Gramsci y la hegemonía cultural.
Antonio Gramsci (1891-1937) fue un periodista y activista italiano conocido por su influencia en las teorías marxistas. A continuación, se presenta una breve biografía de su vida y contribuciones: Nació el 23 de enero de 1891 en Ales, Cerdeña, Italia. Inició una brillante carrera académica en la Universidad de Turín, donde entró en contacto con la Federación Juvenil Socialista y se unió al Partido Socialista en 1914. Durante la Primera Guerra Mundial, estudió el pensamiento marxista y se convirtió en un destacado teórico. Fundó el periódico L’Ordine Nuovo en 1919, promoviendo la formación de consejos de fábrica (organismos democráticos elegidos directamente por los trabajadores industriales). Participó en una huelga general en Turín en 1920. En 1921, lideró la escisión izquierdista en el Partido Socialista para fundar el Partido Comunista Italiano. Tras la ilegalización de su partido por los fascistas de Mussolini, Gramsci fue arrestado y encarcelado en 1926. A pesar de la censura, llevó a cabo un estudio
histórico y teórico profundo sobre la sociedad italiana y estrategias de cambio. Sus Cuadernos de la Cárcel se publicaron por primera vez en la década de 1950 y se convirtieron en parte fundamental del pensamiento marxista occidental. Gramsci reflexionó sobre conceptos como la hegemonía cultural, la política del Partido Comunista y la Iglesia Católica. Sus ideas influyeron en las estrategias de los partidos comunistas en el mundo occidental después de la Segunda Guerra Mundial.Para Gramsci toda revolución necesita la previa crítica al
statu quo y la penetración cultural para que la conciencia revolucionaria
prenda en toda la sociedad. O sea que el hombre común, el hombre masa deje de lado
su preocupación diaria y asuma el valor histórico de su conciencia
revolucionaria. Entonces será imprescindible cuestionar la ética dominante,
cambiando sus valores, para luego lograr una nueva hegemonía cultural. Era
claro para Gramsci que esa evolución a una nueva conciencia no podía
desarrollarse desde la “masa”, debe provenir de las élites cultas o sea de los
formadores de opinión, sean intelectuales, medios de comunicación o manifestaciones
culturales. El propio Gramsci sostenía: “…no cansarse nunca de repetir los
propios argumentos; la repetición es el medio dialéctico más eficaz para actuar
sobre la mentalidad popular…” Para el desarrollo de su visión hegemónica la
cultura es clave. Todas sus manifestaciones son útiles: el folklore, la música
popular, el teatro, el cine, la pintura en todo escenario disponible, sea una
reunión de amigos, una misa, los vestuarios deportivos los escritorios, los
medios de comunicación y las redes sociales.
La hegemonía cultural
La hegemonía cultural se refiere a la dominación o gobierno
que se mantiene a través de medios ideológicos o culturales. A diferencia del
gobierno por la fuerza, como en una dictadura militar, la hegemonía cultural se
logra mediante la influencia en los valores, normas, ideas y comportamientos de
la sociedad. Gramsci argumentó que el consentimiento al gobierno del grupo
dominante se logra mediante la difusión de ideologías a través de instituciones
sociales como escuelas, iglesias, tribunales y medios de comunicación. Estas
instituciones socializan a las personas en las normas y creencias del grupo
social dominante. Las instituciones sociales hacen el trabajo de socializar a
las personas en las normas, valores y creencias del grupo dominante. Quien
controla estas instituciones ejerce autoridad sobre el resto de la sociedad. La
hegemonía cultural se manifiesta cuando las personas creen que las condiciones
económicas y sociales son naturales e inevitables, en lugar de creadas por
intereses específicos. Gramsci buscaba explicar por qué la revolución dirigida
por los trabajadores, predicha por Marx, no se había cumplido. Marx creía que
la destrucción del capitalismo estaba integrada en el sistema mismo debido a la
explotación de la clase trabajadora. Sin embargo, Gramsci se dio cuenta de que
había más en el dominio del capitalismo que la estructura de clases y la
explotación económica. Reconoció el poder cultural de la ideología como un
factor clave. En definitiva, la hegemonía cultural es un mecanismo invisible
que perpetúa la dominación de la clase dominante. Comprenderla es esencial para
la liberación política e intelectual. La hegemonía cultural y el poder están
intrínsecamente vinculados: La hegemonía cultural implica que un grupo
dominante establece las normas, valores y creencias que guían la sociedad. Esto
se logra a través de instituciones como los medios de comunicación, la
educación y la religión. Estas instituciones influyen en la percepción de la
realidad y en lo que se considera aceptable o inaceptable. Así, el grupo
dominante ejerce su poder al controlar la narrativa cultural. Gramsci argumentó
que el poder no se mantiene solo mediante la coerción física, sino también a
través del consentimiento. La hegemonía cultural crea la ilusión de que las
estructuras de poder son legítimas y naturales. Las personas aceptan estas
estructuras porque creen que son parte de la normalidad y no cuestionan su
validez. La hegemonía cultural permite que el grupo dominante reproduzca su
posición de poder generación tras generación. Las ideas y valores transmitidos
a través de la cultura perpetúan esta dinámica. Por ejemplo, la idea de que el
éxito está relacionado con el trabajo duro y la meritocracia beneficia a
quienes ya tienen ventajas sociales y económicas. Aunque la hegemonía cultural
refuerza el poder existente, también puede ser desafiada. Los movimientos
sociales, la contracultura y la educación crítica pueden cuestionar y subvertir
la hegemonía. La lucha por el poder cultural implica crear nuevas narrativas
que desafíen las existentes y promuevan la igualdad y la justicia. En resumen,
la hegemonía cultural es una herramienta poderosa para mantener el control,
pero también es un terreno de lucha constante entre diferentes visiones del
mundo y el poder. Los medios de comunicación desempeñan un papel crucial en la hegemonía
cultural, según la teoría de Antonio Gramsci. Permíteme profundizar en esta
relación: Los medios de comunicación, como la televisión, la radio, los
periódicos y las redes sociales, configuran la percepción del mundo para la sociedad.
