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miércoles, 25 de noviembre de 2015

Las figuras batllistas que conformaron la izquierda uruguaya. Domingo Arena, Julio César Grauert, Enrique Rodriguez Fabregat.



Nuestro país en la década de 1930 se veía como ordenado, con poca población y con paz y democracia. Se le consideraba la Suiza de América. Los partidos mayoritarios e históricos, Blanco y Colorado compartían el poder mediantes compromisos electorales y de participación alcanzados luego de la Guerra Civil de 1904 y de las reformas Constitucionales- Los Partidos Socialista y Comunista no eran perseguidos, y los anarquistas habían configurado un fuerte sentimiento libertario-social en la visión batllista de desarrollo. Salvo en la dictadura de Gabriel Terra en 1933 proscribió a todos los partidos de oposición. La legislación era de las más avanzadas, anticipatoria y progresista del continente. El ejército profesional, austero y republicano estaba sujeto al poder civil y a la Constitución. La iglesia había perdido su batalla con el Estado uruguayo y no interfería en ningún tema de gobierno. Ocurren varios sucesos que van a definir el futuro ideológico del Uruguay hacia finales del Siglo XX. La muerte de Don Pepe, la crisis económica de 1929, el advenimiento de visiones totalitarias fascistoides y stalinistas y luego la Guerra Fría. Tenemos múltiples ejemplos de respeto intelectual por las ideas denominadas de izquierda en el batllismo desde la visión anarquista romántica de Don Domingo Arena a la marxista de Julio César Grauert. El propio Arena tuvo un rol muy fuerte en el desarrollo de visiones idelogicas de vanguardia:
Arena va a reclamar la integración de los trabajadores a la nación, procurando que tengan las armas legales, ideológicas y culturales para enfrentarse con los sectores conservadores terratenientes y comerciantes de la sociedad montevideana de comienzos del siglo XX. No como un planteo de lucha de clases, sino de reformismo ideológico y legal con el objetivo de lograr la igualdad social.
Sostenía Arena: “ Mis hermanos de ayer, mis protegidos de hoy” que enseñanza en una sola frase para tantos jóvenes políticos actuales.
El accionar batllista, respecto del movimiento obrero es la clave del apoyo que los sectores populares y obrero prestan a Batlle. Los artículos del diario El Día, los discursos parlamentarios de Domingo Arena, están condensados en una serie de publicaciones como “Batlle y los problemas sociales en el Uruguay” sobre el mismo dice Domingo Arena: “ Los artículos son un caso típico de la colaboración de dos: inspirados por Batlle, escritos por mi, corregidos por él. De los discursos puede decirse substancialmente lo mismo.  En 1913 Batlle había vinculado la campaña en favor de sus apuntes colegialistas con el voto pro-colegiado de los obreros, y su argumento era que los que eran socialistas en otros países debían ser  colorados en Uruguay. Era, según Batlle, el único partido que podía realizar las mejoras de la calidad de vida del trabajador y que la postura socialista era utópica y soñadora. Ante la pregunta de Pedro Manini Ríos de " ¿Somos colorados o somos socialistas?" Domingo Arena, en una entrevista realizada por el Diario Socialista "La Vanguardia", sostuvo que "somos socialistas sin programa".  Un grupo muy inquieto de militantes batllistas va a encontrar en las acaloradas convenciones partidarias un marco para desarrollar sus visiones ideológicamente avanzadas, o de locos según los conservadores de la época. Acá nos encontramos con Enrique Rodriguez Fabregat. 
