sábado, 15 de octubre de 2016
viernes, 14 de octubre de 2016
lunes, 10 de octubre de 2016
El batllismo, tan lejos y tan cerca.
El batllismo
después de señalar la existencia de una gama infinita de posturas económicas
entre los sectores empresariales y el universo laboral, apoyó su acción más en
el sentido moral de los hombres que en su posición económica. No hace, por lo
tanto ninguna exclusión a determinado grupo o clase social. El batllismo
convoca a todos aquellos ciudadanos que amen y valoren la libertad y la
justicia para alcanzar una justa distribución social. Por lo tanto el marco de
acción del batllismo es la democracia. Sostenía don Pepe: “ Los procedimientos
revolucionarios están buenos para los gobiernos absolutos que niegan todas las
libertades. En las repúblicas los obreros tiene el voto que es la fuerza que
fácilmente puede realizar sin una gota de sangre sus más altas aspiraciones. El
batllismo es reformista, una reforma prepara la siguiente de una manera gradual
para lograr transformaciones sin causar un desequilibrio social. El objetivo
final es el traslado hacia la sociedad de los medios de riqueza, respetando la
libertad de trabajo y el derecho de propiedad privada producto del esfuerzo y
el trabajo- El Estado para el batllismo no es otra cosa que la sociedad
organizada. El batllismo fue perdiendo sobre fines de los años 50 su capacidad
de propuesta de modernización, sumado al proceso nacionalista de
desbatllistizar la política mediante la economía en un proceso muy caótico. Se
debe sumar además el radicalismo de izquierda y el inicio de la guerrilla. El
problema del batllismo actual y que podemos rastrearlo desde fines de los años
50 son los bloqueos, las trancas, las divisiones y la soberbia de algunos
referentes. A comienzos del siglo XX el batllismo fue integrador, a comienzos del siglo XXI fue retórico, alejado de la
gente, soberbio y cercano a posturas de derecha conservadora. No es de
extrañar, entonces, que su caudal electoral este en los guarismos actuales.
La ideología que primaba a comienzos del siglo XX
era naturalmente la que traían los italianos o gallegos, o los hombres de
tantas nacionalidades , que conformaban la mayoría de los operarios de los
pequeños y medianos talleres novecentistas, motor de los avances hechos hasta
el momento en ese campo en los centros industriales de la vieja Europa: el
anarquismo. “Sostenía Batlle que su verdadera vocación no había sido la
política. Lo que ansiaba cuando empezó a sentirse hombre era una gran
ilustración: hacerse en lo posible un sabio. Si no se hubiese entregado a la
filosofía, se habría engolfado en el estudio de los astros”(Domingo Arena, 1926).
En 1886 funda El Día, siempre como opositor, lo que le significa cárcel,
asilo en una embajada, emigra una vez más a Buenos Aires. En 1889 funda por
segunda vez El Día, ahora para apoyar la candidatura de Julio Herrera y Obes.
En 1891 fue diputado por el departamento de Salto y en 1898 alcanza el Senado,
ahora por Montevideo. Este cuerpo lo designa su presidente y en ese carácter
actúa como presidente interino de la República en 1899.
Durante los años posteriores a la revolución de Aparicio Saravia en
1897, en que el país estaba gobernado desde Montevideo y desde la estancia El
Cordobés, donde vivía el caudillo blanco, José Batlle propugnó la unidad del
partido y defendió la tesis del gobierno partidario. El manifiesto del Partido
Colorado de 1901 es de su redacción, y será reelecto presidente del Senado.
Las ideas de Batlle habían sido incorporadas al programa de su partido,
“hasta ser la orientación primordial y característica del batllismo” (Guidici y
Gonzalez Conzi). Una generación de hombres salidos de las filas de las clases
medias, intelectuales, profesionales e industriales, creen en sus ideas. El
inmediato éxito de los monopolios de la electricidad, portuario y bancario
prestigia la política de nacionalizaciones.
Hizo más, transformó al Uruguay, aumentando las posibilidades de las
clases medias, protegiendo a los trabajadores y evitando parcialmente el
drenaje al extranjero de sus riquezas.( Carlos m. Rama. Batlle: la conciencia social. En Enciclopedia Uruguaya Número 34, Arca, junio
1968)
En tiempos de derrota y luego de la
destrucción del Partido Colorado como consecuencia de la Crisis económica del
año 2002 y con el advenimiento como mayorías partidarias de un sector
neoconservador de base tecnocrática y lejano del batllismo, esta ideología no
ha podido trascender ni en las ideas ni en la acción. En realidad desde el año
2005 (…)” Las políticas
económicas implementadas desde 2005 en Uruguay no modificaron, sino más bien
continuaron y profundizaron, el régimen de acumulación forjado durante el
período neoliberal, orientado a dinamizar el crecimiento económico en base a la
inversión extranjera directa (IED). En particular no se modificó la orientación
general de las políticas macroeconómicas ni se sustituyó el andamiaje legislativo
neoliberal. Las principales diferencias con respecto a gestiones anteriores se
han relacionado con el énfasis en la reducción del desempleo y con una gestión
del endeudamiento externo que buscó su reducción con respecto al PBI y su
reestructuración en el mediano y largo plazo. En el andamiaje jurídico
utilizado para la promoción de este modelo de desarrollo encontramos otra de
las continuidades: en este período no se eliminó ninguna de las leyes señeras
del período neoliberal sino que incluso se han promovido nuevas leyes que
sostienen el régimen de acumulación. Algunas de las principales leyes que
provienen del período anterior son la Ley Forestal (1987), la Ley de Zonas
Francas (1987), la Ley de Puertos (1992), la Ley de Promoción y
Protección de Inversiones (1998), La Ley de Marco Regulatorio de la Energía
(1997) y La Ley de Seguridad Social (AFAPS) (1995). Por otra parte, las nuevas
leyes que se han introducido en este período son: la ley que redujo el impuesto
a las ganancias (con la reforma tributaria de 2007), la Ley de Participación
Público Privada, la Ley de Puerto de Aguas Profundas para Rocha y la ley de minería. La ruptura más significativa con el
neoliberalismo la encontramos en el modo de regulación social: derechos
sociales y políticas públicas compensatorias. En este plano podemos encontrar
la reinstalación de los consejos de salario –con un nuevo marco para la
negociación colectiva- y leyes como la de trabajo doméstico, la ley de ocho
horas del trabajo rural y la reciente Ley de Responsabilidad Penal Empresarial (http://www.zur.org.uy).
El batllismo surge desde el
Estado, esto porque nace desde el Partido Colorado, siendo éste un partido que
gobernaba hacía más de cuatro décadas y siguió haciéndolo durante el periodo
denominado batllista, “(. . . ) el batllismo (. . . ) nació “en la cuna de oro”
del Estado, (...)” (CAETANO, 2011, p. 24), Ya el FA, surge de la conformación
de otros partidos políticos que se agruparon bajo un lema común. Al momento de
su fundación el Frente Amplio reunió a distintas fuerzas políticas, tanto
fueran partidos preexistentes (Socialista, Comunista, Demócrata Cristiano,
POR), como sectores progresistas provenientes de los partidos Colorado y Blanco
(tal es el caso de los movimientos liderados por los entonces Senadores y ex
Ministros Zelmar Michelini y Alba Roballo del Partido Colorado y Francisco
Rodríguez Camusso del Partido Blanco) y ciudadanos no sectorizados (entre ellos
el Gral. Líber Seregni, quien luego sería su primer Presidente y candidato
presidencial). (Disponible en:
http://www.frenteamplio.org.uy/frenteamplio/historia, acceso en 10/11/2014). El
rol estratégico de las empresas públicas se manejó con la misma preocupación
por parte de los modelos batllista y frentista. No entro acá en los errores de
gestión y de sospechas de corrupción en la justicia. (...) la modernización
batllista supuso una notable alteración de la pauta liberal predominante en la
modernización del siglo XIX. El intervencionismo se expandió bajo la modalidad
estatista: el Estado montó un conjunto de empresas públicas que controlaron
sectores clave de la economía nacional (transportes, crédito, seguros,
electricidad, agua y gas). (YAFFÉ, 2001, p. 6) Pues bien, el FA propone en sus
programas de gobierno la continuidad de las empresas estatales, incluso ataca a
los anteriores gobiernos por el intento de privatización de las empresas
públicas. “(...) necesitamos recuperar para el Estado el control de las áreas
estratégicas, de modo de transformarlo en una herramienta a favor de los
intereses nacionales.” (Grandes lineamientos programáticos para el gobierno
2005-2009, 2003, p. 1) También atacan el intento de desarticular a los
trabajadores y la pérdida de los derechos que estos conquistaron
históricamente, proponiendo volver a cumplir con ellos, proponiendo, incluso la
restauración de los Consejos de Salarios. Con este aspecto, el FA avanzó en la
discusión un poco más que el batllismo, ya que regula el mercado salarial. Este
ítem es en el único que tanto el batllismo como el FA desobedecen al sistema
liberal o neoliberal. Es el único en el cual la modernidad no penetra, pero de
todas formas, el Estado es puesto al servicio del “progreso” o del
“desarrollo”, dependiendo de la época la palabra utilizada. En fin, el
batllismo solo puede estar en el Partido Colorado. Los principios batllistas y
sus utopías el electorado lo busca en varias tiendas. El retorno del batllismo
pasa por hacer batllismo. Ni más ni menos.
Ver:
LA IDEOLOGÍA BATLLISTA EN EL FRENTE AMPLIO
Mariana Elizabeth Fernández Presa.
Reflexiones
del Batllismo. Artículo de Manuel Flores Silva.
Estudios de
Historia Conceptual. Raquel García Bouzas.
lunes, 26 de septiembre de 2016
jueves, 22 de septiembre de 2016
Abandoned Berlin: Abandoned Berlin | Documentary
Abandoned Berlin: Abandoned Berlin | Documentary: Filed 30/8/2016 | Around this time last year, a documentary-maker from Barcelona by the name of Jordi Busquets got in touch to make a shor...
miércoles, 21 de septiembre de 2016
domingo, 18 de septiembre de 2016
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sábado, 17 de septiembre de 2016
miércoles, 14 de septiembre de 2016
Partido Colorado: 180 años. Por el Dr. Enrique E. Tarigo.
“Un 19 de setiembre de 1936 nacieron las divisas de los
Partidos tradicionales en los campos de Carpintería. Blanca la de Oribe, colorada,
desgarrada del revés de los ponchos, la de Don Frutos Rivera. De este modo
comenzaba el Dr. Enrique Tarigo un artículo publicado en el vespertino El
Diario el viernes 19 de setiembre de 1986. El Partido Colorado, sigue el Dr.
Tarigo, como lo dijera de manera estupenda en el Senado un mes atrás el senador
don Carlos W. Cigliutti, no tiene una fecha precisa de nacimiento-como tampoco
ha tenido, para la Historia, su ilustre fundador- puesto que fue naciendo en
los campamentos artiguistas y en los fogones criollos al calor de las primeras
e imprecisas reflexiones sobre la patria y su destino. Pero puestos a elegir,
esta fecha de la batalla de Carpintería y ese gesto de desgarrar los ponchos
para con un trozo de bayeta hacer la vincha que ha de anudarse alrededor de la
frente para distinguirse del adversario, adquiere la simbología fundacional de
este Partido que nació a caballo en las horas augurales de la República.
Conmemoramos en Durazno la fundación del Partido Colorado. De este Partido que
reconoce con respeto y con admiración, a don Frutos Rivera como su fundador.
