Austeridad Republicana.
Aproximación a la Figura de Joaquín Suárez.
“Nada me importa el lugar que ocupo, sino en cuanto pueda ser útil a mi país. Como empleo lo desprecio, desde que me ponga en la alternativa de sujetarme a las pasiones de los hombres…
Pertenezco a mi patria, a la justicia y a la razón, estos han sido mis principios a que he de ser consecuente.”
Don Joaquín Suárez nació en la Villa de Canelones el 18 de agosto de 1781. Su padre don Bernardo Suárez del Rondelo, fue un hacendado acaudalado, respetado por su honradez, desprendido y aseguran las crónicas que su simpatía era acompañada por una gran benevolencia. Era un patriota, amante del país al cual brindaba todos su bienes y en el giraba todo su accionar. De origen español, fue traído por sus padres aun muy joven a estas tierras. Era hijo de don Alonso Suarez del Rondelo y de doña Antonia López Aviles, habiendo nacido al promediar el siglo sin poderse precisar fecha[1]
En una celebración bautismal en 1779 conoce a María Fernández, se enamora y el 7 de abril de 1780 se casa en la Villa de Guadalupe (Canelones) La villa crece y se determina que se elabore el padrón y se realice el delineado de la misma designando sus autoridades. Realizado el primer Cabildo de 1782, Bernardo Suárez asume el cargo de Alguacil Mayor.[2]
El 18 de agosto de 1781 nace el único hijo del matrimonio:
“En 21 de agosto de 1781 yo Dn, Juan Miguel Berroeta, Capellán del Regimiento Fijo de Buenos Aires, con licencia del Rev. Padre Fray Estevan Peralta, Tte. Cura de esta Iglesia Ntra. Sra. De Guadalupe del Canelón, bauticé solemnemente y puse los Santos Óleos a un niño que nació el día 18 de este mismo mes a quién puse por nombre Joaquín Luis Miguel, hijo legítimo de Don Bernardo Suárez, natural del Principado de Asturias y de Doña María Fernandez, natural de Montevideo(…)a quienes advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones de que doy fe. Juan Miguel de Berroeta. Fray Estevan Poncel.Tte. Cura”[3]
Era, entonces, un ambiente ideal para el desarrollo de la personalidad de Joaquín que se va a caracterizar, de mayor, con una gran salud, honrado, recto, generoso y con una voluntad firme y decidida. Va a servir toda su vida a los valores morales y virtuosos generados en su hogar paterno. En su juventud hizo de todo, arriero, tropero, acopiador de frutos, carrero. Trabajo duramente el campo, y vendía el trigo y el maíz que cosechaba.[4] Se casa a mediados de 1806 en la Villa de Guadalupe con Josefa Alamo con la cual va tener 8 hijos, dos de los cuales mueren siendo niños. En ese periodo se producen las Invasiones Inglesas cuyas consecuencias van a marcar la etapa final del dominio español en el Río de la Plata.
En forma casi simultánea al nacimiento de Joaquín Suárez España autorizó restringidamente el comercio puntual con otros países: introducción libre de esclavos y material agrícola, estas concesiones motivaron a los criollos y en especial a los comerciantes portuarios en sus luchas por mayores libertades económicas y políticas.
En 1809 el último virrey español del Río de la Plata abrió el territorio que gobernaba al comercio inglés. La expansión posterior de éste en la América del Sur española seguiría sobre todo la suerte de las armas revolucionarias; aunque quienes administraban las zonas realistas terminarían por manifestarse dispuestos a abrirlas a título excepcional al comercio directo con Gran Bretaña, la actividad de los corsarios patriotas lo hacía poco atractivo .En 1810, ante las noticias de la liberación mercantil y del estallido de la revolución en Buenos Aires, muchos comerciantes-aventureros salieron de Londres esperando vender productos ingleses en Suramérica; cuando llegaron a Buenos Aires no sólo se encontraron con que eran demasiados, sino que tuvieron que sufrir la inesperada competencia de los envíos de los comerciantes británicos instalados en Río de Janeiro. El resultado fue que terminaron vendiendo a pérdida y con ello aceleraron la victoria de los productos ultramarinos sobre los que tradicionalmente habían surtido el mercado de Buenos Aires desde zonas tan alejadas como los contrafuertes andinos o el Alto y el Bajo Perú. Otra consecuencia fue la expansión del mercado de consumo existente al incorporarse a él niveles sociales que antes sólo de forma muy limitada habían sido consumidores. La apertura del comercio latinoamericano al mundo exterior y la llegada de gran número de ingleses también constituyeron un severo golpe a las viejas prácticas comerciales que al menos en la América española se habían basado en una rígida jerarquía.[5]