Con motivo de la publicación del libro de Diego Fischer sobre el duelo Batlle-Beltran (Qué Tupé. Batlle-Beltrán ¿Duelo o Asesinato) el autor nombró a Enrique Rodriguez Fabregat y su libro Batlle y Ordóñez. El Reformador como una de las biblias que debe manejar cualquier batllista. Por eso creo que podemos realizar una aproximación a su figura, que como tantas otras personalidades ha sido olvidada, tanto por el Partido Colorado como por el Frente Amplio que fue fundador
En el libro Enrique Rodriguez Fabregat. Una de las caras del siglo XX. Delia Etchegoimberry escribe sobre el libro en cuestión:


En primer lugar, el libro lleva, de la primera a la última página el sello inconfundible del autor. Ahí estaba la historia, demasiado reciente, demasiado intensa, historia de acción y pensamiento. No historia del pensar reflexivo sobre las cosas, sino historia del pensar para la acción. Y, acción fue en varios planos de la realidad fue la acción de Batlle. Durante los años en que Fabregat nació, creció y maduró en el ambiente creado por la acción de Batlle(...)Sobre el final de su vida crea el Comité de Doctrina Batllista, con el que se une al Frente Amplio recién fundado. Sin embargo vale la pena transcribir lo que en la página 295 del libro de su autoría escribió: Batlle es el hombre de la nueva fe. Cree en el hombre del pueblo, en el hombre de la multitud(...) creer en el hombre del pueblo, vale, primero, como una revelación; vale, segundo, como una revolución"Pp.73.
En abril de 1929 presenta Enrique Rodriguez Fabregat un Proyecto de Ley para crear el Consejo de Patronato de la Mujer y el Niño. Cuenta con 68 artículos y busca sensibilizar sobre la problemática de la niñez desamparada, abandonada y delincuente y en su exposición de motivos resalta los siguientes aspectos:
- régimen de tutela y educación.
- organización del accionar efectivo del Estado.
- madre soltera, madre sin recursos, y, en todos los casos, la madre abandonada por el padre de sus hijos.
-abolición de las diferencias entre hijos legítimos y naturales.
-investigación de paternidad.
-obligaciones de los padres.
-la mujer delincuente (régimen que corresponde a su trato)
-organización de un régimen de protección post cárcel, para adolescentes y adultos.
-prohibición del trabajo de los menores y tutela de los derechos de la mujer obrera.
-creación de un fondo permanente de Previsión Social.
-seguro de maternidad.
-seguro de desocupación forzosa para las mujeres que trabajan.
Este batllista de la primera hora, fervoroso y radical orador en las convenciones partidarias en tiempos oscuros del terrismo, escribió hace casi un siglo proyectos que tendían a solucionar problemas casi inexistentes en aquél entonces, pero que hoy nos golpean en cada esquina de Montevideo.
El 9 de junio de 1927 el Ministro de Instrucción Publica, Enrique Rodriguez Fabregat publicó un decálogo de los derechos del niño:
1) Derecho a la vida. Suma de todos los derechos por la sola razón de haber nacido. Derecho a la casa para habitar, a la atención materna, al reconocimiento obligatorios por el padre, con todos lo deberes que la paternidad impone, a la supervigilancia del Estado para el desarrollo y su prosperidad fisiológica.
2)Derecho a la Educación. Primera asistencia a los Jardines de niños. Kindergarten, segundo ciclo: escuela primaria. Abolición del sistema de escuelas de ciudad. Abolición de la enseñanza verbalista y libresca. Reintegración del niño al seno de la naturaleza por medio de una escuela de trabajo y de alegría: Parques escolares para lograr las reacciones del cuerpo y del alma.
3) Derecho a la educación especializada.
4) Derecho a amntener y desarrollar la propia personalidad. Estudio de las vocaciones, sistemas capaces de orientación espiritual sin artificios que solo se puede lograr en los parques escolares. Reconocimiento en la practica de los sistemas educacionales del derecho de ser niño de vivir y de sentir como tal libre de la artificialidad de la escuela-claustro y del dogma pedagógico que la informa.
5) Derecho a la nutrición completa. Derecho de la madre de criar a su hijo. Seguro del Estado para las madres sin recursos. Servicio de copa de leche. Instalación de merenderos escolares. Instalación de Escuelas-refectorios para menores que trabajan antes del cumplimiento integral de esta tabla de derechos.
6) Derecho a la asistencia económica completa. Este derecho significa la obligatoriedad de los padres o en su defecto del Estado a asegurar al niño la situación económica sin angustias. Derecho a la vivienda. al vestido, a todas las oportunidades de bienestar que el trabajo del hombre pone al servicio del progreso del mundo.
