materia en
perpetua y libre evolución. Arena le exigía al Partido Colorado una
constante captación de los nuevos fenómenos ideológicos, reclama la
comprensión de sus correligionarios más conservadores afirmando que el
futuro del partido está en el contacto y la vivencia de las ideas avanzadas,
el que mejor las comprendiera tendría una ventaja de años sobre sus
oponentes. Significaba, entonces, un partido en constante evolución. No
renegaba Arena de las tradiciones partidarias, la justicia, la solidaridad y
la concepción liberal que marcan al Partido colorado, pero entendía que
todo lo concreto y aplicable de las corrientes ideológicas reformistas
debía ser tomado:
Domingo Arena: Realidades y Utopías
23
“ El Partido Colorado tiene una magnífica tradición, pero eso no basta. El Partido que fía
demasiado en su tradición puede correr la suerte de esos nobles que fían demasiado en sus
pergaminos. El escenario de la democracia se ensancha día a día. Día a día entran en juego
fuerzas nuevas, aspiraciones nuevas. Satisfechas las ansias de libertad e igualdad empiezan a
dar su nota dominante las ansias de mejoramiento (...) De ahí nuevos horizontes que es
necesario escudriñar si no queremos extraviarnos; de ahí nuevas etapas que es necesario
correr y correr de prisa si no quedarnos rezagados. ¡ La política como la ciencia, debe de
estar en perpetuo movimiento si quiere responder a las necesidades de todos los momentos,
y el Partido Colorado que no debe dejarse vencer(...) tiene que estar constantemente alerta,
en perpetua vibración(...) Su programa tiene que ser vivo(...) Y si quieren no crean que a su
costa el partido liberal y el partido socialista, debe ser tan liberal como el partido liberal y
asimilarse todo lo humano, todo lo practico, todo lo realizable, todo lo que no sea una utopía
del partido socialista.”
Esa conjunción de los principios tradicionales, éticos e ideológicos del
Partido Colorado más las nuevas corrientes aplicadas a nuestra sociedad,
producen un desbloqueo político trascendente dando origen al Uruguay
batllista. El Uruguay emergente de estas ideas va ser reformista social
con eje en el estado. Esa concepción podría definirse como liberal-social
y modernamente como social-demócrata.
Domingo Arena y Pedro Manini Ríos, dos de los hombres más cercanos a
Batlle y Ordóñez, encabezaron las planchas coloradas de Tacuarembó y
Durazno; Luis Batlle fue candidato por Río Negro, pero los mayores
problemas se encuentran en Montevideo. La idea integradora implicaba
conjuntar en una lista varios candidatos de distintas orientaciones, era
esta opción muy resistido por los dirigentes políticos. Surge la figura de
Emilio Frugoni, que había participado en la filas gubernistas, hizo
público que los socialistas agrupados en el Centro Carlos Marx se
presentarían a las elecciones y que la lista la encabezaría el propio
Frugoni.
El episodio mereció un editorial del diario “El Día” que explicaba la
intención batllista:
“ Tanto a los socialistas como a los liberales, como a los nacionalistas de la minoría, los
votarán los colorados no simplemente como una gracia, sino precisamente porque esos
candidatos representarían en el Parlamento sus mismas tendencias, sus ideas, sus principios,
sus grandes ideales, porque las circunstancias políticas o la comunidad de propósitos finales,
los mantiene vinculados a ellos y en ellos cifran la conquista de sus objetivos”(8)
El domingo 22 de enero de 1905 se celebraron las elecciones que habían
sido definidas por el batllismo como la continuación de la guerra en un
terreno pacífico y fecundo. Estas elecciones mostraron que el líder
indiscutido era Batlle, acompañado de su equipo de brillantes
Domingo Arena: Realidades y Utopías
24
colaboradores, algunos recién egresados de la Universidad, otras hijos de
inmigrantes, la mayoría de antecedentes familiares colorados.
Lentamente el Estado aumentó su poder y control en todo el país, no más
coparticipación con los blancos en los gobiernos departamentales y
ejerciendo el poder desde Montevideo. Se establece una reforma electoral
basada en la cantidad de habitantes por departamentos.
Domingo Arena admiraba a Batlle, en su publicación “Batlle y la Primera
Presidencia” define los problemas que Batlle enfrentó y solucionó
durante la primera elección como “la obra más perfecta de la inteligencia,
del método y la tenacidad.” Su admiración y respeto por Don Pepe se
manifestaba claramente en el promisorio periodista que Arena
comenzaba a mostrar en sus notas, Arena siempre había deseado
documentar las peripecias de Batlle para alcanzar la presidencia, cosa que
realiza en un artículo titulado “ Primera Presidencia de Batlle”:
“ habiendo descollado como cronista, un amigo benévolo, buscando mi mejora- las papas
quemaban- quiso llevarme a “La Razón” junto al Dr. Carlos Ma. Ramírez, y concluyó su
alegato, pródigo en perspectivas halagadoras, recordando lo que me esperaba en aquella
cueva de atorrantes- léase “El Día”. Y yo tan me sentía en la cueva, que no acerté más que a
esta defensa: “ me quedo hermano, con los atorrantes. A juzgar por lo bien que me
encuentro con ellos, creo que he nacido para acompañarlos”(9)
“ recién en el periodo dictatorial de Cuestas, empezó a perfilarse la figura de Batlle para las
posiciones oficiales. El calor con que en El Día y en el Consejo de Estado defendió las
aspiraciones del pueblo, manifestadas inequívocamente en grandes manifestaciones que
hicieron época, le valieron un puesto en el Senado...”(10)
En uno de los tantos dialogados entre Arena y Batlle sobre la campaña
electoral, Don Domingo le pregunta a Batlle si la presidencia justificaba
tanto esfuerzo, Batlle le responde que su preocupación no eran los
próximos cuatro años, sino los próximos cuarenta años. Evidentemente el
rol integrador de Batlle lo llevó a elegir colaboradores jóvenes de gran
valor para culminar sus ideas. El propio Batlle dijo sobre una
interrogante sobre lo que consideraba mejor realizado dentro de su
carrera política, dijo:
“ Lo mejor que he sabido hacer fue elegir mis colaboradores...”
Esos colaboradores integraban una nueva promoción dentro del partido.
No se buscaron amigos o familiares, se buscaron técnicos nuevos en
distintas áreas.
-_______________________
(8) Washington Reyes Abadie- Andrés Vázquez Romero. Crónica General del Uruguay Tomo 6
Pp.228-229 Ediciones de la Banda Oriental. Diciembre 2000.
(9)y(10) Domingo Arena.Don Pepe Batlle.Bolsilibros ARCA.Pp.60 ySs. 1967.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
25
En lo que se refiere a la economía del período, la dependencia es absoluta
en lo que se refiere al Imperio Británico, sobretodo luego de que las
clases dirigentes en la materia se dieron cuenta de que la influencia
brasileña tenía altos costos en soberanía, con la tenencia de la tierra en
las fronteras del norte y con la dependencia financiera con el Banco
Mauá, y lo que era peor, el deterioro de la incipiente industria saladeril,
derivada de la gran competencia de Río Grande, generó la gran crisis de
la década de 1860.
El pragmático sajón ocupa rápidamente el lugar dejado por el Imperio
del Brasil, en base a prestamos y al establecimiento de empresas de
servicios británicos, siendo el más importante el Ferrocarril Central del
Uruguay. Es lógico afirmar que el ingreso del Uruguay al circuito
mundial en materia económica va de la mano del capital británico.
Si analizamos que los transportes, los seguros, los servicios y la banca
eran controlados directamente por los ingleses, las industrias eran
dependientes, léase los frigoríficos, y por otro lado la emisión y los
ahorros nacionales, también eran controlados por los británicos. En 1900,
época de formación del equipo de colaboradores de Batlle, el Uruguay
era Inglés. Hemos dado una aproximación a las consecuencias del
pensamiento del período, y sostuvimos que había una retroalimentación
entre el pensamiento, liberal, por supuesto, y las clases dirigentes y su
accionar en los ámbitos decisorios del Uruguay del 900. Surgen tres
aspectos que coinciden en la conformación del Uruguay moderno que
permitirá el reformismo batllista en lo económico: los prestamos
ingleses que sostenían la industria cárnica y por extensión las
exportaciones del país. Por otro lado, la concepción política liberal
permitía eliminar los caudillismos que podían subsistir y dar paso a una
legislación que apoyaría el ingreso del Uruguay a un sistema
representativo y controlado por los agentes criollos de las compañías
británicas.
En forma paralela irán surgiendo pequeños emprendimientos, llevados
adelante por el caudal de inmigrantes y pequeños burgueses europeos que
aplicaban al desarrollo del país sus conocimientos técnicos en reducidos
talleres con un proletariado incipiente y casi sin maquinarias.
El desarrollo del Estado, y el ingreso lento pero irreversible a un
desarrollo capitalista, pasó por el inicio del trabajo asalariado
Domingo Arena: Realidades y Utopías
26
dependiente de las riquezas acumuladas con las exportaciones y
concesiones al capitalismo británico.
Dentro de todos estos episodios, José Batlle y Ordóñez, había realizado
una nueva promoción de políticos jóvenes, entre ellos Domingo Arena.
Con él, Batlle consiguió varias cosas: un joven incondicional pero con
espíritu crítico y gran inteligencia, un desconocido de origen humilde
pero con caudal ideológico radical. Su concepción de las cosas provenía
del eterno apasionamiento italiano, cuyo mismo radicalismo lo vivía el
Partido Colorado desde la Guerra Grande. Fue Arena el más consecuente
de los hombres que trabajaron junto a Don Pepe en todas las épocas, en
momentos de gloria y en momento de llano, fue además el más
comprensivo, el que mejor asimiló las ideas y tendencias de Batlle y por
eso mismo se convirtió en el portavoz oficial por excelencia, sosteniendo
y apoyando el reformismo desde la Prensa, la tribuna ciudadana y el
Parlamento.
Identificado con Batlle, Arena tenía, exactamente, el mismo criterio que
aquél sobre los problemas sociales. No existían doctrinarismos
inflexibles, la formación anarquista amalgamada con las vivencias
nacionales, hicieron de Arena,, un anticipador de los problemas sociales
y el consejo certero a la opinión de José Batlle. Se busca la
transformación profunda de aspectos políticos y económicos para
fundamentar los cambios sociales, objetivo principal del reformismo.
En el Uruguay del novecientos había grandes influencias conservadoras.
Todo un sector importante de la sociedad se sentía orgulloso de serlo,
incluso tenían su órgano periodístico “ El Siglo”, el cual va a demostrar
su desconfianza con estos nuevos desconocidos radicales. Por otro lado,
el imperio británico con su control económico era el punto más
representativo de las clases conservadoras. La colectividad británica,
muy importante e influyente en las decisiones conservadoras, tenían
también su órgano cotidiano: “ The Montevideo Times”.
Desde las páginas de estos órganos se enfrentaban al reformismo
diciendo que estaba en manos de unos jóvenes desconocidos,
inexperientes y con gran agresividad hacia todo lo establecido. Estamos
ante lo que prestigiosos historiadores han definido como: “la reacción
imperial conservadora”(11)
Domingo Arena: Realidades y Utopías
27
La historia ha demostrado en forma clara el error de las clases
conservadoras a comienzos del Siglo XX. El producto resultante fue un
movimiento anticipatorio del gobierno batllista a los reclamos sociales.
La acción de Domingo Arena en este aspecto fue de gran importancia, su
discurso era estatista, refiriéndose a un Estado integrador con
intervención distributiva e instrumental, el Uruguay del 900 era una
nación en tránsito a la modernidad, por lo tanto era, y aún es, una nación
en construcción.
Para Arena con su estilo jacobino y anarquizante el estado debía
establecer un manto protector a todos los débiles.
Cuando contaba Domingo Arena dieciocho años de edad, instalado en
Montevideo para continuar sus estudios, la problemática social y sindical
del país era compleja. La acción sindical está marcada por la lucha de
diversas sociedades de resistencia del gremio saladeril, tales como la
Sociedad Unión Obrera y La Protectora. En forma paralela surgen
diversos ejemplares de prensa sindical de orientación anarquista: “La
Voz del Trabajador”, socialistas como “El Partido Obrero”. En 1890 se
prohíbe por intermedio de la policía todo tipo de propaganda socialista y
anarquista. Sin embargo, continúan floreciendo distintos gremios y
distintos órganos sindicales.
En el diario de Batlle se comienza a tratar el tema de las huelgas, cuando
esta afectaban a marmolistas, obreros municipales, cocheros y guardas de
tranvías, y a los peones del Ferrocarril Central del Uruguay. Debemos
mencionar la significación histórica de la prensa en el medio urbano, y la
trascendencia que tuvo en el período histórico que nos ocupa. La prensa
fue el trasmisor de noticias, ampliando el espectro de participantes en la
dinámica social, operando también sobre los intereses en juego,
perdiéndose la objetividad, pero imprescindibles para informar la marcha
de los conflictos sociales, económicos y políticos, en una etapa muy
sensible en el reformismo social.
La primera organización obrera uruguaya corresponde a los obreros
tipográficos que se coaligan con propósitos mutuales. Pero la
introducción de las ideas socialistas en nuestro ambiente intelectual es
muy anterior pues se ubica con la vuelta de París de Esteban Echeverría
que funda en 1837 la “Sociedad de Mayo” y hace la publicación de:
“Dogma Socialista”, con claras influencias de Saint Simón y Leroux.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
28
Las secciones de obreros y artesanos de origen francés, italiano y español
en Montevideo, se reúnen en 1875 en la Federación Obrera. Una nueva
etapa se cumple en 1905, en que por iniciativa de los obreros del puerto
se realiza un congreso con la asistencia de veintidós sindicatos, donde
surge la Federación Obrera regional Uruguaya (FORU) que como la
FORA argentina corresponden a las federaciones regionales de España,
que agrupan sociedades de resistencia imbuida del ideario
anarcosindicalista. El movimiento social se inspira en Proudhon, en
Bakunin y en Marx y Engels. En nuestro país estas ideas son propagadas
por obreros y artesanos autodidactas, enemigos de la Universidad
burguesa, con la colaboración del ya mencionado Errico Malatesta en su
exilio porteño en 1885, Pietro Gori en 1901, Jean Jaurés en 1911. Entre
los individuos de origen obrero, artesano e incluso de las clases medias
que alcanzan la juventud entre 1895 y 1910, es difícil encontrar a alguien
que no este influido por el anarquismo.
En 1895, se producen una serie de huelgas que convierten las demandas
proletarias y las ideas socialistas en tema obligado. El 1 de mayo de
1896, se celebra en Montevideo, por primera vez, la fecha obrera. Batlle
fue categórico en la oportunidad:
“Simpatizamos con las huelgas(...) he ahí los débiles que se hacen fuertes y que, después de
haber implorado justicia, la exigen.”
En la huelga ferroviaria de 1905, al prolongarse el conflicto fueron
retirados los piquetes de tropa que estaban desprovistos de munición. En
el diario “El Día” se leía:
“Las huelgas son, sencillamente, fruto de lo mal que se paga el trabajo del obrero y de los
esfuerzos que realiza aquél para conseguir que se pague mejor precio por su sudor y sus
afanes.”
_________________________
(11) José Pedro Barrán-Benjamin Nahum Batlle los estancieros y el Imperio Británico Varios
Tomos. E.B.O.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
29
En el ámbito de la legislación obrera, Domingo Arena ocupaba el lugar
más importante y para el mismo Batlle fue capital la colaboración, el
cambio constante de ideas con los enfoques de Arena. Este trajo al
círculo de Batlle las necesidades del mundo proletario, sus problemas,
sus preocupaciones, escribe Arena en el diario “El Día”:
“ ...las buenas elecciones, los buenos gobiernos no pueden ser sino medios. El verdadero
objetivo(...) es el mejoramiento de las masas populares, el gobierno que no se preocupa de
esta cuestión y que no la realice, es un gobierno fracasado.”
A iniciativa de Domingo Arena, al acceder Batlle a la primera
presidencia, los obreros tipográficos del diario le obsequian un
manifiesto de adhesión. Batlle lo va a agradecer calurosamente, escribe
mas adelante Arena: “...porque partía de la clase trabajadora, cuya situación
propendería a mejorar desde su puesto de Presidente de la República.”
El sentimiento de Batlle, que al definir su sector político dijo: “...nosotros
nos sentimos obreristas” va a conciliar con el sentir de Domingo Arena.
Y es tan claro el mismo, que cuando los problemas de huelgas en el año
1905, le encomienda a Arena los editoriales de “El Día”, para alentar a
los huelguistas, enfrentar la actitud hostil de la Prensa de Montevideo y
educar al pueblo en un período de gran tensión social, el hombre de
confianza de Batlle fue Arena. Los editoriales de Arena muestran
claramente la comunión de ideas con el proyecto social del primer
batllismo, son además punto de referencia para el estudio del
sindicalismo en el Uruguay. Hasta el surgimiento de los frigoríficos, los
sectores dominantes en el país sean nacionales o extranjeros, controlaban
absolutamente todo el sector productivo nacional. Entre 1902 tenemos la
fecha de partida de un emprendimiento nacional: “La Frigorífica
uruguaya”, que en 1906 faenaba cuatro mil vacunos, en 1929 pasa a ser
arrendado por el Frigorífico Nacional. En 1911 se funda el frigorífico
“Montevideo” que va a pasar a denominarse “Swift” con capitales
norteamericanos en 1916. Luego el Frigorífico “Artigas” propiedad de la
norteamericana Armour y por último el “Anglo” que se establece en las
instalaciones de la empresa Liebig´s en1924. El desarrollo de estas
empresas es simultáneo con dos procesos, uno derivado de la situación
internacional que dio origen a la Primera Guerra Mundial y el segundo,
que esta incipiente industria fue el primer proceso de extranjerización. Es
Domingo Arena: Realidades y Utopías
30
sabido, por ejemplo, que la Swift y la Armour son empresas hermanas
que incluso hasta hoy funcionan en la región como Swift/Armour. Los
capitales nacionales no tenían el potencial suficiente para desarrollar la
defensa de sus intereses y competir adecuadamente con los capitales
norteamericanos e ingleses. No solo se produce el control del negocio de
la carne, sino de todo lo que se deriva en materias de inversión en
tecnología, fletes, mercados compradores y seguros. En definitiva, sin
darse cuenta, el Uruguay de comienzos de Siglo había entrado en el
circuito capitalista mundial. Con referencia a los trabajadores, estos van a
sufrir las condiciones de trabajo y jornadas muy extensas, va a ser este
uno de los puntos de mayor atención de Arena y del batllismo. Además,
es honesto decir que lo único que quedaba en el país era el salario de los
trabajadores de los frigoríficos, lo demás era rentabilidad que se dirigía al
extranjero.
En la defensa de los trabajadores, Arena va a defender a los líderes
obreros:
“Esos llamados agitadores – decía Arena – eran para el obrero lo mismo que para las
empresas su sala de abogados”
Defendió también el ataque a los mismos argumentando que su condición
de extranjeros les daba más experiencia, por su conocimiento de las
condiciones de trabajo en otros lugares. Esa experiencia les permitía
captar claramente las posibilidades de triunfo de una huelga antes de
declararla. La explotación de los obreros propiciaban la acción de los
agitadores y la confluencia de ambos problemas eran la causa de las
huelgas:
“ generalmente, lo que el obrero gana, tanto en la fábrica como en la cantera, como en el
campo, es la cantidad mínima que necesita para sostenerse, y esa cantidad mínima, no es, no
puede ser el valor de su trabajo”
Esto fue publicado en “El Día” el 19 de junio de 1905, con el título “La
razón de las huelgas”. Hay una aproximación de Arena al marxismo en
estos editoriales, pero nunca va a concebir la lucha de clases, si la lucha
de ideas. Con ese sentimiento, en otro editorial declara:
“...Por eso que a nuestro juicio, las huelgas generales no debieran ser miradas con mal gesto
por lo buenos patrones, desde que tienden a colocar a los fabricantes de un mismo producto
en las mismas condiciones de lucha, haciendo imposible toda competencia desventajosa (...)
limitar, en general, la acción de los agitadores, no es solo limitar la libertad, es limitar el
Domingo Arena: Realidades y Utopías
31
progreso (...) toda idea nueva, idea que por más perturbadora que parezca en un momento
dado, puede fructificar en un porvenir más o menos lejano, empujada y propagada por los
agitadores”(12)
Se produce en los editoriales de Arena, la confluencia entre el análisis
racional, mesurado y claro( del cual desconfiaban las clases
conservadoras) con los diversos aspectos que influían en el equipo
reformista de Batlle: la formación intelectual, el origen social y la
concepción política, fueron creando una verdadera cuestión social-obrera.
El hecho del desarrollo de la industria y del movimiento obrero en
condiciones, donde un sector importante es controlado por capitales
extranjeros, es una constante en América Latina, y tiene un enfoque
generalmente marxista, el cual parte por considerar que la empresa
capitalista para su subsistencia necesita de la obtención de los beneficios
y que el sentido de utilización de la fuerza de trabajo se determina por la
necesidad de la obtención de la plusvalía, por lo que, para estos
pensadores y “agitadores” al decir de la época, la fuerza de trabajo es un
factor de la producción, tratado como un producto más: comprable y
vendible.
Arena va a criticar con total energía a los industriales que utilizaban
rompehuelgas, el arma más eficaz y barata de las clases conservadoras.
Arena se refiere a los que aceptan tomar el trabajo de romper huelgas de
este modo:
“ Unos lo hacen por no alcanzar un concepto claro de la solidaridad gremial (...) otros
sencillamente empujados por el hambre de los suyos. En nuestro país se hacen entrar en
juego elementos de la campaña, sin ninguna vinculación con los obreros de la capital, que
viven en la más perfecta ignorancia sobre lo que son las huelgas y la solidaridad obrera y
que acuden sin ningún escrúpulo al llamado de los patrones, alucinados por la idea de
cambiar su situación de desocupado campestre por la de obreros a jornal”(13)
Sus conceptos fueron afirmándose con el paso de los años, en una
discusión en la Cámara, Arena sostenía:
“...los gobiernos anteriores se han colocado decididamente del lado del capital, cuando, si
alguna vez pudieron apartarse de su imparcialidad, habría sido para colocarse del lado de
los obreros, que son los más débiles(...) Si(...) alguna vez se llevara al soldado a intervenir
con su trabajo en las luchas entre obreros y patrones, se cometería sencillamente una
enormidad digna del pueblo más atrasado y se iría directamente en contra de la causa de los
obreros.”
Domingo Arena: Realidades y Utopías
32
En el enfoque que le da al problema obrero, percibimos en forma clara al
hombre bueno que era Arena. Supo estar en todos los foros y sostener los
conceptos más polémicos en un entorno afectivo para con las partes en
discusión.
“ Todos los movimientos en pro de la obtención de algún derecho, pecan y han pecado
siempre de algunos excesos, sobretodo si ese movimiento ha sido elaborado después de una
larga y angustiosa opresión...”
El Estado y los servicios en 1905.
Los servicios públicos de Montevideo tenían, bajo la administración de
Juan Lindolfo Cuestas, un desigual estado de deterioro y operatividad. En
el caso del servicio tranviario tirado por caballos, símbolo de modernidad
y comunicación en el Montevideo de finales del Siglo XIX, habían
llegado a un estado de deterioro que ameritaba una evolución. En 1897,
se unieron varias líneas importantes, las que se dirigían a Pocitos, Buceo,
la Unión, en definitiva el este del Departamento, estableciéndose la
empresa tranviaria “Sociedad Comercial de Montevideo” con capitales
ingleses, en tanto que el sector Oeste, el pujante sector Oeste que incluía
el Cerro, La Teja, el Paso Molino, el cinturón industrial en definitiva, a la
empresa “La Transatlántica” con capitales alemanes. En forma lógica
desde nuestro pensamiento actual, si bien competían por el pasaje
montevideano, se unieron para generar movimientos de opinión para
lograr la concesión de la electrificación del servicio. El análisis de las
actas de la Junta Económico-Administrativa nos lleva a un apasionado
debate para impedir el desarrollo tecnológico y el progreso en
Montevideo por un sector muy amplio de la opinión. La acción
legislativa apoyó la idea y se concede por primera vez la concesión a “La
Comercial” que fue vetada por el Poder Ejecutivo de Cuestas. El primer
acto de Batlle fue levantar este veto, estableciéndose la primera Usina en
las calles Cebollatí y Salto, edificio que perduró hasta muy entrado los
años sesenta y donde hoy se levanta un complejo de edificios construidos
por el Banco Hipotecario del Uruguay. El Dr. Aureliano Rodríguez
Larreta, de filiación nacionalista, había advertido que se había negociado
de un modo perjudicial para el país dicha concesión, en lo referente a la
ampliación de la red, puesto que se habían vendido los tendidos en
Londres en una suma de 350.000 libras esterlinas. La respuesta de Batlle
fue que la ampliación del tendido obligaba a invertir en tecnología y
trabajo y que cumplía un definitivo rol social al llegar con el servicio a
Domingo Arena: Realidades y Utopías
33
zonas que aun no disponían del mismo. Las nuevas concesiones
obligaban a ambas empresas a extender sus líneas más allá de las zonas
densamente pobladas y por lo tanto apetecibles para el desarrollo del
negocio. Por ley en el mes de julio de 1905 se establecen las nuevas
concesiones que permitían el servicio por espacio de 75 años. Acá
comenzamos a ver la visión batllista del estado en relación a las empresas
públicas, las cuales deben brindar los servicios indispensables para el
bienestar general sin actuar como las empresas privadas con una meta de
ganancia, la meta será el servicio sin perdidas para el Estado. Terminada
la guerra de 1904, se realizan dos importantes iniciativas por parte del
batllismo: elecciones libres de acuerdo a la Constitución vigente, y
Proyecto de Ley de ocho horas de trabajo como máximo y descanso
semanal obligatorio.
Paralelamente el Poder Ejecutivo pide autorización a la Asamblea
General para gestionar los fondos para la realización de un ambicioso
plan vial con importantes obras públicas en todo el territorio nacional, y
la construcción de la red de carreteras paralelas a la vía del tren para
competir con el capital inglés.
Los diputados y los colaboradores de Batlle, Arena entre ellos, iniciaron
una verdadera lluvia de proyectos que consolidan y aglutinan el
sentimiento reformista del momento: en el mes de mayo de 1905, el Dr.
Carlos Oneto y Viana presenta un proyecto de Ley de Divorcio, siendo
apoyado por Batlle, que creía injusto un matrimonio indisoluble tal como
lo propone la religión católica. Este concepto es apuntalado por Arena, el
cual sostiene contemporáneamente a la presentación del discutido
proyecto de ley:
“...quería desengrillar las relaciones conyugales, para entregarlas libres al amor y a los lazos
de familia. Quería, sobre todo, impedirle vejámenes a la mujer, por el marido que no la
quisiera o por lo menos no la respetase..”(14)
El revuelo fue mayúsculo, los nacionalistas no actuaron en bloque, en
tanto que la sociedad “Liga de Damas Católicas” presentó un petitorio en
contra de la iniciativa con más de noventa mil firmas. El proyecto fue
aprobado en la Cámara de Diputados y pasó al Senado el 21 de febrero
de 1907.
____________________________________
(14) Washington Reyes Abadie -Andrés Vázquez Romero. Crónica General del Uruguay Tomo
VI.Pp.239-242. Ediciones de la Banda Oriental.Diciembre de 2000.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
34
La Cuestión Social – Obrera
Los cambios que introducen al Uruguay en el sistema capitalista mundial,
van a obligar a un traslado de mano de obra desde el campo a la ciudad,
más la gran afluencia de inmigrantes europeos van a dar origen a la clase
obrera y a la incipiente burguesía. Comienza entonces una organización
sindical con vinculación paulatina a sectores políticos y la búsqueda
incesante de mejoras en la calidad de trabajo de sus integrantes. Va a
darse el surgimiento de una de las clases medias más pujantes de
América Latina. En 1905 hubo numerosas huelgas, siendo las más fuertes
la del Ferrocarril y la del Puerto, los zapateros, los colchoneros, las
costureras. Las bases de reclamos coincidían todas en el punto
correspondiente a la reducción de la jornada laboral, al aumento salarial y
a la indemnización por despido. Las iniciativas legislativas del período
son muy amplias y variadas en la atención de los requerimientos sociales,
de todos los sectores políticos, aunque el batllismo lleva la voz cantante,
por convencimiento y porque además tenía mayoría en las Cámaras. Es
un punto manejado permanentemente en la historiografía nacional, los
proyectos presentados en 1905 por los nacionalistas Luis Alberto de
Herrera y Carlos Roxlo, que sostenían su prédica desde “La
Democracia”, y con Vicente Borro, Ponce de León y Quintana sobre
legislación laboral, que no fue considerado. En tanto el Poder Ejecutivo
lo eleva como Proyecto de Ley en 1906. En verdad, este proyecto va a
demorar mucho tiempo en ser aprobado.
Domingo Arena, defensor intachable de los Derechos Humanos, y de la
igualdad entre los hombres, se va a referir a la pena de muerte en un
debate en la Cámara:
“...ya las obras públicas están en construcción, la hacienda del país está perfectamente
regularizada. Por consiguiente, podemos ir a la discusión del magno asunto sin ningún
temor de perjudicar intereses de otro orden. Por más que, por mi parte, declaro de la
manera más formal, que a las leyes de carácter moral estaría siempre dispuesto a darles la
preferencia; y que si en este momento tuviera que optar entre una ley sobre caminos y la ley
sobre la abolición de la pena de muerte, le daría, sin vacilar, la preferencia a la última, por
considerarla una ley civilizadora por excelencia.(...) ...si dejamos establecido que la pena de
muerte puede aplicarse en tiempo de guerra es sencillamente dar carta blanca a los Jefes de
Domingo Arena: Realidades y Utopías
35
División, a los Jefes de Ejército para que puedan hacer verdaderas atrocidades; y esto no
podemos permitirlo los abolicionistas”
La postura vital de Arena era la concepción, de tomar en cuenta, planes
del anarquismo italo-español. Una ideología que considera los peores
enemigos del progreso social y de la cultura a la Iglesia y al Ejército. Por
otro lado, realza en grado sumo la libertad individual. Esta tuvo una clara
evolución histórica, la concepción de libertad individual surge con el
iluminismo como un ideal a alcanzar. Se va a plasmar como una realidad
concreta en 1789, luego el liberalismo del siglo siguiente se las adjudica
a la burguesía, y posteriormente va a extenderse el concepto de libertad
individual por la acción del anarquismo. Arena siente profundamente este
principio y en un editorial ya citado de 1905 afirma, defendiendo
claramente a los anarquistas extranjeros:
“...los preceptos constitucionales que tutelan todas las opiniones, todas las propagandas,
mientras ellas no ataquen algún principio fundamental de orden público o no atenten
claramente contra derechos de terceros. Y la libertad igual para todos es un bien que ha
costado demasiado caro, porque donde se tiene la suerte de poseerlo en su mayor plenitud,
se pugna por cercenarlo...”
Las sociedades de resistencia y sus dirigentes obreros fueron quienes
atacaron con más violencia el orden establecido. Fueron radicales y
propiciaron la revolución violenta, porque eran anarquistas. En este
aspecto, la discrepancia de Arena con este punto era total. Por el
contrario en el enfoque crítico de la sociedad, la economía y la
mentalidad dominante, había coincidencias que a muy corto plazo debía
conducir a un entendimiento claro entre la fuerza reformista y una fuerza
social determinada. Si nos trasladamos a la Italia de 1870, encontramos
algunos problemas similares a los que ocurren a comienzos del Siglo XX
en nuestro país. La presión anarquista, en Italia, constituyó un desafío a
las premisas liberales de la clase gobernante italiana. Esta clase no
comprendía las realidades objetivas del problema social. El liberalismo
constituía su religión, pero no entendían que la libertad pudiese ser
propiedad de todos. Se afirmaba que, si existían en Italia dos clases
enfrentadas, estaban formadas por los que trabajan y los que agitan, por
los que se ocupaban de sus propios asuntos y los subversivos
profesionales. Existía gran similitud en la concepción de las clases
conservadoras montevideanas y las clases gobernantes italianas. La
posición de Arena, muy similar a la de Mazzini, hablaba de educar a esas
Domingo Arena: Realidades y Utopías
36
clases conservadoras para alcanzar un grado de convivencia
reconfortante para la sociedad.
Desde las filas anarquistas se hizo, en nuestro país, entonces fuego
conceptual, a veces material, contra el socialismo acusándolos de tener
un programa más moderado que el programa batllista.
Montevideo era el centro del país y el motor que lo propulsa a los
desarrollos políticos y sociales del Siglo XX. Con la necesidad
inconsciente de parecerse cada vez más a la soñada y deseada Europa,
que ya lo tenía en el Gobierno de la Defensa, en plena Guerra Grande,
dio bases sociales a la incipiente sociedad burguesa montevideana, con
escala de valores culturales proveniente de los inmigrantes, o de los
sectores que por su capacidad económica pudieron desarrollar estudios
superiores en la Universidad de la República, objetivo y deseo de la
juventud montevideana de la época. Además el ingreso económico dio
inicio a la distribución social en clases alta, media y baja, y el proceso
industrial en desarrollo a un proletariado naciente, tanto en número como
en ideas. Es claro que el proyecto batllista de redistribución de las rentas
del Estado, en definitiva colocando el aparato administrativo del Estado
en función de la sociedad, actuó como catalizador para que el campo
empezara lentamente a despoblarse y el objetivo de la sociedad era,
precisamente, Montevideo. Entonces, lo que se llamaba “Cuestión
Social” en los debates de la época comenzó a manejarse con estructura
salarial mínima, bienestar acortando la jornada laboral e instrumentando
los descansos pagos y reglamentados, sumado a la estabilidad política
luego de 1904, entonces, se daban los casos para la trascendencia de
conflictos laborales profundos con las primeras huelgas y reclamos
obreros. En estos puntos se aprecia la visión de Arena, como portavoz del
batllismo, al analizar profundamente estos fenómenos desde loas
editoriales del diario de Don Pepe. Existía además un fenómeno de
emigración, que ya a comienzos de Siglo muestra la tendencia de nuestro
país de aceptar con facilidad al inmigrante, y quizás por eso mismo,
aceptar también con facilidad en camino de la emigración.
“ ...El país era para pocos. Era un país pequeño, poco diversificado y altamente dependiente
del exterior, con poca capacidad para absorber crisis generales en su sector externo. Su
frontera se había alcanzado muy rápidamente, se había configurado un sistema de tenencia
de tierra –o más bien, un orden social rural- que se caracterizaba, de por si, por absorber
poca población, y que por añadidura, encontraba en el vaciamiento demográfico de los
campos el correlato que le permitía mantener su rentabilidad. En ese sentido, la raíz de la
emigración se encontraba en el orden rural, y allí se generaba también el límite en la
capacidad de absorber inmigrantes.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
37
Asi crecía Montevideo, no tanto –o no solo- porque se lo proponían las fuerzas de la ciudad,
sino porque, en cada corto plazo, eso era una solución para el campo, que generaba
regularmente un excedente poblacional. Y así también quedaban en Montevideo los pocos
inmigrantes que no se iban, porque la sociedad rural no podía albergarlos”(15)
En este período se crean las facultades de Veterinaria, Agronomía y
Comercio, antecedente de la Facultad de Ciencias Económicas y se le da
un gran impulso a la infraestructura educativa de nivel primario y medio.
Con estas medidas se va consolidando el modelo urbano burgués, en el
cual se llevará a cabo la prédica de Domingo Arena desde el punto de
acción que le adjudicara José Batlle y Ordóñez .
Resulta , pues, comprensible el vasto fenómeno producido en el campo
sindical y social por el batllismo. Centenares de militantes, incluso de
primera línea del sindicalismo, el socialismo y especialmente el
anarquismo se incorporaron a los partidarios de Batlle. El mérito fue
apreciar tempranamente las nuevas fuerzas sociales e ideológicas que se
estaban desarrollando en el país, no oponerse a ellas e incluso colaborar
en su desarrollo en forma consistente.
El rol anticipador del reformismo batllista se percibe claramente en las
circunstancias sociales de comienzos de Siglo. Un reclamo socialista en
1903 va a originar una respuesta concreta del batllismo. Mientras, este
importante sector político incipiente en nuestro país aspiraba a reformas
profundas, el primer batllismo lo materializa:
“..queremos la sanción legal de la jornada de ocho horas; la responsabilidad de los patrones
en los accidentes de trabajo; el reconocimiento de los derechos ciudadanos a los extranjeros
que tengan dos años de residencia (...) el analfabetismo aplasta a la nacionalidad. Más de
cien mil niños carecen de escuelas.”
Todos estos conceptos son peticiones del socialismo en 1905. El mismo
Arena, en un discurso en la ciudad de Florida, aclaró este concepto y el
rol concreto del Partido de Batlle de concretar en la acción las
aspiraciones sociales:
“En Florida, donde tuve la desgracia de anarquizar un club con un discurso, cuando estaba
en lo mejor de mi perorata, un simpático joven me atormentaba con sus gritos de ¡ Viva el
Partido Socialista! ¡Viva la realización del ideal económico sin bandera política! Y yo,
cuando sentí al fin que era necesario aclarar, me acerqué al joven socialista y le dije
suavemente: -Mi estimado señor, si yo no estuviese en un partido político capaz de realizar
las cosas que ustedes apenas programan, probablemente sería también socialista, tal vez
hasta fuera anarquista”.
_________________
(15) César A. Aguiar. Tomado de: Washington Reyes Abadie-Tabaré Melogno. Crónica General
del Uruguay Tomo VII. Pp. 11-12.Ediciones Banda Oriental. Junio 2001.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
38
Vemos nuevamente la innegable influencia de las corrientes radicales
italianas y en menor grado las españolas en el batllismo, al respecto
sostiene Carlos M. Rama:
“...centenares de militantes incluso de primera línea del anarquismo se incorporan a los
partidos de Batlle. De todos los sectores sociales de principios de siglo ninguno dio tantos
elementos al batllismo como el anarquismo”
La concepción de Arena sobre la sociedad descansa en una amplia base
ética extendida también al derecho y los valores humanos. Su concepción
moral era en primer lugar antiteísta y por lo tanto centrada en el hombre
con una obsesión casi hedonista, sin que ninguna institución ni nada lo
trascendiera. A lo largo de todos los discursos de Arena se va a percibir
una adhesión clara al ser débil, sostenida en una concepción románticoanárquica-
naturalista del individuo y las clases sociales. El mismo Arena
sostuvo en 1916:
“...lo que nunca he podido comprender, es como puede asistirse indiferente al desfile de la
caravana de los hombres sin trabajo que ofrecen sus brazos para ganarse la vida(...) Porque
si hay un hecho que en una sociedad medianamente organizada me parece evidente de todo
evidencia, es el derecho a vivir que tiene el sujeto que da su fuerza, su inteligencia, su
voluntad –todo lo que tiene- para ganarse la vida”.
También queda demostrado el sentimiento de cambio basado en una
nueva fe reformista con punto de inflexión en el Estado: el uso de una
economía justa, de una cultura científica, en fin, de todo lo que atañe al
interés social.
“ ...es necesario levantar un gran interés, un interés superior, el interés de una entidad
suficientemente poderosa y suficientemente altruista que sea capaz de dar abrigo a todos los
desesperados. Y esa entidad no puede ser otra que el Estado”
Arena jamás renegó de su origen humilde, por el contrario, esa
circunstancia lo movió toda la vida. Su pasado de peón jornalero, su
posterior rango de Senador dela República, no lograron cambiar su
concepción de la vida. El reformismo, los grandes cambios políticos y
sociales, buscando satisfacer las necesidades de los postergados,
podemos definirlo como el objetivo del gobierno de modificar las
estructuras sociales para lograr una mejoría en la vida de los más amplios
sectores sociales de la población. Todo esto encarado sin perjudicar a
Domingo Arena: Realidades y Utopías
39
sectores que ya habían alcanzado metas de satisfacción. El reformismo es
opuesto a la idea revolucionaria tal cual era concebida por algunas
corrientes ideológicas contemporáneas, puesto que parte del concepto de
las estructuras existentes no son perfectas y por lo tanto son perfectibles,
sin necesidad de cambios por otro tipo de organización social. En
resumen el reformismo batllista busca alcanzar mejores niveles de vida,
mejores condiciones de trabajo, acceso a la educación, a la vida política y
a la cultura. Domingo Arena iba más allá de conceptos de escritorio y
sostiene:
“...yo siento vivamente, intensamente, todo lo que se relaciona con los humildes. Son mis
hermanos de ayer, y deben ser mis protegidos de hoy. ¡ Mi verdadero dolor es no poder
hacer por ellos lo bastante.! He salido de sus filas y es una oleada de buena suerte, la que me
ha traído hasta aquí. Mi deber, el más elemental de mis deberes, es, pues, defenderlo
constantemente(...) Y ese deber, señores, estoy dispuesto a cumplirlo mientras haga política,
donde quiera que me sorprenda la política, porque para mí, si la política no tuviese ese
objetivo, sería incomprensible y hasta absurda”.