Ese don Frutos que, después de la Guerra Grande, después de superadas sus
desinteligencias con los hombres de la Defensa, después de quince años de luchas,
de dolor y de luto, cuando llegan a su fin el exilio y la prisión de don Frutos
en el Janeiro, cuando el Partido Colorado parece hallarse en camino a su
extinción, acepta, de plano y sin hesitación, el convite de Melchor Pacheco y
Obes: “Lo que nos aseguraría verdaderamente sería la reorganización del Partido
Colorado, como yo lo entiendo, como solo podrá ser conveniente para el Partido
y para el país…” conformes todos “ en que Ud. Venga al seno del Partido
Colorado para tomar parte en la dirección de los trabajos que él debe iniciar y
darle con el apoyo de su influencia la posibilidad de ser útil y no perderse
como partido…”
Otros tiempos, duros y difíciles como aquellos primeros
veinte años de la República vendrán después para el país. La tiranía santista
encontrará en la juventud, en la valentía y en el talento de otra de las
figuras inmensas del Partido Colorado, la oposición cerrada y tenaz que la
combatirá con las armas en la mano y sin suerte en el combate, en los campos
del Quebracho, cincuenta años más tarde. Y otra vez, como luego de la Guerra Grande
el Partido Colorado resurgirá de lo que en ese momento pareció su ocaso., para,
al impulso formidable de don José Batlle
y Ordóñez reorganizarse y revitalizarse, para dejar, porque los tiempos y las
exigencias eran otras, de ser un partido de elites y, a través de los clubes
seccionales y de las convenciones, ir forjando su perfil de partido popular, de
partido de masas. Y abatida la tiranía, sofocada la última de la revoluciones,
consolidada definitivamente la paz, vendrán los maravillosos años de forja en
los que el Uruguay se pondrá al acompás de lso pueblos civilizados del mundo y
en muchos aspectos servirá de lección y de ejemplo, al sumarle a la pasión
libertaria que fue siempre sustancia indestructible, una visión avancista del
papel del Estado y una concepción solidarista de la sociedad.
Y hoy, en este año en que se cumplen los ciento ochenta años
de Carpintería y del nacimiento de la divisa colorada, en este año en también se
conmemor el aniversario de la batalla
perdida del Quebracho el mismo año en
que se había fundado El Día que fuera para Batlle una de sus más preciosas
herramientas para construir infatigablemente, lo que en su tiempo dio en
llamarse el Uruguay moderno, los colorados hacemos una pausa en nuestros
quehaceres para evocar, con emoción, con recogimiento esta trayectoria. Puesta,
invariablemente, al servicio de la República y a la que la República tanto le
debe. Para meditar sobre ese superior legado histórico y sobre este presente
complejo y difícil, a la salida de una dictadura militar que nos dejó como
legado tantos infortunios y tantas desventuras. Para tantos infortunios y
tantas desventuras. Para pensar que, apenas un año y medio de recuperada la libertad y la democracia-
recuperación en la que el Partido Colorado tuvo, como tantas otras veces, un
papel decididor- La república recompone, paso a paso pero con firmeza y con
seguridad, su convivencia social y política, su economía. La fe en su destino y
en su porvenir.
A ciento cincuenta (ochenta) años
de Carpintería y a modo de resumen apretado, solo atinamos a gritar con la voz
del corazón: ¡Viva don Frutos Rivera! ¡Viva Batlle! ¡Viva el Partido Colorado! ¡Viva
la República!( Tarigo, E. A 150 años del nacimiento de la divisa y el Partido.
La Mañana y El diario, suplemento, pág. 2. Viernes 19 de setiembre de 1986)
viernes, 9 de septiembre de 2016
BLOG DE HISTORIA DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO: PRIMERA GUERRA MUNDIAL: EL FRENTE ESTE EN 1915. LA...
BLOG DE HISTORIA DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO: PRIMERA GUERRA MUNDIAL: EL FRENTE ESTE EN 1915. LA...: A pesar de las duras condiciones climáticas, en los inicios de 1915 hubo una cierta actividad militar en el frente este. Dos ejemplos: A...
domingo, 4 de septiembre de 2016
sábado, 3 de septiembre de 2016
El batllismo y el Estado. Usina de oportunidades.
El 26 de junio de 1948, en Salto, Luis Batlle Berres
defendía el dirigismo económico y el desarrollo estratégico del Estado. “ La
economía dirigida no es sino economía ordenada y en beneficio de la sociedad;
no se intenta con ello destruir el principio de la libertad de comerciar para
sustituirlo por el – Estado comerciante-.
Sino que es, frente a las circunstancias presentes, necesidad de reglar y
dirigir la economía en beneficio de la sociedad. Esto no se ha querido
comprender y se prefiere, por algunos, la libertad, sin advertir que la
libertad es el desborde de los precios y una marcha rápida hacia el desorden.
Si no existiera la Ancap y en nuestro país se vendiera la nafta y el keroseno y
el gasoil a los precios que se cotizan en el mercado internacional…nuestro
pueblo estaría pagando 18 millones de pesos más de lo que paga en la actualidad…
la desaparición de las empresa del Estado podría aparejar la presencia de
consorcios internacionales para dirigir nuestra industria que es nuestra y que
debemos defender… somos el único país del mundo que tenemos el monopolio de los
teléfonos y el monopolio del petróleo por el Estado y esto lo hemos conquistado
sin tirar un solo tiro y sin realizar ninguna clase de despojo” Lo cierto es
que durante el primer batllismo el incremento poblacional, el avance de los
medios de comunicación y la consolidación del mercado interno permitieron el
desarrollo de nuevas actividades productivas mayoritariamente urbanas. El
batllismo, ya como proyecto a largo plazo, se convirtió en una síntesis política
de diversos sectores sociales. La legislación laboral fue determinante para
conciliar las diferentes clases sociales, desde el proletariado industrial
naciente, el desplazamiento de la mano de obra rural y además se sumaba el interés del capitalista
industrial que necesitaba orden, estabilidad y legalidad. El proyecto reformista
incluyó un fuerte dirigismo que durante el neobatllismo logró un gran impulso
al nivel de vida. El rol estratégico de las empresas públicas era y es para el
batllismo la búsqueda de nivelación destinada a favorecer una distribución más
igualitaria de los ingresos: “apresurarse a ser justos es luchar por el orden y
asegurar el orden”. En ese período el PBI tuvo un fuerte crecimiento en el
entorno del 7,9% anual. Aumentaron los puestos de trabajo generado por las
nuevas empresas del Estado y por las industrias. Los ingresos crecientes
generaron una legislación social, con un fuerte protagonismo sindical y el
control de precios sobre bienes de consumo básico y sobre la vivienda. El
Estado amplió el rol redistributivo ampliando infraestructura y servicios. En
1947 se nacionliza la compañía inglesa de aguas corrientes naciendo la OSE, se
completó el tendido de redes eléctricas siendo la más alta de América Latina en
relación a los habitantes. Las obras
publicas crearon la infraestructura vial imprescindible con infinidad de
puentes y caminos lo que permitió un explosivo crecimiento del transporte
carretero. En el editorial de Reflexiones del batllismo, en febrero de 1986,
concluíamos con Claudio Rama: “ El Partido y el Gobierno son instituciones con
fines y objetivos distintos. Solo las dictadura los partidos y los gobiernos
son lo mismo. Cuando el partido dirige el gobierno, o viceversa cuando el
gobierno maneja la partido se está violando la base del sistema político.(…) El
partido debe ser la fuente generadora de nuevas ideas, debe movilizar a la
ciudadanía en la organización de un amplio tejido social, debe buscar promover
los líderes sociales, debe facilitar el dialogo entre el pueblo y el Estado.
Pero por sobre todas las cosas debe alimentar
un sistema de ideas, debe ser el instrumento de la lucha ideológica en
el seno de la sociedad civil”. Como
siempre sostuvo el batllismo, el Estado, sus empresas y el principio de
voluntad reformista sobre la base de que “el orden social vigente conlleva
injusticias y que debe ser profundamente transformado” que debe “garantizarse
una efectiva igualdad de oportunidades en el punto de partida para que cada uno
desarrolle libremente sus capacidades sin ventajas ni privilegios heredados”
Entonces el discurso batllista perdido en una serie de divagues tecnocráticos,
con soberbia y distancia de la gente y siendo un minoría dentro del Partido
Colorado y en el sistema electoral debe volver a jerarquizar al Estado. Si,
jerarquizar al Estado, a sus empresas, a sus funcionarios para “ejecutar un
proyecto solidario, orientando de acuerdo con una propuesta deliberada los
distintos sectores de la actividad, no para sofocar a la iniciativa privada,
cuyo dinamismo la hace indispensable para el desarrollo, pero sí para informarla,
orientarla ajustando su actuación al interés general” Este fue y debe ser el
debate batllista.
sábado, 27 de agosto de 2016
domingo, 21 de agosto de 2016
sábado, 20 de agosto de 2016
El batllismo y el Estado: El crecimiento desde lo social.
A lo largo de las décadas del 30 y del 40 se debatía
intensamente dentro del Partido Colorado. Sea a favor o en contra del Golpe de
Estado del Dr. Gabriel Terra o los alcances estratégicos de las empresas
públicas o el rol del Estado. Era un momento en el que se integraban sin
complejos técnicos especializados al Estado.
Durante el terrismo el Estado uruguayo profundizó radicalmente sus
mecanismos de regulación aumentando su capacidad técnica. A partir de 1931 se
establece el Contralor de Cambios, antecedente del Contralor de Exportaciones e
Importaciones en 1941 con el rol estratégico de llevar adelante la promoción
industrial. En 1931 se establece la ANCAP, en 1935 se realizó una profunda
reestructura del BROU llevándolo al rol de Banco Central al desarrollar y
perfeccionar su departamento de emisión. Tomás Berreta y el Ing. José Luis
Buzzetti publican en octubre de 1946 el libro
“Esquema de un planeamiento económico y social” sostenían en su trabajo
la necesidad de planificar para orientar el ritmo del progreso en aras de un
mejoramiento social y “ esta planificación ha de alcanzar objetivos económicos
y sociales, a través de planes industriales, agrario, de obras pública, saludo
pública y vivienda, régimen monetario, fomento de la instrucción pública, nacionalización
de los servicios públicos(…) La iniciativa privada debe y puede desenvolverse
paralelamente a esta planificación” Posteriormente bajo la conducción del
neobatllismo desde el Poder Ejecutivo a través de su ministro de Economía, Nilo
Berchesi se desarrolló un complejo sistema de planificación integrado por
distintos organismos: 1) Consejo de la Economía Nacional previsto desde la
Constitución de 1934. 2) Oficina Nacional de Planificación como órgano asesor
del Poder Ejecutivo. 3) Comisiones de Planificación. En este momento comienza a diluirse la
estrecha relación entre los técnicos y los políticos. Y en definitiva comienza
a debilitarse la capacidad técnica del Estado.
Históricamente el rol del Estado era y es el suporte
ideológico del batllismo. El desarrollo de las capacidades del Estado se asocia
con la capacidad que tiene el País y la defensa del interés nacional frente al
capital extranjero. De allí viene la protección a los sectores populares frente
a la deshumanización capitalista. La Instalación de numerosas empresas y
servicios públicos llevaron al Estado a tener la capacidad de control de
actividades estratégicas para el país: economía, finanzas, transportes,
comunicaciones y energía. En un informe sobre el “capitalismo de Estado” ( The
Economist 2002) se aggiorna la visión histórica del batllismo en la relación
empresas estratégicas-Estado. En ese artículo hace referencia a empresas
públicas o públicas controladas por el Estado. Y como conclusión afirma que de
las 200 compañías más grandes del mundo, el 10% son de propiedad de diferentes
Estados.
En la mayoría de las ocasiones, cuando el Estado utiliza la
palabra innovación lo hace con esquemas
oxidados y anclados a comienzos del Siglo XX. Se repiten discursos que recetan
soluciones para las empresas pero sin aplicarlo en el propio Estado.. O bien se
reparten subvenciones y cargos sin ningún impacto significativo más que el
efímero clientelismo político. Siguiendo el trabajo dirigido por el Dr. Gerardo
Caetano en la obra “ la provocación del Futuro” queda claro que el Estado debe
reforzar y fortalecer su capacidad de aprendizaje y cooperación entre las
diferentes instituciones que lo componen, fortalecer sus mecanismos de
rendición de cuentas, los procesos de contratación de funcionarios. Es en este
contexto que se desarrolló en la visión del batllismo con énfasis en la
modernización con eje estratégico en el Estado y las empresas públicas. El
Estado es el gran protagonista del batllismo como agente económico y como
regulador. Las políticas sectoriales tuvieron un rol trascendente. Se puso el
eje en las políticas sociales y en los derechos de los trabajadores promoviendo
el intervencionismo cuyo ejemplo más concreto fue la política de
nacionalizaciones y estatizaciones. Para el siglo XXI el desafío del batllismo
es ser fiel a sus principios de que una
idea genera otra y una reforma antecede
a otra buscando adelantarse a los requerimientos de la sociedad y del progreso.
