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lunes, 20 de septiembre de 2010

Patria, justicia y razón.

Austeridad Republicana.
Aproximación a la Figura de Joaquín Suárez.




“Nada me importa el lugar que ocupo, sino en cuanto pueda ser útil a mi país. Como empleo lo desprecio, desde que me ponga en la alternativa de sujetarme a las pasiones de los hombres…
Pertenezco a mi patria, a la justicia y a la razón, estos han sido mis principios a que he de ser consecuente.”





Don Joaquín Suárez nació en la Villa de Canelones el 18 de agosto de 1781. Su padre don Bernardo Suárez del Rondelo, fue un hacendado acaudalado, respetado por su honradez, desprendido y aseguran las crónicas que su simpatía era acompañada por una gran benevolencia. Era un patriota, amante del país al cual brindaba todos su bienes y en el giraba todo su accionar. De origen español, fue traído por sus padres aun muy joven a estas tierras. Era hijo de don Alonso Suarez del Rondelo y de doña Antonia López Aviles, habiendo nacido al promediar el siglo sin poderse precisar fecha[1]
En una celebración bautismal en 1779 conoce a María Fernández, se enamora y el 7 de abril de 1780 se casa en la Villa de Guadalupe (Canelones) La villa crece y se determina que se elabore  el padrón y se realice el delineado de la misma designando sus autoridades. Realizado el primer Cabildo de 1782, Bernardo Suárez asume el cargo de Alguacil Mayor.[2]
El 18 de agosto de 1781 nace el único hijo del matrimonio:

“En 21 de agosto de 1781 yo Dn, Juan Miguel Berroeta, Capellán del Regimiento Fijo de Buenos Aires, con licencia del Rev. Padre Fray Estevan Peralta, Tte. Cura de esta Iglesia Ntra. Sra. De Guadalupe del Canelón, bauticé solemnemente y puse los Santos Óleos a un niño que nació el día 18 de este mismo mes a quién puse por nombre Joaquín Luis Miguel, hijo legítimo de Don Bernardo Suárez, natural del Principado de Asturias y de Doña María Fernandez, natural de Montevideo(…)a quienes advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones de que doy fe. Juan Miguel de Berroeta. Fray Estevan Poncel.Tte. Cura”[3]

