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sábado, 4 de julio de 2020

El segundo colegiado blanco.



EL SEGUNDO COLEGIADO BLANCO (Tomado de la web)



"La labor del segundo colegiado blanco se vio paralizada por la búsqueda de acuerdos para poder tener mayorías en el parlamento y por los enfrentamientos dentro del propio partido gobernante (enfrentamiento de herreristas y ubedistas, separación del Movimiento de Rocha de la UBD, etc). Estas múltiples divisiones, agravadas por el fallecimiento de Nardone y de Fernández Crespo, líderes del ruralismo y de la UBD respectivamente, debilitaron al gobierno que no pudo hacer frente al deterioro de la economía.
La división de los partidos tradicionales en corrientes y listas asumía características cada vez más complejas. Para gobernar se requería entrar en negociaciones para lograr apoyo y esos acuerdos implicaban, generalmente, un reparto de cargos.
Para obtener respaldo en las cámaras y aprobar el presupuesto, la UBD tuvo que recurrir al apoyo de la lista 99 (colorada) y del Partido Demócrata Cristiano. La interpelación a los ministros blancos de Hacienda (Salvador Ferrer Serra) y de Ganadería (Wilson Ferreira Aldunate) por los propios senadores blancos, demuestra el grado de diferencias que había dentro del partido gobernante.
Durante el segundo colegiado blanco, en 1963, se dio a conocer el informe de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE). Esta había sido creada en 1959 con el objetivo de que hiciera un análisis de los problemas del Uruguay y recomendar soluciones. La CIDE hizo un diagnóstico del estancamiento económico encontrando sus causas en:
-el estancamiento del agro provocado por el latifundio, el minifundio y la falta de tecnología.
-la falta de competencia de la industria nacional que dependía de insumos importados (combustibles, maquinaria) y que producía para un mercado interno pequeño.
-el enfrentamiento de los grupos de presión para mantener o mejorar su situación.
- la inflación.
Las causas del estancamiento no eran coyunturales sino estructurales; sólo un cambio de la estructura económica, y especialmente de la explotación agropecuaria, podía revertir la situación, según el informe.
El análisis y las propuestas de la CIDE se enmarcaban dentro de la teoría “desarrollista” que en esos años se difundió en América Latina y que tenía entre sus impulsores a la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) y al economista argentino Raúl Prebisch. Esta teoría económica se centraba en la necesidad de planificar el desarrollo de los países. Las exitosas experiencias de economía planificada de los países socialistas y de algunos países de Europa Occidental en la posguerra, servían de ejemplo.
La CIDE propuso un plan de desarrollo cuyo primer paso era lograr un acuerdo entre los empresarios, los sindicatos y el gobierno para mantener fijas durante un años las tarifas públicas, los salarios y los precios . Luego se debían encarar reformas a fondo empezando por una reforma agraria ( con distribución de tierras y apoyo tecnológico), y siguiendo por la reforma del sistema bancario, la educación y la seguridad social. Una de las figuras destacadas del colegiado blanco, el Ministro de Ganadería Wilson Ferreira Aldunate, presentó en octubre de 1964 un plan de “vuelta al campo”, que incluía un proyecto de reforma agraria. La Asociación Rural se manifestó en contra y el proyecto, como otras de las reformas propuestas por la CIDE, no fue aprobado.
PROFUNDIZACIÓN DE LA CRISIS ECONOMICA Y SOCIAL
En el año 1965 la situación económica y social empeoró. En primer lugar se hicieron sentir las consecuencias de una intensa sequía que perjudicó al sector agropecuario. Por otra parte se produjo una crisis bancaria que provocó la quiebra del Banco Regional y del banco Transatlántico.
El estancamiento agropecuario. La crisis del sector agropecuario se venía arrastrando desde mediados de la década del 50. Durante el primer colegiado blanco (1958.1962) se había intentado abandonar el dirigismo estatal implantándose una política con orientaciones del liberalismo económico, pero no se había logrado salir de ese estancamiento. Durante el segundo colegiado blanco (1962-1966) se intentó aplicar el proyecto de la CIDE de orientación desarrollista, pero el resultado tampoco era bueno, más teniendo en cuenta que parte del proyecto ni siquiera se aplicó.
