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sábado, 22 de noviembre de 2025

El Estado Uruguayo, su evolución histórica siguiendo a Antonino Palumbo y Alan Scott. Aproximación.

 

Entre capitalismo y modernidad: Palumbo, Scott y las formas del Estado
aplicadas al caso uruguayo.






Antonino Palumbo es un sociólogo y teórico político italiano especializado en teoría del Estado, sociología histórica y filosofía política contemporánea. Su trabajo se centra en las tensiones entre capitalismo, modernidad y democracia, y en cómo los modelos normativos del liberalismo, republicanismo y democracia radical moldean las instituciones estatales. Ha desarrollado una prolífica colaboración con Alan Scott, con quien publicó estudios influyentes sobre la evolución del Estado moderno, el neoliberalismo y las limitaciones estructurales de la gobernanza contemporánea. Palumbo combina una lectura crítica de Weber, Marx, Habermas y Offe con un enfoque analítico propio que busca superar dicotomías clásicas entre Estado y sociedad.

Alan Scott es un sociólogo australiano-británico reconocido por sus aportes en teoría social moderna, sociología política y análisis de instituciones públicas. Profesor en diversas universidades del Reino Unido y Australia, ha investigado temas como modernización, burocracia, Estado de bienestar y cambios en las formas de gobernanza. Su colaboración con Antonino Palumbo es una de las más destacadas en el campo de la teoría del Estado contemporáneo, donde analizan críticamente el liberalismo, el neoliberalismo y los desafíos democráticos en las sociedades capitalistas avanzadas. Scott combina una perspectiva sociológica weberiana con debates actuales sobre racionalización, legitimidad y transformación institucional.

Cuando Antonino Palumbo y Alan Scott comenzaron a revisar los grandes modelos normativos del Estado moderno, probablemente no imaginaron que sus ideas serían especialmente iluminadoras para pensar trayectorias políticas tan singulares como la uruguaya. Su propuesta teórica —ubicada entre la sociología histórica, la teoría del capitalismo y el análisis institucional— invita a releer la modernidad como un fenómeno doble: estructura y proyecto, burocracia y ciudadanía, mercado y democracia.

 

A diferencia de los esquemas rígidos que dominaban la teoría del Estado en gran parte del siglo XX, Palumbo y Scott advierten que ninguna forma estatal puede entenderse sin atender a la relación compleja entre capitalismo, democracia y modernidad (Palumbo & Scott, 2003). El Estado no es ni mero instrumento de clase —como sugería el marxismo estructuralista— ni árbitro neutral del liberalismo, ni una comunidad cívica idealizada. Es, más bien, un dispositivo histórico contingente, atravesado por presiones económicas y demandas democráticas que nunca encajan plenamente.

Los tres modelos del Estado moderno

Palumbo y Scott ordenan la tradición occidental en torno a tres grandes modelos:

  1. Liberal: Prioriza libertades negativas y el imperio de la ley. Sostiene la autonomía del mercado como condición de la prosperidad. Minimiza la desigualdad estructural.
  2. Republicano: Apela al bien común y a la virtud cívica. Piensa la libertad como no-dominación. Idealiza cierta homogeneidad comunitaria.
  3. Democrático radical: Identifica el Estado como terreno de conflicto entre clases y grupos sociales. Subraya la movilización popular como motor de democratización. Puede diluir la autonomía estatal al fusionar política y sociedad.

Uruguay, en su peculiar recorrido histórico, atravesó los tres, pero nunca de manera pura. Su Estado es un híbrido, una fórmula en permanente negociación cuyo origen puede rastrearse en la transición del siglo XIX al XX.

 

Weber, Marx, Habermas, Offe y Jessop: un diálogo necesario

La fortaleza del modelo Palumbo–Scott reside en que dialoga con varias tradiciones sin quedar atrapado en ninguna. Afirmando lo siguiente de cada una de ellas:

Max Weber aportó la noción del Estado burocrático racional-legal.

Karl Marx vio al Estado como forma política del capitalismo.

Habermas destacó la tensión entre sistema y mundo de la vida.

Claus Offe advirtió la “crisis fiscal del Estado capitalista”: el Estado debe responder simultáneamente a la lógica del capital y a la legitimidad democrática (Offe, 1984).

Bob Jessop avanzó en la idea del Estado como relación social y no como aparato fijo.

Palumbo y Scott sintetizan este debate en una tesis clara:


“el Estado moderno no puede ser entendido ni como simple instrumento económico ni como pura construcción democrática, sino como la forma institucional que hace posible —y al mismo tiempo limita— la modernidad capitalista” (Palumbo & Scott, 2003).

Si trasladamos esta lectura a Uruguay, los paralelos se vuelven evidentes.

El Estado uruguayo como laboratorio de modernidad

1. Batlle y Ordóñez: el Estado como proyecto normativo

La obra reformista de José Batlle y Ordóñez encarna de manera casi ejemplar la idea de Palumbo y Scott del Estado como proyecto normativo.
Mientras Europa debatía el alcance del sufragio y la expansión de la cuestión social, Uruguay ensayaba un Estado: interventor, proveedor de servicios públicos, redistributivo, regulador de la economía, universalista en derechos.

El batllismo —en su primera y segunda generación— creó un Estado social antes de que existiera el keynesianismo. No lo hizo contra el capitalismo, sino domesticándolo mediante empresas públicas, protección laboral y ciudadanía social. Al decir de Milton Vanger -humanizándolo- Ese equilibrio entre mercado y democracia produjo estabilidad y legitimidad, tal como anticipa la teoría Palumbo–Scott: no se trata de abolir la lógica económica, sino de contenerla dentro de un marco normativo. En palabras de Jessop, fue un caso temprano y exitoso de “Estado keynesiano nacional” (Jessop, 1990).