Siempre se ha discutido el modelo batllista de desarrollo
desarrollado entre 1911 y 1930 en el cual el debate entre la diversificación
productiva, proyectada y con éxitos relativos, o la construcción de un modelo urbano con
servicios y desarrollo fuerte del sector
público. Se puede afirmar que el modelo
batllista apuntaba a tres objetivos: modernizar y diversificar la estructura de
producción con énfasis en la industria y la expansión de un modelo agrícola. Se
debía, entonces, desarrollar el mercado interno generando un buen entorno de
bienestar social y nacionalizar la economía para reducir los riesgos de la
dependencia extranjera y sus crisis y euforias cíclicas. La retención de la
mayoría de los recursos del país van de la mano de que las compañías extranjeras
reduzcan su accionar siendo sustituidas por empresas del Estado. Finalmente
redistribuir los ingresos elevando el poder adquisitivo de la población y
universalización el acceso de la población a bienes y servicios.
Desde el punto de vista económico el batllismo planteaba:
1) Modernización de la ganadería y expansión de la
agricultura de forma combinada.
2) Desarrollo de la industria manufacturera nacional
sustituyendo las importaciones.
3) Expansión de servicios en las finanzas, los transportes,
comunicaciones, turismo, enseñanza y salud.
4) El incremento de la participación del Estado en los
aspectos productivos y comerciales.
5) Reforma fiscal con el objetivo de estabilizar y aumentar
la recaudación del Estado con el objetivo
de una mejor redistribución. También desconcentra la propiedad de la
tierra. (georgismo)
Siguiendo a Benjamin Nahum el Estado para el primer
batllismo tenía estos componentes: “La idea básica era que el Estado
representaba a toda la sociedad y por encontrarse por encima de todas las
clases sociales debía no solo arbitrar sus disputas, sino también impulsar su
progreso mediante un crecimiento sostenido de la economía. Esa finalidad social
era lo que daba derecho al Estado para -invadir- el campo de la actividad
económica privada, desde que - el interés general- era superior al particular
de las empresas”. El propio ministro José Serrato sostenía en 1911 que “ los
monopolios constituirán un poderoso recurso fiscal a fin de que las cargas
nuevas no contribuyan a hacer más desigual la distribución de la riqueza”
Entre 1920 y1921 el
Uruguay enfrentó la fuerte caída de los precios internacionales y en especial
el de la lana, cae la faena en los mataderos, lo que originó desocupación y
perdidas salariales, pero entre 1920 y 1930 se retornó al crecimiento económico
lo que mostró que el modelo de desarrollo del poder del Estado asignándole un
rol en el proceso económico y social era todavía viable. Fue un proceso de reforma política pacífica,
basado en el apoyo de grupos sociales interesados en contar con un gobierno
eficiente y no corrupto sostenido en la modernización mediante el crecimiento
económico, división del trabajo. La industrialización incipiente trajo la
urbanización y esta exigió mejoras en los niveles educativos y de formación
ciudadana. La consecuencia fueron nuevos actores sociales separados de la
sociedad agrícola y el desarrollo político. El problema latente será la
relación entre el desarrollo político y el fantasma del clientelismo y la
corrupción.
Corresponde ahora hacer referencia a Francis Fukuyama en su
obra “Origen y decadencia de la política” (Deusto, 2015, pág. 261) que cita a
Ernest Gellner: “ Una sociedad que vive para el crecimiento tiene que pagar
necesariamente un determinado precio . El precio del crecimiento es la innovación
permanente. La innovación permanente a su vez, presupone una incesante
movilidad ocupacional, tanto entre generaciones como en ocasiones, en el curso
de una vida(…) el perfil general de una sociedad moderna es ser alfabetizada,
con movilidad social, con cultura compartida, homogénea, trasmitida por la alfabetización
e inculcada desde la escuela…” Ese fue el Modelo batllista de desarrollo, y
debe ser el motor ideológico en el siglo XXI.
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miércoles, 17 de agosto de 2016
miércoles, 10 de agosto de 2016
domingo, 7 de agosto de 2016
El rol estratégico de las empresas públicas en tres enfoques de la Historia Económica.
Las empresas públicas forman parte del ser uruguayo. Han
desarrollado su rol desde fines del siglo XIX y hoy por hoy son objeto de permanente debate. En este
enfoque utilizaremos tres posturas polémicas sobre su rol. Un simple aporte a
un debate permanente. Tomaremos la génesis de la visión estratégica desde el la
visión de José Batlle y Ordóñez, luego un trabajo de la Facultad de Ciencias
Económicas bajo el enfoque de Jaime Yaffé y finalmente un fragmento de la
ponencia de Magdalena Bertino sobre la reforma de las empresas públicas.
Durante el denominado primer batllismo se inició un proceso
de nacionalizaciones y estatizaciones que estaba dirigido a incorporar al
dominio industrial y comercial del Estado diferentes empresas de servicios
públicos que deberían atender áreas de interés prioritario para el desarrollo
económico del país. Lo que buscaba el batllismo era elevar la calidad de vida
de la población, abatir índices negativos como la mortalidad infantil,
incrementar políticas sociales de avanzada en educación, salud, legislación del
trabajo buscando la armonía social en un entorno de desarrollo global en el
cual el rol estratégico de las empresas públicas era innegable. El propio
Batlle sostenía en 1891: “ Tenemos un país en que la luz es extranjera y
privilegiada entorno a la Compañía del Gas, en que el agua se halla en las
mismas condiciones en forma de Empresa de Aguas Corrientes, en que la
locomoción representada por tranvías, ferrocarriles, vapores, es también
extranjera, etc. ¿ a qué seguir?”
“ el costo de la protección industrial es el precio con que
el país paga su engrandecimiento, acreciendo su población a base de crear
trabajo” El Día, 19 de enero de 1912.
“las empresas públicas son un activo del Estado, y por tanto
debe optimizarse el proceso de creación de valor, que podrá ser económico y/o
social”. Dibarboure planteó una agenda de trabajo en la que “es necesario
pensar las empresas públicas en el largo plazo, al servicio del desarrollo
nacional y diseñar su modelo de gobernanza, a través de amplios acuerdos políticos
de códigos marco de conducta”. (Subdirector de OPP, Martín Dibarboure)
“El intervencionismo económico del Estado supondría por un
lado la tonificación de su rol regulador de la actividad económica general, y
por otro (he aquí el énfasis fundamental del programa batllista en materia de
intervencionismo), la expansión de su área de intervención directa como agente
económico a través de empresas estatales monopólicas en su área de actividad
específica. La apuesta firme a la instalación de empresas estatales encargadas
de ciertos servicios de interés público, preferentemente en forma monopólica,
fue una nota distintiva del batllismo, dando origen al Estado empresario que se
articularía con la concepción e impulso del Estado asistencial. El
intervencionismo económico y el social se articulaban en el modelo batllista,
propugnando el desarrollo articulado de un estado empresario y asistencial (Frega y Trochón 1991).
Al fundamentar la necesidad y pertinencia de la creación de
estas empresas, el batllismo señaló diversos argumentos económicos, además de
los sociales, que pueden agruparse en
cinco objetivos que van de lo concreto a lo general: abaratar los servicios
prestados, mejorar su calidad, incrementar los ingresos del Estado y con ello
habilitar la reducción de las cargas fiscales, reducir el “drenaje” de oro al
exterior (las remesas de las ganancias de compañías extranjeras), amortiguar la
dependencia e impulsar el desarrollo nacional (Nahum 1993). Como buena parte de
las actividades a estatizar estaban en manos de empresas de origen europeo, el
Estado, al hacerse cargo de ellas, desplazó al capital privado extranjero. En
esos casos, la estatización se volvió también nacionalización (Barrán y Nahum
1983). El fortalecimiento y crecimiento del Estado, además de las motivaciones
económicas y sociales señaladas, respondía también a razones estrictamente
políticas en tanto consolidaba la hegemonía colorada y ampliaba los recursos
disponibles para la acción política (Finch 1980).
Las empresas estatales debían cumplir el fin de sustituir a
las empresas extranjeras, reduciendo la salida del oro y cortando la
dependencia externa al tiempo que permitían elevar el nivel de vida de la
población al brindar servicios mejores y más baratos. Pero para financiar la
expansión del área estatal debía recurrirse al crédito externo que si bien
generaba fuga de oro por pago de intereses, permitiría reducirla a largo plazo
al ir achicando las remesas de las empresas extranjeras nacionalizadas. De allí
la preocupación de Batlle y Ordoñez por el equilibrio fiscal y la fortaleza de
la moneda, ya que esos elementos eran esenciales ante los potenciales
acreedores. De esta forma la política de estatizaciones del batllismo estaba
estrechamente ligada a su política de endeudamiento externo y ésta a su
política fiscal. El endeudamiento financiaría la expansión estatal y ésta era
una pieza clave para los planes de desarrollo económico y social.”( Facultad de
Ciencias Económicas y de Administración Universidad de la República. EL
INTERVENCIONISMO BATLLISTA: ESTATISMO Y REGULACION EN URUGUAY (1900-1930) por Jaime Yaffé
“La prestación de servicios públicos por el Estado se inicia
cuando se afirma el poder estatal en todo el territorio, a partir de la década
de 1870. Se establece el primer telégrafo estatal, se regula el accionar de las
empresas ferroviarias privadas y, luego de la crisis de 1890, se crea el Banco
República. La incipiente compañía privada de electricidad de Montevideo también
pasa a ser administrada por el Estado. Durante el impulso modernizador e
intensamente reformista que caracterizó a los gobiernos batllistas de las tres
primeras décadas del siglo XX se crean las bases del estatismo. Se fundan los
tres grandes bancos públicos: el Banco República (BROU) se institucionaliza
como banco íntegramente estatal, se estatiza el Banco Hipotecario del Uruguay
(BHU) y se crea el Banco de Seguros del Estado (BSE). Se funda la empresa
Usinas de Trasmisiones Eléctricas del Estado (UTE) y se establece el monopolio
estatal de los telégrafos y teléfonos, haciéndose efectivo en 1931 cuando la
red telefónica se integra a UTE, que pasa a llamarse Usinas y Teléfonos del
Estado hasta la creación de ANTEL en 1974. Comienza la construcción y
estatización de las vías férreas, creándose la empresa Ferrocarriles y Tranvías
del Estado, y se establece el monopolio estatal de la gestión de los puertos con
la creación de la Administración Nacional de Puertos (ANP). Bajo un nuevo impulso
reformista, ambientado por los avances de la acción estatal durante la Gran
Depresión, se funda la Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y
Portland (ANCAP). Todas estas empresas fueron concebidas como entes autónomos o
servicios descentralizados regidos por el derecho público. En general, sus
objetivos planteaban brindar un servicio de calidad y bajo precio y extenderlo
al conjunto de la población (Boneo, 1973; Solari y Franco, 1983; Nahum, 1993;
Nahum et al., 2006; Bertino et al., 2012). Aunque sus cartas orgánicas no lo
establecían, las grandes empresas, generalmente superavitarias, aportaban parte
de sus beneficios al gobierno central —transferencias positivas— y las empresas
deficitarias recibían subsidios de éste —transferencias negativas— (Azar et
al., 2009; Bertino et al., 2011; Bertino et al., 2012a, 2012b, 2012c, 2012d). Durante
el período de industrialización dirigida por el Estado, el llamado “Dominio
Industrial y Comercial del Estado” experimentó una gran expansión, debido al
crecimiento de la cobertura y las funciones de las dos principales empresas,
UTE y ANCAP. También incidió la creación de nuevas empresas, principalmente a
partir de la estatización de las compañías británicas de servicios (la mayor parte
de los ferrocarriles existentes, los tranvías de Montevideo y la compañía de Aguas
Corrientes de Montevideo), fundándose AFE y OSE en 1952. En el mismo año la
empresa mixta PLUNA (Primeras Líneas Uruguayas de Navegación Aérea) pasa a ser
totalmente estatal. También se fundan el Instituto Nacional de Colonización (INC)
y el Servicio Oceanográfico y de Pesca (SOYP) —refundado como Instituto Lobero
y Pesquero (ILPE) en 1976—. UTE se expande a todo el país expropiando las
usinas eléctricas privadas, estableciendo una tarifa única en todo el país y
extendiendo también la red telefónica nacional, cesando las concesiones a las
empresas telefónicas privadas. ANCAP expande la capacidad de su refinería y
cubre la totalidad del mercado de derivados. La ampliación de la capacidad de
las destilerías de alcohol permitió hacia 1949 satisfacer la demanda interna de
alcohol y bebidas alcohólicas. Paralelamente, la empresa asumía el cultivo de
azúcar de caña en las tierras adquiridas en El Espinillar, inaugurando su
ingenio en 1952, así como el cultivo de viñedos para la producción de vinos
destinada a la elaboración de coñac. La primera fábrica de portland de ANCAP
empezó a producir en 1956. Finalmente, desde fines de la década de 1960 y
comienzos de la siguiente, durante los años de crisis y estancamiento, se producen
las últimas creaciones de empresas públicas siguiendo el estilo de “hospital de
empresas”. Pasan a la administración estatal varias empresas industriales en
crisis (tres frigoríficos y una textil) y el Estado adquiere la británica —y
también en crisis— Compañía del Gas.” (Bertino, Magdalena. 2013 La reforma de
las empresas públicas en Uruguay una lectura desde la Historia Económica)
La Presidencia del Dr. Julio Herrera y Obes. 1890-1894.
