La
noticia largamente esperada y seguida paso a paso del triunfo de la Revolución
Cubana, el primero de enero de 1959 no logró ser titular en la mayoría de los
periódicos latinoamericanos debido que la caída del régimen del dictador
Fulgencio Batista se produjo en la madrugada. El gobierno norteamericano y su
sistema de alianzas contra la postura ideológica soviética durante la Guerra
Fría no había estado ajeno a este proceso y la noticia de la caída de Batista
causó desconcierto sobretodo debido a su promesa de que resistiría el
alzamiento guerrilleo. El New York Times, editorializaba que al gobierno de
Eisenhower no le molestaba mucho la situación debido a que la relación con
Batista se había enfriado mucho por sus excesos y corrupcción pero que lo preocupaba
po que podía suceder después. No podemos negar que el inicio revolucionario en
Cuba fue una empresa, en el sentido literal, de libertad que paradójicamente se
convietiendo en un concepto opuesto visto desde el ya avanzado Siglo XXI. La
libertad, la búsqueda de pluralismo y el nuevo paradigma se fue convirtiendo en
la apología del caudillo casi en una visión colonial. Pero el desarrollo de la
izquierda latinoamericana no fue homogéneo, ni lineal, ni lógico, la izquierda
en América Latina son muchas izquierdas con paradigmas, matrices, táctica y
estrategias diferentes, con aspectos ideológicos y culturales que se van
enlanzando y vinculando en el desarrollo histórico. Siendo groseramente breve
podemos decir que en América Latina los principaels vectores de la izquierda
fueon el populismo, nacionalista anti oligárquico y de cercanía con el pueblo
articulado con una suerte de líder mesiánico, y el comunismo con la utopía de
la lucha de clases para llegar a una sociedad sin diferencias sociales.
¿En el
Uruguay que ocurría.?
La
inmigración masiva, a fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX,
introdujo nuevos intereses en Montevideo, trasaladan a nuestro país
instituciones e ideologías de base social, que empezaron a entrecruzarse con
las fidelidades partidarias tradicionales que hasta entonces no habían tenido
una base social homogénea. Las organizaciones obreras se fortalecieron a partir
de 1895 y el descontento laboral se intensificó durante la década de rápido
crecimiento que precedió a la Primera Guerra Mundial provocando alarma entre
los sectores empresarios más poderosos. Los partidos políticos tradicionales,
tan mal equipados para registrar y articular los nuevos reclamos se sintieron
igualmente amenazados por la militancia de los obreros. La respuesta de Batlle
fue elevar al Estado y con él al sistema político al plano de una benevolente
neutralidad desde la que se podía mediar en los conflictos sociales que se
convirtiese en un peligro para el orden que el Estado quería salvaguardar. Las
leyes consagraron una aspiración primaria del movimiento obrero, la jornada de
8 horas, en 1915. Posteriores actos legislativos fueron anticipando los
reclamos laborales y, de esa manera, los viejos partidos políticos se
fortalecieron a expensas del movimiento sindical y, más aún, de la eventual
temática de los partidos de izquierda. Mientras los clubes políticos cumplían
el rol de agentes para la integración de los inmigrantes montevideanos, la
aprobación de leyes sobre pensiones a la vejez, jubilaciones, descanso semanal
para los trabajadores, seguros de accidentes de trabajo y salarios mínimos
consolidaba la lealtad de los trabajadores al aparato estatal que los protegía.
La legislación era el precio que debían pagar los pequeños industriales en
ascenso por la estabilidad política y social. La ideología del batllismo fue,
fundamentalmente, una ideología de clase media. Aunque ningún sector social fue
excluido de la alianza batllista, los mejor representados fueron el de la
pequeña industria y el de los empleados públicos y privados. Un sentimiento
igualitario combinado con la defensa de la propiedad, la creencia en el valor
de la movilidad social manifestada a través del apoyo a la educación y a la
igualdad de oportunidades y la afirmación del Estado por encima de los
intereses de las distintas clases sociales, fueron rasgos característicos de la
temática del movimiento. La política batllista consistía, entonces, en mantener
mediante concesiones el equilibrio entre fuerzas sociales eminentemente
antagónicas, mientras conservaba y fortalecía la independencia del sistema
político a través de su capacidad de mediar entre ellas. Había entonces en
nuestro país un gran avance sobre los postulados que la izquierda
latinoamericana tenía como objetivos.
