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domingo, 21 de junio de 2020

Rivera, Oribe y el desarrollo de la Guerra Grande: 1830-1851.




"La vida constitucional del Estado Oriental del Uruguay se inicia con las presidencias de Rivera y Oribe. El 24 de octubre de 1830 la Asamblea General designó Presidente de la República a Fructuoso Rivera, quien se mantuvo en el cargo hasta cumplir los cuatro años que le correspondían d acuerdo a lo que establecía la Constitución. El 1 de marzo de 1835 la Asamblea designó presidente a Manuel Oribe. Este no pudo terminar su mandato porque renunció el 24 de octubre de 1838 al ser derrotado por una revolución encabezada por Rivera quien contaba con el apoyo de Francia. Rivera quedó a cargo del poder siendo designado nuevamente presidente por la Asamblea General.

Estos primeros gobiernos uruguayos debieron enfrentar los problemas causados por los factores de perturbación o inestabilidad.
 
1) Problemas económicos.- La ganadería, principal fuente de riqueza, estaba en retroceso como resultado de los largos años de luchas. La disminución de ganado había sido provocada por las matanzas indiscriminadas y el robo de ganado hacia Brasil. El ganado se había dispersado y era difícil saber a quien pertenecía.
La agricultura tenía escaso desarrollo y era insuficiente para el consumo local. Muchas veces hubo que importar trigo desde el exterior para tener harina. Había chacras sólo en torno a la ciudad de Montevideo y, en general, los habitantes de la campaña despreciaban el trabajo agrícola.

La industria prácticamente no existía. El trabajo artesanal apenas cubría las necesidades de consumo local. La actividad industrial más importante era la de los saladeros de carne y cuero. Requería poca inversión de dinero, no necesitaba mano de obra especializada y utilizaba la materia prima más abundante en el país: el ganado. Los cueros y la carne salada (tasajo) se exportaban, pero, en el caso de la carne salada los mercados consumidores eran escasos: Brasil y Cuba, donde se utilizaba para alimentar a los esclavos.
Los productos importados eran más que los exportados, por lo que la balanza comercial era deficitaria.
Uruguay carecía de moneda propia; circulaban monedas brasileñas de cobre y papel moneda argentino desvalorizado. Esto complicaba las transacciones comerciales por falta de efectivo y por la inseguridad que existía acerca del valor de los billetes.
2) Problemas sociales.- El principal problema social era el conflicto entre los propietarios y poseedores de tierras. No era un problema nuevo, se había desarrollado durante la época colonial, pero se había agravado. La revolución artiguista había creado una situación nueva con el reparto de tierras hecho en 1815. Incluso, antes del reparto hecho por Artigas, en 1814, durante el breve dominio de Buenos Aires sobre la Provincia Oriental, se habían hecho entregas de tierra por el gobierno porteño. Además muchos propietarios españoles habían huido y sus campos fueron ocupados por los revolucionarios sin ningún título.
Posteriormente, durante la dominación portuguesa y brasileña, los repartos artiguistas fueron desconocidos y hubo nuevas entregas de tierras para beneficiar a aquellos que apoyaban la dominación.
Numerosos propietarios que habían huido regresaron y se presentaron ante los tribunales a reclamar sus tierras, provocando una ola de desalojos.
Posteriormente se produjo la revolución de 1825 y el retiro de los brasileños. Nuevamente hubo propietarios que huyeron y ocupantes de tierras que las hacían producir aunque no tenían título de propiedad.
Sobre una misma tierra podía haber varios propietarios alegando derechos que provenían de diferentes gobiernos.
Reconocer el derecho de unos significaba dejar sin tierras a los otros. Quienes se sentían despojados recurrían a buscar el respaldo de los hombres fuertes del campo, los caudillos, y al uso de las armas para mantener sus tierras. Por lo tanto este conflicto entre propietarios y poseedores era también un problema económico, político y jurídico.
3) Problemas políticos.-
a) La forma en que se había producido la “independencia” provocaba la falta de un verdadero sentimiento de identidad nacional. La “independencia” era muy relativa. Las primeras presidencias debían resolver el reconocimiento del nuevo estado por otros países y asegurar su viabilidad como estado.
b) Las luchas internas que no sólo pasaban por la discusión parlamentaria o el cruce de artículos en la prensa, sino que llevaba al enfrentamiento armado. Habían bandos más o menos identificados: unitarios, federales, abrasilerados, lavallejistas, riveristas. Pero las principales divisiones tenían que ver con enfrentamientos personales entre los caudillos, como era el caso de Rivera Y Lavalleja, primero, y de Rivera y Oribe después. No era ajeno a estas luchas el conflicto por las tierras.
c) Las dificultades para aplicar la constitución en una realidad que poco tenía que ver con aquellos países de donde se había copiado. La mayoría de la gente reconocía como autoridad a los caudillos, por que los estimaba y respetaba, y no a las autoridades establecidas por la constitución.  Cuando Rivera realiza desconoce al presidente Oribe e inicia una revolución, los riveristas decían que el presidente “se había revelado contra Don Frutos”, porque para ellos el que “mandaba” era, naturalmente, Fructuoso Rivera, estuviera o no investido de poder por la constitución.

