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jueves, 11 de junio de 2015

Buscando el batllismo: La muerte de Don Pepe, la crisis mundial y el nacimiento del terrismo.


 En las elecciones de 1926 el batllismo, mayoría en ese
entonces,  dividía sus preferencias entre Julio María Sosa y Gabriel
Terra. Don Pepe luchaba por lograr mantener la unidad del Partido Colorado
promovió al Dr. Juan Campisteguy a la Presidencia. El Partido Colorado obtuvo
141581 votos y el Partido Nacional 140.055. Como podemos apreciar la diferencia
era mínima. En Minas los nacionalistas impugnaron la validez de  1300
listas riveristas que había utilizado un color rosado distinto al color
colorado tradicional registrado. Si el Senado que era el juez de la elección
las anulaba el ganador sería Luis Alberto de Herrera. La situación era de
tensión e incertidumbre y hay que sumarle que el Partido Nacional era mayoría
en el Senado desde 1925. Simultáneamente el Presidente Serrato ordena realizar
maniobras militares en Los Cerrillos, en las cercanías de Montevideo. Habían
rumores de todo tipo que incluían la no aceptación del resultado electoral e
incluso de levantamientos blancos. Con todos estos antecedentes Campisteguy
toma posesión del cargo de Presidente de la República el 1 de marzo de 1927. En
este período se van a sancionar leyes que legitimaron aun más la fortaleza del
sufragio. Comienza a perfilarse la figura del Dr. Gabriel Terra y casi
simultáneamente se produce el deceso de José Batlle y Ordóñez en octubre de
1929. Como prologo de la crisis mundial, aunque totalmente ajenos a su
inminencia por esos años, 1928, el presidente de los Estados Unidos, Herbert
Hoover visitó nuestro país en el marco del debate sobre el panamericanismo. Hay
un antes y un después de la crisis mundial de 1929, y al decir de Gerardo
Caetano estos años fueron fundamentales para el desarrollo de la creatividad de
nuestra sociedad para salir adelante. Nuestros principales sectores productivos
presentaban una gran fragilidad y estaban sometidos a las permanentes
oscilaciones que el comercio internacional marcaba. Un trabajo de María Ines
Moraes muestra que el estancamiento ganadero venía arrastrándose desde 1912, y
en 1933 los negocios con el exterior caen un 50% con relación a 1930, se
limitaron considerablemente las importaciones de bienes de capital, de insumos
industriales y combustibles con la inmediata baja de los niveles de producción.
Siguiendo a Juan Oddone, las medidas para paliar la crisis fueron: desvalorizar
el peso, mayor control en la comercialización de la moneda extrajera,
limitación de importaciones y un importante conjunto de medidas para potenciar
la producción agropecuaria. En tanto el batllismo desarrolló mediante la nueva
política de "pactos" un nuevo impulso estatizador con el proceso que
lleva finalmente a fundar ANCAP, entre otras acciones. En la transición al
batllismo de don Luis Batlle conviene ver la visión de Jaime Yaffe, cuya conclusión
a su trabajo lo tomo parcialmente.( Política y economía en la modernización:
Uruguay 1876-1933 Jaime Yaffe Universidad de la República, Uruguay).

"El aporte específico del primer batllismo fue el de agregar
al intervencionismo ya existente una orientación  hacia  los sectores
populares urbanos del Uruguay de principios de siglo, más específicamente con
la fuerza laboral urbana. Con el batllismo no nació el estado intervencionista
sino el “estado deliberadamente interventor y popular” (Barrán – Nahum 1984).
Este primer batllismo impulsó una amplia política de industrialización,
nacionalizaciones y estatizaciones que hicieron del estado un interprete
económico trascendente para las dimensiones de la estructura económica del
país. Al mismo tiempo la apuesta a la diversificación productiva como vía para
romper el predominio ganadero se concretó en elimpulso del desarrollo agrícola y la industrialización.
 Mientrasque el primero fracasó, la segunda se concretó parcialmente. Salvo el caso de
la industria frigorífica, que se instaló y desarrolló a partir de 1905, se
trataba de una industria cuya modalidad predominante era el pequeño taller
manufacturero con baja dotación de trabajadores y escasa incorporación
tecnológica. La política de nacionalizaciones y estatizaciones se desarrolló
con particular ímpetu entre 1911 y 1915 operándose un gran crecimiento del
sector público de la economía.

