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sábado, 18 de enero de 2014

Los Docentes y la Reforma Vareliana: un diálogo difícil en el Siglo XIX y su vigencia hoy.


Es por cierto muy difícil negar la gran influencia del equipo de colaboradores y del propio José Pedro Varela en la aplicación y desarrollo de la metodología de la Reforma Educativa. Su corta vida y su gestión la dedicó a leer, traducir libros y su difusión, realizando seminarios y conferencias en lo que hoy se podría denominar tareas de extensión y capacitación. De la mano del éxito estaba la formación docente, sus títulos habilitantes y concursos con méritos y aspiraciones para obtener los cargos y finalmente las supervisiones mediante inspecciones docentes.
Como ocurre en cualquier proceso reformista la teoría y la practica no siempre fueron de la mano, hubo inconsistencias en los quehaceres docentes por variadas razones. Los maestros conservadores o que directamentee se oponían a la reforma era preocupación constante, el propio Varela escribió: " debemos dislocar la vieja escuela, derrumbar el viejo edificio, hacer desaparecer completamente la antigua organización(...) separando a los maestros de sus ayudantes, a los alumnos de sus maestros(..)incluso con el riesgo que se produjera temporalmente el caos" (Varela, Obras Completas, Página 72). Posteriormente Jacobo Varela en su presentación en Congreso Pedagógico de Buenos Aires siguió sosteniendo la argumentación de José Pedro Varela incluso con más precisión: "La mitad de los maestros uruguayos no sirven para nada; esta es la verdad. Y ¿cómo se los arroja a la calle? El uno es bueno, moral y honesto; la otra es una señora encanecida en el magisterio.."  Jacabo Adrian Varela se destacó por su gran capacidad intelectual, era el hermano mayor de José Pedro y fue eclipsado por su hermano y su gran proyección en medios académicos de la época. Sus estudiosos sostienen que protegía a su hermano menor y la guiaba en muchos aspectos, cosa que sin duda lo favorece cuando llega a tener que asumir responsabilidades de gobierno. Un documento muestra su preocupación en aconsejar a su hermano que estaba en los EE.UU: "Observa y estudia bien y no juzgues a los pueblos que visites por los libros que has leído, como hiciste con Portugal, que lo viste con ojos de Byron sin razón y sin justicia en tus apreciaciones a vuelo de pájaro"
En 1882 un crítico del proceso reformista Vareliano, Francisco Antonio Berra sostenía que los maestros de entonces: "estaban acostumbrados a creer que no hay ciencia sin experiencia propia, ni orden de ideas más adelantado(...) que el que ellos conocían y practicaban desde tiempos inmemoriales"
Lo cierto que 20 años después de iniciado el proceso reformista vareliano ya en el Siglo XX y en el desarrollo del primer batllismo convivían modalidades docentes pre reformistas de cuño casi colonial con la nueva visión pedagógica.

En 1901 un informe del Inspector Joaquín R. Sánchez a una maestra de escuela del interior del país percibe en ella rigidez e incompetencia y cuyo documento figura en los Anales de Instrucción Primaria publicado en 1940, Tomo II páginas 840 y 841. "La clase de 3er. año estaba formada por cuatro señoritas, dos de ellas perfectamente casaderas, detalle que debe tenerse presente al leer lo que sigue. Cuando al empezar el día escolar me presenté en la Escuela( donde maestra y alumnas esperaban mi visita, pues sabían que me encontraba en la localidad desde la tarde anterior) y dije que no se alterase el orden prefijado por el horario y la libreta de lecciones, la maestra hizo que se pusiesen de pie, delante de sus respectivos asientos al compás de las voces, uno...dos, uno...dos que ella pronunciaba(procediendo exactamente como los reclutas cuando usan esas voces en defecto del tambor para enseñar a marcar el paso), las hizo evolucionar hasta dejarlas formadas frente al pupitre. Hecho esto tomó unos cuantos libros 3ros de lectura de Figueira y entregó uno a cada alumna, quién por turno  pronunciaban la palabra gracias al recibirlo de manos de la maestra.
Cumplido este ceremonial la maestra mandó abrir el libro en la página 50 y ordenó leer en silencio la lección contenida en la misma que consta  justamente de  sesenta y ocho palabras(...) Luego ordenó que se explicara la lección, cosa que hicieron las cuatro señoritas repitiendo más o menos textualmente lo leído. Luego vino la lectura en alta voz que se hizo en forma pasable, dicho esto entre paréntesis.
En seguida pidió la maestra que se explicaran algunos términos de la lección, los mismos que mandó escribir en el pizarrón, haciéndolos descomponer en sílabas, letras y sonidos elementales(fonética) para hacerlos después recomponer siguiendo al pie de la letra las instrucciones del libro ¿quieres leer? del señor Figueira (...)
Para muestra basta un botón, y las lecciones que he presenciado me indican cuál es el criterio pedagógico y general de la maestra y cuál la noción que puede tener del aprovechamiento del tiempo.
Ese botón es un especímen perfecto de enseñanza cristalizada en los moldes de una rutina artificiosa, nimia, pueril y ridícula, verdadera anquilosis que perturba el libre y natural ejercicio de las funciones de muchas de nuestras escuelas"
Ver:

Palomeque, Agapo Luis. Historia de la Educación Uruguaya, tomo 3, Páginas 43-45, De la Plaza , Montevideo 2012.

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