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lunes, 10 de octubre de 2016

El batllismo, tan lejos y tan cerca.


El batllismo después de señalar la existencia de una gama infinita de posturas económicas entre los sectores empresariales y el universo laboral, apoyó su acción más en el sentido moral de los hombres que en su posición económica. No hace, por lo tanto ninguna exclusión a determinado grupo o clase social. El batllismo convoca a todos aquellos ciudadanos que amen y valoren la libertad y la justicia para alcanzar una justa distribución social. Por lo tanto el marco de acción del batllismo es la democracia. Sostenía don Pepe: “ Los procedimientos revolucionarios están buenos para los gobiernos absolutos que niegan todas las libertades. En las repúblicas los obreros tiene el voto que es la fuerza que fácilmente puede realizar sin una gota de sangre sus más altas aspiraciones. El batllismo es reformista, una reforma prepara la siguiente de una manera gradual para lograr transformaciones sin causar un desequilibrio social. El objetivo final es el traslado hacia la sociedad de los medios de riqueza, respetando la libertad de trabajo y el derecho de propiedad privada producto del esfuerzo y el trabajo- El Estado para el batllismo no es otra cosa que la sociedad organizada. El batllismo fue perdiendo sobre fines de los años 50 su capacidad de propuesta de modernización, sumado al proceso nacionalista de desbatllistizar la política mediante la economía en un proceso muy caótico. Se debe sumar además el radicalismo de izquierda y el inicio de la guerrilla. El problema del batllismo actual y que podemos rastrearlo desde fines de los años 50 son los bloqueos, las trancas, las divisiones y la soberbia de algunos referentes. A comienzos del siglo XX el batllismo fue integrador, a comienzos del siglo XXI fue retórico, alejado de la gente, soberbio y cercano a posturas de derecha conservadora. No es de extrañar, entonces, que su caudal electoral este en los guarismos actuales.
La ideología que primaba a comienzos del siglo XX era naturalmente la que traían los italianos o gallegos, o los hombres de tantas nacionalidades , que conformaban la mayoría de los operarios de los pequeños y medianos talleres novecentistas, motor de los avances hechos hasta el momento en ese campo en los centros industriales de la vieja Europa: el anarquismo.  “Sostenía Batlle que su verdadera vocación no había sido la política. Lo que ansiaba cuando empezó a sentirse hombre era una gran ilustración: hacerse en lo posible un sabio. Si no se hubiese entregado a la filosofía, se habría engolfado en el estudio de los astros”(Domingo Arena, 1926). En 1886 funda El Día, siempre como opositor, lo que le significa cárcel, asilo en una embajada, emigra una vez más a Buenos Aires. En 1889 funda por segunda vez El Día, ahora para apoyar la candidatura de Julio Herrera y Obes. En 1891 fue diputado por el departamento de Salto y en 1898 alcanza el Senado, ahora por Montevideo. Este cuerpo lo designa su presidente y en ese carácter actúa como presidente interino de la República en 1899.
Durante los años posteriores a la revolución de Aparicio Saravia en 1897, en que el país estaba gobernado desde Montevideo y desde la estancia El Cordobés, donde vivía el caudillo blanco, José Batlle propugnó la unidad del partido y defendió la tesis del gobierno partidario. El manifiesto del Partido Colorado de 1901 es de su redacción, y será reelecto presidente del Senado.
Las ideas de Batlle habían sido incorporadas al programa de su partido, “hasta ser la orientación primordial y característica del batllismo” (Guidici y Gonzalez Conzi). Una generación de hombres salidos de las filas de las clases medias, intelectuales, profesionales e industriales, creen en sus ideas. El inmediato éxito de los monopolios de la electricidad, portuario y bancario prestigia la política de nacionalizaciones.
Hizo más, transformó al Uruguay, aumentando las posibilidades de las clases medias, protegiendo a los trabajadores y evitando parcialmente el drenaje al extranjero de sus riquezas.( Carlos m. Rama. Batlle: la conciencia social. En Enciclopedia Uruguaya Número 34, Arca, junio 1968)
En tiempos de derrota y luego de la destrucción del Partido Colorado como consecuencia de la Crisis económica del año 2002 y con el advenimiento como mayorías partidarias de un sector neoconservador de base tecnocrática y lejano del batllismo, esta ideología no ha podido trascender ni en las ideas ni en la acción. En realidad desde el año 2005 (…)” Las políticas económicas implementadas desde 2005 en Uruguay no modificaron, sino más bien continuaron y profundizaron, el régimen de acumulación forjado durante el período neoliberal, orientado a dinamizar el crecimiento económico en base a la inversión extranjera directa (IED). En particular no se modificó la orientación general de las políticas macroeconómicas ni se sustituyó el andamiaje legislativo neoliberal. Las principales diferencias con respecto a gestiones anteriores se han relacionado con el énfasis en la reducción del desempleo y con una gestión del endeudamiento externo que buscó su reducción con respecto al PBI y su reestructuración en el mediano y largo plazo. En el andamiaje jurídico utilizado para la promoción de este modelo de desarrollo encontramos otra de las continuidades: en este período no se eliminó ninguna de las leyes señeras del período neoliberal sino que incluso se han promovido nuevas leyes que sostienen el régimen de acumulación. Algunas de las principales leyes que provienen del período anterior son la Ley Forestal (1987), la Ley de Zonas Francas (1987), la Ley de Puertos (1992),  la Ley de Promoción y Protección de Inversiones (1998), La Ley de Marco Regulatorio de la Energía (1997) y La Ley de Seguridad Social (AFAPS) (1995). Por otra parte, las nuevas leyes que se han introducido en este período son: la ley que redujo el impuesto a las ganancias (con la reforma tributaria de 2007), la Ley de Participación Público Privada, la Ley de Puerto de Aguas Profundas para Rocha y la ley de minería. La ruptura más significativa con el neoliberalismo la encontramos en el modo de regulación social: derechos sociales y políticas públicas compensatorias. En este plano podemos encontrar la reinstalación de los consejos de salario –con un nuevo marco para la negociación colectiva- y leyes como la de trabajo doméstico, la ley de ocho horas del trabajo rural y la reciente Ley de Responsabilidad Penal Empresarial (http://www.zur.org.uy). El batllismo surge desde el Estado, esto porque nace desde el Partido Colorado, siendo éste un partido que gobernaba hacía más de cuatro décadas y siguió haciéndolo durante el periodo denominado batllista, “(. . . ) el batllismo (. . . ) nació “en la cuna de oro” del Estado, (...)” (CAETANO, 2011, p. 24), Ya el FA, surge de la conformación de otros partidos políticos que se agruparon bajo un lema común. Al momento de su fundación el Frente Amplio reunió a distintas fuerzas políticas, tanto fueran partidos preexistentes (Socialista, Comunista, Demócrata Cristiano, POR), como sectores progresistas provenientes de los partidos Colorado y Blanco (tal es el caso de los movimientos liderados por los entonces Senadores y ex Ministros Zelmar Michelini y Alba Roballo del Partido Colorado y Francisco Rodríguez Camusso del Partido Blanco) y ciudadanos no sectorizados (entre ellos el Gral. Líber Seregni, quien luego sería su primer Presidente y candidato presidencial). (Disponible en: http://www.frenteamplio.org.uy/frenteamplio/historia, acceso en 10/11/2014). El rol estratégico de las empresas públicas se manejó con la misma preocupación por parte de los modelos batllista y frentista. No entro acá en los errores de gestión y de sospechas de corrupción en la justicia. (...) la modernización batllista supuso una notable alteración de la pauta liberal predominante en la modernización del siglo XIX. El intervencionismo se expandió bajo la modalidad estatista: el Estado montó un conjunto de empresas públicas que controlaron sectores clave de la economía nacional (transportes, crédito, seguros, electricidad, agua y gas). (YAFFÉ, 2001, p. 6) Pues bien, el FA propone en sus programas de gobierno la continuidad de las empresas estatales, incluso ataca a los anteriores gobiernos por el intento de privatización de las empresas públicas. “(...) necesitamos recuperar para el Estado el control de las áreas estratégicas, de modo de transformarlo en una herramienta a favor de los intereses nacionales.” (Grandes lineamientos programáticos para el gobierno 2005-2009, 2003, p. 1) También atacan el intento de desarticular a los trabajadores y la pérdida de los derechos que estos conquistaron históricamente, proponiendo volver a cumplir con ellos, proponiendo, incluso la restauración de los Consejos de Salarios. Con este aspecto, el FA avanzó en la discusión un poco más que el batllismo, ya que regula el mercado salarial. Este ítem es en el único que tanto el batllismo como el FA desobedecen al sistema liberal o neoliberal. Es el único en el cual la modernidad no penetra, pero de todas formas, el Estado es puesto al servicio del “progreso” o del “desarrollo”, dependiendo de la época la palabra utilizada. En fin, el batllismo solo puede estar en el Partido Colorado. Los principios batllistas y sus utopías el electorado lo busca en varias tiendas. El retorno del batllismo pasa por hacer batllismo. Ni más ni menos.
Ver:
 LA IDEOLOGÍA BATLLISTA EN EL FRENTE AMPLIO Mariana Elizabeth Fernández Presa.
Reflexiones del Batllismo. Artículo de Manuel Flores Silva.
Estudios de Historia Conceptual. Raquel García Bouzas.


jueves, 22 de septiembre de 2016

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Partido Colorado: 180 años. Por el Dr. Enrique E. Tarigo.


“Un 19 de setiembre de 1936 nacieron las divisas de los Partidos tradicionales en los campos de Carpintería. Blanca la de Oribe, colorada, desgarrada del revés de los ponchos, la de Don Frutos Rivera. De este modo comenzaba el Dr. Enrique Tarigo un artículo publicado en el vespertino El Diario el viernes 19 de setiembre de 1986. El Partido Colorado, sigue el Dr. Tarigo, como lo dijera de manera estupenda en el Senado un mes atrás el senador don Carlos W. Cigliutti, no tiene una fecha precisa de nacimiento-como tampoco ha tenido, para la Historia, su ilustre fundador- puesto que fue naciendo en los campamentos artiguistas y en los fogones criollos al calor de las primeras e imprecisas reflexiones sobre la patria y su destino. Pero puestos a elegir, esta fecha de la batalla de Carpintería y ese gesto de desgarrar los ponchos para con un trozo de bayeta hacer la vincha que ha de anudarse alrededor de la frente para distinguirse del adversario, adquiere la simbología fundacional de este Partido que nació a caballo en las horas augurales de la República. Conmemoramos en Durazno la fundación del Partido Colorado. De este Partido que reconoce con respeto y con admiración, a don Frutos Rivera como su fundador. Ese don Frutos que, después de la Guerra Grande, después de superadas sus desinteligencias con los hombres de la Defensa, después de quince años de luchas, de dolor y de luto, cuando llegan a su fin el exilio y la prisión de don Frutos en el Janeiro, cuando el Partido Colorado parece hallarse en camino a su extinción, acepta, de plano y sin hesitación, el convite de Melchor Pacheco y Obes: “Lo que nos aseguraría verdaderamente sería la reorganización del Partido Colorado, como yo lo entiendo, como solo podrá ser conveniente para el Partido y para el país…” conformes todos “ en que Ud. Venga al seno del Partido Colorado para tomar parte en la dirección de los trabajos que él debe iniciar y darle con el apoyo de su influencia la posibilidad de ser útil y no perderse como partido…”
Otros tiempos, duros y difíciles como aquellos primeros veinte años de la República vendrán después para el país. La tiranía santista encontrará en la juventud, en la valentía y en el talento de otra de las figuras inmensas del Partido Colorado, la oposición cerrada y tenaz que la combatirá con las armas en la mano y sin suerte en el combate, en los campos del Quebracho, cincuenta años más tarde. Y otra vez, como luego de la Guerra Grande el Partido Colorado resurgirá de lo que en ese momento pareció su ocaso., para, al impulso formidable de  don José Batlle y Ordóñez reorganizarse y revitalizarse, para dejar, porque los tiempos y las exigencias eran otras, de ser un partido de elites y, a través de los clubes seccionales y de las convenciones, ir forjando su perfil de partido popular, de partido de masas. Y abatida la tiranía, sofocada la última de la revoluciones, consolidada definitivamente la paz, vendrán los maravillosos años de forja en los que el Uruguay se pondrá al acompás de lso pueblos civilizados del mundo y en muchos aspectos servirá de lección y de ejemplo, al sumarle a la pasión libertaria que fue siempre sustancia indestructible, una visión avancista del papel del Estado y una concepción solidarista de la sociedad.
Y hoy, en este año en que se cumplen los ciento ochenta años de Carpintería y del nacimiento de la divisa colorada, en este año en también se conmemor el aniversario  de la batalla perdida del Quebracho  el mismo año en que se había fundado El Día que fuera para Batlle una de sus más preciosas herramientas para construir infatigablemente, lo que en su tiempo dio en llamarse el Uruguay moderno, los colorados hacemos una pausa en nuestros quehaceres para evocar, con emoción, con recogimiento esta trayectoria. Puesta, invariablemente, al servicio de la República y a la que la República tanto le debe. Para meditar sobre ese superior legado histórico y sobre este presente complejo y difícil, a la salida de una dictadura militar que nos dejó como legado tantos infortunios y tantas desventuras. Para tantos infortunios y tantas desventuras. Para pensar que, apenas un año y medio de  recuperada la libertad y la democracia- recuperación en la que el Partido Colorado tuvo, como tantas otras veces, un papel decididor- La república recompone, paso a paso pero con firmeza y con seguridad, su convivencia social y política, su economía. La fe en su destino y en su porvenir.

