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domingo, 26 de agosto de 2012

Los origenes intelectuales del batllismo: El pensamiento de Vázquez y Vega


1875: "Las Sociedades Literarias"
 En la primera conferencia que conocemos de Prudencio Vászquez y Vega. Las Sociedades literarias, publicada en el periódico fundado por Teófilo Daniel Gil, "La voz de la Juventud", encontramos presentes los temas y el estilo del autor y de la generación que logró nuclear en torno a su voz. Voz de la juventud, como el nombre del periódico en que aparecen sus primeras publicaciones, de una juventud que ya en 1875 se expresa de un modo distinto a como lo hacía la generación anterior. Estas sociedades literarias de que habla Vázquez y Vega son ya la expresión uruguaya de una renovación radical asumida por un grupo juvenil: el desarrollo de la ciencia no es independiente de la libertad; no hay progreso sin pureza cívica; no hay cultura social sin justicia.
Los violentos acontecimientos de comienzo de 1875, la ruptura de las instituciones y de la paz, que ahora se veían nuevamente sustituidas por las fórmulas de la fuerza como único medio de apuntalar el orden económico y el orden social, hicieron que, de aprte de algunos jóvenes, se proclamase que el progreso aislado de la libertad y de la justicia, aislado por lo tanto del derecho, era solo llanto para la patria.
El comienzo del discurso de Vázquez no puede ser más claro: "La patria llora y el progreso general sonríe. El pueblo oriental permanece enmudecido, en tanto que la ciencia se desarrolla y marcha. El ciudadano gime porque se le usurpan sus derechos; y el amigo de las sociedades científicas y literarias, corre a quemar incienso a sus altares; ved, pues, la antítesis que pone en revolución mi espíritu y agita sin cesar mi pensamiento"
Esta antítesis, esta contradicción, son insoportables. Esto que siente es un revolución del espíritu y del pensamiento, es su reacción que analiza los acontecimientos para poner en evidencia la falsedad de un progreso con nombres esclavizadores y de un derecho con una constitución derribada.
"El Club Fraternidad no tiene más fin que el legítimo de la perfección del hombre(...)los principios más fecundos de la cultura social por eso constituye el destello más brillante de la civilización progresiva del pueblo"
El progreso se legitima por la perfección del hombre. Las asociaciones de hombres para el desarrollo de la ciencia no pueden prescindir de este objetivo, el único legitimante. Así lo prueba la historia de la cultura. Vázquez y Vega  da los ejemplos en Grecia y Europa estan los modelos:" vereís en las sociedades literarias el vínculo de unión de los más ilustres pensadores, los centros luminosos que han irradiados siempre magníficas ideas y bellísmos principios"(...)"mi amor por esas sociedades es inmenso, y este amor es inmenso porque existe en mi alma una tendencia innata, una aspiración sublime, tendencia y aspiración que se encuentran realizadas en las sociedades como el  Club Fraternidad, en todo centro cietífico donde se aspire sin esfuerzo el ambiente purísimo de los conocimientos humanos"
Ciencia, amor al conocimiento y al semejante, el conocimiemto identificado con la pureza del ideal de la humanidad, conciencia de la totalidad para la libertad y para la justicia: estos son temas centrales constantes del pensamiento krausista que leen en las traducciones del krausismo español de la década del setenta. Tengamos presente que en este Club Fraternidad del barrio La Aguada está integrado por José Batlle y Ordóñez, con 18 años, el que será, pocos años después el nuevo conductor de su generación.

