Después del muro de Kristina Spohr es un libro que narra cómo se reconstruyó el mundo tras el fin de la Guerra Fría en 1989, con la caída del Muro de Berlín y la represión de las protestas en la plaza de Tiananmén. Se basa en fuentes inéditas y ofrece una perspectiva global y comparativa de los acontecimientos que transformaron el orden mundial y dieron lugar al mundo actual. Analiza el papel de los líderes internacionales que colaboraron para reinventar las instituciones y configurar el nuevo
equilibrio de poder, así como las consecuencias de sus decisiones para el futuro de la democracia, los derechos humanos y el medio ambienteEl libro utiliza fuentes
inéditas procedentes de numerosos países, como archivos personales, memorias,
diarios, cartas, entrevistas y documentos oficiales. Los archivos personales de
George H. W. Bush, Mijaíl Gorbachov, Margaret Thatcher, Helmut Kohl, François
Mitterrand y Deng Xiaoping. Además:
- Las
memorias de Brent Snowcroft, consejero de Seguridad Nacional de Estados
Unidos, y de Hans-Dietrich Genscher, ministro de Asuntos Exteriores de
Alemania.
- Los
diarios de John Major, primer ministro británico, y de Anatoli Cherniayev,
asesor de Gorbachov.
- Las
cartas entre Bush y Gorbachov, y entre Kohl y Thatcher.
- Las
entrevistas con testigos directos de los acontecimientos, como James
Baker, secretario de Estado de Estados Unidos, y Eduard Shevardnadze,
ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética.
- Los
documentos oficiales desclasificados de Estados Unidos, Reino Unido,
Alemania, Francia, Rusia y China.
Estas fuentes permiten a la autora reconstruir con detalle y
profundidad las negociaciones, las conversaciones y las decisiones que marcaron
el final de la Guerra Fría y el inicio de una nueva era.
La tesis principal del libro Después del muro de Kristina
Spohr es que el final de la Guerra Fría no fue solo el resultado de la caída
del Muro de Berlín y la represión de Tiananmén, sino también de un proceso de
reconstrucción del orden mundial liderado por un grupo de líderes
internacionales que cooperaron para crear un nuevo equilibrio de poder y unas
nuevas instituciones globales. La autora sostiene que este proceso fue
pacífico, creativo y visionario, pero también tuvo consecuencias imprevistas y
problemáticas para el futuro de la democracia, los derechos humanos y el medio
ambiente. El libro pretende ofrecer una visión global y comparativa de los
acontecimientos que transformaron el mundo entre 1989 y 1992, y que siguen
influyendo en el presente.
La tesis del libro, también, se relaciona con el mundo
actual de varias maneras. Por un lado, el libro muestra cómo las decisiones
tomadas por los líderes internacionales entre 1989 y 1992 tuvieron un impacto
duradero en la configuración del orden mundial, las instituciones globales, las
relaciones entre las potencias y los conflictos regionales. Por otro lado, el
libro también revela las consecuencias no deseadas o problemáticas de esas
decisiones, como el surgimiento de nuevos desafíos para la democracia, los
derechos humanos y el medio ambiente, así como la persistencia de tensiones y
rivalidades entre las antiguas y las nuevas potencias.
El proceso de reunificación de Alemania fue un
acontecimiento histórico que se inició con la caída del Muro de Berlín el 9 de
noviembre de 1989 y culminó con la adhesión de la República Democrática Alemana
(RDA) a la República Federal de Alemania (RFA) el 3 de octubre de 1990. Este
proceso implicó complejas negociaciones internacionales, en las que tuvieron un
papel clave los líderes políticos de la época, especialmente el canciller
alemán Helmut Kohl, el presidente soviético Mijaíl Gorbachov y los presidentes
de Estados Unidos George H. W. Bush y Ronald Reagan. Helmut Kohl fue el principal impulsor de la
reunificación alemana, aprovechando la oportunidad histórica que se abrió con
el colapso del régimen comunista de la RDA y el fin de la Guerra Fría. Kohl
presentó un plan de diez puntos para facilitar la transición política y
económica del Este al Oeste, y logró el apoyo de la población alemana mediante
un referéndum. Kohl también se esforzó por convencer a los aliados occidentales
y a la Unión Soviética de que la reunificación alemana no suponía una amenaza
para la paz y la estabilidad de Europa, sino una oportunidad para fortalecer la
integración europea y la cooperación internacional.
Mijaíl Gorbachov fue el líder que permitió la reunificación
alemana, al renunciar a intervenir militarmente en la crisis de la RDA y
aceptar la soberanía y la autodeterminación del pueblo alemán. Gorbachov
también accedió a la retirada de las tropas soviéticas de Alemania y a la
incorporación de la Alemania reunificada a la OTAN, a cambio de garantías de
seguridad y ayuda económica por parte de Occidente.