7) Derecho a la tierra. Tierra para habitar. Reconocimiento del derecho del niño a ocupar su lugar en el mundo por la sola razón de haber nacido. Tierra para trabajar puesta a su alcance en los Parque Escolares, para el desarrollo de sus energías, de su impulso vital, de su inquietud, de sus facultades de observación para aprender por sí mismos en el vasto panorama del universo y comprender que la vida es una ley inmutable de solidaridad en el esfuerzo creador.
8) Derecho a la consideración social. Todo para el niño. Abolición de la distinción jurídica entre hijos legítimos e hijos naturales. El hijo es solamente hijo. El niño tiene derecho a sus padres. Transformación de los asilos de huérfanos y reformatorios de menores donde el sistema de Pabellón anula la personalidad en colonias familiares de educación y de trabajo organizadas en pequeños núcleos sociales y confiados a padres y madres que sumen el afecto de sus hijos al de un pequeño grupo de niños sin hogar.
9) Derecho a la alegría. Reconocimiento sin reaceos de este derecho en la vida familiar sin angustia económica, en la escuela activa en el seno de la naturaleza, en la educación sin artificios, en la mesa con pan, en el hogar con lumbre. Derecho al aire y a la luz, a la tierra que se siembra, al fuego que calienta y al agua que purifica. Derecho a ser niño para ser hombre, a formar con cuerpo sano y alma limpia los obreros de la libertad, los arquitectos de la conciencia del mundo.
10) La suma de todos estos derechos del niño forma el derecho integral: derecho a la vida.
De su grandeza y su observancia depende la grandeza de los pueblos. En la salud, la alegría, la formación sin trabas de los niños para la cultura. Para el trabajo, para la libertad y la cooperación, reposan los valores del destino del hombre en una etapa nueva de la historia.
Este texto fue la base de los Derechos del Niño que fue incorporado a la declaración de los derechos humanos por las Naciones Unidas: Enrique Rodriguez Fabregat y Gabriela Mistral, fueron los redactores.
Como batllista y admirador de Don Pepe, Enrique Rodriguez Fabregat escribió una excelente biografia de la cual tomo el siguiente fragmento:
"José Batlle y Ordóñez por Enrique Rodriguez Fabregat.
Hacia la Primera Presidencia.
Batlle será presidente.
En su caso, ya no se trata de una pugna entre candidatos. Eso pertence al capítulo demasiado grande de la política demasiado menuda. En esta ocasión es diferente. Batlle es el hombre de la nueva fe. Su presencia en la lucha significa dos cosas nuevas, fundamentales: Batlle concreta en sí mismo una gran esperanza no cumplida a través de 73 años de independencia. Y Batlle cree en el hombre del pueblo, en el hombre de la multitud, en el hombre que fuera hasta entonces apenas número en la vida nacional.
Estos dos elementos son inseparables de su individualidad. No verlos, significa no ver a Batlle, ni interpretar su tiempo ni comprender su obra.
Creer en el hombre del pueblo vale, primero como una revelación; vale, segundo, como una revolución. Cuando esto se plantea y se afirma así, viene a ocupar un lugar secundario, apenas adjetivo, apenas circunstancial, todo lo que se reducía hasta ahora a lucha de candidatos, de grupos solo diferenciados por las divisas de sus candidatos.
Batlle cree en el hombre del pueblo. Ese es el dogma de su nueva fe.
La lucha, el choque, es entre este "concepto" y lo demás; entre esta "idea" y todo lo demás; entre este elemento de germinación y la esterilidad de los personalismos (...)¿Qué ha sido gobernar hasta 1903? No se nos venga conque si hubo tantas vacas y se exportaron tantos kilos. Eso es más de las vacas que de los hombres. El problema es otro. La acción de goberanr es la que surge sustantivamente de esos elementos para devenir como hecho social.
Hasta Batlle, la crónica de las presidencias no pasa de las revoluciones, sus motines, sus levantamientos, las intervenciones sufridas, los prestamos, las deudas.