A través de la selección de noticias, la presentación de narrativas y la
promoción de ciertos valores, los medios influyen en cómo las personas interpretan
la realidad. Consolidación de la ideología dominante: Los medios tienden a
reflejar y promover la ideología de la clase dominante. Esto se manifiesta en
la elección de temas, el enfoque de las noticias y la representación de grupos
sociales. Por ejemplo, los medios pueden enfatizar el individualismo, el
consumismo y la meritocracia, reforzando así la hegemonía cultural. Los medios
contribuyen a la normalización de ciertos valores y creencias. Al presentarlos
como universales o naturales, los medios ayudan a consolidar la hegemonía. La
publicidad, los programas de entretenimiento y las noticias influyen en lo que
se considera deseable o aspiracional. Los medios también pueden silenciar o
marginar voces disidentes o alternativas. Al dar más visibilidad a ciertos
grupos, excluyen a otros. Esto afecta la diversidad de perspectivas y perpetúa
la hegemonía cultura A pesar de su papel en la hegemonía, los medios también
pueden ser espacios de resistencia. Movimientos sociales, periodismo crítico y
medios independientes desafían la narrativa dominante. La lucha por el poder
cultural implica crear contranarrativas que cuestionen y transformen la
hegemonía. Las redes sociales desempeñan un papel significativo en la hegemonía
cultural: Las redes sociales permiten a las personas construir y expresar su
identidad. Sin embargo, esta construcción está influenciada por las normas
culturales dominantes. A través de fotos, publicaciones y perfiles, las
personas se presentan de maneras que se ajustan a lo que se considera aceptable
o deseable dentro de su cultura. Las redes sociales determinan quién es visible
y quién queda en la periferia. Algoritmos y tendencias promueven ciertos
contenidos y voces, mientras que otros quedan silenciados. Esto afecta la
diversidad de perspectivas y puede reforzar la hegemonía cultural al dar más
visibilidad a ciertos grupos. Las redes sociales son plataformas para la difusión
de ideas y valores. Los mensajes, memes y discursos se propagan rápidamente. Los
grupos dominantes pueden utilizar estas plataformas para consolidar su
hegemonía al promover sus creencias y desacreditar otras. Las redes sociales
crean narrativas compartidas. Hashtags, movimientos y tendencias generan una
sensación de pertenencia y conformidad. Estas narrativas pueden reforzar la
hegemonía cultural al establecer lo que es normal, deseable o correcto. A pesar
de su papel en la hegemonía, las redes sociales también son espacios de resistencia.
Movimientos sociales, activistas y comunidades desafían la narrativa dominante.
La lucha por el poder cultural se juega en estas plataformas, donde se crean contra
narrativas que cuestionan y transforman la hegemonía. Las redes sociales son un
terreno de lucha simbólica donde se negocian y disputan las representaciones
culturales.
Los debates ideológicos son fundamentales para convivir con
la lucha hegemónica del Gramscismo y cualquier otra corriente ideológica que
busque transformar las relaciones de poder en la sociedad. En una sociedad
democrática, la participación en gremios y sindicatos es una forma legítima de
expresión y lucha por los derechos laborales y sociales, siempre y cuando se
respeten los derechos y libertades fundamentales y se actúe dentro del marco
legal establecido.
Ver:
Arocena, J.P.
Gramsci. Su influencia en Uruguay. Instituto Manuel Oribe. Montevideo
2023.
http://profelagrotta.blogspot.com/2023/04/gramsci-y-los-movimientos-hegemonicos.html#more
http://profelagrotta.blogspot.com/2019/04/el-largo-camino-de-la-hegemonia.html
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