Los presidentes de Estados Unidos George H. W. Bush y Ronald
Reagan fueron los principales aliados de Kohl en el proceso de reunificación
alemana, al brindarle su respaldo político y diplomático. Reagan fue el que
pronunció la famosa frase “Señor Gorbachov, derribe este muro” en 1987,
anticipando el deseo de libertad de los alemanes del Este. Bush fue el que
negoció directamente con Gorbachov los términos de la reunificación alemana,
asegurando que Alemania permaneciera en la OTAN y que la Unión Soviética recibiera
compensaciones económicas y garantías de seguridad. Bush y Gorbachov también
acordaron reducir sus arsenales nucleares y cooperar en la resolución de otros
conflictos regionales.
Los demás países europeos tuvieron reacciones diversas ante
el proceso de reunificación alemana, que en algunos casos despertó recelos y
temores por el resurgimiento de un poderoso vecino. Francia, bajo el liderazgo
de François Mitterrand, apoyó la reunificación alemana, pero a condición de que
Alemania se comprometiera con el proyecto europeo y la moneda única. Reino
Unido, con Margaret Thatcher al frente, se mostró más escéptico y receloso, y
trató de frenar o retrasar el proceso, temiendo que Alemania se convirtiera en la
potencia hegemónica de Europa.
Alemania enfrentó varios desafíos durante el proceso de
reunificación, tanto a nivel político, económico, social y cultural. Algunos de
estos desafíos fueron los siguientes:
- Políticos:
Alemania tuvo que negociar con las cuatro potencias ocupantes (EEUU, URSS,
Francia y Reino Unido) y con los países vecinos (especialmente Polonia)
las condiciones de la reunificación, que implicaban el reconocimiento de
las fronteras, la retirada de las tropas extranjeras, la pertenencia a la
OTAN y a la Unión Europea, y el desarme nuclear.
- Económicos:
Alemania tuvo que afrontar el costo de la integración de la economía
planificada de la RDA a la economía de mercado de la RFA, que supuso la
introducción de la moneda única, la privatización de las empresas
estatales, la modernización de las infraestructuras, la reestructuración
del sistema fiscal y social, y el aumento del desempleo, la deuda y la
inflación.
- Sociales:
Alemania tuvo que enfrentar las diferencias sociales entre el Este y el
Oeste, que se manifestaron en la brecha salarial, la movilidad laboral, la
calidad de vida, la educación, la salud, la seguridad y la participación
política. También hubo problemas de integración, discriminación, xenofobia
y violencia contra los inmigrantes y las minorías.
- Culturales:
Alemania tuvo que superar las diferencias culturales entre el Este y el
Oeste, que se reflejaron en la identidad, los valores, las actitudes, las
creencias, las tradiciones, el idioma, el arte y la literatura. También
hubo dificultades para preservar la memoria histórica, la reconciliación y
el perdón entre las víctimas y los responsables de las violaciones de los
derechos humanos cometidas por el régimen de la RDA.
Margaret Thatcher no estaba de acuerdo con la reunificación
de Alemania. Al contrario, Thatcher y François Mitterrand juntaron esfuerzos
para impedir, y luego al menos ralentizar y condicionar, el proceso abierto con
la caída del Muro de Berlín. Ambos acudieron a Moscú para intentar parar el
curso de la historia, Thatcher asegurando que la OTAN no quería una Alemania
unida, y Mitterrand ofreciendo una «integración militar» franco-soviética.
Thatcher le dijo al líder soviético Mijaíl Gorbachov: «A Gran Bretaña y a
Europa Occidental no les interesa la unificación de Alemania. Lo que dice el
comunicado de la OTAN puede parecer distinto, pero no lo tenga en cuenta». Su
actitud fue criticada por algunos historiadores como un ejemplo de deslealtad a
un histórico y fiel aliado en la OTAN.
Thatcher se oponía a la reunificación de Alemania por varias
razones, entre las que se pueden mencionar las siguientes:
- Thatcher
temía que una Alemania unida se convirtiera en la locomotora de Europa y
amenazara la paz y la estabilidad del continente, recordando los traumas
de las dos guerras mundiales.
- Thatcher
desconfiaba de la capacidad de Alemania de asumir su responsabilidad
histórica y moral por los crímenes del nazismo, y de respetar los derechos
humanos y las libertades democráticas.
- Thatcher
se sentía más cercana a Estados Unidos que a Europa, y prefería mantener
una alianza transatlántica fuerte frente a una integración europea
profunda, en la que Alemania tendría un papel preponderante.
- Thatcher
defendía el liberalismo económico y el libre mercado, y se oponía al
modelo socialdemócrata y al Estado de bienestar que predominaban en
Alemania y en otros países europeos.
La posición de Thatcher afectó al proceso de reunificación
de Alemania de forma negativa, ya que generó tensiones y desconfianza entre los
aliados occidentales y dificultó el consenso y la cooperación necesarios para
garantizar una transición pacífica y ordenada. Thatcher trató de impedir,
retrasar o condicionar la reunificación alemana, apelando a los temores
históricos y a los intereses nacionales, y buscando el apoyo de Gorbachov para
frenar el proceso. Su actitud fue vista como una deslealtad y una injerencia
por parte de Alemania y de Estados Unidos, que lideraron el proceso de
reunificación con una visión más pragmática y constructiva. Thatcher se quedó
aislada y marginada en el escenario internacional, y perdió influencia y
prestigio como líder política. Su oposición a la reunificación alemana fue uno
de los factores que contribuyeron a su caída como primera ministra en 1990.