Con Batlle, la crónica es la de las reformas sociales, la de la transformación económica del país, la de su soberanía intacta, la de su dignificación política, la del más alto nivel cultural, la de más alta estima del ser humano. Ver. Enrique Rodriguez Fabregat. José Batlle y Ordóñez: El Reformador.Páginas 293-294 Editorial Claridad Buenos Aires. 1940"
Nota:Enrique Rodríguez Fabregat. (11 de noviembre de 1895 - 19 de noviembre de 1976), maestro, escritor, periodista y político uruguayo. Podemos resumir su radicalismo ideológico en una arenga en la Convención del Partido Colorado en momentos de la dictadura de Terra.
“ La Convención del Partido declara que el pretendido acto del 25 de junio de 1933 es nulo e inexistente, no solo en virtud de su origen absolutamente inconstitucional sino también porque significa el más grande atentado que puede consumarse contra la verdad del sufragio y las libertades públicas en un pueblo que había conquistado la realidad de la Democracia. La Convención del Partido señala el acto de 25 de junio como una causa de deshonor que mancha para siempre a quienes lo han organizado, y destaca que la soberanía nacional no es cómplice de la afrenta que se le ha impuesto a la República ante propios y extraños, ante quienes lo presenciaron y ante la historia. Puesta de pie la convención hace suyo el documento y cierra el acto Enrique Rodriguez Fabregat diciendo: "Una sola palabra es nuestra bandera: Revolución en nombre de la libertad"
Julio César Grauert.
Julio Cesar Grauert fue miembro de la Junta Departamental y presidente de la misma en el año 1927 con 25 años. En 1928 fue electo diputado nacional siendo reelecto en el siguiente período con su propia agrupación "Principismo Batllista AVANZAR". Proyectó y llevó adelante el seguro de desempleo, el seguro de maternidad y trabajó mucho por el magisterio. Planteó otros proyectos en defensa de los obreros y de los explotados del campo que no pudo concretar por la disolución de las cámaras hecha por el Terrismo. Su personalidad se caracterizó en ser aséptico a todo lo material. Marcó una línea radical cercana al marxismo pero indudablemente radical batllista. Como lo recuerda Hierro Gambardella:
(...)Muchos habían sido sus amigos y lo querían; otros lo estimaban por sus libros, sus artículos, sus discursos. Pero otros más, que seguramente eran la mayoría de aquel pueblo dolido, solo sabían que había muerto. Y que desde ese momento, por haber caído como cayó, había nacido entre todos. Fue por eso, que con gravedad levantaron en sus hombros el feretro y lo llevaron en combate, entre sablazos que lastimaron la caja mortuoria y, a la vez, el alma de la República.
Filósofos, poetas, pensadores, han vibrado mucho y muy intensamente sobre una categpría estremecedora: La inmortalidad. Por lo menos desde el Renacimiento, con la floración de la conciencia individual y su auto-limitación de ente perecedero, se ha pensado que es el supremo tributo para las más altas potencias del ser humano. Es el pago que se ofrece por cuanto dan los héroes y los genios; y a la vez, la esperanza superior que puden acariciar quienes no tienen otras.
Los que vivimos aquellas jornadas de estupor tuvimos, no obstante, un privilegio superior; sentimos que para aquel muerto nacía la inmortalidad y nacía de nosotros, se depositaba en nuestro espíritu para crecer desde él a lso tiempos de la República.
