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sábado, 11 de marzo de 2023

La identidad del batllismo.

 La identidad del batllismo.





La demanda de reconocer  la identidad de cada corriente política es un concepto clave que unifica gran parte de lo que está sucediendo en la política mundial en nuestros días.  Esto tiene implicaciones directas sobre cómo deberíamos tratar el populismo hoy. Los primeros pensadores, como Thomas Hobbes, John Locke y Jean-Jacques Rousseau, teorizaron  sobre el estado de naturaleza, una época primordial antes de la aparición de la sociedad humana y sus intereses políticos.  En la tradición

filosófica occidental, tales discusiones sobre la naturaleza humana se remontan mucho más atrás, al menos a La República de Platón. La política contemporánea está impulsada por la búsqueda de reconocimiento por parte de grupos que  los han marginados. Desde sus inicios intelectuales y políticos el batllismo se enfrentó a fuertes controversias y discusiones sobre el alcance de las reformas y desarrollo de su modelo. Esto sigue ocurriendo en la actualidad en una etapa que podríamos definir como dramática. Por lo tanto nunca viene mal volver a los hechos que fueron configurando un modelo que tiene mucho para ofrecer. El abanico reformista del primer batllismo tanto en los social, económico y moral que se concretó básicamente durante su segunda presidencia (1911-1915) se sostuvo en una visión cosmopolita de la nacionalidad y originó inmediatamente la reacción conservadora que va a desarrollarse lenta y progresivamente a todo lo largo del resto del siglo XX. El batllismo cuestionó y en muchos casos eliminó valores y principios de los sectores pudientes y acomodados, combatió al clero y a la Iglesia Católica como institución. Dentro del propio Partido Colorado el reformismo generó escisiones hacia la derecha conservadora dicho esto en términos simples. La formación del Partido Colorado General Rivera que fue liderado por Pedro Manini Ríos fue el primer paso de una serie de distancias entre los militantes colorados que siguen el ideario batllista y los demás. La propuesta colegiada y los “apuntes” de don Pepe sobre el colegiado llevaron al batllismo a la derrota en el año 1916 y se abrió, como mencionamos en la introducción, según el análisis del Dr. Gerardo Caetano “La República Conservadora” que más o menos durante tres lustros dominará el panorama político uruguayo. No podemos dejar de mencionar la situación internacional, la Revolución Rusa de 1917, la explosión de gremios y sindicatos, que en Buenos Aires culminó con la denominada “semana trágica”. En Uruguay recomenzó la represión a las huelgas sobre todo la portuaria que fue de particular virulencia. La reforma Constitucional finalmente alcanzada en largo proceso que culmina en 1919 permitió entre otras cosas positivas ser bastante permeable frente al surgimiento del fascismo en Europa. Quizás el punto más alto en materia conservadora fue, debido a los coletazos de la gran crisis de 1929, la creación del Comité Nacional de Vigilancia Económica que se enfrentaba decididamente a los intentos del resurgir reformista batllista. En 1930 el batllismo alcanzó la mayoría en el Consejo Nacional de Administración. En forma paralela el Ejército Nacional fue virando hacia posturas anti batllistas, anticomunistas y profundamente Colorado. Es interesante ver acá la formación de las “Vanguardias de la Patria” , la “ Asociación Patriótica del Uruguay”. Acá surge el régimen Terrista derivado de acuerdos suprapartidarios entre el propio Dr. Gabriel Terra, el coloradismo no batllista, o sea riveristas, terristas, vieristas y sosistas y al herrerismo. José Pedro Barrán y Gerardo Caetano sobre el período terrista demuestran las simpatías que generó en nuestro país el fascismo, el falangismo y el franquismo creándose varios centros que incluso contaban con medios de prensa. A partir de 1938 se comienza a deteriorar la alianza golpista de 1933. El presidente Alfredo Baldomir que había triunfado en 1938 fue separándose del terrismo tal cual era el sentimiento de la sociedad uruguaya. En forma paralela surge un movimiento que va a tener una