Las décadas de 1870 y 1890, como ocurrió en La Defensa, constituyen
un tiempo de recarga ideológica para el Partido Colorado. Enfrentado al
militarismo y al poder de la Iglesia, aquella generación responde con una
formulación racionalista, espiritualista y liberal que irán conformando la
base filosófica del batllismo. Desde el Ateneo y las publicaciones
liberales, en las cuales actúa Batlle y Ordóñez, los jóvenes liberales
colorados dan su lucha. En ese momento con sus valijas llenas de sueños
y con muchas iniciativas llega la familia Arena a nuestro país. Se están
estableciendo las bases del racionalismo, que proclama a la razón como
camino para llegar a la verdad. Surgen entonces las distintas corrientes
racionalistas: teísmo, deísmo y agnosticismo, a la que corresponden las
tres escuelas filosóficas posrenacentistas: cartesianismo, espiritualismo y
positivismo. El teísmo cristiano, respaldo de la Iglesia, intenta armonizar
la fe con la razón, aceptando las verdades reveladas. El deísmo
espiritualista sustenta la idea de Dios pero confía solo en el racionalismo,
negando la revelación y el culto externo de las religiones positivas. El
positivismo y el materialismo histórico proclaman inaccesible al
entendimiento humano toda noción de lo absoluto, negando la idea de
Dios e invocando el saber científico, también reconocido por el deísmo.
El Partido Colorado define los principios filosóficos que sustentará su
acción política: racionalismo, espiritualismo y liberalismo. Prudencio
Vázquez y Vega los expone con claridad en “La Razón”: “El
racionalismo...es el sistema filosófico que busca la verdad por el empleo
Domingo Arena: Realidades y Utopías
40
de las facultades intelectuales del espíritu, es decir, por la percepción
sensible, la conciencia y la razón. En moral profesa la doctrina del
deber(...) como residiendo en Dios(...) profesa hacer el bien por el bien
mismo(...) En materia religiosa proclama la existencia de un solo Dios,
como ser infinito y absoluto, bueno y justo, inmanente y trascendente,
como razón de todas las cosas y como ideal de la persona humana.
Rechaza la revelación histórica y personal de Dios al hombre, niega la
verdad de todas las religiones positivas y predica la religión santa del
deber. Y en política enseña la existencia de la idea del derecho, como
principio regulador del orden social, benéfico principio que debe ser
respetado por la voluntad individual y por todo poder público; enseña el
imperio de la soberanía popular, tratándose de la organización de la
autoridad, no habiendo más límite para a soberanía que los principios
eternos de la justicia y el bien”.
Encontramos una revalorización del liberalismo que se va a manifestar en
la lucha por separar a la Iglesia del Estado y que va a culminar el 1 de
marzo de 1919 con la entrada en vigencia de la nueva Constitución. En
realidad fue una acción intelectual y revolucionaria en todos este período
de reformas en el primer batllismo, cuyos colaboradores no solo dieron
audazmente la lucha intelectual contra el autoritarismo, de la forma que
fuera, sino que se determinaron en la acción, incluso armada, contra él.
Aquellos que enfrentaron la dictadura desde sus cátedras y desde la
prensa tratan de derribarla por las armas en la Revolución del Quebracho
en 1886. Esta es una de las claves para entender la trascendencia de esta
generación, que como a muchos extranjeros va a aceptar al joven
Domingo Arena en sus filas, que ayudarán a desarrollar una gran
capacidad de hacer y de proponer, un tanto difícil de entender hoy en día
con la magnifica cantidad de elementos que las actuales generaciones
políticas tiene a disposición y que por contrapartida no se producen tantas
propuestas e inquietudes reformistas. Cuatro de los Colorados
combatientes en Quebracho fueron luego presidentes: Batlle, Williman,
Serrato y Campisteguy.
Es el tiempo de Julio Herrera y Obes. Aquél que siendo Ministro de
Relaciones Exteriores había defendido con claridad y firmeza el derecho
de la República a organizarse política y socialmente según quisiera. Ante
reclamaciones de indemnizaciones por parte del Banco Mauá y otros
extranjeros que impugnaban la jurisdicción de los Tribunales Nacionales
que sostenía sobre estas presiones: “No, ni el Gobierno Oriental ni
gobierno alguno del mundo pueden permitir que sobre la jurisdicción
Domingo Arena: Realidades y Utopías
41
legal de los Tribunales del país, que emana directamente del ejercicio de
la soberanía nacional, se levante esa otra jurisdicción incalificable de
los agentes diplomáticos que al atribuirse las funciones de tribunal
superior arbitrario y parcial infieren sin pensarlo y sin quererlo, serio
agravio a la dignidad de la Nación, cuya soberanía interna
implícitamente desconocen”.
El Dr. Julio Herera y Obes había sido nombrado por el Gral. Tajes en
Diciembre de 1886 como Ministro de Gobierno, y desde ese cargo se va
a convertir en el artífice de la transición del militarismo al civilismo.
Rápidamente disuelve el Batallón 5 de Cazadores, la Escolta Presidencial
y remueve los principales jefes de los demás batallones. El aparato de
sostén de Máximo Santos estaba desarticulado, Tajes estaba dispuesto a
la apertura; el camino de regreso a la democracia se encontraba
despejado. La elección de Julio Herrera y Obes como Presidente en 1890,
significa el retorno del principismo al poder y con él, le recreación de la
república liberal. Eliminados sucesivamente el caudillismo y el
militarismo, el poder efectivo se concentra en el Presidente. Este
establece un gobierno organizado, con garantías civiles y respeto de los
Derechos Humanos y total libertad de prensa. El ejército vuelve a
someterse al poder político, consolidándose el Estado con plena vigencia
de la Constitución de 1830. El Gobierno impulsará la Reforma
Universitaria. Desde 1875 la intelectualidad había impuesto el estudio de
las ideas positivistas y evolucionistas de Darwin y Spencer.(16) El Dr.
Herrera y Obes, espiritualista y adverso al materialismo positivista, luego
de manifestar su preocupación envía un mensaje a la Asamblea General
sosteniendo que estas ideas: “...están en abierta oposición con la
naturaleza de nuestra organización política y con la índole de nuestras
instituciones, esencialmente espiritualistas. El materialismo filosófico
que no ve en la vida del hombre y del mundo sino combinaciones
causales de la fuerza dinámica, que en moral proclama el principio de la
utilidad y del fatalismo, que negando la libertad no reconoce más
derecho que el consagrado por el éxito y que ha sido por lo mismo, en
todo tiempo, compañero inseparable de la usurpación y del despotismo,
el materialismo, no da soluciones o las da aterradoras, a todas los
grandes problemas del destino humano(...) El Gobierno usando su
derecho y cumpliendo el estricto deber ha declarado oficial la doctrina y
los textos espiritualistas en la Enseñanza Pública. Este hecho no excluye
de las controversias universitarias y escolares las doctrinas
materialistas(...) limitándose únicamente a determinar la dirección y la
Domingo Arena: Realidades y Utopías
42
índole que debe revestir en las escuelas públicas la Enseñanza Oficial”.
Esta reforma se concreta con la incorporación al Consejo Universitario
de personalidades como Justino Jiménez de Aréchaga y Juan Zorrilla de
San Martín, entre otros, y volcarán en la mayoría del cuerpo a favor del
espiritualismo. El texto oficial será el de Janet. De esta Universidad
saldrá Domingo Arena.
Con Julio Herrera se consolida la estructura orgánica del Partido
Colorado, sostiene que para asegurar la unidad de decisión del estado es
necesario el respaldo de partido de gobierno organizado y fuerte.
Washington Reyes Abadie, sintetiza la labor de Herrera: Restauró el
civilismo, orilló la crisis, unificó la deuda, impulsó el progreso, defendió
el orden, pagó los presupuestos del estado, aspiró a la democracia
dirigida y pudiendo permanecer en el poder cumplió con la Ley; perdió
su fortuna en el gobierno”. La República liberal está asentada, sus
instituciones firmes. El Partido Colorado, fuerte. Es el tiempo de lo
social, es el tiempo de la juventud de Batlle, de la reforma social y del
inicio de la acción política de Domingo Arena.
Toda la carga emotiva de Arena se percibe cuando se refiere al
instrumento para lograr sus objetivos políticos y sociales, en definitiva
cuando se refiere a la colectividad que integra:
“...si soy un colorado recalcitrante, y un batllista más recalcitrante todavía no es por
pasiones, ni por nada chico; porque yo, por la feliz circunstancia de ser un importado, como
me dicen, creyendo ofenderme, los anticolegialistas en sus conferencias. –puedo actuar en la
política sin rencores-; y si me he embanderado con tanta resolución en gran facción en que
estoy embanderado, es simplemente porque he visto en ella la obrera del bien, la obrera del
bienestar nacional (...) Mi verdadera orientación política es el bien del pueblo, y donde
quiera que ese bien aparezca en marcha, allí estaré yo.”
De todas las argumentaciones manejadas hasta el momento, resulta obvio
que los grupos aliados del reformismo batllista fueron los obreros, los
sectores medios, los inmigrantes europeos, los industriales dependientes
del mercado interno. El origen urbano de estos sectores facilitaban el
reformismo. Los editoriales de Arena en 1905, puede haber
proporcionado consuelo espiritual a las multitudes huelguistas que
llevaban un mes sin trabajar, esa era la ayuda que Arena brindaba,
enseñanza y comprensión sobre las partes en pugna.
___________
(16)Herbert Spencer empezó su labor social en la década de 1850 y se considera uno de los primeros
sociólogos de la Historia. Su principal aporte fue la teoría del cambio social desde el punto de vista evolutivo
que bastaba para explicar el cambio social.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
43
Arena, además, se preocupa del fomento de la agricultura, circunstancia
que derivaría en vida familiar estable con uso productivo de la tierra.
Hacer del Uruguay un país de pequeños propietarios rurales fue un
principio esencial del reformismo. Arena, el 13 de mayo de 1909, decía:
“así como Montevideo había sido fraccionado por especuladores en tierras que convirtieron
a millones en pequeños propietarios de los alrededores, así debía ocurrir en la campaña (...)
parecería un verdadero ideal que esos especuladores, sean cuales fueran las ganancias que
realicen, invadieran la campaña e hicieran con las estancias lo mismo que han hecho con las
tierras de los alrededores de la capital”
Al negar las verdades reveladas de cualquier tipo, el pensamiento de
Arena gira en concebir la realidad social sin fatalismos ni mesianismos,
de un modo experimental, integrador y transformador. La igualdad entre
los hombres se manifiesta claramente en una afirmación en “ El Día” el
21 de abril de 1910:
“...al fin y al cabo, la tierra en sí misma no pertenece a nadie y pertenece a todos”
A finales del siglo XIX la cuestión agraria era motivo de duros
enfrentamientos entre marxistas revisionistas y marxistas ortodoxos.
Procurando quedar fuera de este enfrentamiento muchos intelectuales,
como Franz Oppenheimer, intentaron aplicar las teorías del economista
socialista norteamericano Henry George. George sería después autor de
un libro que resume su pensamiento titulado “Progreso y Miseria”
(Progress and Poverty), donde propone un único y simple método de
transformar la injusticia social en justicia fiscal, y populariza la idea de
que todos deben acceder por igual al bienestar y a la dignidad. El
reformismo agrario de George en el que se basa el replanteado sistema
liberal estadounidense de 1886, será desarrollado en el Uruguay por
progresismo reformista del batllismo.
“ Nuestra República debe aprovechar estos tiempos de formación que corren para ella, en
que es fácil corregir vicios y defectos incipientes, así como implantar instituciones nuevas
(...) Nuestra condición de pueblo nuevo nos permite realizar ideales de gobierno y
organización social, que en otros países de vieja organización no podrían hacerse efectivos
sin vencer enormes y tenaces resistencias (...) la lucha industrial entre unos pueblos y otros
hace casi imposible la adopción de medidas de esta naturaleza. Para nosotros no se ha
creado todavía esa situación debido a que nuestro país no ha entrado de lleno en el régimen
industrial y debemos apresurarnos a reglamentar el trabajo, ajustándonos a elevados
Domingo Arena: Realidades y Utopías
44
principios de justicia, antes que la complicación y la magnitud de los intereses afectados
haga más dificultosa esa tarea”
El economista Henry George escribe sobre los principio redistributivos, y
la importancia que tiene un organismo regulador de impuestos, de
ingresos y de asistencia a la producción:
“Nuestro razonamiento nos dice, en conclusión, que cada trabajador produce su
propio salario y que el aumento del número de trabajadores debería aumentar
el salario de cada uno. Por lo menos queda claro que la causa por la cual, a
pesar del enorme aumento del poder productivo, la gran masa de los
productores está reducida a la mínima porción del producto de la cual
consienten vivir, no es la falta de capital ni tampoco la limitación de los poderes
de la naturaleza que premian el trabajo. Por consiguiente, esa causa, si no se
halla en las leyes que rigen la producción de la riqueza, se ha de buscar en las
que rigen la distribución. Veámoslas, pues: El producto o producción de una
sociedad es la suma de riqueza producida por esta sociedad. Es el fondo
general, del cual, mientras no se reduzca la provisión preexistente, se ha de
satisfacer el consumo y se han de sacar todos los ingresos.
Producción no significa solamente hacer las cosas, sino que incluye el aumento
de valor ganado con su transporte o cambio. En una sociedad puramente
comercial hay producción de riqueza, como la hay en una sociedad puramente
agrícola o industrial; y en un caso como en los otros, una parte de este
producto irá al capital, una parte al trabajo y una parte, si la tierra tiene algún
valor, a los propietarios. De hecho, una porción de la riqueza producida va
continuamente a la reposición del capital que se consume y repone sin cesar.
Pero no es necesario tener en cuenta este hecho, ya que se le descarta
considerando permanente al capital, como acostumbramos hacerlo al hablar o
pensar sobre él. Por lo tanto, al hablar del producto entendemos la riqueza
obtenida además de la que se necesita para reponer el capital consumido al
producir; y cuando hablamos de interés o ganancia del capital, entendemos lo
que va al capital una vez repuesto o conservado.
Es, además, un hecho que en toda sociedad superior al estado más primitivo,
el gobierno toma en impuestos y consume una parte del producto. Sin
embargo, no es necesario tenerlo en cuenta al buscar las leyes de la
distribución. Podemos considerar la tributación inexistente o que, según su
cuantía, reduce el producto. Y lo mismo respecto a lo que del producto toman
ciertas formas de monopolio que ejercen un poder parecido al de la tributación.
Una vez halladas las leyes de la distribución, podremos ver qué influjo, si lo
hay, ejercen sobre ellas los impuestos.
Renta, Salario e Interés
Los tres factores de la producción son tierra, trabajo y capital, y todo el
producto se distribuye primariamente en tres partes respectivas.
Por esto se necesitan tres términos, cada uno de los cuales ha de expresar con
claridad una de estas partes con exclusión de las demás.
Renta, por definición, expresa claramente la primera de estas partes: la que va
a los propietarios de la tierra.
Salarios, por definición, expresa claramente la segunda: la parte que constituye
la recompensa al trabajo.
Pero en cuanto al tercer término, el que debería expresar la recompensa al
capital, hay en los libros usuales la más embrollada ambigüedad y confusión.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
45
De los vocablos de uso corriente, la palabra interés es el que más se acerca a
expresar la idea de la recompensa por el uso del capital. Según se la suele
emplear, significa la recompensa por el uso del capital, con exclusión de todo
trabajo en su uso o administración.
Ambigüedad del Término «Beneficios» o «Provechos»
La palabra beneficios, según suele usarse, es casi sinónima de ingresos.
Significa una ganancia, una cantidad que se percibe, además de la cantidad
desembolsada e incluye a menudo ingresos que propiamente son renta y casi
siempre ingresos que en realidad son salarios, y también compensaciones por
el riesgo inherente a los diversos usos del capital. A menos de violentar mucho
el significado de esta palabra, no se puede, pues, usarla en Economía Política
para indicar la parte del producto que va al capital, a distinción de las partes
que van al trabajo y a los propietarios.
Adam Smith explica claramente que los salarios y la compensación por el
riesgo forman gran parte de los beneficios, señalando que los elevados
provechos de los boticarios y tenderos son en realidad salarios de su trabajo y
no interés de su capital; y que los grandes beneficios hechos a veces en
negocios arriesgados, como el contrabando y el comercio de objetos usados,
no son, en realidad, sino compensaciones de riesgos que, a la larga, reducen
las ganancias del capital empleado en ellos, hasta el tipo corriente y aún más
bajo. Ejemplos parecidos se mencionan en las obras posteriores, en las que se
definen formalmente en su sentido usual, quizás excluyendo la renta. En estas
obras se dice al lector que los beneficios se componen de tres elementos:
salarios de superintendencia, compensación por el riesgo e interés, o sea, la
retribución por el uso del capital.
Por esto, ni en su significado vulgar, ni en el que expresamente se les asigna
en Economía política, los beneficios pueden ocupar sitio alguno al discutir la
distribución de la riqueza entre los tres factores de la producción. Hablar de la
distribución de la riqueza en renta, salarios y beneficios (sea en el sentido
vulgar o en el asignado expresamente a este término) es como hablar de la
clasificación de la humanidad en hombres, mujeres y seres humanos.
Evidentemente, esta indagación no tiene nada que ver con los beneficios.
Necesitamos hallar qué es lo que determina el reparto del producto total entre
la tierra, el trabajo y el capital; beneficios no es un término que se refiera
exclusivamente a ninguna de estas tres divisiones. De las tres partes en que
los economistas dividen los beneficios, a saber, compensación por el riesgo,
salarios de superintendencia y retribución por el uso del capital, este último se
incluye en el término de interés, que abarca todas las ganancias por el uso del
capital y excluye todo lo demás; los salarios de superintendencia entran dentro
del término salario, que incluye toda recompensa del trabajo humano y excluye
todo lo demás; y la compensación por el riesgo no halla cabida en ninguna
parte, pues el riesgo queda eliminado al considerar reunidas todas las
transacciones de la colectividad. Por esto, de acuerdo con las definiciones de
los economistas, emplearé el término interés para significar la parte del
producto que va al capital.
Repetición de Definiciones
Recapitulemos: Tierra, trabajo y capital son los tres factores de la producción.
El término tierra comprende todas las oportunidades y fuerzas naturales; el
término trabajo, todo esfuerzo humano; y el término capital toda riqueza
empleada en producir más riqueza. Todo lo producido se distribuye en
recompensas a estos tres factores. La parte que va a los propietarios como
pago por el uso de bienes naturales se llama renta; la parte que constituye la
Domingo Arena: Realidades y Utopías
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recompensa al trabajo humano se llama salario; y la parte que constituye la
retribución por el uso del capital se llama interés. Estos tres términos se
excluyen mutuamente. Los ingresos de un individuo pueden provenir de
cualquiera de estas tres fuentes, de dos de ellas o de las tres: pero al tratar de
descubrir las leyes de la distribución, debemos considerarlas separadas.
Debe haber tierra antes que el trabajo se pueda realizar; y debe ejercerse
trabajo antes que se pueda producir el capital. El capital es un resultado del
trabajo, y éste lo usa en ayuda de la producción ulterior. El trabajo es la fuerza
activa e inicial, y, por lo tanto, es el que da empleo al capital. El trabajo sólo
puede ejercerse sobre la tierra y de ésta se debe sacar la materia que el
trabajo convierte en riqueza. Por esto, la tierra es la condición previa, el sitio y
el material del trabajo. El orden natural es: tierra, trabajo y capital; y en vez de
empezar por el capital como punto de partida, comenzaremos por la tierra.
El término renta, en su sentido económico, tiene un significado diferente del
que vulgarmente se da a la palabra renta. En algunos aspectos el significado
económico es más limitado que el ordinario, en otros aspectos es más amplio.
Es más limitado en lo siguiente: en el lenguaje usual, aplicamos la palabra
renta a los pagos por el uso de edificios, maquinaria, locales, etc., lo mismo
que a los pagos por el uso de la tierra u otros bienes naturales; y al hablar de la
renta de una casa o una granja, no separamos del pago por el uso de la sola
tierra el pago por el uso de las mejoras. Pero en el significado económico de
renta excluimos los pagos por el uso de todo producto del trabajo humano; y en
los pagos globales por el uso de casas, granjas, etc., sólo es renta la parte que
se paga por usar la tierra. La parte pagada por el uso de edificios u otras
mejoras es propiamente interés, pues remunera el uso de capital.
Es más amplio en lo siguiente: en el lenguaje usual, sólo hablamos de renta
cuando el propietario y el usuario son personas distintas. Pero en el sentido
económico hay también renta cuando una misma persona es a la vez
propietario y usuario. Donde una misma persona posee y usa la tierra, una
parte de sus ingresos, la que podría obtener dejando arrendada su tierra a otro,
es renta, mientras que la recompensa de su trabajo y capital es la parte de su
ingreso que éstos le darían si tomase arrendada la tierra en vez de ser dueño
de ella.
La renta se expresa también en un precio de venta. Cuando se compra tierra,
el pago hecho por la propiedad o derecho a uso perpetuo es renta capitalizada.
Si compro tierra a bajo precio y la retengo hasta que puedo venderla a un
precio elevado, me hago rico, no por el salario de mi trabajo ni por el interés de
mi capital, sino por el aumento de la renta. En resumen, la renta es la
participación que, en la riqueza producida, tiene el propietario por el derecho
exclusivo a usar los recursos naturales. Donde quiera que la tierra tenga valor
de cambio, allí hay renta en el sentido económico del término. Donde quiera
que una tierra que tenga valor es utilizada, sea por su dueño, sea por su
arrendatario, allí hay renta actual; donde quiera que no es utilizada, pero tiene
valor, allí hay renta potencial. Esta facultad de dar renta es lo que da valor a la
tierra. Mientras la posesión de la tierra no da ninguna ventaja, la tierra no tiene
valor. (Al hablar del valor de la tierra, uso y usaré estas palabras refiriéndome
al valor de la sola tierra. Cuando quiera hablar del valor de la tierra y las
mejoras, emplearé estas palabras.)
Origen de la Renta
Así, pues, la renta o valor de la tierra no procede de la productividad o utilidad
Domingo Arena: Realidades y Utopías
47
de la tierra. En modo alguno representa un auxilio o ventaja dado a la producción, sino que
representa sencillamente el poder de quedarse con una
parte de los resultados de la producción. Cualquiera que sea su productividad,
la tierra no puede dar renta ni tiene valor, mientras no haya alguien dispuesto a
dar su trabajo o el resultado de su trabajo por el privilegio de usarla; y por lo
tanto, lo que alguien dará depende, no de la productividad de la tierra, sino de
su productividad en comparación con la de la tierra que se pueda conseguir
gratis. Yo puedo tener tierra muy buena, pero no me dará renta mientras haya
otra tierra de igual calidad, que se pueda conseguir sin pagar. Pero cuando se
han apropiado esta otra tierra y la mejor tierra que se puede obtener de balde
es inferior en fertilidad, situación u otra cualidad, mi tierra empieza a tener un
valor y dar una renta. Y aunque la capacidad productiva de mi tierra puede
disminuir, si, no obstante, disminuye en mayor proporción la de la tierra
gratuitamente asequible, la renta que puedo obtener y, por lo tanto, el valor de
mi tierra, seguirán aumentando.
Si un hombre poseyese toda la tierra accesible de un país, podría,
naturalmente, exigir por su uso cualquier precio o condición que tuviera por
conveniente; y en tanto que su propiedad fuese reconocida, los otros individuos
del país no tendrían otra alternativa sino la muerte, la emigración o someterse a
sus condiciones. Esto ha ocurrido en muchos países; pero, en la forma
moderna de la sociedad, la tierra, aunque generalmente reducida a propiedad
individual, está en manos de demasiadas personas para permitir que el precio
obtenido por su uso se fije por el mero capricho o deseo. Mientras que cada
propietario individual procura obtener tanto como puede, lo que pueda obtener
tiene un limite, y éste constituye el precio o renta en el mercado, variable según
las tierras y los tiempos.
Ley de la Renta
En régimen de libre competencia (condición indispensable para investigar los
principios de la Economía política), la relación que determina qué renta o precio
puede obtener el propietario, se denomina ley de la renta. Una vez fijada con
corteza esta ley, tenemos algo más que un punto de partida para averiguar las
leyes que regulan el salario y el interés. Pues, siendo la distribución de la
riqueza un reparto, al averiguar lo que fija la parte del producto tomada por la
renta, averiguamos también lo que fija la parte que queda para el salario,
donde el capital no colabora; y lo que fija la parte que queda para salario o
interés juntos, donde el capital colabora en la producción.
A la admitida ley de la renta se la llama a veces «de Ricardo» por el hecho de
haber sido este autor el primero, si no en enunciarla, sí en dar a conocer su
importancia.
Esta ley es:
La renta de la tierra se determina por el exceso de su producto sobre el
que una igual aplicación de trabajo y capital puede obtener de la menos
productiva de las tierras que se utilizan.
Su mero enunciado tiene toda la fuerza de una afirmación evidente por sí
misma, pues es claro que, a causa de la competencia, la recompensa máxima
que el trabajo y el capital pueden exigir, es la recompensa mínima por la que
ellos se pondrán a producir. Esto permite al propietario de tierra más productiva
apropiarse como renta todo el producto que exceda del necesario para
recompensar el trabajo y el capital al tipo corriente, que es lo que ellos pueden
obtener sobre la tierra en uso menos productiva (o en el punto menos
productivo) por el cual, claro está, no se paga renta.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
48
Quizá pueda conducir a una más plena comprensión de la ley de la renta el
ponerla en esta forma: la propiedad de un agente natural de producción dará el
poder de adueñarse de toda aquella parte de riqueza, producida aplicando a
dicho agente trabajo y capital, que exceda de la recompensa que la misma
aplicación de trabajo y capital podría obtener en la ocupación menos productiva
a la cual se dediquen libremente.
Pero esto significa precisamente lo mismo, pues no hay ocupación en ,que el
trabajo y el capital se puedan emplear, que no requiera el uso de tierra;
además, el cultivo u otro uso de tierra será siempre llevado hasta un punto en
que la remuneración es tan baja, todo considerado, como la que se acepta
libremente en cualquier otra ocupación.
Deducción Partiendo de la Ley de la Competencia
Supongamos, por ejemplo, una colectividad en que una parte del trabajo y
capital se dedica a la agricultura y otra a la industria. La tierra cultivada más
pobre produce una ganancia que designaremos por 20, y, por consiguiente, 20
será la retribución media del trabajo y del capital, lo mismo en la industria que
en la agricultura. Supongamos que, por alguna causa permanente, la
retribución media en las fábricas queda ahora reducida a 15. Es claro que el
trabajo y el capital empleado en la industria se dirigirá hacia la agricultura y el
movimiento no se detendrá hasta que, o por extensión del cultivo hacia tierras
inferiores o puntos inferiores de las mismas tierras, o por un aumento en el
valor relativo de los productos industriales, debido a su menor producción, o, de
hecho, por ambas causas, la retribución del trabajo y capital en ambas
ocupaciones, todo considerado, haya sido llevada de nuevo al mismo nivel. De
este modo, cualquiera que el punto final de productividad en el cual la industria
prosigue, sea 19, 18, 17 o 16, el cultivo se extenderá también hasta este punto.
Por esto, decir que la renta será el exceso de productividad sobre la del
margen o lo inferior de cultivo, es como decir que será el exceso de producto
sobre el que la misma cantidad de trabajo y capital obtiene en la ocupación
menos remunerativa.
De hecho, la ley de la renta no es más que una deducción de la ley de la
competencia y consiste simplemente en afirmar que, al tender a un nivel común
los salarios y el interés, toda aquella parte de la riqueza total producida, que
excede de lo que el trabajo y el capital empleados podrían obtener aplicándose
a los más pobres agentes naturales en uso, irá, en forma renta, a los
propietarios. ¿No es tan claro como la demostración métrica más sencilla que
el corolario de la ley de la renta es la ley del salario, donde el producto se reparte entre
renta y salarios sólo; o la ley de salarios y el interés juntos, donde
el reparto se hace entre renta, salario e interés?
Relación de la Renta con el Salario y el Interés
Enunciada al revés, la ley de la renta es forzosamente la ley del salario e
interés reunidos, pues afirma que, cualquiera que sea el resultado de la
aplicación de trabajo y capital, estos dos factores sólo recibirán en salario e
interés aquella parte del producto que habrían producido en tierra libre pago de
renta, esto es, en la tierra menos productiva entre las que se utilizan. Pues, si
del producto, todo lo que exceda de la suma que el trabajo y el capital
obtendrían de una tierra donde no se pague renta ha de ir, en forma de renta, a
los propietarios, entonces todo lo que el trabajo y el capital pueden exigir como
salario e interés es lo que podrían obtener de la tierra e no da renta.
Por lo tanto, el salario y el interés no dependen del producto del trabajo y el
capital, sino de lo que queda una vez sacada la renta, o del producto que
obtendrían sin pagar renta, o sea, de la tierra menos productiva. Por esto, por
Domingo Arena: Realidades y Utopías
49
mucho que aumente el poder productivo, si el aumento de la renta pone a su
nivel, ni el salario ni el interés pueden aumentar.
Desde el momento en que se reconoce esta sencilla relación, un torrente de luz
penetra en lo que antes era inexplicable, y hechos, al parecer discordantes, se
agrupan bajo una ley evidente. Se ve de pronto que el aumento de la renta que
avanza en los países progresivos es la clave que explica por qué el salario y el
interés no logran subir con el aumento del poder productivo. Pues la riqueza
producida en toda sociedad queda dividida en dos partes por lo que podríamos
llamar línea de la renta, la cual es determinada por el margen de cultivo, que es
la retribución que el trabajo y el capital podrían obtener de aquellas
oportunidades naturales que les son accesibles sin pago de renta. De la parte
del producto por debajo de esta línea, se han de pagar el salario y el interés.
Todo lo que queda encima va a los dueños de la tierra.
El ideal del socialismo es grande y noble; y estoy convencido de que es posible
realizarlo; pero este estado social no puede ser fabricado, ha de desarrollarse.
La sociedad es un organismo, no una máquina. Solamente puede vivir por la
vida individual de sus partes. Y en el desarrollo libre y natural de todos sus
elementos se obtendrá la armonía del conjunto. Todo lo que es necesario para
la regeneración social está incluido en el lema de los patriotas de los rusos, a
veces llamados nihilistas: «¡Tierra y Libertad!».
Distribución más General de Tierras
Está cundiendo rápidamente la idea de que la forma de posesión del suelo está
de algún modo unida al malestar social, pero hasta ahora, la mayor parte de las
veces esta idea se muestra en proposiciones encaminadas a una mayor
división de la propiedad territorial. Si las grandes extensiones de tierra se
pueden cultivar más económicamente que las pequeñas parcelas, limitar la
propiedad a pequeñas extensiones será reducir la producción total de riqueza.
Pero esta objeción no es la única. Hay otra que es decisiva y es que la
reducción no asegurará el único fin digno de pretenderse, una justa distribución
del producto. No reducirá la renta y por lo tanto no puede aumentar los salarios.
Puede hacer más numerosa la clase acomodada, pero no mejorará la situación
de las clases inferiores.
Si lo que en el Ulster se llama derecho del arrendatario, se extendiese a toda la
Gran Bretaña, se convertiría al colono en propietario de una parte de la tierra
del dueño. La situación del jornalero no mejoraría ni pizca. Si a los propietarios
se les prohibiese aumentar la renta que cobran de sus arrendatarios y despedir
a éstos mientras paguen la renta fijada, el conjunto de los productores no
ganaría nada. La renta económica continuaría creciendo y disminuyendo la
proporción del producto que va al trabajo y al capital. La única diferencia sería
que los arrendatarios del primer propietario, convertidos a su vez en
propietarios, se beneficiarían del aumento.
Si restringiendo la extensión de tierra que cualquier individuo pueda poseer,
regulando los legados y sucesiones o con impuestos progresivos, los pocos
miles de propietarios de la Gran Bretaña se aumentasen en dos o tres millones,
estos dos o tres millones resultarían beneficiados. Pero el resto de la población
no ganaría nada. No participaría más que antes en las ventajas de la
propiedad. Y si se distribuyeran justamente todas las tierras entre toda la
población, dando igual participación a cada uno, lo cual es evidentemente
imposible, y, para impedir la tendencia a la concentración, se dictaran leyes
prohibiendo poseer más tierra que la extensión fijada, ¿qué sería del aumento
de la población?
Así, pues, la subdivisión de la tierra no puede curar los males del monopolio de
Domingo Arena: Realidades y Utopías
50
la tierra. No sólo no puede elevar los salarios ni mejorar la situación de las
clases más bajas, sino que su tendencia es evitar la adopción y aun la defensa
de medida más efectiva, y reforzar el sistema actual, al interesar más gente en
mantenerlo.
El mejor impuesto por el que se pueden obtener los ingresos públicos es, sin
duda, el que satisfaga más plenamente las condiciones siguientes:
1. Que grave lo menos posible la producción, para impedir lo menos
posible el aumento del fondo general del cual hay que pagar los
impuestos y mantener la sociedad.
2. Que su recaudación sea fácil y barata y recaiga tan directamente como
se pueda sobre quienes en definitiva lo pagan, para así tomar del pueblo
lo menos posible en edición a lo que rinde al gobierno.
3. Que sea cierto, para dar la mínima ocasión a abusos o sobornos por
parte de los funcionarios y la mínima tentación a infracciones y
evasiones por parte de los contribuyentes.
4. Que grave equitativamente, para que a ningún individuo le dé una
ventaja o le imponga una desventaja respecto a los demás.
Examinemos qué forma de impuesto cumple mejor estas condiciones.
Cualquiera que ella sea, será sin duda el mejor medio para recaudar los
ingresos públicos.
Efectos Sobre la Producción
Está bien claro que todos los impuestos han de venir del producto de la tierra y
el trabajo, puesto que no hay otra fuente de riqueza que la unión del esfuerzo
humano con las materias y fuerzas de la naturaleza. Pero las maneras de
imponer igual cantidad de tributo pueden afectar muy diversamente a la
producción. Un impuesto que disminuya la recompensa del productor,
necesariamente disminuye el estímulo a producir; un impuesto que dependa
del acto de la producción o del uso de cualquiera de sus tres factores,
indefectiblemente la desalienta. Por esto, los impuestos que disminuyen la
ganancia del trabajador o la del capitalista, tienden a hacer al primero menos
laborioso e inteligente y al segundo menos dispuesto a ahorrar e invertir capital.
Los impuestos que recaen sobre los procesos de la producción, interponen un
obstáculo artificial a la creación de riqueza. La tributación que recae sobre el
trabajo en la medida en que se ejerce, sobre la riqueza en la medida en que se
emplea como capital, sobre la tierra en la medida en que se explota, sin duda
tenderá a desalentar la producción mucho más poderosamente que la
tributación de igual cuantía que grava a los trabajadores tanto si trabajan como
si huelgan, la riqueza tanto si se usa productivamente como si no, o la tierra
tanto si se explota como si se deja baldía.
De hecho, la manera de imponer es tan importante como la cuantía misma del
impuesto. Así como una pequeña carga mal colocada puede mortificar a un
caballo que podría acarrear con holgura otra mucho mayor bien acomodada,
también se puede empobrecer un pueblo y anular su poder productivo,
mediante una tributación que, impuesta de otra manera, se soportaría
cómodamente. Un tributo sobre las palmeras, ordenado por Mohammed Alí,
indujo a los fellahs egipcios a cortarlas; pero un tributo dos veces mayor
cargado sobre la tierra no produjo tal resultado.
Frenar la producción es, en mayor o menor grado, característico de la mayor
parte de los impuestos con que los gobiernos actuales obtienen sus ingresos.
Todos los impuestos sobre la fabricación, sobre el consumo, sobre el capital,
sobre las mejoras, son de esta clase. Su tendencia es la misma que la del
tributo de Mohammed Ali sobre las palmeras, aunque su efecto puede verse
Domingo Arena: Realidades y Utopías
51
menos claramente.
A diferencia de los impuestos sobre productos, cambios, capital o cualquiera de
los procesos de la producción, los impuestos sobre el valor de la tierra no
recaen sobre la producción. El valor da la tierra no expresa la recompensa de
la producción, como la expresa el valor de las cosechas, el ganado, los
edificios o cualquiera de las cosas llamadas bienes muebles y mejoras.
Expresa el valor de cambio del monopolio. Por esto la sociedad puede tomarlo
sin disminuir en lo más mínimo la producción de la riqueza. Se puede gravar
con impuestos el valor de la tierra hasta que el Estado recaude toda la renta,
sin reducir en nada los salarios del trabajo ni el interés del capital; sin aumentar
el precio de una sola mercancía ni dificultar en modo alguno la producción.
Es más: los impuestos sobre el valor de la tierra no tan sólo no frenan la
producción, como lo hacen la mayoría de los demás impuestos sino que, al
anular la renta especulativa, tienden a aumentar la producción. De qué modo la
renta especulativa frena la producción, puede verse, no sólo en la tierra valiosa
negada al uso, sino también en los paroxismos de crisis económica, que,
originados por el aumento especulativo del valor de la tierra, se propagan por
todo el mundo civilizado, paralizando por todas partes la producción. La
tributación que tomase la renta para usos públicos evitaría todo esto. Si la tierra
tributase hasta casi su valor en renta, nadie podría permitirse tener tierra que
no emplease; y por consiguiente, la tierra que no se usa se abriría de par en
par a quienes quisieran usarla.
Es indudable que, por lo que respecta a la producción, el impuesto sobre el
valor de la tierra es el mejor que puede establecerse. Gravad las fábricas y
frenaréis la fabricación, gravad las mejoras, y disminuiréis el mejoramiento;
gravad el comercio, y dificultaréis el cambio; gravad el capital, y lo
ahuyentaréis, Pero, mediante el impuesto, se puede recaudar todo el valor de
la tierra, y el resultado será estimular la laboriosidad, abrir nuevas
oportunidades al capital y aumentar la producción de riqueza.
A excepción, quizá, de ciertos permisos y derechos del timbre, que casi pueden
hacerse cobrar por sí mismos, pero de los que solo cabe esperar un ingreso
trivial, un impuesto sobre el valor de la tierra puede ser, de todos los tributos, el
de recaudación más fácil y barata. Porque la tierra no se puede esconder ni
llevar lejos, su valor se puede averiguar pronto y, una vez hecha la evaluación,
sólo se necesita un cobrador que la recaude.
Un impuesto sobre el valor de la tierra no se carga sobre los precios, y por esto
lo paga la persona sobre quien recae, mientras que todos los impuestos sobre
cosas cuya cantidad no es fija, aumentan los precios y, en el curso de los
cambios, se transfieren del vendedor al comprador, aumentando a cada
cambio.
Si ponernos un impuesto sobre los préstamos de dinero, como a menudo se ha
intentado, el prestamista cargará el impuesto al prestatario, y éste tendrá que
pagarlo o no obtendrá el préstamo. Si el prestatario emplea el dinero en sus
negocios, recuperará el impuesto a costa de sus clientes o el negocio no le
dará ganancia.
Si ponemos un impuesto sobre los edificios, en definitiva tendrán que pagarlo
los inquilinos, pues la construcción cesará hasta que los alquileres sean
bastante altos para pagar los beneficios corrientes y además el impuesto.
Si ponemos un impuesto sobre las fábricas o los géneros importados, el
fabricante o importador, subiendo los precios, lo cargará al mayorista, éste al
detallista y este último al consumidor. Así, el consumidor, sobre el cual, en
Domingo Arena: Realidades y Utopías
52
definitiva recae el impuesto, no sólo ha de pagar el importe del tributo, sino,
además, el interés de este importe, a cada uno de quienes lo ha anticipado,
pues cada negociante exige el interés del capital adelantado para pagar
impuestos, del mismo modo que exige el interés del capital invertido en pagar
las mercancías.
De este modo, todos los impuestos que se añaden a los precios, se transfieren
de mano en mano, aumentando a cada cambio, hasta que, en definitiva,
gravitan sobre los consumidores, y, así, éstos han de pagar mucho más de lo
que el gobierno recauda.
Un impuesto sobre la renta de la tierra, aunque obliga a los propietarios a
pagarlo, no les da poder para obtener más por el uso de sus tierras. Por el
contrario, obligando a quienes retienen tierras para especular, a venderlas o
alquilarlas por lo que pueden obtener por ellas, un impuesto sobre el valor de la
tierra tiende a aumentar la competencia entre los propietarios y, de este modo,
a reducir el precio de la tierra.
Certeza
La exactitud es una importante cualidad de la tributación, porque en la medida
en que la recaudación dependa del celo y lealtad de los recaudadores y del civismo y
probidad de los contribuyentes, se darán ocasiones a los abusos y
sobornos por una parte, y a las evasiones y fraudes por otra.
Son notorias las continuas ocultaciones en las aduanas, la ridícula falsedad de
las declaraciones en los impuestos de utilidades, y la absoluta imposibilidad de
lograr una justa evaluación de la propiedad mueble. La pérdida material
infligida por estos impuestos, el coste que ésta incertidumbre añade a la
cantidad que el público paga y el gobierno no recauda, es muy grande. Cuando
las costas y fronteras se guarnecen con un ejército que se esfuerza en impedir
el contrabando y otro ejército empeñado en burlar a aquél, es claro que el
mantenimiento de ambos ejércitos ha de salir del producto del trabajo y capital.