Ya Grauert no sería el abogado, el publicista, el político supremamente desinteresado que ejemplificó con una vida austera el servicio de sus ideas. El nimbo del martirologio cubrirá para siempre la dimensión de su persona. Y si aquél pueblo había crado una inmortalidad era porque Grauert era también inmortal.(...) En la madrugada de julio de 1930 un grupo de estudiantes universitarios de distintas facultades reclamaban en la Facultad de Derecho reformas que estaban planteadas desde mucho tiempo atrás. Los estudianes izaban en cestas los alimentos y bebidas que simpatizantes hacían llegar a la facultad pero rodeados por Policías y Bomberos. En la tarde la Cámara de Representantes votaba una investigación, mientras el diputado Julio César Grauert hacía llegar por altavoces los avances de una negociación exitosa que determinaba la evacuación de la Unoversidad sin represalias con la promesa de una reforma universitaria. En el viejo café "Sportman" en la esquina de Andes y Mercedes había una rueda de batllistas radicales, Con Grauert y Rodriguez Fabregat a la cabeza, tambien estaba Zavala Muniz. Cuenta Aldo Ciasullo que el 1 de abril de 1933 que la casa de sus padres en la calle Bonpland, Washington Fernández traería a tres refugiados de la dictadura y perseguidos en consecuencia: Justino Zavala Muniz, Antonio Fusco y Julio Cesar Grauert. Esa noche y durante toda la jornada siguiente se realizan las reuniones de dirigentes batllistas a los que se suman: Edmundo Castillo, Antonio Rubio, Enrique Rodriguez Fabregat, Andrés Martinez Trueba, Luis Batlle Berres y Luis Abdala. 48 horas después el inusual movimiento en esa casa de familia determinó el allanamiento policial sin conseuencias porque habían decidido cambiar de sitio de reunión. En octubre de 1933 debido al 4to. aniversario de la muerte de Batlle, el Partido Colorado decidió honrar su memoria con actos públicos en todo el país, los que deberían realizarse en locales cerrados debidos a los requerimientos de las autoridades. La delegación que fue a Minas estaba integrada por Pablo Minelli, Juan F. Guichon, Julio César Grauert. Federico Capurro, María Navarra y Carlos Massiotti. El 23 de Octubre en el teatro "Escudero" el acto logró enfervorizar a la gente que acompaño a la delegación en caravana hasta las afueras de la ciudad de Minas, fue el último acto de Grauert.Son interceptados a las afueras de Mosquitos y baleados. Mal atendido lo trasladaron al Hospital Militar, donde murió gangrenado el 26 de octubre con sólo 30 años, dejando huérfanas a 2 niñas de 5 y 6 años. Y un camino que se debe recorrer para que el retorno del batllismo sea una realidad.
A finales de los 50, luego del efímero y exitoso proceso de industrialización el desarrollo político de la mano del estancamiento económico naufraga en una de las más  profundas crisis  de la Historia nacional, involucrando aspectos económicos, sociales y políticos.  Era innegable que el modelo de desarrollo se había agotado que cada año el Uruguay exportaba menos y que a su vez los productos tenían menor valor en el mercado. Imposible ecuación en un sistema industrial que dependía de insumos casi en su totalidad importados. Se utilizaban reservas para equilibrar la economía y debido a la demanda de una sociedad habituada a consumos culturales y de confort creciente exigía surge la inflación que entre 1958 y 1959 fue del 20%.
Esta crisis inicia lentamente una conflictividad social, impensada en una sociedad de clases medias urbanas y con perfil pacato y conformista. Es el momento del movimiento estudiantil que pelean por la aprobación de la Ley Orgánica Universitaria. Las manifestaciones estudiantiles y la represión policial era cada vez más frecuentes. Para el Partido Colorado el temido ascenso de los nacionalista al poder generaba inquietud. En la intelectualidad lo más trascendente fue el surgimiento muy vigoroso del movimiento ruralista y en en los análisis sobre el mismo se oscilaba entre quienes lo veían como el fascismo criollo y el despertar del Uruguay real adormecido por la visión netamente urbana del batllismo. Luego de la elección el principal dirigente blanco Luis Alberto de Herrera rompe la alianza con Benito Nardone generando una fractura del sector mayoritario.
Instalado el gobierno comienza a introducir cambios en la economía y en el rol del Estado, tratando de limitar su accionar al máximo. Eran las posturas y recetas del FMI (Fondo Monetario Internacio nal) que Uruguay integraba desde 1947 pero que hasta ese entonces nunca había aceptado sus directivas. La tesis económica del momento impulsada desde el FMI y aceptada a rajatabla por el nuevo gobierno sostenía que la libre empresa y la apertura económica hacia un liberalismo abierto enfrentaría con firmeza la inflación que era un exceso de demanda de los asalariados.