En 1871, en los salones del Club Universitario, se inicia otra etapa de nuestra vida cultural, se replantea allí nuevamente la cuestión religiosa. Este club fue el preludio del “Ateneo”, y en su momento llenó un vacío cultural importante qu
e dio un lugar a la adormecida intelectualidad universitaria. En 1872, en el mes de junio, se crea el Club Racionalista, para luego en 1878, establecerse el Ateneo. Como ubicación histórica política, nos encontramos en pleno gobierno del Coronel. Lorenzo Latorre y que José Pedro Varela desarrolla la Reforma Escolar, entorpecido por la Iglesia Católica. Los racionalistas de la Generación del 78 van a llevar adelante una etapa de agitación profunda en diversos campos. Surgen con el fin de lleva a la realidad las nuevas posiciones filosóficas y se sostienen en una importante variedad de publicaciones anticatólicas entre las que cabe destacar: “La Razón”, “El Correo Uruguayo”, y “El Espíritu Nuevo”. Todo giraba en la impugnación filosófica del cristianismo. Tenemos entonces tres grandes problemas en el Uruguay de fines del Siglo XIX:-Problemas sociales entre empresarios extranjeros, aristocracia criolla conservadora y un proletariado emergente.-Una dictadura militar que impedía un normal desarrollo de la libertad de expresión.-La captación de nuevas corrientes filosóficas y políticas y su aplicación a nuestra problemática, dificultada por el tipo de gobierno de transición hacia el civilismo.Cada generación está integrada por la circunstancia que la rodea y por su propia potencialidad. Surge la figura de Prudencio Vázquez y Vega[1] desde su cátedra de profesor de filosofía en el Ateneo, redactor de “La Razón” y del “Espíritu Nuevo”. Fue el principal doctrinario de la promoción racionalista de 1878. Sostenía que era imposible para una persona con convicciones liberales y democráticas, colaborar con el régimen de ipso establecido en el país. Comienza así a configurarse una generación que verá la importancia de las ideas como sostén filosófico e ideológico de las acciones concretas. En general los integrantes del Ateneo rechazaron el positivismo y el realismo creyendo en la verdad absoluta de los principios racionales, sobre los cuales fundaban el orden y la conducta. Fuera del Ateneo, ciudad ofrecía un triste espectáculo, al decir de Zum Felde, dominaba el cuartel y la oposición del Club Católico. El Ateneo, aun cuando no fuera un centro de finalidad anticatólica profesaba, oficialmente, el libre examen racional como norma de todos los problemas, desarrollando una ardorosa campaña en pro de la libertad de pensamiento contra el dogmatismo de la Iglesia Católica.En 1878 se produce una verdadera revolución en las ideas marcada por el acoso a la dictadura de Latorre por la prédica liberal punzante. Tomemos el caso del “Espíritu Nuevo” fundado el 17 de noviembre de 1878 que reunía como colaboradores entre otros a Eduardo Acevedo, Francisco Soca, P. Vázquez y Vega y José Batlle y Ordóñez. En la página editorial del primer número del “Espíritu Nuevo” se establecen las dificultades del momento:“La idea de dar a luz un periódico científico-literario ha sido puesta en marcha entre nosotros con más o menos éxito. Estas tentativas han nacido de la necesidad de estimular la inteligencia de la juventud(...)es entonces que nace, como consecuencia lógica del periódico o del diario que ha de servir de órgano a las ideas(...) Es una verdad para todo el que conozca la historia, que la revolución americana sólo se ha realizado hasta aquí en la esfera de la política. Los problemas sociales, que como consecuencia lógica nacieron con ella, están aún por resolverse(...) La Revolución asume pues un nuevo aspecto y penetra en el terreno de las ideas(...)(y) se extenderá a todas las manifestaciones de la actividad intelectual(...) Entonces habrá llegado la hora de la transformación. Un nuevo espíritu descenderá sobre la tierra...”En este primer número encontramos un artículo firmado por José T. Piaggio titulado: “El espiritualismo y el materialismo ante el tribunal de la conciencia” que se leyó en la Sociedad Universitaria. En la introducción sostiene: “Necesitamos fortalecer nuestras ideas, el medio más favorable a tal objeto es la discusión libre y razonada(...)bien sabemos que con la discusión se aclaran y se retemplan las ideas; se hace la luz, se progresa”. Se aprecia en el artículo de Piaggio el manejo de textos de Krause y de Ahrens. Para Krause, discípulo de Kant, el derecho es el conjunto de condiciones necesarias para que el hombre alcance el fin común. La influencia de Krause y de Ahrens en la generación de jóvenes liberales del Ateneo, se basó en que exponían en una forma sencilla las ideas de libertad, tanto en relación al estado como en relación a la Iglesia Católica. La obra de Krause la ubicamos en las primeras décadas del Siglo XIX, en una Alemania que buscaba su unidad y su identidad nacional. En la misma línea ideológica encontramos a Fichte, con sus “Discursos a la nación alemana” y al idealismo de Hegel. Los tres convergen en el estado y en su papel frente a la sociedad.El liberalismo de Krause y de Ahrens se identifica con un humanismo tolerante y con un distanciamiento cierto de la Iglesia Católica. Es importante tomar contacto con la concepción de Ahrens sobre el Estado.
Ver. Lagrotta, MIguel: Domingo Arena : realidades y Utopías.
       Anastasía, Luis Victor. Los grandes temas del pensamiento de Vázquez y Vega.

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