“¡Dejemos,
pues a los agitadores que se agiten y agiten mientras su actividad no salga del
campo del derecho! Dejemos que sus ideas por atrevidas que nos parezcan circulen
y se propaguen y se discutan, que de la discusión de la ideas siempre ha
brotado la luz que a alumbrado el provenir de los pueblos” Domingo Arena.
“Convénzase;
la mejor manera de perseguir un gran objetivo, es no desearlo demasiado y
coaligar honestamente para alcanzarlo el mayor número de intereses. ¡La
angurria y la impaciencia suele ser el lote de los fracasados!” José Batlle y
Ordóñez a Domingo Arena
L
a cuestión obrera y el desarrollo de la socialdemocracia en el Río de la Plata a principios del siglo XX son temas fundamentales para entender el desarrollo político, económico y social de la región. Durante ese período, tanto en Argentina como en Uruguay, el movimiento obrero creció rápidamente como respuesta a la transformación industrial y al influjo de inmigrantes europeos, muchos de los cuales traían consigo ideas socialistas, anarquistas y comunistas. A comienzos del siglo XX, el proceso de industrialización en ciudades como Buenos Aires y Montevideo impulsó la creación de una nueva clase obrera, concentrada en fábricas, talleres y puertos. Las malas condiciones laborales, las largas jornadas y los bajos salarios fomentaron la organización sindical y la politización de los trabajadores. Miles de inmigrantes provenientes de Italia, España y otros países llegaron al Río de la Plata, trayendo consigo tradiciones sindicalistas y tendencias ideológicas como el socialismo y el anarquismo. Estas ideas encontraron un terreno fértil en las masas urbanas obreras. Organizaciones como la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y, más tarde, la Unión General de Trabajadores (UGT), jugaron un papel central en la organización de huelgas y la articulación de demandas obreras. En Uruguay, la Unión Obrera Regional del Uruguay (UORU) cumplió una función similar.Desarrollo de la socialdemocracia
En Argentina, el Partido Socialista (fundado en 1896 por
Juan B. Justo) se convirtió en una fuerza política importante. Este partido
buscaba articular los intereses obreros con una estrategia reformista basada en
la participación electoral y la promoción de reformas sociales progresivas, como
leyes laborales, educación pública y salud. En Uruguay, Emilio Frugoni fundó en
1910 el Partido Socialista del Uruguay, que también adoptó un enfoque moderado
y democrático para promover el bienestar de los trabajadores. Los socialistas
utilizaron periódicos como La Vanguardia en Argentina y Justicia
en Uruguay para difundir sus ideas. Además, fomentaron iniciativas educativas
como la creación de bibliotecas y escuelas populares para elevar el nivel
cultural de la clase trabajadora. La socialdemocracia enfrentó tensiones
internas y externas, especialmente con los movimientos anarquistas y
comunistas, que consideraban insuficientes las estrategias reformistas y
preferían una transformación revolucionaria del sistema. Algunos escritos
fundamentales de esta época incluyen:
- "Teoría
y práctica de la historia" (Juan B. Justo), donde se analiza la lucha
de clases desde una perspectiva marxista reformista.
- Las
publicaciones en periódicos como La Protesta (anarquista) y La
Vanguardia (socialista), que reflejan las tensiones ideológicas en el
movimiento obrero.
- Los
discursos de figuras como Alfredo Palacios, el primer diputado socialista
en América Latina, quien promovió leyes laborales pioneras.