Julio Herrera y Obes nació el 9 de enero de 1841 hijo de
Manuel Herrera y Obes y Bernabela Martínez. Nieto a su vez del Dr. Nicolás
Herrera. Por parte materna era nieto del rico hacendado y comerciante Juan
Francisco Martínez. Por lo tanto era uno de los hijos del patriciado nacional.
Estudió la carrera de Derecho, aunque nunca se presentó a retirar su título. En
1865 fue nombrado secretario del General Flores y con él combatió en la Guerra
del Paraguay. Al retornar se dedicó al periodismo, fue desterrado junto a José
Pedro y Carlos María Ramírez por el presidente Lorenzo Batlle. Integró la
generación principista de 1870, fue ministro de Relaciones Exteriores y en
noviembre de 1872 integra las cámaras. Durante el gobierno del general Máximo
Tajes integró la transición al civilismo. Como Presidente de la República fue
el hombre de la “influencia directriz” y del “colectivismo”, también fue el “dandy”,
el espiritualista, el último romántico, el crítico al espiritualismo y el
Primer Jefe Civil del Partido Colorado. En forma paralela la sociedad si integraba a la vida política.
Los hijos de inmigrantes y los apellidos italianos entraban en escena sustituyendo
lentamente al viejo patriciado. Comienza
la tensión entre los distintos grupos sociales ahora con los obreros y
artesanos, la naciente clase media tomaba forma. Acá comienza el debate entre los modernos partidos populares, el
proletariado rural siguiendo a Aparicio Saravia y el urbano conducido por José
Batlle y Ordóñez. La rivalidad entre Batlle y Herrera y Obes por el liderazgo
comienza bajo estas circunstancias. Herrera y Obes representaba a los “galerudos”
del colectivismo, Batlle a los integrantes del sector popular. El
enfrentamiento con Batlle se desarrolla en etapas que culmina con el ocaso de
Julio Herrera y Obes: el asesinato de Juan Idiarte Borda y su oposición al
Pacto de la Cruz en 1897, el golpe de estado de 1898 que le hace perder la
mayoría parlamentaria y su propia banca de senador, el posterior exilio y su
propia muerte. Viejo, pobre de solemnidad, soltero pero enamorado de Elvira
Reyes, se alojaba en un humilde piso alto de la vivienda del que fuera su
mayordomo en tiempos mejores. El 16 de agosto de 1912 falleció. El Poder
Ejecutivo, presidio por su enemigo político Batlle y Ordóñez le niega el
decreto de honores oficiales votado por el Parlamento. El cadáver esperaba en
el Cabildo, sede del Poder Legislativo, velado por voluntarios. Al día
siguiente, la Asamblea General, debate en medio de un tumulto estimado en 50
mil personas, y levanta las objeciones y la multitud lo traslada la Panteón
Nacional sobre sus hombros.
El Presidencialismo y la influencia directriz.
La presidencia de Julio Herrera y Obes tuvo un significado
doble, en primer lugar fue vista como un triunfo del principismo y del
patriciado, al que no pertenecían ni
Latorre ni Santos. Por otro lado el Partido Colorado se convierte en un
instrumento de poder y será el “ verdadero soporte del Presidente, en una
tendencia a concentración del poder” ( Reyes Abadie). En realidad aparece el
presidencialismo legalista con formal observancia de la Constitución y conviene
recordar la descripción de Alberto Zum Felde: “ En el centro, el Presidente,
rodeado de un núcleo de doctores y personajes solemnes, gozando de altas
prebendas(…) el ejército será un órgano presidencialista” El centralismo se
hizo favoreciendo a Montevideo, en tanto que la campaña estaba sometida a la
ley, a una administración a un Presidente que se manifestaba abiertamente hacia
una concepción unitaria del Estado. La
presidencia de Julio Herrera se sostenía en el concepto de la influencia
directriz que fue enunciada por él mismo en el Mensaje enviado a la Asamblea
General el 15 de febrero de 1893: “ Es indudable que el gobierno tiene y
tendría siempre, y es necesario y conveniente que la tenga, una poderosa y
legítima influencia en la designación de los candidatos del partido gobernante
y entonces del que puede acusársele es del buen o mal uso que haga de esa
influencia directriz; pero mucho menos podrá decirse racionalmente que el
ejercicio de esa facultad importa el despojo del derecho electoral de los
ciudadanos”. Herrera tenía una concepción aristocrática del poder, este debía
ser ejercido por los más cultos. El resultado de esta política fue la formación
del colectivismo, un grupo cerrado y exclusivo dentro del Partido.
Batlle y Ordóñez lucha contra el fraude electoral
En noviembre de 1890, en plena crisis económica, debían realizarse
elecciones legislativas. El Partido Nacional se abstiene de participar
declarando grandes irregularidades en el registro cívico, en tanto era el
propio Batlle el que denunciaba con más vehemencia aun el manejo fraudulento de las elecciones. Se
acusaba, por parte de Batlle, directamente a Herrera y Obes de la comisión de
fraudes y en acto político realizado en 1920 recordaba: “ Herrera y Obes ordenó
que se llevara a su casa el registro cívico del departamento y lo hizo reformar
desde la cruz hasta la fecha agregándole inscripciones fraudulentas(…)no
resultó electo un solo diputado cuya candidatura no hubiera sido del
beneplácito del doctor Herrera” en tanto que ante el hecho real en Minas El Día
denunciaba: “ Esta elección de Minas, en la que se ha pasado por encima de todo
para llevar al senador Prudencio Ellauri, cuya significación política no va más
allá de las que le dan sus vinculaciones con el presidente de la República, es
un colmo de vergüenza. Manejos en intrigas electorales que han rebajado al
Poder Ejecutivo hasta el nivel en que actúa un núcleo de traficantes en
política” Batlle estaba en este momento
en la tarea de organizar el Partido Colorado sobre las bases de la
participación popular a través de los Clubes Seccionales como expresión de las
clases medias.
Obra de la administración Herrera y Obes.
En 1890 fue sancionada la ley 2096 que se convirtió en el
estatuto inmigratorio del Uruguay. La gran crisis económica de 1890 opacó la
aplicación de esta ley. Esta ley tendía a favorecer el desarrollo agrícola. En
1891, la Asamblea autorizó el cambio del nombre del Ministerio de Justicia,
Culto e Instrucción Pública por el de Ministerio de Fomento. Se cumple un auge
ferroviario alcanzando la red a 1572 km. Por lo tanto en su período se avanzó
en la modernización pero fue marcado por la crisis económica. Se firmaron tratados de navegación con
Francia y Alemania. Se unificó la deuda pública transformada en deuda
consolidada del Uruguay mérito de la gestión del doctor José Ellauri y Obes en
Londres en 1891. Se iniciaron las obras de la construcción de la Universidad de
la República y la Estación Central de los Ferrocarriles.
domingo, 31 de julio de 2016
sábado, 30 de julio de 2016
Anclado en el Pasado, 100 años después. José Batlle y Ordóñez y la derrota de 1916.
Feliciano Viera iba a resolver todos los problemas políticos
en forma simultánea mediante una negociación entre los nacionalistas, colorados
y anticolegialistas colorados sobre la reforma constitucional. El objetivo de
Feliciano Viera era superar tácticamente en votos a Batlle.
El 30 de setiembre de 1916 los nacionalistas comienzan su
acción publicando su Proyecto de Reforma Constitucional. Se parecía más al
trabajo de un Corte de Apelaciones que el formular una nueva Constitución. El
proyecto tenía como fundamento la pureza electoral. El Presidente de la
República y el Vicepresidente serían electos por un Colegio Electoral con voto
secreto. Los miembros del Colegio Electoral serían elegidos por votación
proporcional por los votantes con voto secreto. El registro de votantes y el voto
serían obligatorios. Los departamentos tendrían gobiernos departamentales en
sus capitales y principales ciudades. El Presidente continuaría nombrando al
Jefe Político de cada departamento: “El Estado no sostiene religión alguna.
Reconoce a la Iglesia Católica el dominio de todos los templos que hayan sido
construidos, total o parcialmente con fondos del Erario Nacional. Declara
también exentos de toda clase de impuestos a los bienes destinados o consagrados
al culto de las diversas religiones”
Este proyecto facilitaba a los nacionalistas elegir a un
Anticolegialista como Presidente de la República. En el Colegio Electoral
nacionalistas y anticolegialistas podían acordar el voto para un candidato
anticolegialista. Batlle fue el único
crítico con fundamentos del proyecto nacionalista. Don Pepe prefería una
elección directa del Presidente de la República, podría aceptar un Colegio
Electoral pero no uno elegido por representación proporcional sosteniendo “ un
deplorable error que no puede producir otra cosa que un calamitoso engendro de
camaraderías logradas al bajo precio de la renuncia a las ideas y de las
concesiones acomodaticias de los peores intereses” El fundamento era que el
parlamentarismo funcionaba bien en el exterior pero no en el Uruguay y que
dejar a las iglesias construidas con fondos públicos en manos de la Iglesia
Católica y eximirla de impuestos “ es una manera de sostener
constitucionalmente el culto aparentando que no se sostiene”.
Feliciano Viera acelera el proceso y el 2 de octubre de 1916
en su periódico publicó la noticia de que el voto nacionalista para elegir a un
anticolegialista como Presidente de la Asamblea Constituyente era “ un acto de
evidente hostilidad al Presidente de la República que no podía de ningún modo
mirar con buenos ojos una resolución que tiende, evidentemente a contrariar sus
tendencias de armonizar y suavizar las aspiraciones políticas del momento” (La
Razón,4 de octubre de 1916). Para explicar el alcance de esta nota se reúne con
su ministro anticolegialista Amézaga y que la intención era calmar las
relaciones y aspiraciones entre los nacionalistas y anticolegialistas.
Gallinal, que fue al autor de la idea de nombra un presidente anticolegialista
visitó a Amézaga para informarle que la idea no era contra el Presidente de la
República. Nuevamente el periódico de Feliciano Viera incide sosteniendo: “ el Presidente de la República
mediará de un momento a otro ante la Convención de Constituyentes Colorados
para que estudie la mejor manera de cambiar ideas con los constituyentes
nacionalistas sobre los puntos más fundamentales de la reforma”(La Razón, 7 de
octubre de 1916)
Batlle criticó el accionar del Feliciano Viera: “ Aclárese
todo esto. Digase al fin a donde va y lo que se quiere. El País tiene derecho a
saberlo. Y termínese con este atropellamiento de sucesos y cosas que dan la
sensación de lo incierto e inestable. Y el Partido Colorado sobre todo, en estas
elecciones, ha de saber qué rol desempeñar por él mismo” (El Dia, Acciones y
hechos, 9 de octubre de 1916). Días después Batlle agregaba: “seguiremos fieles
a nuestras ideas porque si la derrota del 30 de julio demostró una falta de
organización en nuestras fuerzas partidarias, no demostró de ningún modo que
estuviéramos equivocados en nuestro programa de adelanto moral y material”(El
Día, 12 de octubre de 1916). Al día
siguiente a las 3 de la tarde el mediador anticolegialista para la unidad
colorada, Blas Vidal se reúne con Feliciano Viera y este le informa:” que no
tendría ningún inconveniente en propiciar una solución rápida ante las autoridades
de su Partido pero consideraba como condición indispensable que los
anticolegialistas redujeran sus pretensiones deducidas en la gestión anterior”.