Esto va a dar forma a una rivalidad entre Montevideo y Buenos Aires que tenía como telón de fondo controlar el comercio regional. Montevideo se presentaba como la única solución posible para las provincias de escaparse del monopolio bonaerense.[6] Luego de los episodios de 1808 y los sucesos que ocurren en Buenos Aires en 1809, se refugian en Montevideo los peninsulares vencidos y que eran acaudillados por Martín de Álzaga. Mientras el pueblo español luchaba por resistir a José I en defensa de Fernando VII de Borbon y su Independencia nacional, Napoleón liberado de su guerra con Austria, aplicaba sus esfuerzos para someter a España. Desde 1808 la lucha era sin cuartel. Madrid capitula a fines de ese año. Casi doce meses después, en noviembre de 1809, José I derrotaba a los ejércitos españoles en Ocaña. El 31 de enero de 1810 cae Sevilla, de donde se escapa la Junta Central del Reino, se disuelve y forma un Consejo de Regencia. La situación en América era similar y el juntismo era una formula conocida y que la aplicaban tanto revolucionarios como contrarrevolucionarios, como ocurrió el 21 de setiembre de 1808 en Montevideo.[7] En ese proceso se encuentra la crisis del 1 de enero de 1809 que hicimos referencia. Entonces comienza a desarrollarse desde Buenos Aires la acción de estos precursores de la Independencia, y Joaquín fue uno de los primeros adherentes. “(…) en 1809 acordamos trabajar por la independencia para cuyo fin teníamos de agente en Buenos Aires a Don Francisco Javier de Viana y en esta capital a Don Mateo Gallegos(…) Yo, como los tres primeros andábamos en campaña forjando opinión marchando acordes y con conocimiento de lo que diariamente sucedía en Buenos Aires. Hasta que un día hallándome en el arroyo de la Virgen, recibí un chasque de Don Mateo Gallegos para que inmediatamente reuniese a los demás compañeros y me retirase con ellos, en virtud de aviso que había tenido el Gobernante Elío de nuestra conspiración, quién ordenó a Don Joaquín de Navia saliese con una partida en nuestra persecución; inmediatamente participe a mis compañeros, que se hallaban en diferentes puntos, reunidos nos retiramos al pintado, donde estuvimos días, sabiendo que Navia con su partida se retiraba sobre la capital, y de cuyos movimientos teníamos conocimientos por horas. Comprendiendo que nada podíamos hacer sin un hombre de armas, que reuniese masas, nos retiramos a nuestras casas a ocuparnos de nuestros intereses.”[8]
La estancia de Suárez en las cercanías del Arroyo de la Virgen se convirtió en el centro de reunión y propaganda del sentimiento americanista en nuestra campaña.
Por paradojas de la historia, un francés, Santiago de Liniers era el Virrey del Río de la Plata, en tanto que en la Gobernación de Montevideo se encontraba un ferviente nacionalista español, Francisco Javier de Elío. Elío fue designado para el cargo por el Virrey, aspecto que escapa a los derechos de Montevideo que establecían que esa autoridad debía ser designada desde España. El levantamiento de de Martin de Alzaga para destituir a Liniers culminó con su prisión y los demás conjurados enviados a Patagones, pero Elío los rescata y los traslada a Montevideo.
Las reuniones en la Estancia de Suarez llega a oídos de Elío y despachó desde Montevideo una formación de caballería al mando de Joaquín de Navia para que sorprendiera a Suarez y a todos los intrigantes, lo tomara prisionero y buscara entre sus papeles documentos que los vinculara con los sucesos de Buenos Aires.
Suarez había sido advertido de la acción en su contra y quemó toda la documentación que pudiera comprometerlo, por lo tanto al no encontrarse ninguna prueba en su contra fue dejado en libertad, volviendo a su estancia y a su patriótica tarea.
Los primeros meses de 1810 fueron más tranquilos que los ocurridos a fines del año anterior. Pero en el mes de marzo llegan a Buenos Aires los informes sobre la violenta represión paceña por parte del general Goyeneche. Los patriotas fueron ejecutados y generaron un reacción antipeninsular, era el inició del comienzo del fin del “yugo español”[9] Luego de la caída de Sevilla en poder de los franceses la inquietud crece y comienza la lógica revolucionaria. La interpretación del proceso rioplatense debe apreciarse desde varios ángulos, las circunstancias en que la semilla revolucionaria germina entre la tiranía y la corrupción. En realidad la revolución nace de una semilla lanzada por los hombres que quieren cambiar una situación insostenible.[10]
La Revolución plantea nuevos ámbitos a viejos problemas, pero es claro que en los estudios actuales la Revolución Oriental en su afán nacionalista hace perder que forma parte del proceso revolucionario del Río de la Plata.