La Construcción del Estado
1) Las relaciones internacionales.- Durante las primeras presidencias las relaciones exteriores se orientaron hacia en dos direcciones:
- Hacia los países europeos tratando de obtener el reconocimiento del nuevo estado y lograr préstamos de dinero.
- Hacia los Brasil y Argentina para conseguir que firmaran un  tratado definitivo que asegurara la independencia de los orientales y para solucionar el problema de los límites.
Las principales gestiones hechas en Europa se hicieron frente a los gobiernos de Inglaterra y España. Las gestiones ante Inglaterra, iniciadas por el Ministro Lucas Obes, buscaban que aquel país asegurara la independencia de Uruguay ante Argentina y Brasil . Durante la presidencia de Oribe se intentó lograra un acuerdo comercial pero no se llegó a nada concreto. Las gestiones ante España tenían como propósito principal obtener el reconocimiento de la independencia. Se establecieron relaciones comerciales con aquel país pero no se llegó un acuerdo sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas porque España reclamaba indemnizaciones por la revolución artiguista.
Las gestiones ante los países vecinos para obtener un tratado definitivo y establecer los límites fracasaron. Las principales gestiones se hicieron ante Brasil (con Argentina había una separación geográfica bien clara que eran los ríos Uruguay y de la Plata) ante el cual se reclamaban los territorios al norte del río Cuareim que habían pertenecido a la Banda Oriental en la época colonial. Ante la negativa de Brasil de tratar el tema, el ministro Lucas Obes pensó en la creación de la una alianza entre todos los países que tenían fronteras con Brasil, para negociar en conjunto el reconocimiento de los antiguos límites. El plan comenzó con éxito al obtenerse el apoyo de Perú y Bolivia, pero luego Lucas Obes debió renunciar y cuando asumió la presidencia Oribe dejó de lado esa estrategia.
Las nuevas gestiones iniciadas por Oribe en 1837, aprovechando los problemas internos que tenía Brasil con la revolución de Río Grande del Sur, tampoco tuvieron éxito.

2) Independencia eclesiástica y educacional.- Teniendo en cuenta que la constitución consagraba a la religión católica como  oficial, era importante obtener la separación de la administración religiosa que hasta ese momento estaba sometida al obispo de Buenos Aires. En 1832 el Papa Gregorio XVI designó a Dámaso Antonio Larrañaga como Vicario Apostólico de la República y luego se le dieron facultades semejantes a las de obispo.
La enseñanza superior no existía en Uruguay. Los profesionales que actuaban en el país habían hecho sus carreras en el exterior, donde eran enviados los jóvenes cuyas familias podían costearles sus estudios.
Durante la presidencia de Rivera se inició el proceso para crear una casa de estudios superiores. Al principio sólo se logró que funcionaran una cátedra de filosofía y una de latín. Luego se agregaron derecho, matemática y teología. En 1838 Oribe ordenó la creación de la Universidad a partir de estas cátedras, pero la situación del país, sacudido por la revolución de Rivera, impidió que se llevara a la práctica.
3) Fomento a la inmigración.- Se adoptaron medidas para impulsar la inmigración y de esa manera tener más población, aumentando el consumo y procurando tener mano de obra agrícola y artesanal. Se consideraba que esto era imprescindible para impulsar la economía del país, que en 1830 tenía sólo unos 70 mil habitantes.
Durante el gobierno de Rivera, su ministro Lucas Obes, preparó un proyecto para atraer inmigrantes. El proyecto consistía en facilitar el traslado de artesanos, trabajadores o peones, que acreditaran buena conducta, pagando el gobierno uruguayo los pasajes, el alojamiento y la alimentación de los viajeros. Luego de establecidos los inmigrantes devolverían al gobierno el dinero.
También hubo un proyecto para crear una ciudad formada por inmigrantes en la falda del cerro de Montevideo, la villa de Cosmópolis. También hubo iniciativas privadas de empresarios para traer inmigrantes europeos y africanos. En este último caso a veces se trataba de un tráfico de esclavos disfrazado.
Se calcula que entre los años 1830 y 1840 llegaron unos 22 mil inmigrantes, la mayoría de Francia, España y el norte de Italia.
4) Medidas sobre la tierra.- Frente al conflicto entre poseedores y propietarios, el gobierno de Rivera decretó, en 1833, que los poseedores sin título de propiedad podían quedarse en las tierras que ocupaban si las pagaban. Trataba de defender a aquéllos poseedores que pudieran pagar la tierra, dándoles la oportunidad de quedarse en ellas, no perjudicando a los propietarios que serían indemnizados. Además se establecía que aquellos poseedores que no tenían dinero para pagar las tierras, serían reubicados en los alrededores de los pueblos y en la frontera. Estas situaciones se definirían caso por caso, lo que daba lugar a arbitrariedades.
Esta medida benefició a los que tenían dinero pero significó el desalojo de una gran parte de la población de la campaña, pequeños y medianos productores, que no podían pagar el precio. Así, junto a los latifundistas, se creaba una masa de gente, muchos con ganado, que no tenían tierras propias y se transformaron en agregados o peones. Las condiciones de explotación del ganado permitía la existencia de esta gente, que incluso podía matar ganado ajeno para alimentarse, ya que lo que tenía más valor no era la carne sino el cuero.
Muchos desalojados buscaron el apoyo de los caudillos para recibir protección, aumentando los lazos de dependencia personal entre el caudillo y sus protegidos-seguidores.
También había ocupantes de tierras del estado. Para estos casos el gobierno de Rivera resolvió que aquellos que hubieran permanecido durante más de 20 años en esas tierras, podían comprarlas.  El gobierno de Oribe decidió que para aquellos que estuvieran en tierras públicas por un tiempo menor a los 20 años, podían arrendarla y luego de cinco años se decidiría si se mantenía el arriendo o si se le vendía.
Como se ve, en todos los casos la solución pasaba por el tener o no dinero, desconociéndose los repartos hechos por el reglamento de tierras de Artigas.


