Nuestro país en la década de 1930 se veía como ordenado,
con poca población y con paz y democracia. Se le consideraba la Suiza de
América. Los partidos mayoritarios e históricos, Blanco y Colorado compartían
el poder mediantes compromisos electorales y de participación alcanzados luego
de la Guerra Civil de 1904 y de las reformas Constitucionales- Los Partidos Socialista
y Comunista no eran perseguidos, y los anarquistas habían configurado un fuerte
sentimiento libertario-social en la visión batllista de desarrollo. Salvo en la
dictadura de Gabriel Terra en 1933 proscribió a todos los partidos de
oposición. La legislación era de las más avanzadas, anticipatoria y progresista
del continente. El ejército profesional, austero y republicano estaba sujeto al
poder civil y a la Constitución. La iglesia había perdido su batalla con el
Estado uruguayo y no interfería en ningún tema de gobierno. Ocurren varios
sucesos que van a definir el futuro ideológico del Uruguay hacia finales del
Siglo XX. La muerte de Don Pepe, la crisis económica de 1929, el advenimiento
de visiones totalitarias fascistoides y stalinistas y luego la Guerra Fría.
Tenemos múltiples ejemplos de respeto intelectual por las ideas denominadas de
izquierda en el batllismo desde la visión anarquista romántica de Don Domingo
Arena a la marxista de Julio César Grauert. El propio Arena tuvo un rol muy
fuerte en el desarrollo de visiones idelogicas de vanguardia:
Arena va a reclamar la integración de los trabajadores a
la nación, procurando que tengan las armas legales, ideológicas y culturales
para enfrentarse con los sectores conservadores terratenientes y comerciantes
de la sociedad montevideana de comienzos del siglo XX. No como un planteo de
lucha de clases, sino de reformismo ideológico y legal con el objetivo de
lograr la igualdad social.
Sostenía Arena: “ Mis hermanos de ayer, mis protegidos de
hoy” que enseñanza en una sola frase para tantos jóvenes políticos actuales.
El accionar batllista, respecto del movimiento obrero es
la clave del apoyo que los sectores populares y obrero prestan a Batlle. Los
artículos del diario El Día, los discursos parlamentarios de Domingo Arena,
están condensados en una serie de publicaciones como “Batlle y los problemas
sociales en el Uruguay” sobre el mismo dice Domingo Arena: “ Los artículos son
un caso típico de la colaboración de dos: inspirados por Batlle, escritos por mi,
corregidos por él. De los discursos puede decirse substancialmente lo
mismo. En 1913 Batlle había vinculado la
campaña en favor de sus apuntes colegialistas con el voto pro-colegiado de los
obreros, y su argumento era que los que eran socialistas en otros países debían
ser colorados en Uruguay. Era, según
Batlle, el único partido que podía realizar las mejoras de la calidad de vida
del trabajador y que la postura socialista era utópica y soñadora. Ante la
pregunta de Pedro Manini Ríos de " ¿Somos colorados o somos
socialistas?" Domingo Arena, en una entrevista realizada por el Diario
Socialista "La Vanguardia", sostuvo que "somos socialistas sin
programa". Un grupo muy inquieto de
militantes batllistas va a encontrar en las acaloradas convenciones partidarias
un marco para desarrollar sus visiones ideológicamente avanzadas, o de locos
según los conservadores de la época. Acá nos encontramos con Enrique Rodriguez
Fabregat.
Con motivo de la publicación del libro de Diego Fischer
sobre el duelo Batlle-Beltran (Qué Tupé. Batlle-Beltrán ¿Duelo o Asesinato) el
autor nombró a Enrique Rodriguez Fabregat y su libro Batlle y Ordóñez. El
Reformador como una de las biblias que debe manejar cualquier batllista. Por
eso creo que podemos realizar una aproximación a su figura, que como tantas
otras personalidades ha sido olvidada, tanto por el Partido Colorado como por
el Frente Amplio que fue fundador
En el libro Enrique Rodriguez Fabregat. Una de las caras
del siglo XX. Delia Etchegoimberry escribe sobre el libro en cuestión:
En primer lugar, el libro lleva, de la primera a la
última página el sello inconfundible del autor. Ahí estaba la historia,
demasiado reciente, demasiado intensa, historia de acción y pensamiento. No
historia del pensar reflexivo sobre las cosas, sino historia del pensar para la
acción. Y, acción fue en varios planos de la realidad fue la acción de Batlle.