Paralelamente Rodolfo Mezzera el delegado colorado y hombre de confianza de
Viera invitó a los delegados Nacionalistas y Anticolegialistas a un encuentro
para “estudiar la posibilidad de un acuerdo sobre los puntos más fundamentales
de la reforma” (La Razón, 14 de octubre de 1916).
Era el tiempo del contubernio entre nacionalistas y
anticolegialistas y un discurso de Emilio Frugoni citado por el Dr. Caetano en
la República Conservadora que resume lo
ocurrido hace 100 años y la efervescencia hoy entre antibatllistas y
oportunistas:
“ El Partido del Poder ha renegado por completo de aquel
hermoso y avanzado programa de reformas que Batlle quisiera hacer verdad y que
fue sustentado por todos los colorados, cuando creían que Batlle había
descubierto el secreto de conservar al Partido en una situación inconmovible,
pero que aquellos y el Presidente de la República en su célebre manifiesto
repudiaron al sentir que algunas de esas reformas haría peligrar las posiciones
del Partido(…) no es lógico entonces que la clase trabajadora vote por el
Partido del Poder que hoy no tiene programa porque repudió el de Batlle, que
hasta ayer era el mejor”
jueves, 21 de julio de 2016
miércoles, 20 de julio de 2016
lunes, 18 de julio de 2016
Batlle y Ordóñez, Domingo Arena, Baltasar Brum, Julio César Grauert y Luis Batlle Berres: Consolidación del Partido Colorado Batllista.
Vida de José Batlle y Ordóñez (Montevideo, 21 de mayo de 1856
- 20 de octubre de 1929), fue político y
periodista . Presidente de la República por dos períodos: 1903 - 1907 y 1911 -
1915.
“Sostenía Batlle que su verdadera vocación no había sido la
política. Lo que ansiaba cuando empezó a sentirse hombre era una gran
ilustración: hacerse en lo posible un sabio. Si no se hubiese entregado a la
filosofía, se habría engolfado en el estudio de los astros”(Domingo Arena,
1926)
La política estaba presente desde antes de su nacimiento el
21 de mayo de 1856, porque su abuelo, rico molinero y comerciante catalán,
debió expatriarse de Montevideo ante el triunfo de las armas patriotas. Su
padre hizo estudios en España y vuelto al país, participó activamente en el
Partido Colorado, alcanzó el generalato en la Defensa de Montevideo entre 1843
y 1851 y fue finalmente Presidente de la República entre 1868 y 1872.
En su primera juventud sin embargo, lleva adelante su
vocación de estudioso, y es socio del Ateneo del Uruguay donde integra la
Sección de Filosofía en 1878. Colabora en la Revista el Espíritu Nuevo,
semanario literario, científico y filosófico y publica en La Razón poesías
sobre temas religiosos. Durante dos años vive en Europa, y sabemos que siguió
conferencias de Ernst Renan y de Laffitte, en la casa de la calle Monsieur le
Prince, de Paris, donde había vivido Comte.
Pero en 1881 entre en la vida política, abandonando para
siempre la filosofía y la vida intelectual desinteresada, en ocasión de un
episodio de la dictadura de Santos: la mazorcada del 20 de mayo contra los diarios El Plata y
La Razón. En este último se inicia como periodista político, que será en
definitiva la constante de sus tareas hasta la hora de su muerte.
Siempre contra la dictadura de Santos, conspira, emigra a
Buenos Aires, participa en la Revolución del Quebracho, hasta que vuelve como
prisionero a Montevideo. En 1886 funda El Día, siempre como opositor, lo que le
significa cárcel, asilo en una embajada, emigra una vez más a Buenos Aires. En
1889 funda por segunda vez El Día, ahora para apoyar la candidatura de Julio
Herrera y Obes. En 1891 fue diputado por el departamento de Salto y en 1898
alcanza el Senado, ahora por Montevideo. Este cuerpo lo designa su presidente y
en ese carácter actúa como presidente interino de la República en 1899.
Durante los años posteriores a la revolución de Aparicio
Saravia en 1897, en que el país estaba gobernado desde Montevideo y desde la
estancia El Cordobés, donde vivía el caudillo blanco, José Batlle propugnó la
unidad del partido y defendió la tesis del gobierno partidario. El manifiesto
del Partido Colorado de 1901 es de su redacción, y será reelecto presidente del
Senado.
Las ideas de Batlle habían sido incorporadas al programa de
su partido, “hasta ser la orientación primordial y característica del
batllismo” (Guidici y Gonzalez Conzi). Una generación de hombres salidos de las
filas de las clases medias, intelectuales, profesionales e industriales, creen
en sus ideas. El inmediato éxito de los monopolios de la electricidad,
portuario y bancario prestigia la política de nacionalizaciones.
Hizo más, transformó al Uruguay, aumentando las
posibilidades de las clases medias, protegiendo a los trabajadores y evitando
parcialmente el drenaje al extranjero de sus riquezas.
Analizando el conjunto de las realizaciones de José Batlle y Ordóñez se
comprende que se le considere un ideólogo y se busque su inspiración en
lecturas de aprendiz de filósofo. Ya hemos sostenido y nos acompañan Antonio
Grompone y Alfredo Palacios que Batlle fue un realizador, un hombre de la
acción política, interprete de su pueblo más allá de esquemas ideológicos
preconcebidos.
Ver: Carlos m. Rama. Batlle: la conciencia social. En
Enciclopedia Uruguaya Número 34, Arca, junio 1968.
Domingo Arena. (Tropea, Italia, 7 de abril de 1870 —
Montevideo, Uruguay, 3 de mayo de 1939)
fue un abogado, periodista y político
de origen italiano. Arena es considerado como una de las personalidades
fundamentales del Batllismo y del Partido Colorado.
Domingo Arena nace en Italia, en un hogar muy pobre, el 7 de
abril de 1870. Nace en el sur, territorio que arrastró por siglos un atraso
tecnológico, con difíciles condiciones de vida, y por extensión con serias
dificultades laborales. El regionalismo salvaje en que se encuentraba dividida
la Península, a pesar de la Unidad recientemente alcanzada, trajo aparejado
como inmediata solución, la emigración.
En Calabria, región natal de Arena, la vida era dura. El
entorno familiar era el siguiente: su padre era zapatero remendón, su madre no
tenía mejor destino, su tarea era la común a la mujer en un medio rural: cuidar
a los hijos y entenderse de las tareas domésticas. Como muchos otros, que luego
conformarían una gran cantidad de apellidos italianos ilustres de nuestra sociedad
actual, la familia Arena emigró hacia el Río de la Plata, instalándose en
nuestro país en 1877.
Proviene Domingo Arena de una sociedad que buscaba la unidad
política dentro de una pluralidad ideológica. En Italia las ideas socialistas
no siempre conjugaban con las ideas nacionalistas, pero todo ese fermento
ideológico lo traía consigo la familia Arena desde su país natal.
Llegados a nuestro territorio, se trasladan al interior del
país. Se encontró Arena con un campo laboral reducido, simple y rural: fue
jornalero, peón de pulpería, changador. Todas estas actividades las compartía,
alternándolas, con un maestro rural que le proporcionaría enseñanza hasta el
séptimo año de escuela, hecho decisivo porque le permitiría entrar en la
Universidad de la República en la capital del país.
No se quedó conforme con su destino de peón y jornalero. Se
traslada a Montevideo para cursar estudios superiores: Debe trabajar para
continuar sus estudios: su primer trabajo fue en la Fiscalía de lo Civil de
Montevideo. Luego se desempeña como cronista en el diario “El Día”. A partir de
este momento su estrella comienza a brillar: se recibe de Doctor en Derecho, en
el campo periodístico asciende lentamente pero sin pausa: gacetillero,
cronista, reportero, editorialista y por último la dirección del diario en
forma conjunta con otro joven pujante como él: Pedro Manini Ríos.
Se vincula a la política, ascendiendo también en forma
rápida, diputado en 1904, luego Senador, Consejero Nacional, amigo personal y
confidente de José Batlle y Ordóñez.
Fue diputado durante varias legislaturas por los
departamentos de Montevideo, Soriano y Tacuarembó. También llegó a ser senador
y miembro del Consejo Nacional de Administración.
Murió en Montevideo, en 1939, a la edad de 68 años.
Baltasar Brum
Baltasar Brum Rodríguez (Costas del Catalán, entonces Salto,
hoy Artigas, 18 de junio de 1883 - Montevideo, 31 de marzo de 1933), abogado,
diplomático y político , presidente de Uruguay entre 1919 y 1923.
Formado en su adolescencia en el Instituto Politécnico de
Salto, estudió derecho en Montevideo, recibiéndose de abogado en 1909.
Dirigente estudiantil durante el período de sus estudios, instaló su bufete en
Salto, donde también se dedicó a la docencia y al periodismo.
Partidario incondicional de la ideología del estadista José
Batlle y Ordóñez, se prestigió rápidamente desde su temprana actuación política
en el Partido Colorado, en el que simbolizó a la generación más joven que
apoyara el batllismo.
El 1 de marzo de 1919
comenzó a regir la nueva Constitución que había venido a sustituir a la de 1830
que entre otras acusaciones le adjudicaban ser la causante de 72 revoluciones.
Era carnaval y Baltasar Brum juró como
Presidente de la República, ante la Asamblea General, órgano que lo había
electo de acuerdo a las disposiciones transitorias incluídas en la propias
Constitución. Brum fue el último presidente electo por esta vía indirecta,
todos los demás, a partir de José Serrato serían elegidos por voto popular. Del
mismo modo ocurrió con la rama colegiada del Poder Ejecutivo, el Consejo
Nacional de Administración. Los nueve miembros, seis del Partido Colorado y
tres del Partido Nacional fueron electos de la misma forma. En 1925 se llegó a
la expresión más contundente de la coparticipación: el Consejo Nacional de
Administración presidido por Luis Alberto de Herrera y la presidencia de la
República por José Serrato. El nuevo régimen
determinó claramente la profundización de la democracia política con ele
lectorado ampliado por el desarrollo del voto universal masculino, las mujeres
votaran a partir de 1938, la Cámara de Diputas presenta representación
proporcional garantizando la participación de: Partido Nacional,, Unión Cívica,
Partido Socialista y el Partido Comunista. En realidad hubo elecciones todos
los años entre 1919 y 1933.
Durante el período presidencial de Baltasar Brum, el Partido
Colorado sufre varias rupturas, ya se había producido la escisión del Partido
Riverista y ahora se estaba desarrollando la separación del sector radical
conservador liderado por el Dr. Feliciano Viera, presidente del Consejo
Nacional de Administración. Brum generó ásperos debates en el Parlamento al
anunciar que existen incompatibilidades para realizar sus tareas los miembros del
Poder Ejecutivo. La polémica crece cuando el propio Batlle y Ordóñez eleva una
moción ante la Convención Nacional del Partido Colorado para que se invite a
los miembros colorado del Poder Ejecutivo de
las Cámaras, de los Ministerios, y de las Juntas Económico. Administrativas
de la capital para que concurran a reuniones mensuales en la "Casa del
Partido". Batlle pretende que la agrupación de Gobierno funcionara
totalmente: Sostenía Batlle:
" Dentro de la nueva constitución, ningún miembro del
Gobierno puede ser árbitro del Partido o de la política, y su casa particular
no puede constituirse en centro de los negocios públicos. La Casa del Partido,
debe ser ahora el centro donde se reúnan, conversen y cambien ideas todos los
hombres representantes de la agrupación a que pertenecen"
El objetivo era aumentar el poder del Partido Colorado con
una cada vez más amplia participación del pueblo en la vida política. Los
representantes del partido debían alinearse con el programa y las normas que
emanen de la autoridad partidaria. El Dr. Feliciano Viera se opuso a esta idea
negando la obligación de los representantes de alinearse a las autoridades
partidarias. Ya se estaba gestando otra división, ahora la Unión Colorada
liderada por el Dr. Augusto Turenne, ya coexistian cuatro fracciones coloradas:
batllismo, riverismo, vierismo y la unionista.
