Los intelectuales y analistas de izquierda manejan la
debacle de los valores democráticos en los 60 como la resultante del “ círculo
vicioso del estancamiento e inflación” (Gillespie,1995) por lo tanto serían las
condicionantes económicas las que determinaron la conflictividad social. A esto
se le debe sumar que la unidad sindical, luego de que se fundara la CNT en
1966, unifica en un solo discurso la postura ideológica con el reclamo social
con una estructura y maquinaria de movilización inédita hasta ese momento. A
partir del Congreso del Pueblo se establece un claro programa de acción de base
socialista que incluía la reforma agraria, la nacionalización de la banca y el
control del comercio exterior. Esto culminará en un proyecto superior cuando se
establezca la opción Frente Amplio a partir de 1971. El resultado lógico de
estas movilizaciones fue la tendencia combativa y el espíritu revolucionario
sesentista con un fuerte descreimiento en el sistema democrático y
representativo. Desde los colegiados de mayoría nacionalista, la respuesta a estos
desbordes llevaron a la pérdida de los derechos individuales, la represión como
opción para contener los reclamos sociales que culminaron en deslegitimar el
sistema democrático. La izquierda había tomado el camino de las movilizaciones
callejeras, continuas ocupaciones de lugares de trabajo construyendo un
sentimiento de participación ainstitucional con
la visión política del pueblo en las calles:” si esto no es el pueblo,
el pueblo donde está”. Desde el gobierno se generan anticuerpos con claros
elementos legitimadores de procedimientos autoritarios en una relación binaria
que al caos debe enfrentarse el orden. Estos aspectos también contribuyen a la
perdida de los valores democráticos. Luego de la reforma constitucional de
1966, a todos estos argumentos debemos agregarle la fragmentación de los
Partidos Políticos con gran diversidad de listas, sectores, debates más o menos
bizantinos que alejaban lentamente al ciudadano del respeto a esos grupos de
ideas.
Cuando asume Oscar Gestido a la presidencia su primera tarea
fue tratar de lograr un entendimiento con la CNT. El 18 de enero de 1967 recibió en su
domicilio particular a una delegación sindical comandada por el presidente de
la central José D’Elia acompañado por Wladimir
Turiansky e Ignacio Huguet, no se
llegó a ningún acuerdo. En febrero ya había una huelga general de los
funcionarios públicos que se levantó cuando el saliente Colegiado acordó
aprobar los presupuestos públicos. “Es hora de acción y no de palabras” fueron
las apreciaciones que quedaron sonando luego del discurso de toma de posesión
del Presidente Gestido. Totalmente opuesto a tomar medidas represivas, sus
nueve meses de gobierno estuvieron envueltos en una espiral de violencia y de
reclamos sociales de todo tipo. Un conflicto en Salud Pública lo hizo debutar a
días de haber asumido el cargo y logró controlarlo sin medidas represivas.
Decretó la intervención de la Caja de Jubilaciones y su primera derrota
política se produce cuando el sector de Jorge Batlle se negó a votar las venias delos dirigentes blancos que
había designado para los entes autónomos. Su política económica se dirigió a través de una Ley de Emergencia a
ordenar la economía, contener el contrabando, redefinir la política monetaria y
coordinar los esfuerzos del capital y el trabajo. Fue bombardeada por los propios
integrantes de su gobierno, Faroppa la consideraba inconstitucional,
Vasconcellos la definió como continuista de la propuesta del Cr. Nacionalista Azzini
y Jorge Batlle la consideraba demasiado ambiciosa e impracticable. A estos
debates debemos agregar la conflictividad sindical, la ocupación de la
Universidad de la República y la manifestación de los estudiantes
universitarios que debió ser reprimida con gases y vehículos lanza agua. El 1
de mayo durante el acto sindical se definió su política como represiva y
antiobrera. La respuesta de Gestido fue promover a dos figuras provenientes del
ala izquierda del batllismo que pregonaban una línea desarrollista y
nacionalista en materia económica: Zelmar Michelini en Industrias y Amilcar
Vasconcellos en Hacienda. Carlos Manini Ríos fue a Cultura. Se esperaba que la
línea desarrollada por Vasconcellos lograse una paz sindical, esta se resistía al FMI y era muy comprensivo
con el movimiento sindical, pero la realidad fue otra, invierno muy crudo, suba
de precios, pérdida de cosechas llevaron a una gran radicalización del
movimiento sindical. Se había anunciado un gran paro general para el 20 de
julio, el día 19 Vasconcellos se reunió con la cúpula sindical para
manifestarles que sin su apoyo no había política económica posible. Fracasó
esta mediación y vincularon a gobernantes con el conflicto de la prensa:
Michelini era el dueño de “Hechos”, Carlos Manini Ríos de “La mañana” y “El Diario”. Continuaron los
paros y el caos económico y social y
comienzaron a escucharse pedidos de mano dura con el movimiento sindical. El
diario opositor “Extra” editorializaba: “ Paros, huelgas, trabajo a reglamento,
están creando un clima social de alta tensión que impide el trabajo fecundo. El
presidente está aislado en medio de la multitud”.
El 6 de diciembre de 1967 fallece repentinamente el presidente Gestido, y con él el seis
largas décadas de batllismo. Asume Jorge Pacheco Areco y firma un decreto
semanas más tarde por el cual se retiraba la personería jurídica al Partido
Socialista, al Movimiento Revolucionario Oriental, la Federación Anarquista
Uruguaya, al Movimiento de Izquierda Revolucionaria y al Movimiento de Acción
Popular Uruguayo. Además clausuraba el vocero socialista “El Sol” y “Epoca”
acusado de fomentar las directiva de la OLAS que auspiciaba la lucha armada
para llegar al poder.
El Uruguay tolerante, de justicia social, de economía
controlada por el Estado, en definitiva el Uruguay batllista entró en fase
terminal.
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