A ciento cincuenta (ochenta) años de Carpintería y a modo de resumen apretado, solo atinamos a gritar con la voz del corazón: ¡Viva don Frutos Rivera! ¡Viva Batlle! ¡Viva el Partido Colorado! ¡Viva la República!( Tarigo, E. A 150 años del nacimiento de la divisa y el Partido. La Mañana y El diario, suplemento, pág. 2. Viernes 19 de setiembre de 1986)

sábado, 3 de septiembre de 2016

El batllismo y el Estado. Usina de oportunidades.




El 26 de junio de 1948, en Salto, Luis Batlle Berres defendía el dirigismo económico y el desarrollo estratégico del Estado. “ La economía dirigida no es sino economía ordenada y en beneficio de la sociedad; no se intenta con ello destruir el principio de la libertad de comerciar para sustituirlo por  el – Estado comerciante-. Sino que es, frente a las circunstancias presentes, necesidad de reglar y dirigir la economía en beneficio de la sociedad. Esto no se ha querido comprender y se prefiere, por algunos, la libertad, sin advertir que la libertad es el desborde de los precios y una marcha rápida hacia el desorden. Si no existiera la Ancap y en nuestro país se vendiera la nafta y el keroseno y el gasoil a los precios que se cotizan en el mercado internacional…nuestro pueblo estaría pagando 18 millones de pesos más de lo que paga en la actualidad… la desaparición de las empresa del Estado podría aparejar la presencia de consorcios internacionales para dirigir nuestra industria que es nuestra y que debemos defender… somos el único país del mundo que tenemos el monopolio de los teléfonos y el monopolio del petróleo por el Estado y esto lo hemos conquistado sin tirar un solo tiro y sin realizar ninguna clase de despojo” Lo cierto es que durante el primer batllismo el incremento poblacional, el avance de los medios de comunicación y la consolidación del mercado interno permitieron el desarrollo de nuevas actividades productivas mayoritariamente urbanas. El batllismo, ya como proyecto a largo plazo, se convirtió en una síntesis política de diversos sectores sociales. La legislación laboral fue determinante para conciliar las diferentes clases sociales, desde el proletariado industrial naciente, el desplazamiento de la mano de obra rural y  además se sumaba el interés del capitalista industrial que necesitaba orden, estabilidad y legalidad. El proyecto reformista incluyó un fuerte dirigismo que durante el neobatllismo logró un gran impulso al nivel de vida. El rol estratégico de las empresas públicas era y es para el batllismo la búsqueda de nivelación destinada a favorecer una distribución más igualitaria de los ingresos: “apresurarse a ser justos es luchar por el orden y asegurar el orden”. En ese período el PBI tuvo un fuerte crecimiento en el entorno del 7,9% anual. Aumentaron los puestos de trabajo generado por las nuevas empresas del Estado y por las industrias. Los ingresos crecientes generaron una legislación social, con un fuerte protagonismo sindical y el control de precios sobre bienes de consumo básico y sobre la vivienda. El Estado amplió el rol redistributivo ampliando infraestructura y servicios. En 1947 se nacionliza la compañía inglesa de aguas corrientes naciendo la OSE, se completó el tendido de redes eléctricas siendo la más alta de América Latina en relación  a los habitantes. Las obras publicas crearon la infraestructura vial imprescindible con infinidad de puentes y caminos lo que permitió un explosivo crecimiento del transporte carretero. En el editorial de Reflexiones del batllismo, en febrero de 1986, concluíamos con Claudio Rama: “ El Partido y el Gobierno son instituciones con fines y objetivos distintos. Solo las dictadura los partidos y los gobiernos son lo mismo. Cuando el partido dirige el gobierno, o viceversa cuando el gobierno maneja la partido se está violando la base del sistema político.(…) El partido debe ser la fuente generadora de nuevas ideas, debe movilizar a la ciudadanía en la organización de un amplio tejido social, debe buscar promover los líderes sociales, debe facilitar el dialogo entre el pueblo y el Estado. Pero por sobre todas las cosas debe alimentar  un sistema de ideas, debe ser el instrumento de la lucha ideológica en el seno de la sociedad civil”.  Como siempre sostuvo el batllismo, el Estado, sus empresas y el principio de voluntad reformista sobre la base de que “el orden social vigente conlleva injusticias y que debe ser profundamente transformado” que debe “garantizarse una efectiva igualdad de oportunidades en el punto de partida para que cada uno desarrolle libremente sus capacidades sin ventajas ni privilegios heredados” Entonces el discurso batllista perdido en una serie de divagues tecnocráticos, con soberbia y distancia de la gente y siendo un minoría dentro del Partido Colorado y en el sistema electoral debe volver a jerarquizar al Estado. Si, jerarquizar al Estado, a sus empresas, a sus funcionarios para “ejecutar un proyecto solidario, orientando de acuerdo con una propuesta deliberada los distintos sectores de la actividad, no para sofocar a la iniciativa privada, cuyo dinamismo la hace indispensable para el desarrollo, pero sí para informarla, orientarla ajustando su actuación al interés general” Este fue y debe ser el debate batllista.

sábado, 20 de agosto de 2016

El batllismo y el Estado: El crecimiento desde lo social.


A lo largo de las décadas del 30 y del 40 se debatía intensamente dentro del Partido Colorado. Sea a favor o en contra del Golpe de Estado del Dr. Gabriel Terra o los alcances estratégicos de las empresas públicas o el rol del Estado. Era un momento en el que se integraban sin complejos técnicos especializados al Estado.  Durante el terrismo el Estado uruguayo profundizó radicalmente sus mecanismos de regulación aumentando su capacidad técnica. A partir de 1931 se establece el Contralor de Cambios, antecedente del Contralor de Exportaciones e Importaciones en 1941 con el rol estratégico de llevar adelante la promoción industrial. En 1931 se establece la ANCAP, en 1935 se realizó una profunda reestructura del BROU llevándolo al rol de Banco Central al desarrollar y perfeccionar su departamento de emisión. Tomás Berreta y el Ing. José Luis Buzzetti publican en octubre de 1946 el libro  “Esquema de un planeamiento económico y social” sostenían en su trabajo la necesidad de planificar para orientar el ritmo del progreso en aras de un mejoramiento social y “ esta planificación ha de alcanzar objetivos económicos y sociales, a través de planes industriales, agrario, de obras pública, saludo pública y vivienda, régimen monetario, fomento de la instrucción pública, nacionalización de los servicios públicos(…) La iniciativa privada debe y puede desenvolverse paralelamente a esta planificación” Posteriormente bajo la conducción del neobatllismo desde el Poder Ejecutivo a través de su ministro de Economía, Nilo Berchesi se desarrolló un complejo sistema de planificación integrado por distintos organismos: 1) Consejo de la Economía Nacional previsto desde la Constitución de 1934. 2) Oficina Nacional de Planificación como órgano asesor del Poder Ejecutivo. 3) Comisiones de Planificación.  En este momento comienza a diluirse la estrecha relación entre los técnicos y los políticos. Y en definitiva comienza a debilitarse la capacidad técnica del Estado.
Históricamente el rol del Estado era y es el suporte ideológico del batllismo. El desarrollo de las capacidades del Estado se asocia con la capacidad que tiene el País y la defensa del interés nacional frente al capital extranjero. De allí viene la protección a los sectores populares frente a la deshumanización capitalista. La Instalación de numerosas empresas y servicios públicos llevaron al Estado a tener la capacidad de control de actividades estratégicas para el país: economía, finanzas, transportes, comunicaciones y energía. En un informe sobre el “capitalismo de Estado” ( The Economist 2002) se aggiorna la visión histórica del batllismo en la relación empresas estratégicas-Estado. En ese artículo hace referencia a empresas públicas o públicas controladas por el Estado. Y como conclusión afirma que de las 200 compañías más grandes del mundo, el 10% son de propiedad de diferentes Estados.
En la mayoría de las ocasiones, cuando el Estado utiliza la palabra innovación lo hace  con esquemas oxidados y anclados a comienzos del Siglo XX. Se repiten discursos que recetan soluciones para las empresas pero sin aplicarlo en el propio Estado.. O bien se reparten subvenciones y cargos sin ningún impacto significativo más que el efímero clientelismo político. Siguiendo el trabajo dirigido por el Dr. Gerardo Caetano en la obra “ la provocación del Futuro” queda claro que el Estado debe reforzar y fortalecer su capacidad de aprendizaje y cooperación entre las diferentes instituciones que lo componen, fortalecer sus mecanismos de rendición de cuentas, los procesos de contratación de funcionarios. Es en este contexto que se desarrolló en la visión del batllismo con énfasis en la modernización con eje estratégico en el Estado y las empresas públicas. El Estado es el gran protagonista del batllismo como agente económico y como regulador. Las políticas sectoriales tuvieron un rol trascendente. Se puso el eje en las políticas sociales y en los derechos de los trabajadores promoviendo el intervencionismo cuyo ejemplo más concreto fue la política de nacionalizaciones y estatizaciones. Para el siglo XXI el desafío del batllismo es ser fiel a sus principios  de que una idea genera otra  y una reforma antecede a otra buscando adelantarse a los requerimientos de la sociedad y del progreso.
Siempre se ha discutido el modelo batllista de desarrollo desarrollado entre 1911 y 1930 en el cual el debate entre la diversificación productiva, proyectada y con éxitos relativos, o  la construcción de un modelo urbano con servicios y  desarrollo fuerte del sector público.  Se puede afirmar que el modelo batllista apuntaba a tres objetivos: modernizar y diversificar la estructura de producción con énfasis en la industria y la expansión de un modelo agrícola. Se debía, entonces, desarrollar el mercado interno generando un buen entorno de bienestar social y nacionalizar la economía para reducir los riesgos de la dependencia extranjera y sus crisis y euforias cíclicas. La retención de la mayoría de los recursos del país van de la mano de que las compañías extranjeras reduzcan su accionar siendo sustituidas por empresas del Estado. Finalmente redistribuir los ingresos elevando el poder adquisitivo de la población y universalización el acceso de la población a bienes y servicios.
Desde el punto de vista económico el batllismo planteaba:
1) Modernización de la ganadería y expansión de la agricultura de forma combinada.
2) Desarrollo de la industria manufacturera nacional sustituyendo las importaciones.
3) Expansión de servicios en las finanzas, los transportes, comunicaciones, turismo, enseñanza y salud.
4) El incremento de la participación del Estado en los aspectos productivos y comerciales.
5) Reforma fiscal con el objetivo de estabilizar y aumentar la recaudación del Estado con el objetivo  de una mejor redistribución. También desconcentra la propiedad de la tierra. (georgismo)
Siguiendo a Benjamin Nahum el Estado para el primer batllismo tenía estos componentes: “La idea básica era que el Estado representaba a toda la sociedad y por encontrarse por encima de todas las clases sociales debía no solo arbitrar sus disputas, sino también impulsar su progreso mediante un crecimiento sostenido de la economía. Esa finalidad social era lo que daba derecho al Estado para -invadir- el campo de la actividad económica privada, desde que - el interés general- era superior al particular de las empresas”. El propio ministro José Serrato sostenía en 1911 que “ los monopolios constituirán un poderoso recurso fiscal a fin de que las cargas nuevas no contribuyan a hacer más desigual la distribución de la riqueza”