Durante la administración del Dr. Brum se produce además la
divisón del Partido Socialista como resultado del conflicto generado a partidos
de la III Internacional. Un sector del Partido Comunista, seguidor de la
Internacional queda dirigido por Eugenio Gómez. En tanto que un Partido
Socialista un tanto deprimido queda bajo la dirección del Dr. Emilio Frugoni.
El 28 de febrero de 1923, en el último día de su mandato,
Baltasar Brum inauguró en Montevideo el monumento a Artigas en la Plaza
Independencia, siendo uno de los momentos más importantes del culto laico a la
figura del Protector.
Participó luego de entregar la presidencia de las luchas
internas del Partido Colorado, y volvió a ocupar un cargo en el gobierno en
1931, cuando integró el Consejo Nacional de Administración.
En es cargo lo sorprendió el golpe de estado del 31 de marzo
de 1933, en el que el presidente Gabriel Terra, con apoyo de la Policía y el
sector mayoritario del Partido Nacional disolvió el parlamento y suspendió la
Constitución de 1918.
Baltasar Brum trató de instar al batllismo a resistir el
golpe de Estado, y se atrincheró en su casa particular del centro de
Montevideo, calle Río Branco casi Colonia, dispuesto a rechazar a la policía
cuando está fuera a arrestarlo. Acompañado por su hermano y algunos
partidarios, mantuvo un breve tiroteo con los policías y permaneció a la espera
de un levantamiento popular contra la dictadura que no llegó a producirse. Salvo
en el caso de algunos sectores de la izquierda y del propio batllismo, el golpe
fue mirado con cierta indiferencia por la población. Incluso en torno al
domicilio de Brum, se había reunido una multitud de curiosos que contemplaban
los hechos como si se tratara de un accidente de tránsito.
Al promediar la tarde de ese día, 31 de marzo de 1933, se
habló insistentemente que el gobierno de Terra autorizaría a Brum a abandonar
el país garantizando su seguridad personal, pero en todo caso éste declinó la
oferta. En aquellos momentos de incertidumbre, y comprobando que su resistencia
no arrojaba fruto alguno, Baltasar Brum corrió hacia el centro de la calle en
solitario, y tras gritar ¡Viva Batlle! ¡Viva la libertad! disparó su arma
contra su corazón, dándose muerte.
El suicidio de Brum ha sido interpretado de diversas maneras
por contemporáneos del hecho, sin ninguna duda fue la acción más valiente de
una persona por sus valores: dar su vida.
Julio César Grauert.
(Montevideo, 13 de noviembre de 1902 - 26 de octubre de
1933), político perteneciente al Partido Colorado, asesinado por la dictadura
de Terra. Desde muy joven se destacó como orador en las luchas estudiantiles
por la Reforma de Córdoba y el Instituto Ariel. Fue cofundador de la FEUU,
Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay el 26 de abril de 1926, en
ese mismo año se graduó como abogado con excelentes calificaciones. Participó
activamente en la Convención del Partido Colorado Batllista llamando la
atención de José Batlle y Ordóñez y de sus grandes colaboradores don Domingo
Arena y Justino Zavala Muniz.
Julio Cesar Grauert fue miembro de la Junta Departamental
y presidente de la misma en el año 1927
con 25 años. En 1928 fue electo diputado
nacional siendo reelecto en el siguiente período con su propia agrupación
"Principismo Batllista
AVANZAR". Proyectó y llevó adelante el seguro de desempleo, el seguro de
maternidad y trabajó mucho por el magisterio. Planteó otros proyectos en
defensa de los obreros y de los explotados del campo que no pudo concretar por
la disolución de las cámaras hecha por el Terrismo. Su personalidad se
caracterizó en ser aséptico a todo lo material. Marcó una línea radical cercana
al marxismo pero indudablemente radical batllista. Como lo recuerda Hierro
Gambardella:
(...)Muchos habían sido sus amigos y lo querían; otros lo
estimaban por sus libros, sus artículos, sus discursos. Pero otros más, que
seguramente eran la mayoría de aquel pueblo dolido, solo sabían que había
muerto. Y que desde ese momento, por haber caído como cayó, había nacido entre
todos. Fue por eso, que con gravedad levantaron en sus hombros el féretro y lo
llevaron en combate, entre sablazos que lastimaron la caja mortuoria y, a la
vez, el alma de la República.
Filósofos, poetas, pensadores, han vibrado mucho y muy
intensamente sobre una categpría estremecedora: La inmortalidad. Por lo menos
desde el Renacimiento, con la floración de la conciencia individual y su
auto-limitación de ente perecedero, se ha pensado que es el supremo tributo
para las más altas potencias del ser humano. Es el pago que se ofrece por
cuanto dan los héroes y los genios; y a la vez, la esperanza superior que puden
acariciar quienes no tienen otras.
Los que vivimos aquellas jornadas de estupor tuvimos, no
obstante, un privilegio superior; sentimos que para aquel muerto nacía la
inmortalidad y nacía de nosotros, se depositaba en nuestro espíritu para crecer
desde él a lso tiempos de la República.
Ya Grauert no sería el abogado, el publicista, el político
supremamente desinteresado que ejemplificó con una vida austera el servicio de
sus ideas. El nimbo del martirologio cubrirá para siempre la dimensión de su
persona. Y si aquél pueblo había crado una inmortalidad era porque Grauert era
también inmortal.(...) En la madrugada de julio de 1930 un grupo de estudiantes
universitarios de distintas facultades reclamaban en la Facultad de Derecho
reformas que estaban planteadas desde mucho tiempo atrás. Los estudianes izaban
en cestas los alimentos y bebidas que simpatizantes hacían llegar a la facultad
pero rodeados por Policías y Bomberos. En la tarde la Cámara de Representantes
votaba una investigación, mientras el diputado Julio César Grauert hacía llegar
por altavoces los avances de una negociación exitosa que determinaba la
evacuación de la Unoversidad sin
represalias con la promesa de una reforma universitaria. En el viejo café "Sportman" en la esquina de Andes y
Mercedes había una rueda de batllistas radicales, Con Grauert y Rodriguez
Fabregat a la cabeza, tambien estaba Zavala Muniz. Cuenta Aldo Ciasullo que el
1 de abril de 1933 que la casa de sus padres en la calle Bonpland, Washington
Fernández traería a tres refugiados de la dictadura y perseguidos en
consecuencia: Justino Zavala Muniz, Antonio Fusco y Julio Cesar Grauert. Esa
noche y durante toda la jornada siguiente se realizan las reuniones de
dirigentes batllistas a los que se suman: Edmundo Castillo, Antonio Rubio,
Enrique Rodriguez Fabregat, Andrés Martinez Trueba, Luis Batlle Berres y Luis
Abdala. 48 horas después el inusual movimiento en esa casa de familia determinó
el allanamiento policial sin consecuencias porque habían decidido cambiar de
sitio de reunión. En octubre de 1933 debido al 4to. aniversario de la muerte de
Batlle, el Partido Colorado decidió honrar su memoria con actos públicos en
todo el país, los que deberían realizarse en locales cerrados debidos a los
requerimientos de las autoridades. La delegación que fue a Minas estaba
integrada por Pablo Minelli, Juan F. Guichon, Julio César Grauert. Federico
Capurro, María Navarra y Carlos Massiotti. El 23 de Octubre en el teatro
"Escudero" el acto logró enfervorizar a la gente que acompaño a la
delegación en caravana hasta las afueras de la ciudad de Minas, fue el último
acto de Grauert. Son interceptados a las afueras de Mosquitos y baleados.
Mal atendido lo trasladaron al Hospital
Militar, donde murió gangrenado el 26 de octubre con sólo 30 años, dejando
huérfanas a 2 niñas de 5 y 6 años. Y un camino que se debe recorrer para que el
retorno del batllismo sea una realidad.
Luis Batlle Berres.
(Montevideo, 1897-1964). Miembro desde muy joven del Partido
Colorado, fue diputado desde el año 1921. De 1933 a 1938 permaneció en el
exilio, por ser contrario a la dictadura del presidente Gabriel Terra. Tras
regresar a Uruguay, retomó su carrera periodística y política. Presidente de la
Cámara desde 1942 hasta 1946, fue elegido por el presidente, Tomás Berreta, para
ocupar la vicepresidencia; tras la prematura muerte de éste, fue designado
presidente, puesto que ocupó desde 1947 hasta 1951. El 1 de marzo de 1955, tras
la implantación del sistema colegiado en el poder ejecutivo, fue elegido
consejero nacional, ocupando este puesto hasta el 1 de marzo de 1956.
Descendiente de comerciantes españoles emigrados desde
Cataluña a Uruguay en el primer cuarto del siglo XIX, atraídos por el gran
crecimiento económico que estaba experimentando el país, Luis Conrado Batlle Berres
se educó vinculado al mundo de la
política Vinculado por tanto desde su infancia al Partido Colorado, en 1921
Luis Batlle Berres se presentó en las listas del mencionado partido y fue
elegido diputado. Su llegada al Parlamento coincidió con los gobiernos de
Baltasar Brum (1919-1923) y de José Serrato (1923-1929), seguidores del
batllismo. En este momento, Uruguay disfrutaba de un periodo de bonanza
económica propiciada por el aumento de la actividad comercial y era considerado
uno de los países más avanzados dentro de América Latina, gracias a las
reformas emprendidas por José Batlle y sus seguidores. En 1931 subió al poder
el colorado Gabriel Terra, en un momento en que la economía del país se
encontraba estancada y en claro retroceso como consecuencia del estallido de la
Crisis de 1929. La crisis mundial dejó sentir sus efectos en Uruguay a partir
de 1930. El nuevo presidente se encontró con que sus poderes eran limitados,
puesto que la reforma constitucional de 1917 le obligaba a gobernar bajo la
estricta vigilancia del Consejo de Administración. Descontento con esta
situación, en 1933 Gabriel Terra, tras disolver el parlamento y el Consejo de
Administración, asumió poderes dictatoriales y estableció una poderosa censura.
Batlle Berres, en estos años, era
director del periódico El Día de Montevideo, fundado por José Batlle. Este
periódico se creó con la idea de acercar la información a las sectores más
desfavorecidos, por este motivo se vendía a precios casi simbólicos. El diario
fue toda una revolución, puesto que la mayoría de los periódicos se vendían por
suscripción y sólo estaban al alcance de las clases altas. Ante la resolución
del presidente Terra, Batlle Berres protestó abiertamente y desarrolló una
fuerte oposición. A consecuencia de ello se vio obligado a permanecer en el
exilio durante cinco años. A lo largo del periodo que estuvo fuera de Uruguay,
residió en Argentina y Brasil junto con su familia; años antes había contraído
matrimonio con la argentina Matilde Ibañez Tálice.
En 1938 Luis Batlle Berres regresó a Uruguay y retomó su
carrera periodística. Fundó y dirigió Radio Ariel y, tras la llegada al poder
del general Alfredo Baldomir (1938-1942), fue de nuevo diputado y se incorporó
a la vida política uruguaya. El Partido Colorado estaba fuertemente fragmentado
debido a las diferencias surgidas entre sus miembros tras el estallido de la
Segunda Guerra Mundial; unos eran favorables a permanecer neutrales, mientras
que otros eran partidarios de intervenir. En 1942 llegó al poder Juan José
Amezaga (1942-1946), el cual reunificó el Partido Colorado y logró un
aplastante triunfo en las elecciones. En esa legislatura Batlle Berres ocupó un
puesto destacado como presidente de la Cámara.
Las elecciones de 1946 dieron el triunfo a Tomás Berreta,
que ocupó su cargo en 1947 y nombró vicepresidente a Batlle Berres, el cual
ocupó la presidencia tras el fallecimiento de Berreta hasta agotar la
legislatura (1947-1951). El nuevo presidente tuvo que hacer frente a las
críticas, lanzadas por algunos sectores de su partido, por haberse proclamado
heredero del batllismo. La oposición estaba dirigida por César y Lorenzo Batlle
Pacheco, hijos de José Batlle, que opinaban que ellos eran los verdaderos herederos
del batllismo, aunque en la práctica eran mucho más conservadores que su primo
y presidente.