Luego de la Revolución de Mayo, la principal preocupación de Buenos Aires fue lograr el acatamiento de Montevideo, puerto rival. El 1 de junio de 1810 se produce en Montevideo un Cabildo Abierto participando los principales miembros de la sociedad y el representante de Buenos Aires. Se decide, luego de una tormentosa discusión acatar la autoridad de Buenos Aires. En forma paralela dos hechos van a marcar el destino de los acontecimientos: el comandante general de Marian del Apostadero Naval, José María Salazar comienza a realizar una tarea muy fuerte en defensa de los intereses españoles, y la llegada de un barco con informaciones de que las tropas españolas estaban defendiendo con acierto la invasión francesa, obliga a realizar un nuevo Cabildo Abierto. En esta circunstancia se revoca la resuelto en el día anterior y se decide acatar al Consejo de Regencia y acatar a la Junta de Buenos Aires siempre y cuando esta también acate al Consejo de Regencia. El 12 de enero de 1811 llega Elío de España con el título de Virrey y se instala en Montevideo. Su primera medida fue iniciar una predica antirrevolucionaria, fundando la Gaceta de Montevideo. Levantada en armas la campaña oriental, Suárez se encuentra revistando en las tropas orientales, al mando del entonces coronel don José Artigas. En los días 25 y 26 de abril de 1811 combatió en las primeras escaramuzas en San José y el 18 de mayo siguiente se distinguió con el grado de capitán y al mando de una compañía en la Batalla de las Piedras. La importancia de esta batalla fue que deja abierto el camino a Montevideo, plaza que se va a asediar. Establecido el asedio se nombra a Suárez comandante militar de Canelones y allí se mantuvo hasta que en virtud del pacto realizado por el Gobierno de Buenos Aires con Elío, se levantó el primer sitio en el mes de octubre.
Suárez acompaña a Artigas en su retirada a la costa del Río Uruguay, vadeándolo y estableciéndose en el Ayuí con la numerosa población civil que lo acompañaba.
En junio de 1812 llegó al Uruguay el ejército de Buenos Aires al mando de Manuel de Sarratea. Se producen las primeras desavenencias con Artigas, y paralelamente el coronel Rondeau se adelanta a las vanguardias de Sarratea y comienza el segundo sitio de Montevideo en Octubre. En diciembre gana la batalla del Cerrito. Artigas acampa con 4000 hombres en Santa Lucía. Sarratea es depuesto y Artigas se incorpora a las fuerzas sitiadoras, tomando responsabilidad del ala izquierda del asedio el 25 de febrero de 1813. Como consecuencia de haberse negado el Director Posadas a reconocer la validez del los sentimientos revolucionarios orientales, los pueblos de la Provincia Oriental el 19 de noviembre de 1813 nombraron una junta de gobierno propio y tres diputados para que los representasen en la Asamblea General. Artigas se juzgó desligado de toda obediencia al directorio y en la noche del 20 de enero de 1814 levantó campamento y se retiró del asedio.
Suarez era partidario de la autonomía de la Provincia y participaba del enojo de Artigas, pero no creía patriótico ni lícito abandonar de esa forma el puesto de batalla frente al enemigo común, en consecuencia se negó a seguir a su jefe y amigo y continuó luchando en el ejército sitiador.
Nombrado por el general Alvear comandante de la Colonia, se encontraba allí cuando llegó el general con las tropas destinadas a abrir operaciones contra Artigas.
Joaquín Suárez no quería tomar parte en una guerra civil, y declara que había empuñado las armas para defender la causa de la libertad, no quería hacerlo en una guerra entre hermanos. En consecuencia solicitó su retiro, poniendo término a su carrera militar.
[1] Luis E. Azarola Gil”Crónicas y linajes de la Gobernación del Plata” Buenos Aires 1927
[2] Celia Suarez de Pérez Gomar: Biografía de don Joaquín Suárez. Buenos Aires 1941
[3] Libro 1, folio 49Iglesia Parroquial de Canelones, archivo.
[4] Raúl Montero Bustamante:”Breve biografía de don Joaquín Suarez” Montevideo, 1955
[5] Leslie Bethell, Ed.Historia de America Latina.Tomo 4 Cambridge University Press/Critica.Barcelona 1992
[6] Lincoln R. Maitegui Casas: Orientales 1 de los orígenes a 1865. Planeta, Montevideo,2005. Pp.33 y Ss.
[7] Carlos Alberto Floria/César A. García Belsunce: “Historia de los Argentinos” Larousse. Buenos Aires 2004.Pp.290 y Ss.
[8] MHN Tomo 299 Autobiografía de Joaquín Suarez Folios 1 al 6.
[9] Francisco Segui. “Los últimos cuatro años de la dominación española en el Río de la Plata. Buenos Aires 1874. Pp.146 y Ss.
[10] Brinton, Crane,Anatomía de la Revolución.Aguilar. Madrid, 1958. Pp.112 y 113.
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