Entre 1920  y1921 el Uruguay enfrentó la fuerte caída de los precios internacionales y en especial el de la lana, cae la faena en los mataderos, lo que originó desocupación y perdidas salariales, pero entre 1920 y 1930 se retornó al crecimiento económico lo que mostró que el modelo de desarrollo del poder del Estado asignándole un rol en el proceso económico y social era todavía viable.  Fue un proceso de reforma política pacífica, basado en el apoyo de grupos sociales interesados en contar con un gobierno eficiente y no corrupto sostenido en la modernización mediante el crecimiento económico, división del trabajo. La industrialización incipiente trajo la urbanización y esta exigió mejoras en los niveles educativos y de formación ciudadana. La consecuencia fueron nuevos actores sociales separados de la sociedad agrícola y el desarrollo político. El problema latente será la relación entre el desarrollo político y el fantasma del clientelismo y la corrupción.
Corresponde ahora hacer referencia a Francis Fukuyama en su obra “Origen y decadencia de la política” (Deusto, 2015, pág. 261) que cita a Ernest Gellner: “ Una sociedad que vive para el crecimiento tiene que pagar necesariamente un determinado precio . El precio del crecimiento es la innovación permanente. La innovación permanente a su vez, presupone una incesante movilidad ocupacional, tanto entre generaciones como en ocasiones, en el curso de una vida(…) el perfil general de una sociedad moderna es ser alfabetizada, con movilidad social, con cultura compartida, homogénea, trasmitida por la alfabetización e inculcada desde la escuela…” Ese fue el Modelo batllista de desarrollo, y debe ser el motor ideológico en el siglo XXI.


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domingo, 7 de agosto de 2016

El rol estratégico de las empresas públicas en tres enfoques de la Historia Económica.


Las empresas públicas forman parte del ser uruguayo. Han desarrollado su rol desde fines del siglo XIX y hoy por hoy  son objeto de permanente debate. En este enfoque utilizaremos tres posturas polémicas sobre su rol. Un simple aporte a un debate permanente. Tomaremos la génesis de la visión estratégica desde el la visión de José Batlle y Ordóñez, luego un trabajo de la Facultad de Ciencias Económicas bajo el enfoque de Jaime Yaffé y finalmente un fragmento de la ponencia de Magdalena Bertino sobre la reforma de las empresas públicas.
Durante el denominado primer batllismo se inició un proceso de nacionalizaciones y estatizaciones que estaba dirigido a incorporar al dominio industrial y comercial del Estado diferentes empresas de servicios públicos que deberían atender áreas de interés prioritario para el desarrollo económico del país. Lo que buscaba el batllismo era elevar la calidad de vida de la población, abatir índices negativos como la mortalidad infantil, incrementar políticas sociales de avanzada en educación, salud, legislación del trabajo buscando la armonía social en un entorno de desarrollo global en el cual el rol estratégico de las empresas públicas era innegable. El propio Batlle sostenía en 1891: “ Tenemos un país en que la luz es extranjera y privilegiada entorno a la Compañía del Gas, en que el agua se halla en las mismas condiciones en forma de Empresa de Aguas Corrientes, en que la locomoción representada por tranvías, ferrocarriles, vapores, es también extranjera, etc. ¿ a qué seguir?”
“ el costo de la protección industrial es el precio con que el país paga su engrandecimiento, acreciendo su población a base de crear trabajo” El Día, 19 de enero de 1912.
“las empresas públicas son un activo del Estado, y por tanto debe optimizarse el proceso de creación de valor, que podrá ser económico y/o social”. Dibarboure planteó una agenda de trabajo en la que “es necesario pensar las empresas públicas en el largo plazo, al servicio del desarrollo nacional y diseñar su modelo de gobernanza, a través de amplios acuerdos políticos de códigos marco de conducta”. (Subdirector de OPP, Martín Dibarboure)

“El intervencionismo económico del Estado supondría por un lado la tonificación de su rol regulador de la actividad económica general, y por otro (he aquí el énfasis fundamental del programa batllista en materia de intervencionismo), la expansión de su área de intervención directa como agente económico a través de empresas estatales monopólicas en su área de actividad específica. La apuesta firme a la instalación de empresas estatales encargadas de ciertos servicios de interés público, preferentemente en forma monopólica, fue una nota distintiva del batllismo, dando origen al Estado empresario que se articularía con la concepción e impulso del Estado asistencial. El intervencionismo económico y el social se articulaban en el modelo batllista, propugnando el desarrollo articulado de un estado empresario y  asistencial (Frega y Trochón 1991).

Al fundamentar la necesidad y pertinencia de la creación de estas empresas, el batllismo señaló diversos argumentos económicos, además de los sociales, que pueden agruparse  en cinco objetivos que van de lo concreto a lo general: abaratar los servicios prestados, mejorar su calidad, incrementar los ingresos del Estado y con ello habilitar la reducción de las cargas fiscales, reducir el “drenaje” de oro al exterior (las remesas de las ganancias de compañías extranjeras), amortiguar la dependencia e impulsar el desarrollo nacional (Nahum 1993). Como buena parte de las actividades a estatizar estaban en manos de empresas de origen europeo, el Estado, al hacerse cargo de ellas, desplazó al capital privado extranjero. En esos casos, la estatización se volvió también nacionalización (Barrán y Nahum 1983). El fortalecimiento y crecimiento del Estado, además de las motivaciones económicas y sociales señaladas, respondía también a razones estrictamente políticas en tanto consolidaba la hegemonía colorada y ampliaba los recursos disponibles para la acción política (Finch 1980).

Las empresas estatales debían cumplir el fin de sustituir a las empresas extranjeras, reduciendo la salida del oro y cortando la dependencia externa al tiempo que permitían elevar el nivel de vida de la población al brindar servicios mejores y más baratos. Pero para financiar la expansión del área estatal debía recurrirse al crédito externo que si bien generaba fuga de oro por pago de intereses, permitiría reducirla a largo plazo al ir achicando las remesas de las empresas extranjeras nacionalizadas. De allí la preocupación de Batlle y Ordoñez por el equilibrio fiscal y la fortaleza de la moneda, ya que esos elementos eran esenciales ante los potenciales acreedores. De esta forma la política de estatizaciones del batllismo estaba estrechamente ligada a su política de endeudamiento externo y ésta a su política fiscal. El endeudamiento financiaría la expansión estatal y ésta era una pieza clave para los planes de desarrollo económico y social.”( Facultad de Ciencias Económicas y de Administración Universidad de la República. EL INTERVENCIONISMO BATLLISTA: ESTATISMO Y REGULACION EN URUGUAY (1900-1930)  por Jaime Yaffé


“La prestación de servicios públicos por el Estado se inicia cuando se afirma el poder estatal en todo el territorio, a partir de la década de 1870. Se establece el primer telégrafo estatal, se regula el accionar de las empresas ferroviarias privadas y, luego de la crisis de 1890, se crea el Banco República. La incipiente compañía privada de electricidad de Montevideo también pasa a ser administrada por el Estado. Durante el impulso modernizador e intensamente reformista que caracterizó a los gobiernos batllistas de las tres primeras décadas del siglo XX se crean las bases del estatismo. Se fundan los tres grandes bancos públicos: el Banco República (BROU) se institucionaliza como banco íntegramente estatal, se estatiza el Banco Hipotecario del Uruguay (BHU) y se crea el Banco de Seguros del Estado (BSE). Se funda la empresa Usinas de Trasmisiones Eléctricas del Estado (UTE) y se establece el monopolio estatal de los telégrafos y teléfonos, haciéndose efectivo en 1931 cuando la red telefónica se integra a UTE, que pasa a llamarse Usinas y Teléfonos del Estado hasta la creación de ANTEL en 1974. Comienza la construcción y estatización de las vías férreas, creándose la empresa Ferrocarriles y Tranvías del Estado, y se establece el monopolio estatal de la gestión de los puertos con la creación de la Administración Nacional de Puertos (ANP). Bajo un nuevo impulso reformista, ambientado por los avances de la acción estatal durante la Gran Depresión, se funda la Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP). Todas estas empresas fueron concebidas como entes autónomos o servicios descentralizados regidos por el derecho público. En general, sus objetivos planteaban brindar un servicio de calidad y bajo precio y extenderlo al conjunto de la población (Boneo, 1973; Solari y Franco, 1983; Nahum, 1993; Nahum et al., 2006; Bertino et al., 2012). Aunque sus cartas orgánicas no lo establecían, las grandes empresas, generalmente superavitarias, aportaban parte de sus beneficios al gobierno central —transferencias positivas— y las empresas deficitarias recibían subsidios de éste —transferencias negativas— (Azar et al., 2009; Bertino et al., 2011; Bertino et al., 2012a, 2012b, 2012c, 2012d). Durante el período de industrialización dirigida por el Estado, el llamado “Dominio Industrial y Comercial del Estado” experimentó una gran expansión, debido al crecimiento de la cobertura y las funciones de las dos principales empresas, UTE y ANCAP. También incidió la creación de nuevas empresas, principalmente a partir de la estatización de las compañías británicas de servicios (la mayor parte de los ferrocarriles existentes, los tranvías de Montevideo y la compañía de Aguas Corrientes de Montevideo), fundándose AFE y OSE en 1952. En el mismo año la empresa mixta PLUNA (Primeras Líneas Uruguayas de Navegación Aérea) pasa a ser totalmente estatal. También se fundan el Instituto Nacional de Colonización (INC) y el Servicio Oceanográfico y de Pesca (SOYP) —refundado como Instituto Lobero y Pesquero (ILPE) en 1976—. UTE se expande a todo el país expropiando las usinas eléctricas privadas, estableciendo una tarifa única en todo el país y extendiendo también la red telefónica nacional, cesando las concesiones a las empresas telefónicas privadas. ANCAP expande la capacidad de su refinería y cubre la totalidad del mercado de derivados. La ampliación de la capacidad de las destilerías de alcohol permitió hacia 1949 satisfacer la demanda interna de alcohol y bebidas alcohólicas. Paralelamente, la empresa asumía el cultivo de azúcar de caña en las tierras adquiridas en El Espinillar, inaugurando su ingenio en 1952, así como el cultivo de viñedos para la producción de vinos destinada a la elaboración de coñac. La primera fábrica de portland de ANCAP empezó a producir en 1956. Finalmente, desde fines de la década de 1960 y comienzos de la siguiente, durante los años de crisis y estancamiento, se producen las últimas creaciones de empresas públicas siguiendo el estilo de “hospital de empresas”. Pasan a la administración estatal varias empresas industriales en crisis (tres frigoríficos y una textil) y el Estado adquiere la británica —y también en crisis— Compañía del Gas.” (Bertino, Magdalena. 2013 La reforma de las empresas públicas en Uruguay una lectura desde la Historia Económica)

La Presidencia del Dr. Julio Herrera y Obes. 1890-1894.