Los gastos y provechos de los contrabandistas, así como las pagas de los
funcionarios de aduanas, constituyen un impuesto sobre la producción
nacional, añadido al que el gobierno recibe. Y lo mismo ocurre con todo el
dinero gastado en lograr leyes o decisiones para rehuir la tributación; todas las
costosas maneras de proporcionar mercancías eludiendo los impuestos; todo lo
que en procedimientos legales y castigos gastan, no sólo el gobierno, sino
también los procesados, son otro tanto que estos impuestos toman del fondo
general de riqueza sin aumentar los ingresos públicos.
Aún así, esta es la parte mínima del coste. Los impuestos faltos de certeza
atacan a la moral de la manera mas espantosa. Las leyes tributarias podrían en
bloque llamarse «Disposiciones para fomentar la corrupción de los
funcionarios, destruir la honradez, y estimular el fraude, premiar el perjurio y el
soborno y divorciar la idea de la ley de la idea de la justicia». Este es su
verdadero carácter, y en esto tienen un éxito admirable.
El impuesto sobre el valor de la tierra posee en su más alto grado la cualidad
de la certeza. Se puede determinar y cobrar con una exactitud que participa de
la fijeza de la tierra y de la imposibilidad de ocultarla. Si todos los impuestos se
cargaran sobre el valor de la tierra separado del de las mejoras, el sistema
tributario sería tan sencillo y claro y la atención pública en fijarle tanto en él,
que la evaluación para el impuesto podría hacerse y se haría con la misma
exactitud con que un corredor de fincas determina el precio a que se puede
vender un solar.
Equidad
La idea vulgar, que nuestros sistemas de gravarlo todo intentan en vano llevar
Domingo Arena: Realidades y Utopías
53
a cabo, es que cada uno pague en proporción a sus medios o en proporción a
sus ingresos. Pero, prescindiendo de las insuperables dificultades prácticas
para gravar a cada uno según sus medios, es evidente que así no se puede
lograr la justicia.
Sean, por ejemplo, dos hombres con iguales medios o iguales ingresos, uno
con una familia numerosa, y otro que no ha de mantener a nadie más que a sí
mismo. Los impuestos indirectos recaen muy desigualmente sobre estos
hombres, pues el uno no puede evitar los impuestos sobre la comida, la ropa,
etc., que su familia consume, mientras que el otro ha de pagarlos solamente
sobre las cosas necesarias consumidas por él mismo. Aun suponiendo los impuestos
establecidos directamente, de modo que cada uno pague la misma
cantidad, las entradas de uno están cargadas con el sustento de seis, ocho o
diez personas; los ingresos del otro con el de una sola persona. Se dirá que
esta dificultad es insuperable; que la naturaleza misma trae al mundo
desvalidos a todos los seres humanos y deja su manutención a cargo de sus
padres, a los cuales proporciona, en cambio, grandes y dulces recompensas
naturales. Pues bien, volvámonos a la naturaleza y leamos en su ley los
mandatos de la justicia.
La naturaleza da al trabajo y sólo al trabajo. En el mismo Paraíso Terrenal, un
hombre se moriría de hambre si no fuera por el esfuerzo humano. Si ahora
tomamos a dos hombres con ingresos iguales, procedentes, los de uno, del
ejercicio de su trabajo, y los del otro, de la renta de la tierra. ¿Es justo que
ambos contribuyan por igual a los gastos del Estado? Claro que no. Los
ingresos del primero representan riqueza que él crea y añade a la riqueza total
de la sociedad; los ingresos del otro no representan sino riqueza que toma del
caudal general, sin devolver nada. El derecho del primero a disfrutar de sus
ingresos se funda en la autoridad de la naturaleza, que recompensa el trabajo
con la riqueza. El derecho del otro a disfrutar de sus ingresos es un derecho
falso, fruto de una disposición administrativa que la naturaleza no conoce ni
reconoce. El padre a quien digan que con su trabajo debe sustentar a sus hijos,
ha de admitirlo, pues éste es el decreto natural; pero puede exigir con justicia
que, de lo que gane con su trabajo, no se le quite ni un céntimo, mientras
quede un céntimo de los ingresos adquiridos por el monopolio de los bienes
que la naturaleza ofrece imparcialmente a todos y en los que sus hijos, por
derecho de nacimiento, tienen igual participación.
Se suele insistir en gravar por un igual toda clase de propiedad, fundándose en
que toda la propiedad está igualmente protegida por el Estado. Esta idea se
funda, sin duda, en que el Estado hace posible el disfrute de la propiedad; que
hay un valor creado y mantenido por la sociedad, que está precisamente
llamado a cubrir sus gastos. Ahora bien, ¿de qué valores es verdad esto?
Solamente del valor de la tierra. Este no aparece hasta que se ha formado la
sociedad; y, a diferencia de los demás valores, aumenta con el crecimiento de
la sociedad. Existe solamente mientras ésta existe. Dispersad la colectividad,
más numerosa, y la tierra ahora tan valiosa no tendrá absolutamente ningún
valor. Con cada aumento de población, el valor de la tierra sube; con cada
disminución, baja. Esto sucede solamente con todo lo que, como la propiedad
de la tierra, es un monopolio por naturaleza.
El impuesto sobre los valores de la tierra recae sobre quienes reciben de la
sociedad un beneficio especial, y los grava en proporción al beneficio que
reciben. Consiste en que la sociedad tome, para uso de la sociedad, el valor
creado por la sociedad. Es la aplicación de la propiedad común a usos
comunes. Cuando el impuesto recaude toda la renta de la tierra para pagar los
Domingo Arena: Realidades y Utopías
54
gastos necesarios de la colectividad, ningún individuo tendrá ventaja alguna
sobre ningún otro, excepto las que le den su laboriosidad, destreza e
inteligencia propias; y cada uno obtendrá lo que honradamente gane.”
En el mes de diciembre de 1906, José Batlle y Ordóñez escribía en un
editorial titulado “ Cuestión Obrera” los conceptos mencionados
anteriormente. Formaba parte del batllismo, educar al pueblo uruguayo
para alcanzar sus ideales de reforma de la sociedad, introduciendo
paralelamente reformas efectivas para mejorar las condiciones de vida de
los habitantes del país. Entre los métodos utilizados para lograr sus
propósitos, el batllismo recurrió a una nueva política impositiva que
pretendía mejorar la explotación del agro, favorecer su tecnificación,
combatir el latifundio y financiar el desarrollo económico y social del
conjunto de la población. Un proyecto de ley de fecha 29 de marzo de
1905 sostenía:
“...entiendo (José Serrato) que el impuesto progresivo, la más grande y hermosa conquista
tributaria, debe ser aplicada con más extensión entre nosotros, suprimiendo, paralelamente
un sinnúmero de pequeños e incómodos impuestos(...)el impuesto progresivo, gradual y
continuo sobre el valor de la tierra...llenará todas nuestras necesidades sociales...y dará un
sobrante para ayudar a esa misma tierra, obligándola a producir”
Todos estos conceptos tienen una clara influencia georgista. Pero el tema
claro y concreto no se va a plantear hasta 1914. En ese año, el Dr. Carlos
Vaz Ferreira, dictó un ciclo de conferencias titulado: “ Sobre la
propiedad de la tierra” . Estas se realizaron mientras se discutía en las
cámaras un proyecto de ley impositiva con influencias de George en
ellas. Las charlas del Dr. Vaz Ferreira significaron uno de los mayores
esfuerzos intelectuales y pedagógicos realizados en el país sobre el tema
de la propiedad de la tierra. Luego de realizar varios enfoques, finaliza
diciendo que el autor más adecuado para tomar en cuenta
doctrinariamente es Henry George, señalando que empieza por hacernos
ver y sentir los males de la organización actual:
“...tanto sufrimiento, de tantos seres; tanta desigualdad...y sobre todo, el hecho de que el
progreso en lugar de tender a suprimir o a atenuar la miseria y la desigualdad, tiende a
aumentarla...y precisamente la intensificación de ese progreso va haciendo la situación cada
vez más trágica, más insegura, más conflictual...algo debe estar mal arreglado, algo no esta
como debe estar. Y es necesario buscar que es. Y bien el error fundamental, sería el de
considerar la tierra como propiedad privada...La propiedad privada es en sí legítima; pero
la tierra no es, por su naturaleza, un sujeto de propiedad privada...la propiedad...debe
aplicarse a lo que se saca de la tierra. No a la tierra misma...”
Domingo Arena: Realidades y Utopías
55
Para George en la organización social de su época, unos hombres eran
tan dueños de otros como si fueran sus esclavos, pero de un modo
disimulado. En los países con mayor cantidad de tierras, por ejemplo los
de más reciente independencia, el problema de la tierra se disimula, al
crecer la civilización, la renta de la tierra sube por hechos sociales y no es
recibida por todos. Esta organización hace que algunos aprovechen el
esfuerzo de todos. La propiedad privada de la tierra sería, entonces, para
Henry George una expoliación, un procedimiento de robo organizado, si
robo quiere decir hacer pasar a algunos lo que les corresponde a todos.
La solución que plantea George es tomar la renta de la tierra, es decir, su
producto en forma total o parcial. El trámite era sencillo: dejar la tierra en
posesión privada, pero extraer la renta con un impuesto sobre ella.
Para el Dr. Vaz Ferreira, esta situación permitiría utilizar en provecho
social lo que es de la sociedad y librar al trabajo y al capital todas las
otras categoría de impuestos. En resumen es un impuesto moral y
socializador por cuanto tendía a gravar una clase especial de monopolio
afectada de cierto grado de ilegitimidad. En nuestro país nunca se aplicó
el georgismo de manera pura. Por ejemplo George era librecambista, y el
batllismo utilizaba tarifas aduaneras para proteger a la industria nacional.
Pero sí, se percibe claramente la búsqueda batllista de una sociedad
donde no se produzca el enfrentamiento: “burguesía-proletariado” porque
la “difusión de la riqueza uniría al capitalista y al trabajador en una
misma persona”:
“Los que poseen la tierra no son culpables de lo que pasa porque ellos la poseen por un
consenso general. No se les podría quitar la tierra. No sería justo(...) todos tiene que
contribuir con su pequeño sacrificio a que la tierra no sea un privilegio que determine la
miseria de unos y la opulencia de otros. El propietario no es el único responsable del mal
existente: lo somos todos. Y es por medio de leyes que debe llegarse a ese resultado, leyes
que no siempre se pueden dictar tan eficaces como se desea porque hay resistencias, a veces
interesadas y otras veces sinceras”(17)
El censo realizado en 1908 no incluía un estudio sobre la tenencia de la
tierra en nuestro país. Por el contrario se preocupó en trabajar en forma
clara para determinar entre otras cosas el porcentaje de extranjeros
residentes. Previo al censo la pluma de Domingo Arena se percibe en un
editorial del diario “El Día” en el cual se manifestaba: “..(lo) interesante
sería que sería saber y poseer medios informativos respecto a la dimensión de la
propiedad de la tierra en nuestro país, dato vinculado con el problema rural, y aun
social”
_______
(17) El Día. Editorial 20 de junio de 1925. Biblioteca Nacional.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
56
Las clases conservadoras justificaban el latifundio y la gran propiedad,
en 1918, el Dr. Martín C. Martínez publicó un libro que pretendía rebatir
al“georgismo” dominante en el partido de gobierno. Sostenía el Dr.
Martínez que el latifundio aunque existía, estaba en vías de desaparición
naturalmente por la subdivisión territorial que las leyes de herencia
provocaban. Para las clases conservadoras, entonces, era signo de un
“radicalismo” demagógico e irreal atacar el latifundio como lo hacía el
batllismo.
Para el Dr. Emilio Frugoni, el mayor problema del país estaba centrado
en el mecanismo de producción agropecuario y sostenía en 1911 que
ellos era... “ la industria más injustamente protegida y privilegiada del
país(que solo ofrecía) la calamidad gravísima de los latifundios que (...)
mantienen desiertas inmensas porciones del territorio nacional”. La
posición del batllismo era más radical aún: Domingo Arena escribía por
entonces: “El latifundio es el enemigo más grande de nuestro
progreso(...) es urgente una reforma agraria que abra de par en par a los
labradores, el campo, hoy cerrado y alambrado por los estancieros”
El Estado, para Arena, debía actuar en la sociedad del lado del débil. El
impuesto era una de las armas ideales para promover la justicia social y
el desarrollo. Con un sistema tributario más equitativo la riqueza
concentrada en pocas manos debería distribuirse y beneficiar a las clases
menos pudientes. En este caso se buscó que el impuesto progresivo sobre
la tierra permitirá la eliminación de todas las otras fuentes de recursos.
La posición del batllismo fue defendida en el Senado por el Dr. Arena en
estos términos:
“ ...si queremos el alivio de los humildes tenemos que decidirnos de una vez por todas a
entrar francamente en el aumento de determinados impuestos, en hacer contribuir para las
cargas, un poco más a los ricos, ya que la máquina social, declarémoslo francamente,
funciona casi totalmente en su exclusivo provecho”
No debemos olvidar que Henry George escribió “ Progreso y Miseria”
pensando en el caso concreto de su país, Estados Unidos. Por esta misma
razón el primer batllismo no lo aplicó en una forma ortodoxa y lo
complementó con otros elementos que le dieron un perfil “liberal-social”.
El impulso tomado por el país con la política batllista demuestra la
importancia del modelo, basado en el papel conductor del estado, la
justicia distributiva, los monopolios estatales y la reforma tributaria. Sin
embargo, los frenos accionados permanentemente por los sectores
Domingo Arena: Realidades y Utopías
57
conservadores, los intereses ruralistas, las reacciones contra el estatismo,
entre otras fueron impidiendo que ese modelo se desarrollara totalmente,
hasta lograr detenerlo.
Domingo Arena, sería, acaso, quién se encontraría en mejores
condiciones para escribir la historia psicológica de Batlle y Ordóñez en
sus últimos cuarenta años. Por su sensibilidad fina, por su narrativa, y por
la forma en que desliza anécdotas sobre el aspectos íntimos de Don Pepe.
Y también fue quién puso al descubierto, las dificultades a que eran
sometidos nuestros obreros; pero colocaba en el espacio que existía entre
el industrial y el trabajador, lo que en realidad no era culpa ni de uno ni
de otro, sino de un sistema económico y social que hacía posible tales
dificultades. Arena sostuvo con gran fuerza el derecho de los trabajadores
a asociarse, a congregarse y a declararse en huelga. Del mismo modo
negó la posibilidad al estado actuar como rompehuelgas. Contestando en
la Cámara de Diputados a quienes querían que los soldados sustituyeran a
los huelguistas decía Arena en 1909:
“ Sería dejar sentado un principio peligrosísimo, tal vez el más peligroso para la causa
obrera, dejar sentado nada menos desde el Parlamento del País que en los conflictos obreros
hay la posibilidad de que el estado intervenga con su Ejército a prestar concurso a los
patrones en contra de los que están en lucha con ellos”
La toma de partido de Arena por los trabajadores va a ser una postura
integradora para ese sector social, no excluyendo ningún sector de la
misma en la tarea de modernización del País. En esa tarea
desarrollaremos la parte siguiente del trabajo analizando a Arena en la
intensa acción legislativa : en derecho constitucional presentó su tesis
sobre el derecho absoluto de ambas cámaras para juzgar la elección de
sus miembros. En materia de obras públicas, el Canal Zabala y la
navegación del Río Negro. Tuvo en sus manos el proyecto inicial sobre el
Banco de Seguros del Estado. También actuó en el proceso de decisión
sobre el Estanco de Alcohol, la supresión de la pena de muerte, del
divorcio, del horario obrero y de la herencia con pleno derecho a los hijos
naturales. En el mes de agosto de 1911 se presentaba en el Parlamento
Nacional el proyecto de Ley que regularizaba el monopolio de seguros,
que en ese entonces estaba en manos de empresas extranjeras,
mayoritariamente británicas. El tema del banco de Seguros es uno de los
manejados por el batllismo en relación a los monopolios estatales. No
solo se perseguía un fin monopolizante, además se buscaba corregir un
problemas con grandes connotaciones sociales. Se maneja, entonces, un
Domingo Arena: Realidades y Utopías
58
principio dirigido a la protección económica del país. De hecho no se
produce una innovación, puesto que ya existía un monopolio de hecho de
las empresas británicas , sino que se realiza un traspaso del mismo al
estado oriental. Era un negocio muy rentable en manos extranjeras puesto
que no asumen los principales riesgos para las pólizas otorgadas. Al
aparecer en acción el Estado regula la acción de los seguros con
distribución de la rentabilidad en el país, el proyecto de ley constaba de
veintiocho artículos divididos en seis capítulos, entre otros conceptos
sostenía:
“ El interés colectivo cada día más variable, al mismo tiempo que más poderoso y
dominador, ha impuesto al estado la intervención directa sobre todos estos servicios,
ejercida por medio del régimen de contralor o monopolio(...) El Estado actual como
organización económica que es, asume ahora, sin vacilaciones, la producción de
determinado servicio, buscando el desarrollo y repartición más justa de la riqueza
nacional”·
En lo que se refiere a los fines, el mensaje propendía a convertir el
Servicio de Seguros como fuente de apreciables rendimientos que
contribuirá a la solución de los problemas tributarios. Los seguros
cubrirán los riesgos de incendio, marítimos, agrícola – ganadero, los de
accidentes sobre la vida y en general contra todo tipo de riesgos. En la
fundamentación de la problemática de los seguros el proyecto de Ley
sostiene:
“ Considerando el seguro como una institución pública el estado la monopoliza y obtiene de
esa manera, o fuertes beneficios sin necesidad de alterar las primas correspondientes, con lo
que evita la creación de nuevos impuestos para satisfacer exigencias perentorias del
desarrollo nacional, o la popularización dela institución bienhechora con una reducción
apreciable de esas primas(...) Las primas pagadas, como se ha dicho, son parte de la riqueza
pública destinada a cubrir un riesgo o a compensar un desastre; pero también destinada a
servir dividendos extraordinarios a capitales muchas veces nominales (...) no puede mirarse
con indiferencia la extracción anual de fuertes cantidades de dinero por un concepto como
el de seguros. Hay que defender nuestra riqueza, que forma la vida del organismo nacional,
como la defienden todos los países”
Este proyecto era revolucionario y levantó grandes resistencias
especialmente entre las compañías aseguradoras extranjeras. La
consideración parlamentaria del tema levantó una gran polémica
periodística, dándose incluso la presión del gobierno inglés para frenar su
aprobación. “El Siglo” órganos oficial de las clases conservadoras, atacó
de una forma virulenta el proyecto:
Domingo Arena: Realidades y Utopías
59
“No es el viejo individualismo radical, indiferente al gran principio de solidaridad que
forma la base de la existencia social, lo que brama frente a esta racha de burocrático
socialismo que se desencadena sobre el país por obra del Presidente de la República y de su
Ministro de Hacienda: es el sentido de libertad inspirador de todas las escuelas filosóficas y
políticas que no pretenden amoldar la sociedad a las reglas del cuartel o del convento,
aniquiladoras de la personalidad humana, sentimiento que ha sido en todo tiempo el gran
propulsor del progreso, el factor primordial de civilización. Creemos que la sana
organización social y económica no exige reducir el Estado a que oficie únicamente de juez
y gendarme, según la formula favorita de Spencer, ni facultarlo tampoco para que
despreocupándose del cumplimiento de sus primordiales fines dedique preferentemente sus
actividades al ejercicio de industrias invadiendo y ocupando así, por grados, el campo de
acción privada y suprimiendo, con una creación de un complejo sistema de monopolios,
nuevas y fecundas fuentes de trabajo individual”
En definitiva el batllismo se enfrenta a las clases conservadoras con un
sentimiento de promoción de la riqueza del espíritu de justicia en la
distribución de la misma. La orientación del proyecto del Banco de
Seguros en su totalidad, responded a la orientación global, a la idea de
que el Estado debe extraer de la riqueza pública los elementos suficientes
para atender su funcionamiento y mantener la eficiencia de las empresas
que comprende. Las ideas de Batlle sobre el tema del estado y la
sociedad refleja largas horas de meditación con su cercano colaborador
Arena:
“...mi convicción...estará siempre al servicio de las iniciativas que tiendan a mejorar
nuestras instituciones republicanas y el identificarlas con lo que debe ser: una regla de
justicia y de fraternidad entre todos los miembros de nuestro organismo político.”
El equipo de colaboradores de Batlle sostiene y apuntala esta filosofía
reformista, y la mecánica de instrumentación de iniciativas a través del
estado era simultánea a los programas de varios movimientos socialistas
y liberales europeos, como ya hemos manejado. En el caso del Banco de
Seguros se ve claramente la influencia de Ahrens, este afirmaba: “...la
política puede, por lo tanto, definirse como la doctrina de los principios y
los medios de la reforma sucesiva del Estado y de todas las relaciones de
Derecho(...) es necesario que el estado se desprenda al cabo de las
reformas de centralización(...) y que se convierta en un verdadero
organismo, en el cual todos tengan esfera de acción propia...”
En definitiva se acusa al batllismo de querer colectivizar la economía
terminado con la propiedad privada. Entonces se le acusó de querer
implantar el socialismo de Estado, de intentar sustraer de la actividad
privada una industria útil para comprometerla en una riesgosa aventura.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
60
Capítulo 2
El proceso hacia el reformismo: Arena y el
camino hacia la primera presidencia de Batlle.
Todos estos hechos tienen un antecedente histórico y varias acciones
políticas, en ambos escenarios Domingo Arena apoyará a José Batlle y
Ordóñez, vamos a seguir los hechos desde las postrimerías del gobierno
del Dr. Julio Herrera y Obes. Batlle piensa en sostener la candidatura del
General Máximo Tajes, pero el 21 de marzo de 1897 resulta electo
presidente de la República don Juan Iriarte Borda. El Dr. Herrera como
correspondía a su visión de la ley y el respeto a las instituciones,
abandona el poder el 1 de marzo de 1897, en tanto que el Parlamento
demoró 21 días para designar al Presidente. En realidad no se conseguía
la suma de 45 votos para ser proclamado. Ni Alejandro Chucarro con 42
votos, ni Tomás Gomensoro que tuvo 40, en tanto que Luis Eduardo
Pérez con 2 y José María Muñoz con 1 alcanzaban la cifra necesaria. En
esta hora de la Historia, el Parlamento estuvo a la altura de las
circunstancias, delega interinamente a su presidente la responsabilidad
del mando superior del Estado, hasta la elección presidencial. Lo que
muestra este momento es a un país ávido de Ley. Luego de 40 votaciones
y por 47 votos sale electo Juan Idiarte Borda. Este persona era
continuadora de la forma de ver la política y el país del Dr. Herrera. Con
la habilidad de un titiritero Herrera presidía una fracción del Partido
Colorado que se denominaba “colectivista”, debido a que cuando se
proponía a alguien que no era de su gusto se sostenía: “no es de nuestra
colectividad”. Electo Borda, el día 22 de marzo de 1897 escribe José
Batlle y Ordóñez: “La elección del Sr. Idiarte Borda ha producido en
todo el país un efecto doloroso y desalentador(...)La elección del señor
Idiarte Borda no es, pues, un hecho aislado. Es la consecuencia natural y
necesaria de uan serie de hechos, y la completa. En ella puede verse el
augurio, el anuncio de que la marcha de su gobierno se deslizará por los
mismos rieles casi fatalmente, en que han marchado el gobierno a que
sucede, lo que dará al país cuatro años más de subversiones políticas y
de males de todo género(...)nuestra bandera, como una consecuencia de
esas consideraciones, deberá de ser de franca y ardorosa oposición
desde los primeros momentos...”
Domingo Arena: Realidades y Utopías
61
Batlle comienza a percibir que es imprescindible que todo el sistema
político se organice, cada uno según sus tradiciones. Estos conceptos
empiezan a manejarse el redacción, en la casa y en la rueda de
colaboradores. El efecto Borda cayó sobre las incipientes estructuras
políticas como un anestésico, la opinión pública, los partidos no
reaccionan sobre la continuidad del concepto político de Herrera. En
1895 Batlle había convocado y dirigido asambleas coloradas, en ese
momento piensa los mecanismos para enfrentarse a Borda. Comienza
estableciendo una Junta Reorganizativa del Partido Colorado y se
desarrollan otras asambleas en enero de 1897, en ellas , Batlle sostuvo:
“...Hay que reorganizar aceleradamente el Partido Colorado; hay que
devolverle su influencia en el Poder; hay que organizar sus ejércitos; y
hay que restaurar el predominio que ejercían sus caudillos sobre
nuestras milicias ciudadanas(...)hay que invitar a nuestros viejos
enemigos a deponer las armas, a compartir con nosotros los beneficios
de la paz, a dirimir la casi secular contienda en el terreno de las leyes,
alrededor de las urnas, y entrar así, bajo la égida del Partido Colorado,
en una era de verdad institucional, de fecunda libertad acumulador y de
soberbio e ilimitado progreso”.
En marzo de 1897, Aparicio Saravia y Diego Lamas comienzan una
revolución, hay combates en Arbolito, Tres árboles, Cerros Blancos,
Cerros Colorados, en tanto en Montevideo vive entre los deseos de paz y
la preparación de los festejos del 25 de agosto. En esta fecha, al salir del
Tedeum en la Catedral, el presidente Borda sufre un atentado que le
cuesta la vida, el agresor era un joven colorado llamado Avelino
Arredondo. Escribe Batlle en “El Día noticioso”: “A los torrentes de
sangre que durante cuatro terribles meses se han estado derramando en
la república, se agregó ayer una gota más: la sangre del Sr. Idiarte
Borda. Arredondo no vaciló; la bala fue certera. Y, al revés de lo que
acontece a los numerosos hechos de nuestras actuales batallas(...)el
destino o el azar ha sido blando para el Sr. Idiarte Borda, deparándole
un fin inmediato y privándolo del tiempo necesario para reflexionar
siquiera sobre las causas de su infortunio(...)Más todavía: para afirmar
este concepto, para irritar más aún el país había tenido la desdichada
idea(...)de celebrar, en los mismos días en que la guerra recrudecía y se
recibían noticias de nuevos y abundantes derramamientos de sangre,
fiestas y regocijos. ¿Podía el país vivir por más tiempo sujeto a una
voluntad envuelta en las tinieblas de tan honda inconsciencia moral?”
Domingo Arena: Realidades y Utopías
62
El mismo 25 de agosto asume la Presidencia de la República, el
presidente del Senado don Juan Lindolfo Cuestas. De acuerdo con el
texto constitucional Cuestas asume la presidencia. Este texto
constitucional, de excelente factura jurídica , vio casi setenta años de
rebeliones, de intervenciones, de guerras y establece la continuidad de un
Senado sin cambios, con la problemática de la integración del mismo
elegido con tantas dificultades políticas. El primero de marzo de 1897
termina el interinato de Cuestas. José Batlle y Ordóñez y su Partido
Colorado Independiente lo nombran candidato a la presidencia, también
lo apoyan los nacionalistas y los constitucionalistas. La oposición a
Cuestas la lleva adelante el sector colectivista, minoritario políticamente,
pero mayoritario en el Parlamento. Por el texto constitucional es el
parlamento quién elige al Presidente. Batlle sostiene: “Para nosotros no
puede haber legalidad, real ni convencional, en la rebeldía de un grupo
de cuarenta y tantos ciudadanos contra las instituciones y contra la
voluntad nacional”. Batlle y sus colaboradores irrumpen violentamente
en la escena política nacional. Cuestas disuelve la asamblea, creando un
Consejo de Estado de ochenta y ocho miembros con funciones
legislativas. Las primeras acciones de este Consejo es suprimir el padrón
electoral, modifica la ley electoral y llama a elecciones generales en
noviembre de 1898. De acuerdo a las elecciones Batlle es electo Senador,
el 10 de febrero de 1899, cesa el Consejo de Estado y se instala la
Asamblea. Todo esta funcionando, ahora, de acuerdo a la ley vigente, por
lo tanto Cuestas debe delegar el mando en el Presidente del Senado hasta
el primero de marzo, momento en el cual la Asamblea General elegirá
Presidente de la República. Por quince días Batlle fue Presidente Interino
de la República, entregándole el mando al Presidente electo: Juan
Lindolfo Cuestas.
La visión de Domingo Arena de todo el proceso que lleva a Batlle a la
presidencia de la República comienza con la reflexión propia del
seguidor incondicional, por lo tanto subjetiva y apologética, pero con la
frescura de la vivencia y el recuerdo personal: “Quiero empezar por
destacar que Batlle, durante una gran parte de su vida, nunca pensó en
la presidencia. Habiendo crecido en un medio de conculcaciones y de
violencias, al encauzar su vida pública, no se preocupó más que en
combatirlas y se adiestró exclusivamente para aquel objeto”. La persona
y su proyección aparece con un objetivo político concreto, predominio de
la concepción ética de la sociedad, vigencia trascendente del estado de
derecho, oposición al modelo existente, apoyo a la educación, la cultura y
Domingo Arena: Realidades y Utopías
63
los problemas sociales y oposición clara a los prejuicios religiosos.
Continúa Arena: “ Aún en el principio del gobierno de Cuestas, Batlle
siguió ajeno a toda idea de alcanzar la presidencia. Lo que lo absorbía
por completo en aquellos graves momentos era que se alcanzara la paz a
toda costa y se reconstruyera la vida política y administrativa del
país(...)De la intensidad con que quiso la paz –el derramamiento de
sangre, tan injusto como inútil lo exasperaba-, lo dice la consigna que
me dio cuando me mandó como repórter con la Comisión Pacificadora
que había de entenderse con Lamas y Saravia: Olvide en sus crónicas –
me dijo- que va a estar entre blancos; mire que ellos están defendiendo
la causa común y que nosotros hubimos de estar en su lugar.” Desde el
punto de vista político, la visión de Batlle, es que la libertad electoral
traería como lógica consecuencia la política de partidos, y que esto a su
vez traería el sufragio expresado libremente, negando la política de
pactos que dividían al país.
Desde el mismo momento que se hizo cargo del gobierno, Cuestas
desarrollo un programa económico estricto, elabora un plan para
regular los funcionarios del Estado, estimaba además que su función
primordial era lograr la continuidad del Partido Colorado en el poder,
por lo tanto apoyando a un ciudadano que continuara su obra austera en
materia económica y de coparticipación en materia política. El hombre
elegido era su Ministro de Gobierno, Eduardo Mac Eachen.
Simultáneamente surge las figuras de Juan Carlos Blanco y de Batlle y
Ordóñez. Al primero presidente del Senado con los votos nacionalistas
en 1901 y el apoyo del diario El Siglo, o sea de los conservadores, se le
adjudicaba la mayor chance. En tanto Batlle, no contaba con el visto
bueno nacionalista, luego de haber sostenido el 15 de febrero de 1902:
“...la política de contemplación con el Partido Blanco ha terminado”.
Tampoco Cuestas lo apoyaba. La tarea era ardua y desarrolló una gran
campaña desde enero de 1902, delega la dirección del diario “El Día” en
Domingo Arena y Manini Ríos. Domingo Arena comenta este momento:
“ La destacada actuación de Batlle, (...), le había dado algunos amigos
al firme entre los posibles electores de presidente. No eran muchos al
principio, pero los había prestigiosos y decididos(...)Es claro que la
lucha se presentaba difícil. Los candidatos que se enfrentaban eran
serios. El señor Mac Eachen, más que frío, impávido, la severa figura
perdida entre la felpa y la blanca barba pluvial, que no daba ni un paso
ni un peso por la presidencia –fue la divisa de su campaña, cumplida con
su estrictez,- pero que era Ministro del Interior, lo patrocinaba el
Domingo Arena: Realidades y Utopías
64
gobernante y más resueltamente el señor Pedro Etchegaray, íntimo
amigo de aquél y de Saravia (...); y el Dr. Juan Carlos Blanco, como
Presidente del Senado, estaba instalado (...) en la antecámara de la
Presidencia y que además de contar con un grupo de electores
colorados, se creyó al principio, y durante algún tiempo que iba a ser
sostenido por la mayoría nacionalista”.
Cuestas toma medidas para que la elección no tuviera sorpresas. En el
acuerdo alcanzado con los nacionalistas en 1901, se compromete a no
disputar las senaturías a elegirse en 1902. La situación entre colorados
independientes, y los situacionistas que eran los que respondían a
Cuestas, le hacían temer que realizaran acuerdo con los nacionalistas
terminado por elegir uno de sus enemigos. En vista de esta situación
Cuestas decide convocar a Batlle y Ordóñez a una entrevista en la cual le
informa que nada deseaba para sí mismo y que su deseo era entregar el
poder a quién resultara electo en 1903; que aspiraba a retirarse sin
pretensiones. Le pide apoyo a Batlle para prevalecer sobre los
independientes, en tanto Batlle se compromete a lograr que las bancas del
Senado fueran ocupadas por Colorados leales. Batlle ve consolidado si
interés de ser candidato. Juan Lindolfo Cuestas comisiona a Pedro
Etchegaray para que se contacte con Aparicio Saravia para conseguir su
apoyo a la candidatura de Mac Eachen. No consigue el compromiso de
Saravia y además logra que el Honorable Directorio se ofusque y le
dedique un editorial en su órgano cotidiano “ La Prensa” manifestándole
su disconformidad sobre sus movimientos políticos.. Entretanto Batlle se
movía políticamente sin generar conflictos con Cuestas, ni con Mac
Eachen, y manteniendo prudentes contactos con los nacionalistas.
Escribe Arena: “La paciencia y la asiduidad que puso en juego para
alcanzar sus propósitos fueron verdaderamente admirables. Primer
número del programa: frecuentar a Cuestas visitándolo seguido, para
hablarle de todo, menos de la presidencia. Sabía que lo tenía en contra –
su órgano periodístico “La Nación” había proclamado a Mac Eachenpero
había que mantenerlo lo más amigo posible(...)En una de esas
visitas, Cuestas, frecuentemente malhumorado y atrabilario, sospechado
de astucias, narrando un episodio(...) dio por golpear fuertemente el piso
con su clásico bastón, al mismo tiempo que repetía a gritos los términos
que había utilizado, obligando a Batlle a festejar el cuento con ruidosas
carcajadas, pues de no hacerlo la gente de antesalas hubiera creído que
era objeto de una tremenda filípica presidencial” Estas anécdotas, casi
Domingo Arena: Realidades y Utopías
65
presenciales que cuenta Arena demuestran su cercanía a Batlle y su
apoyo desde el principio de su derrotero presidencial. Hasta Batlle, la
crónica de las presidencias esta llena de revoluciones , de levantamientos,
de adaptar un texto constitucional a una realidad muy distinta del país
que vieron los constitucionalistas de 1830. La iniciativa de los
acontecimientos la tenía Cuestas y los restantes actores políticos, por lo
tanto se tenía que ir modificando la estrategia. Arena continúa explicando
la estrategia: “...Tuvo la suerte de que presidiera el grupo de
parlamentarios partidarios de Mac Eachen, su viejo amigo Soca, de
manera que le fue fácil mantener el contacto con él, visitándole con
frecuencia(...)Alguna vez me lamenté de que Soca, siendo tan amigo,
estuviese en filas contrarias; a lo que me contestaba Batlle para
calmarme: -No hay que lamentarse de lo que no tiene remedio; además
no sería imposible que algún día tengamos que felicitarnos de que las
cosas sean como son -. Aludía, sin yo entenderlo del todo
entonces(...)que cuando legara el momento de llevar a la practica el
pacto de honor entre batllistas y maquequistas(...)sería, sin duda, mejor
para que aquél se cumpliese lealmente(...) tener al frente de las huestes
contrarias a un gran amigo(...)Para mantener y acrecentar su grupo
Batlle(...)Inculcó en el espíritu de todos sus adeptos, que se estaba
trabajando tanto por el grupo como por su persona, en el sentido de que,
aunque él aparecía como candidato, estaría pronto a ceder el puesto en
cuanto viese más probable a otro”. En ese entonces Aparicio tenía un
gran prestigio y por su residencia circulaban caudillos, políticos,
partidarios y amigos. Los enviados de Cuestas parecían embajadores que
buscaban afanosamente que diera su apoyo al candidato colorado de la
mayoría. Sin los 45 votos esenciales para lograr ungir un candidato
propio los blancos confraternizan con el Dr. Juan Carlos Blanco, si este
conseguía la mayoría entre los Colorados. La decisión fue votar al que
tuviera la mayoría de la bancada. Esa era la estrategia de Batlle,
conseguir esa mayoría, la que consigue con el voto a su favor de 55
sufragios sobre 82.
“Batlle logró el voto de los diputados y senadores en conversaciones privadas llenas de
promesas, entretelones típicos de elenco político tradicional que venía rigiendo en el país
desde 1865(...) Ni la Bolsa de Montevideo, ni la City de Londres, ni los obreros que no
podían votar, ni los extranjeros que no se habían nacionalizado, ni las clases medias, que se
abstenían como la mayoría de los habitantes del país, condujeron a Batlle al sillón
presidencial por dos veces. Lo hicieron los políticos profesionales”(18)
_________________
(18)J.P.Barrán, B. Nahum,El Uruguay del Novecientos, EBO,1979,pp 216/231.Tomado de
Manual de Historia del Uruguay, Tomo I. Benjamín Nahum. Pág. 251. Junio 1997.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
66
“La larga, sostenida, agobiante lucha de años, me parecía tan
desproporcionada a lo que perseguía, que alguna vez le pregunté a
Batlle si valdría la pena afanarse tanto por cuatro años de gobierno. –Su
error está, me contestó, en no ver que se está trabajando no por una
presidencia, sino por el bienestar del país por treinta o cuarenta años”
Al alcanzar la presidencia todo el proceso ideológico social del batllismo
se iba a poner en marcha, la realidad indica que a pesar de que creían
haber logrado el objetivo, todo lo que se realizará de ahora en adelante va
a empañar esta habilidad política de Batlle para lograr el poder. Domingo
Arena lo vivió con su tradicional apasionamiento y afecto, tanto para su
lider como para correligionarios, contando así esta hora de triunfo:
“Esto, que lo he soñado tanto tiempo, lo viví intensamente en la colosal
manifestación(...) al verla desfilar frente a “El Día, al incesante y
ensordecedor grito de ¡Batlle, Batlle, Batlle! en la cual parecían
sintetizarse todos los anhelos de democracia, de justicia y de libertad
porque clamaba el pueblo. Se que aquel desbordante torrente humano no
era todo batllista, pero vi que el espíritu batllista se infiltraba en el
todo(...)”
Asume el poder el reformismo batllista, ubicado en la corriente idealista
antipositivista, creyendo en la moralidad humana innata, en oposición
tanto al materialismo como al catolicismo. La razón va a determinar al
hombre ideal por medio de la filosofía, y el humanitarismo derivado de
Ahrens va a encaminar la lucha por la abolición de trabas sociales, la
abolición de la pena de muerte, los hijos ilegítimos, el divorcio, en
definitiva los débiles al poder. Esto va a marcar al Uruguay todo el Siglo
XX.
En el Uruguay de comienzos del Siglo XX, el batllismo va a ser la
encarnación del reformismo mediante acciones políticas que conlleve
desarrollo económico, político y social. El Ing. José L. Buzzeti decía en
1969 en su libro “Historia Económica y Financiera del Uruguay”: “(...)Si
tuviéramos que señalar el espíritu de las ideas económicas de Batlle y
Ordóñez, diríamos que dos conceptos la definen en primer término, la
defensa intransigente de los valores materiales del país, frente a los
intereses foráneos no identificados con su preservación y luego que su
política general estaba inspirada en los postulados de justicia y libertad.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
67
Con esta definición, no podía compartir el egoísmo de las soluciones
capitalistas, la explotación del hombre por el hombre, ni compartir la
teoría marxista, de limitación de la libertad, en la dependencia del
hombre por el Estado. En su acción estuvo impreso el sello de su
pensamiento original, encarando el desarrollo económico de acuerdo al
medio y sus habitantes”(19).
El nuevo presidente alquila la casa que había utilizado Cuestas durante su
periodo de gobierno y determina inmediatamente que Manini y Arena
continúen dirigiendo “El Día”. Don Pepe hablando con Arena le dice:
“ algún día, El Día habría de vender más de 20.000 ejemplares, y en
lugar de funcionar en un edificio alquilado, se imprimirá en su propio
edificio”(20).
Se demuestra la gran capacidad administrativa de Batlle y su equipo que
con orgullo, comenta Arena que en Junio de 1903, devuelve al tesoro
nacional un importe no utilizado, Agrega Arena que era muy reticente a
nombrar funcionarios públicos de inmediato para así poder ahorrarse los
montos de sus sueldos, así como también la realización de fiestas
oficiales. En esta época “ había podido depositar unos cuatro o cinco
mil pesos de su sueldo”(21). El problema con los nacionalistas oscilaba
entre la confianza que Batlle le tenía al Honorable Directorio y al propio
Saravia. En el mes de Agosto, la palabra del honor del Gral. Saravia de
en tanto se cumpla las promesas al Partido Nacional, se mantendría la
paz, Batlle confió mucho más en su palabra que en las seguridades que le
prometía el directorio. Desde El Día, entretanto se les recuerda a las
distintas fracciones coloradas que Batlle se había comprometido a que si
los nacionalistas ganaban las elecciones legislativas de 1904, se
respetaría el resultado y por extensión entregaría el mando al nacionalista
que resultara electo por la Legislatura. Se sabía que Aparicio estaría en
una feria ganadera en Melo, razón por la cual Batlle decide aceptar la
invitación a una exposición en Paysandú , paso previo a dialogar frente a
frente con Aparicio en Melo. La reunión estaba siendo manejada por
Arena y por Martín C. Martínez con la intención de eliminar toda
conflicto futuro. Domingo Arena se refiere a este episodio:
_____________
(19) José L. Buzzetti.Historia Económica y Financiera del Uruguay.Montevideo 1969. Tomado
de Manuel Claps. Ideología Batllista. Montevideo 1999. Pp. 36-37. Cal y Canto.