Ya el 24 de abril de 1959 se decreta el alza de los tipos de cambio para la mayoría de las importaciones y sobre finales del año se envía el proyecto de ley que modificaba todo el sistema cambiario: La Reforma Cambiaria y Monetaria impulsada por el Ministro Juan Eduardo Azzini, en la cual le daba grandes potestades al Poder Ejecutivo para adoptar medidas de política económica sin el pasaje de las mismas por el Parlamento Nacional. Curiosa ley en la cual presenta aspectos de liberalización de la venta de moneda extranjera y del comercio exterior, se establecía la obligatoriedad de vender al Banco de la República la moneda extranjera producto de las importaciones y se facultaba al Poder Ejecutivo la posibilidad de prohibir por seis meses que se podían prorrogar por otros seis meses las importaciones consideradas prescindibles. También incluía una serie de detracciones a las exportaciones una especie de impuesto con el objetivo de evitar los empujes inflacionarios. El batllismo inició una feroz batalla en el Parlamento para limitar los alcances de esta ley logrando algunas limitaciones sobretodo en el alcance del Poder Ejecutivo . Votada la Ley surge en ella la primera "Carta Intención " con el FMI en la cual se solicitaban los primeros U$S 80 millones, como contrapartida el Uruguay se comprometía a reducir los créditos internos para reducir la inflación y una serie de puntos como tarifas aduaneras pero ninguna referencia a los salarios. Durante el Gobierno se realizarán dos cartas más. En realidad el inicio de esta política no fue auspicioso debido a circunstancia que se presentaron: las inundaciones de 1959, la sequía de 1960 que sumadas a una plaga de langostas tuvieron graves consecuencias en la producción agropecuaria y el colapso de la producción hidroeléctrica. También hubo grandes reclamos sociales.
Los reclamos sociales y la Unidad Sindical.
La aplicación de la política económica aceleró el proceso de unidad que estaba desarrollando a nivel sindical. Ya desde mediados de 1950, simultáneo con los primeros aspectos visibles de la crisis el movimiento sindical comienza un proceso de unidad. Este proceso era complejo debido a los grandes enfrentamientos y luchas entre sectores desde los orígenes mismos del sindicalismo donde se discutía posturas distintas, algunas inmediatas y otras y otras bases para cambios profundos en la sociedad. Se establece en 1955 una Comisión Coordinadora pro Central Unica y en mayo de 1959 una Asamblea Consultiva sobre Central única. En forma simultánea una definición política clara anti fondomonetarista. La crisis económica trajo paralización industrial, inflación aceleran el proceso y en junio de 1961 se acoró establecer una Central de Trabajadores del Uruguay tratando de separarse de cualquier dogmatismo.
El Estado y el conflicto ideológico de la Guerra Fría.
Luis Batlle Berres siempre se jactó de que en Uruguay el Comunismo actuando en total libertad había perdido caudal electoral. Nuestro país fue el único país de América Latina en el cual el Partido Comunista actuó libremente y legalmente durante la escalada más dura de la misma. Esto cambió rotundamente durante el gobierno blanco el cual simultáneamente a la Revolución Cubana triunfante cominza a sobrevolar un anticomunismo creciente. A esto se debe sumar la Visita que hace el Presidente de los Estados Unidos General Dwight Eisenhower en marzo de 1960. Luego de esto comienzan acciones anticomunistas en el Uruguay, represión policial a las manifestaciones sindicales, surgen varios sindicatos amarillistas. Se producen los primero muertos, el má sonado el del prof. Arbelio Ramirez luego del discurso de Ernesto "che" Guevara en el paraninfo de la Universidad. Había políticos involucrados en la escalada anticomunista, Benito Nardone que fue presidente del Consejo en 1960 era uno de los más activos aunque también existían intervenciones directas de la CIA. Una oficina estaba establecida en Montevideo y su director E. Howard Hunt relata sus actividades en "Memorias de un Espía" su autobiografía. Luis Batlle se enfrenta a la postura de Nardone y este lo define como "Comunista Chapa 15".
Ver:
Demasi, Carlos. El preambulo. Los años 60 en El Uruguay de la dictadura.EBO. Montevideo 2004. Pág 7 -14
Ciausullo, Aldo L. Evocación de Grauert. Opinar. Montevideo, Jueves 22 de octubre de 1981
Hierro Gambardella,L.No dejaremos que Grauert muera. Opinar Montevideo, Jueves 29 de octubre de 1981
Enrique Rodríguez Fabregat: pueblo, multitud, revolución. Editorial Claridad Buenos Aires 1948.



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