 La modernización económica operada bajo el primer batllismo
estuvo centrada en la dinamización de la economía urbana industrial y en el
 crecimiento de las empresas públicas aunque, al fracasar en sus planes de
reforma rural y fiscal, no alcanzó a trastocar las bases del

modelo agroexportador heredado del siglo XIX . Allí están las
bases del creciente peso social y político de los sectores populares y medios
urbanos. La clase obrera manufacturera y el funcionariado público se
expandieron al son del incipiente crecimiento de la industria manufacturera y
del desarrollo del aparato del estado.
 En el plano social el estado conducido por el batllismo
desarrolló una amplia
legislación social y laboral al tiempo que instrumenta
efectivamente un giro en la ubicación del estado frente al conflicto social en
un momento de florecimiento del sindicalismo uruguayo. El estado asume un rol franca
y declaradamente neutral frente a los conflictos sociales y se
manifiesta abiertamente favorable a la organización colectiva de
los trabajadores y a la mejora de la condición social de los mismos siempre y
cuando se canalice dentro de la normativa legal vigente. En tal sentido en el
estado se despega de la connivencia represiva con las patronales y
asume un rol de equidistancia práctica aunque con discurso de
apoyo a los reclamos obreros. Al mismo tiempo, abundan los proyectos de
legislación laboral  y social que se impulsan en las cámaras legislativas
y aunque muchos de ellos quedan varados en la discusión parlamentaria y no
saltean las vallas que se les presentan, igualmente es amplia la legislación
sancionada en la
 materia. En tanto el batllismo dio renovado impulso al
intervencionismo con un fuerte tono popular, los sectores acomodados y
conservadores de la sociedad uruguaya se vieron impelidos a abandonar su
tradicional prescindencia política y encaran su organización y movilización. La
 articulación exitosa de los sectores conservadores de ambos
partidos tradicionales con las organizaciones gremiales de las clases
acomodadas inquietadas por el impulso batllista, lograronponer freno al mismo y
obligar al batllismo a entrar en una “política de pactos y compromisos” (Nahum
1975) que en los años 20 significó un verdadero congelamiento, que no
retroceso, del impulso estatista que tuvo su punto culminante entre 1911 y
1915. La derrota electoral del batllismo en 1916 dio pie al “alto” del
presidente Feliciano Viera a las reformas económicas y sociales, en principio
no más que un anuncio público que se concretaría en el curso de los años
 siguientes dando lugar al advenimiento de una “república
conservadora” (Barrán – Nahum 1987; Caetano 1991 y 1992).
  Al tiempo que el “alto de Viera” de 1916 frenó el reformismo
social y económico del primer batllismo, y con él el avance del estado social y
empresario de orientación deliberadamente popular, el sistema político vivió a
partir de 1916 una profunda modernización de signo democratizador. La
renovación política encontró su cause legal en la reforma de la
 Constitución de 1830 y en la revisión de la legislación electoral
que se completaría en los años siguientes.
  La Segunda Constitución  (1917) supuso, conjuntamente con
el andamiaje legal que fue configurando el nuevo sistema electoral, una notable
reformulación de las instituciones políticas uruguayas. Bajo el nuevo formato
institucional el viejo orden político, hegemónico y excluyente, encontró su
final y dio paso a una modernización en una clave doblemente democrática: como