Las diferencias entre los líderes políticos en el proceso de
reunificación de Alemania se resolvieron mediante negociaciones diplomáticas,
acuerdos bilaterales y multilaterales, y concesiones mutuas:
- El
28 de noviembre de 1989, el canciller alemán Helmut Kohl presentó un plan
de diez puntos para la reunificación alemana, que incluía la celebración
de elecciones libres en la RDA, la creación de una unión monetaria y
económica, y la adhesión de la RDA a la OTAN y a la Comunidad Económica
Europea.
- El
12 de septiembre de 1990, se firmó el Tratado Dos más Cuatro entre las dos
Alemanias y las cuatro potencias ocupantes (EEUU, URSS, Francia y Reino
Unido), que establecía las condiciones de la reunificación, como el
reconocimiento de las fronteras actuales, la retirada de las tropas
extranjeras, la renuncia a las armas nucleares y la pertenencia a la OTAN.
- El
14 de octubre de 1990, se firmó el Tratado de Unión entre la RFA y la RDA,
que regulaba los aspectos internos de la reunificación, como la
integración política, económica, social y jurídica, la adopción de la
moneda única, la reforma del sistema fiscal y social, y la protección de
los derechos humanos y las libertades democráticas.
- El 3
de octubre de 1990, se hizo efectiva la reunificación de Alemania, con la
adhesión de los cinco estados federados de la RDA a la RFA, y la
celebración de una ceremonia oficial en Berlín, con la presencia de los
líderes políticos de ambos países y de las potencias aliadas.
La Unión Soviética jugó un papel decisivo en el proceso de
reunificación de Alemania, al aceptar la soberanía y la autodeterminación del
pueblo alemán, la retirada de las tropas soviéticas de Alemania, la
incorporación de la Alemania reunificada a la OTAN y la reducción de los
arsenales nucleares. Estas concesiones fueron posibles gracias a la política de
reformas y apertura impulsada por el presidente soviético Mijaíl Gorbachov, que
buscaba mejorar las relaciones con Occidente y superar la crisis económica y
social de la URSS. Sin embargo, la Unión Soviética también tuvo que enfrentarse
a las presiones internas y externas de algunos sectores que se oponían a la
reunificación alemana, temiendo que esta supusiera una pérdida de influencia y
seguridad para la URSS. Por eso, la Unión Soviética exigió algunas garantías y
compensaciones por parte de Alemania y de las demás potencias aliadas, como el
reconocimiento de las fronteras actuales, la ayuda económica y la cooperación
en otros conflictos regionales.
La reunificación alemana afectó a Europa y al mundo de
varias formas: La reunificación alemana fortaleció la integración europea, al
impulsar la creación de la Unión Europea y la moneda única, el euro. También
favoreció la ampliación de la UE hacia el este, al incorporar a los países que
habían formado parte del bloque comunista. La reunificación alemana contribuyó
a la paz y la seguridad en Europa, al eliminar la división entre el Este y el
Oeste, y al fomentar la cooperación entre las antiguas potencias rivales. También
ayudó a resolver algunos conflictos regionales, como el de Irlanda del Norte o
el de los Balcanes. La reunificación alemana generó desequilibrios y tensiones
en Europa, al aumentar el poder y la influencia de Alemania, que se convirtió
en la principal economía y líder político del continente. La reunificación
alemana aceleró el fin de la Unión Soviética, al debilitar el régimen comunista
y al estimular los movimientos nacionalistas y democráticos en las repúblicas
soviéticas. Esto supuso el fin de la Guerra Fría y el inicio de una nueva era
en las relaciones internacionales. La reunificación alemana planteó nuevos
desafíos y problemas para el mundo, como el resurgimiento del nacionalismo, el
extremismo y el terrorismo, la proliferación de las armas de destrucción
masiva, la crisis ambiental y el cambio climático, y la globalización económica
y cultural. El costo económico de la reunificación para Alemania fue muy
elevado, ya que implicó la integración de la economía planificada de la RDA a
la economía de mercado de la RFA, con enormes inversiones en infraestructuras,
privatizaciones, subsidios, pensiones y transferencias fiscales. Según algunos
expertos, el costo total de la reunificación ha sido de unos 2 billones de
euros desde 1990 hasta la actualidad. Un 65% del dinero transferido se destinó
al ámbito social, especialmente a la seguridad social y las pensiones de los
antiguos ciudadanos de la RDA. La reunificación también tuvo un impacto
negativo en el crecimiento económico, el empleo, la deuda y la inflación de
Alemania, que se agravó con la crisis financiera global de 2008. Sin embargo,
la reunificación también ha tenido beneficios económicos a largo plazo, como el
aumento de la productividad, la competitividad, el comercio exterior y la
innovación de Alemania, que se ha consolidado como la principal economía y
líder político de Europa.
Ver:
Lagrotta, M. Apuntes de clase.
Spohr, K. Después del muro. La reconstrucción del mundo tras
1989, Taurus 2019. Pp.19.220.
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