Durante los años en que Fabregat nació, creció y maduró en el ambiente creado
por la acción de Batlle(...)Sobre el final de su vida crea el Comité de
Doctrina Batllista, con el que se une al Frente Amplio recién fundado. Sin
embargo vale la pena transcribir lo que en la página 295 del libro de su
autoría escribió: Batlle es el hombre de la nueva fe. Cree en el hombre del
pueblo, en el hombre de la multitud(...) creer en el hombre del pueblo, vale,
primero, como una revelación; vale, segundo, como una revolución"Pp.73.
En abril de 1929 presenta Enrique Rodriguez Fabregat un
Proyecto de Ley para crear el Consejo de Patronato de la Mujer y el Niño.
Cuenta con 68 artículos y busca sensibilizar sobre la problemática de la niñez
desamparada, abandonada y delincuente y en su exposición de motivos resalta los
siguientes aspectos:
- régimen de tutela y educación.
- organización del accionar efectivo del Estado.
- madre soltera, madre sin recursos, y, en todos los
casos, la madre abandonada por el padre de sus hijos.
-abolición de las diferencias entre hijos legítimos y
naturales.
-investigación de paternidad.
-obligaciones de los padres.
-la mujer delincuente (régimen que corresponde a su
trato)
-organización de un régimen de protección post cárcel,
para adolescentes y adultos.
-prohibición del trabajo de los menores y tutela de los
derechos de la mujer obrera.
-creación de un fondo permanente de Previsión Social.
-seguro de maternidad.
-seguro de desocupación forzosa para las mujeres que
trabajan.
Este batllista de la primera hora, fervoroso y radical
orador en las convenciones partidarias en tiempos oscuros del terrismo,
escribió hace casi un siglo proyectos que tendían a solucionar problemas casi
inexistentes en aquél entonces, pero que hoy nos golpean en cada esquina de
Montevideo.
El 9 de junio de 1927 el Ministro de Instrucción Publica,
Enrique Rodriguez Fabregat publicó un decálogo de los derechos del niño:
1) Derecho a la vida. Suma de todos los derechos por la
sola razón de haber nacido. Derecho a la casa para habitar, a la atención
materna, al reconocimiento obligatorios por el padre, con todos lo deberes que
la paternidad impone, a la supervigilancia del Estado para el desarrollo y su
prosperidad fisiológica.
2)Derecho a la Educación. Primera asistencia a los
Jardines de niños. Kindergarten, segundo ciclo: escuela primaria. Abolición del
sistema de escuelas de ciudad. Abolición de la enseñanza verbalista y libresca.
Reintegración del niño al seno de la naturaleza por medio de una escuela de
trabajo y de alegría: Parques escolares para lograr las reacciones del cuerpo y
del alma.
3) Derecho a la educación especializada.
4) Derecho a amntener y desarrollar la propia
personalidad. Estudio de las vocaciones, sistemas capaces de orientación
espiritual sin artificios que solo se puede lograr en los parques escolares.
Reconocimiento en la practica de los sistemas educacionales del derecho de ser
niño de vivir y de sentir como tal libre de la artificialidad de la
escuela-claustro y del dogma pedagógico que la informa.
5) Derecho a la nutrición completa. Derecho de la madre
de criar a su hijo. Seguro del Estado para las madres sin recursos. Servicio de
copa de leche. Instalación de merenderos escolares. Instalación de
Escuelas-refectorios para menores que trabajan antes del cumplimiento integral
de esta tabla de derechos.
6) Derecho a la asistencia económica completa. Este
derecho significa la obligatoriedad de los padres o en su defecto del Estado a
asegurar al niño la situación económica sin angustias. Derecho a la vivienda.
al vestido, a todas las oportunidades de bienestar que el trabajo del hombre
pone al servicio del progreso del mundo.
7) Derecho a la tierra. Tierra para habitar.
Reconocimiento del derecho del niño a ocupar su lugar en el mundo por la sola
razón de haber nacido. Tierra para trabajar puesta a su alcance en los Parque
Escolares, para el desarrollo de sus energías, de su impulso vital, de su
inquietud, de sus facultades de observación para aprender por sí mismos en el
vasto panorama del universo y comprender que la vida es una ley inmutable de
solidaridad en el esfuerzo creador.