Era, entonces, un ambiente ideal para el desarrollo de la personalidad de Joaquín que se va a caracterizar, de mayor, con una gran salud, honrado, recto, generoso y con una voluntad firme y decidida. Va a servir toda su vida a los valores morales y virtuosos generados en su hogar paterno. En su juventud hizo de todo, arriero, tropero, acopiador de frutos, carrero. Trabajo duramente el campo, y vendía el trigo y el maíz que cosechaba.[4] Se casa a mediados de 1806 en la Villa de Guadalupe con Josefa Alamo con la cual va  tener 8 hijos, dos de los cuales mueren siendo niños. En ese periodo se producen las Invasiones Inglesas cuyas consecuencias van a marcar la etapa final del dominio español en el Río de la Plata.
 En forma casi simultánea al nacimiento de Joaquín Suárez España autorizó restringidamente el comercio puntual con otros países: introducción libre de esclavos y material agrícola, estas concesiones motivaron a los criollos y en especial a los comerciantes portuarios en sus luchas por mayores libertades económicas y políticas.
En 1809 el último virrey español del Río de la Plata abrió el territorio que gobernaba al comercio inglés. La expansión posterior de éste en la América del Sur española seguiría sobre todo la suerte de las armas revolucionarias; aunque quienes administraban las zonas realistas terminarían por manifestarse dispuestos a abrirlas a título excepcional al comercio directo con Gran Bretaña, la actividad de los corsarios patriotas lo hacía poco atractivo .En 1810, ante las noticias de la liberación mercantil y del estallido de la revolución en Buenos Aires, muchos comerciantes-aventureros salieron de Londres esperando vender productos ingleses en Suramérica; cuando llegaron a Buenos Aires no sólo se encontraron con que eran demasiados, sino que tuvieron que sufrir la inesperada competencia de los envíos de los comerciantes británicos instalados en Río de Janeiro. El resultado fue que terminaron vendiendo a pérdida y con ello aceleraron la victoria de los productos ultramarinos sobre los que tradicionalmente habían surtido el mercado de Buenos Aires desde zonas tan alejadas como los contrafuertes andinos o el Alto y el Bajo Perú. Otra consecuencia fue la expansión del mercado de consumo existente al incorporarse a él niveles sociales que antes sólo de forma muy limitada habían sido consumidores. La apertura del comercio latinoamericano al mundo exterior y la llegada de gran número de ingleses también constituyeron un severo golpe a las viejas prácticas comerciales que al menos en la América española se habían basado en una rígida jerarquía.[5]
 Esto va a dar forma a una rivalidad entre Montevideo y Buenos Aires que tenía como telón de fondo controlar el comercio regional. Montevideo se presentaba como la única solución posible para las provincias de escaparse del monopolio bonaerense.[6] Luego de los episodios de 1808 y los sucesos que ocurren en Buenos Aires en 1809, se refugian en Montevideo los peninsulares vencidos y que eran acaudillados por Martín de Álzaga. Mientras el pueblo español luchaba por resistir a José I en defensa de Fernando VII de Borbon y su Independencia nacional, Napoleón liberado de su guerra con Austria, aplicaba sus esfuerzos para someter a España. Desde 1808 la lucha era sin cuartel. Madrid capitula a fines de ese año. Casi doce meses después, en noviembre de 1809, José I  derrotaba a los ejércitos españoles en Ocaña. El 31 de enero de 1810 cae Sevilla, de donde se escapa la Junta Central del Reino, se disuelve y forma un Consejo de Regencia. La situación en América era similar y el juntismo era una formula conocida  y que la aplicaban tanto revolucionarios como contrarrevolucionarios, como ocurrió el 21 de setiembre de 1808 en Montevideo.[7] En ese proceso se encuentra la crisis del 1 de enero de 1809  que hicimos referencia. Entonces comienza a desarrollarse desde Buenos Aires la acción de estos precursores de la Independencia, y Joaquín fue uno de los primeros adherentes. “(…) en 1809 acordamos trabajar por la independencia para  cuyo fin teníamos de agente en Buenos Aires a Don Francisco Javier de Viana y en esta capital a Don Mateo Gallegos(…) Yo, como los tres primeros andábamos en campaña forjando opinión marchando acordes y con conocimiento de lo que diariamente sucedía en Buenos Aires. Hasta que un día hallándome en el arroyo de la Virgen, recibí un chasque de Don Mateo Gallegos para que inmediatamente reuniese a los demás compañeros y me retirase con ellos, en virtud de aviso que había tenido el Gobernante Elío de nuestra conspiración, quién ordenó a Don Joaquín de Navia saliese con una partida en nuestra persecución; inmediatamente participe a mis compañeros, que se hallaban en diferentes puntos, reunidos nos retiramos al pintado, donde estuvimos días, sabiendo que Navia con su partida se retiraba sobre la capital, y de cuyos movimientos teníamos conocimientos por horas. Comprendiendo que nada podíamos hacer sin un hombre de armas, que reuniese masas, nos retiramos a nuestras casas a ocuparnos de nuestros intereses.”[8]

La estancia de Suárez en las cercanías del Arroyo de la Virgen se convirtió en el centro de reunión y propaganda del sentimiento americanista en nuestra campaña.
Por paradojas de la historia, un francés, Santiago de Liniers era el Virrey del Río de la Plata, en tanto que en la Gobernación de Montevideo se encontraba un ferviente nacionalista español, Francisco Javier de Elío. Elío fue designado para el cargo por el Virrey, aspecto que escapa a los derechos de Montevideo que establecían que esa autoridad debía ser designada desde España. El  levantamiento de de Martin de Alzaga para destituir a Liniers culminó con su prisión y los demás conjurados enviados a Patagones, pero Elío los rescata y los traslada a Montevideo.
Las reuniones en la Estancia de Suarez llega a oídos de Elío y despachó desde Montevideo una formación de caballería al mando  de Joaquín de Navia para que sorprendiera a Suarez y a todos los intrigantes, lo tomara prisionero y buscara entre sus papeles documentos que los vinculara con los sucesos de Buenos Aires.
Suarez había sido advertido de la acción en su contra y quemó toda la documentación que pudiera comprometerlo, por lo tanto al no encontrarse ninguna prueba en su contra fue dejado en libertad, volviendo a su estancia y a su patriótica tarea.
Los primeros meses de 1810 fueron más tranquilos que los ocurridos a fines del año anterior. Pero en el mes de marzo llegan a Buenos Aires los informes sobre la violenta represión paceña por parte del general Goyeneche. Los patriotas fueron ejecutados y generaron un reacción antipeninsular, era el inició del comienzo del fin del “yugo español”[9] Luego de la caída de Sevilla en poder de los franceses la inquietud crece y comienza la lógica revolucionaria. La interpretación del proceso rioplatense debe apreciarse desde varios ángulos, las circunstancias en que la semilla revolucionaria germina entre la tiranía y la corrupción. En realidad la revolución nace de una semilla lanzada por los hombres que quieren cambiar una situación insostenible.[10]
La Revolución plantea nuevos ámbitos a viejos problemas, pero es claro que en los estudios actuales la Revolución Oriental en su afán nacionalista hace perder que forma parte del proceso revolucionario del Río de la Plata.