Julio Herrera y Obes nació el 9 de enero de 1841 hijo de Manuel Herrera y Obes y Bernabela Martínez. Nieto a su vez del Dr. Nicolás Herrera. Por parte materna era nieto del rico hacendado y comerciante Juan Francisco Martínez. Por lo tanto era uno de los hijos del patriciado nacional. Estudió la carrera de Derecho, aunque nunca se presentó a retirar su título. En 1865 fue nombrado secretario del General Flores y con él combatió en la Guerra del Paraguay. Al retornar se dedicó al periodismo, fue desterrado junto a José Pedro y Carlos María Ramírez por el presidente Lorenzo Batlle. Integró la generación principista de 1870, fue ministro de Relaciones Exteriores y en noviembre de 1872 integra las cámaras. Durante el gobierno del general Máximo Tajes integró la transición al civilismo. Como Presidente de la República fue el hombre de la “influencia directriz” y del “colectivismo”, también fue el “dandy”, el espiritualista, el último romántico, el crítico al espiritualismo y el Primer Jefe Civil del Partido Colorado. En forma paralela  la sociedad si integraba a la vida política. Los hijos de inmigrantes y los apellidos italianos entraban en escena sustituyendo lentamente al viejo patriciado. Comienza  la tensión entre los distintos grupos sociales ahora con los obreros y artesanos, la naciente clase media tomaba forma. Acá comienza el debate  entre los modernos partidos populares, el proletariado rural siguiendo a Aparicio Saravia y el urbano conducido por José Batlle y Ordóñez. La rivalidad entre Batlle y Herrera y Obes por el liderazgo comienza bajo estas circunstancias. Herrera y Obes representaba a los “galerudos” del colectivismo, Batlle a los integrantes del sector popular. El enfrentamiento con Batlle se desarrolla en etapas que culmina con el ocaso de Julio Herrera y Obes: el asesinato de Juan Idiarte Borda y su oposición al Pacto de la Cruz en 1897, el golpe de estado de 1898 que le hace perder la mayoría parlamentaria y su propia banca de senador, el posterior exilio y su propia muerte. Viejo, pobre de solemnidad, soltero pero enamorado de Elvira Reyes, se alojaba en un humilde piso alto de la vivienda del que fuera su mayordomo en tiempos mejores. El 16 de agosto de 1912 falleció. El Poder Ejecutivo, presidio por su enemigo político Batlle y Ordóñez le niega el decreto de honores oficiales votado por el Parlamento. El cadáver esperaba en el Cabildo, sede del Poder Legislativo, velado por voluntarios. Al día siguiente, la Asamblea General, debate en medio de un tumulto estimado en 50 mil personas, y levanta las objeciones y la multitud lo traslada la Panteón Nacional sobre sus hombros.
El Presidencialismo y la influencia directriz.
La presidencia de Julio Herrera y Obes tuvo un significado doble, en primer lugar fue vista como un triunfo del principismo y del patriciado, al que no pertenecían  ni Latorre ni Santos. Por otro lado el Partido Colorado se convierte en un instrumento de poder y será el “ verdadero soporte del Presidente, en una tendencia a concentración del poder” ( Reyes Abadie). En realidad aparece el presidencialismo legalista con formal observancia de la Constitución y conviene recordar la descripción de Alberto Zum Felde: “ En el centro, el Presidente, rodeado de un núcleo de doctores y personajes solemnes, gozando de altas prebendas(…) el ejército será un órgano presidencialista” El centralismo se hizo favoreciendo a Montevideo, en tanto que la campaña estaba sometida a la ley, a una administración a un Presidente que se manifestaba abiertamente hacia una concepción unitaria del Estado.  La presidencia de Julio Herrera se sostenía en el concepto de la influencia directriz que fue enunciada por él mismo en el Mensaje enviado a la Asamblea General el 15 de febrero de 1893: “ Es indudable que el gobierno tiene y tendría siempre, y es necesario y conveniente que la tenga, una poderosa y legítima influencia en la designación de los candidatos del partido gobernante y entonces del que puede acusársele es del buen o mal uso que haga de esa influencia directriz; pero mucho menos podrá decirse racionalmente que el ejercicio de esa facultad importa el despojo del derecho electoral de los ciudadanos”. Herrera tenía una concepción aristocrática del poder, este debía ser ejercido por los más cultos. El resultado de esta política fue la formación del colectivismo, un grupo cerrado y exclusivo dentro del Partido.
Batlle y Ordóñez lucha contra el fraude electoral
En noviembre de 1890, en plena crisis económica, debían realizarse elecciones legislativas. El Partido Nacional se abstiene de participar declarando grandes irregularidades en el registro cívico, en tanto era el propio Batlle el que denunciaba con más vehemencia aun  el manejo fraudulento de las elecciones. Se acusaba, por parte de Batlle, directamente a Herrera y Obes de la comisión de fraudes y en acto político realizado en 1920 recordaba: “ Herrera y Obes ordenó que se llevara a su casa el registro cívico del departamento y lo hizo reformar desde la cruz hasta la fecha agregándole inscripciones fraudulentas(…)no resultó electo un solo diputado cuya candidatura no hubiera sido del beneplácito del doctor Herrera” en tanto que ante el hecho real en Minas El Día denunciaba: “ Esta elección de Minas, en la que se ha pasado por encima de todo para llevar al senador Prudencio Ellauri, cuya significación política no va más allá de las que le dan sus vinculaciones con el presidente de la República, es un colmo de vergüenza. Manejos en intrigas electorales que han rebajado al Poder Ejecutivo hasta el nivel en que actúa un núcleo de traficantes en política” Batlle estaba en este momento  en la tarea de organizar el Partido Colorado sobre las bases de la participación popular a través de los Clubes Seccionales como expresión de las clases medias.
Obra de la administración Herrera y Obes.

En 1890 fue sancionada la ley 2096 que se convirtió en el estatuto inmigratorio del Uruguay. La gran crisis económica de 1890 opacó la aplicación de esta ley. Esta ley tendía a favorecer el desarrollo agrícola. En 1891, la Asamblea autorizó el cambio del nombre del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública por el de Ministerio de Fomento. Se cumple un auge ferroviario alcanzando la red a 1572 km. Por lo tanto en su período se avanzó en la modernización pero fue marcado por la crisis económica.  Se firmaron tratados de navegación con Francia y Alemania. Se unificó la deuda pública transformada en deuda consolidada del Uruguay mérito de la gestión del doctor José Ellauri y Obes en Londres en 1891. Se iniciaron las obras de la construcción de la Universidad de la República y la Estación Central de los Ferrocarriles.

sábado, 30 de julio de 2016

Anclado en el Pasado, 100 años después. José Batlle y Ordóñez y la derrota de 1916.



Feliciano Viera iba a resolver todos los problemas políticos en forma simultánea mediante una negociación entre los nacionalistas, colorados y anticolegialistas colorados sobre la reforma constitucional. El objetivo de Feliciano Viera era superar tácticamente en votos a Batlle.
El 30 de setiembre de 1916 los nacionalistas comienzan su acción publicando su Proyecto de Reforma Constitucional. Se parecía más al trabajo de un Corte de Apelaciones que el formular una nueva Constitución. El proyecto tenía como fundamento la pureza electoral. El Presidente de la República y el Vicepresidente serían electos por un Colegio Electoral con voto secreto. Los miembros del Colegio Electoral serían elegidos por votación proporcional por los votantes con voto secreto. El registro de votantes y el voto serían obligatorios. Los departamentos tendrían gobiernos departamentales en sus capitales y principales ciudades. El Presidente continuaría nombrando al Jefe Político de cada departamento: “El Estado no sostiene religión alguna. Reconoce a la Iglesia Católica el dominio de todos los templos que hayan sido construidos, total o parcialmente con fondos del Erario Nacional. Declara también exentos de toda clase de impuestos a los bienes destinados o consagrados al culto de las diversas religiones”
Este proyecto facilitaba  a los nacionalistas elegir a un Anticolegialista como Presidente de la República. En el Colegio Electoral nacionalistas y anticolegialistas podían acordar el voto para un candidato anticolegialista.  Batlle fue el único crítico con fundamentos del proyecto nacionalista. Don Pepe prefería una elección directa del Presidente de la República, podría aceptar un Colegio Electoral pero no uno elegido por representación proporcional sosteniendo “ un deplorable error que no puede producir otra cosa que un calamitoso engendro de camaraderías logradas al bajo precio de la renuncia a las ideas y de las concesiones acomodaticias de los peores intereses” El fundamento era que el parlamentarismo funcionaba bien en el exterior pero no en el Uruguay y que dejar a las iglesias construidas con fondos públicos en manos de la Iglesia Católica y eximirla de impuestos “ es una manera de sostener constitucionalmente el culto aparentando que no se sostiene”.
Feliciano Viera acelera el proceso y el 2 de octubre de 1916 en su periódico publicó la noticia de que el voto nacionalista para elegir a un anticolegialista como Presidente de la Asamblea Constituyente era “ un acto de evidente hostilidad al Presidente de la República que no podía de ningún modo mirar con buenos ojos una resolución que tiende, evidentemente a contrariar sus tendencias de armonizar y suavizar las aspiraciones políticas del momento” (La Razón,4 de octubre de 1916). Para explicar el alcance de esta nota se reúne con su ministro anticolegialista Amézaga y que la intención era calmar las relaciones y aspiraciones entre los nacionalistas y anticolegialistas. Gallinal, que fue al autor de la idea de nombra un presidente anticolegialista visitó a Amézaga para informarle que la idea no era contra el Presidente de la República. Nuevamente el periódico de Feliciano Viera incide  sosteniendo: “ el Presidente de la República mediará de un momento a otro ante la Convención de Constituyentes Colorados para que estudie la mejor manera de cambiar ideas con los constituyentes nacionalistas sobre los puntos más fundamentales de la reforma”(La Razón, 7 de octubre de 1916)
Batlle criticó el accionar del Feliciano Viera: “ Aclárese todo esto. Digase al fin a donde va y lo que se quiere. El País tiene derecho a saberlo. Y termínese con este atropellamiento de sucesos y cosas que dan la sensación de lo incierto e inestable. Y el Partido Colorado sobre todo, en estas elecciones, ha de saber qué rol desempeñar por él mismo” (El Dia, Acciones y hechos, 9 de octubre de 1916). Días después Batlle agregaba: “seguiremos fieles a nuestras ideas porque si la derrota del 30 de julio demostró una falta de organización en nuestras fuerzas partidarias, no demostró de ningún modo que estuviéramos equivocados en nuestro programa de adelanto moral y material”(El Día, 12 de octubre de 1916).  Al día siguiente a las 3 de la tarde el mediador anticolegialista para la unidad colorada, Blas Vidal se reúne con Feliciano Viera y este le informa:” que no tendría ningún inconveniente en propiciar una solución rápida ante las autoridades de su Partido pero consideraba como condición indispensable que los anticolegialistas redujeran sus pretensiones deducidas en la gestión anterior”. Paralelamente Rodolfo Mezzera el delegado colorado y hombre de confianza de Viera invitó a los delegados Nacionalistas y Anticolegialistas a un encuentro para “estudiar la posibilidad de un acuerdo sobre los puntos más fundamentales de la reforma” (La Razón, 14 de octubre de 1916).
Era el tiempo del contubernio entre nacionalistas y anticolegialistas y un discurso de Emilio Frugoni citado por el Dr. Caetano en la República Conservadora  que resume lo ocurrido hace 100 años y la efervescencia hoy entre antibatllistas y oportunistas:

“ El Partido del Poder ha renegado por completo de aquel hermoso y avanzado programa de reformas que Batlle quisiera hacer verdad y que fue sustentado por todos los colorados, cuando creían que Batlle había descubierto el secreto de conservar al Partido en una situación inconmovible, pero que aquellos y el Presidente de la República en su célebre manifiesto repudiaron al sentir que algunas de esas reformas haría peligrar las posiciones del Partido(…) no es lógico entonces que la clase trabajadora vote por el Partido del Poder que hoy no tiene programa porque repudió el de Batlle, que hasta ayer era el mejor”

lunes, 18 de julio de 2016

Batlle y Ordóñez, Domingo Arena, Baltasar Brum, Julio César Grauert y Luis Batlle Berres: Consolidación del Partido Colorado Batllista.







