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jueves, 2 de julio de 2015

Buscando el batllismo. El "inquietismo batllista" mantiene vivo el reformismo 1925-1930

El batllismo inicia un segundo impulso reformista a partir de 1925 y logra un buen desarrollo en 1928, esto se debió entre otras razones, al nuevo avance del capital extranjero en nuestro país y al surgimiento de un numeroso grupo de jóvenes batllistas que hacían sus primeros trabajos dentro de la colectividad entre ellos: Luis Batlle Berres, Pablo y Agustín Minelli, Juan Francisco  Guichón, Justino Zavala Muniz y Edmundo Castillo. También Julio César Grauert que fueron conformando un dinámico grupo que en realidad eran una usina de ideas y de realizaciones. Hicieron un enfoque crítico sobre el batllismo pensando en lo que restaba hacer. Para los sectores conservadores comenzaba su preocupación al volver a ver en acción a lo que ellos denominaban "inquietismo" batllista. En 1929 en batllismo tiene influencias en algunos puestos claves para imulsar las propuestas reformistas: el ministerio de Hacienda cuyo titular era Javier Mendívil y el de Industrias, Trabajo y Comunicaciones al  mando de Edmindo Castillo. Desde ambos ministerios se enfrentaran a los estancieros proponiendo cosas tan radicales como que el propio Estado intervenga como comprador y arrendador de tierras y también el viejo principio batllista de enfrentarse al capital extranjero. De esa última visión surge el proyecto de refinería estatal y un proyecto nacional de propiedad de yacimientos de hidrocarburos. Este último proyecto fue resistido ferozmente cuando fue presentado por Edmundo Castillo al Consejo Nacional de Administración el 4 de agosto de 1929. Esta área económica estaba dominada por petroleras estadounidenses como la Standard Oil de N. Jersey y su filial la West India Oil Company compitiendo con la anglo holandesa Shell-Mex. El proyecto había recibido el asesoramiento del Directo General de Yacimientos Petroliferos Fiscales (YPF) de Argentina, Gral. Enrique Mosconi, que a su vez tenía un enfrentamiento durísimo con los trust petroleros en la región.
El proyecto de refinería estatal fue aprobado por el CNA a fines de agosto de 1929 con la oposición de los Consejeros Nacionalistas que lo integraban: Martin. C. Martinez, A. Lussich y Luis Alberto de Herrera. El proyecto fue vetado por el presidente Juan Campisteguy que se hizo eco de las presiones que el proyecto había desatado en el sector emoresarial temeros de represalias comerciales norteamericanas. El batllismo no obtuvo los votos que se necesitaban para levantar el veto, pero no abandonó la lucha  va a introducir en el Parlamento una iniciativa más ambiciosa y radical: la construcción de una refinería totalmente estatal. Paralelamente desde el diario "El Día" Luis Batlle denunciaba en sendas notas a los trusts petroleros y de apoyo a lo conmveniente del proyecto batllista.
La reacción conservadura fue más dura y radical aún integrando a los principales actores económicos: estancieros, industriales, comerciantes, banqueros y los diferentes grupos de presión que estos integraban. Con el impulso de la poderosa Federación Rural en setiembre de 1929 se crea el " Comité de Vigilancia Económica que fue bautizado popularmente como el "Comité del Vintén" por le batllismo. Este comoté fue la gran herramienta de presión tanto en lo político como en lo gremial. Su programa era oponerse a  los "aprendices de brujos", los impuestos, el trust de la carne, pero sobretodo al "inquietismo" batllista enfrentando al burocratismo y al estatismo. Incluso con propuestas xenofobas contra la inmigración "indeseable". La lucha estaba planteada y duraría años con períodos de facto y guerra mundial entremedio. El 2o de octubre fallece José Batlle y Ordóñez y el batllismo sin Batlle tendría dolores de sucesión y también de enfoque ideologicos enfrentados a otros sectores partidarios.Con el marco de esta preocupante situación económica, social y política, llegamos a las elecciones de 1930.