Luego de la Revolución de Mayo, la  principal preocupación de Buenos Aires fue lograr el acatamiento de Montevideo, puerto rival. El 1 de junio de 1810 se produce en Montevideo un Cabildo Abierto participando los principales miembros de la sociedad y el representante de Buenos Aires. Se decide, luego de una tormentosa discusión acatar la autoridad de Buenos Aires. En forma paralela dos hechos van a marcar el destino de los acontecimientos: el comandante general de Marian del Apostadero Naval, José María Salazar comienza a realizar una tarea muy fuerte en defensa de los intereses españoles, y la llegada de un barco con informaciones de que las tropas españolas estaban defendiendo con acierto la invasión francesa, obliga a realizar un nuevo Cabildo Abierto. En esta circunstancia se revoca la resuelto en el día anterior y se decide acatar al Consejo de Regencia y acatar a la Junta de Buenos Aires siempre y cuando esta también acate al Consejo de Regencia. El 12 de enero de 1811 llega Elío de España con el título de Virrey y se instala en Montevideo. Su primera medida fue iniciar una predica antirrevolucionaria, fundando la Gaceta de Montevideo.  Levantada en armas la campaña oriental, Suárez se encuentra revistando en las tropas orientales, al mando del entonces coronel don José Artigas. En los días 25 y 26 de abril de 1811 combatió en las primeras escaramuzas en San José y el 18 de mayo siguiente se distinguió con el grado de capitán y al mando de una compañía en la Batalla de las Piedras. La importancia de esta batalla fue que deja abierto el camino a Montevideo, plaza que se va a asediar. Establecido el asedio se nombra a Suárez comandante militar de Canelones y allí se mantuvo hasta que en virtud del pacto realizado por el Gobierno de Buenos Aires con Elío, se levantó el primer sitio en el mes de octubre.
 Suárez acompaña a Artigas en su retirada a la costa del Río Uruguay, vadeándolo y estableciéndose en el Ayuí con la numerosa población civil que lo acompañaba.
En junio de 1812 llegó al Uruguay el ejército de Buenos Aires al mando de Manuel de Sarratea. Se producen las primeras desavenencias con Artigas, y paralelamente el coronel Rondeau se adelanta a las vanguardias de Sarratea y comienza el segundo sitio de Montevideo en Octubre. En diciembre gana la batalla del Cerrito. Artigas acampa con 4000 hombres en Santa Lucía. Sarratea es depuesto y Artigas se incorpora a las fuerzas sitiadoras, tomando responsabilidad del ala izquierda del asedio el 25 de febrero de 1813. Como consecuencia de haberse negado el Director Posadas a reconocer la validez del los sentimientos revolucionarios orientales, los pueblos de la Provincia Oriental el 19 de noviembre de 1813 nombraron una junta de gobierno propio y tres diputados para que los representasen en la Asamblea General. Artigas se juzgó desligado de toda obediencia al directorio y en la noche del 20 de enero de 1814 levantó campamento y se retiró del asedio.
Suarez era partidario de la autonomía de la Provincia y participaba del enojo de Artigas, pero no creía patriótico ni lícito abandonar de esa forma el puesto de batalla frente al enemigo común, en consecuencia se negó a  seguir a su jefe y amigo y continuó luchando en el ejército sitiador.
Nombrado por el general Alvear comandante de la Colonia, se encontraba allí cuando llegó el general con las tropas destinadas a abrir operaciones contra Artigas.
Joaquín Suárez no quería tomar parte en una guerra civil, y declara que había empuñado las armas para defender la causa de la libertad, no quería hacerlo en una guerra entre hermanos. En consecuencia solicitó su retiro, poniendo término a su carrera militar.