 PRESIDENCIA DE RIVERA
El 24 de octubre de 1830, la Asamblea General designó presidente a Fructuoso Rivera, quien obtuvo 27 votos contra 5 que recibió Lavalleja. Los dos caudillos eran las figuras políticas más relevantes del momento. Rivera, que contaba con 45 años al ser designado presidente, era hijo de un importante estanciero y en 1811 se había sumado a la revolución artiguista. Participó del éxodo al Ayuí y en el segundo sitio a Montevideo. Tuvo destacada labor durante el período de la Provincia Oriental autónoma (1815-16) y Artigas confió en él designándole en cargos de gobierno y luego al frente de las tropas que debían detener a la invasión portuguesa en el este de la provincia.


En 1820, derrotado Artigas, Rivera lo deja a un lado y hace un acuerdo con los portugueses, colaborando con la dominación de aquellos sobre la provincia. Fue un personaje importante durante el dominio portugués y brasileño, ocupando el cargo de Comandante de la Campaña. Se negó a participar en el intento revolucionario de 1823 pero se incorporó a la revolución de 1825 en un hecho polémico (el episodio del Monzón). Participó en la lucha contra los brasileños con éxito y llevó a cabo la toma del territorio de las Misiones. Este hecho le otorgó fama que sumado al prestigio adquirido durante sus años de comandancia de la campaña, le facilitaron la designación com o presidente.
Poco tiempo después de asumir la presidencia Rivera marchó hacia el interior, donde se sentía más a gusto dada su condición de caudillo y su temperamento, delegando el mando en el presidente del Senado Luis Eduardo Pérez. Casi todo su período como presidente Rivera se mantuvo en la campaña y el gobierno quedó en manos de sus ministros y de un grupo de amigos con los que tenía vinculaciones desde la época de la dominación brasileña a quienes se conocía como los “cinco hermanos” (Lucas Obes, Nicolás Herrera, José Ellauri, Julián Alvarez y Juan Andres Gelly).
A mediados de 1831 comenzó a hacerse sentir una creciente oposición al gobierno de Rivera. Se acusaba la gobierno de no respetar la constitución, de mala administración y de tener un ejército mal controlado e impago que era una amenaza constante. La oposición acusaba al ministro Santiago Vázquez y a “los cinco hermanos” de mala administración y de usar al gobierno para obtener beneficios económicos personales.
A esta situación hay que agregarle el descontento de Lavalleja que se había visto postergado en sus ambiciones políticas y el problema de los poseedores y propietarios. Todo esto sumado fue creando un clima de tensión que desembocó en violencia.
Primero hubo una rebelión de los indígenas que el propio Rivera había traído de las Misiones y habían sido hacinados en Bella Unión, al norte del país. Olvidados, sin medios para subsistir, se dedicaron al robo de las estancias cercanas. Rivera envió a su sobrino Bernabé para poner fin a los ataques indígenas, pero fue muerto. El propio Rivera dirigió una campaña contra los indígenas, emboscándolos y exterminándolos.
Por otra parte se produjeron dos rebeliones de los lavallejistas, una en Durazno, donde Rivera residía habitualmente, y otro en Montevideo. Las dos rebeliones fueron derrotadas por Rivera, con ayuda de unitarios argentinos residentes en Uruguay. La victoria de Rivera no fue seguida de un intento d acercamiento y diálogo con la oposición. Al contrario, se expulsó a los opositores del Parlamento y se quitaron las tierras y ganados de los lavallejistas. Así se inició una práctica que se hizo muy común en el resto del siglo: el bando victorioso se apropiaba de los bienes del vencido, y éste aspiraba a una rebelión para tomar venganza y recuperar sus bienes.
En 1833 se produjo una segunda rebelión que fue preparada por Lavalleja desde Buenos Aires donde contaba con el apoyo del gobernador Juan Manuel de Rosas. La rebelión fracasó.
Hubo un tercer intento de rebelión en 1834, esta vez encabezado por el propio Lavalleja,que también fracasó. Rivera pudo terminar su período de gobierno. Interinamente el presidente del Senado, Carlos Anaya, se hizo cargo de la presidencia, hasta que la Asamblea General designara al nuevo presidente. Anaya designó a Rivera como Comandante General de la Campaña, lo que lo ponía al frente del ejército con la función de mantener el orden e la campaña “persiguiendo vagos, desertores o criminales”. El poder que el daba este cargo era mucho y los límites muy pocos. Podía ser un elemento de fricción con el futuro presidente.