Vida de José Batlle y Ordóñez (Montevideo, 21 de mayo de 1856 - 20 de octubre de 1929), fue  político y periodista . Presidente de la República por dos períodos: 1903 - 1907 y 1911 - 1915.

“Sostenía Batlle que su verdadera vocación no había sido la política. Lo que ansiaba cuando empezó a sentirse hombre era una gran ilustración: hacerse en lo posible un sabio. Si no se hubiese entregado a la filosofía, se habría engolfado en el estudio de los astros”(Domingo Arena, 1926)
La política estaba presente desde antes de su nacimiento el 21 de mayo de 1856, porque su abuelo, rico molinero y comerciante catalán, debió expatriarse de Montevideo ante el triunfo de las armas patriotas. Su padre hizo estudios en España y vuelto al país, participó activamente en el Partido Colorado, alcanzó el generalato en la Defensa de Montevideo entre 1843 y 1851 y fue finalmente Presidente de la República entre 1868 y 1872.
En su primera juventud sin embargo, lleva adelante su vocación de estudioso, y es socio del Ateneo del Uruguay donde integra la Sección de Filosofía en 1878. Colabora en la Revista el Espíritu Nuevo, semanario literario, científico y filosófico y publica en La Razón poesías sobre temas religiosos. Durante dos años vive en Europa, y sabemos que siguió conferencias de Ernst Renan y de Laffitte, en la casa de la calle Monsieur le Prince, de Paris, donde había vivido Comte.
Pero en 1881 entre en la vida política, abandonando para siempre la filosofía y la vida intelectual desinteresada, en ocasión de un episodio de la dictadura de Santos: la mazorcada  del 20 de mayo contra los diarios El Plata y La Razón. En este último se inicia como periodista político, que será en definitiva la constante de sus tareas hasta la hora de su muerte.
Siempre contra la dictadura de Santos, conspira, emigra a Buenos Aires, participa en la Revolución del Quebracho, hasta que vuelve como prisionero a Montevideo. En 1886 funda El Día, siempre como opositor, lo que le significa cárcel, asilo en una embajada, emigra una vez más a Buenos Aires. En 1889 funda por segunda vez El Día, ahora para apoyar la candidatura de Julio Herrera y Obes. En 1891 fue diputado por el departamento de Salto y en 1898 alcanza el Senado, ahora por Montevideo. Este cuerpo lo designa su presidente y en ese carácter actúa como presidente interino de la República en 1899.
Durante los años posteriores a la revolución de Aparicio Saravia en 1897, en que el país estaba gobernado desde Montevideo y desde la estancia El Cordobés, donde vivía el caudillo blanco, José Batlle propugnó la unidad del partido y defendió la tesis del gobierno partidario. El manifiesto del Partido Colorado de 1901 es de su redacción, y será reelecto presidente del Senado.
Las ideas de Batlle habían sido incorporadas al programa de su partido, “hasta ser la orientación primordial y característica del batllismo” (Guidici y Gonzalez Conzi). Una generación de hombres salidos de las filas de las clases medias, intelectuales, profesionales e industriales, creen en sus ideas. El inmediato éxito de los monopolios de la electricidad, portuario y bancario prestigia la política de nacionalizaciones.
Hizo más, transformó al Uruguay, aumentando las posibilidades de las clases medias, protegiendo a los trabajadores y evitando parcialmente el drenaje al extranjero de sus riquezas.
Analizando el conjunto de las  realizaciones de José Batlle y Ordóñez se comprende que se le considere un ideólogo y se busque su inspiración en lecturas de aprendiz de filósofo. Ya hemos sostenido y nos acompañan Antonio Grompone y Alfredo Palacios que Batlle fue un realizador, un hombre de la acción política, interprete de su pueblo más allá de esquemas ideológicos preconcebidos.
Ver: Carlos m. Rama. Batlle: la conciencia social. En Enciclopedia Uruguaya Número 34, Arca, junio 1968.

Domingo Arena. (Tropea, Italia, 7 de abril de 1870 — Montevideo, Uruguay, 3 de mayo de 1939) 

fue un abogado, periodista y político de origen italiano. Arena es considerado como una de las personalidades fundamentales del Batllismo y del Partido Colorado.
Domingo Arena nace en Italia, en un hogar muy pobre, el 7 de abril de 1870. Nace en el sur, territorio que arrastró por siglos un atraso tecnológico, con difíciles condiciones de vida, y por extensión con serias dificultades laborales. El regionalismo salvaje en que se encuentraba dividida la Península, a pesar de la Unidad recientemente alcanzada, trajo aparejado como inmediata solución, la emigración.

En Calabria, región natal de Arena, la vida era dura. El entorno familiar era el siguiente: su padre era zapatero remendón, su madre no tenía mejor destino, su tarea era la común a la mujer en un medio rural: cuidar a los hijos y entenderse de las tareas domésticas. Como muchos otros, que luego conformarían una gran cantidad de apellidos italianos ilustres de nuestra sociedad actual, la familia Arena emigró hacia el Río de la Plata, instalándose en nuestro país en 1877.

Proviene Domingo Arena de una sociedad que buscaba la unidad política dentro de una pluralidad ideológica. En Italia las ideas socialistas no siempre conjugaban con las ideas nacionalistas, pero todo ese fermento ideológico lo traía consigo la familia Arena desde su país natal.

Llegados a nuestro territorio, se trasladan al interior del país. Se encontró Arena con un campo laboral reducido, simple y rural: fue jornalero, peón de pulpería, changador. Todas estas actividades las compartía, alternándolas, con un maestro rural que le proporcionaría enseñanza hasta el séptimo año de escuela, hecho decisivo porque le permitiría entrar en la Universidad de la República en la capital del país.

No se quedó conforme con su destino de peón y jornalero. Se traslada a Montevideo para cursar estudios superiores: Debe trabajar para continuar sus estudios: su primer trabajo fue en la Fiscalía de lo Civil de Montevideo. Luego se desempeña como cronista en el diario “El Día”. A partir de este momento su estrella comienza a brillar: se recibe de Doctor en Derecho, en el campo periodístico asciende lentamente pero sin pausa: gacetillero, cronista, reportero, editorialista y por último la dirección del diario en forma conjunta con otro joven pujante como él: Pedro Manini Ríos.

Se vincula a la política, ascendiendo también en forma rápida, diputado en 1904, luego Senador, Consejero Nacional, amigo personal y confidente de José Batlle y Ordóñez.
Fue diputado durante varias legislaturas por los departamentos de Montevideo, Soriano y Tacuarembó. También llegó a ser senador y miembro del Consejo Nacional de Administración.
Murió en Montevideo, en 1939, a la edad de 68 años.


Baltasar Brum
Baltasar Brum Rodríguez (Costas del Catalán, entonces Salto, hoy Artigas, 18 de junio de 1883 - Montevideo, 31 de marzo de 1933), abogado, diplomático y político , presidente de Uruguay entre 1919 y 1923.

Formado en su adolescencia en el Instituto Politécnico de Salto, estudió derecho en Montevideo, recibiéndose de abogado en 1909. Dirigente estudiantil durante el período de sus estudios, instaló su bufete en Salto, donde también se dedicó a la docencia y al periodismo.
Partidario incondicional de la ideología del estadista José Batlle y Ordóñez, se prestigió rápidamente desde su temprana actuación política en el Partido Colorado, en el que simbolizó a la generación más joven que apoyara el batllismo.
El 1 de marzo  de 1919 comenzó a regir la nueva Constitución que había venido a sustituir a la de 1830 que entre otras acusaciones le adjudicaban ser la causante de 72 revoluciones. Era  carnaval y Baltasar Brum juró como Presidente de la República, ante la Asamblea General, órgano que lo había electo de acuerdo a las disposiciones transitorias incluídas en la propias Constitución. Brum fue el último presidente electo por esta vía indirecta, todos los demás, a partir de José Serrato serían elegidos por voto popular. Del mismo modo ocurrió con la rama colegiada del Poder Ejecutivo, el Consejo Nacional de Administración. Los nueve miembros, seis del Partido Colorado y tres del Partido Nacional fueron electos de la misma forma. En 1925 se llegó a la expresión más contundente de la coparticipación: el Consejo Nacional de Administración presidido por Luis Alberto de Herrera y la presidencia de la República por José Serrato. El nuevo régimen  determinó claramente la profundización de la democracia política con ele lectorado ampliado por el desarrollo del voto universal masculino, las mujeres votaran a partir de 1938, la Cámara de Diputas presenta representación proporcional garantizando la participación de: Partido Nacional,, Unión Cívica, Partido Socialista y el Partido Comunista. En realidad hubo elecciones todos los años entre 1919 y 1933.
Durante el período presidencial de Baltasar Brum, el Partido Colorado sufre varias rupturas, ya se había producido la escisión del Partido Riverista y ahora se estaba desarrollando la separación del sector radical conservador liderado por el Dr. Feliciano Viera, presidente del Consejo Nacional de Administración. Brum generó ásperos debates en el Parlamento al anunciar que existen incompatibilidades para realizar sus tareas los miembros del Poder Ejecutivo. La polémica crece cuando el propio Batlle y Ordóñez eleva una moción ante la Convención Nacional del Partido Colorado para que se invite a los miembros colorado del Poder Ejecutivo de  las Cámaras, de los Ministerios, y de las Juntas Económico. Administrativas de la capital para que concurran a reuniones mensuales en la "Casa del Partido". Batlle pretende que la agrupación de Gobierno funcionara totalmente: Sostenía Batlle:

" Dentro de la nueva constitución, ningún miembro del Gobierno puede ser árbitro del Partido o de la política, y su casa particular no puede constituirse en centro de los negocios públicos. La Casa del Partido, debe ser ahora el centro donde se reúnan, conversen y cambien ideas todos los hombres representantes de la agrupación a que pertenecen"

El objetivo era aumentar el poder del Partido Colorado con una cada vez más amplia participación del pueblo en la vida política. Los representantes del partido debían alinearse con el programa y las normas que emanen de la autoridad partidaria. El Dr. Feliciano Viera se opuso a esta idea negando la obligación de los representantes de alinearse a las autoridades partidarias. Ya se estaba gestando otra división, ahora la Unión Colorada liderada por el Dr. Augusto Turenne, ya coexistian cuatro fracciones coloradas: batllismo, riverismo, vierismo y la unionista.