[1] Luis E. Azarola Gil”Crónicas y linajes de la Gobernación del Plata” Buenos Aires 1927
[2] Celia Suarez de Pérez Gomar: Biografía de don Joaquín Suárez. Buenos Aires 1941
[3] Libro 1, folio 49Iglesia Parroquial de Canelones, archivo.
[4] Raúl Montero Bustamante:”Breve biografía de don Joaquín Suarez” Montevideo, 1955
[5] Leslie Bethell, Ed.Historia de America Latina.Tomo 4 Cambridge University Press/Critica.Barcelona 1992
[6] Lincoln R. Maitegui Casas: Orientales 1 de los orígenes a 1865. Planeta, Montevideo,2005. Pp.33 y Ss.
[7] Carlos Alberto Floria/César A. García Belsunce: “Historia de los Argentinos” Larousse. Buenos Aires 2004.Pp.290 y Ss.
[8] MHN Tomo 299 Autobiografía de Joaquín Suarez Folios 1 al 6.
[9] Francisco Segui. “Los últimos cuatro años de la dominación española en el Río de la Plata. Buenos Aires 1874. Pp.146 y Ss.
[10] Brinton, Crane,Anatomía de la Revolución.Aguilar. Madrid, 1958. Pp.112 y 113.

La enseñanza de la historia y las nuevas tecnologías

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educahistoria - Discurso de Charles de Gaulle "Llamamiento del 18 de Junio" (1940)

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domingo, 19 de septiembre de 2010

Decreto del Gral. Lorenzo Batlle con motivo de la muerte de Joaquín Suárez.

Joaquín Suárez vivió 17 años más luego de culminada la Guerra Grande. Fallece el 26 de diciembre de 1868 en su casa del Arroyo Seco. No murió de enfermedad alguna muriendo sereno y con, creo, la conciencia muy tranquila de una vida vivida con austeridad republicana siempre al servicio de la Patria. Si vida tiene que servirnos de ejemplo en una época en que la moral y los paradigmas van por otros caminos.
Ese mismo día el gobierno presidido por el General Lorenzo Batlle, que había sido compañero y subordinado en distintas luchas anteriores durante el sitio de Montevideo, dicta el siguiente decreto:
"Ministerio de Gobierno
                                                                  Montevideo, Diciembre 26 de 1868.


                                                  DECRETO

 Honrar la memoria de los varones preclaros que dieron lustre y dignificación por sus virtudes a la patria que los vio nacer, es un deber del Gobierno para ante los contemporáneos y la posteridad.
El nombre del Ciudadano don Joaquín Suárez se halla entrelazado, hacen sesenta años, en todas las glorias y reveses de la patria, mereciendo siempre el respeto de todos por su abnegación y pureza de intenciones.
Cupo a sus eminentes virtudes el envidiable honor de presidir por nueve años la heroica epopeya de la Defensa de Montevideo, que salvó lo República de la dominación extranjera y del sangriento azote del déspota argentino.
Su exaltado patriotismo, el sublime y modesto desprendimiento con que donó en los conflictos de al patria la mejor parte de la cuantiosa fortuna que heredara de sus mayores, y su civismo, le conquistaron el amor y la veneración de todos los buenos, que le discernían en sus corazones el título de Benemérito entre los Beneméritos.
El Presidente de la República, interpretando los sentimientos de la Nación al honrar sus restos venerado, en Consejo de Ministros  acuerda y decreta:

Artículo 1- Los restos mortales del ilustre ciudadano don Joaquín Suárez serán sepultados en  la Iglesia Matriz, el día 28 del corriente a las 9 de la mañana, depositándolos provisoriamente en el panteón del Brigadier General Fructuoso Rivera.

Artículo 2- Se harán a dicho finado los honores que la ordenanza prescribe para el más alto grado militar, expidiéndose por el Ministerio de la Guerra, al efecto, las órdenes convenientes.

Artículo 3- Los empleados de la Nación llevaran luto oficial por ocho días.

Artículo 4- Se dirigirá carta de pésame a la señora viuda y familia del fiando Suárez, con inclusión en copia autorizada del presente Decreto.

Artículo 5- Comuníquese, publíquese y dése al registro competente-BATLLE- Antonio Rodriguez Caballero.- Daniel Zorrilla.- José Gregorio Suárez."

Este decreto por su fundamentación y reconocimiento, es tomado como punto de partida por los investigadores históricos para el estudio de su figura. Además marca el posicionamiento de la figura de Joaquín Suárez dentro del panteón de héroes nacionales. Sin embargo, lenta y paulatinamente, su ejemplo de austeridad, honradez y servicio a la patria en forma incondicional ha caído lamentablemente en el olvido.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Editorial de La Nación de Buenos Aires en homenaje a Joaquín Suárez. 18 de agosto de 1881.