(20 y 21) Milton I. Vanger. Jose Batlle y Ordóñez: el creador de su época.Montevideo 1992.EBO
Domingo Arena: Realidades y Utopías
68
“(...)Su trato, aunque grave y poco acogedor, acababa por volverse
irresistible. Yo lo sentía tan vivamente, que más de una vez invité a que
se sometiese a la prueba a algunos de sus adversarios más irreductibles.
Contando con ello, abrigué un tiempo la esperanza de que se pudiese
evitar la guerra de 1904, cuando ya parecía irremediable. Yo creía
haber vislumbrado el alma de Saravia, en una inolvidable entrevista que
tuve con él, como repórter, en los campos de La Cruz, en una desolada
carpa azotada por la borrasca, cuando se pactaba la paz del 97, y se me
había ocurrido que no era imposible alearla a la de Batlle, si se la
sometía al contacto. Compartía la esperanza, estoy seguro, el ilustre
adversario amigo, que sufría las angustias de la hora desde el ministerio
de Hacienda. El salvador encuentro hubo de realizarse en una
exposición-feria de Cerro Largo, a la que iba a concurrir el Presidente
con una numerosa comitiva. Por algún detalle desgraciado que ya no
puedo precisar, se desistió del propósito(...)”
Es complejo separar la acción de Domingo Arena de la acción de Batlle y
Ordóñez, puesto que en cada acción difícil se encuentran estos
personajes. Era incuestionable la desconfianza que los blancos tenían
sobre la actitud a seguir por Batlle frente a las elecciones previstas, en
una conversación entre Arena y Batlle unos meses antes de la guerra, este
le confiesa que entregará el poder: “Si por desgracia los blancos triunfan,
a mi me arrastrarán por las calles, pero aquellos irán al gobierno”(22)
Batlle tenía la costumbre, sana por otra parte, de aparecer en público por
varias razones, entre otras para demostrar que la Guerra iba bien. El 6 de
agosto se produce el atentado contra Batlle, acompañado por su esposa
Matilde y de sus dos hijos menores. La explosión hizo más estruendo que
daño, e incluso el cochero pudo contener y dominar los caballos. Batlle
en definitiva se sentía complacido de que en plena guerra civil se
acercara el peligro hasta el carruaje presidencial: Batlle le dice al Gral .
Galarza sentirse “orgulloso de compartir el peligro de la defensa de las
instituciones, aunque sea en mínima parte, como los valientes soldados
que la sostienen”. El propio Arena en borrador corregido por Batlle
sostiene sobre este episodio. “¿qué hizo Batlle, como suprema autoridad
ante el execrable atentado?. Llamó en el acto al Jefe de Policía para
Domingo Arena: Realidades y Utopías
69
ordenarle que trataran a los criminales con las consideraciones
compatibles con su caso, olvidando quienes hubieron de ser las
víctimas. Agregó, que lo haría responsable de cualquier vejamen que
pudieran sufrir los presos(...) Pero Batlle entonces hizo más. Hablando,
apenas aprehendido, con el principal actor de la frustrada tragedia –el
técnico de la mina- lo interpeló a fondo sobre los motivos que pudieron
inspirarle su horrible crimen(...) Batlle dejó que la justicia actuara con
toda la firmeza que considerara necesaria y años después este individuo
se convirtió en pequeño industrial ... batllista.
El autor resultó ser Osvaldo Cervetti, que tenía antecedentes de
implicancia en el atentado con Cuestas en 1902. Entretanto Aparicio se
escapaba del Ejército por el litoral y recibía armamento pesado desde
Argentina. Batlle utiliza toda la tecnología a su alcance y traslada
ejércitos por ferrocarril y pide apoyo al Gobierno de Estados Unidos para
que sea intermediario ante Argentina para cortar los suministros desde
allí a los nacionalistas. El ministro Finch se comunica con Washington
mediante el siguiente telegrama:
“Uruguay asegura revolución no hubiera durado dos meses sin ayuda
repúblicas vecinas, asegura habilidad de aplastarla en un mes. Uruguay
no pide ni espera ayuda. Tiene suficientes recursos. No hay
negociaciones pendientes. Influencia moral de estados Unidos expresada
o demostrada de algún modo, cree presidente, suficiente para detener
ayuda de repúblicas vecinas a los insurrectos. Un buque no muy grande
podría hacer gira amistosa de reconocimiento sin ofender a nadie”.(23)
_______________
(23) Milton I. Vanger, José Batlle y Ordóñez, el creador de su época(1902-1907) Pág. 207,
Ediciones Banda Oriental. Segunda edición. Septiembre de 1992.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
70
Notas y Documentos del Capítulo 2.
Sobre la religión.
Hablábamos mucho, con frecuencia, del misterio de la creación y de las causas primeras, en el
conocimiento de las cuales, según él, la Humanidad no había avanzado un paso desde que
hablaron los grandes filósofos griegos. La vida era para él, sustancialmente, incomprensible,
algo así como un azaroso y estrecho puente tendido sobre el abismo insondable y entre dos
misterios, el nacimiento y la muerte, que nos obligaban a atravesar a ciegas y sin ningún objetivo
satisfactorio. ¿ surgíamos de repente de la nada, como lo creen algunos? ¿Procedíamos de otras
vidas, siguiendo una peregrinación ascendente, como lo sostiene otros?¿Vamos hacia la nada o
hacia otras vidas mejores? Racionalmente no sabía por qué decidirse. Pero de una manera
oscura, vagaba por el fondo de su espíritu, la idea de que había vivido antes. Apuntaba que más
de una vez, lugares que no había visitado nunca, le resultaban absolutamente familiares.
Recordaba que en su infancia, una sirvienta de la casa, le había producido al verla por primera
vez un terror inconcebible, que no pudo dominar siempre que la tuvo cerca, como si le aportara
la sombra de una tragedia lejana de la que hubiese perdido el recuerdo. A consecuencia de todo
esto, no se atrevía a negar la supervivencia humana que tantos afirman. Todo puede ser, decía,
en el infinito conjunto de las incomprensiones que nos rodean! Hacía notar, sí, que era chocante,
que los mentados espíritus de los muertos que se suponen a veces comunicándose con los vivos,
con lo que se pretende probar la inmortalidad, nunca dijeran nada importante; pero no negaba
que pudiera admitirse que le estuviera prohibido hacerlo, si el truco de la creación fuese el
misterio y que hubiese que ver en sus manifestaciones, simples, tenues rayos destinados a
hacernos entrever el más allá. Hasta apuntaba un detalle emocionante: recordaba que una tarde,
mientras paseaba por el jardín, llegó hasta él una magnifica mariposa, para posársele sobre su
mano extendida, lo que le hizo acariciar la esperanza de que la extraña y romántica visita,
pudiese ser un mensaje de su hija partida meses antes!
La armoniosa inmensidad del mundo lo desconcertaba.- ¡ Pensar, decía, que si se recorren en el
espacio, miles y miles de leguas sembradas de astros, quedan todavía por recorrer miles y miles
de leguas totalmente llenas de soles!- Ese prodigio, casi inconcebible, ¿ puede ser obra de la
casualidad? ¿ Cómo han podido surgir tantos millones de animales distintos y perfectamente
organizados, tantas plantas, chicas y grandes, con formas tan precisas e inconfundibles? Su
raciocinio simplista pero preciso, lo inclinaba a admitir la existencia de una fuerza creadora,
todopoderosa y supremamente inteligente. Pero entonces se le ocurría observar que, por las
apariencias al menos, el Creador, en vez de mostrarse como suprema bondad en movimiento,
aparecía como un diablo omnipotente empeñado en desconcertar a sus criaturas,
confundiéndolas en sus imperfecciones y con la tragedia constante de la lucha por la vida. ¿ Por
qué, pudiendo tanto, le dio tanta preponderancia al dolor? ¿Qué necesidad tenía de rodearnos de
fieras y de animales ponzoñosos y de microbios asesinos? Y sobre todo, ¿Por qué hacer aparecer
con tanta frecuencia, la fiera en el hombre mismo?(...) Pero como nada de lo que se ve se
entiende, y todo puede ser distinto de lo que parece, Batlle admitía el sentimiento religioso, como
manifestación superior abstracta, dirigida hacia lo desconocido.
Lo que no podía soportar era ninguna religión positiva, sobre todo la católica, por creer que
todas, y especialmente la última, sólo sirven para nublar la conciencia del pueblo,
envenenándola con prejuicios embrutecedores. Si se ensañaba especialmente con el catolicismo,
era porque consideraba como el culto que había hecho más daño. La historia de la inquisición,
con su masacre de herejes y hechiceros, lo ponía fuera de sí. De ahí que malquiriese tanto a los
sacerdotes, aunque admitiese que los hubiese sinceros, detestando sobretodo a los que presumían
de manga ancha, a quienes miraba como a los malos profesionales que abusan de sus
consultorios. De ahí que consagrara buena parte de su tiempo, requerido por tantas cosa graves,
Domingo Arena: Realidades y Utopías
71
para comentar la Biblia, ya que le parecía demasiado importante poner de relieve ante el pueblo,
que el llamado libro santo, hace a cada rato la apología de la matanza, del incesto y de otros
crímenes abominables. (...)Quería probar que sus principales ideas no le pertenecían; que su
doctrina era más que conservadora, retrógrada, ya que proclamaba que las bienandanzas del
cielo serían para los desamparados, lo que afirmaba sobre bases inconmovibles la explotación
capitalista; y que a su moral no había más remedio que considerarla absurda, o al menos en
cuanto sostenía que al que da una bofetada hay que presentarle la otra mejilla, desde que lo sano
habría sido aconsejar al abofeteado, siempre que pudiera, contestar con dos bofetadas, aunque
más no fuera para no fomentar la reincidencia!. Domingo Arena. Batlle y los Problemas
Sociales en el Uruguay Pp. 252 y Ss.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
72
Capítulo 3
Reformas, reacciones y frenos.
Batlle había declarado que durante su gobierno respetaría las políticas de
coparticipación. De hecho cuando conforma las jefaturas políticas
nombra a seis nacionalistas, cuatro afines al Honorable directorio y dos
para el sector de Acevedo Díaz. Esto, como habíamos visto, no conformó
al Partido Nacional y al propio Saravia.
La Guerra de 1904, al decir de Pivel Devoto, “ Fue un duelo entre dos
hombres: Aparicio Saravia y José Batlle y Ordóñez”. En enero de 1904
comenzaron las operaciones militares, hubo combates en Mansavillagra y
en Fray Marcos. En esta última, el triunfo de Saravia les deja a los
nacionalistas el camino abierto hacia la capital. Luego de varias batallas,
la guerra se acerca al final en Masoller. Era el momento de mayor brillo
de la estrella de Aparicio Saravia, su ejército superaba los quince mil
hombres. Esta batalla duró varios días y cae herido falleciendo
posteriormente. El 24 de septiembre de 1904 se firma la “Paz de
Aceguá” entre el gobierno y las fuerzas revolucionarias y establecía los
siguientes puntos:
1- Amnistía General.
2- Legalidad electoral, dependiendo los acuerdos de las decisiones
de los Partidos.
3- Levantamiento de las interdicciones.
4- Acatamiento de la autoridad legal por las fuerzas levantadas
contra ella.
5- Entrega por las fuerzas levantadas en Armas, del Parque al Cnel.
Galarza.
6- Incorporación al Ejército de los jefes y oficiales amnistiados.
7- Comisión Mixta que de acuerdo con el gobierno y los insurrectos
y los insurrectos distribuirá la suma de cien mil pesos entre los
jefes, oficiales y soldados de las fuerzas rebeldes.
8- El Gobierno incluirá entre los asuntos de las sesiones
Extraordinarias la Reforma de la Constitución, quedando el Poder
Domingo Arena: Realidades y Utopías
73
Legislativo en libertad para decretar o no, y para sancionar en el
primer caso, las reformas que juzgase convenientes.
9- No serían perseguidos como autores de delitos comunes, las
personas que habían cobrado impuestos por cuenta de la
insurrección.(24)
El resultado de la Revolución y las condiciones de paz no conformaban
del todo a los nacionalistas. Los antecedentes los encontramos en las
bases presentadas y que fueron redactados por el Dr. Luis Alberto de
Herrera. Este fue autor de varios artículos en “El Nacional” de Acevedo
Díaz. Se desempeñó como Juez de Paz y es designado diplomático en la
Embajada de Uruguay en los Estados Unidos. Es corresponsal del diario
“El Día” y muy pronto sería adversario irreconciliable de José Batlle y
Ordóñez. Cuando llegan a Washington las noticias del nuevo
levantamiento de Aparicio Saravia como consecuencia del traslado de
tropas del Gobierno a Departamentos Blancos, no duda en volver a
Montevideo para reincorporarse a la lucha, previa devolución de su
sueldo. El fracaso del levantamiento blanco determinó el triunfo de
Batlle. Las políticas de coparticipación, realizadas al margen de la
Constitución serán sustituidas por el predomino absoluto del Gobierno.
Era y resultaba imprescindible una reforma que posibilitara el sistema
democrático y la coexistencia de los partidos en el Gobierno.
Solucionado el problema de la participación nacionalista, Batlle
comienza su política anticipada desde la época de las publicaciones
liberales y con su equipo de colaboradores. En el aspecto político pone en
funcionamiento sus ideas, sostenidas con vehemencia frente al Dr.
Herrera y Obes, de que la gente, la masa colorada, sobresaliera en la vida
cívica del país a través de los clubes zonales. Desde allí partirá el
impulso político, educativo sobre la conciencia cívica y democrática de
los partidarios batllistas.
La capital del país respiraba otro aire, la paz generaba un estado de
ánimo distinto, una multitud aclama a Batlle frente a su casa y este decía
en un discurso improvisado:
“Ciudadanos: ¡alborea la paz en el horizonte de la patria, con su
esplendoroso cortejo: la libertad, la legalidad, el progreso, la
civilización! Ha cesado ya de correr la sangre de nuestros compatriotas.
Yo comprendo vuestras aspiraciones, experimento vuestra alegría. He
podido medir la magnitud de nuestros infortunios, de nuestro dolor.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
74
Hagamos votos porque este dolor sea para nosotros una gran lección,
porque no dirimamos ya nuestras cuestiones en los campos de batalla,
porque las dirimamos siempre alrededor de las urnas, en el campo de la
ley. Acompañadme a dar un Viva a los soldados de las instituciones...a
dar un hurra, tan doloroso como entusiasta a los que han caído en su
defensa...; y a deplorar la muerte de los que luchando por lo que ellos
creían un ideal patriótico, han caído también, extraviados en el no
siempre claro camino del deber”(25)
Ahora era imprescindible asegurar al Partido en el gobierno y a sus
dirigentes en el Partido. La primera medida fue poner fecha a las
elecciones legislativa, suspendidos por la guerra, para que tengan lugar el
22 de enero de 1905. Además se propuso reformar la Ley Electoral y
mediante un Proyecto de Ley firmado conjuntamente con el Dr.
Williman, se propone modificar el número de integrantes de la Cámara
de Diputados adecuándolo a la realidad demográfica. Este proyecto fue
aprobado en sesión de la Asamblea General y se promulga el 27 de
diciembre de 1904. El estado se afianza en todo el país, canaliza todas las
decisiones en Montevideo. La Reforma Electoral basada en la cantidad
de habitantes de cada departamento, va a aumentar el número de
diputados colorados. La vida política seguía siendo poco representativa,
del total de la población unas novecientos cincuenta mil habitantes,
solamente se encuentran inscriptos setenta mil personas y votaron solo el
5% de los habilitados.
Para tranquilizar a las clases conservadoras, Batlle normaliza las deudas
y los servicios presupuestados, y en los catorce meses que quedan inicia
un plan amplio de reformas. En plena guerra se había designado una
comisión para que realicen un proyecto de creación de Patronato de
Menores. En 1905 se disponen aportes estatales mensuales para la “Liga
Uruguaya contra la Tuberculosis”. Los enfermos de tuberculosis incidían
en la tasa de mortalidad en el orden del 13% de los fallecidos, y estos a
su vez eran un 95% funcionarios proletarios que trabajaban entre 12 y 16
horas diarias con salarios vergonzosos.
En mayo de 1905 aparece en el Parlamento la primera gran reforma y por
extensión la primera gran batalla parlamentaria. Arena va a jugar un gran
papel en este episodio que culmina con la promulgación de la Ley de
Divorcio.
Sobre este episodio Domingo Arena escribe un artículo sobre el divorcio
y el sentimiento hacia la mujer de Batlle, esta era en definitiva la
Domingo Arena: Realidades y Utopías
75
convicción común que los distinguía: “ Otra de las obsesiones
humanitarias con que Batlle llegó a l Gobierno, fue el del divorcio,
quería desengrillar las relaciones conyugales, para entregarlas libres al
amor y a los brazos de la familia. Quería sobretodo, impedirle vejámenes
a la mujer por el marido que no la quisiera o por lo menos no la
respetase. Y por encima de todo, apiadado ante la nutrida falange de
solteras, que por no ponerse al margen de la costumbre, crecían y
morían sin conocer el amor, quería hacer algo eficaz para lanzarlas al
torbellino de la vida. Y no se le ocurrió nada mejor que fomentar el
matrimonio, haciéndolo fácilmente disoluble: Tenemos que hacer- decía
Batlle- del viaje azaroso y sin esperanza de vuelta del matrimonio
indisoluble, una excursión de placer sin itinerario fijo, con el matrimonio
soluble a voluntad(...)al volver a la soledad podría llevarse consigo un
hijo. Lo que puede ser muchas veces un apoyo material, y uno espiritual
lo es siempre. El bien de la mujer fue una constante de las
preocupaciones de Batlle. Fue él quién las lanzó a los cargos públicos.
Comenzó con las Agencias de Correos(...)” Arena en el mismo artículo
afirma su incidencia en la referida ley: “...Y si me aceptó, de buen grado,
el divorcio por voluntad de la mujer, que empujado por Vaz Ferreira, lo
opuse a su proyecto más amplio, fue porque concluyó por ver
complacido, que íbamos a crear dentro de la ley, una situación de
privilegio para lanzar(...) con lo cual nos poníamos a la vanguardia en
la legislación feminista universal”(26)
La mayoría de las mujeres pensaba que esta ley permitiría usarlas y luego
ser abandonadas. Se presenta un petitorio con más de diez mil firmas de
mujeres católicas en las Cámaras. Los nacionalistas tuvieron distintas
posiciones y por diversas razones. El miembro de la Comisión Opositora,
Rodríguez Larreta mocionó para que el proyecto volviera a la Comisión.
La defensa del proyecto la llevaban adelante Arena y Manini, es uno de
los debates más ricos en nuestras cámaras sobre los valores católicos de
matrimonio indisoluble por voluntad de Dios siendo, para ellos, una
amenaza a la familia. En tanto que para los liberales estaba en juego la
libertad de conciencia, el matrimonio era una relación humana, un
contacto establecido entre dos partes disoluble cuando las mismas no
pueden convivir más.
Se tratan en los primeros meses de 1905 una serie de reclamos de las
empresas extranjeras industriales referidos a la reducción de impuestos a
la exportación de sus productos. Las carnes cocidas enlatadas, el extracto
Domingo Arena: Realidades y Utopías
76
de carne y las grandes posibilidades que se abren en relación a las carnes
enfriadas, estaban generando una renta mayor al 20%. Estas ganancias
determinaron diversas posiciones dentro de los partidos sobre la
conveniencia o no para el país de la rebaja de estos impuestos. Batlle no
quería cambiar la posición mantenida por la legislación existente, sin
embargo se aprueba la moción presentada por los industriales
extranjeros; en la defensa de la posición oficial se maneja que la única
preocupación de estas empresas era llevarse la ganancia muy lejos de
nuestro país.
En junio de 1905 Batlle debe promulgar y hacer cumplir una sentencia de
muerte pronunciada por los Tribunales de Justicia. El condenado a
muerte se llamaba Ramón Gadea, su delito había sido homicidio y robo
en reincidencia. Este episodio es utilizado por Batlle para confirmar su
pensamiento y que todo el país adopte conducta humanitaria frente al
delito. Se envía un proyecto de ley a la Asamblea en el que se declara
abolida la Pena de Muerte, conmutando la pena por sanciones previstas
en la legislación. En materia penal agrega las siguientes reformas:
liberación anticipada por buena conducta. Sobre su pensamiento sobre la
pena de muerte tenemos antecedentes de su predica en “El Día” desde
1894. Allí se escribía: “La pena de muerte es la más brutal de las
instituciones antiguas que están en pie en los tiempos modernos, y su
conservación debe atribuirse al sentimiento irreflexivo de horror y odio
que inspire el delincuente, y no, de ninguna manera, a la influencia que
ha podido ejercer en la legislación un conjunto de ideas
sistemáticamente impuestas a la inteligencia del hombre por su evidencia
y rigor lógico(...)La pena de muerte no produce más que un resultado
positivo: el aniquilamiento de un hombre que encerrado en una cárcel no
era ya un peligro para la sociedad, y las desmoralización que debe
producir el ejemplo dado por la sociedad misma, de su falta de respeto a
la vida humana”.
Arena comenta en un análisis sobre el humanitarismo de Batlle: “ Una de
sus obsesiones que Batlle llevó al Gobierno, fue la de abolir la pena de
muerte, con la firme resolución- puesta a prueba- de no autorizar un solo
fusilamiento” Arena discutió profundamente con Batlle este proyecto, su
visión de inmigrante con ideas avanzadas se ve en la sugerencia que le
realiza a Batlle, de continuar aún más con el abolicionismo: “Su
radicalismo le hizo aceptar de buen grado, aunque con escepticismo, mi
iniciativa de llevar la abolición hasta la guerra, hasta el favor de los
espías. ¡ la guerra es una barbarie, me decía, se mata en ella de
Domingo Arena: Realidades y Utopías
77
cualquier manera; pero aunque su proposición sea una utopía, hay que
aceptarla en un principio, recordando que casi siempre son utópicas las
avanzadas del progreso”
El 21 de diciembre de 1906, Batlle envía al Parlamento el proyecto de
Ley sobre jornada máxima de ocho horas y descanso semanal obligatorio.
Cuando este proyecto ve la luz se inicia una profunda serie de debates
desde conceptos sociológicos, económicos, de lucha de clases estimulada
desde el gobierno, el inicio de la superioridad del proletariado sobre los
valores del patriciado histórico, el descontento de los empresarios. Batlle
concebía las quejas como el anuncio “de que la era de la justicia social
había comenzado”. La actividad sindical iba en aumento, los obreros
ferroviarios sindicalizados presentaron una serie de demandas muy
concretas: Reducción paulatina del horario de trabajo pasando a 10 horas
y luego a 8 horas diarias en un plazo de un año. Aumento de sueldos
tanto a maquinistas como a peones e indemnización por despido al
personal con más de 50 años. Batlle estaba interesado en los problemas
obreros y sabiendo del interés de la compañía inglesa de extender sus
líneas hasta Melo con la garantía del Estado, se ofrece como mediador.
El resultado fue que se aceptaron la mayoría de los reclamos obreros.
Esto sumado a la intervención de Batlle para que un líder anarquista
expulsado de la Argentina, con pasaje y dinero pago por el Estado viniera
a nuestro país, aumenta las tensiones con los propietarios y deja entrever
a los sindicalistas que el gobierno ve con buenos ojos a los “agitadores de
ideas avanzadas”. En el mes de mayo se suma la huelga de estibadores
del puerto de Montevideo. Las condiciones de trabajo era pésimas, se
trabajaba a destajo, si la circunstancia exigía descargar un buque
rápidamente, debían trabajar día y noche, en otro caso quedarían sin el
jornal y sin el trabajo. Las peticiones eran el reconocimiento del
sindicato, jornada de 8 horas, aumento de salario y respeto de grupos y
cuadrillas. Se culpaba a los anarquistas y además se pliegan a la huelga
los obreros que estaban llevando a cabo la modernización del puerto
convirtiéndose en la huelga más grande hasta este momento. La Policía
sabía que el Poder Ejecutivo quería respetar el derecho de huelga y por lo
tanto se convierte en la protección de la misma. Las empresas que
manejan la descarga y carga de buques están decididas a traer
rompehuelgas desde el interior del país y a no aceptar mediaciones del
Estado y desconocer el sindicato. Esta postura de los patrones hace que
seis días después de iniciada la huelga Batlle nombre una Comisión
Domingo Arena: Realidades y Utopías
78
Investigadora iniciándose un debate sobre si la relación obrero/patrón era
de carácter público o de carácter privado, solo entre la empresa y sus
obreros. La acción del Gobierno al designar la Comisión establece que es
de interés público con una pugna entre los patrones como grupo y sus
empleados como sindicato. Se convierte en motivo político y desde “La
Democracia” se ataca al gobierno generándose una serie de editoriales
desde “El Día” sobre el problema obrero en el Uruguay. Al respecto
Arena, desde su cargo de Director del diario “El Día” escribe una serie de
precisiones sobre el problema, punto de referencia de la historia sindical
uruguaya: Ante la postura del periódico nacionalista Arena escribe:
“Nuestro colega “La Democracia”, al apreciar las huelgas que
actualmente nos agitan, hace aseveraciones que consideramos
equivocadas y que merecen una contestación. Empieza el colega por
sostener que la huelga principal, la del Puerto, “tiene marcadísimos
tintes no profesionales”, porque es dirigida por elementos extraños a los
trabajadores, “elementos que no tienen en la República ni hogar estable,
ni interés definido, agitadores de profesión y de doctrina anárquica”.
Pues bien: aún admitiendo que los huelguistas estuvieran dirigidos por
elementos extraños a su gremio, esa no sería razón suficiente para
considerar a la huelga como poco fundada y con tintes no profesionales.
Lo único que esto significaría, es que los huelguistas no se considerasen
capaces para defender personalmente sus intereses, y se hacen
representar en sus gestiones reivindicadoras por personas que creen
más aptas y más ilustradas. Es lo que vemos todos los días en las
distintas manifestaciones de la vida. Todo el que se considera débil o
poco apto para obtener lo que cree suyo, recurre a un representante, a
un apoderado. Es lo que hacen todos los días los que tiene que pleitar
ante nuestros tribunales. Sea cual fuere la fuerza de su derecho, recurren
a procuradores y abogados, si no quieren perder sus pleitos, no obstante
saber que sus asuntos no han de ser resueltos por magistrados que,
seguramente, ofrecen más garantía de imparcialidad de la que han de
ofrecer los patrones cuando son llamados a resolver las reclamaciones
de sus obreros!
El obrero, por regla general, no es un sujeto muy apropiado para
trabarse en largas disquisiciones de derecho. Lo único que se le ha
enseñado es a trabajar y a sufrir! Siente, indudablemente, los rigores de
su situación, pero difícilmente sabrá definirlos y precisarlos en un
alegato, y mucho menos buscar la formula de su mejoramiento. De
manera que cuando se aboga, como lo hace el colega nacionalista,
Domingo Arena: Realidades y Utopías
79
porque “ las huelgas tengan un carácter profesional, limitando el campo
de acción de los agitadores”, se aboga, tal vez sin quererlo, porque los
obreros queden indefensos ante la inexorabilidad de los patrones.
Porque esos llamados agitadores son los que despiertan al obrero de su
letargo, son los que dan vida a sus latentes aspiraciones de
mejoramiento, los que señalan el camino que puede llevar al éxito, y los
que, en fin, disciplinando las masas, y organizando la resistencia, hacen
posible la lucha.
Y nada de extraño tiene que esos directores de las huelgas, esos
agitadores, “no tengan hogar estable ni interés definido en la
República”, y, dicho con más brevedad, que sean extranjeros. En un país
esencialmente cosmopolita como el nuestro, todo extranjero que llega a
él tiene el perfecto derecho de actuar en cuestiones económicas y
sociales mientras no se aparte de la órbita de las leyes. (...)Por otra
parte, es natural que como directores de esos movimientos se escoja con
preferencia a personas que hayan tenido actuación en el viejo mundo,
pues esas personas han podido hacer escuela en un medio fecundo,
donde las clases proletarias vienen luchando desesperadamente desde
hace muchos años, y por consiguiente es de presumir que aportan
consigo un bagaje nada despreciable de técnica y de experiencia. Nadie
mejor que ellos para poder juzgar hasta donde puede exigir el obrero
con esperanza de éxito, tanto en lo que se refiere a los tratados que se
pueden celebrar entre los patrones y las llamadas asociaciones de
resistencia.
Contra estas sociedades de resistencia el colega nacionalista formula
cargos tremendos. Dice que imponen a los patrones “condiciones de
carácter anárquico, enemigas de la equidad e hirientes para la hombría
de una de las partes contratantes”. ¿Todo por qué? Todo porque exigen
que se tomen a obreros que procedan de su seno y que no los puedan
despedir sin causa justificada...Pues eso que el colega mira como una
monstruosidad, no es, en sustancia, más que una cosa naturalísima,
repetida con muchísima frecuencia en los actos de comercio(...) ¿Acaso
son más respetables los cueros, el carbón y otras mercaderías que puede
expender un barraquero, que los músculos, la sangre, la inteligencia que
ponen en circulación las asociaciones obreras?(...) El colega
nacionalista afirma “ que la obra de los agitadores será siempre nefasta
para los obreros”. No creemos que estén dispuestos a aceptar esa
absoluta las clases proletarias de todo el mundo, que tanto han avanzado
en los últimos tiempos, gracias en gran parte a la obra de los agitadores.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
80
Tampoco creemos que puedan aceptarla muchos proletarios de aquí.
Gracias a esos agitadores los albañiles de Montevideo, han obtenido,
hace muchos años, horarios razonables y jornales que les permiten vivir
de manera tolerable. El colega nacionalista parece insinuar en el
artículo que contestamos, que el Gobierno se ha ocupado en alentar las
agitaciones obreras. Esa insinuación es una de las tantas injusticias que
se muestra pródigo cuando tiene que juzgar cualquier acto del jefe de
Estado (...) Desafiamos a cualquiera que pueda señalar un solo hecho
concreto de cualquier representante de la autoridad que pueda
considerarse un estímulo para la huelga. Es cierto que los llamados
agitadores no son perseguidos, porque mientras se limitan a la
propaganda dentro de la ley, no hacen más que usar de su derecho; pero
es igualmente cierto que los patrones han estado y estarán perfectamente
garantidos, como lo han estado y lo estarán los obreros que quieren, en
uso de su derecho, no abandonar el trabajo. El Gobierno se ha
mantenido completamente prescindente en los diversos pleitos que se han
suscitado entre patrones y obreros, y en esa prescindencia justa y legal
se mantendrá mientras que a su juicio no se comprometan las latas
cuestiones de orden público que está en el deber de tutelar”
El informe de la Comisión investigadora, que era presida por Benjamín
Fernández y Median concluye que le asistía a los huelguistas razón en lo
referente a las condiciones de trabajo. El propio Batlle intercede ante los
patrones, hablando con la familia Lussich, sin obtener resultados, en
forma paralela un huelguista es muerto por la policía al atacar a un grupo
de trabajadores rompehuelgas, de este saldo de heridos y muertos se
nutrió la prensa opositora. Esta huelga va a fracasar, el poder patronal se
hizo más consistente, en tanto que la opinión pública comienza a
sensibilizarse con el tema obrero y social. Le queda claro al Gobierno
que para mejorar la situación obrera había que trabajar en tres
direcciones: fortalecer el movimiento sindical para que tuviera peso
político, lograr que los lideres de opinión y empleadores tuvieran
simpatías hacia el trabajador organizado y por último que la sociedad en
general asumiera que eran necesarios estos cambios sociales.
Era importante, entonces, continuar con la prédica desde la tribuna
periodística y Arena en un artículo publicado el 12 de junio de 1905 en
“El Día” escribe: “ Se ha sostenido en la prensa que la mayor parte de
las huelgas que hoy nos agitan son fruto de un pequeño número de
obreros exaltados, que consiguen por medio de amenazas amedrentar a
sus compañeros y obligarles que abandones el trabajo. Esta afirmación
Domingo Arena: Realidades y Utopías
81
nos parece tan absurda que nos resistimos a creer que pueda hacer
camino(...) Pero hay más. Para el obrero, cuando se lanza a la huelga, la
cuestión es mucho más grave de lo que a primera vista parece. La
huelga, lejos de ser una calaverada sin mayores consecuencias, significa
para él, la suspensión del trabajo por un tiempo más o menos largo,
muchas veces por un tiempo indefinido- suspensión que corta las únicas
fuentes de sus recursos y que se traduce en privaciones de todo género y
muchas veces en la miseria absoluta para los suyos” En tanto que el 16
de junio de 1905 en un artículo titulado: “La Razón de las huelgas”
avanzaba más Domingo Arena en sus conceptos sobre la relación entre
obreros y patrones: “ Se alega que las huelgas son el fruto de la presión
de los menos sobre los más, que son el fruto de la propaganda de los
obreros exaltados sobre los obreros tímidos, etc, etc. Pues no hay nada
de eso. Las huelgas son sencillamente, fruto de lo mal que se paga el
trabajo del obrero y de los esfuerzos que realiza aquél para conseguir
que se pague mejor precio por su sudor y sus afanes.
¿Cuánto vale el trabajo de un obrero? ¿Cuánto vale un día de esfuerzo,
de sol a sol, arando tierra, arrancando piedra? Es lo que no se ha
establecido todavía, ni se va en vías de establecer de una manera
equitativa y justa. Para convencernos de este hecho basta recurrir a una
rápida demostración. Supongamos que por primera vez el dueño de un
campo o de una chacra, llama a un obrero y le propone que le trabaje
todo un día labrando la tierra o arrancando piedra. (...)Tal vez pidiese
un par de cientos de pesos mensuales, si no contase con la competencia.
Y seguramente el patrón aceptaría, si no contase con aquél
factor.(...)¿qué sucedería, habiendo tantos obreros necesitados y aptos
para aquél trabajo? Que inmediatamente se presentara otro
ofreciéndose por menos, y que el patrón haciendo uso de perfecto
derecho, aceptaría despidiendo al primero. Pero aquí no se detendría la
cuestión. Un tercer obrero sustituiría al segundo, ofreciendo sus
servicios todavía más baratos; un cuarto, al tercero; y así
sucesivamente, hasta llegar el momento en que el patrón no pagaría por
el jornal nada más que lo estrictamente necesario para que el obrero no
se muriera de hambre. El jornalero que ocupara esta última plaza, ya no
tendría temores de ser desalojado por un competidor, sencillamente por
el que se ofreciese por menos no ganaría lo suficiente para seguir
viviendo!(...)De manera que, generalmente, lo que el obrero gana, tanto
en la fábrica como en la cantera, como en el campo, es la cantidad
mínima que necesita para sostenerse,- y esa cantidad mínima no es, no
Domingo Arena: Realidades y Utopías
82
puede ser el valor del trabajo!(...)El mejoramiento del obrero debería
perseguirse con el mismo afán, tanto por los patrones como por los
obreros mismos, desde que, en definitiva, los aumentos de salarios no
han de traer otro resultado que encarecer un poco los productos y
aumentar proporcionalmente los desembolsos del consumidor. Por eso
es que a nuestro juicio, las huelgas generales no deberían ser miradas
con mal gesto por los buenos patrones, desde que tienden a colocar a los
fabricantes de un mismo producto en las mismas condiciones de lucha,
haciendo imposible todas competencia desventajosa”. En los medios de
prensa vinculados a los sectores de propietarios y patrones, e incluso en
los opositores a Batlle, seguía la predica contra los agitadores que al
promover las huelgas se convertían en el mal del Siglo. Incluso se llega a
solicitar leyes que detengan su accionar. Aquí surge la clara visión
democrática sobre el tema obrero que Domingo Arena maneja desde los
artículos y desde su acción parlamentaria. En realidad, los conceptos de
Batlle sobre generar estados y situaciones de opinión a favor del
trabajador hace que la tarea de arena sea esencialmente didáctica,
educando a través de consejos y comparaciones simples sobra la
importancia del derecho de huelga, de los agitadores de ideas avanzadas,
de la necesaria tolerancia democrática para , en definitiva solucionar los
conflictos laborales. En El Día de 19 de junio de 1905 con el título: “Los
Agitadores” Domingo Arena sigue con su prédica obrerista:
“Nuestro colega “ La Democracia”, en uno de sus últimos artículos
sobre la cuestión obrera, sienta la absoluta de que no se resolverán los
graves conflictos que levantan las huelgas mientras “ no se enfrene ,por
una ley sabia, la acción desquiciadora de los desquiciadores”. El Colega
permitirá que manifestemos nuestro más franco desacuerdo y que
opinemos, por el contrario, que toda ley que fuera contraria a los
llamados agitadores, sin otra razón que por el hecho de serlo, no solo no
beneficiaría en nada a los obreros, sino que entrañaría un grave ataque
contra la libertad individual recta y ampliamente entendida.
Dentro de un régimen democrático como el que afortunadamente nos
rige, una ley especial contra los agitadores no es deseable ni concebible,
porque iría contra los preceptos constitucionales que tutelan todas las
opiniones, todas las propagandas, mientras ellas no ataquen ningún
principio fundamental de orden público o atenten claramente contra
derechos de terceros. Y la libertad igual para todos, es un bien que ha
costado demasiado caro para que, donde se tiene la suerte de poseerlo
Domingo Arena: Realidades y Utopías
83
en su mayor plenitud se pugne por cercenarlo. Por otra parte, limitar, en
general, la acción de los agitadores, no es solo limitar la sociedad, es
limitar el progreso, es enfrenar en germen- empleando la frase del
colega nacionalista- toda idea nueva, idea que por más perturbadora
que parezca en un momento dado, puede fructificar en un porvenir más o
menos lejano, empujada y propagada por agitadores.
Porque por regla general, todas las ideas nuevas, las grandes ideas
nuevas de todos los tiempos, han sido lanzadas a la vida y han sido
propagadas por agitadores. El gran Sócrates pareció, sin duda, para los
Griegos, un terrible agitador, desde que lo obligaron a beber la
cicuta(...).
¡ Dejemos, pues, a los agitadores que se agiten y agiten mientras su
actividad no salga del campo del Derecho! ¡Dejemos que sus ideas, por
atrevidas que nos parezcan, circulen y se propaguen y se discutan, que
de la discusión de las ideas siempre ha brotado la luz que ha alumbrado
el porvenir de los pueblos!(...).
Consecuentes con estos principios, no pensemos, pues, en dictar leyes
contrarias a la libertad y al progreso, como sería cualquier ley que
atentase contra los agitadores(...).
Afortunadamente, las ideas proclamadas por el colega nacionalista, no
están destinadas a hacer camino en la asamblea. La mayoría colorada,
dando testimonio del liberalismo que ha caracterizado siempre su
partido político, al sancionar cualquier proyecto sobre legislación
obrera, no está dispuesta a introducir ninguna disposición restrictiva de
la libertad de nadie(...) No puede seguirse el ejemplo de los legisladores
monárquicos, que ven en el proletario un eterno insurrecto, casi un
enemigo ¡ La Asamblea, al tender sus vistas, no debe dirigirse hacia el
pasado sino hacia el porvenir!. La postura liberal partidaria de Arena en
un tema espinoso como el de las huelgas muestra la vocación del país en
que el Estado asumiera posiciones en materia económica y que además se
convirtiese en mediador y arbitro en los conflictos de intereses que
tengan repercusiones políticas y sociales. Era asumir un rol de
intermediación entre el Gobierno, la administración y la sociedad. Los
servicios del estado, incluida la política, se encuentran ahora en función
de la protección y desarrollo de los individuos. Generando una
redistribución de las ganancias a través del aparato estatal, dando
posibilidades de educación y de desarrollo a todos, incluso a los
agitadores sindicales. En la serie de artículos sobre la cuestión obrera, de
la pluma de Arena surge la posición oficial sobre las huelgas y los
Domingo Arena: Realidades y Utopías
84
movimientos sociales y los reclamos que la generan, publicado en “El
Día el 21 de junio de 1905 con el título: “Alrededor de las Huelgas”
“Hemos constatado en diversos artículos que el derecho a la huelga es
tan legítimo y respetable como el derecho al trabajo, y que el Estado y
las autoridades que lo representan, en uso de sus legítimas funciones,
tanto deben contemplar el uno como el otro.(...)Los movimientos sociales
que provocaron las agitaciones obreras contemporáneas, son también
largamente elaborados después de muchos infortunios, de muchos
sufrimientos, de la intolerancia penosamente soportada, de la condición
inferior del proletario, originada no por brutales imposiciones políticas,
pero si por injustas prepotencias económicas. Y es natural, también, que
si en estos casos como en el otro, el mejoramiento no se produce más que
por vía de la reacción, de la lucha abierta de los económicamente
inferiores con los económicamente superiores, de los obreros con los
capitalistas, esa reacción, esa lucha, pueda llegar a algunos excesos y a
ciertas exageraciones, gaje irreparable de las soluciones a las que se
llega más por la violencia que por la razón.(...)Y Bien: algunas de esas
extremosidades han armado contra los movimientos obreros ciertas
prevenciones por parte de gentes conservadoras, y esas prevenciones
han llegado a perturbar de tal modo el criterio, que se han desconocido
las más elementales normas de la equidad. En ejemplo reciente lo
tenemos en la última actitud de algunas casas de lanchaje, que admitían
a los obreros huelguistas al trabajo, pero con la condición de que
disolvieran sus asociaciones gremiales(...)Los patrones no quieren que
los obreros se organicen en sociedades, pero ellos se organizan y se
asocian; quieren que se disuelvan las ligas de trabajadores, pero
admiten y practican los “trusts”de capitalistas; niegan a sus operarios el
derecho de imponer el precio a su trabajo, pero admiten y ejercen para
sí el derecho de imponer el salario a los obreros y el precio a la
clientela.(...) En pleno período de huelgas del Puerto, se continúa con la
prédica, incluso al seguir la huelga y analizando las posiciones desde “El
Día” se realiza una crónica y un análisis de los hechos. El gobierno toma
el partido que puede, se sabe la posición oficialista por los artículos de
Arena que se anticipan al debate en la Cámara. El 23 de junio de 1905
con el Título: “ Las Sociedades de Resistencia” continúa Arena en su
análisis de la situación del conflicto del puerto.