Del estudio realizado por la CIDE se desprendía que el crecimiento de la producción agropecuaria entre 1959 y 1961 era del 1,6% anual; se necesitarían 44 años para que la producción se duplicara. El mayor desarrollo se había dado en la agricultura para industrializar: lino, girasol, arroz, etc. En cuanto a la ganadería se había estancado la producción de ganado para carne, había crecido muy poco la producción de lana y el mayor crecimiento correspondía a la lechería. Desde hacía varias decenas de años el ganado vacuno estaba en alrededor de 8 millones de cabezas.
Cada vez era más evidente el atraso tecnológico y la mala distribución de las tierras. En Uruguay una res necesitaba entre 4 y 5 años para estar apta para faenar y la tasa de reproducción anual era de 56% (72% era en Argentina y 85% en Australia). Para obtener una tonelada de carne en el frigorífico, se necesitaba mantener en pastoreo 26 vacunos, mientras en Argentina bastaba con 17 animales. En cuanto a la tenencia de la tierra se mantenían el latifundio y el minifundio.
Los problemas de la industria.   La reforma cambiaria de 1959 le había quitado a la industria parte de la protección que recibía del estado. En 1963 la industria producía la mitad de lo que le permitía su capacidad. Había bajado la producción y por lo tanto también habían bajado las oportunidades de empleo. A haber menos empleo había menos consumo y como la industria producía para el mercado interno, descendía el consumo y en consecuencia seguía bajando la producción.
Las industrias dinámicas, que se habían desarrollado en base al proteccionismo del estado durante el neobatllismo, fueron las que tuvieron más problemas, especialmente las industrias del caucho, la metalúrgica y las de fabricación de equipos eléctricos.
En los años 60 se observan las siguientes características de la industria uruguaya:
a) en las industrias tradicionales predominaban establecimientos grandes con gran concentración de trabajadores, mientras en las industrias dinámicas predominaban los establecimientos medianos (menos de 100 trabajadores) o pequeños (menos de 20 trabajadores).
b) escasa importancia de la industria nacional en las exportaciones, con la excepción de la industria de la carne y de la lana.
c) mantenimiento de técnicas tradicionales y bajos niveles de eficiencia de las instalaciones, lo que reducía la calidad de los productos y su competitividad.
El desarrollo de los bancos y las actividades especulativas.   A partir de la reforma cambiaria impulsada por el ministro Azzini durante le primer colegiado blanco, se multiplicó la cantidad de bancos instalados en Uruguay. En 1963 había 63 bancos privados con cerca de 500 sucursales en todo el país. Esta cifra era desproporcionada teniendo en cuenta la población que tenía el Uruguay. Promedialmente había un banco cada 4.500 habitantes, mientras en Argentina había uno cada 14.000 habitantes. Además se instalaban otro tipo de negocios financieros conocidos como “casas bancarias”, cuyo funcionamiento no estaba regulado por la ley y por lo tanto carecían de control.
Gran parte de las actividades realizadas por los bancos privados y las casas bancarias giraban en torno a la especulación:
a) especulaban con la compra y venta de moneda extranjera.
b) intermediaban en la especulación de otros, otorgando créditos a los estancieros mientras estos retenían sus productos y no los exportaban presionando al gobierno para que devaluara la moneda nacional. Los grandes productores almacenaban la lana en los galpones y obtenían el préstamo para continuar sus actividades y el gobierno que necesitaba que se hicieran las exportaciones para que ingresara moneda extranjera que se volcaba al pago de las importaciones, debía ceder devaluando el peso uruguayo. De esta manera los estancieros exportadores obtenían mayor cantidad de pesos uruguayos por los dólares que recibían de su exportación. La devaluación también le servía a los bancos que especulaban con la compra y venta de moneda extranjera.
c) eran el vehículo a través del cual se producía la fuga de capitales, es decir la salida del país para invertir en otros países de dinero obtenido en la producción dentro del Uruguay. Ese dinero no se reinvertía dentro del país (por ejemplo mejorando la tecnología o pagando mejores salarios a la mano de obra calificada) sino que se enviaba a través de los bancos hacia el exterior, generalmente a depositar en lugares donde se pagaba mayor interés por los depósitos.