ampliación de la participación política y como consagración del pluralismo
político. En primer lugar, la marginación política de los sectores populares
fue superada parcialmente al establecerse el sufragio universal masculino
eliminándose de esa forma las exclusiones de orden social, económica y
cultural. En los años veinte el sistema político
 uruguayo completó su configuración electoral y la política
uruguaya se electoralizó rápidamentecon una participación ciudadana sostenidamente incrementada. En
segundo lugar, se consagró y aseguró el pluralismo político a través del
establecimiento de un sistema de garantías que rodearon al nuevo sistema
electoral (voto secreto entre otros) y a la adopción de la representación
proporcional para la adjudicación de los cargos legislativos y de formas de
representación(aunque no proporcionales) en el poder ejecutivo que pasó a tener
una instancia colegiada. De esta forma quedó asegurando el acceso de la minoría
nacionalista a los órganos de gobierno y laposibilidad cierta de desafiar el
predominio colorado y alternarse en el ejercicio del gobierno y
 en el control del estado.   La modernización política operada
en el mismo reconoce dos fases. En la primera, correspondiente al “primer
batllismo” (1903-1916) el componente central de esa renovación estuvo en la
creciente expansión de los atributos y del aparato del estado. En la segunda,
correspondiente a la “república conservadora” (1916-1933) el elemento central de
la modernización política está en la democratización del sistema político.
 Llamativamente la modernización no supuso un recambio del sistema
de partidos políticos tradicionales, sino que por el contrario los viejos
partidos sobrevivieron y se volvieron también partidos modernos.
Paradójicamente la segunda modernización política confirmó la “permanencia y
fortalecimiento del tradicionalismo político” (Caetano – Rilla 1991), la
 supervivencia remozada y tonificada de los viejos bandos blanco y
colorado, transformados en partidos políticos modernizados.
 Entre 1903 y 1916 el fuerte impulso reformista en materia
económica y social se desarrolló en el marco de un sistema político aún
excluyente y hegemónico. La modernización económica y social tuvo como
correlato político un gran redimensionamiento del rol del Estado.
 Las novedades políticas que se procesan a partir de 1916
 constituyen una profunda modernización del sistema político uruguayo
caracterizada por la ampliación de la participación política ciudadana y la
institucionalización del pluralismo. Puede decirse con toda propiedad que la
reformulación institucional de 1917 marcó el nacimiento de la democracia
uruguaya.  Al mismo tiempo entre 1916 y 1930 el batllismo se vio obligado a
entrar en una política de pactos y compromisos con otras fracciones políticas
de su propio partido y de fuera. El reformismo económico y social y con él la
expansión del estatismo se detuvo casi completamente. El tipo de relaciones
estado-economía-sociedad anudado bajo el primer batllismo se cristalizó, en
tanto ni se desanda el camino ni se avanza, aunque la intención y el tono
popular y hasta obrerista del intervencionismo fue relevado por el primado de
la preferencia hacia los reclamos de los sectores patronales conservadores. Mientras
que el sistema político se democratizó, el reformismo
económico y social entró en una fase de casi congelamiento y en
esta doble y paradójica realidad reside la clave de la “república conservadora”
uruguaya (Jacob 1983)."