“ Ya que el conflicto obrero del puerto ha girado o está girando en parte
alrededor de las llamadas sociedades de resistencia, nos parece
Domingo Arena: Realidades y Utopías
85
conveniente insistir un poco sobre el carácter de aquellas y sobre su
razón de existir, tratando de poner de manifiesto que se comete un
verdadero atentado cuando se pugna por su eliminación(...)Los obreros,
por ultimo, no son en su gran mayoría ni letrados ni siquiera
medianamente instruidos. Carecen casi siempre de los conocimientos
más elementales para poder defender su largo e incesante pleito con los
patrones. Raras veces saben lo que pasa afuera de sus talleres y por
consiguiente mal pueden apreciar la evolución que en el mundo tratan de
realizar a su favor todos los hombres bien inspirados. De ahí otra
necesidad de asociarse, de agruparse alrededor de colegas mejor
preparados, que les hagan comprender cuales son sus derechos y cual es
la manera más efectiva de hacerlos efectivos. De ahí que la acción del
obrero frente a los patrones recién se haya hecho sentir, por lo menos de
una manera eficaz, cuando han aparecido las sociedades de
resistencia(...) Las sociedades de resistencia son, pues, absolutamente
necesarias para los obreros. Además, son perfectamente legítimas. Los
patrones hacen uso de ellas a cada rato, ya sea cuando impone tarifas al
público, ya sea cuando establecen normas de conducta para obrar con
los propios obreros, ya sea cuando acumulan sus capitales para explotar
un negocio. Los obreros, pues, no hacen más que imitar a los patrones
cuando por medio de sus sociedades tratan de imponer un jornal, o
cuando en vez de capitales que no tiene, ponen en común sus brazos para
sacar de su trabajo un mejor provecho.(...)Los mismos patrones, pues,
por lo menos aquellos que cuentan entre sus ideales no solo prosperar en
sus negocios, sino llevar el mayor bienestar posible al hogar de los
obreros, que son los que contribuyen en primer término a hacerlos ricos,
los buenos patrones, decimos, serían los primeros que deberían prestar
su concurso a las asociaciones obreras. Deberían ver en ellas sus
aliados naturales para realizar sin desequilibrio ni perjuicio para la
industria el mejoramiento de las clases trabajadoras, desde que el
aumento del jornal y la disminución de las horas de trabajo, siempre que
se realizaran de una manera uniforme y general no harían más que
aumentar en una cantidad mínima el valor de los productos(...).
Como hemos venido analizando, la presión para que el Gobierno
intervenga en la solución de las huelgas era muy grande. Incluso se acusa
al Presidente de la no intervención del estado para finalizarlas, casi con la
misma fuerza que le adjudican todas las causas de las mismas a los
obreros y a los incipientes sindicatos que tratan de garantizar los
Domingo Arena: Realidades y Utopías
86
derechos de los trabajadores. Es transparente la visión del Dr. Arena en
ambos casos, sobretodo en la importancia de no intervenir para que la
huelga siga su desarrollo natural, en un último artículo sobre las huelgas
escribe Arena en “El Día” el 27 de junio de 1905.
“ Las huelgas deberían caracterizarse por un aspecto enteramente
tranquilo, desde que, en definitiva no son otra cosa que un accidente casi
normal en el mecanismo del trabajo. En las huelgas no debería haber
rencor de parte de los obreros ni resentimientos de parte de los patrones,
desde que ellas no encarnan otra cosa que un desacuerdo de precio por
el valor del esfuerzo: una manifestación colectiva de los que arriendan
sus brazos para recordarle al arrendador, al usufructuario, que lo que
paga es poco, y que es preciso que dé más si quiere seguir contando con
los elementos de producción que tiene a su servicio. Todo se reduce,
pues, a una discusión de precio sobre el valor del trabajo humano,
enteramente igual a las discusiones de precio que a diario, en todas
partes, se producen sobre el valor de las cosas, sin que den lugar a riñas
ni a enemistades entre los compradores y los vendedores. Y seguramente
las huelgas presentarían esa tranquilidad de las discusiones generales
sobre precios, sino fuera porque, habitualmente, son perturbadas por
dos factores extraños: la intervención de las autoridades a favor de una
de las partes, generalmente de los patrones, y los incidentes entre los
huelguistas y los obreros que no lo son. De ahí los conflictos que suelen
desnaturalizar los grandes movimientos obreros.
No son desconocidas ni entre nosotros ni fuera de nosotros las
intervenciones ilegitimas de las autoridades en las huelgas. Se producía
aquí una huelga de guardas y de cocheros de tranvías y la policía se
encargaba de buscar con quién sustituirlos! Se produjo en Buenos Aires
una huelga de obreros del puerto y se envío a los soldados de línea para
que hicieran la carga y la descarga!(...)La injusticia que entraña la
intervención ilegitima del Estado en el proceso de las huelgas es tan
irritante, que parecería que aún presentándose en la forma más indirecta
no debiera encontrar defensores y mucho menos que esos defensores
apareciesen en la prensa. Y, sin embargo, la anomalía se produce. “El
Tiempo”, sin ir más lejos, encuentra criticable que el gobierno no haya
concedido que se habilitara un día feriado para los trabajos portuarios,
a pedido de los patrones,- como encuentra criticable que se haya
ordenado el cumplimiento de la ordenanza que establece que en las
máquinas de los vapores sólo pueden funcionar maquinistas titulados.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
87
Sin embargo, aquellas dos solicitudes, si hubieran sido atendidas,
habrían empeorado sensiblemente la situación de los obreros en
huelga(...)El actual gobierno no tolerará nunca que se empeore con
influencias arbitrarias la suerte de los obreros, como no tolerará que se
menoscaben los intereses de los patrones. Desgraciadamente, la segunda
causa perturbadora, la de los choques entre huelguistas y no huelguistas
es más difícil de extirpar. Dentro de las huelgas más justas y mejor
organizadas, siempre se encontrarán obreros que contraríen el
movimiento y acudan al trabajo. Unos lo hacen por no alcanzar a
formarse concepto claro de la solidaridad gremial. Otros lo hacen,
sencillamente, empujados por el hambre de los suyos(...)En cualquier
caso, el que acude al trabajo, hace uso de un derecho y debe ser
respetado, sobretodo cuando obra movido por la violencia moral de
necesidades ineludibles.
En el período final del primer gobierno batllista es el momento de las
realizaciones, en el orden político, en el orden administrativo, en el orden
económico y en el orden social: Ley de Divorcio, Creación de la Alta
Corte de Justicia, Ley de ocho horas, Inembargabilidad de sueldos
menores a seiscientos pesos, Abolición de la pena de muerte, reforma de
la Ley Electoral estableciendo la Ley del Tercio, Creación de diez liceos
departamentales, Creación de las escuelas de Agronomía, Veterinaria y
Comercio, el pago al día de todos los presupuestos. Supresión de los
descuentos del 10% sobre los sueldos públicos. Y la entrega a su sucesor
de un gran excedente económico.
El 1º de marzo de 1907 era electo Presidente de la República el Dr.
Claudio Williman, al entregarle la Banda Presidencial Batlle pronuncia
las siguientes palabras:
“Exmo. Señor Presidente de la República.- Os entrego el mando.- La Paz y el Orden están
consolidados; el Estado cumple todos sus compromisos pecuniarios, hay grandes sobrantes
en sus cajas; surge la actividad productora en todos los órdenes de vida; todos los derechos,
todas las libertades están garantidas; la república tiene fe en su porvenir.
Sois el primer custodio de estos bienes y el primer encargado de aumentarlos.-El país os ha
hecho depositario de su confianza.- Vuestros antecedentes intachables, la integridad y
energía de vuestro carácter y la seriedad de vuestra inteligencia justifican esta elección y
auguran días aún mejores que los presentes. Que la incierta e inescrutable sucesión de los
acontecimientos no defrauden las patrióticas esperanzas que con razón se fundan en
vuestras altas cualidades”.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
88
Notas y Documentos del Capitulo 3.
Batlle y el Movimiento Obrero.
“Desde ese momento el empresario percibió, como ganancia lo que importaba su trabajo de tal y
lo que importaba la parte de trabajo que sus obreros, obligados por el hambre, se habían
comprometido a no cobrar. Desde ese momento el empresario se apropió una parte del trabajo
de los obreros, ni más ni menos fue como se apodera el amo del trabajo de sus esclavos en los
países de esclavitud, sin más quebranto, que el de proveerlos de lo necesario para su
subsistencia. Y una situación así se consolidó hasta el punto de que pasando después el importe
de ese trabajo a otras manos por efecto de la competencia, los mismos empresarios de espíritu
justo se vieron impelidos de modificarlo.
Parece que hay en todo esto una rebelión del inferior contra el superior; pero en el comercio no
hay inferiores ni superiores, y el conjunto de estipulaciones sobre la venta del trabajo personal,
no es más que un acto de comercio. Sueñan mal por lo mismo las amenazas que con frecuencia
salen de los labios de los patrones contra los obreros en huelga, y los compromisos que contraen
entre ellos de negarles la sal y el agua de sus establecimientos, negándoles toda ocupación, sino
lo someten. Es como decirles “o trabajan ustedes por lo que nosotros queremos darles o se
exponen a morirse de hambre” por lo cual se introduce un elemento de intimidación en la
celebración de un convenio que debería ser libérrimo”(El Día. 15 de Enero de 1895)
“La mayor dificultad que ha obstaculizado hasta ahora el arreglo de las cuestiones surgidas
entre obreros y patrones ha sido la resistencia decidida, tenaz, airada, que estos últimos, que
estos centros, que los conjuntos de obreros nombran en su representación. No queremos, dicen
los patrones, tratar con esas comisiones; queremos tratar directamente con nuestros obreros, con
nuestra gente, como hemos tratado hasta ahora. Y dan diferentes razones para justificar esta
actitud, que pocas veces es justificable.”(El Día, 9 de enero de 1896)
Mensaje conjunto al Proyecto de Ley suprimiendo la pena de muerte.
“Montevideo, Junio 27 de 1905.
H. Asamblea general:
El Poder Ejecutivo os propone la sanción del proyecto de ley adjunto en que se suprime la pena
de muerte.
Esta pena, que, en su ejecución, tiene que ocultarse cada día más en el fondo de las
penitenciarías, porque repugna al sentimiento público, está lejos de imponerse como una
consecuencia forzosa de las teorías sobre la naturaleza y el fin de la pena, sostenidas por los
tratadistas del Derecho Penal, y al co0ntrario, se halla en pugna con las más generosas y
avanzadas. Es verdad que para ciertos autores la pena es un castigo, una expiación que se sufre
aquí, en la tierra como medio de atemperar el castigo que se debe recibir en el cielo,
considerándose tanto mayor su eficacia cuanto más grande es el suplicio que importa. Pero la ley
positiva no puede tener por objeto el arreglo de los asuntos religiosos sino el bien común, y no se
podrían imponer penas más o menos terribles por razones teológicas.
Si el criminal constituye un peligro para la sociedad, y si ha demostrado por sus actos la
perturbación de sus ideas y sentimientos, las medidas más adecuadas que a su respecto puedan
objetarse, serán evidentemente aquellas que mejor protejan a la sociedad contra sus ataques y
que a el mismo, como individuo de la colectividad, le sean más benéficas.
La teoría que hace consistir el fin de la pena en el escarmiento del delincuente y en la
intimidación de los que pudieron sentirse inclinados a seguir su ejemplo, o simplemente a
cometer actos análogos, tiende a garantir a la sociedad, pero es deficiente en cuanto niega toda
Domingo Arena: Realidades y Utopías
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consideración al individuo a quién desde el momento en que ha cometido el delito, no reputa
como a hombre, sino como medio de que el Estado pueda servirse para inducir a respetar las
leyes a los que hace evidente su incoherencia y se condena a sí misma al detenerse en la pena de
muerte, pues debería lógicamente agregar a ésta bien estudiados martirios que reforzarán el
escarmiento y la intimidación.
No merecen, pues, seria consideración sino las doctrinas más racionales que hacen consistir la
pena en el conjunto de providencias que es necesario adoptar para impedir que el delincuente,
cuyo vicio moral o intelectual se ha puesto al descubierto, quede en condiciones de volver a
agredir a la sociedad. Esta tiene el derecho y el deber de defenderse, de conservarse en su
conjunto y en cada uno de sus miembros, y las medidas que adopte para realizar tal fin puede ir
desde los medios educativos y correccionales hasta la supresión del delincuente por la pena de
muerte cuando la existencia de éste sea incompatible con la suya. Pero, por lo mismo, la pena de
muerte no será legítima sino cuando sea absolutamente necesaria.
Una sociedad pobre, embrionaria, desprovista de cárceles apropiadas y de la organización civil
o militar adecuada para la vigilancia de los delincuentes, podrá recurrir legítimamente a las
ejecuciones capitales, único medio efectivo a su alcance de ponerse a cubierta de los ataques de
éstos.
Las sociedades más avanzadas reparten también la muerte por las bocas de sus fusiles y cañones
cuando tienen que repeler una agresión del exterior o sostener el orden amenazado dentro de las
fronteras, por asonadas u otros movimientos subversivos, y esas ejecuciones en masa se legitiman
por la imperiosa y suprema razón de la conservación social.
Pero, restablecido el orden, la calma, provista de todos sus abundantes medios de defensa,
ninguna sociedad civilizada tiene necesidad de suprimir al delincuente para ponerse a cubierto
de sus ataques. Las cárceles ofrecen encierros seguros de donde le es al recluido imposible
evadirse. Y en tales condiciones la pena de muerte debe ser considerada como un acto de
crueldad innecesario.
Ni aun en el caso mismo de la incorregibilidad cierta de un reo, podría justificarse. La prisión a
perpetuidad sería siempre una defensa eficaz y la pena de muerte un exceso de defensa.
Ni siquiera podría alegarse la inconveniencia de hacer erogaciones para sostener a seres
totalmente inútiles a la sociedad. El progreso en la organización de las cárceles y en su
aprobación a los fines que deben llenar, hará que el criminal provea con creces por medio de su
trabajo a su propio sostenimiento, y hasta que ese trabajo sea bastante productivo para ofrecer
indemnizaciones a las personas que han sido perjudicadas por sus actos delictuosos.
En cambio, se podrá evitar a la sociedad el espectáculo desmoralizador de las ejecuciones, en el
que según la estadística, parece que fueran a buscar estímulo muchos criminales. Más que todas
las medidas preventivas y que todas las represiones, ha detenido y detendrá siempre al que va a
delinquir, el poderoso instinto que se resiste en nuestro organismo o que se inflija un mal físico a
un semejante, y más violentamente aun a que se derrame su sangre. Donde no protege ya a la
víctima elegida la idea de derecho, obscurecida en la conciencia del criminal, donde no alcanza
ya la acción de la autoridad, donde el temor a la pena ha desaparecido por la certidumbre de que
el delito quedará impune, actúa todavía para impedir el crimen la terrible emoción que nos
produce el derramamiento de sangre o la muerte de un hombre. Agente principal de la
conservación social, más eficaz que cualesquiera otros de los que se emplean en su defensa, vela
siempre ese sentimiento en el que está propenso al delito, se opone con tenacidad a un intento, lo
somete a terribles vacilaciones y no le cede el paso sino después de una lucha que es siempre
violenta y dolorosa.
La pena de muerte conspira contra ese sentimiento protector y tiende a debilitarlo y extinguirlo.
El prolongado suplicio a que es sometido el reo y la frialdad reflexiva con que se le enjuicia, se le
condena y se le ejecuta, no puede menos que familiarizarnos con hechos de esa naturaleza<;
hacernos cada vez más insensibles al dolor ajeno y amortiguar el horror que nos produce la
supresión de la vida humana por la violencia.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
90
El que se habitúe a las ejecuciones capitales y llegue a presenciarlas fría y tranquilamente, podrá
estar cierto de no encontrar ya en sí mismo resistencias orgánicas al crimen, si alguna vez la
oscuridad de sus ideas morales y sus apetitos sin dirección lo empujan hacia él.
Las masas populares, a las que generalmente no alcanza el beneficio de una educación regular,
habrán perdido el motivo más poderoso quizás de su orientación hacia el bien, cuando alrededor
del patíbulo se hayan acostumbrado a contemplar con imposible curiosidad o con enfermizo
placer, la sangrienta agonía de un semejante.
El Poder Ejecutivo tiene la certidumbre de que estas consideraciones y otros muchos que omite,
debidamente apreciadas por V. H ., os inducirán a prestar vuestra aprobación al proyecto que
adjunta.
Saluda a Vuestra Honorabilidad.
José Batlle y Ordóñez
Claudio Williman”
Domingo Arena: Realidades y Utopías
91
Capítulo 4
Batlle en Francia, el gobierno del Dr. Claudio Williman y la
Construcción del País Modelo.
El 15 de octubre de 1905 aparece como noticia destacada y exclusiva en
el Periódico “El Siglo” un adelanto de que Batlle había confiado a sus
colaboradores cercanos que la persona del Dr. Claudio Williman era la
que consideraba para sucederlo en el cargo. Semanas después se
establecía una Comisión en la Sede Central del Partido Colorado con el
fin de establecer las pautas y pasos a seguir para consolidar la
candidatura del Dr. Williman como continuador del Sr. Batlle y Ordóñez
en la Presidencia de la República. El 30 de octubre de 1905 con la firma
de cincuenta y siete legisladores se proclamó oficialmente la candidatura
de Williman, el documento que cuenta con la firma del Dr. Arena decía:
“Los que suscriben, miembros de la Asamblea Legislativa, que debe elegir al ciudadano que
debe suceder en la Presidencia de la República al señor José Batlle y Ordóñez, en la
persuasión de que interpretan acertadamente las aspiraciones del País, resuelven:
Proclamar su candidato para la futura Presidencia de la República al ciudadano don
Claudio Williman, en quién ven reunidas las condiciones y aptitudes necesarias para
continuar la gestión fecunda y moralizadora del actual Gobierno”
Esta proclamación realizada a casi dieciséis meses de la fecha en que
debía votar la Asamblea Legislativa pone a los nacionalistas en situación
difícil, puesto que la candidatura Williman era de su agrado, sentían tener
que adherir a la candidatura impuesta por el oficialismo. En diciembre
los sectores comerciales y de la Asociación Rural del Uruguay, realizaron
una fiesta agasajando a Williman, el cual no concurre al mismo y se
limita a agradecer la distinción que fuera objeto. La realidad es que
Williman había estado vinculado a las empresas extranjeras, abogado del
FF.CC inglés y apoderado de la compañía de tranvías de ese mismo
origen. El 1º de marzo de 1907 era electo Presidente de la República el
Dr. Williman.
De perfil inglés, alto, delgado, rubio y de ojos azules con aspecto serio y
de temperamento afectivo y bromista, había nacido en Montevideo el 10
Domingo Arena: Realidades y Utopías
92
de octubre de 1861. Enseguida de asumir el mando eleva un proyecto de
ley que va a ser denominada la Ley de los Ministerios estableciéndose los
siguientes: Ministerio del Interior, Ministerio de Relaciones Exteriores,
Ministerio de Guerra y Marina, Ministerio de Hacienda, Ministerio de
Obras Públicas y Ministerio de Industrias, trabajo e Instrucción Pública,
por otro lado se crea la Alta Corte de Justicia. Durante su administración
se fijaron los límites de nuestros territorio con el Brasil en la zona de la
Laguna Merín y del río Yaguarón. En tanto Batlle se encontraba en París
y desde allí escribe:
“...En presencia de estas grandes ciudades europeas, no es el desaliento ni un sentimiento de
inferioridad, lo que se produce en el espíritu de los que aquí venimos...Al contrario! He
notado como fenómeno casi general, que nos sentimos superiores a lo que nos creímos, que
nos sentimos bien dispuestos, para afrontar, bajo muchos puntos de vista, comparaciones
que podrían resultarnos ventajosas. Si tenemos administraciones honradas durante veinte
años(...) y si somos medidos para regalarles los pesos a las empresas que tienen su asiento en
el extranjero, creo que podemos hacer maravillas”
En tanto que el 8 de marzo de 1909 a bordo del Buque “Schleswig” a
cuatro horas de Alejandría en el Mediterráneo le escribe a su amigo
Arena en Montevideo:
“ Querido Arena:
Antes de ayer, próximos a la costa de Italia, le pregunté a un marinero: ¿ qué montañas son
aquellas? Calabria, me contestó. Y yo no pude menos que mirar con una viva simpatía
aquella tierra donde nacen hombres como Ud.
Hoy a las 7 de la tarde debemos llegar a Alejandría y a las 11 de la noche tomaremos
tierra.”
Este era el segundo viaje de Batlle a Europa. Ya en 1880, había sido un
joven estudiante de filosofía, disfrutando de un año de vida en Paris,
concurriendo a clases. A principios de mayo, Batlle le confió a Arena que
no era totalmente de su agrado el tener que establecerse en Paris.
Comentaba con Arena la situación política del país y la conducción que
Williman estaba realizando del Estado pero siempre terminaba con esta
recomendación a Domingo Arena: “Esto se lo digo a Ud. solo y para Ud.
porque no quiero aparecer interviniendo en las cuestiones que ahí se
tratan” Agregaba en otra carta que la riqueza mayor de Francia se
encontraba en el turismo y sugería “...no puedo menos que pensar con
frecuencia en las enormes ganancias que nos proporcionaría el
atraer(...)todos los años, a una gran masa de argentinos(...).
Domingo Arena: Realidades y Utopías
93
El período del Dr. Williman, 1907 a 1911 fue muy próspero, incluso los
resultados fueron superiores al período de Don Pepe. Se había
encaminado la producción hacia la exportación, incluyendo lana, cueros
y carne y ponía en movimiento toda la rueda económica. Se considera
que hubo un crecimiento económico anual del 6%, el aumento del valor
de la tierra oscilo en el 80%, era el momento de auge de la estancia
empresa. La bonanza aumentó los ingresos del Estado, y el superávit se
convirtió en una constante anual. El excedente se utilizó para realizar
grandes obras públicas y facilidad para la venta de los títulos uruguayos
en el extranjero. Ahora los empréstitos financian el desarrollo del país.
En 1909 el gobierno de Williman emitió títulos de Obras Públicas por
seis millones de pesos, a una tasa del 5% de interés y un tipo de cambio
de 92, las condiciones más favorables conseguidas hasta ese momento.
Williman fue un administrador más bien que un político. Williman
duplicó los fondos para la construcción de escuelas. La situación era
compleja con casi un 50% de analfabetismo, pero el gran empuje de
Williman y la continuidad de Batlle en su segunda presidencia casi
eliminaría este problema en el Uruguay. Sin embargo el crecimiento
poblacional era bajo, el noventa por ciento del territorio era pradera
natural y estaba en manos de pocos. Existían unas 1400 estancias grandes
y latifundios que cubrían más de la mitad del país. El trabajo disponible
era solo para un puñado de trabajadores rurales. Para Williman el
desarrollo de la agricultura era fundamental para aumentar la población
en el campo. En diciembre de 1911 se envía un proyecto de ley que dobla
el monto del impuesto a la contribución inmobiliaria a toda propiedad
que no dedicara un porcentaje mínimo del 5% a la agricultura. La
oposición conservadora afirmaba que el darle un trabajo a los habitantes
del pobrerío rural en los pueblos de ratas sería inútil, darles terrenos no
los convertiría en chacareros. Los estancieros, en cambio, estaban
organizados y frente a la posición de cuerpo que tomaron en la
Asociación Rural, Williman no se enfrentó a ellos. De hecho, Williman
era uno de ellos, limitándose a afirmar: “ Cualquiera que sea el resultado
final de la discusión, siempre habrá tenido el Gobierno la satisfacción de
haber señalado el mal(...)”
Bajo la administración del Dr. Williman todos los ejercicios se habían
cerrado con ganancias para el país. Este superávit se debió al mejor
rendimiento de lo proyectado sobre las rentas aduaneras y permitió la
supresión de algunos impuestos a la exportación de carnes conservadas y
carnes líquidas o extractos de carne, principales reglones del mercado
Domingo Arena: Realidades y Utopías
94
externo de nuestro país. Se rebajan además los impuestos que se
cobraban a las empresas navieras de ultramar y se elimina la sobretasa
postal y algunos impuestos a las jubilaciones. Por otra parte el 25 de
Agosto de 1909 atracaron los primeros buques de ultramar en las
dársenas A y B del recién inaugurado Puerto de Montevideo. Además se
produce la capitalización del Banco de la República proceso que lo lleva
a su definitiva estatización. Se establece la Asistencia Pública Nacional
con ley del 7 de diciembre de 1910, también se establece que al frente de
las farmacias debía estar un farmacéutico titulado. Se realiza además el
Censo General de la República que determina que la población total del
Uruguay en 1908 era de 1.042.686 habitantes, en tanto que en
Montevideo habitaban 309.231 personas. Se consolida, entonces el
estado de bienestar, consolidándose lentamente el modelo urbano que el
primer batllismo va a articular sosteniéndose en la importancia de la
ciudad-puerto y de un elenco político estable que va a permitir valorar al
Estado, legitimar la posesión de tierras en la cual el mismo va a preceder
al colono. El crecimiento del estado y su pesado aparato administrativo
se sostenía con la profesionalidad de la dirigencia del Partido de
Gobierno que debido a la curiosa circunstancia promovida por la
Constitución de 1830, se favorecía de no tener que depender
electoralmente a sectores dominantes, alcanzando con la manipulación
del funcionariado público. Este estado de bienestar se va a extender hasta
1929 cuando la gran depresión económica mundial va iniciar un cambio
lento y paulatino hacia un Uruguay más real en el entorno geográfico y
político latinoamericano. De hecho la gran productividad agropecuaria y
la demanda internacional de este tipo de productos va a permitir grandes
ingresos al país, estos serán distribuidos a la sociedad a través del Estado,
los servicios y empresas estatales para proteger a los ciudadanos y darles
la oportunidad de empleo, recibiendo la mano de obra que los adelantos
tecnológicos del campo expulsaba hacia las ciudades.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
95
Capítulo 5
El camino a la Segunda Presidencia de José Batlle y Ordóñez y la
construcción ideológica del Modelo.
La influencia absoluta que Batlle tenía dentro del Partido Colorado, su
equipo de colaboradores diseminados en toda categoría de cargos
estatales y la sistemática y contundente prédica que desde el diario “El
Día” llevaba adelante Domingo Arena, hacían previsible la nueva
candidatura de Don Pepe para un segundo período de gobierno. Batlle
estaba informado de todas las circunstancias políticas del país a través de
las cartas que intercambiaba con Arena y recién en 1909 hace el primer
movimiento táctico confesándole al ex Senador blanco Ricardo Velloso
su perspectiva de regresar al país y reintegrase a la actividad política.
Este hombre llega al país con el convencimiento de que Batlle estaba
seguro de ser reelecto. Los comentarios de Vellosso accionaron una gran
polímica dentro del Partido Nacional y Arena jugaba políticamente con
todas las circunstancias y consulta a Batlle si el había afirmado su
reelección ante velloso a lo cual Batlle le contesta: “...Recuerdo que, una
vez me preguntó Velloso sí creía yo que sería elegido presidente, a lo
cual, hablando con total sinceridad, como él me pedía que lo hiciese,
contesté que, si las cosas seguían marchando como hasta entonces,
pensaba que mi candidatura tendría muchas posibilidades de éxito”(27)
Más adelante en otra carta a Domingo Arena Batlle abundaba más sobre
su postura política y su accionar con los nacionalistas: “...si aspiro
nuevamente a la presidencia de la República, es para poner todas mis
ideas, todas mis fuerzas, al servicio del bien de la República, que es el
bien de todos. Díjele también(a Velloso), que en política yo no tengo
amigos sino en aquellos que sostiene las mismas ideas que yo sostengo,
ni adversarios sino en los que las combaten.(...)”
__________________________
(27) W.Reyes Abadie- A.Vázquez Romero.Crónica General del Uruguay Tomo 6 Pág. 277.
E.B.0. Diciembre 2000.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
96
Resulta claro que Batlle no integraría la participación del Partido
Nacional en su posible futuro gobierno, pero con argucias políticas dejará
a que Williman planteara esa posibilidad a los nacionalistas. La posición
del Ejecutivo era compleja porque existía la siempre posible amenaza de
un levantamiento armado de los blancos si comprendían las intenciones
de Don Pepe de no hacer concesiones al Partido Nacional. Realmente el
sector radical nacionalista tuvo un conato revolucionario en Treinta y
Tres que se controló sin desgracias personales, pero inmediatamente los
radicales de la Junta de Guerra en Buenos Aires, fletan un patacho para el
traslado de armas por el río Uruguay hacia un contingente revolucionario
que invadiría el país. El Directorio del Partido Nacional no se adhirió al
movimiento. Enterado en Europa Batlle de todos estos movimientos se
comunica con Arena y le informa de su urgencia por retornar al Uruguay,
pero al solucionarse el conflicto, el 17 de enero de 1910 le comenta a
Arena sobre el episodio: “...para que la paz del país sea alterada no
basta que lo deseen media docena de hombres de armas llevar, como ahí
los llaman, hombres sin ideas, completamente ignorantes de las
aspiraciones y necesidades nacionales...”.
La administración Williman refuerza el ejército con unidades modernas
al estilo francés de infantería y artillería, pero con el convencimiento de
no tener que utilizarlos en enfrentamientos con revolucionarios.
Paralelamente el órgano oficial de las clases conservadoras. Como de
auto denominaba El Siglo, bajo la pluma de su director, el Dr. Juan
Andrés Ramírez , argumentaba que no existía candidato alguno para
competir con Batlle en la futura elección presidencial. Se embarca en una
acción conciliadora y pacificadora desde su periódico y se reúne
sucesivas veces con los principales voceros de Don Pepe, Manini y
Arena y con el propio Presidente de la República. De estas reuniones la
petición del Dr. Ramírez es que Don Pepe se comprometiera a un plan de
gobierno de varios puntos en los que se incluía: reforma de la
Constitución, quitarle poder al Ejecutivo y aumentar las potestades del
Poder Legislativo, eliminar la separación del la iglesia y del Estado,
representación proporcional, y que se utilizara en los cargos públicos los
mejores hombres sin importar sus antecedentes políticos, y la legislación
laboral atendiendo todos los adelantos realizados en la primera
presidencia, sin contar con la disminución de la jornada laboral. Fur el
propio Williman quién trasladó estas expectativas al equipo de
colaboradores de Batlle: Manini, Viera, Amézaga y Domingo Arena. A
Domingo Arena: Realidades y Utopías
97
su vez se le encomienda a Arena que le trasmitiese a Batlle todo el
documento.
Domingo Arena estaba convencido que solo en el punto referente a la
religión Don Pepe no transaría al igual que en la duración de la jornada
laboral. Pero también estaba convencido que la postura de Ramírez
favorecían y alentaban la paz entre los orientales y le informa, además,
que los artículos de “El Siglo” tenían gran repercusión en la opinión
pública. En forma paralela, los sectores conservadores de la sociedad
montevideana encabezados por los Doctores Eduardo Acevedo, José
Pedro Ramírez y José Irureta Goyena establecen la necesidad de
establecer una liga de la Paz y exhortan a la ciudadanía a adherirse a tal
fin firmando su posición en lugares tan emblemáticos como la
Asociación Rural del Uruguay, Cámara de Comercio, Unión Industrial y
en el propio diario El Siglo. Resulta evidente que la postura de las clases
conservadoras es la de aceptar el mal menor, Batlle era preferible a una
guerra civil.
El camino para la preparación de la campaña presidencial de Batlle se
había abierto y en forma por demás entusiasta se ponen a trabajar en ella
Domingo Arena, Manini Ríos y Viera con la vieja maquinaria de
reuniones sectoriales y barriales, a las cuales concurría el propio Dr.
Williman. En El Día, órgano oficial de la campaña se va a reflejar la
iniciativa de los políticos colorados que integraban la Asamblea General
de establecer las Comisiones Nacionales y departamentales del Partido
Colorado organizándose un gran encuentro de opinión abierto a todos los
partidos y tendencias y clases sociales, concretando un ambiente para
canalizar las iniciativas populares y pedir al Comité Ejecutivo Nacional
del Partido Colorado, que a través de la Convención proclame al Sr. José
Batlle y Ordóñez candidato a la Presidencia de la República.
Entretanto Batlle en Europa debía resolver su fecha de regreso a la patria
con la mejor posición política y la respuesta al planteo del Dr. Ramírez
que en general era aceptado por su querido amigo y confidente Arena.
Decide permanecer fuera del país hasta que se culminen todos los actos
preparatorios de la elección presidencial y no contraer ningún tipo de
compromiso con el Dr. Ramírez. En carta enviada a Arena desde Italia
sostenía su posición final sobre todo el proceso electoral: “...El Día y El
Siglo han dicho y demostrado que yo no debo renunciar a mi
candidatura ante la amenaza de la guerra. Y ¡ bien! ¿Debo ante esa
misma amenaza renunciar a mis ideas? Pero mis ideas, no son mi
candidatura(...)Y piensen Uds, mis queridos amigos, que yo por el placer
Domingo Arena: Realidades y Utopías
98
de pavonearme como presidente, voy a olvidarme de los dolores que
sufría el país en la última lucha, de los que cayeron para siempre en
defensa de una causa que juzgo altamente buena, y a hacer pedazos el
programa de acción, que con tanta sangre quedó consagrado”
El 3 de julio de 1910 la Convención Nacional del Partido Colorado
proclama al Sr. José Batlle y Ordóñez candidato a la Presidencia de la
República para el período 1911-1915 . El representante de la Juventud
del Partido, Baltasar Brum sostuvo en esa ocasión: “Batlle es el
programa vivo del Partido Colorado. Su nombre es al mismo tiempo un
símbolo y una bandera. Adoptemos ese símbolo y despleguemos esa
bandera”.
El 4 de julio se aprueba la ley que modifica el número de diputados por
departamentos para mejorar las posibilidades de la minoría y se establece
el doble voto simultáneo. Los nacionalistas no estaban de acuerdo en la
candidatura del Sr. Batlle y luego de muchas idas y vueltas en sus
posiciones sobre si presentarse o no a los comicios resulta elocuente la
posición del representante por Colonia, Eduardo Moreno que responde a
la solicitud de su opinión sobre la candidatura propuesta de la siguiente
manera: “...Yo soy también de los que entienden que el Partido Nacional
no puede decorosamente acompañar a ese ciudadano con su adhesión
moral o material, pues aparte del peligro que entrañan sus ideas
socialistas y las revolucionarias de que hace gala, no podemos olvidar la
conducta rencorosa y vengativa que observó con nosotros a raíz de su
éxito casual: nos despojó, nos humilló”.
El programa de gobierno del Sr. Batlle refutaba algunos puntos clave
propuestos sobre el proyecto Ramírez: “Reputo errónea la teoría de la
política de coparticipación, según la cual los ministerios deben
constituirse, en parte, con hombres de opiniones y tendencias contrarias
a las del Poder Ejecutivo(...)La tendencia del esfuerzo debe ser única y
no debilitada por otras tendencias opuestas o divergentes. El Poder
Ejecutivo perdería la cualidad que debe ser su característica o sea la
rapidez y la eficacia en la ejecución, para convertirse en un cuerpo
principalmente deliberante, con lo que se falsearía el espíritu de nuestro
código fundamental que ha cometido las deliberaciones principalmente,
al Poder Legislativo.(...)El remedio es fortificar al Poder Legislativo,
abriéndole a todas las ideas que tengan algún prestigio en el país por
medio de la representación proporcional, para lo cual sería necesario
Domingo Arena: Realidades y Utopías
99
aumentar considerablemente el número de sus miembros y perfeccionar
el funcionamiento de los poderes públicos, determinando mejor sus
relaciones y acentuando el control que el Poder Legislativo debe ejercer
respecto del Ejecutivo, obra esta última que correspondería a la
asamblea que reforme la Constitución” Domingo Arena le escribe a
Don Pepe su opinión sobre el desarrollo político del plan de gobierno
expuesto en el Plan de Gobierno: “ Impecable la parte política, en la que
Ud. ha tenido la enorme habilidad de no aflojar un milímetro en sus
teorías de gobierno y abrir a la vez horizontes nuevos de esperanzas
para tirios y troyanos”
Desde el anuncio de la candidatura de Batlle, “ La Democracia”, órgano
del nacionalismo había manifestado “ es la guerra civil”, pero no de un
modo aislado, sino de manera progresiva y sistemática: “El Partido
Nacional en masa está en su contra y numerosos grupos nacionalistas
cuya cantidad e importancia no es dable precisar pero que se adivinan
por los jefes que los comanda, están con las armas en las manos, en
actitud de apurar hasta el último sacrificio, con tal de ver eliminada la
candidatura Batlle”(29). Realmente el sector nacionalista radical
propuso la guerra civil para impedir el triunfo de Batlle, para impedir esta
circunstancia el Comité de Iniciativas hace pública una declaración en la
que establece que “...la candidatura del señor Batlle y Ordóñez(...) jamás
será retirada ni bajo la presión irregular de movimientos armados,
delictuosamente promovidos para intimidarla o combatirla, ni ante la
calculada explotación de sentimentalismos(...)porque un precedente tan
anómalo solo podría significar para la República la sustitución del
régimen de la Constitución y de las leyes por el régimen caudillesco y
disolvente de la montonera, en la formación del gobierno representativo
nacional”(30). En tanto el 18 de Julio de 1910 la juventud universitaria
sostenía: “Esperamos con ansiedad el regreso de Batlle y Ordóñez”
_____________
_29) La Democracia. 8 de Diciembre de 1910.
30) Batlle y el batllismo E. González Conzi-R.Giudici. 2da.edición 1959.Pág.154.Ed.Medina
Domingo Arena: Realidades y Utopías
100
Documentos y notas al capítulo 5.
“ Nueve o diez meses antes de su vuelta al país, el señor Batlle y Ordóñez recibió, hallándose en
Barcelona, una carta del Dr. Arena a la que a pedido del Dr. Williman, se adjuntaba un pliego en
que estaban contenidas las condiciones de que dependería la propaganda de El Siglo respecto a su
candidatura. Este pliego había sido entregado por el mismo director de El Siglo, a fin de que fuese
puesto en conocimiento del señor Batlle.
Este no se consideraba obligado a formular su programa de gobierno sino ante la Comisión
Nacional del Partido colorado; consideró además, poco regular que un diario cuya adhesión él no
solicitaba le exigiese una exposición de ideas que solo creía deber dar a su partido y a su país, y
resolvió no dar respuesta alguna al pliego en cuestión.
Pero el pliego había llegado a sus manos por envío del Dr. Williman, y el señor Batlle y Ordóñez
escribió a este, manifestándole su resolución de no contestar al director del El Siglo y las razones
que tenía para ello.
¿Llegó a saber confidencialmente el director de El Siglo esta resolución? Lo ignoramos, pero nos
consta que no tuvo entonces tanto empeño en obtener respuesta como el que ha tenido después”
(El Día, enero 17 de 1912)
“ A la Convención Colorada.
Reputo errónea la teoría de la política de coparticipación, según la cual los ministerios deben
constituirse en parte, con hombres de opiniones y tendencias contrarias a las del Poder Ejecutivo,
pues no es posible que haya tarea de aliento, ni fecunda, allí donde obedezcan a planos distintos y
contradictorios los obreros encargados de realizarla. La tendencia del esfuerzo debe ser única y no
debilitada por otras tendencias opuestas o divergentes. El Poder Ejecutivo perdería la cualidad
que debe ser su característica o sea la rapidez y la eficacia en la ejecución, para convertirse en un
cuerpo principalmente deliberante, con lo que se falsearía el espíritu de nuestro código
fundamental que ha cometido las deliberaciones, principalmente, al Poder Legislativo. Hay, sin
embargo, fuera de la dirección superior, numerosas esferas de trabajo extrañas a las
desinteligencias y oposiciones de la vida política en que el concurso de todos puede ser requerido
y otorgado con ventajas considerables, pues siendo nuestra forma de gobierno republicano por
todos aceptada, todos pueden sin desdoro aportar su concurso a la obra de un gobierno
legítimamente constituido en aquella parte que aprueben y quieran ver realizada.