"El Centenario de un gran patriota
1781 - 18 de agosto - 1881

Hoy cumple un siglo que nació en la entonces colonia de España y hoy República del Uruguay, un gran patriota y un hombre de bien, que se ha hecho acreedor a la veneración de la posteridad por sus servicios y sus virtudes cívicas, vinculando su nombre a una época memorable y dándole su significado moral. Hoy es el centenario de don Joaquín Suárez, Presidente de La Nueva Troya del Plata, que como magistrado civil, estuvo al frente de su heroica resistencia desde el priemr al último día, hasta hacer triunfar la causa de la libertad contra la tiranía, que representó con abnegación y fortlaeza.
Su patria va a celebrar este aniversario honrándole como a uno de los padres de su nacionalidad y como uno de sus mejores hijos.
Su estatua votada por la gratitud pública, será la primera que se levante en la tierra a que consagró su vida y sus afanes, y para gloria de ella y de él, esa estatua será la de un hombre civil, que representó siempre el derecho, la justicia y la libertad, y que siendo en todos los tiempos un gran patriota, fue grande en toda la extensión de la palabra, un gran hombre de bien.
Pero el nombre de don Joaquín Suárez, no es una gloria puramente local, que tenga por límites insalvables las fronteras del suelo en que nació; es un hombre que merece y debe ser honrado en ambas márgenes del Plata y a lo largo de sus ríos superiores, por que el simboliza el triunfo de los  principios en todos los pueblos que bañan sus grandes aguas, teatro donde se dilataron las grandes ideas de uan generación y una época, de que Suárez fue vehículo consciente.
Don Joaquín Suárez, como Presidente de la República Oriental del Uruguay, encerrado en una estrecha península dentro de lso muros de Montevideo, levantó en aquél recinto sagrado, la última bandera de la causa de la libertad de los pueblos del Plata que flameara aún en medio de desgraciados combates, sostenida a la vez por argentinos y orientales.
Sin él, sin el principio de nacionalidad y de legalidad que representaba, y su consagración a la causa de la libertad en el Plata, la defensa de Montevideo habría sido imposible; él le dio cohesión, le dio nervio, le dio un núcleo indisoluble y le imprimió el sello de su carácter modestamente austero y templado por la fibra del patriotismo, aunando todos los elementos heterogéneos que concurrieron a la resistencia y al triufo definitivo contra la tiranía de Rosas.
De allí, de aquellos muros donde se encerraba un principio virilmente mantenido por un magistrado civil que presidía la guerra en nombre del derecho, resurgieron los levantamientos de Entre Ríos y Corrientes contra Rosas de allí surgió la alianza del Brasil que precipitó la caída del tirano; de allí vino Caseros, y de allí en fin, viene la situación que han alcanzado las Repúblicas del Plata, combatiendo y trabajando para labrarse su destino.
En cuanto a Joaquín Suárez, héroe modesto y sin ostentación en estos largos y fecundos trabajos, se retiró del gran escenario para acabar sus días en la obscuridad y la pobreza, amado y respetado por todos, con la conciencia de haber cumplido con su deber como hombre, como ciudadadano y como gobernante, después de haber entregado a la causa pública una gran fortuna.
He allí al hombre cuya memoria va a honrar ante la posteridad agradecida la República del Uruguay, en el día de su Centenario, y a cuya conmemoración deben concurrir igualmente argentinos y orientales, miembros en el pasado de una misma familia, y campeones de uan misma causa bajo la presidencia histórica de Joaquín Suárez.
Asociándonos por nuestra parte a las festividades del centenario que su aptria le ha decretado, insertamos en nuestras columnas el principio de un notable trabajo, escrito especialmente para nuestro diario por un compatriota suyo, que fue también uno de sus compañeros de trabajo en el glorioso sitio de Montevideo cuyos inmortales recuerdos evoca, a la vez de trazar a grandes rasgos su noble figura, dentro del cuadro historico en que su nombre ha sido inscripto como un lema sintetico y que leeran los venideros en cada una de las páginas conmemorativas de la Nueva Troya.
¡ Gloria por siempre a los grandes hombres de bien que com Joaquín Suárez, legan a la posteridad, con la herencia de sus beneficios, sin pedir el premio en vida, el ejemplo de sus virtudes y llegan a merecer la gratitud de los buenos en los tiempos! "

Joaquín Suárez no fue, quizás, la personalidad más cautivante de nuestra Historia pero por sus virtudes , sus talentos políticos y militares y su austeridad republicana debe ser un punto de referencia permanente.
Ver:
González Albistur, Dr. J.Joaquín Suárez. El Gran Ciudadano. Pp. 273 y Ss.
La Nación. El Centenario de un gran patriota. Editorial. 18 de agosto de 1881.