8) Derecho a la consideración social. Todo para el niño.
Abolición de la distinción jurídica entre hijos legítimos e hijos naturales. El
hijo es solamente hijo. El niño tiene derecho a sus padres. Transformación de
los asilos de huérfanos y reformatorios de menores donde el sistema de Pabellón
anula la personalidad en colonias familiares de educación y de trabajo
organizadas en pequeños núcleos sociales y confiados a padres y madres que
sumen el afecto de sus hijos al de un pequeño grupo de niños sin hogar.
9) Derecho a la alegría. Reconocimiento sin reaceos de
este derecho en la vida familiar sin angustia económica, en la escuela activa
en el seno de la naturaleza, en la educación sin artificios, en la mesa con
pan, en el hogar con lumbre. Derecho al aire y a la luz, a la tierra que se
siembra, al fuego que calienta y al agua que purifica. Derecho a ser niño para
ser hombre, a formar con cuerpo sano y alma limpia los obreros de la libertad,
los arquitectos de la conciencia del mundo.
10) La suma de todos estos derechos del niño forma el
derecho integral: derecho a la vida.
De su grandeza y su observancia depende la grandeza de
los pueblos. En la salud, la alegría, la formación sin trabas de los niños para
la cultura. Para el trabajo, para la libertad y la cooperación, reposan los
valores del destino del hombre en una etapa nueva de la historia.
Este texto fue la base de los Derechos del Niño que fue
incorporado a la declaración de los derechos humanos por las Naciones Unidas:
Enrique Rodriguez Fabregat y Gabriela Mistral, fueron los redactores.
Como batllista y admirador de Don Pepe, Enrique Rodriguez
Fabregat escribió una excelente biografia de la cual tomo el siguiente
fragmento:
"José Batlle y Ordóñez por Enrique Rodriguez
Fabregat.
Hacia la Primera Presidencia.
Batlle será presidente.
En su caso, ya no se trata de una pugna entre candidatos.
Eso pertence al capítulo demasiado grande de la política demasiado menuda. En
esta ocasión es diferente. Batlle es el hombre de la nueva fe. Su presencia en
la lucha significa dos cosas nuevas, fundamentales: Batlle concreta en sí mismo
una gran esperanza no cumplida a través de 73 años de independencia. Y Batlle
cree en el hombre del pueblo, en el hombre de la multitud, en el hombre que
fuera hasta entonces apenas número en la vida nacional.
Estos dos elementos son inseparables de su
individualidad. No verlos, significa no ver a Batlle, ni interpretar su tiempo
ni comprender su obra.
Creer en el hombre del pueblo vale, primero como una
revelación; vale, segundo, como una revolución. Cuando esto se plantea y se
afirma así, viene a ocupar un lugar secundario, apenas adjetivo, apenas
circunstancial, todo lo que se reducía hasta ahora a lucha de candidatos, de
grupos solo diferenciados por las divisas de sus candidatos.
Batlle cree en el hombre del pueblo. Ese es el dogma de
su nueva fe.
La lucha, el choque, es entre este "concepto" y
lo demás; entre esta "idea" y todo lo demás; entre este elemento de
germinación y la esterilidad de los personalismos (...)¿Qué ha sido gobernar
hasta 1903? No se nos venga conque si hubo tantas vacas y se exportaron tantos
kilos. Eso es más de las vacas que de los hombres. El problema es otro. La
acción de goberanr es la que surge sustantivamente de esos elementos para
devenir como hecho social.
Hasta Batlle, la crónica de las presidencias no pasa de
las revoluciones, sus motines, sus levantamientos, las intervenciones sufridas,
los prestamos, las deudas.
Con Batlle, la crónica es la de las reformas sociales, la
de la transformación económica del país, la de su soberanía intacta, la de su
dignificación política, la del más alto nivel cultural, la de más alta estima
del ser humano. Ver. Enrique Rodriguez Fabregat. José Batlle y Ordóñez: El
Reformador.Páginas 293-294 Editorial Claridad Buenos Aires. 1940"
Nota:Enrique Rodríguez Fabregat. (11 de noviembre de 1895
- 19 de noviembre de 1976), maestro, escritor, periodista y político uruguayo.