La teoría de la política de coparticipación es un engendro de los gobiernos arbitrarios y despóticos
que han afligido al país en los últimos tiempos y que faltos de autoridad moral, combatidos y
perseguidos por la censura, necesitados de tolerancia y disimulo para sus faltas y crímenes,
ofrecían algunos puestos superiores a ciudadanos bien intencionados, oque gozaban de algún
prestigio en la opinión, como una garantía en sus propósitos de enmienda o de que, al menos, se
aminorarían los males públicos.
No creo necesario recordar que la peor de nuestras tiranías ha sido el mejor gobierno de
coparticipación. En el afán con que cierto número de ciudadanos y de órganos de publicidad
solicitan, aun ahora, cuando el país goza de todas sus libertades, la adopción de esa política, no
veo, sin embargo, una simple obcecación en el error sino el reclamo insistente de una medicina
equivocada para una enfermedad real, que puede ser curada por una reforma de nuestras leyes
fundamentales.
El mal está en la influencia excesiva que en el lapso de tiempo de todo gobernante, y sin
ultrapasar la ley, ejerce el Poder Ejecutivo. Tal influencia no tiene limites definidos y se impone
sin violencia ni arbitrariedades, sin intervención de un propósito preciso en el gobernante, a todo
movimiento del estado. La propaganda desfallece ante la estrecha comunión de miras del Poder
Ejecutivo y Legislativo; la influencia de las minorías, aún en su tarea crítica, queda reducida a
proporciones exiguas, y depende de aquél poder casi exclusivamente y de la bondad o perversión
Domingo Arena: Realidades y Utopías
101
de sus intenciones la marcha recta o torcida de los acontecimientos. Parece, en tal situación, que
todo deba esperarse de él, y a él recurren, a su favor, renunciando a los medios de acción
democrática, los ciudadanos y los partidos.
El remedio no consiste en llevar a los ministerios uno o más prohombres de las minorías, que
harían imposible el gobierno con sus oposiciones, o que, ajustando su conducta, precisamente, a
la del poder, cuya influencia se querría debilitar, contribuiría al contrario, a robustecer esa
influencia, con menguas de sus prestigios personales y quebrantamiento de sus partidos. El
remedio consistiría en fortificar el Poder Legislativo, abriéndolo a todas las ideas que tengan
algún prestigio en el país, por medio de la representación proporcional, para lo cual sería
necesario aumentar considerablemente el número de sus miembros y perfeccionar el
funcionamiento de los poderes públicos, determinando mejor sus relaciones y acentuando el
control que el Poder Legislativo debe ejercer respecto del Ejecutivo, obra esta última que
corresponde a la asamblea que reforme a la Constitución. Un jefe de grupo parlamentario tendría
entonces, aunque estuviese en minoría, una importancia mucho mayor, sostenido por su partido y
dependiendo solo de él, que la que podría darle el ser elevado a un ministerio por resolución de
un gobernante designado por el partido contrario, ante cuya voluntad debería doblegarse para
permanecer en su puesto. Los debates parlamentarios tendrían entonces una gran resonancia;
todos los problemas serían dilucidados con mayor amplitud por la intervención de un mayor
número de opiniones ilustradas; se haría sentir mejor la acción de los partidos por intermedio de
sus más genuinos representantes en el Cuerpo Legislativo,(...)
Al lado de las reivindicaciones de los partidos, tendré que considerar, también, las de las clases
obreras, no menos justas y respetables. Reclaman ellas el derecho a la vida, a la salud, a la
libertad, con frecuencia lesionados y destruidos por el régimen de producción, y que tiene que
constituir los derechos elementales de una sociedad civilizada. No piden sino un poco más de
reposo en sus arduas tareas y alguna participación más en el goce de la riqueza que elaboran, ni
emplean otra arma de combate que la de abstenerse de trabajar a costa de su propia miseria,
cuando han perdido toda esperanza de mejora, no siendo las grandes perturbaciones que a veces
esa abstención origina sino la prueba palpable de la importancia de sus tareas. Reproduzco aquí
los conceptos del mensaje con que acompañé, ejerciendo la presidencia de la República, el
proyecto de ley sobre días y horas de trabajo. Insistiré en que se sancione ese proyecto y
propondré otro sobre la higiene de los talleres, protección a los niños, asistencia a los inválidos,
retiro de los ancianos. No creo que el bien del obrero y el interés de las industrias y del capital
sean antagónicos.
Creo, al contrario, en una armonía superior. Y estoy seguro de que, propendiendo, por un lado, a
mejorar las condiciones de la existencia de aquél, y, por otro, al desarrollo de éstos, trabajaré por
el bien de todos."
Domingo Arena: Realidades y Utopías
102
Capítulo 6
La Actuación del Dr. Arena en la segunda presidencia de Batlle.
El 12 de febrero de 1911 Batlle y su familia retornaba al país a bordo del
buque italiano “Re Vittorio” y ya en horas de la tarde visitaba al
Presidente Williman. El 19 de febrero se realiza una gran reunión en
homenaje a Batlle, todas las noches se organizaban espontáneas
manifestaciones frente a su casa y así sucesivamente hasta el 1 de marzo
de 1911 cuando era electo presidente. Se cumple así el requisito legal de
la formula Constitucional, el cual estaba superado ampliamente por la
voluntad popular. La Constitución de 1830 había generado muchas
divisiones en la sociedad uruguaya del Siglo XIX y con sus exclusiones y
con sus privilegios al Poder Ejecutivo había alentado diversas formas de
interpretar la política y el poder. La última conmoción caudillesca, que
hemos relatado someramente en el capítulo anterior surgida de la mano
del caudillo Basilio Muñoz hizo reaparecer en la ciudad el sentimiento
rural que se creía muerto y enterrado, situación que favoreció el
surgimiento de otras corrientes de ideas sociales importantes, cerrando
filas todos los elementos anticlericales que se van a nuclear en el Centro
Carlos Marx, donde en vísperas de las elecciones de 1910 se establece la
constitución del Partido Socialista, estableciéndose un manifiesto en el
cual se establece su característica de Partidos de Clases y con “la misión
histórica que al proletariado de todos los países corresponde llevar a
cabo”. El deseo de tener representación parlamentaria y de frenar a los
católicos, llevó al Partido a asociarse con el Centro Liberal. En forma
casi natural publican los socialistas en El Día un manifiesto que explica
su actuación dentro de esta coalición sosteniendo que ante la abstención
de presentarse a los comicios por parte de los nacionalistas creyeron
oportuno establecer la lucha electoral, formulando el programa mínimo a
cumplir en las Cámaras: jornada legal de trabajo de ocho horas,
reglamentar el trabajo de niños y mujeres, separación de la Iglesia del
Estado, impuestos progresivos sobre la tenencia de la tierra entre otros
Domingo Arena: Realidades y Utopías
103
principios. Con estos principios encontraron las simpatías del Partido
Colorado, y el 18 de diciembre de 1910 alcanzaron la banca dos
diputados con cerca de 900 votos. Emilio Frugoni va a descartar un
apoyo colorado para el surgimiento de la posibilidad electoral del Partido
Socialista. En este período el socialismo tomó como base estratégica los
principios de la Segunda Internacional. Enseguida Batlle y su equipo
comienzan la etapa de reformas que se dirigen al fondo mismo de sus
planteamientos y realizaciones del primer período. La fundamental e
inicial es la estatización. En Abril de 1911, presenta el proyecto de
monopolio de Seguros. En Noviembre de 1911 el monopolio de la
electricidad. En Mayo de 1912, la nacionalización del Banco
Hipotecario, en Junio la creación de la Universidad de Mujeres y el
proyecto de Ley sobre las ocho horas de trabajo y descanso obligatorio
cada cinco días de trabajo. Con referencia a este último punto es
importante repasar la posición y la defensa del Proyecto por parte del Dr.
Arena en el Senado el 22 de octubre de 1915:
“ Señor Arena. – Pido la palabra. – Aunque no se han producido las
impugnaciones que eran de temerse, y aunque ha sido defendida con una
brillantez que difícilmente podré alcanza yo, tanto por el miembro
informante como por el doctor Varela Acevedo, me creo en el deber de
hablar, porque, dada mi idiosincrasia, no podría votar en silencio jamás,
desde que e suna de las que más pueden apasionarme.
No voy a entrar, señor presidente, a discutir las cuestiones de principios,
las realmente fundamentales que abarca el asunto. Esas cuestiones ya
han sido tratadas en sala, y, como me decía muy bien el doctor Varela
Acevedo, ya han sido agotadas en todos los libros. Me voy a limitar,
pues, a rozar los detalles resonantes, seguro que esta vez, como otras
muchas, los detalles constituyen toda la materia.
Tirios y troyanos parece que estamos de acuerdo en la limitación de la
jornada. En lo único que no estamos de acuerdo es en la jornada
uniforme. ¿Por qué? Porque, según nuestros adversarios, es evidente
que no todos los trabajos son iguales, y que, por consiguiente, no es justo
aplicar a esfuerzos distintos horarios idénticos.
Nosotros, como es natural, somos demasiados sensatos para desconocer
la evidencia. Es evidente que no todas las tareas son iguales; pero es
evidente también que carecemos de los medios para poder medir el
esfuerzo humano. ¿Dónde está el método, dónde está el manómetro que
nos permita medir los distintos matices del esfuerzo? ¿Trabaja más el
Domingo Arena: Realidades y Utopías
104
albañil, trabaja más el herrero, trabaja más el carpintero? Imposible
determinarlo de una manera científica, de una manera justa. Es
indispensable, pues, si se quiere hacer algo, entrar al campo de lo
arbitrario; y entonces, de todas las arbitrariedades optaremos por la
más lógica, por aquella que divide las veinticuatro horas del día en tres
porciones distintas: una para el trabajo, otra para el descanso, otra para
la comida y demás esparcimientos de la vida.
Pero hay más señor presidente. Yo no estoy seguro de que los trabajos
aparentemente más livianos sean siempre los trabajos menos dañinos.
Más bien dicho, estoy seguro, de que en algunos trabajos violentos hay
una especie de compensación que los hace más compatibles con la salud
humana. Para los herreros. Por ejemplo, está esa gran gimnasia que
ensancha y tuesta los músculos como en una escuela de atletas; para el
albañil el aire libre, el sol(...) En cambio, en los escritorios, detrás de los
mostradores, no hay más que tedio, siempre tedio, o esa irritación
interior que no puede expandirse y que ha de labrar profundamente todo
el sistema nervioso de los hombres.
Yo me imagino la tortura que debe ser para mucha gente tener que estar
diez o doce horas atendiendo permanentemente la solicitud de los que
acuden, siempre con buena cara, siempre con la misma sonrisa, sin tener
el derecho a un momento de malhumor, sin tener el derecho de un
momento de descanso.(...)
Hay una cosa señor, fácil de medir en el trabajo de la gente, una cosa
que nunca he visto considerar y que sin embargo, para mí es evidente.
Esa cosa es psíquica, pero muy apreciable: es la subordinación, la
dependencia de los que trabajan. Todo hombre que trabaja para otro,
durante todo el tiempo que trabaja está sometido a otro. Ha enajenado
su voluntad a otro; deja de ser un hombre libre. Podrá esa
subordinación ser más o menos fructífera, valer más o valer menos; pero
siempre es la misma. El que trabaja, pues, está siempre sometido, sea
cual fuere la naturaleza del trabajo.
Pues bien; podemos, por consiguiente, encarar lógicamente la cuestión
desde ese punto de vista, y decir: Señor, un hombre, a los efectos del
trabajo, sea cual fuere la naturaleza del trabajo, no debe estar sometido
a otro hombre sino ocho horas; no puede ser esclavo de otro hombre –es
claro que la palabra es un poco dura, pero a veces es dado emplearlasino
ocho horas. Durante las dieciséis restantes es un libre de verdad.
Hay otra cosa no tan clara, pero igualmente susceptible de ser medida:
es lo que obtiene el hombre con su trabajo. Yo creo, señor, que salvo
Domingo Arena: Realidades y Utopías
105
raras excepciones, el hombre con su trabajo, sea cual fuere la naturaleza
de ese trabajo, no hace nada más que obtener lo necesario para vivir.
Tanto el obrero, como el dependiente, como el empleado, lo único que
haced con su labor es ganarse la vida(...)
Quiero suponer por un minuto, señor presidente, que fuéramos a votar
una ley tal cual lo pretende el doctor Gallinal, o sea una ley con horario
variable. Pues bien, señor: esta ley, mañana mismo, - no diré dentro de
un año o de dos años-, mañana mismo, sería una ley atrasada; los
hechos se habrían anticipado a la ley. Muchos gremios a los cuales
haríamos trabajar nueve horas, en cuanto mejorara el país, por medio de
una pequeña rebeldía conseguirían no trabajar más que ocho.
Ahora bien: para hacer una ley tasada, - tal vez tuviera razón el doctor
Gallinal,- sería mejor no hacer la ley; porque yo no estoy de acuerdo
con que el legislador no deba hacer, sino dar forma a las costumbres.(...)
Y si el legislador no realiza eso, entonces habría fracasado, no tendría
razón de ser. Si las costumbres bastaran para dar la norma, para hacer
la ley, el legislador estaría de más, y tendrían razón los que sostiene que
el mundo marcharía mejor sin leyes; tendría razón esos señores
anarquistas, tan suaves cuando predican, pero tan intolerables cuando
ejecutan.
El doctor Gallinal se mostraba muy inquieto, - y creo que en esa
inquietud lo acompañaba el doctor Rodríguez,- al manifestar que
seguramente la disminución del horario obrero, iba a traer como
consecuencia el abatimiento de los jornales. Bien, señor; yo en esta
materia, soy a la vez pesimista y optimista. Soy pesimista, por cuanto
entiendo que los industriales, por la fuerza de las cosas, por el medio en
que se desarrollan sus actividades, aún siendo los mejores hombres del
mundo, pagan siempre lo menos que pueden a los obreros.
Con esto no quiero atribuir mala entraña a los directores de la industria.
Creo que entre los industriales hay hombres tan buenos como nosotros.
Pero es inútil. Colocado sobre el potro, no miran sino su objetivo: no
quieren sino llegar; y entonces, su única preocupación es obtener las
máquinas más rápidas, los hombres más baratos(...)
Pero, a pesar de mi pesimismo, no creo que los industriales disminuyan
los jornales mayormente, por culpa de nuestra ley No pueden hacerlo
porque la acción industrial tiene su reacción en la propia resistencia
obrera. El obrero puede ceder mucho, pero llega el momento en que no
puede ceder más. Ese momento es el límite de sus necesidades, cuando el
jornal no le da para mantenerse.(...)
Domingo Arena: Realidades y Utopías
106
El proyecto completo temo que no pase por muchos votos. A tal punto,
que considero que le ha prestado a la causa obrera un servicio evidente
el doctor Varela Acevedo, lanzándose a sostener el proyecto en un
momento de verdadera crisis.
Ante de terminar, señores, quiero declarar bien categóricamente, bien
solemnemente, que yo soy muy obrerista. Será tal vez porque corre por
mis venas sangre obrera, y porque siento gemir en el fondo de mi ser
muchas generaciones de antepasados obreros, verdaderos mártires, de
tan buena cepa como los mártires de la religión del doctor Gallinal.
Señor Gallinal.- No lo dudo señor senador.
Señor Arena.- las reformas obreristas me encontrarán, pues siempre en
primera fila, donde quiera que esté, en el periodismo, en el Parlamento.
Y anticipo desde ahora que no se hasta cuando las reivindicaciones
obreras me parecerán excesivas: ¡ creo que nuestra deuda con los que
todo lo hacen, con los que todo lo producen es inmensa!
Señor Gallinal.- Apoyado.
Señor Rodríguez.- ¡Muy bien!
Señor Arena.- Creo que aún el día en que sus reclamaciones sean
abusivas, me será difícil estigmatizarlas, porque esos abusos no serán
sino una pobre reacción contra los infinitos abusos que viene sufriendo
desde que le mundo es mundo.
Voy a votar, pues esta ley con una gran convicción y con una profunda
esperanza: con la esperanza y la convicción de que no pasarán muchos
años sin que sea una ley atrasada, sin que las ocho horas se reserven
sólo para los oficios fáciles, y que para los oficios duros los horarios
sean menores...
Señor Paullier.- Apoyado.
Señor Arena.-...si no es que los oficios demasiado duros se suprimen por
la dignidad del hombre y de la especie! Y con todo eso señor, a lo único
que aspiro es que, en esta materia volvamos un poco a la naturaleza y
nos ganemos la vida con el menor esfuerzo posible, como se la gana el
animal, como se la gana el salvaje!
He dicho.
Esta postura del Dr. Arena en el Senado es totalmente congruente con la
que venía sosteniendo, trabajosamente desde su columna en El Día,
dirigida a generar en la opinión pública ambiente favorable para la
discutida y resistida ley de ocho horas por los sectores conservadores de
la industria y el comercio montevideano. Cuando en un articulo titulado
Domingo Arena: Realidades y Utopías
107
A favor de jornada de 8 horas que se publicó en el diario El Día el 7 de
mayo de 1912, entre otras cosas argumentaba Arena:
“...Lo reconocemos. Siempre ha sido el ideal de los explotadores de una
industria o del comercio, apoderarse del máximo de las energías de sus
asalariados. En este sentido, salvo los casos en que los propios obreros
han impuesto un horario, el patrón dispone a su antojo del trabajo de
cuantos le sirven. Es el caso de los empleados de comercio, los gemios
desorganizados, los trabajadores del campo, quienes sufren el rigor de
horarios arbitrarios y desmedidos.
¿perjudicial para las actividades productivas? Lo es a primera vista, ya
que se llegó a confundir al obrero con la máquina y a no reconocer a
aquél el derecho de cansarse. Sin embargo, fuera de los ejemplos de
otros países favorables a nuestra tesis, no se ha probado todavía que en
el Uruguay los obreros producen menos ahora, con ocho horas de
trabajo que antes con diez. Se podría probar lo contrario.(...)
Agreguemos, con el intento de salvar esta objeción inhumana, que si
trabajando ocho horas el cansancio no es igual para todos los oficios,
este hecho influirá a favor de los trabajadores y de los propios patrones.
Si los obreros que dan todas sus fuerzas ganan un buen salario, los que
gasten menos no lo ganarán tan bueno. Y sucederá entonces que, como
la tendencia general es a gozar de salarios altos, todos querrán producir
mucho.(...)
Los enemigos de las ocho horas no toma nunca en cuenta la razón
principal que sirve de fundamento a la uniformidad de esa jornada.
Partiendo del punto de vista, absurdo para algunos, de que todos,
patrones y asalariados, tiene derecho a emplear en su provecho las
energías que le sobren después de trabajar, a fin de desenvolver las
aptitudes nobles y superiores del espíritu, se pretende con la ley sobre
las ocho horas impedir que, por hambre o por miedo, el obrero continúe
malogrando lo mejor de la vida.
El País necesita productores, pero productores que sean ciudadanos.
Bastante es que la constitución menoscabe los derechos innatos del que
trabaje por el jornal. Y todos los que quieran que el país tenga
ciudadanos capaces de aquilata sus necesidades, defender sus derechos
y realizar sus esperanzas, deben dar toda su simpatía a la jornada
uniforme de ocho horas, la cual permitirá que la mayoría de los
ciudadanos sean hombres instruidos, fuertes y libres”
Domingo Arena: Realidades y Utopías
108
Resulta claro que el rasgo típico de la sociedad burguesa del Uruguay de
principios del Siglo XX fue la presencia de una clase trabajadora pujante
cuyos orígenes se remontaban al industrialismo y las corrientes
inmigratorias de la década del 70 del siglo XIX. El Poder ejecutivo
presentó el 26 de junio de 1911, el proyecto de legislación laboral, siendo
por segunda vez que Batlle tocaba el tema de la extensión del horario
laboral. Las modificaciones del primer proyecto están dadas por las
jornadas diferenciales, limitación de las jornadas de trabajo a menores de
18 años, el descanso de la mujer luego del parto, un día de descanso para
cada trabajador por semana. En Resumen toda la actividad del batllismo
en esta materia ilusionó a los socialistas que en un artículo en La voz del
obrero sostenía:” El Presidente ha vivido toda su vida en contacto con el
pueblo. Sabe sus miserias y sus necesidades, tiene conocimientos de las
reformas llevadas a cabo por los gobiernos europeos en beneficio de la
clase trabajadora. No ignora que para nada valen las glorias de la patria,
las satisfacciones del honor nacional, la esperanza del porvenir y otras
cosas por el estilo, si ellas no se expresan en mejoras públicas. En el
aumento de la productividad y del consumo material del pueblo. En la
suba de los salarios reales, en el aumento de los niños que van a las
escuelas, de los estudiantes que frecuentan bibliotecas(...)” El apoyo que
era crítico al batllismo, por parte de los socialistas se sustentaba en la
necesidad de modernizar al país, frente a los sectores conservadores
como la iglesia, los nacionalistas y los doctores. La prédica obrerista de
Arena y a través suyo del Partido Colorado y del Gobierno encerró a los
anarquistas y socialistas hacia una radicalización más hacia la izquierda
que el propio batllismo.
Poco después se obtiene una distribución más lógica de las competencias
de las Secretarías de Estado, estas fueron aumentadas de seis a siete, y
Batlle impulsó a la acción a sus colaboradores, no pasando una semana
sin que uno de ellos no elevara un proyecto de ley que abarcara las ideas
de construcción de un país modelo superando los obstáculos que
emanaban de la Constitución de 1830. El estado debía estar por encima
de los problemas de los sectores sociales y articular las relaciones entre
los diferentes sectores, además debía intervenir para generar riqueza y
distribuirla creando fuentes de trabajo, donde el fin del estado no sería el
lucro pero si la buena administración. El estado debía sustituir las
empresas extranjeras con empresas públicas nacionales para que las
ganancias quedaran dentro de fronteras.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
109
Para Batlle el estado se debía convertir en el arbitro y en el componedor
de todos los problemas, en el representante de toda la sociedad, y por ello
debía intervenir concretamente en la tranquilidad pública y en la justicia
social. Ahora estos conceptos aplicados llevan consigo la idea de
democracia política. Por lo tanto el voto obrero, sumado al voto de todos
los hombres de todas las clases sociales permitirían el camino a la
justicia. En este ámbito desprendemos sus iniciativas de clara influencia
anarquista de que el plebiscito, herramienta de democracia directa,
permitiría al pueblo pasar por encima de los excesivos poderes
establecidos en la Constitución de 1830. Lógicamente para lograr estos
objetivos debía lograrse con dos reformas trascendentes en ámbito
político, la reforma constitucional y la reforma del Partido. En el Estado
se pensaba que la sustitución de la Presidencia de la república por un
Ejecutivo Colegiado sería trascendente para eliminar los riesgos de
personalismos amparados constitucionalmente. La idea era la división del
poder casi absoluto que le otorgaba al Poder Ejecutivo la Constitución de
1830 por la decisión de nueve hombres que serían más representativos de
la voluntad popular. Este sistema colegialista debía sostenerse, además,
con la separación de la Iglesia y del Estado, que daría libertad de
conciencia a la sociedad y en una fuerte apuesta a la educación a los
sectores más populares para que con su instrucción tuviera participación
directa en las decisiones generales.
Era imprescindible, además, la participación permanente en la vida
política, por lo tanto habría que abrir las pesadas puertas de los partidos
políticos que los representarían políticamente. El Partido se convertiría
en el intermediario entre el pueblo organizado políticamente y sus
candidatos. Los gobernantes serían ejecutores de la voluntad popular,
para esto se organiza en orden participativo los clubes seccionales, los
comités departamentales, el comité ejecutivo nacional y finalmente la
Convención del Partido. El país no soportaba más la Constitución de
1830, la que se había mantenido inalterada desde su promulgación, la
propia profundidad de los cambios propuestos por el batllismo hacían
notar la obsolescencia de la misma, además había un creciente interés por
el sufragio y por las elecciones lo que evidenciaba que los conceptos por
la democracia y el Estado mismo se habían transformado. Por ejemplo
era necesario que se estableciese en la Constitución el derecho de reunión
y de asociación. Los nuevos entes del Estado interventor de comienzos
del Siglo XX, organismos administrativos y de desarrollo en campos tan
Domingo Arena: Realidades y Utopías
110
variados como la industria, el comercio y la cultura, tampoco estaban
previstos y por lo tanta tampoco regulados por la Constitución.
El Poder Ejecutivo tenía un poder muy grande y con el desarrollo del
estado, la distancia con el poder político era muy grande, no olvidemos
que el Parlamento no tenía la representación de todas las opiniones y
tampoco se había previsto la representación proporcional.
En 1912 la Asamblea General aprueba un mecanismo para agilitar la
reforma de la Constitución: declarada su conveniencia por los dos tercios
de ambas Cámaras, el Poder Ejecutivo convocaría una Convención
Constituyente de doble número de miembros que la Asamblea General.
Aprobadas estas reformas, serían sometidas a la consideración del
Cuerpo Electoral a través de plebiscito.
En el diario de Batlle comienzas a aparecer artículos sobre la reforma
constitucional a partir del 4 de marzo de 1913 en las que proponía la
sustitución de la Presidencia de la República por una Junta de Gobierno
integrada por nueve miembros, claramente un Poder Ejecutivo
Colegiado. Los integrantes ocuparían su cargo por un período de nueve
años, pero debiendo ser elegidos uno de ellos cada año por voto directo
del cuerpo electoral. Este cuerpo elegiría, a su vez, su presidente y sus
funciones serían representativas y el mando de las Fuerzas Armadas,
duraría dos años y podría ser reelecto.
“Viajaba por Europa cuando mi nombre sonaba ya como candidato a la segunda
Presidencia de la República. Realmente no sentía yo un gran halago si la nueva
presidencia iba a ser una de tantas y si el país, después de terminado mi nuevo período,
había de quedar como antes. Mientras mi candidatura se afianzaba, paseaba yo por
Francia y Suiza donde estudiaba de cerca los mil aspectos de una vida política
democrática, y entonces comparaba formas políticas de los Estados Europeos con la
arcaica y vetusta Constitución de mi país. Recordaba yo que nuestra Constitución de
1830, estábamos constantemente expuestos a que la suerte nos deparara un Presidente
de malas intenciones y con la suma de las facultades realmente extraordinarias que le
otorga nuestra Carta fundamental, se llevara todo por delante, arrasara con las
instituciones y sumiera al país en la más negra de las dictaduras”
Estas palabras de Batlle dejan en claro su temor de que un Ejecutivo
unipersonal culminara en un gobierno de fuerza y anulara todo el proceso
reformista. El riesgo de esta iniciativa era dividir al Partido Colorado,
sobretodo a los sectores más conservadores que veían con gran recelo las
reformas de Don Pepe. Los integrantes de los sectores conservadores
necesitaban para sentirse tranquilos la menor cantidad de cambios
posibles. Estos sectores sociales lo integraban los hombres más ricos de
Domingo Arena: Realidades y Utopías
111
la sociedad, de origen banquero, terratenientes o ganaderos. Por supuesto
integraban estos sectores simpatizante de los partidos tradicionales, que
en cierta manera soportaban el reformismo batllista en lo económico y
social, la idea política del Colegiado generó la oposición, separándose de
la jefatura de Batlle los opositores del Colegiado. Es la hora opositora de
Pedro Manini Ríos quién funda en 1916 el Partido Colorado General
Rivera. En tanto el Partido Nacional utilizó la circunstancia para levantar
a los sectores rurales pudientes que arrastraban tras de ellos a las
peonadas siempre recelosas de los montevideanos, los doctores y con
Batlle que los había vencido en el campo de batalla. El Partido Nacional
se convierte en un potente opositor a las ideas batllistas de reforma
constitucional.
La polémica sobre el colegiado se extendió por varios años a través de la
prensa opositora al Colegiado: “La Mañana”, “La Democracia” y “Diario
del Plata”.
La campaña electoral fue dura. Los argumentos se discutían en las
Cámaras, en la prensa y en los debates partidarios. Se convirtió la
polémica en un cuestionamiento a Batlle y a sus reformas. Los batllistas
se movilizaron profundamente en la defensa de la reforma constitucional,
del reformismo como ideología y del desarrollo social y político que
había instaurado José Batlle y Ordóñez. En esta predica se encontraba en
primera línea el Dr. Arena:
“ Muchas gracias por la amable acogida. La agradezco en nombre de la causa. Sólo
ella puede merecer semejantes ovaciones. Es en su nombre que las acepto. Tengo el
propósito de hablar extensamente. – todo lo que puedan soportar Uds., todo lo que
permitan mis órganos vocales- sobre la magna cuestión del Ejecutivo Colegiado. Pero,
debo advertir, que desde el primer momento tendré que hablar de Batlle.
Batlle es el autor de la reforma; Batlle es el responsable de la reforma, Batlle es toda la
reforma!
Por consiguiente, es imposible abordar la materia sin ocuparse preferentemente de él.
Por otra parte, desde que los enemigos irreconciliables de Batlle no hablan de la
reforma sin hablar de Batlle, sus amigos irreductibles, tenemos el mismo derecho, hasta
estamos en el deber de proceder de la misma manera. Por lo demás, la tarea nos será
fácil, porque Batlle nos ofrece con sus infinitas buenas intenciones, una foja de
servicios realmente insobrepujable.
Se ha querido empañar la magna iniciativa de Batlle tendiendo sobre ella la sombra del
Porfirismo. Esa afirmación, señores, es una inmensa patraña. Batlle, por su
constitución moral, es la antítesis del porfirismo. Su inmensa probidad bastaría, por si
sola, para ponernos a salvo de ese peligro. El, para quién todo lo ajeno es sagrado, no
podría atentar contra la soberanía nacional que es lo más sagrado de su país.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
112
No es el porfirismo, sino el bien público la verdadera obsesión de ese tenaz batallador.
Por el bien público sacrifica hombres,, intereses, afecciones y hasta se sacrifica a sí
mismo!(...)
Yo puedo presumir de conocer desde su germen la idea del Ejecutivo Colegiado, tal
cual como se ha desarrollado en el espíritu de Batlle.
Batlle cree sinceramente que en el país ha fracasado el ejecutivo unipersonal- no para
los gobernantes se sobreentiende, sino para los gobernados- Batlle cree firmemente que
esa larga vía por que ha pasado la República es en gran parte la obra presidencial. –
Batlle cree que la sangre que se ha derramado a torrentes, se ha derramado casi
siempre o por culpa de los presidentes o por culpa de la ambición presidencial. –Batlle
vive permanentemente obsesionado por la pesadilla de que el país juega su suerte en
cada elección presidencial- por la desesperante pesadilla de que todos los progresos
conquistados a fuerza de tantos sacrificios puedan perderse en un día, por la elección
de un mal presidente.(...)
Batlle ha visto, en fin, en ese espectáculo permanente de la lucha por la presidencia,
una perturbación constante y profunda de todo el mecanismo político-administrativo y
de toda la vida nacional. Batlle que ha tenido y tiene la preocupación constante del
Partido Colorado, principalmente porque lo considera el gran instrumento con que ha
de labrarse el bienestar nacional, ha temido que ese mal de la presidencia llegara hasta
el propio Partido Colorado y concluyera por dividirlo...ha creído, hasta ha temido que
en estos momentos mismos, la lucha por la presidencia, empezara por dividir al Partido
Colorado y siente sinceramente que si se ha de poder agrupar de nuevo una masa
compacta e irresistible, será encauzándolo detrás de la idea nueva y generosa del
Ejecutivo Colegiado!
Batlle, en resumen, ha creído a su país enfermo del mal de la presidencia y ha querido
emplear los mejores esfuerzos de su presidencia para curarlo del terrible mal.- Al
principio creyó que hubiese bastado con achicar la presidencia, con hacer menos
apetecible, menos deslumbrante, ese eterno elemento perturbador.- Pero, llevado por
esa tendencia natural de su espíritu de buscar remedios radicales para los grandes
males, optó por algo más concluyente y más decisivo: por la supresión lisa y llana de la
presidencia; pues eso, y no otra cosa importa, en definitiva, la creación del Ejecutivo
Colegiado.(...)
Batlle nos da una prueba de su ejemplar despego por la presidencia. Fue a raíz de la
terrible guerra de 1904. cava de triunfar de un manera total. Sus implacables
adversarios estaban entregados a discreción. Con esa inteligencia que los viene
caracterizando desde hace tiempo, habían cometido el error de exigir entre las bases
de al paz, la reforma constitucional.- Batlle debía, pues, ir a la reforma cumplir lo
pactado con los nacionalistas. Hubiera podido mostrarse irreductible invocando la
palabra empeñada. Y bastaba ir a la reforma para hacerla como hubiera querido!
Hubiera podido ir a la prorroga de su mandato, a la reelección, a cualquier parte!- Se
sentía prestigioso, fuerte con un ejército solidarizado con él en una ruda, triunfal
campaña.-Contaba con todo el apoyo del Partido Colorado que se había visto, gracias
a él, salvado, casi resucitado(...)
Eso no es todo. Ahora mismo, como lo saben muchos, como lo pueden atestiguar, entre
otros, el Dr. Otero y el Dr. Feliciano Viera manifestaron categóricamente a sus amigos,
cuando lanzó la idea del Colegiado, que si lo ayudaban a hacer la reforma, le regalaría
Domingo Arena: Realidades y Utopías
113
al País un año de Presidencia, yéndose a descansar antes de tiempo, muy satisfecho
con tal de dejar implantado el nuevo gobierno del que esperaba tantos bienes.
Y yo pregunto señores, como síntesis de esta somera exposición- lamentado que no
estén aquí nuestros adversarios para dirigirme a ellos preferentemente: ¿Dónde está,
vuelvo a preguntar, en este país de delirantes por la presidencia, el ciudadano que,
como Batlle, por simples escrúpulos de conciencia no haya querido llegar por dos o
tres veces a la presidencia o se haya resistido a mantenerse en la presidencia?(...)
Hoy mimo, señores, Batlle está dándonos otra gran prueba de lo poco que para él vale
el poder, cuando no está acompañado de todo el derecho,- nos está dando otra prueba,
repito, de que su impetuoso espíritu es antes que todo legalista y que detiene todas sus
ambiciones, todas sus aspiraciones cuando se encuentra frente al derecho ajeno.
Batlle quiere vivamente la reforma, Batlle se siente tan fuerte y tan prestigioso como
después de los días de la guerra. Batlle ve que todo su partido político y todas las
clases avanzadas del país se agrupan a su alrededor clamando por la reforma. Y sin
embargo, la reforma no marcha! La reforma no marcha porque no quieren que marche
once senadores...No olviden, señores, que los once senadores hacen uso de un derecho
y que Batlle da el ejemplo de que ese derecho debe respetarse!
Como decía, el torrente reformista es detenido por once senadores.- Y el tirano, el
Porfirio, se detiene, se comprime casi, se inclina, sólo porque esos once senadores le
hablan en nombre de la ley!(...)Recién ahora, contando con la benevolencia de Uds, voy
a decir algunas cosas sobre el fondo de la cuestión que quiero tratar, o sea sobre el
Poder Ejecutivo Colegiado. No puedo tener la pretensión de decir todo lo que habría y
se podría decir sobre esta grave materia en una sola conferencia. Empiezo por hacer
notar que el régimen presidencial vigente no tiene justificación lógica, que hasta se le
puede calificar de impuesto por la necesidad y la urgencia. La democracia ha
trabajado demasiado apresuradamente y le ha faltado campo para hacer experiencias.
Rodeada de reyes, abrumada por los reyes, su tarea fundamental fue suprimir los reyes.
Pero careciendo de antecedentes ilustrativos, creyó buenamente que para la sociedad
marchase, era necesario sustituir al Rey con algo que le pareciese. Y sin tiempo para
mayor examen, urgida por los sucesos, colocó en el sitio del Rey al Presidente; sin
advertir que en definitiva, no había hecho más que crear un pequeño rey, un Rey no
vitalicio, elegido a término, pero que evidentemente tiene toda la autoridad, toda la
importancia, todos los honores, hasta toda la impunidad que tienen los reyes.
Desde que el Presidente no es más que un pequeño Rey, lo probaría de una manera
experimental(...)El sistema presidencial, no debe ser considerado, pues, para honor de
la democracia, sino como un estado provisorio, un estado de transición. Y el paso que
queremos dar con el Ejecutivo Colegiado, tampoco constituirá, seguramente, el estado
definitivo, y no importará otra cosa que un nuevo esfuerzo en la lenta y natural
evolución hacia el perfeccionamiento gubernamental. Creo firmemente, que el gobierno
verdaderamente democrático será un día el gobierno del mayor número, y que es a eso,
fatalmente, donde nos llevará el progreso. En consecuencia, pasando del Presidente al
Ejecutivo Colegiado, no se hará más que señalar una segunda etapa en la marcha
ascendente hacia la libertad.
Para sentar la seriedad de nuestras ideas conviene que tomemos en cuenta, esa
tendencia universal de hacer colegiados toda los mecanismos directivos. No se hace
nada en el mundo, no se funda nada que tenga alguna significación, que tenga alguna
Domingo Arena: Realidades y Utopías
114
importancia, que no se ponga invariablemente, bajo los auspicios de una Comisión
Ejecutiva. Esa tendencia universal, no se limita ya a las cuestiones privadas, sino que
empieza a invadir el campo de la administración, el campo del Estado.
Ha invadido, ya, totalmente, el campo de la justicia. Hasta hace pocos años, se sostenía
de todas partes, alrededor del Poder Judicial, la misma brega que se está sosteniendo
ahora alrededor de la Presidencia unipersonal. Se decía que no eran posibles los
jueces colegiados; que el colegialismo arruinaba, suprimía la justicia a fuerza de
dividir la responsabilidad, que los jueces unipersonales, exclusivamente responsables,
eran indispensables, insustituibles, para que pudiese haber justicia.
Pues bien: el sentido común ha triunfado en esa materia en el mundo entero. Ya solo
por excepción hay Jueces Unipersonales. La justicia está en todas partes en manos de
Comités Ejecutivos. Y se ha concluido por tener tal fe en esos jueces de conjunto, que
hasta ayer se consideraban absurdos, que hoy se les considera insustituibles para
economizar tiempo y obtener una buena justicia. Gracias al nuevo sistema, los pleitos
que antes duraban años y tenían dos y tres instancias, hoy se resuelven en una sola, y
en meses o días, donde quiera que haya una judicatura bien organizada(...)
Pero hay más: el Colegialismo no sólo ha invadido la administración de justicia
universal, sino que empieza a invadir el mismo poder Ejecutivo de los Estados. El
Gobierno de Francia, no es el fondo sino un Comité Ejecutivo, porque Uds, saben que
el Presidente no gobierna, que quién realmente gobierna es el Gabinete, o sea una
verdadera comisión, el Parlamento. Y yo me digo: si una Comisión, dependiendo de
otra Comisión, puede hacer un buen gobierno en Francia. ¿ por qué una Comisión,
dependiendo directamente del pueblo, no ha de poder hacer buen gobierno en el
Uruguay?(...)Creo, que en un gobierno debidamente organizado el Poder Ejecutivo no
debería ejecutar casi nada. El poder Ejecutivo en un gobierno bien organizado no
debería ser más que el órgano trasmisor de la ley, y el encargado de velar por su
cumplimiento. La asamblea hace la ley, el ejecutivo le da paso o la veta, a lo sumo la
reglamenta- e inmediatamente pasa al respectivo mecanismo encargado de ejercer la
función legislada- bajo la superintendencia superior.
Se dicta por ejemplo, una ley sobre Instrucción Pública Y EL Ejecutivo no tiene nada
que hacer: es la Dirección de Instrucción Pública la que se encargaría de hacerla
ejecutar(...) El Ejecutivo, pues, como Poder Ejecutivo, no debería ser otra cosa que el
obrero atento a la máquina en movimiento, el obrero encargado de vigilar si el
manómetro está bien, si todas las ruedas funcionan, si es necesario dar aceite, etc. Y si
hemos perdido completamente el verdadero concepto de lo que debe ser el Poder
Ejecutivo, es porque nuestro sistema ha enviciado totalmente el verdadero régimen, con
este centralismo abrumador que hace que nada se mueva, que nada se agite sin el
concurso del Presidente, - que impone al Presidente la firma de una orden por cuatro
pesos, la extinción de un incendio y la dirección de la guerra!
El ejecutivo, solo dejaría de ser simple trasmisor y vigilante, cuando inicia, cuando
colegisla, pero entonces entra de lleno en el campo de la deliberación y sería una
verdadera fortuna que sus decisiones pudieran tomarse en un cuerpo colegiado!