PRESIDENCIA DE ORIBE
El 1 de marzo de 1835 la Asamblea General designo unánimemente a Manuel Oribe como presidente. La unanimidad indica la coincidencia de opiniones, tanto de partidarios como de contrarios al anterior presidente, sobre la figura de Oribe y las esperanzas que en él se tenían. Para algunos historiadores los asambleístas veían en Oribe un buen administrador, un militar de carrera que pondría orden en la administración de los dineros públicos y respetaría la constitución.
Pero, si esas eran las intenciones, no pasaron de ser sólo intenciones, porque los conflictos internos y externos no permitieron desarrollar la obra que se esperaba de Oribe. En el primer año de gobierno ya hubo problemas con la sectores de la prensa que se quejaban de falta de libertad para expresarse. El gobierno había puesto restricciones a las manifestaciones de la prensa referidas a la situación argentina.  Los motivos eran que los unitarios exiliados en Montevideo manifestaban sus opiniones contrarias al gobierno de Rosas en Buenos Aires. Este había reclamado ante Oribe y Oribe impuso limites a las manifestaciones de la prensa. Los sectores liberales, contrarios a Rosas, acusaron a Oribe de estar aliado al gobernador de Buenos Aires.
Pero el problema mayor de la presidencia de Oribe se produjo cuando este decidió suprimir el cargo de Comandante de la Campaña a comienzos del año 1836. La existencia de ese cargo en manos de Rivera significaba la existencia de dos autoridades dentro del país: la del presidente y la de Rivera. El decreto por el cual se suprimía el cargo establecía que ya no era necesario y el ejército quedaría bajo las órdenes el Ministro de Guerra, que dependía directamente del presidente. Rivera tomo el hecho como una destitución para alejarlo del poder. Por otra parte en la Asamblea General se elaboró un informe donde se acusaba al gobierno de Rivera de irregularidades financieras beneficiando a particulares en perjuicio del estado. En total se hacían 174 cargos. Además se hizo pública la deuda que había dejado el gobierno de Rivera.Todas estas acusaciones divulgadas ampliamente por la prensa, caldearon los ánimos. En julio de 1836 inició una revolución  contra Oribe. Los unitarios argentinos establecidos en Uruguay apoyaron a Rivera.

LA GUERRA GRANDE (1839-1852)




            La Guerra Grande se llama así no sólo por su duración prolongada en el tiempo (1839 a 1852), sino por que fue un conflicto regional que involucró a orientales y argentinos como protagonistas principales y también al Brasil, a Inglaterra y Francia. Toda la región rioplatense se vio sacudida por la inestabilidad política y económica, mezclándose los conflictos internos del Uruguay con los de Argentina y Brasil.

            LAS CAUSAS DE LA GUERRA
            Para entender las causas que provocaron esta guerra debemos analizar los diversos intereses que existían y la situación que se vivía, no sólo en el Río  de la Plata, sino en América y Europa.
            1) La política europea hacia los países de América.- Las potencias coloniales europeas, Inglaterra y Francia, se introducen en los asuntos de los países de América procurando el control de la actividad comercial. Los centros industriales europeos (ya avanzada la industrialización en Inglaterra y desarrollandose en Francia) necesitaban materias primas y lugares hacia donde enviar población que sirviera de escape a las tensiones de sus sociedades. ¿Donde podían obtener ambas cosas? En América y en especial en el Río de la Plata que los abastecía de cueros y lana.
            Inglaterra y Francia se disputaban la obtención de una posición dominante en los nuevos países poco desarrollados. La primera quería conservar y extender sus posiciones privilegiadas obtenidas desde la época de la revolución hispanoamericana; la segunda, la Francia gobernada por Luis Felipe, el “rey burgués”, dominada por comerciantes y banqueros, trataba de desplazar a Inglaterra.
            2) La situación en América.- Las oligarquías de los países americanos no se veían molestas frente a la intervención europea porque  coincidía con sus intereses económicos ya que eran los abastecedores de las materias primas: eran latifundistas o comerciantes exportadores. Por eso las oligarquías, que tenían en sus manos el gobierno, establecieron la libertad de comercio que servía sus intereses de venta. Su liberalismo no sólo era una postura ideológica, sino la manifestación política de un interés personal.
            Pero esa libertad de comercio significaba también el ingreso de productos extranjeros que afectaban a las artesanías locales y los sectores sociales afectados deseaban el fin del librecomercio. La defensa de la producción local coincidía a veces con posturas conservadoras en lo político, porque el liberalismo se asociaba  a la libertad comercial que los llevaba a la ruina. También jugaban un papel importante los caudillos, identificados con los sectores populares a quienes decían interpretar y defender.
            Por estas razones, el enfrentamiento entre los liberales y los conservadores, se transformaba también en un enfrentamiento entre los sectores “doctorales” de la ciudad y los caudillos rurales. Y también se podía ver como un enfrentamiento entre las oligarquías aliadas de los intereses europeos y los sectores nacionalistas
Los caudillos generalmente se empeñaban en resistir lo europeo y querían resolver los problemas de acuerdo a un criterio americano. Los sectores políticos de la ciudad, “los doctores”, influidos de ideas liberales, planteaban que había un conflicto entre la civilización, que ellos decían representar, y la barbarie, que era, según ellos, lo que representaban los caudillos y el campo.
            3) La situación en el Río de la Plata.- Profundas divisiones internas se daban en los países del Río de la Plata. En Argentina se mantenía el enfrentamiento entre unitarios y federales, que en realidad era el enfrentamiento entre los intereses distintos del puerto de Buenos Aires y algunas de las provincias del interior.  En Uruguay las luchas personales entre los caudillos se confundían con la lucha entre dos proyectos económicos distintos: uno que impulsaba el desarrollo de las salazones de carne y su venta en América y el otro que defendía el libre comercio y las exportaciones de cueros hacia Europa.
            Los dos bandos de los dos países tenían coincidencias entre ellos, por lo tanto no era es de extrañar que colorados y unitarios hicieran causa común y del otro lado se unieran blancos y federales.
            Esta relación entre las fuerzas políticas uruguayas y argentinas y la creciente influencia de estas en Uruguay, motivaban a Brasil a intervenir por su lado para evitar que definitivamente los orientales quedaran bajo la órbita argentina. Pero Brasil también tenía sus problemas: las tendencias separatistas en varias regiones, incluyendo Río Grande del Sur, provincia que limitaba con la zona rioplatense.
            A esto hay que agregarle la presencia amenazante de las potencias europeas. La presencia de inmigrantes que se radicaban en los países del Río de la Plata servía de excusa para aumentar las intervenciones y las presiones. Los inmigrantes, para resolver sus problemas, en lugar de recurrir a las autoridades locales, gestionaban la intervención de los gobiernos de sus países de origen. Estos presionaban a través de sus diplomáticos y amenazaban con el uso de la fuerza. En el caso de los inmigrantes franceses e ingleses, se trataba de inversores que se radicaban en esta zona, establecían comercio y reclamaban privilegios. En Argentina, hasta el surgimiento de Juan Manuel de Rosas, no hubo impedimento a su accionar; pero a partir del gobierno de Rosas que la aplicación de una política proteccionista y americanista, los inmigrantes que vieron disminuir sus ganancias, pidieron la intervención de las potencias europeas. Fue así que Francia entre en conflicto con Rosas y al atacar a este buscó el apoyo del gobierno uruguayo presidido por  Oribe. Como este no concedió a los franceses la posibilidad de usar el puerto de Montevideo para que la escuadra francesa atacara a Buenos Aires, los franceses apoyaron el levantamiento de Rivera contra Oribe. Rivera derrota a Oribe y este se ve obligado a renunciar marchandose a Buenos Aires, donde Rosas lo recibe como el autentico presidente de Uruguay.
            Rivera consideró la actitud de Rosas como una intromisión en los asuntos internos de Uruguay y, aliado con los unitarios antirosistas y los franceses, atacó a Rosas. Así comenzó la Guerra Grande.