Podemos resumir su radicalismo ideológico en una arenga en la Convención del
Partido Colorado en momentos de la dictadura de Terra.
“ La Convención del Partido declara que el pretendido
acto del 25 de junio de 1933 es nulo e inexistente, no solo en virtud de su
origen absolutamente inconstitucional sino también porque significa el más
grande atentado que puede consumarse contra la verdad del sufragio y las
libertades públicas en un pueblo que había conquistado la realidad de la
Democracia. La Convención del Partido señala el acto de 25 de junio como una
causa de deshonor que mancha para siempre a quienes lo han organizado, y
destaca que la soberanía nacional no es cómplice de la afrenta que se le ha
impuesto a la República ante propios y extraños, ante quienes lo presenciaron y
ante la historia. Puesta de pie la convención hace suyo el documento y cierra
el acto Enrique Rodriguez Fabregat diciendo: "Una sola palabra es nuestra
bandera: Revolución en nombre de la libertad"
Julio César Grauert.
Julio Cesar Grauert fue miembro de la Junta Departamental
y presidente de la misma en el año 1927 con 25 años. En 1928 fue electo
diputado nacional siendo reelecto en el siguiente período con su propia
agrupación "Principismo Batllista AVANZAR". Proyectó y llevó adelante
el seguro de desempleo, el seguro de maternidad y trabajó mucho por el
magisterio. Planteó otros proyectos en defensa de los obreros y de los
explotados del campo que no pudo concretar por la disolución de las cámaras
hecha por el Terrismo. Su personalidad se caracterizó en ser aséptico a todo lo
material. Marcó una línea radical cercana al marxismo pero indudablemente
radical batllista. Como lo recuerda Hierro Gambardella:
(...)Muchos habían sido sus amigos y lo querían; otros lo
estimaban por sus libros, sus artículos, sus discursos. Pero otros más, que
seguramente eran la mayoría de aquel pueblo dolido, solo sabían que había
muerto. Y que desde ese momento, por haber caído como cayó, había nacido entre
todos. Fue por eso, que con gravedad levantaron en sus hombros el feretro y lo
llevaron en combate, entre sablazos que lastimaron la caja mortuoria y, a la vez,
el alma de la República.
Filósofos, poetas, pensadores, han vibrado mucho y muy
intensamente sobre una categpría estremecedora: La inmortalidad. Por lo menos
desde el Renacimiento, con la floración de la conciencia individual y su
auto-limitación de ente perecedero, se ha pensado que es el supremo tributo
para las más altas potencias del ser humano. Es el pago que se ofrece por
cuanto dan los héroes y los genios; y a la vez, la esperanza superior que puden
acariciar quienes no tienen otras.
Los que vivimos aquellas jornadas de estupor tuvimos, no
obstante, un privilegio superior; sentimos que para aquel muerto nacía la
inmortalidad y nacía de nosotros, se depositaba en nuestro espíritu para crecer
desde él a lso tiempos de la República.
Ya Grauert no sería el abogado, el publicista, el
político supremamente desinteresado que ejemplificó con una vida austera el
servicio de sus ideas. El nimbo del martirologio cubrirá para siempre la
dimensión de su persona. Y si aquél pueblo había crado una inmortalidad era porque
Grauert era también inmortal.(...) En la madrugada de julio de 1930 un grupo de
estudiantes universitarios de distintas facultades reclamaban en la Facultad de
Derecho reformas que estaban planteadas desde mucho tiempo atrás. Los
estudianes izaban en cestas los alimentos y bebidas que simpatizantes hacían
llegar a la facultad pero rodeados por Policías y Bomberos. En la tarde la
Cámara de Representantes votaba una investigación, mientras el diputado Julio
César Grauert hacía llegar por altavoces los avances de una negociación exitosa
que determinaba la evacuación de la Unoversidad sin represalias con la promesa
de una reforma universitaria. En el viejo café "Sportman" en la
esquina de Andes y Mercedes había una rueda de batllistas radicales, Con Grauert
y Rodriguez Fabregat a la cabeza, tambien estaba Zavala Muniz. Cuenta Aldo
Ciasullo que el 1 de abril de 1933 que la casa de sus padres en la calle
Bonpland, Washington Fernández traería a tres refugiados de la dictadura y
perseguidos en consecuencia: Justino Zavala Muniz, Antonio Fusco y Julio Cesar
Grauert. Esa noche y durante toda la jornada siguiente se realizan las
reuniones de dirigentes batllistas a los que se suman: Edmundo Castillo,
Antonio Rubio, Enrique Rodriguez Fabregat, Andrés Martinez Trueba, Luis Batlle
Berres y Luis Abdala. 48 horas después el inusual movimiento en esa casa de
familia determinó el allanamiento policial sin conseuencias porque habían
decidido cambiar de sitio de reunión. En octubre de 1933 debido al 4to.