"El Partido Colorado estaba profundamente dividido y luego de trabajosas negociaciones resolvió presentar tres candidaturas. La del Dr. Gabriel Terra por el sector batllista, a pesar de su personalidad contradictoria y su identificación moderada, tantas veces cuestionada dentro de filas, incluso por los hijos de Batlle; la del Dr. Federico Fleurquin, considerado “neutral”, aunque cercano al batllismo y muy vinculado a los círculos empresariales, apoyado por “El Día”; y la del Dr. Pedro Manini Ríos, representante del “riverismo” conservador. Además, y esto fue piedra de escándalo, se estipuló el compromiso, refrendado por la Convención Colorada Batllista, de que si el sector riverista aportaba al lema partido el 17.5% o más de los sufragios, el candidato
electo renunciaría a favor de Manini Ríos, entregándole la presidencia de la República. Este mecanismo fue denominado en la época “handicap” (o ventaja).
El acuerdo colorado fue considerado anticonstitucional e incluso inmoral por los
dirigentes del Partido Nacional, como lo hicieron saber a la opinión pública el Directorio, los senadores y la prensa partidaria. Aun en una “cultura de negociadorey votantes”, como algún observador caracterizó a nuestra sociedad, el asunto del “handicap” resultó algo muy difícil de aceptar.
También los nacionalistas estuvieron divididos. El Dr. Luis Alberto de Herrera perdió su carácter de candidato único y enfrentó ya no sólo la disidencia del radicalismo blanco, sino también la del sector “doctoral” que postuló al Dr. Eduardo Lamas.

Por su parte, el Comité de Vigilancia Económica, promovió en vísperas de los comicios un “paro patronal” de 48 horas contra la iniciativa batllista de salario mínimo, repudió las candidaturas de ese sector e hizo saber de sus simpatías hacia
as candidaturas de Herrera y Manini Ríos. Por su parte, los grupos medios y populares de la sociedad volcaron su apoyo al batllismo, rechazando las propuestas conservadoras y exigiendo enfrentar a la crisis con medidas más radicales.
El escrutinio arrojó una victoria colorada de 165.827 votos contra 150.642 nacionalistas. Como el riverismo obtuvo 28.882 y sólo logró un 17.3% de los sufragios, no fue necesario hacer uso del “handicap”.
El resultado electoral arrojó una insólita -por lo amplia- diferencia de 15.000
votos (en las elecciones presidenciales de 1926, la diferencia había sido de 1.524 votos del Partido Colorado sobre el Partido Nacional) entre ambos partidos, lo que hizo decir al Dr. Gustavo Gallinal que después de más de una década de tensiónelectoral, se “había roto el equilibrio de fuerzas entre los dos grandes partidos”.
Esta realidad fue muy difícil de aceptar dentro del Partido Nacional, Herrera criticó muchas actitudes internas, se opuso a la permanencia de nacionalistas en los Entes Autónomos, denunció duramente “la intransigencia” posible de Terra y previno contral a idea de que se volviera a querer implantar el colegiado integral, al cual habíadado su aprobación Ismael Cortinas, del ala “doctoral”.
Cuando en enero de 1931 se reunió el Congreso Nacionalista para elegir el nuevo Directorio, el sector doctoral quiso imponerle determinadas condiciones para elegirlo Presidente del mismo, que Herrera rechazó. Pero quedó en minoría y renunció a su puesto. La escisión estuvo planteada y cuando se consumó, el herrerismo
tomó un camino, y el denominado “nacionalismo independiente” otro diferente.
Recién en 1958 esos caminos se volverían a encontrar."

Ver: Estos fragmentos forman parte del excelente trabajo de
Walter Rela. La totalidad del mismo la encuentran en

http://www.cx4radiorural.com/wr/tomo_5_parte_2

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