            ¿QUIEN ERA JUAN MANUEL DE ROSAS?
            Juan Manuel de Rosas “el Restaurador” fue durante 20 años la personalidad dominante del Río la Plata. Su figura y actuación ha sido muy discutida  por los historiadores. Luego de su derrota y exilio en Europa, los historiadores liberales argentinos, lo consideraron un autoritario y feroz personaje; posteriormente, en el transcurso del siglo XX, los historiadores “revisionistas” han destacado su actitud nacionalista, defensora de los intereses americanos frente a la intervención europea.
            Desde muy joven se dedicó a las actividades ganaderas, revendiendo cueros primero y luego en su estancia de Los Cerrillos en la Provincia de Buenos Aires. Esta estancia fue un establecimiento modelo para la época, en ella además de criar ganado se plantaba. También tenía saladeros de carne y embarcaciones que le surtían desde la Patagonia de la sal necesaria para la salazón. Su enriquecimiento le permitió comprar más tierras y transformarse en uno de los estancieros más importantes de Buenos Aires. Además administraba las estancias de sus primos, los Anchorena.
            Con los peones y agregados de sus estancias formó una milicia propia, “los colorados del Monte”, que cuidaban sus campos de los ataques indígenas. En relación con estos, Rosas llevó a cabo una campaña para reducirlos e incorporó las tierras que habitaban. Ganó así el apoyo de los estancieros que querían eliminar a los indios y aumentó sus campos con las tierras tomadas. Pero con algunas tribus llegó a acuerdos entregándoles vacunas contra la viruela y aguardiente a cambio de tierras lo que le dio prestigio de ser uno de los pocos que podían intermediar con los indígenas. Unos tres mil de estos vivían en sus campos.
            En 1829 Rosas fue electo Gobernador por la Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires. Se le dieron facultades extraordinarias, declarándosele Restaurador de las Leyes. Argentina aún no existía como estado, cada provincia tenía su gobierno y en esos momentos se vivía una guerra permanente entre los unitarios o centralistas que querían centralizar el gobierno en la ciudad de Buenos Aires y los federales que querían la autonomía de las provincias. Esta lucha había arrancado prácticamente desde el inicio de la revolución, en mayo de 1810, y aún no se había podido resolver.
            Rosas era federal, pero la aplicación que hizo del federalismo fue muy particular. Nunca intentó que se hiciera una constitución para organizar definitivamente el gobierno. Su posición dominante en toda argentina la logró mediante pactos con los caudillos de las provincias. Estos delegaban las relaciones exteriores y la dirección de la guerra en manos de Rosas, pero se trataba sólo de una delegación de autoridad hecha por un caudillo a otro por un tiempo. Esta actitud no era aceptada por los llamados “federales doctrinarios”, que reclamaban una constitución que permitiera organizar un gobierno para toda Argentina en forma definitiva.
            Rosas persiguió a los unitarios, ordenó requisar y quemar todas las publicaciones donde se hablara mal de los federales y se aplicaron penas severas a los autores o cómplices de atentados e intentos de rebelión, así como a todos aquellos que se manifestaran a favor del unitarismo.
            Para Rosas las facultades extraordinarias eran necesarias para poder gobernar, pues sostenía que para mantener la paz y establecer el orden era necesario un gobierno fuerte. Cuando en 1832 la Sala de Representantes le quitó las facultades extraordinarias, Rosas renunció a su cargo de gobernador. Al dejar el gobierno realizó “la campaña del desierto” conquistando tierras indias, lo que aumentó su prestigio. En 1835 se le nombró nuevamente gobernador y aceptó luego que se le dieron amplios poderes por tiempo indeterminado. Entonces realizó una violenta campaña contra los unitarios, les destituyó de cargos públicos y obligó a usar la divisa color punzó, símbolo del federalismo, con la consigna: “¡Viva la Santa Federación, mueran los salvajes unitarios!”
            Todos los recursos de la propaganda fueron utilizados para rodear a Rosas de un prestigio casi sobrenatural.