aniversario de la muerte de Batlle, el Partido Colorado decidió honrar su
memoria con actos públicos en todo el país, los que deberían realizarse en
locales cerrados debidos a los requerimientos de las autoridades. La delegación
que fue a Minas estaba integrada por Pablo Minelli, Juan F. Guichon, Julio
César Grauert. Federico Capurro, María Navarra y Carlos Massiotti. El 23 de
Octubre en el teatro "Escudero" el acto logró enfervorizar a la gente
que acompaño a la delegación en caravana hasta las afueras de la ciudad de
Minas, fue el último acto de Grauert.Son interceptados a las afueras de
Mosquitos y baleados. Mal atendido lo trasladaron al Hospital Militar, donde
murió gangrenado el 26 de octubre con sólo 30 años, dejando huérfanas a 2 niñas
de 5 y 6 años. Y un camino que se debe recorrer para que el retorno del
batllismo sea una realidad.
A finales de los 50, luego del efímero y exitoso proceso
de industrialización el desarrollo político de la mano del estancamiento
económico naufraga en una de las más
profundas crisis de la Historia
nacional, involucrando aspectos económicos, sociales y políticos. Era innegable que el modelo de desarrollo se
había agotado que cada año el Uruguay exportaba menos y que a su vez los
productos tenían menor valor en el mercado. Imposible ecuación en un sistema
industrial que dependía de insumos casi en su totalidad importados. Se
utilizaban reservas para equilibrar la economía y debido a la demanda de una
sociedad habituada a consumos culturales y de confort creciente exigía surge la
inflación que entre 1958 y 1959 fue del 20%.
Esta crisis inicia lentamente una conflictividad social,
impensada en una sociedad de clases medias urbanas y con perfil pacato y
conformista. Es el momento del movimiento estudiantil que pelean por la
aprobación de la Ley Orgánica Universitaria. Las manifestaciones estudiantiles
y la represión policial era cada vez más frecuentes. Para el Partido Colorado
el temido ascenso de los nacionalista al poder generaba inquietud. En la
intelectualidad lo más trascendente fue el surgimiento muy vigoroso del
movimiento ruralista y en en los análisis sobre el mismo se oscilaba entre
quienes lo veían como el fascismo criollo y el despertar del Uruguay real
adormecido por la visión netamente urbana del batllismo. Luego de la elección el
principal dirigente blanco Luis Alberto de Herrera rompe la alianza con Benito
Nardone generando una fractura del sector mayoritario.
Instalado el gobierno comienza a introducir cambios en la
economía y en el rol del Estado, tratando de limitar su accionar al máximo.
Eran las posturas y recetas del FMI (Fondo Monetario Internacio nal) que
Uruguay integraba desde 1947 pero que hasta ese entonces nunca había aceptado
sus directivas. La tesis económica del momento impulsada desde el FMI y
aceptada a rajatabla por el nuevo gobierno sostenía que la libre empresa y la
apertura económica hacia un liberalismo abierto enfrentaría con firmeza la
inflación que era un exceso de demanda de los asalariados.
Ya el 24 de abril de 1959 se decreta el alza de los tipos
de cambio para la mayoría de las importaciones y sobre finales del año se envía
el proyecto de ley que modificaba todo el sistema cambiario: La Reforma
Cambiaria y Monetaria impulsada por el Ministro Juan Eduardo Azzini, en la cual
le daba grandes potestades al Poder Ejecutivo para adoptar medidas de política
económica sin el pasaje de las mismas por el Parlamento Nacional. Curiosa ley
en la cual presenta aspectos de liberalización de la venta de moneda extranjera
y del comercio exterior, se establecía la obligatoriedad de vender al Banco de
la República la moneda extranjera producto de las importaciones y se facultaba
al Poder Ejecutivo la posibilidad de prohibir por seis meses que se podían
prorrogar por otros seis meses las importaciones consideradas prescindibles.