Durante la administración del Dr. Brum se produce además la divisón del Partido Socialista como resultado del conflicto generado a partidos de la III Internacional. Un sector del Partido Comunista, seguidor de la Internacional queda dirigido por Eugenio Gómez. En tanto que un Partido Socialista un tanto deprimido queda bajo la dirección del Dr. Emilio Frugoni.
El 28 de febrero de 1923, en el último día de su mandato, Baltasar Brum inauguró en Montevideo el monumento a Artigas en la Plaza Independencia, siendo uno de los momentos más importantes del culto laico a la figura del Protector.
Participó luego de entregar la presidencia de las luchas internas del Partido Colorado, y volvió a ocupar un cargo en el gobierno en 1931, cuando integró el Consejo Nacional de Administración.
En es cargo lo sorprendió el golpe de estado del 31 de marzo de 1933, en el que el presidente Gabriel Terra, con apoyo de la Policía y el sector mayoritario del Partido Nacional disolvió el parlamento y suspendió la Constitución de 1918.
Baltasar Brum trató de instar al batllismo a resistir el golpe de Estado, y se atrincheró en su casa particular del centro de Montevideo, calle Río Branco casi Colonia, dispuesto a rechazar a la policía cuando está fuera a arrestarlo. Acompañado por su hermano y algunos partidarios, mantuvo un breve tiroteo con los policías y permaneció a la espera de un levantamiento popular contra la dictadura que no llegó a producirse. Salvo en el caso de algunos sectores de la izquierda y del propio batllismo, el golpe fue mirado con cierta indiferencia por la población. Incluso en torno al domicilio de Brum, se había reunido una multitud de curiosos que contemplaban los hechos como si se tratara de un accidente de tránsito.
Al promediar la tarde de ese día, 31 de marzo de 1933, se habló insistentemente que el gobierno de Terra autorizaría a Brum a abandonar el país garantizando su seguridad personal, pero en todo caso éste declinó la oferta. En aquellos momentos de incertidumbre, y comprobando que su resistencia no arrojaba fruto alguno, Baltasar Brum corrió hacia el centro de la calle en solitario, y tras gritar ¡Viva Batlle! ¡Viva la libertad! disparó su arma contra su corazón, dándose muerte.
El suicidio de Brum ha sido interpretado de diversas maneras por contemporáneos del hecho, sin ninguna duda fue la acción más valiente de una persona por sus valores: dar su vida.

Julio César Grauert.
(Montevideo, 13 de noviembre de 1902 - 26 de octubre de 1933), político perteneciente al Partido Colorado, asesinado por la dictadura de Terra. Desde muy joven se destacó como orador en las luchas estudiantiles por la Reforma de Córdoba y el Instituto Ariel. Fue cofundador de la FEUU, Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay el 26 de abril de 1926, en ese mismo año se graduó como abogado con excelentes calificaciones. Participó activamente en la Convención del Partido Colorado Batllista llamando la atención de José Batlle y Ordóñez y de sus grandes colaboradores don Domingo Arena y Justino Zavala Muniz.
Julio Cesar Grauert fue miembro de la Junta Departamental y  presidente de la misma en el año 1927 con  25 años. En 1928 fue electo diputado nacional siendo reelecto en el siguiente período con su propia agrupación "Principismo  Batllista AVANZAR". Proyectó y llevó adelante el seguro de desempleo, el seguro de maternidad y trabajó mucho por el magisterio. Planteó otros proyectos en defensa de los obreros y de los explotados del campo que no pudo concretar por la disolución de las cámaras hecha por el Terrismo. Su personalidad se caracterizó en ser aséptico a todo lo material. Marcó una línea radical cercana al marxismo pero indudablemente radical batllista. Como lo recuerda Hierro Gambardella:
(...)Muchos habían sido sus amigos y lo querían; otros lo estimaban por sus libros, sus artículos, sus discursos. Pero otros más, que seguramente eran la mayoría de aquel pueblo dolido, solo sabían que había muerto. Y que desde ese momento, por haber caído como cayó, había nacido entre todos. Fue por eso, que con gravedad levantaron en sus hombros el féretro y lo llevaron en combate, entre sablazos que lastimaron la caja mortuoria y, a la vez, el alma de la República.
Filósofos, poetas, pensadores, han vibrado mucho y muy intensamente sobre una categpría estremecedora: La inmortalidad. Por lo menos desde el Renacimiento, con la floración de la conciencia individual y su auto-limitación de ente perecedero, se ha pensado que es el supremo tributo para las más altas potencias del ser humano. Es el pago que se ofrece por cuanto dan los héroes y los genios; y a la vez, la esperanza superior que puden acariciar quienes no tienen otras.
Los que vivimos aquellas jornadas de estupor tuvimos, no obstante, un privilegio superior; sentimos que para aquel muerto nacía la inmortalidad y nacía de nosotros, se depositaba en nuestro espíritu para crecer desde él a lso tiempos de la República.
Ya Grauert no sería el abogado, el publicista, el político supremamente desinteresado que ejemplificó con una vida austera el servicio de sus ideas. El nimbo del martirologio cubrirá para siempre la dimensión de su persona. Y si aquél pueblo había crado una inmortalidad era porque Grauert era también inmortal.(...) En la madrugada de julio de 1930 un grupo de estudiantes universitarios de distintas facultades reclamaban en la Facultad de Derecho reformas que estaban planteadas desde mucho tiempo atrás. Los estudianes izaban en cestas los alimentos y bebidas que simpatizantes hacían llegar a la facultad pero rodeados por Policías y Bomberos. En la tarde la Cámara de Representantes votaba una investigación, mientras el diputado Julio César Grauert hacía llegar por altavoces los avances de una negociación exitosa que determinaba la evacuación  de la Unoversidad sin represalias con la promesa de una reforma universitaria. En el viejo café  "Sportman" en la esquina de Andes y Mercedes había una rueda de batllistas radicales, Con Grauert y Rodriguez Fabregat a la cabeza, tambien estaba Zavala Muniz. Cuenta Aldo Ciasullo que el 1 de abril de 1933 que la casa de sus padres en la calle Bonpland, Washington Fernández traería a tres refugiados de la dictadura y perseguidos en consecuencia: Justino Zavala Muniz, Antonio Fusco y Julio Cesar Grauert. Esa noche y durante toda la jornada siguiente se realizan las reuniones de dirigentes batllistas a los que se suman: Edmundo Castillo, Antonio Rubio, Enrique Rodriguez Fabregat, Andrés Martinez Trueba, Luis Batlle Berres y Luis Abdala. 48 horas después el inusual movimiento en esa casa de familia determinó el allanamiento policial sin consecuencias porque habían decidido cambiar de sitio de reunión. En octubre de 1933 debido al 4to. aniversario de la muerte de Batlle, el Partido Colorado decidió honrar su memoria con actos públicos en todo el país, los que deberían realizarse en locales cerrados debidos a los requerimientos de las autoridades. La delegación que fue a Minas estaba integrada por Pablo Minelli, Juan F. Guichon, Julio César Grauert. Federico Capurro, María Navarra y Carlos Massiotti. El 23 de Octubre en el teatro "Escudero" el acto logró enfervorizar a la gente que acompaño a la delegación en caravana hasta las afueras de la ciudad de Minas, fue el último acto de Grauert. Son interceptados a las afueras de Mosquitos y baleados. Mal  atendido lo trasladaron al Hospital Militar, donde murió gangrenado el 26 de octubre con sólo 30 años, dejando huérfanas a 2 niñas de 5 y 6 años. Y un camino que se debe recorrer para que el retorno del batllismo sea una realidad.

 Luis Batlle Berres.
(Montevideo, 1897-1964). Miembro desde muy joven del Partido Colorado, fue diputado desde el año 1921. De 1933 a 1938 permaneció en el exilio, por ser contrario a la dictadura del presidente Gabriel Terra. Tras regresar a Uruguay, retomó su carrera periodística y política. Presidente de la Cámara desde 1942 hasta 1946, fue elegido por el presidente, Tomás Berreta, para ocupar la vicepresidencia; tras la prematura muerte de éste, fue designado presidente, puesto que ocupó desde 1947 hasta 1951. El 1 de marzo de 1955, tras la implantación del sistema colegiado en el poder ejecutivo, fue elegido consejero nacional, ocupando este puesto hasta el 1 de marzo de 1956.
Descendiente de comerciantes españoles emigrados desde Cataluña a Uruguay en el primer cuarto del siglo XIX, atraídos por el gran crecimiento económico que estaba experimentando el país, Luis Conrado Batlle Berres se educó  vinculado al mundo de la política Vinculado por tanto desde su infancia al Partido Colorado, en 1921 Luis Batlle Berres se presentó en las listas del mencionado partido y fue elegido diputado. Su llegada al Parlamento coincidió con los gobiernos de Baltasar Brum (1919-1923) y de José Serrato (1923-1929), seguidores del batllismo. En este momento, Uruguay disfrutaba de un periodo de bonanza económica propiciada por el aumento de la actividad comercial y era considerado uno de los países más avanzados dentro de América Latina, gracias a las reformas emprendidas por José Batlle y sus seguidores. En 1931 subió al poder el colorado Gabriel Terra, en un momento en que la economía del país se encontraba estancada y en claro retroceso como consecuencia del estallido de la Crisis de 1929. La crisis mundial dejó sentir sus efectos en Uruguay a partir de 1930. El nuevo presidente se encontró con que sus poderes eran limitados, puesto que la reforma constitucional de 1917 le obligaba a gobernar bajo la estricta vigilancia del Consejo de Administración. Descontento con esta situación, en 1933 Gabriel Terra, tras disolver el parlamento y el Consejo de Administración, asumió poderes dictatoriales y estableció una poderosa censura.  Batlle Berres, en estos años, era director del periódico El Día de Montevideo, fundado por José Batlle. Este periódico se creó con la idea de acercar la información a las sectores más desfavorecidos, por este motivo se vendía a precios casi simbólicos. El diario fue toda una revolución, puesto que la mayoría de los periódicos se vendían por suscripción y sólo estaban al alcance de las clases altas. Ante la resolución del presidente Terra, Batlle Berres protestó abiertamente y desarrolló una fuerte oposición. A consecuencia de ello se vio obligado a permanecer en el exilio durante cinco años. A lo largo del periodo que estuvo fuera de Uruguay, residió en Argentina y Brasil junto con su familia; años antes había contraído matrimonio con la argentina Matilde Ibañez Tálice.
En 1938 Luis Batlle Berres regresó a Uruguay y retomó su carrera periodística. Fundó y dirigió Radio Ariel y, tras la llegada al poder del general Alfredo Baldomir (1938-1942), fue de nuevo diputado y se incorporó a la vida política uruguaya. El Partido Colorado estaba fuertemente fragmentado debido a las diferencias surgidas entre sus miembros tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial; unos eran favorables a permanecer neutrales, mientras que otros eran partidarios de intervenir. En 1942 llegó al poder Juan José Amezaga (1942-1946), el cual reunificó el Partido Colorado y logró un aplastante triunfo en las elecciones. En esa legislatura Batlle Berres ocupó un puesto destacado como presidente de la Cámara.