En definitiva, la segunda etapa de la evolución constitucional de nuestro
país, culmina con la Constitución de 1917. El objetivo fundamental de
esta reforma fue la corrección de la excesiva autoridad y el ejercicio
Domingo Arena: Realidades y Utopías
115
abusivo del poder ejecutivo. Con ese objetivo Batlle y sus colaboradores
intentaron desarrollar el ejecutivo integral, cosa que no se va a lograr y se
alcanza una formula de transición dividiendo el Poder Ejecutivo en
centros de poder: El Presidente de la República encargado de las
relaciones exteriores, el orden interior y la seguridad externa y un
Consejo Nacional de Administración, competente en materia de
Hacienda, Instrucción, Salud y Obras Públicas e Industrias y Trabajo. El
Consejo Nacional de Administración se compondría de nueve miembros:
seis de la mayoría y tres de la minoría. Siendo ambos cuerpos de
elección directa. La propuesta del batllismo proponía una formula que le
daba integramente el Poder Ejecutivo a una Junta de Gobierno compuesta
de nueve miembros con mandato por nueve años. Cada uno y cada año se
elegiría Presidente de la Junta, tendría el mando del ejército y podría
adoptar medidas prontas de seguridad en caso de conmoción interior o de
ataque exterior.
La postura de Arena en todo el proceso de la reforma constitucional lo
llevó a defenderla en cuanto ámbito pudiera. Es claro que para el viejo
político colorado, amigo e íntimo de Batlle no escapa que la reforma,
además de defender la postura de su líder va a afianzar al Partido
Colorado en el gobierno, en mayo de 1916 en la Convención del Partido
Colorado sostenía:
“...La Reforma, señores, al revés de lo que aseguran los disidentes de nuestro partido,
tendrá otra ventaja: afirmará definitivamente el predominio del Partido Colorado en el
Gobierno. Y lo afirmará por el medio más lato y levantado: robusteciendo la soberanía
nacional, devolviéndole al pueblo el indiscutible derecho de elegir directamente sus
mandatarios.-Porque la elección directa, la elección popular, la de la verdadera
asamblea nacional, que es el pueblo, es la única que puede garantir el triunfo de las
mayorías organizadas, que son las únicas que tiene el derecho de decir la última
palabra en las deliberaciones de la democracia. Y lo garante sobretodo, ese hallazgo
feliz de Batlle, el de la elección anual de los miembros de la Junta de Gobierno;- pues
las elecciones de a uno, impidiendo los repartos, si no los hace imposibles, dificulta
mucho las coaliciones, monstruosidades de las democracias, solo admitidas en los
raros casos de desastre, en una idea superior puede ser la orientación común de las
más diversas aspiraciones...(...) Al llegar aquí, señores, es el caso de hacer esta
pregunta: ¿Las decisiones de esta Constituyente tiene la importancia decisiva que
nosotros le atribuímos? ¿Van a jugar en los destinos del país la decisiva importancia
que creemos? Si, señores: la jugarán, si, como lo espero, para suerte de todos, en las
libérrimas luchas que van a entablarse dentro de poco, el Partido Colorado triunfa en
la República: pues si triunfa, estarán en mayoría los colorados dentro de la
Constituyente, y esos correligionarios, verdaderos mandatarios de su partido tendrán
Domingo Arena: Realidades y Utopías
116
que cumplir el mandato de su partido, formulado por esta Convención que es su órgano
político...”
Las elecciones del 30 de julio de 1916 dieron como resultado que sobre
un total cercano al 1.400.000 de habitantes estaban habilitados para votar
223.000 y en realidad concurrieron a votar un poco más del 10% de los
habitantes y el resultado fue que los representantes elegidos fueron 105
nacionalistas y 22 colorados anticolegialistas, 87 batllistas, 2 socialistas y
2 católicos. Estos datos demuestra claramente que el triunfo correspondió
a las clases más conservadoras de la sociedad que se encarnaban en la
postura anticolegialista.
La reflexión es que la impronta urbana del batllismo jugó en su contra
puesto que las clases sociales del campo, tradicionalistas y caudillistas
volcaron la balanza hacia el anticolegialismo. Al decir del Prof. Nahum,
Batlle debió negociar con los sectores conservadores dentro y fuera del
Partido Colorado para poder llevar adelante sus proyectos liberales y
sociales. Esta negociación dio origen a la Constitución de 1918 ya
analizada.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
117
Capítulo 7
El compromiso de Arena.
Los principios generales del Partido Colorado de fines del Siglo XX se
sostenían con la propia definición que se daba esa colectividad: el Partido
Colorado es “la conjugación del liberalismo clásico y el socialismo
democrático” . Domingo Arena sostenía en una de sus encendidas
disertaciones en el ámbito partidario:
“...El Partido Colorado tiene una magnifica tradición, pero eso no basta. El Partido
que fía demasiado en su tradición puede correr la suerte de esos nobles que fían
demasiado en sus pergaminos. El escenario de la democracia se amplía día a día. Día a
día entran en juego fuerzas nuevas, aspiraciones nuevas. Satisfechas las ansias de
igualdad y libertad empiezan a dar su nota predominante las ansias de mejoramiento.
Las muchedumbres que hasta ayer no aparecían en escena sino para ir al sacrificio de
la guerra, empiezan a hacer irrupción en el campo de la política. ¡de ahí nuevos
horizontes que es necesario escudriñar para no extraviarnos; de ahí nuevas etapas que
es necesario correr y correr de prisa, si no queremos quedarnos rezagados! La política
como la ciencia, debe estar en continuo movimiento si quiere responder a las
necesidades de todos lo0s momentos, y el Partido Colorado, que no quiere dejarse
vencer-¡ que no debe dejarse vencer! Tiene que estar constantemente alerta, en
perpetua vibración(...)Y si se quiere que no crezcan a su costa el Partido Liberal y el
Partido Socialista, debe ser tan liberal como el Partido Liberal y asimilarse todo lo
humano, todo lo practico, todo lo realizable todo lo que no sea utopía del Partido
Socialista.¡ La suprema aspiración del Partido Colorado debería ser hacer
innecesarios en Uruguay el Partido Liberal y el Partido Socialista, a fuerza de
satisfacer por sí solo, todas las necesidades y todas las aspiraciones del porvenir”
Domingo Arena contribuyó intensamente a consolidar un modelo de
partido que se destacara por ser un instrumento de integración social, con
un funcionamiento orgánico policlasista que llevaron en la gran mayoría
del Siglo XX a soluciones de tolerancia y con amplios consensos. Su
proyecto de incluir a los más necesitados, respetando los intereses más
diversos derivó en que el batllismo del Siglo XX se manifestara como
reformista, realizando legítimas alianzas sociales que fueron decayendo
en vigor y profundad sobre los últimos 20 años del Siglo XX.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
118
El pensamiento socialista -- tomando el término en su sentido más
amplio, que va del anarquismo al reformismo social demócrata --de los
comienzos del siglo XX en nuestro país estaba fuertemente imbricado en
una raíz teórica de tipo determinista. Al apelar a este determinismo,
cuyos efectos debían ser estudiados por la ciencia social, se pensaba
superar la mera prédica moral, y se compensaba la sensación de debilidad
que podía invadir a un militante ante la escasez de recursos a su
disposición. Era una manera de buscar aliados en el mundo de "lo que no
se ve", que podía robustecer la fe en la victoria final, por encima de
ocasionales retrocesos. El problema, claro está, estribaba en saber
exactamente hacia dónde iba esa evolución predeterminada, que
potenciaría cualquier esfuerzo, por aparentemente pequeño que fuera. En
cambio, si se leía mal el mapa evolutivo, se podía caer en la figura del
hombre de buena voluntad, sin peso ante las balas y el dinero del
enemigo, un predicador en el desierto. La vinculación entre los ideales y
los hechos fue articulada por Domingo Arena en todos aquellos episodios
en que el poder político debía bajar al terreno de la gente. El Batllismo,
articuló y racionalizó las utopías defines del Siglo XIX.
Darwin y Spencer ofrecían elocuentes pruebas de la existencia de fuerzas
por encima de la voluntad individual, que inexorablemente
transformaban la realidad; y ambos teóricos estaban en la base del mundo
de ideas del socialismo, complementando los planteos de Karl Marx de
manera más moderna, con el aporte de ciencias duras como la biología.
Algunos guardianes de la pureza teórica marxista condenaban esta
hibridización de las ideas del maestro, pero de hecho ellas tenían una
fuerte circulación, en todas las tendencias y corrientes antes aludidas.
Claro está que -- dejando de lado a Darwin, que se concentraba en el
reino animal -- los discípulos burgueses de Spencer preveían un avance
del capitalismo liberal y civilista, contra la resistencia del mundo feudal o
"militar". Pero bien se podía introducir aquí una corrección a
complementación del pensamiento positivista, haciendo extender el
proceso evolutivo un paso más, hacia el socialismo, lo que no era forzar
demasiado las cosas.
El mismo Spencer, en momentos de pesimismo, pensaba que las cosas
podían ir en esa dirección. En su obra principal, Principles of Sociology,
reeditada en 1897, planteaba en uno de sus capítulos finales un probable
retorno del "régimen militar", bajo forma de socialismo, lo que
Domingo Arena: Realidades y Utopías
119
lamentaba profundamente aunque consideraba casi inevitable, al menos
como etapa de muy larga duración. En un carta a un amigo decía que
"estamos en camino al comunismo, y no veo posibilidades de que el
movimiento en esa dirección sea frenado". Es de imaginarse el alborozo
de los "comunistas" ante estas afirmaciones.
El inesperado éxito de la revolución en Rusia, secuela obvia de la guerra,
y preanunciadora de otras en diversas partes del mundo, podía ser
interpretado bajo esta luz. En ese sentido, el verdadero momento del
impacto en lugares como la Argentina es el fin de la guerra, más que el
putsch leninista de 1917. Antes de este inesperado vendaval histórico
bélico las tendencias evolucionistas parecían llevar a la social democracia
y al reformismo, avalados por nada menos que el mismo Friedrich
Engels, y que entre nosotros condensó Juan B. Justo en su Teoría y
Práctica de la Historia, editada en 1909. Pero ya en esos años se daba
una reaccción contra lo que parecía ser el encenegamiento del
reformismo, incapaz de afectar realmente al régimen burgués. Se daba en
este sentido una convergencia, en diversos países europeos, entre una
variante radicalizada del pensamiento nacionalista y ciertas corrientes de
izquierda deseosas de superar el estancamiento teórico y práctico de la
social democracia, buscando una alternativa socialista "nacional",
concepto que aún no estaba viciado por su homónimo alemán. En esta
exploración participaron muchos que luego quedarían en la izquierda,
mientras que otros evolucionarían hacia posiciones más autoritarias,
dando origen al fascismo, que en sus comienzos se consideraba un
movimiento de izquierda, aunque revisionista. Esta mezcla ideológica ha
sido cosa bien común en décadas más recientes en el Tercer Mundo y en
América Latina, pero en general no ha degenerado en fascismo; salvo
que se considere fascismo el nacionalismo de muchos países del Medio
Oriente, anclado en un socialismo árabe de raigambre nasserista.
Visto retrospectivamente, puede decirse que la social democracia no dio
suficiente peso a la necesidad de canalizar los sentimientos "irracionales"
que se podían fácilmente apoderar del ánimo popular, y sobre todo del de
ciertos sectores medios lanzados contra el orden constituído. Estas
potenciales elites estaban muy necesitadas de crear otro orden,
revolucionario o no, en que además fueran ellas quienes ocuparan una
posición de privilegio. Era necesario, aunque difícil, compatibilizar los
lentos avances en el reformismo social con los sentimientos de
Domingo Arena: Realidades y Utopías
120
indignación que las injusticias sociales producían. Y no eran sólo las
masas las que tenían ese estado de ánimo: tanto o más importante era lo
que ocurría en niveles medios de estratificación, entre intelectuales,
estudiantes, y otros grupos medios, que no podían esperar a los seculares
procesos de cambio vislumbrados por los intelectuales reformistas.
Central en la búsqueda de nuevas vías de transformación socialista
fueron las Reflexiones sobre la violencia de Georges Sorel, de 1906, que
tienen además puntos de convergencia con los planteos antirreformistas
del ¿Qué hacer? de Lenin, publicados poco antes, en 1902. Pero Lenin
creyó en la inmediatez de la revolución social, y desarrolló la teoría y la
práctica del partido revolucionario, formado por una elite muy dedicada.
Ese partido podía participar en el sistema de la democracia burguesa,
pero sólo para subvertirla. Sorel iba más allá que Lenin en la condena del
sistema "partidocrático", y no tenía confianza en las posibilidades
revolucionarias de algo que se definiera y se organizara como partido.
Temía las tendencias hacia el aburguesamiento, si el partido tomaba la
vía reformista, o bien hacia la formación de una nueva clase dominante,
si el acceso al poder se daba en un contexto revolucionario prematuro.
Por eso prefería centrar la lucha del proletariado en los mismos
sindicatos, que por su naturaleza estarían más permanentemente ligados a
los intereses de la clase obrera. Esto, a pesar de que ya eran bastante
evidentes las tendencias moderadas de las dirigencias gremiales, tanto o
más que las de los partidos políticos. La diferencia, a su juicio, estribaba
en que los sindicatos a la larga no podían menos que reflejar más de
cerca la mentalidad y los intereses de sus bases. Con este bagaje mental
ciertos sectores de izquierda del socialismo se separaron del partido, en
diversos países, especialmente en Italia y en la Argentina (1908 y 1906
respectivamente).
Casi todos los teóricos marxistas de su tiempo, incluído Lenin,
consideraban necesario que el capitalismo se desarrollara a fondo, antes
de que una revolución expropiatoria tuviera éxito. Sorel pensaba,
además, que la mejor manera de hacer crecer al capitalismo era dejar que
se desataran las fuerzas del mercado, en lo que hoy llamaríamos
neoliberalismo, sin preocuparse por la existencia de redes de contención
ni Estado de Bienestar Social, ni tampoco necesariamente democracia
parlamentaria, que en su interpretación eran las peores adormideras de las
clases populares. El resultado del crecimiento capitalista "salvaje" sería la
Domingo Arena: Realidades y Utopías
121
polarización social, y su inevitable secuela, la revolución. La revolución,
bajo condiciones de super desarrollo, implicaría la abolición del Estado,
y por lo tanto también la supresión del rol de los intelectuales y demás
parásitos del orden actual.
De todos modos, en las Reflexiones y otras obras de Sorel no está muy
claro hasta qué punto él creía realmente que una revolución,
desencadenada por la huelga general, sería posible, aunque fuera en un
futuro. Por algo se refería al mito. Un mito es una visión en que se cree, y
que es capaz de estimular las pasiones, aunque no sea cierta. A estas
consideraciones se unió en el mismo Sorel y en sus compañeros y
seguidores, una fuerte influencia de las ideas "modernas" literarias y
artísticas de Giovanni Papini o Filippo Marinetti, o las de Friedrich
Nietszche, o los análisis sociológicos de Robert Michels y Vilfredo
Pareto. Todo, mezclado con un abundante antisemitismo, porque los
judíos eran vistos como paradigma del pensamiento calculador y egoísta
del capitalismo, como ya lo había señalado Karl Marx en La cuestión
judía. Michels, crítico de izquierda de la Socialdemocracia, autodefinido
en el campo del sindicalismo revolucionario, terminó apoyando al
fascismo durante y después de su acceso al poder. Pareto, de posición
más conservadora, también condenaba a la democracia burguesa por
desconocer el rol de las elites, y saludó el advenimiento del fascismo
como señal del derrumbe del régimen liberal corrompido. El buen poeta
y confuso ideólogo Gabriele D' Annunzio, una especie de Lugones
italiano más lanzado a la política de acción, con su prédica irredentista y
su aventura sobre Fiume (1920), contribuía a dar más brillo a este
conjunto por cierto "irracional", si es que la palabra puede usarse. Ante el
materialismo utilitario de la burguesía y de un reformismo obrero que
contaba los centavos, se valoraba a la aristocracia, al altruísmo, al
sacrificio y por lo tanto a la misma guerra como trauma liberador.
La Revolución Rusa, con su inmenso impacto, hizo pensar que existían
otras vías más expeditivas, sobre todo en países de la periferia.
Integrando estos enfoques, Lenin pensaba posible en un país atrasado
como Rusia organizar una revolución y luego dejar que los capitalistas
desarrollaran la economía, pero bajo dominio político de los obreros, o
mejor dicho del partido que se decía su representante. Lo que ocurrió fue
por cierto algo muy distinto, vindicando, de manera trágicamente irónica,
Domingo Arena: Realidades y Utopías
122
las tesis de Marx, pues lo que se construyó en la Unión Soviética fue una
variante de capitalismo, no de socialismo.
En la Argentina también existió el fenómeno de intelectuales socialistas
que buscaron vías de atajo, incluso a través del nacionalismo, como
Manuel Ugarte, pero en general de tipo continental más que nacional, y
sin implicancias autoritarias ni mucho menos fascistas. En movimientos
como el tenentismo brasileño de los años veinte la simpatía por el
fascismo en cambio era notoria, visto como dictadura desarrollista. La
mayor parte de esos tenentes brasileños veían la aplicación local del
modelo fascista como dirigida contra la oligarquía y los intereses
extranjeros, lo que los coloca como precursores de la mentalidad
nacionalista popular, pero no se trataba de gente con un pasado de
militancia de izquierda.
En América Latina José Carlos Mariátegui (1894-1930) fue el principal
representante de una corriente marxista que buscó reinterpretar la
doctrina en base a experiencias locales, especialmente el reconocer al
problema indio como el número uno en el Perú y otros países andinos.
Esta fue la principal contribución de sus influyentes Siete ensayos de
interpretación de la realidad peruana (1928). Rechazando todo tipo de
explicaciones raciales o culturales, e influenciado por los trabajos del
antropólogo Luis E. Valcárcel y su Grupo Resurgimiento basado en el
Cuzco, afirmaba que el latifundismo era el principal responsable por la
miserable condición de la población aborigen, lo que por cierto no era
una gran novedad en ambientes de izquierda.
Pero muchos marxistas, aunque solidarios con las masas indias
explotadas, no creían que ellas podían ser transformadas en una palanca
de cambio. Según ellos era necesario esperar a que el capitalismo se
desarrollara, o bien a que fuerzas revolucionarias prendieran en la clase
obrera urbana; una excesiva concentración entre los indígenas podría
llevar al populismo, condenable tanto en su versión rusa como en otra
local. Mariátegui, en cambio, pensaba que la población autóctona podría
ser adecuadamente dirigida y estimulada a la acción por una elite
dedicada. Para ello era más necesario un sentido heroico de la vida, que
un culto del determinismo. Al determinismo se lo veía como una
Domingo Arena: Realidades y Utopías
123
característica de la despreciada social democracia más que de un
marxismo adecuadamente interpretado.
En la transición a una sociedad socialista había que basarse en los hábitos
colectivistas de los indios. "El comunismo incaico, que no puede ser
negado ni disminuido por haberse desenvuelto bajo [un] régimen
autocrático" proveería las bases para futuras instituciones, y estimularía
la imaginación, para formar, junto al socialismo, un poderoso mito,
equivalente a una religión. Por otro lado, no era posible basarse en la
burguesía para dar la lucha contra el feudalismo, debido a la debilidad de
aquella clase.
Habiendo vivido varios años en Italia, como periodista, Mariátegui
adquirió un conocimiento de primera mano de la política y de las
ideologías de su tiempo, tomando libremente de fuentes marxistas así
como del pensamiento de Bendetto Croce, Henri Bergson o Georges
Sorel. El mecanicismo evolucionista de la Segunda Internacional debía
ser reemplazado, en su visión, por una intepretación más adecuada de
cómo ocurre el cambio social, que diera su lugar a la voluntad humana.
Sorel había sido, a su criterio, el primer genuino revisionista científico
del corpus marxista, al señalar el rol de la voluntad, y del creer en un
mito de naturaleza semirreligiosa. La práctica leninista, y la experiencia
de la Unión Soviética, demostraban la importancia que podía llegar a
tener una elite.
Ante los nuevos acontecimientos mundiales, y las numerosas
interpretaciones que se les podían aplicar, el torrente unidireccional de la
evolución se convertía en un conjunto de ramales y arroyos, que podían
llevar a cualquier parte, y sería la acción consciente de grupos políticos la
que orientaría el proceso. Lo que no estaba claro para los teóricos de la
época era el componente clasista de los fenómenos revolucionarios que
se estaban dando. Si la explosión en Rusia era simplemente el primer
eslabón de un proceso a escala europea, no importaba que él se hubiera
dado en un lugar tan inesperado. Siempre se podían citar algunas cartas
de Marx previendo un inicio revolucionario en Rusia, pero eso sólo era
compatible con la teoría si se trataba de una chispa que luego incendiara
toda la pradera europea. Al no ser así, era preciso reconsiderar la
etiología de los procesos revolucionarios. Ya Lenin había planteado en su
Domingo Arena: Realidades y Utopías
124
Qué hacer? la formación de una elite revolucionaria, reclutada en
cualquier origen social, para actuar como palanca, para luego fusionarse
en la gran transformación. Pero no iba más allá en el análisis clasista de
esa elite, ni mucho menos en el de sus sucesores, que formaron la nueva
clase burocrática en el poder, cosa que desde la perspectiva que se puede
tener hoy día es bastante obvia, pero no lo era en esos primeros tiempos.
De hecho, las fuerzas revolucionarias no podían de modo alguno
limitarse a la clase obrera, ni tampoco con el añadido de ciertas capas
campesinas. Había que incluir a las clases medias, tema poco estudiado
por Marx, ya que preveía su progresiva eliminación por vía de la
proletarización. Lo que no previó es que si esa proletarización se daba,
los protagonistas del fenómeno iban a reaccionar antes de hundirse
totalmente en la masa común, y con actitudes más cercanas a su anterior
condición de clase que a su supuesta nueva identidad proletaria. Por otra
parte, ese descenso social no estaba ocurriendo en los países de alto
desarrollo, más que coyunturalmente, ni tampoco en otros como la
Argentina o sus vecinos del Cono Sur. Sí podría ocurrir algo parecido en
muchos otros países de menor grado de desarrollo, y también en ciertas
áreas de la misma Argentina o Chile, dando lugar a la presencia de elites
anti status quo que podrían convertirse en dirigentes de procesos
radicales de cambio, revolucionarios o no, posiblemente de tipo
nacionalista o populista, o versiones nuevas e inesperadas de las
doctrinas de Lenin, como el maoísmo, dirigidas por figuras en el fondo
caudillescas del tipo que tanta suspicacia creaba en los militantes de
comienzos de siglo.
La revolución, entonces, necesitaba toda una nueva sociología, que podía
eventualmente convertirse en escolástica, como le ocurrió en manos de
los partidos Comunistas y sus escisiones. Estos teóricos en general
operaban con el modelo europeo, algo modificado para dar lugar al caso
ruso (y más tarde al chino). Aparte de que interpretaban mal las
características clasistas de esos procesos, lo que no tenían en cuenta era
el contexto latinoamericano, o en general tercer mundista, en que podían
desencadenarse fenómenos que destruyeran, o afectaran seriamente, al
sistema de propiedad existente. En este sentido, el análisis de la
Revolución Mexicana, y las guerras civiles y caudillismos del continente,
era tanto o más importante que el de los eventos de Octubre. Mariátegui
intentó hacer esto, aunque sin mucho éxito, y Haya de la Torre también,
Domingo Arena: Realidades y Utopías
125
tomando justamente al caso mexicano como paradigma. Más tarde se
daría toda una proliferación de fenómenos potencialmente
revolucionarios, desde el ya mentado tenentismo brasileño hasta el
nacionalismo revolucionario de Bolivia, sin dejar de lado las guerras
civiles más clásicas, como la de los Mil Días (1899-1901) de Colombia,
o las rebeliones de Aparicio Saravia (entre 1897 y 1904), o las de los
mismos Radicales en la Argentina. En tanto en nuestro país la reacción
conservadora se estaba gestando con la postura del Dr. Feliciano Viera.
El Alto de Viera
La realidad de los resultados que llevaron a desarrollar el denominado
régimen bicéfalo constitucional, se manifiestan en la declaración del
Presidente Feliciano Viera, que gobernó nuestro país entre 1915 y 1919 y
que sostenía: “ Las avanzadas leyes económicas y sociales sancionadas durante los
últimos períodos legislativos han alarmado a muchos correligionarios y son ellos los
que nos han negado su concurso en las elecciones del 30. Bien, señores, no avancemos
más en materia de la legislación social y económica; conciliemos el capital con el
obrero. Hemos marchado bastante a prisa; hagamos un alto en la jornada. No
patrocinemos nuevas leyes de esa índole y aun paralicemos aquellas que están en
tramitación en el cuerpo legislativo, o por lo menos si se sancionan que sea con el
acuerdo de las partes interesadas”(31)
El fundamento político inicial del presidente Viera significó una golpe de
timón muy grande de la política del gobierno en lo que se refiere a las
políticas económicas y sociales. El sector conservador, tanto colorado
como nacionalista se sentía profundamente satisfecho por esta vuelta a la
normalidad. Esta postura se reflejó en los ministerios y su equipo de
colaboradores puesto que dio ingreso a dos colorados anticolegialistas y a
un nacionalista. Inmediatamente los sectores económicos conservadores,
léase la Asociación Rural, la Federación Rural, la Cámara de Comercio,
la Unión Industrial y el sistema bancario manifestaron se adhesión. Sin
embargo y más allá de los problemas dentro del Partido Colorado y la
detención del proceso reformista, la Constitución vigente fomentaba las
elecciones con una frecuencia muy alta aspecto que va a consolidar la
actuación democrática del electorado, por otro lado se perfecciona todo el
andamiaje jurídico-electoral y por los sucesivos compromisos entre los
distintos partidos y sectores de los partidos tradicionales. Dentro de las
Domingo Arena: Realidades y Utopías
126
causas sociales de la situación política, es clara la composición social de
los partidos políticos uruguayos a comienzos del Siglo XX, que eran
esencialmente policlasistas. El sector más popular era el batllismo,
aunque nunca se mostró identificado con ninguna clase, en tanto que los
sectores más aristocráticos lo encontramos dentro del Partido Nacional en
los autodefinidos conservadores como Aureliano Rodríguez Larreta y
Juan Andrés Ramírez.. El proletariado urbano era relativamente poco
numeroso debido al escaso desarrollo de la industrial, aunque su
vinculación al batllismo era innegable, en tanto que en el campo el
proletariado rural se sostenía en los caudillos blancos o colorados
riveristas. La definición oficial del riverismo sobre el batllismo marca
claramente la diferencia con la predica de Domingo Arena y la cuestión
social batllista: “ Hasta aquí hemos estado de acuerdo con el señor
Batlle. Para el futuro no podemos decir lo mismo, porque no sabemos lo
que quiere Batlle, ni a dónde va Batlle. Es posible que aceptemos de sus
ideas todas aquellas que encuadren dentro del programa colorado. Pero
lo que es indudable es que no lo acompañaremos en un avancismo a
outrance. El Partido Colorado no es socialista, ni va al socialismo. A mi
juicio, su misión ahora más que nunca, es conciliar el capital con el
trabajo, sin hostigar a ninguno de estos dos factores, de cuyo acuerdo
depende el bienestar nacional”.(32)
Unos años antes, en mayo de 1917, en El Día se comienza a desarrollar
una polémica que durará varios meses entre José Batlle y Ordóñez y el
Secretario General del Partido Socialista del Uruguay, Celestino Mibelli,
allí se pone en claro la posición del batllismo sobre la lucha de clases:
“...Lo que hemos afirmado y demostrado es que las sociedades no se
dividen en dos clases enemigas, perfectamente definidas y separadas,
entre las cuales no pueda haber más relación de sentimiento que el odio,
ya que según la teoría del Sr. Mibelli, la una sólo se preocuparía de
explotar a la otra. Largamente expusimos algunas de las razones que
hay para afirmar que si la actual organización social no da a cada cual
lo que le corresponde, ellos débese atribuirse al atraso de las ideas y a la
dificultad de determinar lo que es de cada uno y no a una voluntad
general injusta. Hicimos notar además al señor Mibelli que, entre el
extremo de la clase capitalista y el de la obrera, hay una escala casi
infinita de posiciones ocupadas por personas que no se consideran
explotadoras ni explotadas, y para hacer más clara la verdad de nuestra
Domingo Arena: Realidades y Utopías
127
afirmación lo pusimos a él mismo en un ejemplo, ya que a pesar de no
ser un obrero, no se considera un explotador del obrero” (33).Como
analiza Milton Vanger, es apreciable en todos los debates entre Batlle y
Mibelli sobre el papel de la clase media, un cierto desinterés debido a que
ambos no tenían una postura analítica en esa materia social, y además
porque en el Uruguay de esa época era un sector social difícil de
encontrar. En tanto, seis años más adelante, Domingo Arena defendía en
las cámaras su postura frente a las madres trabajadoras:
“ Lo único que quiero decir, señor presidente, es que naturalmente, voy a votar el
proyecto de jubilación para las maestras madres; pero quiero que conste también, ya
que se ha hablado del asunto, que votaría con mucho más gusto un proyecto de
carácter general, que protegiera a todas las madres. Se más, señor presidente; se que
conmigo, en mi grupo, hay mucha gente, - tal vez todos los que están en esta Cámaradispuestos
a acompañar proyectos de este género y en otros igualmente beneficiosos
para las clases populares. Lo que si se, señor Presidente, que estas cosas no son tan
fáciles de realizar como de escribirlas en el papel. Todos los que piensan como yovuelvo
a repetir que son muchos y probablemente los hay en todas las bancadassienten
que lo primero que habría que hacer es crear fuertes impuestos para enriquecer
el Estado y después atender las infinitas necesidades que sufren las clases pobres.
Pero,¿ cómo nos vamos a lanzar a iniciativas de este géneros, cuando vemos que cuesta
crear los impuestos más indispensables para equilibrar el presupuesto?
Nosotros, señor presidente, los que estamos animados de ideas avancistas, sin pensar
en la destrucción social, como piensa el señor diputado comunista, esperamos que el
electorado se de cuenta de que es lo que conviene y cuales son los elementos que debe
prestigiar para organizar verdaderas mayorías capaces de servir en esta Cámara! Y
cuando eso venga, cuando yo, por ejemplo, me sienta apoyado, cuando cualquiera de
nosotros se sienta sostenido por una mayoría suficiente, ya verá el señor diputado
comunista cómo lanzaremos proyectos que a él mismo han de satisfacerlo; ya verá que
sin pensar en la destrucción del capital,- porque eso, con los respectos debidos, me
parece un gran disparate,- somos capaces de ponerle a ese capital todos los
gravámenes que sean necesarios...- interrumpe el señor diputado Mibelli- para que, sin
sentirse destruido, sepa cumplir con su deber y suministre al estado los fondos
necesarios para ir a esa reorganización que tanto deseamos.- Interrumpe el señor
diputado Mibelli´.
Señor Presidente- llamo a la cuestión al señor Arena.
Señor Arena.- Bien señor presidente. Lo único que esperaba era eso, y la esperanza que
tengo es que los electores que están en el pueblo, sientan estas cosas, y cuando llegue el
momento de elegir diputados, elijan diputados que sean capaces de servirlos, como
somos los que estamos en esta bancada.”(34)
Domingo Arena: Realidades y Utopías
128
El movimiento obrero durante el período del presidente Feliciano Viera
fue duramente reprimido; tuvo una gran agitación debido al gran
encarecimiento del costo de la vida y el ejemplo de la triunfante
Revolución Rusa para todo el movimiento obrero mundial. En 1917
fueron muy importantes las huelgas de los portuarios y la de los obreros
tranviarios. Al año siguiente se repiten las huelgas del puerto y se
agregan la de los frigoríficos. En general los movimientos obreros
tuvieron éxito debido al gran período económico de la República en este
momento. La Constitución de 1918 obligó a ir a las urnas regularmente,
puesto que cada cuatro años se elegía el Presidente; cada tres años
diputados, cada dos años un tercio del Consejo Nacional de
Administración. Esto contribuyó notablemente a consolidar los hábitos
democráticos del país. Del mismo modo se avanzó en el
perfeccionamiento del sistema electoral, se crea en este período la Corte
Electoral. La vida política se manifestó por compromisos entre blancos y
colorados para gobernar y también entre los sectores intrapartidarios. No
olvidemos que los partidos tradicionales eran policlasistas, en el caso del
Partido Colorado, el sector más popular que era sin dudas el batllismo no
admitía su vinculación exclusiva con estos sectores, puesto que también
lo apoyó el sector comerciante e industrial. El sector Riverista y el
seguidos del Presidente Viera representaban a los conservadores
colorados y tenían sus votos en el funcionario del Estado. El único
vínculo que tenían era impedir el triunfo del Partido Nacional, y para
sostener su fuerza electoral crearon sólidos vínculos entre los votos y los
cargos públicos. Los riveristas tenían fuerza en el interior del país y se
manifestaban a través del periódico “La Mañana” y llegaron a tener el
16% del electorado colorado en 1930. En 1919 Batlle y Ordóñez propone
crear la Agrupación de Gobierno que estaba integrada por todos los
miembros del partido que tenían algún cargo dentro del gobierno, este
organismo tendría un ordenamiento disciplinario típico del pensamiento
de Don Pepe, que como ya hemos mencionado, sostenía que en una
democracia el pueblo no debía solo elegir a sus candidatos, también tenía
que dirigirlos. Feliciano Viera no esta de acuerdo, se separa y funda el
Partido Colorado Radical. Este sector va a ir decreciendo su presencia
hasta que en 1930 representaba el 5% de los electores colorados. Los
pactos partidarios estaban previstos por la legislación electoral que
permite el doble voto simultáneo, que permitía la unión de los sectores
colorados. El primero de estos pactos se realiza en 1922 y el batllismo
acepta a un colorado independiente, Serrato, y no lleva ningún candidato
Domingo Arena: Realidades y Utopías
129
propio. Es interesante las discusiones de estos aspectos dentro de la
Convención del Partido Colorado. De las cuales tomaremos las posturas
de José Batlle y Ordóñez y las del Dr. Domingo Arena, tomadas de las
sesiones del 24 y 29 de marzo de 1922:
Exposición del señor Batlle y Ordóñez
“...empezó manifestando el señor Batlle que antes de exponer sus ideas respecto del
acuerdo, pedía a la asamblea que tuviera presente la necesidad de la hora. Esa
necesidad –dijo-, es la de impedir que el Partido que acaba de proclamarse oribista y
rosista, vuelva al poder. No hay otra necesidad, en el momento superior a esta. La
vuelta al poder, sería una regresión a la época en que el puñal era la ley de la
República fuera de los muros de Montevideo.-(aplausos).
Yo creo que los acuerdos en general son buenos. Los hombres deben de ponerse de
acuerdo; y, cuando lo logran es casi siempre un bien. Puede haber acuerdo sobre las
ideas, cuando un número muy considerable de hombres esté de acuerdo sobre un
conjunto de ideas en materia política. Se constituye un partido político. Y puede haber
acuerdo también entre diversas agrupaciones que no tiene las mismas ideas, pero que,
en un momento dado, coinciden en una misma aspiración.
En este momento es indudable que nuestra agrupación, la agrupación riverista y la
agrupación vierista coinciden en el deseo ardiente de impedir que el partido blanco
vuelva al poder.
Pues bien: ¿podríamos llegar a un avenimiento para oponernos, todos unidos, a ese
mal que tenemos? Es cuestión de examinarlo. Por lo pronto, nosotros no haríamos
ninguna concesión. No nos comprometeríamos a no continuar en nuestra propaganda
de moralidad administrativa ni declinar ninguna de nuestra ideas. No votaríamos por
ningún hombre que nos inspirase desconfianza. En esas condiciones, el acuerdo no
podría ser considerado como inmoral, según se ha dicho. ¿ Pero es esto lo único que
hay que considerar cuando se realiza un acuerdo?
En mi concepto, hay que tener otras circunstancias en vista. Primero, que no haya otro
medio mejor que el acuerdo para lograr lo que se desea realizar; después, que el
acuerdo, no siendo inmoral, no tenga inconvenientes mayores que otros procedimientos
que pudieran emplearse. Un acuerdo, puede no ser una declinación de ideas, ni un
pacto inmoral; y, sin embargo, puede tener inconvenientes tan graves que lo hagan
imposible: una resistencia de las masas populares; la decadencia del entusiasmo en los
que deben votar, - el entusiasmo que es casi siempre un factor de triunfo-. Todo eso
puede ser un obstáculo al acuerdo. Y, entre nosotros, aplicando estas ideas al caso
actual, por otras razones y por las que se acaban de expresar en la tribuna, es
indudable que hay considerable número de correligionarios que son contrarios a su
celebración. Entonces, el acuerdo con las fracciones contrarias podría muy bien ser el
Domingo Arena: Realidades y Utopías
130
desacuerdo con una fracción de nuestra agrupación; y, éste es un punto que tenemos
que tomar muy en cuenta, porque necesitamos de todos nuestros elementos para ir a la
lucha; y podría ocurrir que un acuerdo que no contase con la simpatía de una parte de
nuestros correligionarios nos privase de más votos de nuestra agrupación que los que
nos diese de las otras fracciones.
Si hubiese pues, otro procedimiento que no fuese el acuerdo y que permitiese a todos
los verdaderos colorados votar una misma lista, o por lo menos votar con el lema
común del partido, ese procedimiento sería preferible.
La resistencia de nuestra fracción al acuerdo con las otras tiene diversos fundamentos:
la oposición con el iberismo en materia de administración pública; la oposición con el
riverismo en materia de ideas; los malos tratamientos y las injusticias cometidas a
veces con los hombres de nuestra agrupación, a más, el proceder político de esas
fracciones con la nuestra.
En las últimas elecciones generales votaron 98.119 colorados; de estos 72.777
pertenecían a la fracción batllista y a la unión colorada unidas actualmente.
Al lado de esta masa de votantes, los riveristas llevaron a las urnas 13.129 y los
vieristas 12.293.
Dividiendo la suma total de votos del Partido Colorado por el número de
representantes que tiene en el Congreso Nacional de Administración, el cociente
electoral resulta de 16.353 votantes y puede considerarse que cada miembro colorado
del Consejo de Administración representa ese número de votos y que cada fracción
debería tener un número de miembros en el Consejo Nacional igual al número de veces
que ese cociente estuviera comprendido en el número de votantes.
Así, los vieristas que obtuvieron en las elecciones generales 12.293 votos no
completaron ese cociente; le faltaron cuatro mil sesenta votos; y a los riveristas les
faltaron tres mil ciento treinta y cuatro.
En cambio, nuestra agrupaci9ón habría podido obtener cuatro representantes en el
Consejo, por contener el número de sus votos cuatro veces el cociente, y le habrán
sobrado 7.365 votos.
Bien, cuando se concertó el acuerdo celebrado con las otras fracciones, nosotros no
tuvimos ningún inconveniente en votar un candidato del Partido Riverista; desde el
primer momento aceptamos que fuese un miembro del Partido Riverista al Consejo
Nacional de Administración, en atención a que si no alcanzaba al cociente electoral,
había tenido al menos trece mil votos en las elecciones recientes. Podríamos haber
exigido que fuese un neutral el candidato; y, podríamos también, con razones de
justicia, haber exigido que fuese un miembro de nuestra agrupación, porque si el
Partido Riverista tenía trece mil votos para llevar un representante suyo al Consejo,
Domingo Arena: Realidades y Utopías
131
nosotros teníamos un sobrante de cuarenta mil votos para llevar uno nuestro, y
podríamos haber dicho, entonces, que era más justo que fuese un representante nuestro
al Consejo Nacional de Administración que un miembro del Partido Riverista. Sin
embargo, no lo hicimos porque el Partido Riverista no tenía representación en el
Consejo de Administración y procedimos con gran espíritu de cordialidad.
Bien: ahora se ha hablado de hacer un nuevo acuerdo con los hombres principales, con
algunos de los hombres principales de esas dos fracciones, y, el Dr. Viera ha sostenido
que a la agrupación vierista debía dársele un representante más en el Consejo
Nacional, y, por parte del Riverismo, que, en el último acuerdo, llevó un miembro al
Consejo Nacional con nuestro voto, se ha sostenido que nosotros no debemos llevar que
un miembro al Consejo y que el otro que se elija debe ser completamente neutral,
siendo cualquier inclinación hacia nosotros un inconveniente, sin considerar que el
riverismo tiene ya la representación que le correspondería con arreglo al principio de
la representación proporcional, en el Consejo; que el iberismo tiene un representante
más de lo que le correspondería con arreglo al mismo principio y que nosotros tenemos
dos representantes menos.
Hechos así, necesariamente producen sentimientos poco predispuestos a los acuerdos,
porque ¿ qué arreglo es éste que vamos a hacer con las otras fracciones, en que, a
pesar de todos nuestros derechos a llevar un miembro más al Consejo nacional, y hasta
dos, se pone como condición primera que no ha de ser de nuestra agrupación ese
miembro?¿ no tiene necesariamente que entibiar todo entusiasmo una condición de esa
especie?.¿ Y no es el entusiasmo un factor con que debemos contar para vencer?(35)
El Dr. Arena escucho con mucha atención la propuesta de su líder, y más
allá de que todavía no había decisión firme sobre un posible candidato
neutral que conformara a todos y que además representara al coloradismo
con altura frente a la postura de los nacionalistas, en la sesión siguiente
va a apoyar a su amigo y buscará cerrar la polémica con fundamentos
típicos de su estilo:
“ Voy a empezar a hablar, señor Presidente, en condiciones un poco desfavorables. Yo
veo que para estar al unísono con una buena parte de esta asamblea, sería necesario
seguir las aguas del señor Etchevest y decirle: a nosotros nos corresponde la
Presidencia de la República; a nosotros nos corresponden cuatro miembros del
Consejo Nacional de Administración; debemos tomarlos a toda costa.