La crisis mundial inició un gran debate, pero sin un desarrollo de
grandes proyectos viables, al Decir de Caetano y Rilla entre la
"restauración reformista" y la "restauración conservadora"
se inicia un proceso político que lleva al Dr. Gabriel Terra al poder.( Caetano,
G. Rilla,J. Historia Contemporánea del Uruguay, 212-217)

Buscando el batllismo: Entre obrerismo, utopías y realidades.



 En momentos en que la lucha social y laboral era muy compleja, vemos los primeros movimientos de los gremios  como la Sociedad Unión Obrera y La Protectora. Y la prensa sindical de orientación anarquista como “La Voz del Trabajador”, socialistas como “El Partido Obrero” y muchos movimientos más. En la década de 1890 de comienza la persecución a estos movimientos y desde el periódico batllista El Día se comenzó una prédica que marcará hasta hoy la legislación obrera en el Uruguay.
El Primero de Mayo de 1896, se celebra en el Uruguay por primera vez la fecha obrera. Don Pepe fue categórico desde el editorial en El Día:
“Simpatizamos con las huelgas(...) he ahí los débiles que se hacen fuertes y que, después de haber implorado justicia, la exigen…”
Desde el gobierno, muy complejo, con una Guerra Civil muy dura de por medio, durante la huelga ferroviaria de 1905, al prolongarse el conflicto se retiran los piquetes policiales para facilitar la negociación y  desde la prensa batllista se sostenía:
“Las huelgas son, sencillamente, fruto de lo mal que se paga el trabajo del obrero y de los esfuerzos que realiza aquél para conseguir que se pague mejor precio por su sudor y sus afanes…”
Y con una fuerza que nos viene desde el fondo de la Historia del Batllismo tomamos como modelo a seguir  lo que sostenía el amigo personal y mano derecha de Batlle y Ordóñez, Domingo Arena:

“…Las buenas elecciones, los buenos gobiernos no pueden ser sino medios. El verdadero objetivo(…) es el mejoramiento de las masas populares, el gobierno que no se preocupa de esta cuestión y que no la realice es un gobierno fracasado” La praxis batllista se basó en la acción reivindicativa del movimiento obrero y popular proporcionándoles soluciones tanto laborales como legales que aún hoy disfrutamos y queremos que se desarrollan de acuerdo a la concepción del batllismo del Siglo XXI: Humanismo, redistribución justa de las ganancias, libertad como pilar fundamental de toda acción humana. No creemos en una lucha entre compañeros ni entre sistemas, creemos que la obligación máxima del batllismo es llegar al máximo de justicia que la legislación nos permita. Incluso mejorándola. Aquí, nos sostenemos en Luis Batlle que en discurso realizado en 1949 sostenía:
“El gobierno no se mueve para borrar injusticias provocando otras injusticias, sino que actúa en el deseo de acercar a las fuerzas sociales y económicas que, distantes entre ellas y en opinión, podrían provocar violentas perturbaciones”
Y en el Mensaje a la Asamblea General el 15 de noviembre de 1951:

“La lucha de clases nace de la injusticia de clases. Se nutre con el desmedido afán de agaancias de quienes buscan en los factores de desequilibrio de las condiciones económicas, puntal para el logro de mayores beneficios(…)La paz social se ha de encontrar cuando se haga participar a los empleados y obreros de la riqueza que producen en su trabajo y estas conquistas serán orden en lo social, paz en lo político y progreso en lo económico.”