Luis Batlle Berres fue responsable del aggionamiento del
batllismo partiendo de la base de su comprensión de la realidad que se vivía en
el mundo de posguerra con sus imponentes cambios en todos los órdenes. El 14 de
agosto de 1947, Luisito sostenía en su famoso discurso: "Nosotros, los que
fuimos formados en los últimos aleteos de la filosofía liberal del siglo pasado
y dimos los primeros pasos hacia la socialización de ciertas actividades del
organismo social, comprendemos que tenemos que continuar ese ritmo para encauzarlo
por las vías normales. Apresurarse a ser justo, es asegurar la tranquilidad; es
bridarle al ciudadano los elementos principales y básicos para que tenga la
felicidad de vivir y hasta él lleguen
los beneficios del progreso y de la riqueza. Apresurarse a ser justos es luchar
por el orden y es asegurarse el orden". Buceando en el pensamiento de Luis
Batlle, años antes en una exposición de congresistas americanos realizada en
Chile con la Segunda Guerra Mundial en desarrollo sostenía en abril de 1944: "La
Democracia no es solo libertad. Los pueblos reclaman algo más. La Democracia no
tiene por que suponer necesariamente una evolución lenta en su marcha y
discusión prolongada para atreverse a dar un paso por el progreso y por la
justicia social" Es claro que el batllismo del período, denominado Neo
batllismo, fue un movimiento policlasista que buscó y consiguió en parte una
alianza entre los industriales, la pequeña burguesía, las clases medias y el
sector obrero. Desde el punto de vistas económico el eje fue el proceso de
industrialización que logró el apoyo tanto de los sectores estatistas como de
los sectores dirigistas en materia
económica.
El rol del Estado para Luisito era el de contribuir con gran
energía a mantener la paz social. No toleraba la lucha de clases porque la
visión del batllismo era la del hombre por encima de la sociedad. Retomando su
discurso de 1947 sostenía: "Cuando se amasa la riqueza entre el
capitalista y el trabajador, lo que se produce es de todos y tiene que
repartirse con equidad para que no exista el que lo tiene todo y el que no
tiene nada, porque eso no es ni la tranquilidad ni la paz, ni la justicia; eso
es la arbitrariedad y con arbitrariedad no podemos asegurar la paz
social..."
Mucho se ha debatido sobre el rol de la lista 15, de su
relativo apoyo al sistema colegiado en su momento o su inconveniencia de
instaurarlo en 1952, pero es innegable que Luis Batlle Berres tuvo grandes
coincidencias con Don Pepe: ambos fueron industrialistas, se basaron en la política de sustitución de
importaciones, el instrumento fue diferente con el sistema de cambios
múltiples. Ambos vieron al mercado interno como motor de desarrollo y fuente de
empleo. Y sin dudas el rol del Estado intervencionista, laico y tolerante.
"El discurso de Luis Batlle se entronca con la
tradición liberal, tal como había sido reinterpretada por el batllismo de Don
Pepe. Luis Batlle hizo frecuentes invocaciones a la justicia social, con un
énfasis claro del papel tutelar del Estado para proteger a los más necesitados de
la sociedad. También Luisito atacó a los que consideraba demasiado ricos a los
que consideraba enemigos de la sociedad pero lejos de considerarse un discurso
que presentase a la sociedad enfrentada en lucha de clases. Para Batlle Berres
los demasiado ricos y los necesitados era casos límite de una sociedad en la
cual la mayoría de la población estaba bajo el amigable paraguas del Estado
batllista. Por esta razón el
neobatllismo tuvo un gran apoyo en la clase obrera, pero con un discurso
no clasista presentándose como una alternativa a una postura de lucha de
clases. Los trabajadores participaban en la vida política no en cuanto tales,
sino en cuanto ciudadanos del Estado Batllista . El hecho de que el orden
social fuera libre y en armonía y sin antagonismos sociales no obedecía a un
orden natural preestablecido, por el contrario al resultado directo de la estrategia
anticipatoria de los gobiernos batllistas. Más claro que el primer batllismo,
la visión neobatllista fue la mediación
entre los distintos sectores sociales a través de la tutela estatal"
domingo, 17 de julio de 2016
sábado, 16 de julio de 2016
Joaquin Suarez, José Garibaldi, Venancio Flores, Julio Herrera y Obes: la forja del Partido Colorado.
1 Joaquín Suarez.
Patria, justicia y razón.
Austeridad Republicana.
Aproximación a la Figura de Joaquín Suárez.
“Nada me importa el lugar que ocupo, sino en cuanto pueda
ser útil a mi país. Como empleo lo desprecio, desde que me ponga en la
alternativa de sujetarme a las pasiones de los hombres…Pertenezco a mi patria,
a la justicia y a la razón, estos han sido mis principios a que he de ser
consecuente.”
Don Joaquín Suárez nació en la Villa de Canelones el 18 de
agosto de 1781. Su padre don Bernardo Suárez del Rondelo, fue un hacendado
acaudalado, respetado por su honradez, desprendido y aseguran las crónicas que
su simpatía era acompañada por una gran benevolencia. Era un patriota, amante
del país al cual brindaba todos su bienes y en el giraba todo su accionar. De
origen español, fue traído por sus padres aun muy joven a estas tierras. Era
hijo de don Alonso Suarez del Rondelo y de doña Antonia López Aviles, habiendo
nacido al promediar el siglo sin poderse precisar fecha.
En una celebración bautismal en 1779 conoce a María
Fernández, se enamora y el 7 de abril de 1780 se casa en la Villa de Guadalupe
(Canelones) La villa crece y se determina que se elabore el padrón y se realice el delineado de la
misma designando sus autoridades. Realizado el primer Cabildo de 1782, Bernardo
Suárez asume el cargo de Alguacil Mayor.[2]
El 18 de agosto de 1781 nace el único hijo del matrimonio:
“En 21 de agosto de 1781 yo Don, Juan
Miguel Berroeta, Capellán del Regimiento Fijo de Buenos Aires, con licencia del
Rev. Padre Fray Estevan Peralta, Tte. Cura de esta Iglesia Ntra. Sra. De Guadalupe
del Canelón, bauticé solemnemente y puse los Santos Óleos a un niño que nació
el día 18 de este mismo mes a quién puse por nombre Joaquín Luis Miguel, hijo
legítimo de Don Bernardo Suárez, natural del Principado de Asturias y de Doña
María Fernández, natural de Montevideo(…)a quienes advertí el parentesco
espiritual y demás obligaciones de que doy fe. Juan Miguel de Berroeta. Fray
Estevan Poncel.Tte. Cura”
Era, entonces, un ambiente ideal para el
desarrollo de la personalidad de Joaquín que se va a caracterizar, de mayor,
con una gran salud, honrado, recto, generoso y con una voluntad firme y
decidida. Va a servir toda su vida a los valores morales y virtuosos generados
en su hogar paterno. En su juventud hizo de todo, arriero, tropero, acopiador de
frutos, carrero. Trabajo duramente el campo, y vendía el trigo y el maíz que
cosechaba.[4] Se casa a mediados de 1806 en la Villa de Guadalupe con Josefa
Alamo con la cual va tener 8 hijos, dos
de los cuales mueren siendo niños. En ese periodo se producen las Invasiones
Inglesas cuyas consecuencias van a marcar la etapa final del dominio español en
el Río de la Plata.
Si historia no termina allí, su hora más
gloriosa será durante la Guerra Grande . Joaquín Suárez, como Presidente de la
República Oriental del Uruguay, encerrado en una estrecha península dentro de
los muros de Montevideo, levantó en aquél recinto sagrado, la última bandera de
la causa de la libertad de los pueblos del Plata que flameara aún en medio de
desgraciados combates ideas y fermento libertario que marcaran al Partido
Colorado hasta la actualidad.
Sin él, sin el principio de nacionalidad y
de legalidad que representaba, y su consagración a la causa de la libertad en
el Plata, la defensa de Montevideo habría sido imposible; él le dio cohesión,
le dio nervio, le dio un núcleo indisoluble y le imprimió el sello de su
carácter modestamente austero y templado por la fibra del patriotismo, aunando
todos los elementos heterogéneos que concurrieron a la resistencia y al triunfo
definitivo contra la tiranía de Rosas.
De allí, de aquellos muros donde se
encerraba un principio virilmente mantenido por un magistrado civil que
presidía la guerra en nombre del derecho, resurgieron los levantamientos de
Entre Ríos y Corrientes contra Rosas de allí surgió la alianza del Brasil que
precipitó la caída del tirano; de allí vino Caseros, y de allí en fin, viene la
situación que han alcanzado las Repúblicas del Plata, combatiendo y trabajando
para labrarse su destino. En 1854 fue elegido senador por Canelones, y luego
diputado por Montevideo en 1858, pero su poca salud lo obligó a dimitir con lo
cual pasó penurias económicas. Le votaron en 1861 una pensión la cual debido a
constantes apuros de la hacienda pública casi nunca la cobraba.
En 1862 con ochenta años de edad presidió
la Comisión Vecinal encargada por la Junta Administrativa de las Escuelas del
Reducto y Paso Molino; en 1866 con ceguera y culminando su vida preside
funerales celebrados en la Iglesia Matriz en recuerdo de los Mártires de
Quinteros.
Falleció el 26 de diciembre de 1868 a los
87 años de edad y es sepultado en la Catedral de Montevideo, al lado de la
tumba del general Fructuoso Rivera.
Una ley de 1881 le decretó una estatua, la
cual fue alzada en la Plaza Independencia en 1896 y luego trasladada a la
actual plaza que lleva su nombre en el solar donde antes asentara su quinta, en
una bifurcación de la avenida Agraciada con la avenida hoy llamada Joaquín
Suárez.
Joaquín Suárez, héroe modesto y sin
ostentación en estos largos y fecundos trabajos, se retiró del gran escenario
para acabar sus días en la obscuridad y la pobreza, amado y respetado por
todos, con la conciencia de haber cumplido con su deber como hombre, como
ciudadano y como gobernante, después de haber entregado a la causa pública una
gran fortuna. Un referente absoluto del Partido Colorado.
2 José Garibaldi. (Niza, 1807-Caprera, Italia,
1882) Durante su juventud siguió los pasos de su padre, un marino de origen
genovés, y estuvo embarcado durante más de diez años. En 1832 consiguió el
título de capitán de buques mercantes. Mientras trabajaba al servicio de la
marina sarda, tomó parte en un motín republicano en el Piamonte que resultó
fallido. Si bien pudo escapar, fue condenado al exilio. Por aquel entonces
había entrado en contacto con la obra de Giuseppe Mazzini, el gran profeta del
nacionalismo italiano, y la del socialista francés Saint-Simon.
Entre 1836 y 1848 vivió en Sudamérica, donde participó en
varios acontecimientos bélicos, siempre al lado de quienes combatían por la
libertad o la independencia. En 1836 intervino voluntariamente como capitán de
barco en la fracasada insurrección secesionista de la república brasileña de
Rio Grande do Sul y en 1842 fue nombrado capitán de la flota uruguaya en su
lucha contra el dictador argentino Juan Manuel de Rosas. Al año siguiente,
durante la defensa de Montevideo, organizó una legión militar italiana, cuyos
miembros fueron los primeros «camisas rojas» al llegar al Uruguay de mediados
del siglo XIX y, naturalmente, se puso al servicio del más débil para ayudarle
a luchar contra el más fuerte. Junto a un gobierno que sostenía un sistema
democrático y republicano, acorde con los principios de la Joven Italia, la
organización creada por Mazzini. Principios morales, y libertarios recibe el
partido Colorado
En Brasil Garibaldi se había acercado a la Masonería, que
sostenía las metas de la Revolución Francesa, por tanto, la lucha por los
derechos del pueblo en contra de los privilegiados de siempre. En Montevideo
confirmó su adhesión a esa Institución dentro de la cual alcanzó, por sus
acciones y la fidelidad a la esencia ideológica de la misma, los grados más
elevados que no significaron para él más que confirmar su compromiso con esos
principios.
En Montevideo y en el resto del Uruguay (que él llamó
siempre “Repubblica di Montevideo”) Garibaldi con la Legión Italiana, creada
aquí como una unidad militar formada por voluntarios italianos y cuya jefatura
asumió, comenzó a ejercer por primera vez el mando en una unidad armada que
actuaba al servicio y bajo las directivas del gobierno de Montevideo, aunque
con amplia autonomía de acción.