La socialdemocracia humanista y progresista y el movimiento
obrero del Río de la Plata dejaron un legado importante. Lograron avances
significativos en legislación laboral, sindicalización y el reconocimiento de
los derechos de los trabajadores. A su vez, sentaron las bases para los debates
sobre el rol del Estado en la justicia social, que siguen siendo relevantes en
la actualidad. El desarrollo del movimiento obrero en Uruguay y el surgimiento
del batllismo son fenómenos interrelacionados que marcaron la primera mitad del
siglo XX en el país. Durante este período, la clase trabajadora uruguaya se
consolidó como un actor político y social relevante, mientras que el batllismo,
liderado por José Batlle y Ordóñez, incorporó muchas de las demandas populares
y avanzó en la construcción de un Estado moderno y socialmente inclusivos
Primeras organizaciones sindicales: A finales del siglo XIX
y principios del XX, los trabajadores comenzaron a organizarse en gremios y
sindicatos influenciados por el sindicalismo europeo, especialmente el
anarquista. Un ejemplo temprano fue la formación de la Unión Obrera Regional
del Uruguay (UORU), vinculada a la corriente anarcosindicalista y con fuerte
presencia en sectores como los portuarios, carpinteros y gráficos. En 1905 se
fundó la Federación Obrera Regional Uruguaya (FORU), que también seguía
principios anarquistas y jugó un papel importante en la organización de huelgas
generales y demandas colectiva. Las principales demandas de los obreros en esta
etapa eran la reducción de la jornada laboral (de 12-14 horas a 8 horas), la
prohibición del trabajo infantil, mejores salarios y condiciones de seguridad
en los lugares de trabajo. Las huelgas se convirtieron en herramientas
fundamentales de lucha. Por ejemplo, la huelga general de 1911 marcó un punto
de inflexión, consolidando la capacidad del movimiento obrero de presionar al
Estado y al empresariado. Mis antepasados, al igual que Arena, llegaron al país
desde el sur de Italia en las últimas décadas del siglo XIX. A diferencia de
Don Domingo un anarquista romántico, eran anarquistas radicales y finalmente
fueron batllistas en las primeras décadas del siglo XX. El anarquismo fue
hegemónico en los primeros años del movimiento obrero, promoviendo la acción
directa, la autonomía de los trabajadores y el rechazo a la política
institucional. Sin embargo, hacia las décadas de 1910 y 1920, el socialismo
comenzó a ganar terreno, liderado por figuras como Emilio Frugoni, quien fundó
el Partido Socialista del Uruguay en 1910. Este partido promovía una vía
electoral y reformas dentro del sistema democrático
El inicio del batllismo
José Batlle y Ordóñez: Batlle fue presidente en dos
períodos: 1903-1907 y 1911-1915. Durante su mandato, impulsó reformas sociales
y económicas que buscaban modernizar el país y reducir las desigualdades. Su
proyecto político, conocido como batllismo, marcó un antes y un después en la
política uruguaya. Aunque provenía del Partido Colorado, Batlle adoptó muchas
ideas progresistas y socialdemócratas, buscando reconciliar las demandas
obreras con el capitalismo reformado.
Reformas sociales y laborales: El batllismo fue pionero en
América Latina en implementar un Estado de bienestar. Entre sus medidas más
importantes se encuentran: Ley de la jornada de 8 horas (1915): Una conquista
central del movimiento obrero y una de las primeras de su tipo en el
continente. Seguro de enfermedad y accidentes laborales: Garantizó cobertura
médica y compensaciones económicas para los trabajadores. Prohibición del
trabajo infantil y regulación del trabajo femenino. Creación de empresas
públicas: Batlle nacionalizó sectores clave, como el Banco República y los
servicios eléctricos, asegurando que los beneficios económicos se destinaran al
bienestar colectivo. Relación con el movimiento obrero: El batllismo tuvo una
relación proactiva con los trabajadores. Por un lado, adoptó muchas de sus
demandas y promovió políticas redistributivas; por otro, buscó debilitar la
influencia del anarquismo, al que consideraba una amenaza para el orden social.
La postura de Batlle favoreció el sindicalismo reformista frente al
anarcosindicalismo. Esto permitió que el socialismo ganara adeptos dentro del
movimiento obrero y que el Estado se convirtiera en un mediador clave en los
conflictos laborales.
El alejarse del obrero, del trabajador de servicios, de los
barrios y del principio avancista para solucionar los conflictos que importan
al ciudadano fue la causa principal de la debacle electoral del batllismo.
Revertirlo es trabajar en esos aspectos.
Ver:
Arena, D. Batlle y
los problemas sociales en el Uruguay. Biblioteca Rodó. Montevideo 1939
Lagrotta, M. Domingo Arena: realidades y utopías.
Arca. Montevideo. 2010.
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