Las elecciones de 1946 dieron el triunfo a Tomás Berreta, que ocupó su cargo en 1947 y nombró vicepresidente a Batlle Berres, el cual ocupó la presidencia tras el fallecimiento de Berreta hasta agotar la legislatura (1947-1951). El nuevo presidente tuvo que hacer frente a las críticas, lanzadas por algunos sectores de su partido, por haberse proclamado heredero del batllismo. La oposición estaba dirigida por César y Lorenzo Batlle Pacheco, hijos de José Batlle, que opinaban que ellos eran los verdaderos herederos del batllismo, aunque en la práctica eran mucho más conservadores que su primo y presidente.
Luis Batlle Berres fue responsable del aggionamiento del batllismo partiendo de la base de su comprensión de la realidad que se vivía en el mundo de posguerra con sus imponentes cambios en todos los órdenes. El 14 de agosto de 1947, Luisito sostenía en su famoso discurso: "Nosotros, los que fuimos formados en los últimos aleteos de la filosofía liberal del siglo pasado y dimos los primeros pasos hacia la socialización de ciertas actividades del organismo social, comprendemos que tenemos que continuar ese ritmo para encauzarlo por las vías normales. Apresurarse a ser justo, es asegurar la tranquilidad; es bridarle al ciudadano los elementos principales y básicos para que tenga la felicidad de vivir y hasta  él lleguen los beneficios del progreso y de la riqueza. Apresurarse a ser justos es luchar por el orden y es asegurarse el orden". Buceando en el pensamiento de Luis Batlle, años antes en una exposición de congresistas americanos realizada en Chile con la Segunda Guerra Mundial en desarrollo sostenía en abril de 1944: "La Democracia no es solo libertad. Los pueblos reclaman algo más. La Democracia no tiene por que suponer necesariamente una evolución lenta en su marcha y discusión prolongada para atreverse a dar un paso por el progreso y por la justicia social" Es claro que el batllismo del período, denominado Neo batllismo, fue un movimiento policlasista que buscó y consiguió en parte una alianza entre los industriales, la pequeña burguesía, las clases medias y el sector obrero. Desde el punto de vistas económico el eje fue el proceso de industrialización que logró el apoyo tanto de los sectores estatistas como de los  sectores dirigistas en materia económica.
El rol del Estado para Luisito era el de contribuir con gran energía a mantener la paz social. No toleraba la lucha de clases porque la visión del batllismo era la del hombre por encima de la sociedad. Retomando su discurso de 1947 sostenía: "Cuando se amasa la riqueza entre el capitalista y el trabajador, lo que se produce es de todos y tiene que repartirse con equidad para que no exista el que lo tiene todo y el que no tiene nada, porque eso no es ni la tranquilidad ni la paz, ni la justicia; eso es la arbitrariedad y con arbitrariedad no podemos asegurar la paz social..."
Mucho se ha debatido sobre el rol de la lista 15, de su relativo apoyo al sistema colegiado en su momento o su inconveniencia de instaurarlo en 1952, pero es innegable que Luis Batlle Berres tuvo grandes coincidencias con Don Pepe: ambos fueron industrialistas,  se basaron en la política de sustitución de importaciones, el instrumento fue diferente con el sistema de cambios múltiples. Ambos vieron al mercado interno como motor de desarrollo y fuente de empleo. Y sin dudas el rol del Estado intervencionista, laico y tolerante.
"El discurso de Luis Batlle se entronca con la tradición liberal, tal como había sido reinterpretada por el batllismo de Don Pepe. Luis Batlle hizo frecuentes invocaciones a la justicia social, con un énfasis claro del papel tutelar del Estado para proteger a los más necesitados de la sociedad. También Luisito atacó a los que consideraba demasiado ricos a los que consideraba enemigos de la sociedad pero lejos de considerarse un discurso que presentase a la sociedad enfrentada en lucha de clases. Para Batlle Berres los demasiado ricos y los necesitados era casos límite de una sociedad en la cual la mayoría de la población estaba bajo el amigable paraguas del Estado batllista. Por esta razón el  neobatllismo tuvo un gran apoyo en la clase obrera, pero con un discurso no clasista presentándose como una alternativa a una postura de lucha de clases. Los trabajadores participaban en la vida política no en cuanto tales, sino en cuanto ciudadanos del Estado Batllista . El hecho de que el orden social fuera libre y en armonía y sin antagonismos sociales no obedecía a un orden natural preestablecido, por el contrario al resultado directo de la estrategia anticipatoria de los gobiernos batllistas. Más claro que el primer batllismo, la visión neobatllista  fue la mediación entre los distintos sectores sociales a través de la tutela estatal"


sábado, 16 de julio de 2016

Joaquin Suarez, José Garibaldi, Venancio Flores, Julio Herrera y Obes: la forja del Partido Colorado.








1      Joaquín Suarez.
Patria, justicia y razón.
Austeridad Republicana.
Aproximación a la Figura de Joaquín Suárez.

“Nada me importa el lugar que ocupo, sino en cuanto pueda ser útil a mi país. Como empleo lo desprecio, desde que me ponga en la alternativa de sujetarme a las pasiones de los hombres…Pertenezco a mi patria, a la justicia y a la razón, estos han sido mis principios a que he de ser consecuente.”
Don Joaquín Suárez nació en la Villa de Canelones el 18 de agosto de 1781. Su padre don Bernardo Suárez del Rondelo, fue un hacendado acaudalado, respetado por su honradez, desprendido y aseguran las crónicas que su simpatía era acompañada por una gran benevolencia. Era un patriota, amante del país al cual brindaba todos su bienes y en el giraba todo su accionar. De origen español, fue traído por sus padres aun muy joven a estas tierras. Era hijo de don Alonso Suarez del Rondelo y de doña Antonia López Aviles, habiendo nacido al promediar el siglo sin poderse precisar fecha.
En una celebración bautismal en 1779 conoce a María Fernández, se enamora y el 7 de abril de 1780 se casa en la Villa de Guadalupe (Canelones) La villa crece y se determina que se elabore  el padrón y se realice el delineado de la misma designando sus autoridades. Realizado el primer Cabildo de 1782, Bernardo Suárez asume el cargo de Alguacil Mayor.[2]
El 18 de agosto de 1781 nace el único hijo del matrimonio:

“En 21 de agosto de 1781 yo Don, Juan Miguel Berroeta, Capellán del Regimiento Fijo de Buenos Aires, con licencia del Rev. Padre Fray Estevan Peralta, Tte. Cura de esta Iglesia Ntra. Sra. De Guadalupe del Canelón, bauticé solemnemente y puse los Santos Óleos a un niño que nació el día 18 de este mismo mes a quién puse por nombre Joaquín Luis Miguel, hijo legítimo de Don Bernardo Suárez, natural del Principado de Asturias y de Doña María Fernández, natural de Montevideo(…)a quienes advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones de que doy fe. Juan Miguel de Berroeta. Fray Estevan Poncel.Tte. Cura”

Era, entonces, un ambiente ideal para el desarrollo de la personalidad de Joaquín que se va a caracterizar, de mayor, con una gran salud, honrado, recto, generoso y con una voluntad firme y decidida. Va a servir toda su vida a los valores morales y virtuosos generados en su hogar paterno. En su juventud hizo de todo, arriero, tropero, acopiador de frutos, carrero. Trabajo duramente el campo, y vendía el trigo y el maíz que cosechaba.[4] Se casa a mediados de 1806 en la Villa de Guadalupe con Josefa Alamo con la cual va  tener 8 hijos, dos de los cuales mueren siendo niños. En ese periodo se producen las Invasiones Inglesas cuyas consecuencias van a marcar la etapa final del dominio español en el Río de la Plata.
Si historia no termina allí, su hora más gloriosa será durante la Guerra Grande . Joaquín Suárez, como Presidente de la República Oriental del Uruguay, encerrado en una estrecha península dentro de los muros de Montevideo, levantó en aquél recinto sagrado, la última bandera de la causa de la libertad de los pueblos del Plata que flameara aún en medio de desgraciados combates ideas y fermento libertario que marcaran al Partido Colorado hasta la actualidad.
Sin él, sin el principio de nacionalidad y de legalidad que representaba, y su consagración a la causa de la libertad en el Plata, la defensa de Montevideo habría sido imposible; él le dio cohesión, le dio nervio, le dio un núcleo indisoluble y le imprimió el sello de su carácter modestamente austero y templado por la fibra del patriotismo, aunando todos los elementos heterogéneos que concurrieron a la resistencia y al triunfo definitivo contra la tiranía de Rosas.
De allí, de aquellos muros donde se encerraba un principio virilmente mantenido por un magistrado civil que presidía la guerra en nombre del derecho, resurgieron los levantamientos de Entre Ríos y Corrientes contra Rosas de allí surgió la alianza del Brasil que precipitó la caída del tirano; de allí vino Caseros, y de allí en fin, viene la situación que han alcanzado las Repúblicas del Plata, combatiendo y trabajando para labrarse su destino. En 1854 fue elegido senador por Canelones, y luego diputado por Montevideo en 1858, pero su poca salud lo obligó a dimitir con lo cual pasó penurias económicas. Le votaron en 1861 una pensión la cual debido a constantes apuros de la hacienda pública casi nunca la cobraba.
En 1862 con ochenta años de edad presidió la Comisión Vecinal encargada por la Junta Administrativa de las Escuelas del Reducto y Paso Molino; en 1866 con ceguera y culminando su vida preside funerales celebrados en la Iglesia Matriz en recuerdo de los Mártires de Quinteros.
Falleció el 26 de diciembre de 1868 a los 87 años de edad y es sepultado en la Catedral de Montevideo, al lado de la tumba del general Fructuoso Rivera.
Una ley de 1881 le decretó una estatua, la cual fue alzada en la Plaza Independencia en 1896 y luego trasladada a la actual plaza que lleva su nombre en el solar donde antes asentara su quinta, en una bifurcación de la avenida Agraciada con la avenida hoy llamada Joaquín Suárez.

 Joaquín Suárez, héroe modesto y sin ostentación en estos largos y fecundos trabajos, se retiró del gran escenario para acabar sus días en la obscuridad y la pobreza, amado y respetado por todos, con la conciencia de haber cumplido con su deber como hombre, como ciudadano y como gobernante, después de haber entregado a la causa pública una gran fortuna. Un referente absoluto del Partido Colorado.