            LA POLITICA ECONOMICA DE ROSAS
            Rosas puso en práctica, a través de la Ley de Aduanas de 1835, una política económica proteccionista de la producción argentina. En esa ley se ponían elevados impuestos aduaneros a todos los productos importados que competían con la producción nacional: del 35 al 50%. Reducía al 4% el impuesto las exportaciones, eliminándolo en caso de la exportación de manufacturas y lanas, para abaratar su costo y poder venderlos más fácilmente. Pero se fijo un impuesto alto, 25%, a las exportaciones de cueros, imprescindibles para la industria extranjera y cuyo proveedor casi único era el Río de la Plata. Por otro lado los productos uruguayos y chilenos podían ingresar a la Argentina sin pagar ningún impuesto.
            Esta ley se complementó con otra que prohibía exportar oro y plata. Los importadores, para pagar lo que compraban en el extranjero, debían hacerlo con productos del país, no con metal.
            Con estas disposiciones se ponía fin al liberalismo económico que se había implantado después de la revolución de mayo de 1810. El proteccionismo había sido reclamado por las provincias del interior que producían manufacturas artesanales y que se habían visto en dificultades al no poder competir con la producción extranjera, principalmente inglesa, que ingresaba barata por el puerto de Buenos Aires. Tan sólo Artigas había intentado el proteccionismo para las provincias del Litoral a través de su Reglamento Aduanero de 1815.
            Las provincias del interior también reclamaban que las ganancias obtenidas por los impuestos aduaneros (rentas aduaneras) se repartieran entre todas y que no quedaran exclusivamente para Buenos Aires. En este aspecto la postura de Rosas fue la tradicional de los gobiernos porteños: se negó a ese reparto, argumentando que Buenos Aires tenía que hacer frente a los gastos por representar a las provincias del interior y por mantener el puerto en buen estado.
            Además Rosas mantuvo el puerto de Buenos Aires como el único habilitado para el comercio con el exterior, impidiendo a los países extranjeros navegar libremente por el Paraná. El argumento era el del proteccionismo: impedir que Inglaterra o Francia ingresaran por el río hacia el interior de la Argentina y comerciaran directamente con las provincias que no tenían manufacturas propias y las importaban. Si esto pasaba, se vería burlada la Ley de Aduanas y esas provincias no le comprarían a las otras que producían manufacturas. Pero había provincias, sobretodo las del Litoral, productoras de cueros y carne, que querían comerciar directamente con el exterior evitando al puerto de Buenos Aires. Esto afectaría a Buenos Aires que perdería los ingresos por las rentas aduaneras.
            Esto último explica la oposición que a Rosas hacían algunas de las provincias del Litoral, como Corrientes y Entre Ríos, y la actitud antirosista de los ingleses y franceses.

            EL DESARROLLO DE LA GUERRA GRANDE
            Dentro de la Guerra Grande se pueden distinguir tres momentos bien diferenciados:
            1) la ofensiva contra Rosas (marzo de 1839-diciembre de 1842)
            2) el sitio de Montevideo (febrero de 1843-octubre de 1851)
            3) la ofensiva final contra Rosas y el desenlace de la guerra (noviembre de 1851-febrero de 1852).
           
            1) La ofensiva contra Rosas.- El primer periodo se caracteriza por la formación de coaliciones contra Rosas que carecieron de la necesaria unidad para poder tener éxito. El 10 de febrero de 1839 Rivera le declaró la guerra a Rosas. Poco antes había firmado un tratado con la provincia de Corrientes que apoyaba a Rivera en la guerra, y además contaban con el apoyo de los unitarios y de Francia. Las fuerzas de Rosas derrotaron a los correntinos y los federales rosistas con la participación de orientales oribistas, ingresaron a territorio oriental. Rivera los derrotó en la batalla de Cagancha (diciembre de 1939) y la guerra prosiguió en territorio argentino donde Rosas volvió a triunfar.
            El gobierno francés, al comprender que la guerra no le daba los resultados esperados, le ocasionaba gastos y comprometía su prestigio, además de ocasionarle algunos problemas con Inglaterra, decidió retirarse del conflicto abandonado a sus aliados rioplatenses.
            Entre noviembre de 1840 y setiembre de 1841, un ejército rosista comandado por Manuel Oribe, realizó exitosas operaciones en Argentina liquidando al ejército unitario dirigido por Lavalle.
            Los enemigos de Rosas lograron formar una nueva coalición formada por Uruguay, Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos. Un ejército dirigido por Rivera se enfrentó a los rosistas dirigidos por Oribe en Arroyo Grande (diciembre de 1842) y estos últimos triunfaron ampliamente.
            De esta manera terminaba en fracaso la ofensiva contra Rosas. A partir de ese momento la guerra se trasladó a territorio uruguayo. 