Finalmente para el batllismo es imprescindible un mejor uso de los recursos básicos disponibles, entre los cuales se encuentra el hombre , el trabajador, el motor de esta sociedad, es necesario para su realización una mayor vinculación entre la educación y el mundo del trabajo, con un plan que lleve adelante su capacitación con el objetivo de satisfacer la expansión de actividades que se han venido registrando.
En defintiva el pueblo trabajador promoverá y el Estado batllista impulsará los cambios necesarios en beneficio de la sociedad. Para sostener y fundamentar ideologicamente estos conceptos cito  el siguiente fragmento de #Batlle y el batllismo" . "Y la paz social seguirá reinando, sostenida y garantida por principios más firmes y más sólidos que los que hoy sostienen y garanten. El reformismo, pues, sobre el que descansa la acción batllista, asegura que todo será hecho sin provocar para nada movimientos sociales catastróficos.
El batllismo no acepta la teoría del determinismo económico. No la acepta, como única explicación de la historia. Y como teoría de alcances sociales, si el batllismo la aceptara debería abandonar sus métodos de lucha y su programa de reformas graduales. Observaría, lógicamente, una actitud expectante frente a la fatalidad de los hechos y detendría su acción reformista. La revolución debería hacerlo todo. Negaría la verdad histórica que el amor a la justicia y a la libertad puede sobreponerse a la acción mecánica de los fenómenos, o al interés de los hombres. Así el batllismo no considera que la causa de las transformaciones históricas sea sustancialmente económica. Antepone a ello el pensamiento humano, las grandes ideas de justicia y de libertad. Justicia y libertad, aspiraciones colectivas, que despertadas y agitadas por Batlle en un medio hostil, convirtieron al Uruguay en el país politicamente más libre de América. Sostenía Batlle: "Es más consoladora nuestra teoría y se ajusta más a la naturaleza. El móvil de las acciones humanas no es solamente el interés; la idea, la verdad apasiona también al hombre. Podrá la clase acaudalada llegar a ser tan numerosa como la obrera y más fuerte; pero no se formará nunca una clase para preconizar un interés y para entronizarse. Las ideas y los sentimientos tendrían siempre un gran prestigio entre los hombres honrados de todas las clases. Y la fuerza de estos es la que ha de decidir en la lucha de los intereses opuestos. Ella y solo ella impedirá que una parte de los hombres esclavice a la otra parte, primero en el seno de las naciones, después en la república mundial. El interés no resuelve nada cuando no se ajusta a inspiraciones superiores; solo sirve para desatar la enemistad y el odio, que se proclama con su cohorte de violencias y males" (El Día, Junio 16 de 1917)
El batllismo se apoya en la realidad social que no es producto de fuerzas ciegas y fatales. El cientificismo de su acción no es, pues, un calificativo más o menos claro, es el resultado de la aplicación de principios que solo la realidad social, fielmente interpretada, puede cambiar.
Para el batllismo el pensamiento humano no es producto de los hechos sociales. El batllismo cree que el pensamiento humano, la acción creadora, el esfuerzo constructivo, el altruismo de los hombres son capaces de crear, de modificar y de extinguir determinados hechos sociales. El batllismo apoya sus principios en la realidad. En hechos sociales que pueden provocarse, cambiarse y anularse. El batllismo es reformista porque es un medio para conquistar la justicia y la libertad integrales".

Ver:
Gonzalez Conzi, E y Guidici,R. Batlle y el Batllismo. Editorial Medina, Montevideo, 2da edición 1959. Pág.379 y 380







Buscando el batllismo: Del modelo a la distancia con la sociedad.