2      José Garibaldi. (Niza, 1807-Caprera, Italia, 1882) Durante su juventud siguió los pasos de su padre, un marino de origen genovés, y estuvo embarcado durante más de diez años. En 1832 consiguió el título de capitán de buques mercantes. Mientras trabajaba al servicio de la marina sarda, tomó parte en un motín republicano en el Piamonte que resultó fallido. Si bien pudo escapar, fue condenado al exilio. Por aquel entonces había entrado en contacto con la obra de Giuseppe Mazzini, el gran profeta del nacionalismo italiano, y la del socialista francés Saint-Simon.
Entre 1836 y 1848 vivió en Sudamérica, donde participó en varios acontecimientos bélicos, siempre al lado de quienes combatían por la libertad o la independencia. En 1836 intervino voluntariamente como capitán de barco en la fracasada insurrección secesionista de la república brasileña de Rio Grande do Sul y en 1842 fue nombrado capitán de la flota uruguaya en su lucha contra el dictador argentino Juan Manuel de Rosas. Al año siguiente, durante la defensa de Montevideo, organizó una legión militar italiana, cuyos miembros fueron los primeros «camisas rojas» al llegar al Uruguay de mediados del siglo XIX y, naturalmente, se puso al servicio del más débil para ayudarle a luchar contra el más fuerte. Junto a un gobierno que sostenía un sistema democrático y republicano, acorde con los principios de la Joven Italia, la organización creada por Mazzini. Principios morales, y libertarios recibe el partido Colorado
En Brasil Garibaldi se había acercado a la Masonería, que sostenía las metas de la Revolución Francesa, por tanto, la lucha por los derechos del pueblo en contra de los privilegiados de siempre. En Montevideo confirmó su adhesión a esa Institución dentro de la cual alcanzó, por sus acciones y la fidelidad a la esencia ideológica de la misma, los grados más elevados que no significaron para él más que confirmar su compromiso con esos principios.
En Montevideo y en el resto del Uruguay (que él llamó siempre “Repubblica di Montevideo”) Garibaldi con la Legión Italiana, creada aquí como una unidad militar formada por voluntarios italianos y cuya jefatura asumió, comenzó a ejercer por primera vez el mando en una unidad armada que actuaba al servicio y bajo las directivas del gobierno de Montevideo, aunque con amplia autonomía de acción.
La experiencia militar y de mando consensuado (siempre que fuera posible), que adquirió al frente de la Legión montevideana fueron de fundamental importancia para la formación de un dirigente popular y militar, que posteriormente la aplicaría en su vida política y militar en las luchas por la libertad de su país y en pro de su unidad política de las que fue, junto con Mazzini, un punto de referencia obligada.
En América, Garibaldi asumió y completó su concepto de “pueblo del mundo”, de esa patria sin fronteras en la cual la unidad de los diferentes pueblos, su libertad y su desarrollo democrático, dieron forma a una ideología que lo guió durante toda su vida.
Aquí, mientras luchaba junto a los uruguayos que defendían su independencia y su libertad de los opresores de dentro y de fuera de fronteras, Garibaldi afianzó su vida privada junto a Anita, quien llegó a estas tierras como legendaria heroína brasileña, vivió en Montevideo como madre ejemplar de una numerosa familia, afrontando miserias y sacrificios y fue a la patria de su hombre a luchar junto a él por la libertad y la unidad de Italia. Noticias de su buen hacer como militar y estratega llegaron hasta Europa, adonde regresó en 1848 para luchar en Lombardía contra el ejército austriaco y dar un primer paso hacia la unificación de Italia, que fue su objetivo durante las tres siguientes décadas. Su intento de hacer retroceder a los austriacos no prosperó y debió refugiarse primero en Suiza y posteriormente en Niza. A finales de 1848, sin embargo, el papa Pío IX, temeroso de las fuerzas liberales, abandonó Roma, adonde se dirigió Garibaldi junto a un grupo de voluntarios. En febrero de 1849 fue elegido diputado republicano en la asamblea constituyente, ante la cual defendió que Roma debía convertirse en una república independiente. En abril, se enfrentó a un ejército francés que intentaba restablecer la autoridad papal, y lo propio hizo en mayo ante un ejército napolitano. Si bien no tenía opción alguna de evitar la caída de la ciudad, su lucha se convirtió en uno de los más épicos y recordados pasajes del Risorgimiento. El 1 de julio, Roma fue finalmente asaltada, y Garibaldi y sus hombres se refugiaron en el territorio neutral de San Marino. Condenado por segunda vez al exilio, residió en Tánger, Staten Island (Nueva York) y Perú, donde regresó a su antiguo oficio de capitán de buque mercante En 1854, Cavour, el primer ministro piamontés, creyó que si le permitía volver a Italia, Garibaldi se alejaría del republicano Mazzini. Para ello, le concedió el mando de las fuerzas piamontesas en lucha con las austriacas. Venció en Varese y Como, ambas en mayo de 1859, y entró en Brescia al mes siguiente, con lo cual el Reino de Lombardía se apropió del Piamonte. Conseguida la paz en el norte del país, Garibaldi se dirigió a Italia central. Víctor Manuel II, rey piamontés, dio al principio su apoyo a un ataque contra los territorios papales, pero a última hora le pareció demasiado peligroso y le obligó a abandonar el proyecto. Garibaldi aceptó la renuncia y se mantuvo fiel, pero la cesión de Niza y Saboya a Francia por parte de Cavour y Víctor Manuel le pareció un acto de traición y decidió actuar por su cuenta. Como por el norte un acuerdo era imposible, decidió forzar la unificación conquistando el Reino de Nápoles, bajo soberanía borbónica. En mayo de 1860, al frente de un ejército de un millar de hombres (la expedición de los mil o de los «camisas rojas»), se apoderó de Sicilia y en septiembre entró en Nápoles, que cedió a Víctor Manuel .En 1861 se proclamó el nuevo Reino de Italia, pero desde sus inicios Garibaldi se mantuvo en la oposición, pues Roma continuaba siendo ciudad papal. Con la consigna de «Roma o la muerte», intentó durante años luchar contra el poder pontificio, sin demasiado éxito, hasta que en 1862, en la batalla de Aspromonte, cayó herido y fue hecho prisionero. Tras ser amnistiado, pasó a presidir el Comité Central Unitario Italiano y ofreció sus servicios a Francia. Fue elegido diputado para la Asamblea de Burdeos (1871) y diputado al Parlamento italiano (1875), el cual pocos años antes de su muerte le asignó una pensión vitalicia por los servicios prestados.  Este héroe de dos mundos y del Partido Colorado tiene su homenaje eterno en la Casa del Partido Colorado.

Venancio Flores.
Venancio Flores nació en Porongos, hoy Trinidad, el 18 de mayo de 1808, hijo del estanciero Felipe Flores y de María Cecilia Barrios. Poseía destacadas dores intelectuales lo que llevaron a sus padres ver un futuro sacerdotal en Venancio. Se integra a la Cruzada Libertadora de 1825 y participó en las batallas de Rincón, Sarandí e Ituzaingó donde le fue otorgado el grado de capitán. Sirvió bajo el mando de Bernabé Rivera y sintió una cierta admiración por don Frutos Rivera. Detenido en 1836 por sumarse a la rebelión de Rivera contra el presidente Oribe, escapó de la prisión y participó en la batalla de Palmar. Durante la segunda presidencia de Rivera fue jefe político de San José. Derroto a Echague en el arroyo de La Virgen, participó en la batalla de Cagancha bajo las órdenes directas de Rivera. Su hora más gloriosa fue el 17 de febrero de 1844 cuando logra inflitrarse entre el ejército sitiador de Montevideo con 400 hombres llevando importantes auxilios a la plaza sitiada. Fue Comandante General de Armas del gobierno de La Defensa en 1845 y vence en La Teja a las fuerza de Oribe. En el aspecto político tuvo fuertes desavenencias con Melchor Pacheco y Obes y con Andrés Lamas que era en ese entonces el Ministro de Hacienda al que acusó de enriquecerse ilegalmente: “ Usted se ha constituido en el árbitro de las fortunas de este honrado pueblo: lo roba, lo insulta, lo humilla”. Tuvo el atrevimiento de solicitar y conseguir una entrevista personal con Manuel Oribe al que invita a hacer la paz entre orientales. Lugo de la Guerra Grande, firmada la Paz del 8 de Octubre, acompañó a Bernardo Berro en una misión ante Urquiza. Durante la presidencia de Giró fue jefe político de Montevideo y ministro de Guerra y Marina. Renunció a los cargos.
El 19 de abril de 1863 encabezó una revolución que dio inicio a una guerra civil, denominada «Cruzada Libertadora». Venció a los nacionalistas uruguayos en la batalla de Coquimbo (junio de 1863) y Cañas (julio de 1863). En ese mes  aceptó la ayuda militar del Imperio de Brasil ―que había declarado la guerra a Uruguay (gobernado por Bernardo Prudencio Berro)― y de los unitarios de Buenos Aires, Flores ocupó Florida el 4 de agosto de 1864,(hoy ciudad, capital del departamento homónimo). En enero de 1865 tomó Paysandú, sitiada por los brasileños  y fueron fusilados a todos los oficiales defensores de la plaza. El 20 de febrero de 1865 entró en Montevideo. Asumió la jefatura del Estado Uruguayo con el título de «Gobernador Provisorio» durante tres años. En marzo de 1865 se involucró ―conjuntamente con el Imperio de Brasil y los unitarios de Buenos Aires, en la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay. Ejerciendo el cargo provisorio se aprobó el Código de Comercio en 1866. En 1867 se realizó la primera  conexión telegráfica con Buenos Aires y se inauguró el edificio central de la Administración del Correo. Al año siguiente se aprobó el Código Civil y se inauguró la primera línea de tranvías de tracción a caballo. Otro logro de su gobierno fue el otorgamiento de las primeras concesiones para la construcción de las líneas de ferrocarriles.
El 19 de febrero de 1868, Montevideo sufría una gran epidemia de fiebre amarilla, Venancio se encontraba en su casa ubicada en las actuales calles de Florida y Mercedes preparando un viaje a Entre Ríos. Se entera de un levantamiento blanco y de inmediato toma su carruaje y se dirigió al Cabildo. Estaba acompañado por su secretario Juan Amadeo Errecart y Alberto Flangini y Antonio María Marques. Eran las 14 y 20 minutos y su carruaje tomó por la calle Florida pero sufrió una emboscada en la cual a pesar de defenderse a balazos termina asesinado a puñaladas- La escena está inmortalizada en el cuadro de Blanes cuando es asistido por el padre Soubervielle de la congregación de los padres Vascos cercana al lugar. Hombre de violentas pasiones marcó con su valentía y espíritu conciliador una etapa de forja del Partido Colorado.
Julio Herrera y Obes
Julio Herrera y Obes(1841-1912) , fue  político y presidente constitucional  del Uruguay entre los años 1890 y 1894. Acompañó a Venancio Flores, como secretario, en la Guerra de la Triple Alianza. Fue Ministro de Relaciones Exteriores, diputado en las denominadas “cámaras bizantinas”, fue deportado en la barca Puig y participó en la “Revolución Tricolor”. Reorganizó el Partido Colorado apoyándose en el diario El Heraldo. Ministro de Gobierno de transición del Gral. Tajes, dirigió la transición a la democracia y en 1890 fue electo presidente civil, una vez terminada la etapa militarista. Enfrentó una crisis financiera y sostuvo la "influencia directriz" Como Senador, se opuso al Pacto de la Cruz de 1897 y fue expatriado. Regresó en 1903. Pese a su pobreza, rechazó  una pensión graciable del gobierno de Claudio Williman. José Batlle y Ordóñez le negó las honras fúnebres que le correspondían como ex jefe de estado.
La Influencia Directriz
"Es indudable que el Gobierno tiene y tendrá siempre, y es necesario y conveniente que la tenga, una poderosa y  legitima influencia en la designación de los candidatos del partido gobernante, y entonces de lo que puede acusársele es del buen o mal uso que haga de esa influencia directriz, pero no de que la ejerza..."

Mensaje del presidente Julio Herrera y Obes a la Asamblea General, Diario de sesiones de la Asamblea General, t.VII, pp 157-173. Sesión de apertura del tercer periodo de la 17 legislatura, 15 de febrero de 1893. José Enrique Rodó señaló sobre el Dr. Herrera y Obes que "administró con alta honestidad la hacienda pública; y obligado a afrontar una de las más críticas y angustiosas situaciones de que haya ejemplo en el desenvolvimiento económico del país, supo sacrificar las transitorias conveniencias de su gestión gubernativa y de su lucimiento personal a los grandes y permanentes intereses de nuestro porvenir y nuestro crédito"(Washington Reyes Abadie: Julio Herrera y Obes. El Primer Jefe Civil. EBO.1977.Pp 140). Otros detractores han criticado su concepción aristocratizante de la política resaltando la existencia de fraudes electorales, el exclusivismo, la coparticipación y el faltar a las promesas electorales de llevarla adelante. Según Juan E. Pivel Devoto " La Influencia directriz que el Dr. Julio Herrera y Obes utilizó  durante su gobierno como norma de conducta política, era una arma de doble filo. Empleada por un gobernante sin escrúpulos podía servir para formar en torno de si un núcleo de incondicionales políticos, dóciles instrumentos de poder. Pero Herrera y Obes la utilizó con convicción y con pureza de intenciones. No creyendo en la capacidad electoral del pueblo; convencido por lo tanto de que este necesita una provisoria tutela antes del goce absoluto de sus derechos cívicos, no vaciló en proclamar y hacer efectiva la necesidad de la intervención gubernamental en los actos electorales. Pero no utilizó esa influencia directriz para favorecer amigos ni para buscarse puntos de apoyo que facilitaran su gestión de gobernante"(Pivel Devoto, Historia de los partidos y las ideas políticas..."T.II P.449) Su figura tuvo gran importancia en la política nacional en el último tercio del siglo XIX, su rivalidad política con José Batlle y Ordóñez y su diferente enfoque sobre la legitimidad del poder lo llevaran a un enfrentamiento muy fuerte con Don Pepe,  lentamente va quedando en el olvido y morirá pobre en Montevideo el 6 de agosto de 1912. Dejó las bases institucionales del Partido Colorado de cara al inicio del Siglo XX