También incluía una serie de detracciones a las exportaciones una especie de
impuesto con el objetivo de evitar los empujes inflacionarios. El batllismo
inició una feroz batalla en el Parlamento para limitar los alcances de esta ley
logrando algunas limitaciones sobretodo en el alcance del Poder Ejecutivo .
Votada la Ley surge en ella la primera "Carta Intención " con el FMI
en la cual se solicitaban los primeros U$S 80 millones, como contrapartida el
Uruguay se comprometía a reducir los créditos internos para reducir la
inflación y una serie de puntos como tarifas aduaneras pero ninguna referencia
a los salarios. Durante el Gobierno se realizarán dos cartas más. En realidad
el inicio de esta política no fue auspicioso debido a circunstancia que se presentaron:
las inundaciones de 1959, la sequía de 1960 que sumadas a una plaga de
langostas tuvieron graves consecuencias en la producción agropecuaria y el
colapso de la producción hidroeléctrica. También hubo grandes reclamos
sociales.
Los reclamos sociales y la Unidad Sindical.
La aplicación de la política económica aceleró el proceso
de unidad que estaba desarrollando a nivel sindical. Ya desde mediados de 1950,
simultáneo con los primeros aspectos visibles de la crisis el movimiento
sindical comienza un proceso de unidad. Este proceso era complejo debido a los
grandes enfrentamientos y luchas entre sectores desde los orígenes mismos del
sindicalismo donde se discutía posturas distintas, algunas inmediatas y otras y
otras bases para cambios profundos en la sociedad. Se establece en 1955 una
Comisión Coordinadora pro Central Unica y en mayo de 1959 una Asamblea
Consultiva sobre Central única. En forma simultánea una definición política
clara anti fondomonetarista. La crisis económica trajo paralización industrial,
inflación aceleran el proceso y en junio de 1961 se acoró establecer una
Central de Trabajadores del Uruguay tratando de separarse de cualquier
dogmatismo.
El Estado y el conflicto ideológico de la Guerra Fría.
Luis Batlle Berres siempre se jactó de que en Uruguay el
Comunismo actuando en total libertad había perdido caudal electoral. Nuestro
país fue el único país de América Latina en el cual el Partido Comunista actuó
libremente y legalmente durante la escalada más dura de la misma. Esto cambió rotundamente
durante el gobierno blanco el cual simultáneamente a la Revolución Cubana
triunfante cominza a sobrevolar un anticomunismo creciente. A esto se debe
sumar la Visita que hace el Presidente de los Estados Unidos General Dwight
Eisenhower en marzo de 1960. Luego de esto comienzan acciones anticomunistas en
el Uruguay, represión policial a las manifestaciones sindicales, surgen varios
sindicatos amarillistas. Se producen los primero muertos, el má sonado el del
prof. Arbelio Ramirez luego del discurso de Ernesto "che" Guevara en
el paraninfo de la Universidad. Había políticos involucrados en la escalada
anticomunista, Benito Nardone que fue presidente del Consejo en 1960 era uno de
los más activos aunque también existían intervenciones directas de la CIA. Una
oficina estaba establecida en Montevideo y su director E. Howard Hunt relata
sus actividades en "Memorias de un Espía" su autobiografía. Luis
Batlle se enfrenta a la postura de Nardone y este lo define como
"Comunista Chapa 15".
Ver:
Demasi, Carlos. El preambulo. Los años 60 en El Uruguay
de la dictadura.EBO. Montevideo 2004. Pág 7 -14
Ciausullo, Aldo L. Evocación de Grauert. Opinar.
Montevideo, Jueves 22 de octubre de 1981
Hierro Gambardella,L.No dejaremos que Grauert muera.
Opinar Montevideo, Jueves 29 de octubre de 1981
Enrique Rodríguez Fabregat: pueblo, multitud, revolución.
Editorial Claridad Buenos Aires 1948.
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