Eso está muy bien para ser dicho y, si se quiere, para ser aplaudido; pero lo que hay
que ver, lo que tenemos que ver los que queremos resolver estas cuestiones con clama,
es sencillamente si eso se puede hacer. Y, si no se puede hace, hay que confesarlo
francamente y tomar aquellas resoluciones compatibles con el buen sentido político.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
132
Esto que acabo de decir, no es nada más que breve paréntesis que pongo al principio
de mi exposición, porque, lo que vengo a hacer esta noche, es concretar mis ideas sobre
la fórmula presentada por el Sr. Batlle y Ordóñez.
Yo hasta hace poco fui acuerdista; fui acuerdista, no porque tuviese una pasión
demasiado viva por todos los acuerdos, como parece que se dijo por incidencia en esta
asamblea, sinio porque en este grave momento histórico, he sentido muy vivamente la
necesidad de agrupar el mayor número posible de colorados para llevarlos a las urnas
y defendernos del posible triunfo nacionalista. Pero desde que apareció la fórmula del
Sr. Batlle, empecé a vacilar. Y después de haberla estudiado detenidamente, he
concluido por se antiacuerdista, nada más que porque me ha parecido, con el autor de
la fórmula, que ella es más capaz que el acuerdo mismo, para llevar el mayor número
posible de colorados a la lucha.
De manera que si me declaro partidario de la fórmula, es nada más que porque la
siento mucho más eficaz que el acuerdo para alcanzar el triunfo del Partido Colorado.
Señor Macció.- Sin que ella sea un desiderátum.
Señor Arena.- Eso lo veremos.
Lo que yo voy a hacer ahora es nada más que expresar, con palabras, el raciocinio que
me ha llevado al convencimiento de lo que acabo de decir. De modo que voy a hacer
una exposición poco brillante, pero trataré de ser lo más claro y preciso que sea
posible.
Se ha hablado en esta asamblea de los inconvenientes de los acuerdos. Hay que
confesar que esos inconvenientes son evidentes.
El más acuerdista de los que estén entre nosotros tiene que confesazar que ha de haber
confesado con uno, con dos, con diez correligionaruios que le deben haber
manifestado, con toda franqueza, que ellos se resisten a votar si se produce el acuerdo.
Yo mismo, cuando hacía la propaganda acuerdista, me encontré con una serie de
amigos de cuyo coloradismo y batllismo no puedo dudar, que me manifestaron con una
resolución absoluta que antes romperían su boleta que votar una lista resultado de un
acuerdo.
Ese fenómeno, en honor de la verdad, si fueramos reflexivos, no debería extrañarnos,
porque es una consecuencia natural de los hechos que se han venido produciendo.
En la larga brega que hemos sostenido para defender nuestras ideas y procedimientos
se han pronunciado muchos juicios acerbos y se han pronunciado demasiadas palabras
irreparables de una y otra parte; y, es natural que esas cosas no se produzcan
Domingo Arena: Realidades y Utopías
133
impunemente; es natural que eso haya dejado en el alma de las masas un sedimento de
amargura difícil de desvanecer de un momento para otro.
Toda nuestra propaganda periodística, de muchos años a esta parte, puede
caracterizarse por un esfuerzo permanente tendiente a diferenciarnos los unos de los
otros; a orientarnos hacia rumbos distintos a los que seguido y sigue otras fracciones
coloradas disidentes con la nuestra. Y, siendo así, ¿cómo extrañarnos que se produzca
un verdadero desconcierto cuando en un momento dado quisiéramos cambiar la
consigna y decirles a nuestros correligionarios: todo lo que se ha dicho no ha valido
nada; tenemos que ser de nuevo unos; tenemos que ir nuevamente a votar todos juntos?
Es natural que esto, aunque lo intentaramos, tuviera que producir un gran
desconcierto, y resultarnos una tarea verdaderamente fatigosa. Se me ocurre que sería
como si después de haber hecho grandes trabajos para cambiar el cauce de un río, nos
empeñáramos un día, porque sí, en volver el río a su viejo cauce. Naturalmente que
tendríamos que realizar un esfuerzo colosal; y que el resultado, si lo alcanzáramos,
tendría que ser a costa del caudal del río!
Estos sentimientos de resistencia al acuerdo, que deben ser comunes a todas las masas,
no solo a la nuestra, sino también a las masas adversarias, están agravadas todavía
entre nosotros por la evidente injusticia con que los grupos menores nos han tratado y
nos tratan,. Esas injusticias las señaló el Sr. Batlle concretamente las otras noches al
proponer su fórmula, cuando nos hizo notar que no obstante haber nosotros apoyado al
riverismo con toda resolución para darle lo que no le correspondía, por su proporción
mecánica, en el Consejo de Estado, ese mismo riverismo se resiste hoy de una manera
categórica, absoluta, a apoyarnos para obtener, para aquél cuerpo, no digo todo lo que
nos corresponde, sino una mínima parte de lo que legítimamente nos correspondería.
Todavía se podría decir más para acentuar aquella mala voluntad del adversario
ocasional. Se podría hacer notar que aún suponiendo que nos apoyara para obtener
dos puestos en el Consejo de Estado en las próximas elecciones, nuestra situación
política no mejoraría con respecto a la que tenemos actualmente, porque no hay que
olvidar que entonces nosotros, ya no contaríamos con la Presidencia de la República,
que estos momentos es perfectamente nuestra.
De manera, pues, que la mala voluntad a que me vengo refiriendo se manifiesta de una
manera fuerte y constante, que no solo se resiste a facilitarnos un solo paso de avance,
sino que hasta se empeña en arrancarnos las posiciones que actualmente tenemos. Y,
eso, como es natural, se comprende que nuestra masa no podrá consentirlo.
Otra razón de mucha fuerza para resistir el acuerdo radicaría en las dificultades
materiales evidentes que habría que salvar para realizarlo.
Imaginémosnos en plena gestión de acuerdo. ¿Acaso sabemos si lo que impulsa a una
fracción, es lo mismo que interesa a la otra? Por de pronto, los que hemos intervenido
Domingo Arena: Realidades y Utopías
134
en las primeras gestiones sabemos que la conformidad no se produce y que las
pretensiones de una y otra son antagónicas y distintas. ¿Cómo conseguir uniformarlas?
Supongamos que haciendo un gran esfuerzo alcanzáramos aquél resultado; ¿a qué
serie de gestiones, a que serie de componentes sería necesario llegar para realizar algo
práctico? A los que interviniesen en la negociación, ¿quién les daría la norma de lo
justo que le permitiese juzgar hasta dónde se podría llegar sin perjudicar los intereses
del Partido? Y, suponiendo, que pudiéramos llegar a lo deseado,¿tendríamos después
el medio de convencer a todos nuestros correligionarios de que la verdad y la justicia
habían sido contempladas, a correligionarios que se encuentran difundidos en los
ámbitos más distantes del país, y que sin embargo tendrán derecho a saber a que
atenerse, desde que, en definitiva, son ellos los que van a decidir la cuestión con su
voto?
De todo esto se desprende, pues, que realmente el acuerdo en los momentos en que nos
encontramos, es una empresa muy difícil, sino de resultados muy precarios. Tal vez
tengan razón los que sostienen,- y son muchos- que el aporte que podríamos darle al
Partido Colorado con un gran esfuerzo para reunir todos los grupos, quedaría
balanceado con exceso con la gente que se nos desgranaría a unos y a otros, o sea por
los descontentos que forzosamente habría de producir en todas las filas nuestro empeño
de volvernos repentinamente a unificar.
Declaro que, a pesar de estos inconvenientes del acuerdo, que no me pudieron ser
nunca desconocidos, yo fui resueltamente acuerdista mientras frente al acuerdo no
hubo otra fórmula que el desacuerdo liso y llano de que se hablaba antes. Porque la
fórmula del desacuerdo me pareció siempre demasiado cerrada, demasiado rígida,
demasiado hostil. Yo temía que esa fórmula fuera a producir la pelea definitiva entre
los grupos colorados, la anarquía total, posiblemente el caos. Por eso, a pesar de todo,
me empeñaba en ser acuerdista, porque en el antiacuerdismo veía un dilema que me
parecía sencillamente insoluble, por ser sus dos términos inaceptables. La situación era
ésta: o íbamos solos con la esperanza de triunfar solos- lo que era irrealizable- o
íbamos contando con triunfar ayudados por el lema común, y eso era injusto, desde que
ello, en definitiva, importaba conquistar posiciones que no nos pertenecían totalmente.
Conviene analizar la segunda parte del dilema para sentar bien la injusticia de la vieja
fórmula antiacuerdista.
El mecanismo a que habría que recurrir es bien conocido; cada grupo iría a votar por
sus candidatos pero todos votaríamos con el lema común. ¿ Qué sucedería en
definitiva? Sucedería que la lista de la mayoría acumularía, en último término, los
votos de todos y sería la gran beneficiada. Es claro que el resultado dentro de los
verdaderos principios democráticos, puede ser perfectamente justo, porque por algo,
dirán algunos miembros de esta Asamblea, se ha inventado el doble voto simultáneo,
que no tiene otro objeto que resolver estos problemas.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
135
Pero no hay que olvidar que si la justicia y el derecho dicen una cosa, los intereses y
las pasiones puede decir otra muy distinta; y que los buenos políticos cuando resuelven
cuestiones de esta magnitud, no deben dejar de tener en cuenta las pasiones y los
intereses, ya que es evidente que ellos ejercen una acción formidable.
Hay que decirlo francamente: ya se empezaba a hablar por ahí de que nosotros, a la
sombra del lema común, pensábamos tragarnos muchas posiciones que no nos
correspondían. Hay que decir que ya se empezaba a expresar que, votar con lema
común era hacerle el caldo gordo al batllismo. De manera que no hay que extrañarse
que muchos colorados se preparaban sencillamente a abstenerse atrincherados detrás
de aquellas objeciones que, fuera de duda, tiene mucho fundamento.
En este estado ha aparecido la fórmula de Batlle, una fórmula clara, sencilla, eficaz,
de tonos inconfundibles...
Esa fórmula la tuvimos todos a nuestro alcance. Encerraba la verdad. Sin embargo, no
la vimos hasta que la descubrió Batlle.
...Su claridad la demuestra la precisión con que puede resumirse. La fórmula de Batlle
dice sencillamente esto: el batllismo votará por candidatos propios en todos los casos
en que su fuerza electoral le baste para obtenerlos. Donde quiera que su fuerza
electoral no alcance, votará por candidatos neutrales,- no por cualquier clase de
neutrales.- sino por grandes neutrales que sean una garantía para el Partido y para el
país!
Esta fórmula me parece sencillamente ideal en estos momentos, por lo justa, por lo
sensata. Ella no es contraria al acuerdo, ni siquiera de transacción, sino superior al
acuerdo. Ella concluye con las suspicacias de las masas, garante la libertad de todos
dentro de la unidad de la acción y no permite que nadie se enriquezca con lo ajeno que
era el pecado capital que atribuía a la vieja fórmula acuerdista. Los grupos podrían
aportar su haber al fondo común, seguros de no servir ningún interés extraño y
contribuirán al triunfo de su partida sin dar nada de lo suyo a nadie. Con las fórmula
concluye el socorrido argumento de los derechos de las minorías decisivas, porque
nosotros, anticipadamente, con todo altruismo nos desprendemos de todo lo que nos
pudiera corresponder por nuestro derecho de mayoría más que decisiva, absolutamente
necesaria para salvar al Partido Colorado.
Y , para liquidar totalmente la cuestión, Batlle, tan fuerte en la realización de su
fórmula como en su concepción, ha lanzado una lista de candidatos sencillamente
inconstrastable por el cúmulo de méritos que reúne. Serrato, Sosa y De María son, en
efecto, un conjunto que prestigia a la agrupación que lo lanza a la lucha y que hasta
puede acrecer su caudal electoral, porque no solo arrastará a los batllistas y a un gran
número de colorados que no lo son, sino que puede llevar consigo a muchos de esos
indiferentes que pululan al margen de los partidos y que pueden formar legión.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
136
Es claro que podrá haber algunos correligionarios de los nuestros y de los que no están
en nuestras filas que por una razón particular de cualquier orden puedan tener
resistencias a votar por determinado miembro de la lista; pero lo que es indudable, es
que nadie podrá argüir con sobra de razón que sufra el menor de los principios, porque
su acción directa o indirecta triunfe cualquiera de los ciudadanos que la componen.
La fórmula de Batlle resiste pues, victoriosamente, todos los atraques que puedan
venirle de fuera de nuestras filas. Los grupos colorados, con ella, se servirán a sí
mismos con servir exclusivamente al Partido Colorado. Las listas que se hagan en
nombre de aquella, no pueden llamarse como se han llamado hasta ahora, listas de
círculo. – que es el estribillo que con más frecuencia se ha esgrimido para tratar de
desacreditarnos,- porque serán listas del verdadero Partido Colorado o sea listas
nacionales en el más alto y en el más sano concepto de la palabra!
¡Ningún colorado, pues, absolutamente ninguno, en presencia de esta fórmula y de la
lista que es su consecuencia, podría dejar de votar por su partido político sin incurrir
en el anatema, en el caso de la derrota! ¡El que quiera abstenerse ante esta fórmula
tendrá que abstenerse porque sí, sin ningún argumento valedero, sin nada que pueda
justificarlo!
Para que nosotros pudiéramos hacer una lista de nuestro gusto, una lista
exclusivamente batllista, sobretodo en estos momentos de gran expectativa nacional,
sería necesario que tuviéramos la visión clara, el convencimiento absoluto de que solos
podríamos vencer contra todos. Pero el caso, desgraciadamente no es ese todavía y
hasta que él no llegue no tendremos más remedio, dígase lo que se quiera en contra,
que hacer lista razonables que sean aceptadas sin resistencias por otra gente que no
sea la batllista...
...o por lo menos, listas cuyas probabilidades de triunfo no produzcan el malestar, la
inquietud, la violencia que forzosamente tendría que producir un triunfo totalmente
nuestro. Solo así, con este procedimiento es que podremos hacer viable y hasta imponer
el lema común dentro del Partido Colorado. De otra manera, es absolutamente
imposible, digan lo que digan los que piensen en contra de nosotros.
Y Batlle sabe que no tiene votos. Como nos lo dijo hace pocos días al platear su
fórmula, vio claro que no podía contar con los votos de nuestros adversarios de ocasión
no ya para que se votase un batllista en el segundo puesto de los candidatos al Consejo,
sino siquiera para que se votase a un amigo de él. Y si él ha visto que no puede
encontrar votos como par aquel caso relativamente simple, con mucha más razón debe
suponer que no va a encontrar votos para el candidato a la Presidencia de la
República, la cual, a pesar del desmedro que se le ha infringido- en gran parte por
nuestra obra- sigue siendo el eje de la administración...Por otra parte si Batlle
estuviera equivocado, los hechos lo demostrarían pronto. El ya lo dijo: bastaría que
nuestros adversarios de ocasión manifestaran públicamente, solemnemente, que están
Domingo Arena: Realidades y Utopías
137
dispuestos a votar por candidatos nuestros para que esta Convención reunida sobre
tablas pudiera resolver en consecuencia, en cualquier momento.
Por mi parte necesito decir que me parece una condición esencial, esencialísima para
el triunfo de la fórmula de Batlle que el candidato a la presidencia no se aun militante
de nuestras filas. El militante- y esto es claro como el agua- el más militante de
determinada fila, tiene que ser forzosamente, si hay lógica en los hechos, el más
resistido en las filas contrarias...
...Decía que la resistencia a los hombres de primera fila, a los militantes de los
partidos, es un hecho que ya cuenta con la experiencia universal. Con solo haber
seguido la política del mundo a través de los telegramas, los componentes de esta
Asamblea debieran saber democracia, enseguida que en los partidos aparece un
síntoma de división lo primero que tienen que hacer los grandes militantes es apartarse
y dejar que a los grandes puestos electivos lleguen los que se encuentran en segunda o
tercera línea, precisamente por lo que afirmamos Batlle y yo. Por otra parte, yo estoy
tan seguro de lo que digo que si fuera posible la proclamación del propio Batlle, yo
sería el primero en resistirla...
Señor Lamadrid Rodríguez- No Creo.
Señor Arena.- ¡Sí, sería el primero en resistirla, porque tengo cabeza, y los que
tenemos cabeza, por regla general sabemos lo que tenemos que hacer.(...)
Me parece, señor Presidente, que lo juicioso es, pues, ir a las elecciones próximas con
la fórmula de Batlle y con la lista propuesta por Batlle. Es la manera de presentarnos
armados de nuestras mejore armas y escudados contra todas las suspicacias y contra
todas las maledicencias. Aportaríamos a la lucha lisa y llanamente todo nuestro caudal
y no pediríamos por nuestro gran aporte más que aquello, que estrictamente nos
corresponde y que nadie nos puede discutir.(...)
Yo creo, señor Presidente, que con los expuesto habré dicho lo suficiente para
demostrar que si me he decidido por la fórmula de Batlle, lo he hecho con absoluto
conocimiento de causa. Pero todavía, para terminar, quiero hacer dos argumentos.
El primero sería un argumento, que mi ilustre amigo el doctor Otero llamaría un
argumento de autoridad. Ese argumento es la confianza que a mi me inspira todo lo
que Batlle concibe en Política.
Tengo una larga experiencia en la materia. Hace treinta y tantos años que estoy a su
lado y siempre, en los momentos difíciles, en los frecuentes días oscuros, lo he visto
orientarse con acierto superior, como si contara con verdadero sexto sentido.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
138
Muchos de mis queridos amigos que no están hoy a nuestro lado, cuando les hago estas
afirmaciones me contestan que son el fruto del fanatismo que siento por Batlle, y que
Batlle se equivoca con nosotros y hasta más que nosotros. Yo replico a esto mostrando
cuanto ha demolido, cuanto ha construido y cuanto ha realizado Batlle a través de sus
reiterados errores!
El otro argumento es el que llamaré de responsabilidad.
Sin duda alguna el momento es muy grave. La batalla que va a librar el Partido
Colorado, y a su frente el batllismo, es tal vez de las más fundamentales que se
recordarán en la historia. Sea cual fuere el resultado de esa batalla el gran responsable
va a ser Batlle!(desde la asamblea varias voces: vamos a ser todos)
Pues bien: si el gran responsable va a ser Batlle, nada más natural que se sigan sus
ideas(...)
El señor Batlle hace mucho tiempo, cuando terminaba el período caótico de nuestra
democracia, y todavía se hablaba de acuerdo partidario, me dijo alguna vez, y creo que
la dijo en la prensa: “hay que terminar con estos acuerdos chicos; hay que ir a los
acuerdos grandes, al cumplimiento de la ley, a la consagración de todos los derechos
resultantes del libre ejercicio del voto, y ese sería el gran acuerdo nacional”(36)
Esta larga cita se justifica porque nos permite ver con claridad el
apasionamiento partidario de Domingo Arena, la claridad de los planteos
políticos y la lealtad absoluta a Don Pepe. Por otro lado también nos
ilustra sobre la estructura partidaria del Partido Colorado y con los
debates fermentales que ocurrían en la Convención del Partido. En ese
lugar trascendían las grandes líneas ideológicas de los integrantes de la
cúpula, pero resulta claro que ya cerca de lo cincuenta años Domingo
Arena mantenía sus ideas sociales de tinte anarquista y que encarnaba la
redistribución social a través del estado propuesta por el batllismo, pero
que a la hora de cerrar filas sobre el proyecto de José Batlle y Ordóñez el
se convertía en el primero en apoyarlo. En 1923 continuaba el debate
pero ahora en la Cámara de Representantes, manifestándose ahora la
problemática del Presupuesto General de Gastos que ya se había
retrasado por más de dos meses. Los presupuestos debían ser sancionados
por el Parlamento antes del 30 de junio de cada año. Los retrasos y los
cambios permanentes en la administración que generaban nuevos gastos
motivó una sucesión de déficit que se solucionaban con prestamos que
comprometían la hacienda del país. A comienzos de agosto el Consejo
Nacional volvió a pedir un aplazamiento, generándose un debate en el
Domingo Arena: Realidades y Utopías
139
cual no falto la postura radical del nacionalista Mariano García Selgas
que endilga al sistema colegiado una lentitud exasperante: “(...)porque
parece que día a día aquella entidad se esfuerza en exhibir todas las
características funcionales de un organismo perezoso y tardo...Y
contrasta la lentitud y la displicencia con que aborda y resuelve las
cuestiones fundamentales de su resorte, con la actividad febril,
absorbente, con que trata asuntos nimios que no debieran distraer su
atención y su tiempo, y que provocan a menudo los comentarios risueños
dela crónica periodística”(37) En primera fila para responder los ataques
al nuevo sistema de gobierno estaba Arena, el cual los consideraba un
ataque personal al batllismo y por venir de un sector que lo había
apoyado contra los riveristas contesta inmediatamente: “(...)es cierto que
ese Poder ha demorado un poco más de lo que debía, el envío del
respectivo proyecto; pero eso no puede dar motivo para hacer un
capítulo de cargos contra el nuevo sistema de gobierno” La polémica
continúa argumentando García Selgas que esa acción no prestigiaba el
nuevo sistema, cosa que a don Domingo saca de sus casillas y le
responde: “(...)Yo creo que el señor García Selgas no habrá tenido la
intención de desprestigiar al gobierno colegiado con las palabras que ha
dicho; pero estoy seguro que los señores diputados de la bancada
riverista le habrían apoyado con verdadero entusiasmo porque les está
haciendo el caldo gordo(...)Voy a hacer una defensa del Ejecutivo
Colegiado. Yo sostengo que no es esa máquina pesada e inútil de que nos
están hablando. Es posible que debe ser perfeccionada. En la mente de
los que la concibieron, debía marchar mejor. Sería necesario que sus
ministros fueran siempre grandes ministros. Los que han concebido el
Colegiado han creído que organizaban una especie de directorio del
País, con grandes gerentes que estuvieran a cargo de los respectivos
ministerios. Es una cuestión fundamental para que esa máquina marche
como debe marchar, que haya en cada cartera una verdadera
posibilidad, una verdadera capacidad, que pueda dominar totalmente los
asuntos que están bajo su dominio...Por otra parte, en un sinnúmero de
cuestiones fundamentales esa forma de gobierno está dando todos los
resultados que de ella se esperaban. Por lo pronto, con razón o sin
razón, no hay ninguna duda que esa máquina ha conseguido despejar tal
vez para siempre todas las sospechas sobre la mala administración
nacional. Ahora ya nadie en materia de administración, es casi
perfecto...Además ya se ha palpado como allí no se trata de sólo de
ejecutar, sino que se delibera también; se ha visto que todas las
Domingo Arena: Realidades y Utopías
140
cuestiones realmente graves que se tratan, son resueltas con verdadera
suficiencia”. En sesiones posteriores el debate continúa cuando el
diputado Gabriel Terra arrima conceptos que avivan la polémica sobre la
viabilidad operativa del sistema colegiado, afirma Terra: “(...) Yo nunca
fui entusiasta del sistema colegiado. Por no votarlo renuncié a formar
parte de la Asamblea Constituyente; tuve siempre mis dudas sobre la
eficacia de ese sistema, sobre la prosperidad de ese sistema en el sentido
de la administración del país. Creí, y por eso adherí al Colegiado por la
prensa, cuando se me pidió mi opinión, que tal vez fuera una fórmula
para resolver el conflicto de nuestra organización política, de esos dos
partidos tradicionales, partidos de sentimientos antagónicos, muchas
veces de pasiones que no son, precisamente de amor, porque han sido
generadas en el campo de batalla, para los que tenían delante de sí el
problema fundamental de la democracia, que es el problema de la
rotación de los partidos políticos en el poder. Creí, que reunir en un
gobierno a las primeras personalidades de los dos partidos podría dar
lugar a tolerancias que resolvieran nuestro principal problema de
futuro; pero en materia administrativa, jamás creí que fuera un sistema
conveniente y la prueba la tenemos. Como lo hace notar Le Bon en la
psicología de las muchedumbres, el nivel medio de las mentalidades
colectivas es inferior a la suma de las mentalidades individuales”
Domingo Arena: Realidades y Utopías
141
Capitulo 8
Los recuerdos de Arena: el último reportaje.
El 16 de junio de 1936 a tres años de su muerte, don Domingo concedió
un reportaje a Lorenzo Batlle Berres como colaboración a los festejos del
cincuentenario de “El Día”. Luego de la muerte de Batlle y de muchos
acontecimientos nacionales y mundiales, la gran crisis económica
mundial, los fascismos, y la crisis política en nuestro país, Don Domingo
se encuentra en su quinta, con sus frutales, su perro León y sus recuerdos.
Ahora los traemos de la mano de este reportaje que nos dará la ultima
imagen del colaborador y amigo de Don Pepe. El fluir de los recuerdos
de Arena se convierte en el resumen de buena parte de la historia de los
inicios del periodismo escrito en nuestro país:
“...Cansado de fundirle negocios a mi pobre padre, pensé un día venirme
a Montevideo, decidido a estudiar(1889). Coincidiendo con esta firme
determinación mía, el gobierno dictó una ley, según la cual todo
estudiante que hubiese cursado hasta séptimo año de instrucción
primaria podía ingresar en la Universidad. Yo, aún cuando había ido
poco a la escuela, pues lo que más sabía me lo había enseñado el cura
del pueblo, decidí, sin embargo acogerme a la salvadora ley, y para
conseguirlo le eché el ojo a un viejo y buen maestro que había en
Tacuarembó. De inmediato me di a cultivarlo, abrumándolo con
atenciones y regalos, pues proveyéndome de botines en la zapatería de
mi padre, calcé gratis al maestro, a su mujer e hijos, con tal
prodigalidad que, a los pocos meses, partía yo para Montevideo dueño
del certificado salvador!...
Fue entonces que conocí a Carlos Travieso, por cuyo intermedio me hice
amigo de Santa Ana. Con frecuencia iba, pues, a la imprenta a visitarlos,
que entonces estaba instalada en la Plaza Independencia más o menos a
la altura de donde es hoy lo de Zito. Mis recuerdos de esa época son
algo vagos. Los evoco como a través de una niebla. El Día ocupaba un
local largo y oscuro. Entrando, a la derecha, estaba la redacción con
tres o cuatro mesas en las que se escribía...A la izquier5da trabajaban
los tipógrafos y allá, al fondo, se veía a don Fermín Silveyra, el
administrador.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
142
Travieso me animaba con calor para que me iniciase escribiendo, pero
yo me resistía enérgicamente, pues estaba seguro de no tener
condiciones para ello(...)
Sin embargo tanto insistió Travieso que un día hice una croniquilla de
teatro que no me salió del todo mal y luego escribí sobre un crimen que
vi cometer en la esquina de la casa en que entonces yo vivía.
Recuerdo que era una cónica larga, abundante en detalles y que les
gustó mucho a Travieso y a Santa Ana. Pero allí quedaron en absoluto
suspendidas mis funciones periodísticas. Continué con mis visitas
bastante asiduas, pero para marcharme luego, dedicado de firme al
estudio...”
Esta primera etapa de Arena, de forma casi imperceptible se va
vinculando al diario y a Batlle y a su equipo. Años duros, veinteañeros,
de estudio y la fortuna tan esquiva normalmente comienza a sonreírle
cuando a raíz de una huelga se divide la empresa y Batlle se queda solo
con Travieso y Santa Ana. “...Yo continuaba mis visitas esporádicas,
pero ya nadie me hablaba de entrar al diario, hasta que un día los
redactores le hicieron una huelga a Batlle, yéndose con Arturo Brizuela,
que era propietario de La Tarde. Don Pepe se quedó solo, sin más que
Travieso y santa Ana en la redacción, pero consiguieron de inmediato el
concurso de Fernández y Medina, secretario entonces de El Bien.
Travieso acordándose de mis croniquillas, me mandó buscar enseguida,
accediendo yo entonces a ayudarlos. Me inicié arreglando algunos
sueltos; a veces me mandaban en busca de noticias. La imprenta en la
mudanza, había tomado una fisonomía distinta. En la redacción, las
cuatro o cinco mesitas habían sido sustituídas por una grandota, muy
larga donde escribíamos todos. Después había un escritorio chico y por
último el de don Pepe, de muebles inverosímiles, pues eran unos
presuntuosos sillones de extraños tapices, destartalados, en los que se
iban amontonando el polvo de los años.(...)El personal se pagaba mal y
cuando se podía. Los más modestos de los empleados tenían fuertes
créditos en la casa.(...) Hacíamos intensa vida bohemia. El primer
problema de la redacción era el desayuno, pues no teníamos seguro más
que el mate amargo. Cuando podíamos se mandaba por café a lo Marini,
que estaba en la esquina. El café lo proporcionaba Marella. Pepe Ríos
Silva, un gran cronista policial, agregó el medio pan francés untado con
manteca y espolvoreado con azúcar, que nos salía a un vintén por
cabeza.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
143
Los cigarros los costeaba, algo inconscientemente, don Pepe, que era
gran fumador entonces...Llegaba Batlle..,ponía un atado arriba de la
mesa y se distraía con cualquier motivo que aprovechábamos para
fumárselos...el un poco extrañado de haber fumado tanto, mandaba a
buscar otra cajilla. Tomábamos también, caña con tangerina, que
resultaba riquísima pero apenas nos daban como para llenar un dedal
con un vintén. En los raros días de abundancia o cuando aparecía algún
voluntario generoso, nos embuchábamos en el almacén de la esquina con
un chorizo con huevo(...)don Pepe, fue para mí, durante mucho tiempo,
algo así como un personaje misterioso, No misterioso, simbólico. Me
producía una impresión extraña, que no acertaba a definir bien y eso me
inspiraba gran respeto.(...)Ya más en contacto con él, la levita había
desaparecido; era entonces el hombre de trabajo que usaba un jacket
amplio, desabotonado y que en los días de frío se envolvía en un gran
sobretodo que le llegaba hasta los pies(...) Batlle era un artista del suelto
corto. Por regla genral cuando iniciaba sus famosoas polémicas, lo
hacía en forma enérgica, pero sin recurrir a la violencia. Trabada la
discusión sentía la necesidad de superar al adversario(...)Batlle tenía
dos as`pectos, como escritor bien definidos: cuando escribía en frío
cuetiones doctrinarias, resultaba extraordinariamente lento. Ponía
grandes intervalos entre palabra y palabra(...)pero cuando lo
aguijoneaba la pasión o lo apremiaba el tiempo se tranformaba. Uno de
los que llegó a engrosar el personal de redactores fue Héctor Volo.
Cuando apareció en El Día venía de Italia, su país natal, donde se decía
que llevó una agitada vida de conspirador...Como buen carbonario
resultaba Volo un hombre desconfiado. Tenía siempre un aire de
misterio, sobretodo gracias a sus inseparables gafas negras., por regla
gemneral hablaba despacio y en cuanto llegaba Batlle se iba a
cuchichear con él(...)Llegó Roberto de las Carreras, alto, elegante, muy
fino, vestido a lo poeta, con traje claro, corbata grande de moño y gacho
de anchas alas. Después llegó Figari, el glorioso pintor, de un tesón
extraordinario; se convirtió en gran compañero nuestro. En forma
comunicativa nos embarcó a todos en la defensa del caso Almeida(*)(...)
Tuvimos también en El Día a samuel Blixen, que desde el punto de vista
de la crónica literaria, fue uno de los tres portentos que pasaron por el
diario: Bernárdez, Lasso de la Vega y Blixen. Era samuel de una
fecundidad despampanante. Llegaba siempre tarde y apurado. Se
sentaba lo más lejos posible de nosotros y comenzaba a escribir con su
letra menuda, sin levantar la pluma jamás, sin una enmendadura, y
Domingo Arena: Realidades y Utopías
144
,cuando quería acordar, estaba la crónica de una columna siempre
conceptuosa y brillante. Lasso era el periodista que abarcaba las formas
periodísticas más diversas. El más fecundo. Servía lo mismo para
contestar un suelto político que para una cuestión personal, y cuando
nos faltaba tema hacía en un periquete, uno de sus famosos
salpicones.(...)Fueron mis primeras crónicas las que me aproximaron a
don Pepe. Una sobre romerías españolas que se realizaban en el campo
Eúskaro que a él le gustó mucho(37).
En forma contemporánea a la entrevista mencionada anteriormente,
Domingo Arena publica un artículo el 16 de junio de 1936 sobre su
relación con Batlle como director del diario y todo el entusiasmo del
equipo para lograr que fuese una gran empresa:
“Sería abocarse a la realidad de una manera imperfecta, si se
considerase a Batlle como un director de diario corriente. El fue mucho
más que eso desde el principio hasta el fin. Fue el creador, el sostenedor,
el propulsor de su diario en todos sus aspectos haciendo imperar su
voluntad en la administración, en los talleres, hasta en la venta.(...)Al
lector, decía, hay que darle noticias y no papel impreso con
affiches.(...)Le daba gran importancia a la corrección. Creía que los
errores y sobre todos las trasposiciones desacreditaban y luchaba
encarnizadamente por remediar el mal. Viendo que las advertencias
reiteradas no surtían efecto, recurrió al sistema de las multas. El que se
equivocaba, fuese corrector o cajista, la pagaba de acuerdo a una tarifa
de centésimos cuidadosamente escalonada en beneficio del fiscal. La
medida levantó resistencias porque a veces resultaba pesada, pero la
mantuvo inflexible durante mucho, alegando que no había nada mejor
que tocar el bolsillo para avivar la atención(...)Su afanosa persecución
de los errores me contó a mí mismo veinte pesos. Me llamó por teléfono
para decirme:
- En su artículo de ayer, que sin duda usted mismo ha corregido
apareció tres veces respecto por respeto.
- No puede ser!, le contesté indignado.
- Tan puede ser que si quiere, le apuesto veinte pesos.
- ¡aceptado!, le contesté, pasando de la indignación al alborozo
pareciéndome imposible que por tres veces se hubiese repetido el
disparate.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
145
Desgraciadamente se repitió y Barrandeguy tuvo que entregarle el
importe de la apuesta cargándola a mi cuenta...”(38)
El final de las Utopías
En los diez años que median entre la muerte de don José Batlle y
Ordóñez y la muerte de don Domingo Arena, una serie de hechos
nacionales e internacionales, y el fallecimiento de grandes figuras de
varios sectores políticos, marcan en forma imperceptible para la sociedad
que vivía esos años el inicio del fin de un sueño. Un sueño de
solidaridad, de participación y de modernización ideológica de la
sociedad que todos esos hombres forjaron con grandes dificultades pero
con gran entusiasmo republicano, dejando instrumentos que no siempre
fueron utilizados con profesionalidad y desinterés personal.
Con la crisis económica mundial, que formalmente se la vincula en su
origen con la quiebra de la Bolsa de Valores de Nueva York en octubre
de 1929, las economías latinoamericanas sufrieron los efectos de una
manera contundente: Caída de los precios de las materias primas, menor
movimiento exportador, baja de inversiones, un proteccionismo salvaje
que virtualmente cerró el comercio internacional. Nuestro país,
históricamente, nunca pudo marcar precios, incidir en mercado y mucho
menos financiar la logística del comercio. El Censo Industrial de 1930
daba unos 30.000 desocupados y que la caída del salario colocaba al país
en una gran crisis. Para 1933 los desocupados había crecido en 10.000
desocupados más y los mecanismos clásicos para abatirla, o sea el
aumento de las obras públicas no daban resultado. Se bajó las horas de
trabajo en el comercio, se limita la inmigración y los obreros tratan de
unificar sus organismos sindicales, sin embargo se fundan otras
asociaciones: En 1929 se fundó la CGT de tendencia comunista, que se
suma a las ya existentes de origen anarquista FORU y USU. Los patrones
no se quedaron atrás y fundan bajo el paraguas de Federación Rural el
Comité de Vigilancia Económica. Este sector se convirtió en un poderoso
sector de presión cuyo objetivo era eliminar las tendencias socializantes
del Poder Ejecutivo(colegiado batllista) y a favor de eliminar la
demagogia económica y social. La cohesión del Partido Colorado se
estaba fisurando a pasos agigantados, tanto en el aspecto ideológico
como en el funcionamiento de cuerpo. A esto se suma la muerte de Batlle
en Octubre de 1929. Inmediatamente se originan dos grandes sectores en
torno a personas y no a ideas: la mayoritaria que postula a Gabriel Terra
Domingo Arena: Realidades y Utopías
146
y la minoritaria que postula a Federico Fleurquin con el apoyo de la
familia Batlle y el diario El Día.
“...en los años previos a 1933 el modelo batllista en su conjunto volvió a
ser puesto en el banquillo de los acusados. Se trató de un cuestionamiento
radicalmente totalizador de la experiencia reformista, involucrándose en
esa requisitoria aspectos tales como la cosmovisión y aun el modelo de
racionalidad política que había presidido el período de transformaciones.
Esta índole radical y global de la condena antirreformista coincidía con el
retorno a posiciones hegemónicas(...)de elementos afiliados a la tesis del
conservadorismo radical...”
Triunfador, el Dr. Gabriel Terra, al asumir su cargo comienza a marcar la
cancha, se niega a asistir a las reuniones de la Agrupación Colorada de
Gobierno argumentando la misma postura del Dr. Viera: la postura del
partido no debe incidir en la actuación pública, desconoce el peso del
batllismo y cómo eso le permitió llegar al poder. Forma un grupo hostil
al batllismo, leáse los hijos de Batlle, sin embargo el batllismo tenía la
mayoría en el Consejo Nacional de Administración, desde donde
comienzan a cuestionar la actuación presidencial. Sin olvidarnos que el
Uruguay, que conmemoraba su centenario de la independencia, era
optimista de la mano de la democratización política, de los progresos
materiales y las hazañas deportivas, los factores internos y externos que
mencionamos anteriormente precipitan el final de este sentimiento y nos
enfrentan a las realidades del común latinoamericano. El gran desarrollo
cultural se manifestaba por el prestigio de nuestros escritores, en la
alfabetización del país que se trasladaba al sistema político. La
concreción batllista llevaba a sostener “¡cómo el Uruguay no hay!, sin
embargo el final de las utopías va de la mano del tiempo. Muere Batlle y
también muere por la acción natural de la vida su equipo de
colaboradores, Brum, Arena, Figari y muchos otros que oponiéndose al
modelo no crearon una alternativa. En una suerte de inercia el modelo
continuó como una burbuja hasta que se rompe en la década del sesenta
con el violentismo social que llevó a enfrentamientos cuyas heridas aún
se mantienen.38
38 Biblioteca “Batlle”Escritos y discursos del Dr. Domingo Arena sobre el señor Jose
Batlle y Ordóñez. Montevideo 1942.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
147
Muere el equipo, muere el proyecto.
El batllismo fue producto de una época en crisis social, fue expresión de
capas sociales desesperadas, ubicadas ya en un tiempo y espacio pasado
de la economía y de la política; de la filosofía y de la teología;
debatiéndose entre la antigua pugna de la razón utópica versus la razón
instrumental. El equipo batllista con Domingo Arena a la cabeza
concibieron la utopía como fuerza de la transformación de la realidad,
aparece como auténtica voluntad innovadora y base de toda renovación
social, representaron una corrección de una situación político-social
existente con miras a un cambio estructural. Proyecto o ideal de un
mundo justo a partir de la construcción de la realidad presente, con el
estado redistributivo, y la justicia social, para alcanzar estos objetivos la
utopía representa un modo específico de conocer la realidad mediante un
modelo ideal de futuro, constituyéndose en el sueño de la verdadera
justiciasocial.
Siempre la humanidad se ha sentido impulsada por anhelos de progreso,
mejoramiento y perfección, alcanzando tan ilimitado punto sus
aspiraciones, que se han confundido con lo imposible, desconocido e
insospechable. La utopía: para el batllismo significó la construcción de
un país modelo, con la justicia y la soberanía legitimada por el Estado,
con la perspectiva de un proceso histórico renovador, dentro de una
humanización capaz de darle cauce a un desarrollo sostenido a medida
del hombre en cuanto proyecto factible de utopía concreta, donde teoría y
praxis se apuntalen, unifiquen o confundan a partir del principio de
esperanza. Con la muerte del equipo por causas naturales de tiempo y
biología, su memoria se mantuvo por años y se mantuvo viva también la
utopía de un país mejor. Sin embargo, la muerte de la esperanza derroto
lautopía.
La patria distinta, soñada y articulada en el Uruguay batllista hizo menos
increíble toda utopía, se convirtió en una realidad.
Don Domingo Arena, es recordado por una Escuela Técnica del CETP
donde fuera su casa-quinta, un camino que lleva su nombre, hoy
dominado por malvivientes, y por la enseñanza que ha dejado a las
nuevas generaciones de un Partido Colorado deprimido. La cúpula
debería recordar que sin la gente un Partido no tiene sentido. El sistema
político uruguayo se sostuvo en el contacto directo entre los lideres y su
Domingo Arena: Realidades y Utopías
148
pueblo. En el Siglo XXI se mantienen esas características que dieron al
Uruguay las más altas calificaciones de civismo y democracia.
Domingo Arena: Realidades y Utopías
149
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