            2) El sitio de Montevideo.- En este periodo el acontecimiento central va a ser el sitio de Montevideo por las fuerzas comandadas por Oribe y la formación de dos gobiernos en Uruguay: el que estaba sitiando y el sitiado.
            Las fuerzas de Oribe, luego de derrotar a Rivera en Arroyo Grande, cruzaron el Río Uruguay, penetraron en territorio oriental y sin encontrar mucha resistencia, sitiaron Montevideo. No pudieron bloquear la ciudad por mar, porque lo impidió la flota inglesa. Así Montevideo quedó cercada por tierra y protegida por mar por ingleses y franceses.
            Las fuerzas sitiadoras, comandadas por Oribe estaban integradas por federales argentinos y orientales que se identificaban con la divisa blanca. Las fuerzas sitiadas estaban integradas por orientales identificados con la divisa colorada, unitarios argentinos e inmigrantes europeos que formaron sus propios batallones (como los italianos dirigidos por Giusseppe Garibaldi).
            Oribe se estableció en el Cerrito, utilizando como puerto el del Buceo. En Montevideo se mantuvo hasta terminar su mandato la presidencia de Rivera, y luego fue sustituido por Joaquín Suárez. El gobierno de Montevideo se llamó “gobierno de la Defensa”.
            En el interior Rivera reorganizó sus fuerzas pero fue derrotado en la batalla de India Muerta (27 de marzo de 1845) y pasó hacia Brasil. A partir de ese momento too el interior quedó en manos de Oribe. Rivera intentó recuperar posiciones ingresando con nuevas fuerzas al país pero fue derrotado nuevamente. Inició negociaciones con Oribe y esto provocó que el gobierno de la Defensa decretara su destierro y solicitara al gobierno de Brasil que lo apresara. A partir de ese momento el dominio de Oribe en el interior fue indiscutido.
            Mientras se mantenía el sitio a Montevideo y Uruguay tenía dos gobiernos, Francia e Inglaterra, con el pretexto de la mediación de paz, intervinieron activamente en le conflicto rioplatense. Sus objetivos eran:
            A) Pacificación del Río de la Plata, para restablecer la normalidad del comercio.
            B) Apertura de los ríos Uruguay y Paraná, especialmente este último, para el comercio internacional, lo que significaba ponerse en contacto directo con las provincias del interior argentino y con Paraguay.
            La rivalidad existente entre ambas potencias, que les impidió actuar coordinadamente, y la resistencia de Rosas, les impidió concretar sus propósitos y en 1850 se retiraron.

            3) La ofensiva final contra Rosas y el desenlace de la guerra.- En este corto período que va de mayo de 1851 a febrero de 1852 se observa:
            - el triunfo de la nueva orientación diplomática del gobierno de la Defensa buscando aliados en la región.
            - el fin del predominio de Rosas en las provincias argentinas.
            - la intervención de Brasil.
            Manuel Herrera y Obes, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Montevideo, llevó adelante gestiones para obtener la participación en la guerra de Entre Ríos y Brasil.
            Justo José de Urquiza, caudillo y gobernador de Entre Ríos, durante años había sido colaborador de Rosas. Su ambición personal de pasar a un primer plano, y los intereses de los estancieros entrerrianos, le decidieron a cambiar de posición. Gran productora de ganado, Entre Ríos estaba en condiciones de ponerse en contacto directo con el extranjero a través de los ríos, pero no podía hacerlo por la Ley de aduanas de Rosas.
            Brasil en los comienzos de la guerra fue hostil al gobierno de la Defensa por las vinculaciones que rivera tenía con los revolucionarios separatistas de Río Grande del Sur. Pero luego, al ver la influencia que Rosas estaba teniendo en la región, cambió de política. Se decidió a intervenir en el conflicto buscando una posición influyente en Uruguay. El gobierno de la Defensa envió a Río de Janeiro a Andrés Lamas para que gestionara una alianza con el emperador de Brasil. El resultado de esta gestión fueron los Tratados del 51.
            El 29 de mayo de 1851 se firmo la alianza entre el gobierno de la Defensa, Brasil y entre Ríos, comprometiendose los tres a mantener la independencia del Uruguay, hacer salir a Oribe y los federales rosistas del territorio oriental y a declarar la guerra a Rosas si este atacaba a cualquiera de los tres. Inmediatamente se produjo la pacificación en Uruguay. Oribe, sin el ejército federal que estaba en el sitio y que se adhirió a Urquiza, no podía mantener la ocupación de Montevideo. Fue así que se llegó a un acuerdo de paz entre el gobierno del Cerrito y el de la defensa, con la fórmula “ni vencidos ni vencedores”. El gobierno de Montevideo asumía el control total del país y se comprometía a convocar a elecciones para designar un nuevo gobierno.
            Así terminaba la guerra en territorio uruguayo. Pero aún quedaba resolver el conflicto con Rosas. Un poderoso ejército de entrerrianos, correntinos, orientales y brasileños se trasladó hacia Buenos Aires para enfrentar a Rosas. En Monte Caseros (3 de febrero de 1852) los rosistas fueron derrotados. Rosas renunció y se embarcó hacia Inglaterra.