 

2. La posguerra: entre bienestar y restricción fiscal

El período 1945–1973 puede leerse desde Offe: allí aparece la tensión entre exigencias sociales crecientes y límite fiscal.
Uruguay expandió derechos, salarios reales y políticas sociales, pero su economía —dependiente del ciclo ovino-ganadero— comenzó a mostrar signos de agotamiento. La modernidad estructural (racionalización, burocracia, universalización) demandaba recursos que el capitalismo local no siempre podía proveer. Palumbo y Scott señalan que esta tensión entre expectativas democráticas y restricciones económicas es inherente al Estado moderno. Uruguay la vivió con intensidad: la legitimidad social del modelo batllista chocó con la incapacidad económica para sostenerlo indefinidamente.

 

3. Los años 60 y 70: crisis del Estado y búsqueda de nuevas formas

La crisis política y económica que desembocó en la dictadura de 1973 puede interpretarse como un desajuste entre las funciones del Estado:

La función económica exigía disciplina, ajuste, apertura.

La función social exigía inclusión, redistribución y participación.

La función política exigía orden pero también legitimidad democrática.

El Estado uruguayo, como dirían Palumbo y Scott, quedó atrapado entre un capitalismo en mutación y una ciudadanía que reclamaba más democracia, no menos. La respuesta autoritaria fue anticonstitucional y regresiva, pero no sorprende dentro del marco teórico: cuando las tensiones se vuelven inmanejables, algunos Estados capitalistas optan por soluciones no democráticas para restaurar condiciones de acumulación.

 

4. El ciclo neoliberal (1990–2005)

El neoliberalismo uruguayo —más moderado que sus pares latinoamericanos— redujo el papel empresarial del Estado, flexibilizó mercados, privatizó parcialmente y buscó disciplina macroeconómica. Es el tipo de Estado que Palumbo y Scott describen como “neoliberal regulatorio, caracterizado por: la transferencia de poder a organismos técnicos, con énfasis en eficiencia, la gobernanza en red, menor protagonismo redistributivo.

Uruguay adoptó esta agenda con matices, pero los efectos fueron claros: tecnocratización, tensiones sociales, aumento del endeudamiento y vulnerabilidad sistémica, que salen a la luz en la crisis de 2002.

Aquí Offe vuelve a ser útil: todo intento de resolver la crisis fiscal mediante reformas de mercado tiende a generar nuevas tensiones democráticas (Offe, 1984).

 

5. Los gobiernos progresistas (2005–2020): un nuevo equilibrio

Entre 2005 y 2020 Uruguay ensayó un nuevo pacto entre capitalismo y democracia:

crecimiento sostenido con inversión pública, reducción de la pobreza, reformas sociales profundas, y políticas laborales fuertes. Desde Palumbo y Scott, podríamos decir que fue un intento exitoso de recomponer el equilibrio entre eficiencia económica y legitimidad democrática, sin abandonar el capitalismo ni el Estado fuerte. El progresismo uruguayo también mostró la vigencia del proyecto moderno: ciudadanía ampliada, derechos nuevos, reforma estatal, políticas sociales. Pero también enfrentó tensiones propias de la globalización: dependencia de mercados externos, presión fiscal, debates por la sostenibilidad del gasto y la autonomía de la política económica.

El aporte Palumbo–Scott para leer el presente

En un contexto global marcado por desigualdad, crisis de representación y tensiones entre liberales, republicanos y populistas, la mirada de Palumbo y Scott adquiere nueva relevancia.
Su mensaje es claro:

“el Estado moderno es la forma política que intenta (y solo a veces logra) conciliar capitalismo y democracia”.

Uruguay, con su larga tradición institucional y su vocación de experimentación reformista, es un caso excepcional para examinar este dilema. Un país donde el Estado fue, desde temprano, actor central del desarrollo, guardián de la igualdad republicana y mediador de conflictos sociales. Pero también un país vulnerable a los ciclos del capitalismo global, obligado una y otra vez a renegociar su propio pacto modernizador.

En la historia política uruguaya se pueden rastrear todas las figuras de Estado que describe Palumbo y Scott:

  • Estado liberal oligárquico (siglo XIX)
  • Estado social y republicano (Batlle y el ciclo reformista)
  • Estado desarrollista tensionado (posguerra)
  • Estado en crisis y deriva autoritaria (1968–1973)
  • Estado neoliberal moderado (1990–2005)
  • Estado socialdemócrata ampliado (2005–2020)

La teoría social moderna no busca ofrecer recetas, sino herramientas. En ese sentido, Palumbo y Scott nos permiten observar el Estado uruguayo no como un artefacto estático sino como un equilibrio inestable, una negociación permanente entre capitalismo, ciudadanía y modernidad.

 

Bibliografía (APA)

 

Habermas, J. (1987). Teoría de la acción comunicativa. Taurus.

Jessop, B. (1990). State Theory: Putting the Capitalist State in Its Place. Polity Press.

Offe, C. (1984). Contradictions of the Welfare State. MIT Press.

Palumbo, A., & Scott, A. (2003). Liberalism, Neoliberalism and the State: Dialogue and Contestation. Routledge.

Weber, M. (1978). Economía y sociedad. Fondo de Cultura Económica.

 

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