Las actividades especulativas sin freno en medio del estancamiento del país provocaron una crisis bancaria. En abril de 1965 uno de los bancos privados más importantes, el Banco Transatlántico, no pudo hacer frente a sus compromisos y quebró. El temor de que se produjera una corrida de los depositantes para retirar sus depósitos en otros bancos (porque a la caída del Banco Transatlántico podía seguirla la caída de otros) llevó al estado a intervenir varios bancos y establecer que el Banco República sería garantía de los depósitos hechos en los bancos privados. Los bancos permanecieron cerrados durante dos semanas para evitar los retiros de depósitos. También se establecieron mayores controles sobre las operaciones de los bancos. El resultado fue que disminuyó la cantidad de bancos, pero no la especulación que se concentró en menos manos y sobretodo en casas bancarias extranjeras con filiales en Uruguay que se vieron menos afectadas por la crisis bancaria.
Problemas sociales.  Mientras los precios subían (88% en 1965) los salarios bajaban. Tomando como base 100 en el año 1957, el salario real bajó a 80 en 1966. Mientras algunos sectores privilegiados aumentaron sus ingresos en forma permanente, otros, como las clases medias y bajas, que tenían ingresos fijos (salarios), sufrieron el impacto de la inflación. Comenzó a difundirse el trabajo “informal” al margen de la legalidad, la subocupación y el doble empleo para poder complementar los salarios bajos. En los alrededores de Montevideo se empezaron a ver asentamientos precarios, “los cantegriles”, donde proliferaba la miseria que era engrosada por la permanente migración del interior hacia la capital buscando mejores condiciones de vida.
El “éxodo rural”, traslado de población hacia las ciudades, y en el caso de Uruguay especialmente hacia Montevideo, se mantuvo y acentuó en esos años. En 1950 la población rural era el 20% de la población total del país. En 1960 había descendido al 15% y diez años después, en 1970 bajó al 11%.
La organización sindical había progresado tanto entre los obreros industriales como entre los “cuellos blancos” o sea los trabajadores de oficinas, como bancarios, funcionarios públicos, etc. A fines de la década del 50 se reinició el diálogo entre las diversas organizaciones sindicales tratando de formar una central única que reuniera a todos los sindicatos para lograr mayor fuerza en sus reivindicaciones. Esta central única se concretó en 1964 con la formación de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT).
En el interior y en las zonas rurales la sindicalización de los trabajadores era difícil y existía una fuerte represión realizada por los sectores patronales. Quienes intentaban formar sindicatos eran despedidos y circulaban “listas negras” con nombres de sindicalistas que no eran tomados para ningún empleo. A pesar de esto se hicieron esfuerzos para lograr la organización en aquellos lugares donde se concentraban cantidades considerables de trabajadores. Un ejemplo es la creación de la UTAA, Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas, integrada por los cañeros que trabajaban en la recolección de caña de azúcar en el norte del país. La UTAA organizó varias “marchas de cañeros” hacia la ciudad de Montevideo para dar a conocer sus malas condiciones de vida.
También los estudiantes se movilizaban a través de la FEUU, Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, reclamando no sólo por todo aquello que los afectaba como estudiantes sino por transformaciones económicas y sociales. Llevaron acciones conjuntas con los sindicatos de trabajadores poniendo en práctica la consigna “obreros y estudiantes unidos y adelante”.
LA REFORMA CONSTITUCIONAL Y LAS ELECCIONES DE 1966
Los sectores políticos predominantes, al no hallar solución a la crisis, culparon a la constitución de los males del país y se plantearon su reforma. La población, que había recibido con frialdad la reforma anterior, la del año 1952, no sentía atracción por el sistema colegiado y lo veía como un organismo irresoluto, donde se discutía mucho y se resolvía poco. Por lo tanto desde diversos sectores políticos se impulsó la reforma de la constitución.
En las elecciones de noviembre de 1966 se presentaron cuatro proyectos de reforma, conocidos por el color de la papeleta con los que se votaba:
- la reforma amarilla iniciada por algunos sindicatos y apoyada por el Partido Comunista que proponía volver al Poder Ejecutivo unipersonal, eligiendose el presidente en hojas separadas a las de diputados y senadores, y eliminaba las medidas prontas de seguridad para quitarle poder al presidente.
- la reforma gris inicialmente presentada por el Partido Nacional y que proponía volver al Poder Ejecutivo unipersonal aumentando los poderes del presidente y limitando algunos de los derechos individuales.