            LOS TRATADOS DEL 51 Y LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
            Los Tratados del 51, firmados por el gobierno de la Defensa, representado por Andrés Lamas, y el Brasil el 12 de octubre de 1851, fueron cinco. Eran las condiciones que ponía Brasil para intervenir en apoyo del gobierno de la Defensa.
            1) El tratado de alianza establecía una alianza perpetua entre el Uruguay y Brasil. Ambos se comprometían a ayudarse en el mantenimiento de su independencia y la conservación del orden interno. De esta manera Uruguay podía quedar comprometido en una guerra de Brasil con otro país de América (hay que recordar que Brasil tenía problemas de límites con la mayoría de los países de América del Sur). Además abría las puertas a una posible intervención de Brasil en los asuntos internos del Uruguay al establecer que aquel podía intervenir en para auxiliar al gobierno legítimo.
            2) El tratado de extradición establecía el compromiso de devolver los criminales de un país que se refugiaran en el otro. El Uruguay se comprometía además a devolver a Brasil los esclavos fugados que huían de sus amos y se refugiaban en su territorio. Hay que tener en cuenta que Uruguay había abolido la esclavitud varios años antes (en 1842).
            3) El tratado de comercio y navegación establecía que el comercio de tasajo y ganado en pie quedaba exonerado de pagar impuestos. Además declaraba la libre navegación de ambos países en el río Uruguay y sus afluentes. Este acuerdo perjudicaba a los saladeros orientales, ya que los saladeros brasileños podían comprar ganado en Uruguay, llevarlo a Brasil sin pago de impuestos, faenarlo y procesarlo en Río Grande del Sur y competir con el tasajo uruguayo. El acuerdo de navegación permitía a los barcos de Brasil entrar al Río Uruguay y sus afluentes a vender su mercadería.
            4) El tratado de subsidio y reconocimiento de deuda comprometía a Brasil a entregar un préstamo a Uruguay. Este se comprometía a devolverlo con intereses y como garantía ponía los impuestos de aduana que eran los únicos ingresos importantes que tenía el estado. Además Uruguay reconocía un deuda anterior con Brasil de dudoso origen (indemnizar a propietarios brasileños establecidos en Uruguay por supuestos daños causados por las revoluciones y guerras).
            5) El tratado de límites ratificaba, en general, los límites fijados en la época de la dominación portuguesa en 1821. Así Uruguay renunciaba definitivamente al territorio de las Misiones Orientales, territorio que en la época colonial perteneció a España y que había sido ocupado por los portugueses y luego los brasileños permanecieron en él.  Pero además se le otorgaba a Brasil la navegación exclusiva del río Yaguarón y de la Laguna Merim y se le cedía media legua de territorio en la desembocadura de los ríos Cebollatí y Tacuarí, pudiendo levantar allí fortalezas.
Como resultado de la guerra, el Uruguay diminuyó su población. En 1840 la población de uruguaya se calcula que alcanzaba los 140 mil habitantes y al terminar la guerra era de unos 132 mil. Muchos inmigrantes regresaron a sus países de origen o buscaron un nuevo destino dentro de América. Por otra parte se produce el ingreso de brasileños en el norte del país. Debido a la desvalorización y descenso del precio de la tierra, los estancieros brasileños compraron tierras en la zona norte y para 1857 se calcula que poseían el 30 % del territorio. Traían sus peones del Brasil, generalmente esclavos, aunque la esclavitud en el Uruguay había sido abolida, y si tenían algún problema con las autoridades nacionales inmediatamente elevaban sus quejas al gobierno de Brasil para que interviniera presionando al gobierno uruguayo.
            También disminuyó la cantidad de ganado vacuno: al comenzar la guerra había unos 6 millones de cabezas y en 1852 habían 2 millones. Las matanzas para mantener a los ejércitos y los arreos masivos hacia Brasil provocaron esta disminución. La industria saladeril quedó en ruinas. Al comenzar la guerra había 24 saladeros y al terminar sólo quedaban 4.
            El estado quedaba fuertemente endeudado. Todos los recursos estaban hipotecados, hasta las propiedades públicas, incluyendo la Plaza Independencia, la Plaza Cagancha y el edificio del Cabildo. El gobierno, para hacer frente a los gastos más urgentes, dependía del préstamo de Brasil.
            En el aspecto político la situación no era mejor. El nuevo gobierno iba a quedar bajo la influencia de Brasil y de Urquiza. Sobretodo del primero. La influencia brasileña en el norte era enorme, tanta que el diputado paulista Silva Ferraz les señalaba a sus colegas en las Cámaras brasileñas en 1845: “Vosotros creéis que en la frontera del Yaguarón donde termina el imperio de nuestras leyes, al pasar a la otra orilla, al territorio que se dice de la República Oriental, vais a encontrar un pueblo completamente distinto del de Brasil. Es preciso que sepáis que, felizmente, no es así. Al pasar al otro lado del Yaguarón el traje, el idioma, las costumbres, la moneda, las pesas y medidas, todo señores, hasta la tierra, todo es brasileño”."
 Tomado de la WEB. Solo para uso educativo.

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