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domingo, 5 de junio de 2016

Batllismo a fines de los 50. Entre la identidad y la responsabilidad. Segunda parte.



Sin darnos cuenta vivimos el fin del batllismo a mediados de la década de 1950. Posteriormente se produjo un desarrollo de interpretaciones más o menos respetuosas de los principios batllistas hasta llegar a la implosión de esta corriente de ideas en una estructura conservadora, primero, macartista  después y autoritaria finalmente, Esto también definió el final de la tolerancia política y en definitiva una pérdida de valores democráticos que nos llevó en la década del 70 al advenimiento del factor militar y posteriormente la responsabilidad de la salida democrática apelando a una entereza y racionalidad aun no valorada como corresponde. La realidad es que, viendo hoy la realidad del batllismo, honrar principios básicos del batllismo no parece afirmarse en los liderazgos partidarios. Por otra parte se afirma que sus principios están en otras tiendas o que son el ADN político del Uruguay. Las encuestas marcan un total descreimiento de las posturas batllistas porque la gente no puede corporizar ese ADN en candidatos partidarios que representan una visión de vida lejana a las clases media, a los sectores populares y que, según la voz del pueblo, se enriquecieron en forma desproporcionada. Son imágenes, pero es real que la mayoría de los compatriotas festejaron que no se otorgara una venia diplomática a un dirigente de primer nivel el Partido Colorado.  Así las cosas, continúo, en una suerte de Grasmcismo al revés tratando de ver las culpas y los merecimientos que de ellas tenemos.
Entre 1955 y 1959 el batllismo colapsó y me atrevo a afirmar que nunca más tuvo una recuperación plena tanto en lo ideológico con en los liderazgos. Sobretodo si tenemos en cuenta el fallecimiento de los principales líderes, por biología nomás, y algunos sustitutos que se vieron obligados a tomar caminos separados dentro del Partido Colorado,y que incluso colaboraron a formar utopías de izquierda encarnadas finalmente en la fundación del Frente Amplio. El fracaso del neobatllismo hizo fracasar también al proyecto de vanguardia que se había iniciado medio siglo antes. Incluso culminó con la hegemonía de casi un siglo de gobiernos colorados y si bien son siempre injustas y subjetivas es importante mencionar algunos aspectos del período:
Se produjo una pérdida paulatina pero permanente del liderazgo de Luis Batlle Berres, simultaneamente a un crecimiento en las políticas de reunificación del Partido Nacional que mediante algunas alianzas sui generis llegará al poder en 1958. El viejo partido de ideas, referente intelectual de varias generaciones como lo era el Partido Socialista comienza a cambiar sus posturas que podríamos definirlas como socialdemócratas a  definiciones revolucionarias contemporáneas a la Guerra Fría y a la realidad latinoamericana de ese momento. En el Partido Comunista comienza a brillar la estrella de Rodney Arismendi y que siguiendo las directivas de Moscú, y tratando de disciplinar a los revoltosos guerrilleros latinoamericanos intentará y logrará posteriormente crear la cultura de los Frentes Populares para pelearle a la burguesía el liderazgo desde el sistema electoral. Con estos antecedentes no podemos obviar al movimiento sindical que va lentamente limando diferencias y según el viejo principio marxista con su arenga de “proletarios del mundo, uníos” avanza hacia la unidad sindical. Ninguna teoría prende en las masas en términos de bonanza económica, pues bien, estamos en el escenario de la tormenta perfecta puesto que a partir de 1956 comienza una crisis económica profunda originada tanto por factores nacionales como externos y frente a los cuales el neobatllismo enfrascado en una lucha por obtener el capital del desarrollo indutrial no tuvo respuestas. Sobre el final del período la discusión sobre la Reforma Universitaria en la cual las calles de Montevideo se convirtieron en el escenario de un debate más de prepotencia que de reflexión académica y si bien se logró todo lo que pedían los estudiantes a los ojos de la intelectualidad quedó marcado en camino gramsciano que la izquierda tomará desde allí hasta controlar todos los resortes culturales. La política internacional del neobatllismo fue independiente, tolerante y respetuosa, sin embargo era inocultable un alineamiento político con los Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría pero no en el económico rechazando una y otra vez las injerencias y las presiones del Fondo Monetario Internacional.
El final del batllismo lo podemos avizorar cuando en dos discursos Luis Batlle define la política económica y redefine los mecanismos para hacer frente al déficit fiscal que se agrandaba día a día: “ El capitalista tiene el derecho  a los beneficios de su capital invertido, pero el obrero tiene el derecho de su capital-trabajo, que es igualmente o más respetable que el capital-dinero, porque al fin capital-trabajo es sudor, es desgaste, es esfuerzo personal y permanente y es lo único que tiene los hombres para poder ir atendiendo y resolviendo sus problemas diarios...” Pero luego agregaba Luis Batlle: “ En materia de seguridad social también nos encontramos con el déficit y con la crisis, perturbando y poniendo en peligro servicios de interés general que afectan de manera profunda y directa a la sociedad y especialmente a sus clases laboriosas(...) nos embarcaremos en el desarrollo y en la ampliación de nuevos beneficios en el orden de la pasividad hasta que(...) los patrimonios y las rentas han recuperados los niveles adecuados” En realidad nunca más recuperaron sus niveles adecuados y  60 años después podemos decir que el batllismo en ese rubro finalizo en aquél período.

Dentro del Partido Colorado la división entre la 14 y la 15 se fue radicalizando. Desde el diario “El Día” la postura opositora entre batllistas crecía y crecía al punto de que si se observa la prensa de la época no hay diferencias con los diarios opositores como “El País” o  “El Debate” y además dentro del propio Consejo Nacional de Gobierno la figura opositora de Luis Alberto de Herrera era permanente, desgastante e insoportable. Conviene recordar la definicón de Herrera, hoy que tenemos tantos romances con el herrerismo, que realizó en 1984 Manuel Flores Mora “Maneco” sobre el caudillo blanco: “ Con ochenta y pico de años de edad, Herrera, vencido 50 años por el batllismo, se sentó en el Consejo en 1955 para reparar el fiasco de su vida aniquilando en vendavales toda posibilidad de gobierno. Nombrar a un portero podía dar lugar a un escándalo. La táctica del vendaval, ensayada ya eficazmente contra el presidente Amézaga fue llevada esta vez a limites de orgía. Sintaxis, coherencia, sombrero y escrúpulos los colgaba en el perchero antes de cada sesión(...)”. En definitiva, si le sumamos el debate por la reforma Constitucional, y el abandono de lideres jovenes en en período posterior menor a 5 años, podemos decir el comienzo del final del batllismo como tal fue en esa década que va desde 1955 a 1966.

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