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martes, 20 de enero de 2015

La lenta perdida de los valores democráticos: El Uruguay de la década de 1960.

En las elecciones del 30 de noviembre de 1958 surgen nuevas autoridades, hecho común en una democracia, pero que a una buena parte de la población uruguaya la sorpresa del resultado generó sorpresa y desconcierto. Los blancos ganaron las elecciones, su último gobierno había sido durante el mandato de Atanasio Aguirre nueve décadas atrás. También era innegable que el modelo de desarrollo se había agotado que cada año el Uruguay exportaba menos y que a su vez los productos tenían menor valor en el mercado. Imposible ecuación en un sistema industrial que dependía de insumos casi en su totalidad importados. Se utilizaban reservas para equilibrar la economía y debido a la demanda  de una sociedad habituada a consumos culturales y de confort creciente exigía surge la inflación que entre 1958 y 1959 fue del 20%.
Esta crisis inicia lentamente una conflictividad social, impensada en una sociedad de clases medias urbanas y con perfil pacato y conformista. Es el momento del movimiento estudiantil que pelean por la aprobación de la Ley Orgánica Universitaria. Las manifestaciones estudiantiles y la represión policial era cada vez más frecuentes. Para el Partido Colorado el temido ascenso de los nacionalista al poder generaba inquietud. En la intelectualidad lo más trascendente fue el surgimiento muy vigoroso del movimiento ruralista y en en los análisis sobre el mismo se oscilaba entre quienes lo veían como el fascismo criollo y el despertar del Uruguay real adormecido por la visión netamente urbana del batllismo. Luego de la elección el principal dirigente blanco Luis Alberto de Herrera rompe la alianza con Benito Nardone generando una fractura del sector mayoritario.
Instalado el gobierno comienza a introducir cambios en la economía y en el rol del Estado, tratando de limitar su accionar al máximo. Eran las posturas y recetas del FMI (Fondo Monetario Internacio nal) que Uruguay integraba desde 1947 pero que hasta ese entonces nunca había aceptado sus directivas. La tesis económica del momento impulsada desde el FMI y aceptada a rajatabla por el nuevo gobierno sostenía que la libre empresa y la apertura económica hacia un liberalismo abierto enfrentaría con firmeza la inflación que era un exceso de demanda de los asalariados.
Ya el 24 de abril de 1959 se decreta el alza de los tipos de cambio para la mayoría de las importaciones y sobre finales del año se envía el proyecto de ley que modificaba todo el sistema cambiario: La Reforma Cambiaria y Monetaria impulsada por el Ministro Juan Eduardo Azzini, en la cual le daba grandes potestades al Poder Ejecutivo para adoptar medidas de política económica sin el pasaje de las mismas por el Parlamento Nacional. Curiosa ley en la cual presenta aspectos de liberalización de la venta de moneda extranjera y del comercio exterior, se establecía la obligatoriedad de vender al Banco de la República la moneda extranjera producto de las importaciones y se facultaba al Poder Ejecutivo la posibilidad de prohibir por seis meses que se podían prorrogar por otros seis meses las importaciones consideradas prescindibles. También incluía una serie de detracciones a las exportaciones una especie de impuesto con el objetivo de evitar los empujes inflacionarios. El batllismo inició una feroz batalla en el Parlamento para limitar los alcances de esta ley logrando algunas limitaciones sobretodo en el alcance del Poder Ejecutivo . Votada la Ley surge en ella la primera  "Carta Intención " con el FMI en la cual se solicitaban los primeros U$S 80 millones, como contrapartida el Uruguay se comprometía a reducir los créditos internos para reducir la inflación y una serie de puntos como tarifas aduaneras pero ninguna referencia a los salarios. Durante el Gobierno se realizarán dos cartas más. En realidad el inicio de esta política no fue auspicioso debido a circunstancia que se presentaron: las inundaciones de 1959, la sequía de 1960 que sumadas a una plaga de langostas tuvieron graves consecuencias en la producción agropecuaria y el colapso de la producción hidroeléctrica. También hubo grandes reclamos sociales.

Los reclamos sociales  y la Unidad Sindical.

La aplicación de la política económica aceleró el proceso de unidad que estaba desarrollando a nivel sindical. Ya desde mediados de 1950, simultáneo con los primeros aspectos visibles de la crisis el movimiento sindical comienza un proceso de unidad. Este proceso era complejo debido a los grandes enfrentamientos y luchas entre sectores desde los orígenes mismos del sindicalismo donde se discutía posturas distintas, algunas inmediatas y otras y otras bases para cambios profundos en la sociedad. Se establece en 1955 una Comisión Coordinadora pro Central Unica y en mayo de 1959 una Asamblea Consultiva sobre Central única. En forma simultánea una definición política clara anti fondomonetarista. La crisis económica trajo paralización industrial, inflación aceleran el proceso y en junio de 1961 se acoró establecer una Central de Trabajadores del Uruguay tratando de separarse de cualquier dogmatismo.

El Estado y el conflicto ideológico de la Guerra Fría.

Luis Batlle Berres siempre se jactó de que en Uruguay el Comunismo actuando en total libertad había perdido caudal electoral. Nuestro país fue el único país de América Latina en el cual el Partido Comunista actuó libremente y legalmente durante la escalada más dura de la misma. Esto cambió rotundamente durante el gobierno blanco el cual simultáneamente a la Revolución Cubana triunfante cominza a sobrevolar un anticomunismo creciente. A esto se debe sumar la Visita que hace el Presidente de los Estados Unidos General Dwight Eisenhower en marzo de 1960. Luego de esto comienzan acciones anticomunistas en el Uruguay, represión policial a las manifestaciones sindicales, surgen varios sindicatos amarillistas. Se producen los primero muertos, el má sonado el del prof. Arbelio Ramirez luego del discurso de Ernesto "che" Guevara en el paraninfo de la Universidad. Había políticos involucrados en la escalada anticomunista, Benito Nardone que fue presidente del Consejo en 1960 era uno de los más activos aunque también existían intervenciones directas de la CIA. Una oficina estaba establecida en Montevideo y su director E. Howard Hunt relata sus actividades en "Memorias de un  Espía" su autobiografía. Luis Batlle se enfrenta a la postura de Nardone y este lo define como "Comunista Chapa 15"

Demasi, Carlos. El preambulo. Los años 60 en El Uruguay de la dictadura.EBO. Montevideo 2004. Pág 7 -14

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