En la
década de 1950 se habían reconfigurado las hegemonías mundiales del mundo
capitalista y la inserción mundial del Uruguay no será la misma que la que se
llevó adelante durante el período del priemer batllismo liderado por Don Pepe.
Sin embargo las semejanzas del discurso son múltiples: la afirmación liberal
con proyección social y socializante, un Estado reformista, que no sustituyera
la iniciativa privada pero que permitiera articular los intereses del capital y
del trabajo; las políticas públicas anticipatorias de las necesidades sociales
y que cortaran de raíz cualquier trasnochada revolucionaria y por sobretodas
las cosas la promoción del desarrollo industrial como factor estratégico de
desarrollo económico para lograr el ideal batllista de la justa redistribución de
la riqueza.
El
Estado vio consolidada su participación directa en la economía monopolizando
casi todos los servicios públicos. En 1948 se crea el Instituto Nacional de
Colonización con una fuerte oposición de los ganaderos. En resumen generó una
prosperidad económica con una visión del "sueño uruguayo" con un
fuerte incremento del Estado que se convierte en el gran empleador y con
políticas sociales muy audaces para su tiempo.
¿El
batllismo está en el Frente Amplio?
Hay una
profunda tradición de izquierda dentro de los partidos tradicionales que poco
se habla por distintas razones. EL proceso de formación del Frente Amplio fue,
entre varios aspectos, legitimar la vieja tradición de izquierda que el país se
había dado desde el primer batllismo, reivindica a Grauert, a Batlle, a Brum, a
Arena, pero además en los hechos estuvieron los militantes batllistas junto a
los sectores de izquierda en la lucha contra el nazismo, contra el facismo en
el apoyo a la Revolución Española Peleado por Guatemala de Jacobo Arbenz y el
apoyo inicial a la Revolución Cubana. La lucha ideológica en el marco de la
Guerra Fría dentro del Partido Colorado se da fundamentalmente luego de la
muerte de Luis Batlle. El Dr. Jorge Batlle, y con algunos otros sectores,
claramente el sector mayoritario del Partido Colorado se vuelca hacia el Fondo
Monetario. En este aspecto los sectores populares y tradicionales batllistas
llevan al triunfo al Gral. Oscar Gestido como presidente. La presidencia de
Gestido fue corta pero, sin saberlo, fue en definitiva el triunfo de los
sectores medios del Partido Colorado que llegaron al poder que querían entre
otras cosas seguridad, estabilidad, y austeridad. En el primer período de Jorge
Pacheco Areco se consolida una visión económica que se aleja de los sectores
populares e inmediatamente comienza la aplicación de las políticas
fondomentaristas que en un esfuerzo extremo para contener la inflación se
procede a la congelación de precios y salarios y ante las crecientes
manifestaciónes sociales y la guerrilla atacando al Estado aplicación de las
medidas prontas de seguridad previstas en la Constitución. Esto implicó el
comienzo de la separación de los sectores batllistas del gobierno y del Partido
Colorado. En ese marco renuncian: Zelmar Michelini, Flores Mora, Vasconcellos,
que había sido el último que intentó la aplicación de una política no
fondomentarista y también renuncia Alba Roballo.
Ver:
Nieto,
Clara. El Intervencionismo de EE.UU en América Latina. Debate, 1998.
Introducción.
Pipitoni,Ugo.
La Esperanza y el Delirio, Taurus, 2015. Páginas 11-25.
Finch,
H. Historia Económica del Uruguay Contemporáneo. EBO. 1870-2000-
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