-la reforma rosada presentada inicialmente por el Partido Colorado, también proponía volver al ejecutivo unipersonal y aumentaba los poderes del presidente, pero fue dejada de lado al lograrse un acuerdo entre sectores colorados y blancos que dio origen al cuarto proyecto de reforma:
- la reforma naranja que fue que obtuvo el apoyo de la mayoría de los votantes (el 75% de quienes votaron). La reforma establecía significativos cambios en el Poder Ejecutivo: se eliminó el Consejo de Gobierno y se volvió al sistema unipersonal, o sea un Presidente, que sería electo cada 5 años y no podía ser reelecto. Acompañaban al presidente en su actuación un ministro, varios de ellos o el Consejo de Ministros.
La nueva constitución amplió las potestades del Poder Ejecutivo. Le dio la iniciativa exclusiva para presentar leyes referidas al orden económico y financiero del país (por ejemplo para aumentar el número de empleos públicos, aumentar los gastos del estado), la posibilidad de vetar leyes aprobadas por la Asamblea General (veto que ésta podía levantar pero con 3/5 de legisladores). Además el presidente podía enviar proyectos de ley de “urgente consideración” a la Asamblea y ésta tenía un plazo perentorio para rechazarlos, sino quedaban automáticamente aprobados. También incrementó el control del poder Ejecutivo sobre los entes autónomos.
El mismo día que se plebiscitó la reforma constitucional se celebraron las elecciones para elegir presidente. Continuaba acrecentándose la división la fragmentación interna de los partidos tradicionales: los colorados presentaron cinco candidaturas a la presidencia y los blancos tres. Bajo el mismo lema, blanco o colorado, se presentaban tendencias muy distintas y hasta contradictorias.
En el Partido Colorado el sublema Unión Colorada y Batllista, llevaba como candidato a la presidencia a Óscar Gestido, general retirado que había logrado el respaldo de la opinión pública por su buena administración como director de PLUNA y de AFE. Por su parte la lista 15 postulaba a Jorge Batlle quien tenía una propuesta económica liberal alejada del tradicional batllismo y de la propuesta original del quincismo fundado por su padre Luis Batlle Berres. La lista 99 postulaba a Zelmar Michelini quien se mostraba partidario de la planificación estatal y aplicar políticas de mayor justicia social. Había otras dos candidaturas coloradas que eran partidarias de mantener el sistema colegiado del Poder Ejecutivo: Amílcar Vasconcellos y Justino Jiménez de Aréchaga.
En el Partido Nacional se presentaban como candidatos a la presidencia: Martín Etchegoyen por una alianza de ex-ubedistas, herreristas y ruralistas; Alberto Gallinal por el Movimiento Nacional de Rocha y Divisa Blanca; Alberto Heber por el herrerismo.
En los partidos de izquierda también se observó la fragmentación y el Partido Socialista concurrió a las elecciones con dos tendencias: una moderada encabezada por Emilio Frugoni y otra más radical que proponía como presidente a José Pedro Cardozo. Como en el año 1962 se presentó una coalición de grupos encabezados por el Partido Comunista bajo el lema FIDEL.
Los sectores cristianos también fueron divididos: un sector más cercano a la izquierda (el Partido Demócrata Cristiano) y otro conservador (el Movimiento Social Cristiano).
Las elecciones del 27 de noviembre de 1966 dieron ganador a Óscar Gestido, interpretandose este hecho como la búsqueda de una autoridad fuerte ( por la formación militar del candidato) y una administración seria (por sus antecedentes en la administración de PLUNA y AFE).
Gestido designó un consejo de ministros que mostraba la ambiguedad de la política a seguir; había un desarrollista como Luis Faroppa en la Oficina de Planeamiento y un liberal como Carlos Vegh Garzón en el Ministerio de Economía. El aumento de la inflación provocó movilizaciones populares y la respuesta de Gestido fue implantar las medidas prontas de seguridad, lo que significaba suspender los derechos individuales. Esto provocó la renuncia de una parte de los ministros. El 23 de octubre Gestido anunció modificaciones importantes en la economía: se designó ministro a Cesar Charlone (había sido ministro de Gabriel Terra) y se decretó una fuerte devaluación del peso. Enseguida llegó al país una misión del Fondo Monetario Internacional. Parecía que Gestido iba a incluir a Uruguay en la política económica fondomonetarista.
Pero no tuvo tiempo de ver su obra porque el 6 de diciembre de 1967 falleció, cuando apenas hacía seis meses que había asumido la presidencia"


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