El periodo denominado primer batllismo inicia un proceso político que se extendió por un periodo de tres décadas lo debemos ubicar como un bisagra entre el proceso modernizador iniciado en el último cuarto del siglo XIX y sus proyecciones posteriores que llevaron a definir al Uruguay como batllista.
Como motor o como actor el batllismo, o los batllismos, contribuyeron a conformar y modernizar el sistema político uruguayo. El disparador, sin dudas, fue el reformismo y la revolucionaria visión colegialista en el proceso de cambio constitucional iniciado con los famosos "apuntes" de Don Pepe. Sin dudas estos cambios polarizaron a la sociedad y generaron fermentales debates políticos. Desde el gobierno de facto del Coronel Latorre y con el acelerador a fondo durante los gobiernos batllistas, el mando, en tanto poder decisorio y de implementación pasó a manos de un Estado, secular, nacional y con una carga de justicia social y redistributiva muy fuerte. Logicamente, luego de los procesos, revolucionarios, de reformas educativas, la vareliana, primero, la de Vazquez Acevedo después y la consecuente universalización del conocimiento sin distinción de capas o grupos sociales, hace ingresar al debate a los sectores populares ya sea mediante gremios y sindicatos o en las discusiones en la prensa o en los ambientes laborales. Todo se va a canalizar mediante las luchas electorales. donde van a convivir proyectos, avances, y frenos. Los grupos de presión comienzan a jugar un papel muy importante, estos grupos responden a viejos sectores de intereses económicos pero que se encarnan ahora en proyectos políticos que dinamizan o frenan el "inquietismo batllista" en definitiva el reformismo. A partir del año 1916 el alto a las reformas va a tomar una forma contundente de defensa, podríamos decir ,antibatllista. Entre los apuntes, las escisión del Partido Colorado, el periodo vierista y los grupos de presión, se produce la irrupción violentamente discreta, pero radical de los grupos de presión empresariales al estilo y con la filosofía moderna. Más allá del los costos políticos del accionar del batllismo, sobretodo en su segunda presidencia, su visión y aplicación del desarrollo ideológico del Estado como factor principal del desarrollo social mediante "imposición positiva" fiscal para la construcción del "hombre nuevo", educado, austero, cosmopolita y solidario laico, logró mejorar en forma efectiva las condiciones de vida de la población. Al decir de Gerardo Caetano y de José Rilla, "El primer batllismo supuso una verdadera interpretación del Uruguay de fines del siglo XIX y comienzos del XX, con su trama de proyectos y utopías. Para la implementación política y social contó con la ventaja de haber nacido en el partido del gobierno y del Estado. Desde la intransigencia política tan poco dada a las incertidumbres de la democracia, el impulso reformista recorrió las esferas de una economía próspera y a la vez fragil de la sociedad en vías de integración, de la política de partidos...y hasta una moral colectiva en individual." (Caetano, G. Rilla,J. Historia Contemporánea del Uruguay, Pág.150) La denomina ética de la responsabilidad, que no debe considerarse como justificar todo, nos muestra como el batllismo muere en su utopía, desde la desaparición de Luisito , la disidencia etica, moral, partidaria pero no filosófica de Rodriguez Fabragat y Zelmar, Gestido y Pacheco Areco, el debate del batllismo con la sociedad fue cada vez más duro y distante. Podemos afirmar que la distancia mayor se alcanza con la visión de "familias Ideológicas" o con un liberalismo un tanto insensible a los reclamos sociales, con el trasfondo de la crisis del 2002 llevado adelante por el Dr. Jorge Batlle, obligan al batllismo a generar un nuevo pacto con la sociedad, muy cercana a la praxis y muy alejada del Partido Colorado. Hace ya algunos años culminaba mi ensayo sobre la figura de Domingo Arena de esta forma que mantiene vigencia lamentablemente.
"El batllismo fue producto de una época en crisis social, fue expresión decapas sociales desesperadas, ubicadas ya en un tiempo y espacio pasado de la economía y de la política; de la filosofía y de la teología;debatiéndose entre la antigua pugna de la razón utópica versus la razón instrumental. El equipo batllista con Domingo Arena a la cabeza concibieron la utopía como fuerza de la transformación de la realidad, aparece como auténtica voluntad innovadora y base de toda renovación social, representaron una corrección de una situación político-socialexistente con miras a un cambio estructural. Proyecto o ideal de un mundo justo a partir de la construcción de la realidad presente, con el estado redistributivo, y la justicia social, para alcanzar estos objetivos la utopía representa un modo específico de conocer la realidad mediante un modelo ideal de futuro, constituyéndose en el sueño de la verdadera justicia social.Siempre la humanidad se ha sentido impulsada por anhelos de progreso,mejoramiento y perfección, alcanzando tan ilimitado punto sus aspiraciones, que se han confundido con lo imposible, desconocido e insospechable.
La utopía: para el batllismo significó la construcción de un país modelo, con la justicia y la soberanía legitimada por el Estado,con la perspectiva de un proceso histórico renovador, dentro de una humanización capaz de darle cauce a un desarrollo sostenido a medida del hombre en cuanto proyecto factible de utopía concreta, donde teoría y praxis se apuntalen, unifiquen o confundan a partir del principio de esperanza. Con la muerte del equipo por causas naturales de tiempo y biología, su memoria se mantuvo por años y se mantuvo viva también la utopía de un país mejor. Sin embargo, la muerte de la esperanza derroto la utopía."

Ver: Lagrotta, MIguel J.Domingo Arena: realidades y utopías.Arca ensayos. Montevideo.2010. Página 147.