gran trascendencia posteriormente. De la mano del terrateniente Domingo Bordaberry de origen anti batllista, había sido el primer secretario de la Federación Rural y director del cotidiano terrista “El Pueblo” se sostiene en Benito Nardone para , según su terminología, “ democratizar” la Federación Rural. Con el objetivo de enfrentarse al desarrollo del sindicalismo creciente se forman grupos de integración rural en el cual tuviesen participación activa en algunas decisiones con Benito Nardone como hábil comunicador. El proceso político uruguayo entre 1942 y 1947 muestra distintas modalidades de relacionamiento interpartidario. Hasta mediados de los años 50 la búsqueda de soportes sólidos para la acción de gobierno se desarrolló tratando de profundizar las bases de un país reformista e industrialista , que inmediatamente debió dirigirse hacia la búsqueda de respuestas a una crisis creciente con el agotamiento del modelo de desarrollo por sustitución de importaciones. Dentro del Partido Colorado la visión del Dr. Amílcar Vasconcellos muestra la realidad de los acuerdos políticos para formar gobierno: "Y vino la lucha electoral de 1954. Nuevamente los dos sectores del batllismo, la 14 y la 15, se presentaban a dirimir fuerzas. Y el sector de la 15 triunfó. En la misma noche del triunfo, su lider Luis Batlle reclamó el apoyo del otro sector batllista para la labor de gobierno. El apoyo se obtiene y hombres del sector catorcista ocupan ministerios. La labor de gobierno se va desarrollando y aunque sobreviven dificultades, el batllismo se presenta unido en la acción de gobernar. Unidos, los votos batllista a otros votos de sectores colorados menores, permiten lograr una mayoría en dos ramas del parlamento. Hasta que un buen día ocurre un hecho insólito. Un senador batllista de la 14, cuyos compañeros de grupo están en función de un acuerdo político en Ministerios prestando su colaboración al gobierno, interpela a un Ministro. La interpelación se lleva a cabo y el acuerdo político denunciado de tan original manera se rompe. El sector batllista de la 15 asume la tarea de gobernar; pero no tiene el respaldo necesario para lograr la sanción de las leyes que el país reclama y necesita" En el Partido Colorado Batllista la interna no era fácil. La sanción del proyecto de reforma constitucional colegiada no había contado con la aprobación explícita de todos sus dirigentes. Las elecciones de internas de mayo de 1946 para definir candidaturas habían mostrado una preferencia amplia por Tomás Berreta y Luis Batlle Berres que duplicaron los votos de Lorenzo Batlle y Antonio Rubio. La candidatura de Luis Batlle a la Intendencia de Montevideo, según se ha repetido constantemente, fue vetada por sus primos César y Lorenzo Batlle Pacheco, hijos de Don Pepe y dueños del diario El Día. El 2 de octubre de 1946 se proclamaron las candidaturas batllistas de Berreta y Batlle al posible órgano colegiado. Por otra parte estaban pendientes varios proyectos sociales. Las elecciones nacionales tuvieron lugar el último domingo de noviembre de 1946 dando un claro triunfo al batllismo. El programa del batllismo era claro y directo: democracia, libertad, progreso y justicia social impulsados por un Estado dirigista oscilante entre Estado de bienestar y Estado asistencial y sostenido por el desarrollo agroindustrial y la industria manufacturera.. Para Tomás Berreta el batllismo permitiría lograr un mundo mejor donde la lucha de clases no tendría sentido. En un mundo que iniciaba la Guerra Fría esta visión llevó al Uruguay a adherirse a la influencia estadounidense, con una postura anticomunista y con visión social. Antes de asumir Tomás Berreta fue invitado a los Estados Unidos por el presidente Harry S. Truman obteniendo una previsión importante de maquinarias agrícolas verdadera preocupación del presidente uruguayo. Luego vendrá el periodo luisista en el cual veremos el mejor desarrollo y la derrota del batllismo consolidada en los hechos de la década del 60. Pero esto merece un tratamiento específico.

Ver:

Rompani, S, Luis Batlle pensamiento y acción. Alfa. Montevideo 1965.

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