La experiencia militar y de mando consensuado (siempre que
fuera posible), que adquirió al frente de la Legión montevideana fueron de
fundamental importancia para la formación de un dirigente popular y militar,
que posteriormente la aplicaría en su vida política y militar en las luchas por
la libertad de su país y en pro de su unidad política de las que fue, junto con
Mazzini, un punto de referencia obligada.
En América, Garibaldi asumió y completó su concepto de
“pueblo del mundo”, de esa patria sin fronteras en la cual la unidad de los
diferentes pueblos, su libertad y su desarrollo democrático, dieron forma a una
ideología que lo guió durante toda su vida.
Aquí, mientras luchaba junto a los uruguayos que defendían
su independencia y su libertad de los opresores de dentro y de fuera de
fronteras, Garibaldi afianzó su vida privada junto a Anita, quien llegó a estas
tierras como legendaria heroína brasileña, vivió en Montevideo como madre
ejemplar de una numerosa familia, afrontando miserias y sacrificios y fue a la
patria de su hombre a luchar junto a él por la libertad y la unidad de Italia.
Noticias de su buen hacer como militar y estratega llegaron hasta Europa,
adonde regresó en 1848 para luchar en Lombardía contra el ejército austriaco y
dar un primer paso hacia la unificación de Italia, que fue su objetivo durante
las tres siguientes décadas. Su intento de hacer retroceder a los austriacos no
prosperó y debió refugiarse primero en Suiza y posteriormente en Niza. A
finales de 1848, sin embargo, el papa Pío IX, temeroso de las fuerzas
liberales, abandonó Roma, adonde se dirigió Garibaldi junto a un grupo de
voluntarios. En febrero de 1849 fue elegido diputado republicano en la asamblea
constituyente, ante la cual defendió que Roma debía convertirse en una
república independiente. En abril, se enfrentó a un ejército francés que
intentaba restablecer la autoridad papal, y lo propio hizo en mayo ante un
ejército napolitano. Si bien no tenía opción alguna de evitar la caída de la
ciudad, su lucha se convirtió en uno de los más épicos y recordados pasajes del
Risorgimiento. El 1 de julio, Roma fue finalmente asaltada, y Garibaldi y sus
hombres se refugiaron en el territorio neutral de San Marino. Condenado por
segunda vez al exilio, residió en Tánger, Staten Island (Nueva York) y Perú,
donde regresó a su antiguo oficio de capitán de buque mercante En 1854, Cavour,
el primer ministro piamontés, creyó que si le permitía volver a Italia,
Garibaldi se alejaría del republicano Mazzini. Para ello, le concedió el mando
de las fuerzas piamontesas en lucha con las austriacas. Venció en Varese y
Como, ambas en mayo de 1859, y entró en Brescia al mes siguiente, con lo cual
el Reino de Lombardía se apropió del Piamonte. Conseguida la paz en el norte
del país, Garibaldi se dirigió a Italia central. Víctor Manuel II, rey
piamontés, dio al principio su apoyo a un ataque contra los territorios
papales, pero a última hora le pareció demasiado peligroso y le obligó a
abandonar el proyecto. Garibaldi aceptó la renuncia y se mantuvo fiel, pero la
cesión de Niza y Saboya a Francia por parte de Cavour y Víctor Manuel le
pareció un acto de traición y decidió actuar por su cuenta. Como por el norte
un acuerdo era imposible, decidió forzar la unificación conquistando el Reino
de Nápoles, bajo soberanía borbónica. En mayo de 1860, al frente de un ejército
de un millar de hombres (la expedición de los mil o de los «camisas rojas»), se
apoderó de Sicilia y en septiembre entró en Nápoles, que cedió a Víctor Manuel
.En 1861 se proclamó el nuevo Reino de Italia, pero desde sus inicios Garibaldi
se mantuvo en la oposición, pues Roma continuaba siendo ciudad papal. Con la
consigna de «Roma o la muerte», intentó durante años luchar contra el poder
pontificio, sin demasiado éxito, hasta que en 1862, en la batalla de
Aspromonte, cayó herido y fue hecho prisionero. Tras ser amnistiado, pasó a
presidir el Comité Central Unitario Italiano y ofreció sus servicios a Francia.
Fue elegido diputado para la Asamblea de Burdeos (1871) y diputado al
Parlamento italiano (1875), el cual pocos años antes de su muerte le asignó una
pensión vitalicia por los servicios prestados. Este héroe de dos mundos y del Partido
Colorado tiene su homenaje eterno en la Casa del Partido Colorado.
Venancio Flores.
Venancio Flores nació en Porongos, hoy Trinidad, el 18 de
mayo de 1808, hijo del estanciero Felipe Flores y de María Cecilia Barrios.
Poseía destacadas dores intelectuales lo que llevaron a sus padres ver un
futuro sacerdotal en Venancio. Se integra a la Cruzada Libertadora de 1825 y
participó en las batallas de Rincón, Sarandí e Ituzaingó donde le fue otorgado
el grado de capitán. Sirvió bajo el mando de Bernabé Rivera y sintió una cierta
admiración por don Frutos Rivera. Detenido en 1836 por sumarse a la rebelión de
Rivera contra el presidente Oribe, escapó de la prisión y participó en la
batalla de Palmar. Durante la segunda presidencia de Rivera fue jefe político
de San José. Derroto a Echague en el arroyo de La Virgen, participó en la
batalla de Cagancha bajo las órdenes directas de Rivera. Su hora más gloriosa
fue el 17 de febrero de 1844 cuando logra inflitrarse entre el ejército
sitiador de Montevideo con 400 hombres llevando importantes auxilios a la plaza
sitiada. Fue Comandante General de Armas del gobierno de La Defensa en 1845 y
vence en La Teja a las fuerza de Oribe. En el aspecto político tuvo fuertes
desavenencias con Melchor Pacheco y Obes y con Andrés Lamas que era en ese
entonces el Ministro de Hacienda al que acusó de enriquecerse ilegalmente: “
Usted se ha constituido en el árbitro de las fortunas de este honrado pueblo:
lo roba, lo insulta, lo humilla”. Tuvo el atrevimiento de solicitar y conseguir
una entrevista personal con Manuel Oribe al que invita a hacer la paz entre
orientales. Lugo de la Guerra Grande, firmada la Paz del 8 de Octubre, acompañó
a Bernardo Berro en una misión ante Urquiza. Durante la presidencia de Giró fue
jefe político de Montevideo y ministro de Guerra y Marina. Renunció a los cargos.
El 19 de abril de 1863 encabezó una revolución que dio
inicio a una guerra civil, denominada «Cruzada Libertadora». Venció a los
nacionalistas uruguayos en la batalla de Coquimbo (junio de 1863) y Cañas
(julio de 1863). En ese mes aceptó la
ayuda militar del Imperio de Brasil ―que había declarado la guerra a Uruguay
(gobernado por Bernardo Prudencio Berro)― y de los unitarios de Buenos Aires,
Flores ocupó Florida el 4 de agosto de 1864,(hoy ciudad, capital del
departamento homónimo). En enero de 1865 tomó Paysandú, sitiada por los brasileños y fueron fusilados a todos los oficiales
defensores de la plaza. El 20 de febrero de 1865 entró en Montevideo. Asumió la
jefatura del Estado Uruguayo con el título de «Gobernador Provisorio» durante
tres años. En marzo de 1865 se involucró ―conjuntamente con el Imperio de
Brasil y los unitarios de Buenos Aires, en la Guerra de la Triple Alianza
contra Paraguay. Ejerciendo el cargo provisorio se aprobó el Código de Comercio
en 1866. En 1867 se realizó la primera conexión
telegráfica con Buenos Aires y se inauguró el edificio central de la
Administración del Correo. Al año siguiente se aprobó el Código Civil y se
inauguró la primera línea de tranvías de tracción a caballo. Otro logro de su
gobierno fue el otorgamiento de las primeras concesiones para la construcción
de las líneas de ferrocarriles.
El 19 de febrero de 1868, Montevideo sufría una gran
epidemia de fiebre amarilla, Venancio se encontraba en su casa ubicada en las
actuales calles de Florida y Mercedes preparando un viaje a Entre Ríos. Se
entera de un levantamiento blanco y de inmediato toma su carruaje y se dirigió
al Cabildo. Estaba acompañado por su secretario Juan Amadeo Errecart y Alberto
Flangini y Antonio María Marques. Eran las 14 y 20 minutos y su carruaje tomó
por la calle Florida pero sufrió una emboscada en la cual a pesar de defenderse
a balazos termina asesinado a puñaladas- La escena está inmortalizada en el
cuadro de Blanes cuando es asistido por el padre Soubervielle de la congregación
de los padres Vascos cercana al lugar. Hombre de violentas pasiones marcó con
su valentía y espíritu conciliador una etapa de forja del Partido Colorado.
Julio Herrera y Obes
Julio Herrera y Obes(1841-1912) , fue político y presidente constitucional del Uruguay entre los años 1890 y 1894. Acompañó
a Venancio Flores, como secretario, en la Guerra de la Triple Alianza. Fue
Ministro de Relaciones Exteriores, diputado en las denominadas “cámaras
bizantinas”, fue deportado en la barca Puig y participó en la “Revolución Tricolor”.
Reorganizó el Partido Colorado apoyándose en el diario El Heraldo. Ministro de
Gobierno de transición del Gral. Tajes, dirigió la transición a la democracia y
en 1890 fue electo presidente civil, una vez terminada la etapa militarista.
Enfrentó una crisis financiera y sostuvo la "influencia directriz"
Como Senador, se opuso al Pacto de la Cruz de 1897 y fue expatriado. Regresó en
1903. Pese a su pobreza, rechazó una
pensión graciable del gobierno de Claudio Williman. José Batlle y Ordóñez le
negó las honras fúnebres que le correspondían como ex jefe de estado.
La Influencia Directriz
"Es indudable que el Gobierno tiene y tendrá siempre, y
es necesario y conveniente que la tenga, una poderosa y legitima influencia en la designación de los
candidatos del partido gobernante, y entonces de lo que puede acusársele es del
buen o mal uso que haga de esa influencia directriz, pero no de que la
ejerza..."
Mensaje del presidente Julio Herrera y Obes a la Asamblea
General, Diario de sesiones de la Asamblea General, t.VII, pp 157-173. Sesión
de apertura del tercer periodo de la 17 legislatura, 15 de febrero de 1893. José
Enrique Rodó señaló sobre el Dr. Herrera y Obes que "administró con alta
honestidad la hacienda pública; y obligado a afrontar una de las más críticas y
angustiosas situaciones de que haya ejemplo en el desenvolvimiento económico
del país, supo sacrificar las transitorias conveniencias de su gestión
gubernativa y de su lucimiento personal a los grandes y permanentes intereses
de nuestro porvenir y nuestro crédito"(Washington Reyes Abadie: Julio
Herrera y Obes. El Primer Jefe Civil. EBO.1977.Pp 140). Otros detractores han
criticado su concepción aristocratizante de la política resaltando la
existencia de fraudes electorales, el exclusivismo, la coparticipación y el
faltar a las promesas electorales de llevarla adelante. Según Juan E. Pivel
Devoto " La Influencia directriz que el Dr. Julio Herrera y Obes
utilizó durante su gobierno como norma
de conducta política, era una arma de doble filo. Empleada por un gobernante
sin escrúpulos podía servir para formar en torno de si un núcleo de
incondicionales políticos, dóciles instrumentos de poder. Pero Herrera y Obes
la utilizó con convicción y con pureza de intenciones. No creyendo en la
capacidad electoral del pueblo; convencido por lo tanto de que este necesita
una provisoria tutela antes del goce absoluto de sus derechos cívicos, no
vaciló en proclamar y hacer efectiva la necesidad de la intervención
gubernamental en los actos electorales. Pero no utilizó esa influencia
directriz para favorecer amigos ni para buscarse puntos de apoyo que
facilitaran su gestión de gobernante"(Pivel Devoto, Historia de los
partidos y las ideas políticas..."T.II P.449) Su figura tuvo gran
importancia en la política nacional en el último tercio del siglo XIX, su
rivalidad política con José Batlle y Ordóñez y su diferente enfoque sobre la
legitimidad del poder lo llevaran a un enfrentamiento muy fuerte con Don
Pepe, lentamente va quedando en el
olvido y morirá pobre en Montevideo el 6 de agosto de 1912. Dejó las bases institucionales del Partido Colorado de cara al inicio del Siglo XX
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